IV. 12 tesis para el cambio educativo
1. Del “alivio de la pobreza” al desarrollo
Hasta mediados de 1980, cuando las ideas de desarrollo y progreso marcaban los idearios de futu- ro, se pensaba que el cambio social en favor de las mayorías era posible, que había una ruta que llevaría al mismo tarde o temprano, y que la educación norteaba esa ruta. Hoy, se han achicado las expectativas de los pueblos y aunque nuestros países se siguen llamando eufemísticamente “países en (vías de) desarrollo”, el Desarrollo quedó atrás como paradigma y ha sido sustituido por el “Alivio de la Pobreza” como gran meta para el Sur en los próximos años.
De la idea de progreso hemos pasado a la de la contención de la catástrofe y reparación de los daños. En ese marco, la educación ha pasado a ser vista como una “estrategia para aliviar la pobre- za”, ya no como un componente fundamental del desarrollo y el empoderamiento personal y social. Es esencial y urgente recuperar la posibilidad y el derecho al desarrollo de nuestros pue- blos, la aspiración no sólo a aliviar la pobreza, sino a eliminarla y a asegurar una distribución más equitativa de la riqueza en el mundo, en esta región y en cada país, base fundamental de una democracia auténtica. En ese marco, es esencial resituar a la educación como motor del desarrollo humano.
El empobrecimiento de los objetivos y metas para la educación
El empobrecimiento de los objetivos y las metas del desarrollo impregna todo y se refleja clara- mente en el campo educativo: del derecho a la educación hemos pasado a la educación como herramienta de desarrollo, de la educación para el desarrollo a la educación para el alivio de la pobreza, de la educación para la vida a la educación para el trabajo, de la calidad de vida a la “sub- sistencia” (“livelihoods” en inglés), de la formación docente a la capacitación docente, de la edu- cación básica para todos (Educación para Todos, 1990-2015) a cuatro años de escolaridad (Objetivos de Desarrollo del Milenio, 2000-2015), del histórico objetivo de eliminar el analfabetismo a la modesta y siempre postergada aspiración a reducirlo a la mitad (Educación para Todos) e incluso a su desaparición en la Agenda del Milenio (ver Recuadro 2).
R3 Recuadro 3
Comparación entre las metas de la Educación para
Todos y los Objetivos de Desarrollo del Milenio para la educación
Educación para Todos (Jomtien) 2000-2015
UNESCO/UNICEF/Banco Mundial/FNUAP
1. Expansión de la asistencia y las actividades de desarro- llo de la primera infancia, incluidas las intervenciones de la familia y la comunidad, especialmente para los niños pobres, desasistidos e impedidos.
2. Acceso universal a la educación primaria (o a cualquier nivel más alto considerado "básico") y terminación de la misma, para el año 2000.
3. Mejoramiento de los resultados del aprendizaje de modo que un porcentaje convenido de una muestra de edad determinada (por ejemplo, 80% de los mayores de 14 años) alcance o sobrepase un nivel dado de logros de aprendizaje considerados necesarios.
4. Reducción de la tasa de analfabetismo adulto a la mitad del nivel de 1990 para el año 2000. El grupo de edad ade- cuado debe determinarse en cada país y debe hacerse sufi- ciente hincapié en la alfabetización femenina a fin de modificar la desigualdad frecuente entre índices de alfabe- tización de los hombres y de las mujeres.
5. Ampliación de los servicios de educación básica y de capacitación a otras competencias esenciales necesarias para los jóvenes y los adultos, evaluando la eficacia de los programas en función de la modificación de la conducta y del impacto en la salud, el empleo y la productividad.
6. Aumento de la adquisición por parte de los individuos y las familias de los conocimientos, capacidades y valores necesarios para vivir mejor y conseguir un desarrollo racio- nal y sostenido por medio de todos los canales de la edu- cación –incluidos los medios de información modernos, otras formas de comunicación tradicionales y modernas y la acción social– evaluándose la eficacia de estas interven- ciones en función de la modificación de la conducta.
Fuente: Educación para Todos http://www.unesco.org/education/efa/index.shtml
Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015
Naciones Unidas/OCDE/FMI/Banco Mundial
1. Alcanzar la meta de la Educación Primaria Universal. Garantizar que para el 2015 niños y niñas de todo el mundo sean capaces de completar el ciclo de educación primaria. (“proporción de alumnos que ingresan al primer grado y llegan al quinto grado”).
2. Promover la igualdad entre los géneros y empoderar a las mujeres. Eliminar la disparidad entre los géneros en la educación primaria y secundaria, preferentemente para el 2005 y en todos los niveles de la enseñanza a más tardar para el 2015.
Fuente: Objetivos de Desarrollo del Milenio http://www.developmentgoals.org/
Elaboración: R.M.Torres
La agenda internacional del desarrollo está actualmente centrada en el alivio de la pobreza. Sin embargo, la pobreza no es por sí misma el problema; es apenas la manifestación de un problema. El problema es el modelo político, económico y social que produce y reproduce la injusticia eco- nómica, social y educativa. La pobreza no es una catástrofe natural, sino una catástrofe social, cons- truida históricamente por quienes detentan el poder político y el poder económico a nivel mundial, nacional y local, haciendo valer sus intereses por encima de los intereses del conjunto de la sociedad. La desigualdad social y la injusta distribución de la riqueza en cada país y en el mundo no se resuel- ven con filantropía, con préstamos o donaciones internacionales, ayuda humanitaria o políticas compensatorias para los pobres, sino con cambios profundos en el sistema mundial, con otra rela- ción Norte-Sur y otro modelo de cooperación internacional, con otro modelo económico y otra política social, con crecimiento económico acompañado de un proyecto de desarrollo humano con democracia y soberanía.
En América Latina y el Caribe, la desigualdad se enquista en lugar de ceder. No hay desarrollo ni democracia posible si esta situación persiste, no hay posibilidad de avanzar con calidad y equidad en educación en contextos de gran polaridad e injusticia económica y social. Como lo revelan los resultados escolares de pruebas internacionales como el TIMSS o PISA, hay una correlación directa entre desigualdad socio-económica y desigualdad educativa no sólo a nivel de cada familia, sino de cada país como un todo.22 En otras palabras, un contexto nacional favorable e igualitario y un alto Índice de Desarrollo Humano inciden sobre cada contexto local, sobre cada escuela, sobre cada cen- tro de alfabetización. En países con altos niveles de desigualdad social pueden construirse islas de calidad en medio de la pobreza, experiencias localizadas que no llegan a crear masa crítica, mucho menos a generalizarse. En el contexto mundial, Finlandia, el país con uno de los IDH más altos del mundo y con el índice más bajo de corrupción percibida, es el país que obtuvo los mejores resul- tados escolares en la prueba PISA 2000. En el contexto latinoamericano, Cuba, el país con mejor distribución del ingreso en la región, es el que obtuvo los mejores resultados escolares en el primer estudio comparativo latinoamericano (español y matemáticas en tercero y cuarto grados) coordi- nado por UNESCO-OREALC (LLECE 1998).23
Retomar la vía del desarrollo implica pues no sólo lidiar con la extrema pobreza, sino con la extrema riqueza, con el enriquecimiento desmedido, el lícito y el ilícito, con sus artífices, causas y costos sociales. Esto implica penetrar en las estructuras económicas, políticas y sociales de nuestro tiempo y desafiar los sentidos comunes que naturalizan y justifican la coexistencia entre la opulencia y la miseria.
En este sentido, quizás la mayor fortaleza y potencial de la Agenda del Milenio es precisamente su carácter multisectorial. La Agenda adopta un enfoque holístico, en el que “los Objetivos tienen que verse como un todo indivisible”. El desafío es entonces aprovechar esta agenda y este impulso, adaptar los objetivos y las metas a las especificidades de cada región y de cada país, imprimirles un carácter transformador antes que preservador de lo existente, y luchar, en ese marco, por una agen- da educativa más amplia, resituando a la educación como un eje transversal del desarrollo.
22 “En los países donde hay un alto grado de segregación socio-económica, los alumnos de entornos socio-económicos desfa- vorables tienen un rendimiento más bajo” (OCDE/PISA 2000: 20).
23 Ver en la bibliografía los informes de LLECE, PISA y TIMSS. Ver asimismo el Anexo 3.
2. De la educación como política sectorial a la educación como política trans-sectorial
Suele criticarse a la educación y a los educadores por atrincherarse en un campo cerrado, que tiene históricas dificultades para abrirse a otros sujetos y saberes, para traspasar las paredes del siste- ma escolar. Esto es cierto, pero no es culpa únicamente de los educadores. Todos hablan de la edu- cación como un “sector” bajo la responsabilidad de un único Ministerio (el de Educación), de un único sistema (el sistema educativo) y de un único sujeto (los educadores). Objetivos y metas a nivel nacional e internacional se organizan típicamente por sectores: educación, salud, trabajo, producción, vivienda, medioambiente, etc. Los docentes y quienes defienden la educación pública piden más presupuesto para la educación, de igual modo que cada cual pide más presupuesto para “lo suyo”. Quienes buscan incidir en las decisiones que afectan a la educación se proponen “incidir sobre la política educativa”, sobre el sistema educativo o sobre la institución escolar específica- mente. Quienes aspiran a mejorar las condiciones de enseñanza piensan, en primer lugar, en los docentes y quienes piensan en mejorar las condiciones de aprendizaje de los pobres piensan en becas, subsidios, comedores escolares. Todo, en definitiva, dentro del mismo “sector educativo”.
No obstante, la educación no depende ni se puede cambiar solamente desde adentro de ella misma, pues el grado de desarrollo de un país y las condiciones básicas para aprender y para ense- ñar, dentro y fuera del sistema escolar, no dependen de la política educativa sino de Las Políticas, de La Gran Política en su conjunto. La política económica, la política fiscal, la política social, la polí- tica exterior, la política de cooperación internacional, inciden en la educación tanto o más que aquello que solemos llamar “presupuesto educativo” y “política educativa”. De hecho, el grado de interés de un país en la educación no debería medirse solamente a partir del porcentaje del PIB que el país destina formalmente a educación –como viene haciéndose en las estadísticas conven- cionales– sino del porcentaje del PIB destinado a satisfacer las necesidades básicas de la población
–trabajo, salud, vivienda, bienestar social, seguridad, etc.– pues todas ellas son condiciones fun- damentales para aprender y para enseñar, así como para utilizar productivamente lo aprendido.
La educación es el espejo de una sociedad: en ella se reflejan y a la vez ella condiciona la situación económica, social y política de un país, los valores, la ética, el entramado cultural, las expectativas y aspiraciones de la sociedad, la calidad de su liderazgo, la densidad de sus instituciones, el nivel de conciencia, cohesión y participación social, la presencia o ausencia de un proyecto nacional de media- no y largo plazo. La “política educativa”, por ello, no compete únicamente a un Ministerio, sino que se decide en el conjunto de políticas que afectan a la educación, incluida la política exterior.
Compartimentar la Educación y compartimentar la Economía, naturalizándolas como ámbitos dife- renciados de pensamiento y acción a cargo de sujetos/instancias también diferenciados es funcio- nal al modelo que reproduce la pobreza, la desigualdad y la educación de mala calidad para los pobres.
Los vicios de la mentalidad sectorial
• Impide captar la totalidad y comprender la complejidad, multicausalidad e interdependencia de los fenómenos, a la cual aspira el conocimiento científico y la acción social y política para ser eficaz.
• Compartimentaliza (en vez de articular y buscar la sinergia en) todo: el Estado, la sociedad civil, las políticas, las instituciones, los grupos de presión, la información y el conocimiento, las especia- lidades, la cooperación internacional.
• Fragmenta y debilita el espacio público, atribuyendo roles y ámbitos fijos a cada Ministerio y a sus respectivas contrapartes nacionales e internacionales, impidiendo una visión de conjunto acer- ca del funcionamiento y rol del Estado, de la economía, de la educación, de la “ayuda internacio- nal”, etc.
• Debilita la organización social, pulverizando las identidades y organizándolas por demandas y reivindicaciones específicas, que se hacen y eventualmente satisfacen sectorialmente (los docentes reclaman educación, los campesinos tierra, los desempleados trabajo, las mujeres igualdad de los géneros, etc.) en lugar de integralmente como derechos económicos, sociales y culturales.
• No ve al territorio, a la comunidad local, al país, como un todo; a través del lente sectorial no se puede visualizar como meta el desarrollo comunitario, el desarrollo local, el desarrollo humano.
• Resulta en investigaciones parciales y en intervenciones ineficientes porque limita el horizonte, fijando la mirada en el proyecto, el programa, el corto plazo.
• Fragmenta a la propia educación, generando múltiples “educaciones” (muchas de ellas hoy con- vertidas en los llamados “temas transversales”): educación para la salud, para el trabajo, para la sexualidad, para el medioambiente, para la paz, etc., todas las cuales deben ser consideradas parte de la educación general y de una buena educación básica de toda persona.
La mentalidad sectorial, reforzada hoy por el culto a la especialidad, es un viejo mal alimentado desde todos los lados: agencias internacionales, gobiernos, organismos no-gubernamentales, movi- mientos sociales. Todos están organizados y trabajan por “sectores” temáticos (economía, salud, educación, medioambiente, trabajo, etc.) o bien por edades (primera infancia, edad escolar, jóvenes, tercera edad, etc.) o por identidades (mujeres, poblaciones indígenas, migrantes, discapacitados, desplazados, refugiados, infectados por el HIV/SIDA, etc.). A esto se añade la tendencia hacia la hiperespecialización, que segmenta cada sector en subsectores y cada tema en subtemas. Así, vemos cómo la infancia se fractura cada vez más24: hay programas y políticas sólo para niñas, o para determinadas edades (0-3, 3-6, 5-6, adolescentes, alumnos con “sobre-edad”, etc.), o para deter- minadas identidades (niños trabajadores, niños de la calle, niños en la calle, etc.), todo ello cruza- do además por las usuales distinciones urbano/rural y por las nuevas distinciones pobre/muy pobre (organización de la población por deciles y niveles de pobreza). Este aparato de desmenuzar a las personas, a la realidad y al conocimiento, crea instituciones, políticas, programas, presupuestos, burocracias y especialistas para cada pedazo.
De hecho, es práctica común en las agencias internacionales, gobiernos y organismos de la socie- dad civil, organizar los informes y documentos por temas o sectores. Al funcionario, investigador o consultor especializado en un determinado tema, se le pasa solamente el capítulo referido a ese tema, no el documento completo. Del “experto” se espera que opine sobre un pedazo de la reali- dad y que saque conclusiones e incluso haga recomendaciones únicamente mirando ese pedazo, sin que resulte evidente la necesidad de tener una visión de conjunto (de la realidad, del plan, de la política social y económica, etc.). Muchos aceptan la alienación de esta tarea en nombre de la eficiencia –ahorra tiempo– y la especialidad. No obstante, esta manera de aprehender la realidad y el conocimiento “por retazos” produce informes, políticas, planes y currículos incoherentes, con diagnósticos y propuestas para un “sector” o una materia que contradicen los de otro sector o materia. De todos modos, pocos llegan a percibir estas incoherencias pues, a su vez, sólo leen “su” respectivo capítulo o texto. La aspiración a captar la totalidad y la posibilidad de acceder a ella se aleja cada vez más del ciudadano común e incluso del especialista y queda cada vez más como un privilegio de los círculos cerrados de poder a nivel nacional e internacional.
A la tendencia hacia la (hiper)especialización que ha dominado en los últimos años, viene opo- niéndose hoy la propuesta de volver a la formación general, profundizándola y consolidándola y postergando hasta donde se pueda la elección de una especialidad o de una carrera. La cultura dis- ciplinar viene siendo cuestionada y se avanza cada vez más hacia la trans-disciplina.25 Desde todos los costados, en fin, se afianza la necesidad de recuperar la noción de sistema (la relación entre el todo y las partes), un concepto clave a ser comprendido y trabajado en toda institución y proceso educativo, desde la infancia hasta la edad adulta (Morin 1999).
Avanzar en igualdad y calidad educativas como derecho de todos implica ampliar la visión sectorial y escolar, comprendiendo que se trata de un campo de pensamiento y acción multi- y transectorial. La UNESCO (2005b) no debería seguir insistiendo a los países que no cumplirán con las metas de la Educación para Todos hasta el año 2015 “a menos que cambien sus políticas educativas”, sin men- cionar una palabra acerca de los cambios necesarios en la política económica y en la política social en su conjunto. No debería sorprender que, a pesar de las sucesivas reformas educativas, del cre- ciente endeudamiento externo y de la multiplicidad de políticas y proyectos compensatorios ensa- yados a lo largo de estos años, no se haya dado la esperada “mejoría de la calidad de la educación (pública)”. Mientras no se avance en el “alivio de la pobreza” y la reducción de las desigualdades, la política educativa no puede lograr lo que corresponde asegurar a la política económica y a la política social: escuelas que reciban a alumnos con hogar, alimento, nutrición, salud, vivienda, seguridad física y emocional, ingreso y sustento familiar garantizados.
24 Recordemos que la Convención sobre los Derechos del Niño llama “niño” a alguien desde los 0 hasta los 18 años de edad.
Dentro de este rango caben los que muchos segmentan en niños, adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes.
25 Ver por ejemplo en la bibliografía la “Carta de la Transdisciplinariedad” (Charter of Transdisciplinarity) del CIRET (International
Center for Transdisciplinary Research), que realizó su primer congreso en Portugal en 1994.
El doble filo de la “educabilidad”
En este sentido, el concepto de “educabilidad” introducido por el Banco Mundial en su documento de política educativa de 1996, retomado en tiempos recientes por otros organismos, debe tomarse con cuidado.
La “educabilidad” ha sido el marco para introducir las políticas compensatorias o de “discrimina- ción positiva” hacia sectores pobres, proponiéndose inicialmente intervenciones en tres áreas: nutrición (desayunos o pequeños lunches escolares para atender el “hambre de corto plazo”), salud (recomendándose priorizar las infecciones parasitarias y los problemas de visión y audición, considerados los problemas más comunes y con incidencia directa sobre la asistencia y la capacidad para aprender) y la educación pre-escolar (como estrategia para compensar las desventajas de los alumnos de familias pobres).
Del mismo modo que la “empleabilidad” ya da por inempleable a una porción de la humanidad, la “educabilidad” alberga la posibilidad de considerar que hay personas y grupos educables e ineducables y de atribuir a cada educando y a su familia la responsabilidad de su propio aprendi- zaje, reforzando así la des-responsabilización por parte de los sujetos e instituciones que deben asegurar las condiciones para ello a cada nivel: escuela, sistema educativo, Estado, etc.
El “enfoque sectorial amplio” llega tarde…
Desde fines de 1990 el Banco Mundial viene proponiendo e implementando en los países el lla- mado enfoque sectorial para la educación (sector-wide approach-SWAP), visto como una supera- ción y una rectificación de su anterior enfoque de proyecto, hoy reconocido por el BM como un error (Ver Recuadro 5). El enfoque sectorial puede suponer un avance frente a la pulverización ins- titucional y programática que propulsó la “proyectitis”, pero tiene algunos riesgos, como muestran algunos estudios de caso y como viene señalando la literatura crítica26:
a) tal enfoque viene a sectorializar la educación en un momento en que se reconoce la necesidad de superar los enfoques sectoriales así como la especialización;
b) el “sector” no es tal, pues por lo general se incluye solamente la educación formal, dejando afuera a la educación no-formal e informal; asimismo, por lo general, no se incluyen los tramos inferiores y superiores de la educación (educación inicial o infantil, educación universitaria).
c) ha incrementado el poder del BM sobre las demás agencias internacionales, que se ven compe- lidas a aceptar su hegemonía dentro de un paquete y un pool de recursos.
d) rigidiza la dependencia de los países clientes respecto de las normas y condicionalidades de la cooperación internacional, que pasa a actuar como bloque.
26 Ver entre otros en la bibliografía: Freeman y Doho, 2003; Samoff 2004; Torres 2003.
3. Del predominio de los criterios económicos a una visión integral de la educación27
La lógica económica se ha impuesto y viene dirigiendo al mundo. Esta lógica, aplicada al campo de la educación, ha hecho mucho daño, simplificando la educación y vaciándola de su contenido pedagógico.
Nacionalmente, el presupuesto es hoy el primer convidado a la hora de pensar qué y cómo hacer y la primera gran barrera interpuesta por los funcionarios de los Ministerios de Economía y Finanzas en cada país. Cuando los números anteceden a las ideas limitan el pensamiento, inhiben los sueños y niegan valor a los derechos. No cuenta lo necesario, sino lo posible dados los “escasos recursos disponibles”, siempre escasos para la educación. Lo que no se dice es que el presupuesto y los “recursos disponibles” son, a su vez, resultado de decisiones políticas que incluyen, entre otros, el pago de los intereses de la deuda externa, un abultado gasto militar, la ausencia de refor- mas fiscales que eviten la evasión de impuestos por parte de grandes empresas y de los sectores adinerados, corrupción y despilfarro de los fondos públicos, privilegios y asignaciones presupues- tarias basadas en cálculos políticos y electorales. Habría muchos más recursos disponibles para la educación y otros derechos básicos de la población, si gobiernos y agencias internacionales de cooperación trabajaran juntos pensando en las necesidades e intereses de los pueblos, antes que en su propia reproducción.
27 Algunos elementos de esta tesis han sido desarrollados en base a un trabajo anterior de la autora (ver: Coraggio, J.L. y R.M.
Torres, La educación según el Banco Mundial: Un análisis de sus propuestas y métodos, Buenos Aires, Miño y Dávila, 1997). Aunque el BM ha ampliado notablemente su peso y su radio de acción, ha hecho avances e introducido algunas rectificaciones a sus polí- ticas en estos últimos años, lo dicho en ese libro continúa teniendo vigencia y representando el pensamiento económico domi- nante de la banca multilateral en materia educativa y en su relación con los países del Sur.
Todos los Ministerios dependen de las decisiones del superministro de Economía, interlocutor pri- vilegiado de la banca multilateral y con poderes para negociar y decidir temas tan delicados como la deuda externa, las estrategias nacionales de lucha contra la pobreza o los tratados comerciales con los Estados Unidos y otros países. El Ministro de Educación depende del Ministro de Economía: es éste último quien termina definiendo el presupuesto, decide cuándo hace los desembolsos, cuánto y cuándo paga a los docentes, cuándo y cómo concluye el paro.
Internacionalmente, las principales decisiones que afectan a la educación en el Sur, y en América Latina y Caribe específicamente, vienen siendo tomadas por el FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y las empresas multinacionales.
Asesorías y recomendaciones que fallan
El paquete de recomendaciones para la educación que vienen haciendo las instituciones financie- ras internacionales se presenta usualmente como una propuesta respaldada por el conocimiento científico y las “lecciones de la experiencia internacional”. No obstante, hay una amplia literatura y una vasta experiencia práctica que muestran las debilidades de dicho “conocimiento”, a pesar de lo cual, dichas recomendaciones vienen siendo tomadas al pie de la letra por –o bien llanamente impuestas a– los gobiernos y las contrapartes nacionales en los países del Sur. Concretamente, la información sobre la cual viene basando sus recomendaciones el Banco Mundial muestra entre otros (Coraggio y Torres 1997):
• un sesgo occidental y anglosajón: la mayor parte de la base documental que sirve de respaldo a los estudios e informes internacionales del BM está en inglés, desconociéndose la producción cien- tífica e intelectual en otras lenguas;
• los resultados de investigación tienden a presentarse como contundentes e infalibles y con impli- caciones directas sobre el diseño de políticas, siendo en muchos casos evidente la selección y el uso de la investigación para legitimar decisiones ya tomadas;
• una tendencia a (sobre)generalizar, asumiendo un “Tercer Mundo” relativamente homogéneo y tomando a África (y sobre todo a África SubSahariana) como referente para el conjunto de regiones “en desarrollo”;
• un tratamiento simplista de la innovación educativa y de las “experiencias exitosas” o “mejores prácticas”, convertidas en modelos a ampliarse y a replicarse en otros contextos, sin atender a la especificidad de cada contexto y a la necesaria construcción propia y maduración de los procesos;28
• un enfoque de manual y recetario, donde todo aparece anticipado y prefigurado, quedando escaso margen de creación e incluso de adaptación a quienes “ejecutan” las políticas;
28 Según el Ohio Higher Resource Centre For Mathematics and Science and Reading, una “buena práctica” (best practice) se carac- terizaría por tener los siguientes elementos: (a) ”fue diseñada y desarrollada en base a decisiones fundamentadas en evidencia; (b) ha producido investigación o evaluación que demuestra su eficacia en términos de haber logrado los objetivos, metas y están- dares propuestos, mejor si en contextos múltiples; c) es aplicable o transferible a una gran variedad de contextos; d) ofrece valor a otros usuarios potenciales, a partir de su unicidad o de su capacidad de innovación; e) es susceptible de ser evaluada tanto en términos cuantitativos como cualitativos”. (Nuestra traducción del inglés). Ver: http://ohiorc.org/
• una visión de las políticas como opciones binarias y dicotómicas, con soluciones únicas y polos opuestos, cuando lo que existe en verdad es una amplia gama de posibilidades, variantes y matices.
La transposición de la mentalidad económica a la educación
En una década, la de 1990, el pensamiento y el discurso educativos fueron invadidos por categorías provenientes del mundo económico, con el Banco Mundial como principal artífice. Algunos de los elementos de dicha transposición:
Una educación sin historia y sin pedagogía. El modelo educativo que viene propugnando el BM es esencialmente un modelo escolar, pero un modelo escolar peculiar, con dos grandes ausentes: los docentes y la pedagogía.
Falta de visión de sistema: una reforma gradual, por niveles. Desde fines de la década de 1980, el BM aconsejó a los países del Sur priorizar la inversión en educación primaria, en desmedro de la educación secundaria y, sobre todo, quitando recursos a la educación superior. Su idea de la refor- ma educativa es una reforma gradual que va avanzando por niveles: una vez que los países han resuelto la educación primaria, pueden ocuparse de la secundaria y luego de la superior. Esta visión de la educación y la reforma educativa revela desconocimiento acerca de la naturaleza y dinámica del sistema educativo, precisamente como un sistema en el que todas las partes se interrelacionan y sostienen entre sí: la universidad requiere que los niveles anteriores –la educación primaria y secundaria– hagan bien su papel y, a su vez, la propia educación primaria depende de una buena educación secundaria y superior, pues es aquí donde se forman los futuros docentes y los profesio- nales encargados de la investigación, la planificación, la evaluación, la formación, la capacitación.
Prioridad de los aspectos financieros y administrativos de la educación. Las reformas educativas a partir de l990 se encuadraron en el marco del nuevo paradigma organizativo propuesto por el libe- ralismo para la reforma del sector público, el llamado “nuevo modelo de gestión pública” (new public management). Este modelo cuestionó el Estado de Bienestar y anunciaba el tránsito hacia un Estado Eficiente y Capaz, inspirado en el modelo gerencial de la empresa privada.29
En este marco, las reformas educativas en los 90s empezaron como reformas administrativas, adu- ciendo su prioridad: reestructuración orgánica de los ministerios y los sistemas escolares, descen- tralización, búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento (financiamiento compartido con las familias, papel del sector privado, etc.), fortalecimiento de los sistemas de información, creación o fortalecimiento de sistemas nacionales de evaluación de rendimiento escolar, capacitación del per- sonal en asuntos administrativos, entre otros. La descentralización pasó a ser eje fundamental del debate y de la reforma educativa, asumiéndose que por el eje centralización/descentralización pasaban muchos de los problemas y soluciones de los sistemas escolares; no obstante, los intentos de descentralización no han dejado hasta la fecha los resultados esperados, o al menos no existe prueba de que la descentralización por sí misma haya contribuido a mejorar la calidad de la oferta y/o la demanda educativa. El peso de la “gestión”, en general, dejó poco espacio para los aspectos curriculares y pedagógicos. Una década después, vistos los magros avances, en muchos países está en marcha una reforma de la reforma. Se ve, entre otros, la necesidad de recuperar un enfoque más integral, que ponga nuevamente los aspectos administrativos y financieros en función de la enseñanza y el aprendizaje y no a la inversa.
29 Existe una amplia literatura al respecto. Para una aproximación al planteamiento, ver el libro de Osborne y Gaebler (1994), Un nuevo modelo de gobierno: Cómo transforma el espíritu empresarial al sector público.
La eficiencia y el costo-beneficio. La relación coste-beneficio (eficiencia en el gasto) y la tasa de rentabilidad (aumento de ingresos en relación directa a mayor educación) son las categorías cen- trales desde las cuales se vienen definiendo las prioridades de inversión en educación.30 Bajo estos parámetros, cobró impulso la investigación empírica y cuantitativa dirigida a evidenciar el impacto de tal o cual política, programa o proyecto, a fin de justificar su financiamiento. Bajo este marco, la alfabetización y, en general, la educación de adultos fue desahuciada y forzada luego a generar también su propia “evidencia”, es decir, mostrar que el costo de la intervención es mínimo y que la alfabetización contribuye a la subsistencia y tiene algún impacto socio-económico sobre las per- sonas, sus familias y sus comunidades. Curiosamente, el propio Banco Mundial, que a inicios de 1990 concluyó que la alfabetización y la educación básica de adultos no era costo-efectiva, viene revisando y rectificando esa posición, argumentando ahora que la educación (extraescolar) de adultos puede ser más costo-efectiva que la educación (escolar) primaria (Lauglo 2001; Carr-Hill 2001). El argumento puede ahora servir para ver los programas de educación de adultos y los pro- gramas de educación no-formal como una opción más barata para la educación básica de niños y niñas (Torres 2003) (Ver Recuadro 5).
Insumos, prioridades y opciones binarias de política. La educación, entendida como una cadena de producción de capital humano, fue reducida a un listado de insumos que, combinados en deter- minado orden y en proporciones adecuadas, producirían aprendizajes. Cada insumo pasó a ser valorado por separado y priorizado o no en virtud de su coste y su incidencia sobre el aprendizaje. A fines de la década de 1980, el BM configuró una lista de los nueve insumos determinantes de un aprendizaje efectivo, con este orden de prioridad: (1) bibliotecas; (2) tiempo de instrucción; (3) tareas en casa; (4) libros de texto; (5) conocimientos del profesor; (6) experiencia del profesor; (7) laboratorios; (8) salario del profesor; y (9) tamaño de la clase. Como se ve, los docentes, conside- rados un insumo más, resultaban en esta escala menos importantes para la inversión pública que los libros de texto o el tiempo de instrucción. El salario docente pasó a tener última prioridad, adu- ciéndose que el salario por sí solo no mejora la calidad de la educación ni los aprendizajes de los alumnos.
Con estos parámetros, a inicios de 1990 el BM planteó un esquema de “opciones binarias” para la reforma de la educación primaria, desalentando a los gobiernos a tomar una serie de “callejones sin salida” y recomendándoles tomar “avenidas promisorias”, tales como: priorizar el libro de texto (alta incidencia y bajo costo) sobre el docente (alta incidencia pero alto costo) y la capacitación en servicio sobre la formación inicial (ver Recuadro 4). Estos nueve insumos y estas “avenidas promi- sorias” pasaron a convertirse en manual de los funcionarios y asesores de las reformas educativas en los países del Sur y en América Latina concretamente y continúan operando en la lógica de muchos reformadores de la educación, aún cuando el Banco Mundial ha reconocido públicamente errores en éstas y otras recomendaciones de política educativa (ver Recuadro 5).
30 “El análisis económico aplicado a la educación se centra en la comparación entre los beneficios y los costos, para las personas y para la sociedad en su conjunto. Se comparan los costos de las distintas intervenciones para lograr un objetivo educacional deter- minado y se mide la relación entre los beneficios y los costos, generalmente calculando la tasa de rentabilidad, considerando como el beneficio la mayor productividad de la mano de obra, medida por las diferencias de salarios” (Banco Mundial 1996:105).
R4 Recuadro 4
Recomendaciones del Banco Mundial para mejorar
la educación primaria en los países en desarrollo (1990)
Callejones sin salida
(no recomendados)
– Ajustar el currículo propuesto (planes y programas de estudio)
– Instalar computadoras en el aula
– Reducir el tamaño de la clase
– Largos programas iniciales de formación docente
– Almuerzos escolares
Avenidas promisorias (recomendadas)
– Mejorar el currículo efectivo (textos escolares).
– Proveer libros de texto y guías didácticas para los docentes.
– Establecer, mantener y controlar un tiempo fijo de instrucción.
– Formación docente en servicio (programas cortos, visitas e intercambios, educación a distancia, etc.)
– Uso de la radio interactiva como sistema de enseñanza en el aula (como complemento o sustituto al docente).
– Uso de materiales programados (con indicaciones detalladas).
– Complemento nutricional a través de desayuno escolar y/o de pequeños lunches.
– Identificar y tratar otros problemas de salud (infecciones parasitarias, visión y audición).
– Educación pre-escolar (particularmente para los más pobres).
Fuente: Lockheed y Verspoor 1990.
R5 Recuadro 5
Los errores reconocidos por el Banco Mundial en sus recomendaciones de política educativa
Durante los últimos años el BM ha reconocido públicamente errores y rectificado diversas políticas en el ámbito educativo:
• el excesivo peso otorgado a la infraestructura educativa en las décadas de 1960 y 1970 y sin atención a su man- tenimiento (la primacía del ‘hardware’ sobre el ‘software’ de la educación);
• el argumento de las ‘tasas de retorno’ que esgrimió desde fines de 1980 para priorizar la inversión pública en educación primaria (mayores ingresos asociados a la culminación de la educación primaria);
• el descuido de la educación superior, desde la década de 1980, alentando a los gobiernos a reducir el presupuesto de las universidades públicas para destinarlo a la enseñanza primaria;
• el “enfoque de proyecto”, que actualmente busca rectificar con el “enfoque sectorial amplio” para la educación
(sector-wide approach, SWAP);
• las alegaciones de desperdicio de recursos en relación a la alfabetización de adultos esgrimidas desde inicios de 1980.
Elaboración: R.M.Torres
El economicismo en la educación, en fin, ha incorporado y naturalizado en los últimos años una mentalidad propia del mundo empresarial, asociando escuela con empresa y alumno con cliente. Devolver a la educación su integralidad y especificidad y recuperar la pedagogía como desafío fun- damental de lo educativo es esencial para el desarrollo educativo autóctono y emancipador que requieren los pueblos de América Latina.
Al mismo tiempo, es necesario contribuir desde la educación a revisar la teoría económica que sub- yace al modelo económico neoliberal imperante, a comprender cómo funciona la economía real, a preparar a niños, jóvenes y adultos para otra economía, a preparar nuevas generaciones de eco- nomistas. Porque otra Educación es posible sólo si otra Economía es posible. Esa otra economía viene ya siendo conceptualizada e impulsada por redes sociales vinculadas a la Economía Social y Solidaria en todo el mundo y en las que América Latina juega un papel muy activo. De hecho, la prolongada crisis y la pauperización han venido generando estrategias de autogestión y de auto- organización de los sectores empobrecidos y excluidos, algunas de ellas inéditas y con gran poten- cial transformador.31
31 Ver al respecto: RILESS -Red de Investigadores Latinoamericanos de Investigación Social y Solidaria www.riless.ung.edu.ar
4. De la “ayuda internacional” a una auténtica cooperación para el desarrollo
La “ayuda”, ¿es realmente ayuda?
La “ayuda oficial para el desarrollo” (AOD), entendida tradicionalmente como la ayuda del Norte desarrollado (el Primer Mundo) al Sur en desarrollo (el Tercer Mundo), adolece de problemas his- tóricos. Se asume que el Norte y sus agencias bilaterales y multilaterales vienen cooperando con el desarrollo del Sur sin que se ponga en duda (I) que se trata de cooperación y (II) que ésta ayuda al desarrollo. No obstante, la “cooperación” viene siendo más parte del problema que de la solución, no sólo en América Latina y el Caribe, sino en otras regiones del mundo.32 Modificar el modelo tra- dicional de “cooperación internacional” es una condición esencial para el avance de la educación y de la propia posibilidad de desarrollo en el Sur.
Los propios términos “ayuda”, “cooperación”, “desarrollo”, “donantes”, “países beneficiarios”, deben ponerse en tela de juicio. La “ayuda” internacional a menudo implica mayor endeuda- miento externo y mayor dependencia técnica de los países “donantes” y no ha traído los resultados esperados ni por las agencias ni por los países “beneficiarios”. Por otra parte, la visibilidad y el poder de decisión que tienen las agencias internacionales dentro de cada país no guarda relación con su contribución monetaria real: en Educación, dicho monto es insignificante en comparación al presupuesto que pone el propio Estado (entre el 90% y el 95%, McMeekin 1996).
32 El Observatorio de la Deuda de la Globalización, en Barcelona, señala que la cooperación española no “ayuda”, en muchos casos, a los países que la reciben. Ver: www.observatoriodeuda.org. Ver también la página reciente de la OCDE dedicada a revi- sar la eficacia de la cooperación internacional y las prácticas de las agencias, dentro de lo cual ocupa hoy un lugar central la lla- mada “armonización” inter-agencial: http://www.oecd.org/department/0,2688,en_2649_15577209_1_1_1_1_1,00.html
Una parte sustancial de la “ayuda” retorna a los propios países “donantes” porque se trata de “ayuda ligada” a la compra de bienes y servicios (caros y a menudo sobrevalorados) de esos paí- ses.33 Estados y sociedades se han vuelto dependientes de dicha “ayuda”: préstamos y donaciones que vienen con sus propias propuestas y requisitos, restan autonomía de pensamiento y acción a los países, se desparraman entre numerosas instituciones intermedias, consultores e investigadores, contribuyendo así a amortiguar –cuando no a callar– la discrepancia y la crítica. Al aceptarse como un hecho que los presupuestos nacionales no alcanzan para satisfacer las necesidades básicas de la población, incluso en áreas claves como la alimentación, la salud, la educación o la vivienda, los gobiernos dan también como un hecho la necesidad de más préstamos y la luz verde para proceder sin ningún tipo de consulta social. Así, con más endeudamiento y más pago de la deuda externa, que resta recursos al presupuesto nacional, se alimenta el círculo vicioso de la dependencia y de la acriticidad frente a los problemas de la cooperación internacional.
No está demás reiterar que América Latina y el Caribe es la “región en desarrollo” más endeudada del mundo; su deuda representa una tercera parte de toda la deuda de los países en desarrollo (Ver Anexo 1). El servicio del pago de la deuda se lleva entre el 30% y el 60% de los presupuestos nacio- nales, según los países. Nuestros principales prestamistas y asesores son el Banco Mundial y el BID. Y es muy importante recalcarlo: no se trata sólo de la deuda y sus intereses; se trata también de las ideas y condicionalidades que vienen con los préstamos. El propio Banco Mundial se define a sí mismo no principalmente como una agencia financiera, sino como una agencia asesora.34 Pero,
¿qué hace un Banco asesorando en temas educativos? (Soler Roca 1997). Éste fue el papel que algún día tuvo la UNESCO, agencia especializada del sistema de Naciones Unidas en los ámbitos de la educación, la ciencia y la cultura. Si, como sostenemos, la buena cooperación internacional es aquella que trabaja expresamente para lograr el desarrollo de los “beneficiarios” y romper el cordón umbilical de la ayuda (Ver Recuadro 7), un Banco es, por definición, una mala agencia de coope- ración pues su función es ubicar préstamos y cobrarlos. Por lo demás, es difícil considerar “ayuda para el desarrollo” a préstamos que se conceden en condiciones casi de mercado.
La insatisfacción respecto de la cooperación internacional opera de ambos lados de la relación. Aunque suele hablarse del “agotamiento” de las agencias con respecto a la ayuda y a los escasos resultados logrados, también hay agotamiento creciente entre los países y los grupos “ayudados” que critican a las agencias y a la banca multilateral en particular, su estilo autoritario y arrogante, consultores y eventos costosos y hoteles cinco estrellas para hablar sobre la pobreza y tomar deci- siones en nombre de los pobres, desconocimiento de las realidades y desprecio de las especificidades, culturas e idionsincrasias nacionales, mala calidad de la asesoría y la información/investigación en que se sustenta dicha asesoría y, en general, débil ejemplo de aquello que pregonan y que, a su vez, exigen a los gobiernos: coordinación, flexibilidad, reducción de costos, eficiencia en el gasto, participación y consulta social, transparencia y rendición de cuentas, etc.
33 Entre otras, las ONGs internacionales Action Aid y Oxfam vienen levantando estos temas y denunciándolos a nivel mundial. Ver al respecto la Campaña de Action Aid contra la “Ayuda Atada” y la publicación La Realidad de la Ayuda de Intermón Oxfam http://www.intermonoxfam.org/page.asp?id=996&idioma=1
34 “… la principal contribución del Banco Mundial debe consistir en el asesoramiento destinado a ayudar a los gobiernos a ela- borar políticas educativas adecuadas a las circunstancias de sus países” (Banco Mundial, 1996:17).
Los males de la “cooperación internacional” en educación
En el campo educativo, la “cooperación internacional” ha contribuido a:
• Debilitar aún más al Estado y concretamente a los Ministerios de Educación. En éstos (y en otros ministerios) se crearon unidades especiales para la ejecución, seguimiento y evaluación de cada uno de los “proyectos internacionales” financiados por las distintas agencias. En algunos casos, dichas unidades devinieron en verdaderos para-Ministerios, con proyectos limitados pero con más recursos y poder que el propio Ministerio, con salarios muy superiores a los del resto de los fun- cionarios, tradicionalmente mal pagados. Asimismo, la “ONGización” y la tercerización del servicio educativo, promovidas desde las agencias internacionales, es al mismo tiempo resultado y factor de dicho debilitamiento del Estado.
• Imponer ritmos externos, violentando los ritmos del país y los procesos necesarios para asegurar la participación, la consulta, la creación y la construcción propias, el bien pensar y el bien hacer.
• Fomentar la cultura del proyecto, dando lugar a la multiplicación de proyectos aislados, dada la descoordinación y la competencia inter-agencial, y el consecuente mal uso de los recursos y la frag- mentación de las instituciones y programas.
• Fomentar la cultura de la innovación permanente, asumiendo la innovación como deseable y buena en sí misma y como la dimensión más importante a tener en cuenta en cualquier interven- ción, contribuyendo así a banalizar la innovación, restándole credibilidad y potencial transformador.
• Fomentar la cultura de la competencia por fondos, la cual socava el diálogo, el trabajo coopera- tivo y la solidaridad y reproduce los esquemas y mecanismos establecidos de poder, pues sólo unos pocos logran acceder al mundo de los contactos y los financiamientos externos.
• Fomentar la dependencia en las ideas y el facilismo para procurar los recursos.
• Fomentar la falsa sensación de abundancia, proclive al despilfarro y a la corrupción.
El laberinto de la “cooperación internacional” para la educación35
Quizás la muestra más palpable y lamentable de la descoordinación inter-agencial en el caso de América Latina y el Caribe es el laberinto de planes e iniciativas internacionales (regionales, hemis- féricos, iberoamericanos o mundiales) para la educación36 que vienen sucediéndose y superpo- niéndose en esta región a lo largo de las tres últimas décadas y sobre todo a partir de 1990, con liderazgos diversos y con metas parcialmente coincidentes, nunca cumplidas y siempre reiteradas y postergadas (Ver Recuadro 6).
Esta situación genera desperdicio de recursos y de tiempo, duplicación de funciones y de esfuerzos y proliferación de reuniones, comisiones e informes. Elaborar planes, re-editar metas, organizar reuniones para aprobarlos y luego evaluarlos y comisiones para darles seguimiento, se ha convertido en un modus vivendi y en una estrategia de supervivencia del sistema de “cooperación internacio- nal” en ésta y otras regiones del mundo.
35 Para un detalle de los diversos planes ver el Anexo 4.
36 Un ejemplo de esto es el reiterado énfasis mundial (estirado ahora hasta el año 2015) en torno a metas de matrícula escolar, aplicado también a una región –América Latina y Caribe– cuyos problemas fundamentales ya no pasan por el acceso a la escuela primaria; o la ya mentada priorización de la educación de las niñas, en una región que tiene más niñas que niños asistiendo a la escuela primaria.
R6 Recuadro 6
Iniciativas y planes internacionales para la educación (1981-2017) Objetivos y metas
Nivel/ Área
1981-2000
PPE Proyecto Principal
de Educación
1990-2000-
2015
EPT Educación para Todos
1994-2010
PAHE Cumbres de las Américas
2000-2015
ODM Objetivos de Desarrollo del Milenio
2001-2015
PAII
Plan de Acción Iberoamericano por la Infancia (Cumbres Iberoamericanas)
2002-2017
PRELAC Proyecto Regional de Educación en América Latina y el Caribe
Educación
Inicial
Expansión - Desarrollo integral de la primera infancia
Progresiva universalización
- Ampliar cobertura
de servicios para
niñ@s 0-3 años
- Acceso universal
a educación pre-
escolar (3-6 años)
Educación Primaria/ Básica
8 años
Indefinido (dentro y fuera de la escuela)
6 años
4 años Acceso universal y permanencia en educación primaria o básica de calidad y gratuita
Acceso y culminación universal de la educación básica
Educación
Media
Acceso educación secundaria de calidad
Paridad de géneros Acceso universal a educación secundaria de calidad
Progresiva universalización, integrando educación
general, técnica
y profesional
Educación
Eliminación
Reducción
Oportunidades
Alfabetización,
Jóvenes y analfabetismo analfabetismo aprendizaje a educación básica
Adultos a la mitad lo largo de y aprendizaje a
toda la vida lo largo de toda
la vida
Educación Nuevo enfoque
Superior de educación
superior, que
integre educa-
ción técnica
Educación
Especial Inclusión de niñ@ y adolescentes con necesidades espe-
ciales en servicios
de atención integral
Elaboración: R.M.Torres
“No pedimos que nos den, sólo pedimos que no nos quiten”
Esta contundente afirmación fue una de las conclusiones que, sobre el tema de la cooperación internacional, se planteó en el Diálogo Global sobre la Educación en la Expo 2000 en Hannover. En efecto, la verdadera cooperación para el desarrollo no se juega en el volumen de las donaciones o los préstamos, sino en las políticas domésticas e internacionales de los países “donantes” respecto del Sur. De hecho, a menudo la “ayuda” es borrada con políticas que van en contra de los intereses de los países pobres y del conjunto del planeta: políticas proteccionistas de los productos nacionales, cobro de los intereses por la deuda externa, trabas a la migración, apropiación del conocimiento y cobro de derechos de propiedad, contaminación del medioambiente, etc. En este sentido, el Indice de Compromiso con el Desarrollo (ICD), propuesto por el Center for Global Development y la revista Foreign Policy (USA), es un paso adelante; el ICD clasifica a las naciones ricas no únicamente según su volumen de “ayuda” a las naciones pobres, sino según la facilidad u obstáculo que representan sus propias políticas para el desarrollo de estos países. De este análisis resulta un panorama distinto de la “ayuda para el desarrollo”, dejando al descubierto intereses y realidades que permanecen ocultas bajo el sello de la “ayuda”.37
Un punto importante de la Agenda del Milenio es la inclusión tanto de los países del Norte como del Sur, ubicando en ambos lados la co-responsabilidad en la superación de la pobreza. “Fomentar una asociación mundial para el desarrollo” es el octavo y último objetivo de la Agenda del Milenio (Ver Anexo 4). Dentro de éste se incluye un conjunto de compromisos del Norte respecto del desarrollo del Sur, no sólo con “ayuda”, sino con medidas concretas tales como la eliminación de los subsidios que condenan al Sur a condiciones extremadamente desventajosas de competitividad en el comercio internacional.38 No obstante, brilla por su ausencia en la Agenda del Milenio un cuestionamiento de la cooperación internacional o una alusión a sus múltiples problemas. Partir de un análisis crítico del modelo tradicional de “cooperación”, hecho conjuntamente por los países del Sur y del Norte, es una prioridad y una condición para lograr los demás objetivos de dicha Agenda.
Hacia un nuevo modelo de cooperación para el desarrollo
Como se viene reiterando desde hace muchos años, más de la misma “cooperación” internacional no sirve. No se trata únicamente de que el Norte “ayude” al Sur con créditos o donaciones, envian- do técnicos o transfiriendo conocimientos, o simplemente incrementando y/o mejorando dicha ayuda. Para que la situación en el Sur cambie es necesario que el propio Norte cambie, que modi- fique sus patrones de consumo, sus modelos de importación y exportación, sus manejos de la infor- mación, la comunicación y la cultura, sus viejos síndromes coloniales de relación con el Sur. El res- peto mutuo y el desarrollo armónico de todos es la única garantía de paz y bienestar para todos. Sus beneficios se sentirían en primer lugar en el propio Norte, que vería disminuir drásticamente el número de migrantes, la inseguridad ciudadana y el malestar general que ocasionan la pobreza y la injusticia, la antipatía que generan la opresión y el atropello, los volúmenes de ayuda huma- nitaria y de emergencia que cada tanto reclama algún país o región del Sur frente a las persistentes calamidades sociales y naturales.
37 Ver al respecto el Anexo 6 que muestra la falta de coherencia entre las distintas políticas de los donantes con impacto en los países del Sur.
38 Un dato a tener en cuenta: los países ricos pagan 1 billón de dólares diarios en subsidios para sus agricultores, seis veces el monto que destinan a “ayuda oficial para el desarrollo” (ver Atchoareana y Gasperini 2003, en la bibliografía).
El Norte necesita no sólo enseñar, sino también aprender de y junto con el Sur, abrirse al contacto y a la aceptación de otras realidades, otros conocimientos, otras culturas, otros puntos de vista, renunciando a imponer sus intereses y su visión como los únicos válidos. Se trata, en definitiva, de construir el marco para una genuina cooperación internacional, lo que implica dos operando jun- tos, con diálogo, respeto, aprendizaje y aporte de ambos lados, trabajando para cambiar no las manifestaciones de los problemas, sino sus causas, algunas de ellas situadas en el Norte y en la rela- ción Norte-Sur (Ver Recuadro 7).
R7 Recuadro 7
¿Qué es una buena cooperación internacional?
• Trabaja en función de las necesidades, intereses y ritmos del país, no de las necesidades, intereses y ritmos del donante.
• Busca asesorías especializadas en el país del Sur donde trabaja, a fin de tomar decisiones lo más ajustadas posi- bles a las realidades y necesidades nacionales/locales.
• Maneja el o los idiomas de comunicación en el país de trabajo.
• No impone condicionalidades ni ayuda ligada.
• No trabaja a nivel de cúpulas ni considera que “el país” son el gobierno o el Ministerio de Economía, sino que consulta y trabaja con todos los sectores.
• Trabaja no sólo para paliar las manifestaciones de los problemas (por ejemplo, la pobreza), sino para confrontar las causas profundas de dichos problemas (la economía, la distribución de la riqueza, la política y las relaciones de poder a nivel nacional e internacional).
• Trabaja de manera Inter.- y trans-sectorial, contribuyendo a articular antes que a reforzar la fragmentación sectorial, institucional y programática.
• Trabaja con visión de mediano y largo plazo, no con proyectos de corta duración, asegurando condiciones de consolidación y desarrollo de capacidades en la marcha.
• Busca la colaboración con otras agencias, antes que el trabajo individual y una agenda en paralelo.
• Reconoce la diversidad, la especificidad de cada situación, la importancia de la(s) cultura(s) y la complejidad de la política en cada contexto nacional.
• Descarta aplicar recetarios e importar modelos, admitiendo que los problemas y las soluciones son necesaria- mente específicos y se construyen sobre el terreno, con la participación de los directamente involucrados.
• Establece relaciones de empatía, respeto y diálogo con las contrapartes nacionales.
• La actitud predominante no es enseñar o transferir conocimientos, sino más bien aprender y estar dispuesto a colaborar.
• No pretende dirigir y controlar el proceso; sabe que la dirección corresponde al país y a los actores locales.
• Los estudios y propuestas no son elaborados por consultores internacionales, sino por equipos nacionales o, en todo caso, por equipos mixtos.
• El objetivo no es que el país se “apropie” de la propuesta, sino que el propio país la construya.
• Asume que el proyecto es del país, no de la agencia (“proyecto del Banco Mundial”, del BID, de UNESCO, de
UNICEF, etc.).
• Deja capacidades instaladas.
• Antes que importar al país capacidades foráneas, pone como prioridad identificar, aprovechar, estimular y ayudar a desarrollar las capacidades nacionales.
• Da ejemplo de aquello que predica: transparencia, rendición de cuentas, austeridad en el gasto, empatía con la pobreza, flexibilidad, etc.
• Mantiene bajo perfil y baja visibilidad, no publicita su “marca” ni se apropia de la “obra”.
• Evalúa sus intervenciones, rinde cuentas no sólo ante su respectiva institución, sino ante el país que acoge la ayuda.
• Se responsabiliza de sus errores, aprende y rectifica.
• Asegura que la cooperación revierta en aprendizajes para el país donante, contribuyendo a informar y educar al respectivo gobierno y ciudadanía en torno a una visión distinta del Sur, del desarrollo y de la “cooperación para el desarrollo”.
• Trabaja en el propio país de origen y zona directa de influencia (Europa, Estados Unidos, Canadá, etc.), para cambiar las políticas y actitudes que obstaculizan el desarrollo del Sur y su propia eficacia como agencia de coo- peración.
• Trabaja expresamente para volverse prescindible, no para autorreproducirse como agencia de cooperación.
Elaboración: R.M.Torres
5. De la escuela a la educación
La palabra Educación es muy amplia pero se la reduce usualmente a la educación escolar –también llamada educación formal– y a un período de la vida: la llamada “edad escolar”, la infancia. La uni- versidad, en muchos casos fuera de la competencia de los Ministerios de Educación, suele quedar fuera de la noción de sistema escolar e incluso de la reforma educativa; de hecho, la mayoría de planes internacionales y regionales para la educación dejan fuera a la educación superior. Asimismo, sistema escolar y sistema educativo suelen utilizarse como equivalentes pero no deberían; la fami- lia, la comunidad, el trabajo, los medios y espacios de información y comunicación y el vasto campo de la llamada “educación no-formal” son otros tantos sistemas educativos que comple- mentan al sistema escolar. A estos ha venido a sumarse más recientemente el ciberespacio. Cada uno de ellos tiene su propio rol en asegurar a la población los aprendizajes esenciales y las herra- mientas indispensables para seguir aprendiendo.
Abrir el sistema escolar al contacto con el mundo exterior, construyendo puentes con otros siste- mas de aprendizaje, es esencial para el propio fortalecimiento de la educación escolar y para deli- mitar mejor el papel específico que le toca asumir a ésta hoy, en cada contexto y en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida. Es –siempre fue– imposible pedirle al sistema escolar que resuelva todas las necesidades de aprendizaje de las personas, entre otros porque: (a) sigue y seguirá habiendo por mucho tiempo niños, jóvenes y adultos que no acceden al sistema escolar y/o que lo abandonan al poco tiempo, por diversas razones; (b) hay mucho para aprender y nunca acaba de aprenderse; (c) el conocimiento avanza y cambia constante y rápidamente; (d) es impo- sible pretender que alguien –y los docentes concretamente– sepa todo y se mantenga actualizado en todos los campos; (e) el tiempo y el período escolar son extremadamente limitados en la vida de una persona; (f) hay cuestiones que corresponde aprender o que se aprenden mejor en otros espacios y en otros períodos de la vida.
La visión escuela-céntrica de la educación
La reducción de la educación a la educación escolar es generalizada y se refleja en todos los ámbitos. Algunos ejemplos:
Derecho a la educación: El derecho a la educación suele entenderse como derecho a la escuela, centrado en la matrícula escolar y, nuevamente, en la infancia. No obstante, tanto derecho a la educación tiene un niño o niña como un joven o una persona adulta. Aprender a leer y escribir comprensivamente es un derecho fundamental de toda persona, dentro o fuera del sistema escolar, a cualquier edad.
Analfabetismo, escolaridad y conocimiento: La tradicional y equivocada asociación entre analfa- betismo e ignorancia resulta de otro error: asociar escolaridad con conocimiento. Ni es cierto que asistir a la escuela garantiza conocimiento y aprendizaje ni es cierto que quien no fue nunca a la escuela es ignorante, carece de conocimientos.
Estadísticas educativas: Las estadísticas oficiales, a nivel nacional e internacional, siguen centradas en la educación escolarizada. La educación no-formal, la educación a distancia y otras ofertas y pro- cesos educativos realizados en contextos no escolares siguen prácticamente fuera de los circuitos estadísticos, a pesar de que ésta es una necesidad reconocida desde hace tiempo por las agencias dedicadas a elaborar estadísticas (UNESCO, UIS, Banco Mundial).
Índice de Educación: El Índice de Educación, parte del Índice de Desarrollo Humano (IDH), se refie- re únicamente a la educación formal. La propia noción de conocimiento –definido en el IDH como “exclusión del mundo de la lectura y las comunicaciones, medido por la tasa de analfabetismo adulto”– en el caso de los países en desarrollo se reduce a dos indicadores: la tasa combinada de matrícula en los diversos niveles del sistema escolar y la tasa de alfabetización. Como es evidente, el nivel de conocimientos de una persona y de un país no se limita a la educación formal, mucho menos a la matrícula y al índice de alfabetización. En el caso de los países ricos, el IDH toma al menos como referente la alfabetización funcional, es decir, la capacidad para leer y escribir com- prensivamente (PNUD 2001).
Reforma educativa y sistema escolar: La “reforma educativa” suele ser una reforma escolar –pensada para modificar el sistema “oficial”, “formal”– y además intra-escolar, es decir, pensada desde la insti- tución y la oferta escolar, con escasa atención a la demanda educativa –los alumnos, los padres de fami- lia, la comunidad local, la sociedad nacional–, con su problemática, opiniones, expectativas y necesi- dades respecto de la educación. No es raro, por ello, que las reformas se estrellen a menudo con la des- información, incomprensión y hasta resistencia de los padres de familia, la comunidad, la sociedad toda.
Reforma educativa y educación pública: La política y la reforma educativa tienden a ocuparse exclusivamente del sistema escolar público, asumiéndose que éste es el que frecuentan los pobres y el único que requiere mejorarse (dejándose afuera la educación privada, una buena porción de la cual también es de mala calidad y también atiende a sectores pobres). Al centrarse la reforma educativa en la educación pública estatal se pierde la noción de sistema escolar, se instala la idea de que la educación pública es mala y la privada buena y se refuerzan muchos estereotipos y dico- tomías que no corresponden a la realidad (ver Recuadro 8). Por lo demás, no es posible desarrollar un proyecto educativo nacional prestando atención únicamente a una parte del sistema escolar y a una parte de la población, sin afectar las relaciones y el sentido común construidos en torno a lo educativo por el conjunto de la sociedad.
R8 Recuadro 8
Falsas dicotomías entre educación pública y educación privada, hoy
Educación pública
Estatal - centralizada, regulada (También hay educación pública no-estatal)
Gratuita (La educación pública dejó de ser gratuita)
Sin fines de lucro (Hay lucro hoy también en la educación pública)
Para los pobres
No discrimina - acceso a todos (También la educación pública es hoy selectiva)
Objeto de reforma educativa
Mala - ineficiente, baja calidad, malos resultados (Hay buena educación pública)
Rural y urbana
Educación privada
No-estatal - autónoma, no-regulada
Pagada (Hay educación privada gratuita)
Con fines de lucro (Hay educación privada sin fines de lucro)
Para los ricos (Hay pobres que van a escuelas privadas)
Discrimina - acceso restringido
No objeto de reforma educativa
(También la educación privada tiene problemas de calidad y eficiencia)
Buena - eficiencia, calidad, resultados (Hay mala educación privada)
Urbana
(Empieza a extenderse también a nivel rural)
Fuente: Lockheed y Verspoor 1990.
Primacía de la educación primaria: Los planes internacionales para la educación continúan centrados en la “universalización de la educación primaria”. De hecho, la visión ampliada de la “educación básica” propuesta por la iniciativa mundial de Educación para Todos (1990) fue entendida, aplicada y evaluada en verdad como Escuela Primaria para Todos (ver Recuadro 9). Los 18 indicadores pro- puestos para la evaluación de fin de década de la EPT (1990-2000) giraron en torno al sistema escolar, dejando afuera las otras metas que tenían que ver con la educación no-formal o la información/ educación pública (Torres 2000b).
R9 Recuadro 9
EDUCACIÓN BÁSICA
VISIÓN RESTRINGIDA (Educación Escolar)
Se aplica a la infancia.
Se aplica a la “población en edad escolar”.
Clasifica a las personas por edades, establece edades y sobre-edades. Aspira a grupos homogéneos.
Se realiza en el sistema escolar.
Se limita a un período de la vida de una persona (4, 5, 6 años). Equivale a educación obligatoria (educación primaria o a algún nivel educativo pre-establecido).
Se organiza en torno de determinadas materias o asignaturas.
Reconoce como válido un único tipo de saber: el adquirido en el sistema escolar y a través de la enseñanza sistemática.
Aspira a la uniformidad y a la homogenización, igual para todos.
Es estática: la reforma educativa, la reforma curricular apa- recen como eventos puntuales y espasmódicos.
El qué y cómo se enseña y aprende es definido por la oferta: los diseñadores y financiadores de políticas educativas, el Ministerio de Educación, la administración y la institución escolares.
Está centrada en la perspectiva de la enseñanza (asesores, administradores, directores, docentes).
Apunta a personas individualmente.
Es responsabilidad del Ministerio de Educación:
la educación como sector y como responsabilidad sectorial.
Es responsabilidad del Estado.
VISIÓN AMPLIADA
(Satisfacción de Necesidades Básicas de Aprendizaje)
Se aplica a niños, jóvenes y adultos.
Se aplica a toda persona con necesidades básicas de aprendizaje, toda edad es buena para aprender
Reconoce que toda edad es buena para aprender y que cada una tiene aprendizajes y modos de aprender específicos. Alienta el aprendizaje inter-generacional y redefine la “sobre-edad” como un problema.
Se realiza dentro y fuera del sistema escolar.
Se inicia con el nacimiento y dura toda la vida.
No se valora o mide por el número de años de estudio o de certificados, sino por lo aprendido.
Se organiza en torno a las necesidades básicas de aprendizaje de las personas.
Reconoce todo tipo de saber, incluidos los saberes tradicionales y el “saber popular”.
Es diferenciada, pues las necesidades básicas de aprendizaje son diversas entre diversos grupos y culturas, así como las estrategias, los medios y modalidades para satisfacer dichas necesidades de aprendizaje.
Es dinámica, cambia a lo largo del tiempo: la reforma educativa es un proceso permanente, de aprendizaje, adaptación y actualización.
El qué y cómo se enseña y aprende es definido conjuntamente con la demanda: el alumno, la familia, la comunidad, la sociedad. La demanda tiene la palabra y la opinión de los alumnos cuenta.
Está centrada en la perspectiva del aprendizaje (alumnos, alfabetizandos, capacitandos, aprendices, docentes en formación, etc.).
Apunta al aprendizaje grupal e integral: el grupo de clase, la escuela, la familia y la comunidad como un todo.
Involucra a todos los Ministerios e instancias gubernamen- tales a cargo de acciones educativas.
La educación como campo de intervención multisectorial. Es responsabilidad del Estado y de la sociedad.
Elaboración: R.M.Torres. en base a versión anterior (2000b)
Más allá de la educación obligatoria: las “otras” educaciones
La Educación Social surgió en los 90s como un intento por aglutinar bajo un mismo arco a las diver- sas educaciones marginalizadas por la educación formal: la educación de la primera infancia, la de jóvenes y adultos, la familiar y comunitaria, la que trabaja con la diferencia y la discapacidad, entre otras (Trilla 1996; FEAPES-APES 1998).
Educación formal, no-formal e informal. Tradicionalmente, la educación se ha clasificado en edu- cación formal (educación sistemática realizada en el sistema escolar, desde la pre-escolar hasta la superior), educación no-formal (educación complementaria o remedial realizada fuera del siste- ma escolar, por lo general dirigida a atender necesidades y grupos específicos) y educación informal (la “escuela de la vida”). Estas distinciones, que podían parecer claras hasta hace unos años, hoy son borrosas pues los bordes entre ellas se han corrido: los medios de información y comunica- ción, antes vistos como perteneciendo al ámbito de los aprendizajes informales, han penetrado en el sistema escolar; al mismo tiempo, la educación desbordó al sistema escolar y se extendió a los medios, desarrollando múltiples formas de educación a distancia, a través de la radio, la tele- visión, el video, la web, etc. Las modernas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ofrecen hoy, asimismo, enormes posibilidades de aprendizaje tanto dentro como fuera del siste- ma escolar.
El propio término “educación no-formal” (ENF) revela la primacía de la educación formal, respecto de la cual se define por la negativa, sin identidad propia. Mientras que en América Latina y el Caribe la ENF sigue asociándose a educación extra-escolar y a educación de jóvenes y adultos, en otras regiones del mundo el término viene aplicándose también a la educación infantil y a la edu- cación escolar, precisamente para marcar diferencias y rupturas con la educación escolar conven- cional. Por ejemplo, en Asia y África las “escuelas no-formales” se presentan como una alternativa educativa diversificada y flexible, ajustada a las necesidades de los grupos y sectores a los cuales el sistema escolar convencional no da respuesta (pobres, zonas rurales, comunidades apartadas, niñas y mujeres, etc.) (UNICEF 1993). Asimismo, mientras que en Europa y en todo el mundo desarrolla- do la ENF se expande para llegar a todas las edades, como una oferta complementaria a la educa- ción formal, en América Latina el término sigue entendiéndose como equivalente a educación remedial para los pobres, los “grupos desfavorecidos”, “vulnerables” o “en riesgo”.
Educación de la primera infancia39. Como es sabido, los aprendizajes básicos en la vida se realizan en los primeros años, mucho antes del ingreso en la escuela. En ese período inicial, que pone los cimientos de la personalidad y que se realiza por lo general en el hogar, se juegan aspectos fun- damentales del futuro de toda persona. Así pues, orientar todos los esfuerzos a la educación escolar puede ser una intervención tardía, incluso si se empieza con el pre-escolar. Ni la educación inicial ni la pre-escolar deben verse como una “escuela anticipada”, que prepara a niños y niñas para ingresar en la escuela, sino más bien como un período de aprendizaje válido en sí mismo, no sólo para el tránsito a la escuela, sino a la vida. Asegurar un buen comienzo en la vida a todo niño y niña significa, entre otros, asegurarles techo, nutrición, cuidado, protección, bienestar y afecto, todo lo cual debe ser visto como componente esencial de la política educativa. Esto implica políti- cas dirigidas a la familia y a la comunidad como un todo, incluyendo en ese paquete la educación
39 Con educación de la primera infancia nos referirnos aquí al período comprendido entre 0 y 6 años. La educación pre-escolar suele comprender uno, dos o tres años previos al ingreso en la escuela. Los términos educación inicial y pre-escolar así como educación infantil o desarrollo infantil, se usan de maneras distintas en cada país así como en las diversas iniciativas y planes internacionales para la educación.
familiar y comunitaria, la educación de padres y madres a la cual todo niño y niña debería tener derecho como parte de su propio derecho a la educación.
Educación de jóvenes y adultos. Históricamente marginada, la educación de jóvenes y adultos ha sido aún más relegada en los últimos tiempos, puesta a competir con la educación de niños y niñas y la educación escolar. Paradójicamente, mientras que por un lado se adopta el paradigma del aprendizaje a lo largo de toda la vida, por otro lado la edad pasa a ser un factor mayor de discri- minación para fines educativos y laborales. Viene achicándose cada vez más la edad de las pobla- ciones meta de las políticas y planes educativos; de hecho, la alfabetización/educación de adultos está ausente en la Agenda del Milenio, sin que se hayan escuchado las voces de protesta que habría sido de esperar pocos años atrás. Si bien América Latina tiene una tasa relativamente baja de anal- fabetismo adulto (13%) comparada con regiones como África y Asia, ese 13% representa 41 millo- nes de personas, 55% de ellas mujeres. Esos hombres y mujeres analfabetos son padres y madres de familia, abuelos y abuelas, trabajadores, ciudadanos, que tienen –como todos– derecho a apren- der, derecho a una segunda oportunidad, la que les fue negada en la infancia y en la adolescencia. Pero, además, la educación de adultos no es sólo compensatoria, sino educación continua, indis- pensable para el desarrollo y la salud mental y social de las personas y los pueblos. La Educación Permanente y el Aprendizaje Permanente se aceptan hoy como necesidades universales para el desarrollo humano en el siglo XXI.
Educación a distancia, educación abierta, educación virtual. Aún en medio del acelerado desarrollo de las TIC, que vinieron a revolucionar las nociones de tiempo y espacio, la idea de educación y, sobre todo, de educación escolar continúa atada a la idea de presencialidad. El potencial educativo de la radio, la televisión y el video aún no había sido cabalmente aprovechado para avanzar hacia el derecho universal a la educación, cuando hizo su aparición la computadora.
Si bien la computadora y las TIC en general están hoy sobreestimadas en cuanto a su potencial para fines de información, comunicación, conocimiento y aprendizaje, es innegable que el espacio vir- tual se ha incorporado de lleno como un nuevo espacio real para la educación y el aprendizaje. La expansión de las TIC está ya planteando nuevos escenarios y nuevas demandas a la alfabetización, a los usos de la lectura y la escritura. De hecho, a diferencia de tecnologías anteriores como la radio o la televisión, la computadora exige usuarios alfabetizados. La llamada “alfabetización digital” ha sido ya reconocida como una necesidad básica de aprendizaje (Comisión de las Comunidades Europeas 2000; PNUD 2001; Década de la Alfabetización de Naciones Unidas 2003-2012; UNESCO
2004c) y un Índice de Adelanto Tecnológico (IAT) fue agregado por el PNUD a partir del Informe sobre el Desarrollo Humano 2001 (PNUD 2001).
Lo cierto es que el campo educativo se ha ampliado notablemente, dejando atrás a la institución escolar como el “santuario del saber”. Las propias disyuntivas tradicionales –educación presencial vs. educación a distancia, educación formal vs. educación no-formal, educación dentro vs. educa- ción fuera de la escuela– han dejado de ser tales, viéndose más bien la necesidad de complemen- tarlas y articularlas a fin de construir ofertas educativas potentes, diversificadas, multimedia, basa- das en múltiples y variados canales, modalidades y estrategias.
Una visión amplia y diversificada de lo educativo, con una propuesta inclusiva que conjuga todas las edades y diversos medios de comunicación y aprendizaje –como la de Fe y Alegría y otras experiencias destacables en esta región– encuentra limitaciones conceptuales y operativas en un marco de refe- rencia que fuerza a esquemas binarios del tipo dentro/fuera de la escuela, educación formal/no-for- mal, curricular/extracurricular, niños/adultos, familia/escuela, escuela/entorno, presencial/a distancia.
6. Del derecho a la educación al derecho a una buena educación
¿Separar cantidad y calidad?
La disociación entre cantidad y calidad ha sido típica en el campo de la educación, con la cantidad dominando el escenario. Aumentar la matrícula escolar se convirtió en un objetivo en sí mismo, independientemente de qué clase de escuelas se ofrece. La repetición, la deserción y el aprendi- zaje de los alumnos son preocupaciones más bien recientes en los sistemas y en las estadísticas escolares. Históricamente se ha defendido la necesidad de asegurar primero el acceso, asumién- dose que después vendrá la calidad. No obstante, esto no funciona necesariamente así, como lo muestra la experiencia histórica de América Latina y el Caribe. La acelerada expansión de la matrí- cula escolar que tuvo lugar en esta región entre 1950 y 1980 se hizo en buena medida a costa de la calidad, sin introducir los cambios de todo tipo que implicaba masificar la oferta e incorporar a los sectores populares. Resultado de lo cual se democratizó el acceso a la escuela, pero no nece- sariamente el acceso a la educación, al conocimiento y al aprendizaje. Los altos índices de repeti- ción y deserción escolar que caracterizan a esta región son la cara oculta de esa escuela de puertas abiertas pero sin condiciones adecuadas para enseñar y aprender. Hoy, la baja calidad afecta a todo el sistema, desde la educación inicial hasta la superior.
La mala educación afecta tanto al sistema público como al privado, pero en ambos la educación más pobre les toca a los pobres: pobre en infraestructura, en equipamiento, en contenidos, en pedagogía, en expectativas, en condiciones para enseñar y para aprender, en recursos de todo tipo. Las políticas y “programas compensatorios” (bonos, becas, incentivos, entrega de materiales a las escuelas, etc.), destinados a compensar las desventajas originadas por las desigualdades socio-eco- nómicas, no están pensados desde la equidad, es decir, desde el objetivo de igualar las oportuni- dades educativas entre pobres y ricos. No se trata realmente de políticas nivelatorias sino simple- mente, ellas también, paliadoras de la pobreza.
En las seis metas de Educación para Todos aprobadas en el Foro Mundial de Educación en Dakar (2000), la calidad aparece como el sexto y último objetivo, separado de los demás. (Ver Anexo 3). A partir del Foro de Dakar, la UNESCO, encargada del monitoreo de esta segunda fase de la Educación para Todos (2000-2015), creó una Dirección de Calidad. También en los Ministerios de Educación de varios países existen ahora direcciones especiales ocupadas de la calidad. Es discutible que esta lógica, hoy común en las empresas, se aplique a la educación. Antes que separarla, la cali- dad debe integrarse como dimensión constitutiva de todas y cada una de las metas para la educa- ción y del derecho mismo a la educación.40
Medio siglo tratando de mejorar la calidad de la educación
La calidad de la educación es un tema que preocupa en el Norte y en el Sur, pero que adquiere especial importancia en el caso de América Latina y el Caribe, donde –a diferencia por ejemplo de África, donde “la calidad” aparece como tema nuevo– llevamos ya más de medio siglo tratando de definir qué es y cómo mejorarla.
Las reformas educativas de las dos últimas décadas se hicieron en nombre del “mejoramiento de la calidad de educación”. En ese marco cobró impulso la evaluación. En la mayoría de países se montaron sistemas nacionales de evaluación del rendimiento escolar, especialmente en las áreas de Lenguaje y Matemáticas. A su vez, el impulso de la evaluación se acompañó de un impulso a la investigación en torno a dichos resultados y a los “factores asociados” a estos, tanto dentro como fuera de la institución escolar. No obstante:
• Hay un entrampamiento en torno a la propia definición de calidad y a su operativización a través de indicadores. La necesidad de afinar/renovar las estadísticas educativas y desarrollar indicadores de calidad para la “visión ampliada de la educación básica” fue acordada en Jomtien, en 1990. Pero es poco lo que se ha avanzado desde entonces en este terreno por parte de los socios internacio- nales de la Educación para Todos y de los gobiernos nacionales. Tampoco el PRIE (Proyecto Regional de Indicadores Educativos), coordinado en su primera fase por el gobierno de Chile con asistencia de la UNESCO-OREALC, dentro del marco de las Cumbres de las Américas, ha logrado avanzar y cumplir con este objetivo (PRIE 2002).
• Los resultados de la evaluación, así como los de la investigación, siguen sin conectarse con las decisiones de política, con la formación/capacitación docente y con medidas concretas que contri- buyan a superar los problemas identificados por dichas evaluaciones.
40 Algunas leyes nacionales de educación promulgadas en tiempos recientes, por ejemplo las de Argentina y Perú, incluyen la cali- dad educativa como constitutiva del derecho a la educación, más allá de la tradicional noción de acceso. Ver Leyes de Educación en Iberoamérica en: http://www.oei.es/observatorio/leyes.htm
El eterno debate acerca de qué se entiende por calidad educativa sigue en pie pero se ha vuelto repetitivo y árido. Se han propuesto varias listas de características deseadas (de la buena escuela, del buen docente, de la buena enseñanza, del buen aprendizaje) y se han generado diversas corrientes, movimientos y redes tanto a nivel internacional como regional. Para algunos calidad es eficiencia; para otros, pertinencia; para otros, el criterio predominante es si la educación pone a los alumnos en el centro (Edwards 1993). La asociación de calidad con eficiencia, alimentada desde la banca multilateral, es la posición que ha dominado en los últimos años.
Más allá de las posturas teóricas, los criterios sobre qué es una buena educación varían entre paí- ses, culturas, grupos sociales y personas de acuerdo a variables como nivel socio-económico, zona de residencia, género, edad y nivel educativo. Aunque el ciudadano común no participa de estos debates, tiene sus propias percepciones acerca de lo que es una buena escuela y un buen docente, las cuales no siempre coinciden con las del conocimiento especializado y lo deseable desde el punto de vista de los reformadores y de la “cultura occidental”. Para muchos, la buena escuela y el buen maestro están en el pasado más que en el futuro (ver Recuadro 10).
R10 Recuadro 10
Testimonio de Elías Bonilla, dirigente campesino (exPresidente de la UPOCAM -Unión Provincial de Organizaciones Campesinas Agropecuarias de Manabí, Ecuador)
Quiero contarles la historia de mi comunidad, La Naranjita. En mi comunidad, hace 30 años, no había profesores con título y tampoco había escuelas. El profesor trabajaba en la mañana y en la tarde, enseñaba a los niños y a los adultos en las casas, o en una bodega, en un patio, donde se podía. Los profesores se ingeniaban para trabajar con los materiales que había: no pedían tizas ni cuadernos, la tiza era una piedra del río y se escribía en el suelo. Los profesores se integraban a las actividades de los niños y de las familias.
Luego vino el momento de la modernización. Nos dijeron que teníamos que construir una escuela de hormigón y que el profesor debía tener título. El nuevo profesor llegó de Chone, creo. Nos quitaron la jornada de la tarde, quedó la escuela funcionando sólo a la mañana. Luego el profesor empezó a venir tres días a la semana, nos dejaba los deberes apurado y se iba.
La pobreza que hoy estamos viviendo y analizando, ¿es una pobreza material o ideológica? Es una interrogante que yo me hago. Creo que se trata sobre todo de pobreza de ideas, de voluntades. Nos fuimos sometiendo a una auto- ridad: el profesor es quien dirige la asamblea en la comunidad, los estudiantes y los padres de familia aceptan lo que dice el profesor.
Ya no se les enseña a los niños y jóvenes las riquezas de la naturaleza que tenemos. La escuela se encerró. Se perdió el contacto del profesor con los alumnos, con las familias y la comunidad.
Asimismo, mientras que en el campo no hay escuelas, en la ciudad vemos grandes iglesias y grandes parques que sólo se usan una vez por semana, los domingos.
Ahora tenemos dos escenarios: el gobierno que no quiere elevar los sueldos a los maestros y los maestros reclaman mejores sueldos, mientras los padres de familia y el resto de la sociedad está contemplativa. También los padres de familia tenemos la culpa al cruzarnos de brazos.
Debemos recuperar esa creatividad que existió en nuestras comunidades. Debajo de los árboles podemos desarrollar educación, sin necesidad de hormigón ni de profesores con título. Lo fundamental que tenemos que desarrollar es el conocimiento, un conocimiento que nos sirva a nosotros los campesinos, que nos sirva para salir adelante.
Testimonio durante el Foro sobre Pobreza y Educación organizado por la Confederación Nacional de Afiliados al Seguro
Social Campesino (CONFEUNASSC), Jipijapa-Manabí, Ecuador, 10 febrero 2004.
Los “factores asociados” a los resultados escolares41
Si mucha tinta ha corrido sobre el tema de la calidad en los últimos años, mucha más ha corrido sobre los “factores asociados” a dicha calidad. La mayoría de los numerosos estudios se han hecho en el contexto escolar y a través de tests estandarizados que miden fundamentalmente dos áreas: lenguaje y matemáticas. Si bien las conclusiones varían mucho según los países estudiados así como según el momento del estudio, los marcos teóricos, las categorías utilizadas y las metodologías apli- cadas, hay varios puntos comunes que vienen resultando de estos estudios en cuanto a factores que favorecen o limitan el rendimiento escolar que deberían ser tenidos en cuenta en el diseño y eje- cución de políticas y estrategias a todos los niveles. Se reitera que el entorno socio-económico y familiar de los alumnos pesa más que el entorno propiamente escolar, sobre todo en los países en desarrollo y en contextos de pobreza, mostrando precisamente la importancia decisiva de la escue- la y de una buena educación en estos contextos.42
A grandes rasgos:
• El efecto sociedad es el conjunto de factores que afectan a la vida de las familias y que inciden directa o indirectamente sobre las condiciones de enseñanza y aprendizaje de las personas: ingresos, alimentación, salud, vivienda, trabajo, seguridad, acceso a la información, etc., así como valores y actitudes en relación a la educación, la pobreza, la infancia, la mujer, los docentes, la diversidad racial, cultural y lingüística, etc. Está probado que a mayor desigualdad económico-social dentro de cada país, menores son las probabilidades de lograr buenos resultados educativos, dadas las insuficiencias en la satisfacción de las necesidades básicas de la población y la débil cohesión del conjunto de la sociedad. Además de la política económica y social, la política educativa también da forma a un determinado modelo de sociedad a través del modelo de educación que ofrece a esa sociedad.
• El efecto familia tiene que ver no sólo con el nivel de ingresos, sino con la composición de la fami- lia, la ocupación y el nivel educativo de los padres, la vida familiar, el clima de afecto y seguridad, la infraestructura física del hogar, los recursos disponibles para el aprendizaje, el uso del tiempo, las prácticas de crianza, la relación de la familia con la escuela, etc.;
• El efecto escuela opera a nivel del sistema escolar en su conjunto, a nivel de cada institución (y/o redes de instituciones) y a nivel de aula. Tiene que ver no únicamente con la enseñanza, sino con todas las dimensiones del quehacer y la cultura escolares, incluyendo la infraestructura y los mate- riales de enseñanza, el uso del espacio y del tiempo, la organización, las rutinas y las normas, la relación entre directivos y docentes y entre estos, los alumnos, los padres de familia y la comuni- dad, la relación entre pares, la competencia docente, los contenidos de estudio, la pedagogía, la valoración y el uso del lenguaje en las interacciones informales y en la enseñanza, los sistemas de evaluación (premios y castigos, incentivos, estímulos, etc.)
Si bien buena parte de las decisiones se toman a nivel de sistema y de política educativa, cada esta- blecimiento tiene importantes márgenes de autonomía y el aula, sobre todo, aparece como un nivel clave. El primer estudio evaluativo del LLECE, realizado en 13 países de América Latina y el
41 Sobre el tema evaluación, rendimiento escolar y “factores asociados” ver el Anexo 3. Existe una amplia literatura y discusión sobre estos temas. Algunas revisiones documentales y estudios al respecto pueden encontrarse en la bibliografía incluida al final.
42 Diversos estudios realizados en/sobre América Latina han asignado un peso de 60% al entorno socio-familiar y 40% al entor- no escolar. Ver un resumen en Brunner y Elacqua 2003.
Caribe, concluyó que “el descubrimiento más importante consiste en que el clima favorable para el aprendizaje en el aula, por sí solo, influye más en los aprendizajes que el efecto combinado de todos los demás factores” (LLECE 2000:86). Asimismo, el estudio realizado por UNICEF-Chile en escuelas efectivas en contextos de pobreza concluyó que la “gestión centrada en lo pedagógico” y el “buen trabajo en el aula” eran factores claves en el logro académico de estas escuelas chilenas (Bellei 2004).
¿Vale más una mala educación que ninguna?
¿Es cierto que vale más una mala escuela que ninguna? El mal sistema escolar recibe niños y jóve- nes y devuelve a las familias y a la sociedad alumnos atemorizados, frustrados, etiquetados como repetidores o desertores escolares, inseguros no sólo acerca de lo que saben, sino de lo que son y de lo que son capaces de ser, aprender y hacer. La mala escuela desestima el conocimiento que por- tan los alumnos, ridiculiza la pregunta, frena la curiosidad, corta las alas, maltrata la autoestima, deja un reguero de repetidores y desertores autoculpabilizados y culpabilizados por sus familias, convencidos de que son tontos, de que no pueden aprender y de que el problema es de ellos. Una mala escuela, en definitiva, puede hacer más daño que bien.
Por eso, es indispensable exigir el derecho a la educación como derecho a una buena educación, no a cualquier educación. La buena educación, esa a la que cada uno de nosotros aspira para sus propios hijos e hijas, es una educación amigable y respetuosa de los saberes y necesidades de quie- nes aprenden, capaz de ayudarles a identificar y desarrollar sus talentos, a pensar bien y a comu- nicarse con propiedad, a colaborar con otros y trabajar en equipo, a desarrollar la empatía y la generosidad, la honestidad, el propio esfuerzo, el valor y la dignidad del trabajo, a visualizar y construir un futuro distinto. La buena educación enseña a aprender y a aprender con gusto. El buen docente deposita altas expectativas en sus alumnos y sabe que todos y todas son capaces de aprender; ve potenciales donde otros ven déficits y ve desafíos donde otros ven problemas; se empeña en sacar provecho de las posibilidades que ofrece cada contexto y en elevarse sobre sus restricciones, buscando moldear la educación para satisfacer las necesidades de sus alumnos y de su entorno, encontrando en ello realización y gratificación personal y profesional. En este sentido, el buen docente no es necesariamente aquel que cumple al pie de la letra la normativa y el currí- culo prescrito, ni el que logra los mejores rendimientos escolares según los estándares y los ran- kings establecidos, sino el que tiene la sensibilidad y el profesionalismo para desafiar los cánones establecidos allí donde estos muestren ser un obstáculo para una buena enseñanza y un buen aprendizaje.
7. Del derecho al acceso al derecho al aprendizaje
Tradicionalmente, el derecho a la educación ha sido entendido de manera restringida como derecho a acceder a la educación. No obstante, el derecho a la educación va mucho más allá de la matrí- cula, de la educación escolar, de completar o aprobar un determinado nivel y de obtener un certi- ficado. El objetivo de la educación –y por tanto el derecho a la educación– es aprender, aprender a aprender y aprender a poner en práctica, conocimientos, habilidades, valores y actitudes útiles para la vida y para continuar aprendiendo.
La propia palabra derecho se viene evitando en los últimos años en los diversos planes e iniciativas internacionales para la educación. La Declaración de la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (1990) terminó refiriéndose a la educación básica como “necesidades básicas de aprendizaje” y como un problema de acceso a “oportunidades educativas”; en ningún lado de esa declaración puede encontrarse la palabra derecho. Ésta fue reincorporada en la Declaración del Foro Mundial de Educación en Dakar (2000), una década después. Pero ese mismo año, la Agenda del Milenio (2000-2015) volvió a esconder el derecho; “asegurar la educación primaria universal” aparece como un instrumento para erradicar la pobreza, no como un derecho ciudadano.
La Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos (Viena, 1993) reafirmó el carácter indivisible e interdependiente de los derechos humanos. La declaración final de esta con- ferencia reafirmó que los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) –que incluyen la edu- cación, la salud, la vivienda, la alimentación, el trabajo o el ingreso– deben ser considerados con el mismo nivel de importancia que los derechos civiles y políticos y, por tanto, obligar a gobiernos y a quienes detentan el poder económico y político, a todos los niveles, a respetar y proteger estos derechos. No obstante, los DESC vienen siendo atropellados, entre ellos el derecho a la educación, por lo general ubicado como una de las últimas prioridades en el presupuesto y en la voluntad política de los gobiernos, así como en las plataformas reivindicativas de los grupos organizados de la sociedad.
Democratizar la educación implica democratizar el aprendizaje
El derecho a la educación es, esencialmente, derecho al aprendizaje. Y el derecho al aprendizaje es, fundamentalmente, derecho a la comprensión de los fenómenos para poder interactuar con ellos y modificarlos.
El ser humano nace equipado para aprender. Por ello, llama la atención el fácil diagnóstico de “pro- blemas de aprendizaje” que prolifera en los sistemas escolares para explicar por qué millones de niños y adolescentes no aprenden en las aulas, o no aprenden según los ritmos y estándares fijados. En realidad, hay suficientes razones para pensar que estamos más bien frente a “problemas de ense- ñanza”, problemas de un sistema escolar que no está a la altura de las necesidades y posibilidades de aprendizaje de los alumnos y que está perdiendo la batalla pedagógica al calor de la gran bata- lla económica, social y política que se libra fuera de las aulas. La misión de todo sistema educativo, de la institución escolar y de cada docente no es enseñar, sino lograr que todos los alumnos apren- dan. Es en el aprendizaje donde, por último, se mide la calidad del sistema y la calidad docente.
Qué es y qué no es el aprendizaje
Es fundamental distinguir entre educación y aprendizaje (Ver Recuadro 11). No todo aprendizaje deriva de la educación (actividad organizada e intencional orientada a producir conocimiento) y no toda educación resulta en aprendizaje. El aprendizaje es mucho más amplio que la educación y la educación no es el único medio para el aprendizaje. Toda persona aprende a lo largo de su vida, por- que esto es parte de la condición humana. Las necesidades, intereses, estrategias y estilos de apren- dizaje varían de una persona a otra y de un grupo a otro y se modifican con el paso del tiempo. Por eso, entre otros, la necesidad de recuperar el valor de la pedagogía y la necesidad de transformarla.
R11 Recuadro 11
15 supuestos equivocados sobre el aprendizaje en el medio escolar
FALSO
1. El aprendizaje se inicia y se realiza principalmente en el SISTEMA ESCOLAR.
2. El aprendizaje requiere enseñanza (y, por tanto, EDUCACIÓN).
3. La ENSEÑANZA produce aprendizaje.
4. Aprendizaje y RENDIMIENTO ESCOLAR son la misma cosa.
5. La manera de medir conocimientos es mediante PRUEBAS y EXÁMENES.
6. ESTUDIAR es aprender.
7. El aprendizaje se refiere a los ALUMNOS.
PORQUE
Aprendemos desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida, dentro y fuera del sistema escolar: en la familia, en la comunidad, en el trabajo, jugando, leyendo, escribiendo, conversando, resolviendo problemas, etc. Se estima que los aprendizajes más importantes tienen lugar antes y después del paso por el sistema escolar, en la vida misma.
No todo lo que aprendemos requiere que alguien nos lo enseñe. La mayor parte de lo que aprendemos, lo aprendemos sin profesor delante. Aprender
a hablar, el aprendizaje más importante y complejo de todos, se realiza en la primera infancia sin la intermediación de la escuela e incluso sin la mediación de una relación de enseñanza: los niños pequeños aprenden a hablar simple- mente escuchando e interactuando con su medio de forma curiosa e inteli- gente, sacando sus propias conclusiones y reglas acerca de para qué sirve y cómo opera el lenguaje. Todo niño aprende a hablar, salvo en situaciones excepcionales que comprometen algún daño cerebral.
No todo lo que se enseña se aprende. La expresión “enseñanza-aprendizaje”, separada por un guión, es inexacta y desorienta pues lleva a asumir que hay una relación necesaria entre ambas. En el sistema escolar se enseñan muchas cosas, pero los estudiantes aprenden muy poco de todo aquello que se les enseña. Por eso, la misión del sistema escolar y de todo buen educador no
es enseñar sino lograr que los alumnos aprendan.
El “rendimiento escolar” (las calificaciones) no necesariamente refleja lo que ha aprendido un alumno o lo que sabe. La nota es el resultado agregado de exámenes, pruebas y tests –en los que por lo general se mide información,
no conocimiento– junto con variables como participación en clase, entrega puntual de tareas, e incluso muchas veces conducta, que no tienen estricta- mente nada que ver con el aprendizaje.
La situación de examen no es la más indicada para medir conocimientos pues a) genera gran tensión, b) las pruebas escolares (las aplicadas en el aula y también las pruebas estandarizadas que se aplican a todo el sistema)
a menudo tienen problemas de concepción y diseño y, en todo caso, captan apenas una mínima parte de todo lo que un alumno aprende en el sistema escolar y c) el verdadero conocimiento no se mide en una prueba, sino en
la capacidad para utilizar ese conocimiento en la realidad, vinculándolo con otros conocimientos y valiéndose de éste para identificar, entender y resolver problemas.
No siempre se aprende lo que se estudia. Depende además de cómo y cuándo se estudie. Estudiar para el examen es la vía más segura para el no-aprendizaje, pues el aprendizaje inducido exteriormente es menos proclive a generar comprensión. La prueba de que no hay comprensión es que frecuentemente lo que se estudia un día antes del examen, se olvida al día siguiente.
Aunque cuando se habla de aprendizaje por lo general se piensa en los alum- nos, también interesa asegurar el aprendizaje permanente de los docentes, los directivos, los padres de familia, etc. El derecho a la educación es el derecho
de todos al aprendizaje permanente.
8. La mejor edad para aprender es la INFANCIA.
9. La relación enseñar-aprender es una relación ADULTO- NIÑO.
10. El aprendizaje se hacen sobre todo ESCUCHANDO (al docente) y LEYENDO (libros).
11. Enseñar y aprender son ROLES FIJOS y mutuamente EXCLUYENTES.
12. Aprender, en el medio escolar, remite (principalmente) a CONTENIDOS y a CURRÍCULO.
13. El BUEN ALUMNO es el que saca buenas calificaciones y el más inteligente.
14. Existe una relación lineal y directa entre el APRENDIZAJE DE LOS DOCENTES y el APRENDIZAJE DE LOS ALUMNOS.
15. El aprendizaje es el RESULTADO previsible de la presencia y combinación de ciertos INSUMOS.
El aprendizaje no tiene edad: toda edad es buena para aprender y hay una edad para aprender cada cosa. Hay cosas que se aprenden mejor o sólo pueden aprenderse en la juventud o en la edad adulta. La llamada “edad escolar” no equivale a “edad para el aprendizaje”. La propia categoría de “edad escolar” debe revisarse, especialmente en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida.
La relación más antigua y más tradicional de enseñanza-aprendizaje es la de una persona adulta (padre, madre, docente) enseñando a niños. Pero el aprendizaje inter-generacional también opera en sentido contrario: adultos aprendiendo de niños y jóvenes. Asimismo, hay aprendizaje entre pares: niño-niño, joven-joven, adulto-adulto.
Escuchar y leer han sido las formas más antiguas y convencionales de aprendi- zaje, ambas pasivas. No obstante, hay muchas otras formas y estrategias de aprendizaje - conversar, debatir, escribir, ver una película o un video, viajar, y es fundamental diversificarlas y complementarlas pues cada persona tiene estilos diferentes de aprendizaje (visual, audiovisual, táctil, experiencial, práctico, etc.).
Quien enseña aprende mientras prepara y mientras enseña. Los alumnos tienen mucho que enseñar a los docentes. Una buena pedagogía acepta la posibilidad y la necesidad de la alternancia y la complementariedad entre enseñar y aprender.
Lo que se aprende tiene que ver no sólo con qué se aprende, sino también con cómo se aprende (las relaciones y los métodos también son contenidos). No sólo se aprende el currículo prescrito (el que consta en los programas de estudio y en los textos escolares, el que dicta o desarrolla el docente en clase), sino también el llamado “currículo oculto”. No sólo se aprende del docente y de los libros, sino también de los compañeros. No sólo se aprende en el aula de clase, sino también en el recreo.
Buen alumno es el que tiene curiosidad e interés por saber, el que hace preguntas para comprender mejor, el que comprende, el que selecciona la información y establece conexiones entre los datos y los fenómenos, el que no se limita a lo que recibe en clase, sino que está en búsqueda permanente.
Este tipo de alumno a menudo no es el que saca las mejores notas. El sistema escolar suele premiar no la comprensión, sino la memoria, no el espíritu crítico y creativo, sino los comportamientos adaptativos. El hecho de que las mujeres tengan por lo general mejores resultados académicos que los hombres en el sistema escolar puede tener que ver también con el comportamiento más adaptativo de las mujeres.
No existe una relación mecánica entre el aprendizaje de los docentes y el aprendizaje de los alumnos. Éste es un error de quienes esperan mejorar el rendimiento escolar de los alumnos a través de formación y capacitación docente. Ésta puede llegar a tener impacto sobre la enseñanza (si se hace bien), pero no necesariamente sobre el aprendizaje de los alumnos pues son muchos los factores que intervienen en este último, siendo el conocimiento del docente apenas uno de esos factores. La investigación muestra que a menudo las expectativas de los docentes tienen más impacto sobre el aprendizaje de los alumnos, que el conocimiento profesional de los docentes.
No hay nada previsible en el aprendizaje. Éste sigue siendo en buena medida un fenómeno incomprensible y fascinante, sobre el cual vienen aportando luces diversas disciplinas (genética, neurología, psicología, lingüística, historia, entre otras). Sabemos no obstante que todos podemos aprender dadas las condiciones apropiadas, que el verdadero aprendizaje pasa por la comprensión profunda, requiere tiempo, enfoques y métodos de enseñanza que estimulen la curiosidad, la motivación, la autoconfianza y el involucramiento activo de quien aprende.
Elaboración: R.M.Torres
Aprendizaje no es lo mismo que rendimiento escolar
Aunque parezca increíble, la educación ha dado hasta hoy poca importancia al aprendizaje, insis- tiendo en la memorización y la repetición antes que en la comprensión. Todo el sistema educativo gira en torno al punto de vista de la enseñanza, antes que al punto de vista del aprendizaje. Por eso, el viejo e insistente pedido de una educación “centrada en el alumno”. La preocupación res- pecto del aprendizaje –es decir, del qué, cómo y para qué se aprende– pasa por lo general desaper- cibida y se confunde con rendimiento escolar, es decir, con las calificaciones.
Desde los planteles escolares hasta los Ministerios de Educación se lleva la cuenta de cuántos alum- nos empiezan y cuántos terminan. Pero no hay información acerca de qué saben los alumnos, qué desean aprender, qué están aprendiendo y cómo utilizan eso que aprenden.43 Los sistemas de eva- luación reportan puntajes agregados de rendimiento escolar en asignaturas seleccionadas, obteni- dos a través de la aplicación de pruebas estandarizadas que captan el grado de asimilación de los alumnos respecto del currículo oficial, sin poner en duda la validez de dicho currículo. Y en base a esos indicadores se pone a competir entre sí a los alumnos y a las escuelas mediante los rankings de rendimiento escolar vinculados a adjudicación de presupuestos, proyectos e incentivos.44
Todo esto se amplifica a nivel internacional. El término Educación Primaria Universal (EPU) fue acu- ñado por la UNESCO como universalización de la matrícula escolar y con esos parámetros se han hecho todas las estimaciones de costos para el logro de la EPU en el Sur. La Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (1990) habló de educación básica y puso el aprendizaje como un obje- tivo específico: “Mejoramiento de los resultados del aprendizaje de modo que un porcentaje con- venido de una muestra de edad determinada (por ejemplo, 80% de los mayores de 14 años) alcance o sobrepase un nivel dado de logros de aprendizaje considerados necesarios”. No obstante, el aprendizaje volvió a desaparecer como indicador en las metas para la educación de la Agenda del Milenio (2000-2015) (Ver Recuadro 2).
Con esta mirada puesta en la matrícula escolar América Latina y el Caribe ha sido considerada región ejemplar y puntera entre las regiones del Sur. La afirmación de que “América Latina ha logrado en general la educación primaria universal” (Banco Mundial, 1996:5) no es cierta ni siquiera para la matrícula escolar, mucho menos para la culminación del ciclo primario (en promedio, 3 de cada 10 alumnos que se matriculan no llegan a culminarlo).
Matricularse, asistir y completar un determinado ciclo de estudio sólo tiene sentido si todo eso se traduce en aprendizaje efectivo, significativo y sustentable. ¿De qué sirve universalizar la matrícula sin asegurar los aprendizajes esenciales? Alta tasa de matrícula o de alfabetización no equivale a una población educada, como incorrectamente asume el Índice de Desarrollo Humano. El analfa- betismo funcional –leer sin comprender, escribir sin comunicar– es resultado precisamente de una mala educación que trabaja para mostrar números e índices antes que para asegurar el aprendi- zaje de las personas. Es, en definitiva, un termómetro que indica mal uso del tiempo de las personas y de los recursos destinados a la educación.
43 Es importante destacar que la prueba internacional PISA mide no sólo conocimientos, sino desempeño, es decir, la capaci- dad de los alumnos para usar el conocimiento en situaciones reales. Ésta es una gran diferencia y un gran salto adelante res- pecto de las pruebas convencionales que miden el conocimiento de los alumnos sobre el papel.
44 En Chile, primer país en la región que contó con un sistema nacional de evaluación del rendimiento escolar –el SIMCE– y en el que está institucionalizado el sistema de competencia entre escuelas en base a los puntajes obtenidos en el SIMCE, se ha lle- gado a proponer que dichos puntajes se extiendan al mundo de la política y la elección de autoridades seccionales (re-elección de alcaldes y otras autoridades de gobiernos locales basada en los rendimientos escolares de las escuelas bajo su jurisdicción).
No basta con democratizar la educación; es preciso democratizar el aprendizaje. Puesto que los pobres constituyen la mayoría de la población en nuestras sociedades y puesto que los pobres deben enfrentar condiciones particularmente adversas que tienen un impacto negativo sobre el aprendizaje, democratizar el aprendizaje significa no sólo asegurar una educación de calidad, sino condiciones esenciales de vida, que permitan liberar tiempo y energías para aprender tanto den- tro como fuera de la escuela, en la familia y en la comunidad. En vez de incentivos externos para estudiar, una oferta educativa atractiva y motivadora; en vez de aulas de recuperación, un modelo escolar flexible y adaptado a las necesidades de la pobreza; en vez de becas escolares, trabajo para los padres; en vez de políticas compensatorias y medidas remediales, un modelo de desarrollo con justicia económica y social.
8. Del derecho al aprendizaje al derecho al aprendizaje a lo largo de toda la vida45
El derecho a la educación es hoy no sólo derecho al aprendizaje, sino derecho al aprendizaje a lo largo de toda la vida o aprendizaje permanente.
Estamos en una era de crecimiento exponencial de la información y el conocimiento en todos los campos y de diversificación sin precedentes de los espacios, medios y lenguajes para la producción, circulación y uso de la información y el conocimiento. El nuevo orden económico globalizado exige renovar las miradas, los conocimientos, las habilidades, los valores y las actitudes persona- les y sociales para comprender, enfrentar y superar los problemas y aprovechar las posibilidades de estos nuevos escenarios. En este contexto de notable ampliación de lugares y herramientas para aprender, incluyendo las modernas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), surge el aprendizaje a lo largo de toda la vida como una necesidad y un principio rector de la sociedad del siglo XXI, llamada “sociedad red”, “sociedad de la información”, “sociedad de la comunicación” o “sociedad del conocimiento”, según las diversas perspectivas adoptadas (Castells 1998; García Canclini 2004; Guttman 2003; UNESCO 2004c; Mattelart 2004).
Nunca estuvo tan cerca y a la vez tan lejos la posibilidad del aprendizaje permanente para todos: cerca para quienes pueden acceder a los múltiples espacios y recursos contemporáneos de apren- dizaje, lejos para la inmensa mayoría que no tiene acceso a ellos, ni siquiera al sistema escolar y al libro. En plena “sociedad de la información”, la brecha –de información, de conocimiento, de educación– se agranda entre el Norte y el Sur, entre ricos y pobres. El Norte adopta el aprendiza- je a lo largo de toda la vida para definir sus políticas de investigación, educación y capacitación, mientras el Sur ve achatarse el horizonte y las metas educativas. De hecho, el aprendizaje perma- nente está ausente en el discurso y las metas de la Educación para Todos y la Agenda del Milenio, aunque ha sido incorporado en el Proyecto Regional de Educación para América Latina y el Caribe (PRELAC) coordinado por la Oficina Regional de la UNESCO (Ver Recuadro 6).
45 Esta tesis, así como la tesis 9, se apoya en varios puntos desarrollados más ampliamente en un estudio de la autora realizado para la Asociación Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI): R.M. Torres, Aprendizaje a lo largo de toda la vida en el Sur, Un nuevo momento y una nueva oportunidad para el aprendizaje y la educación básica de adultos (AEBA), IIZ-DVV, Bonn, 2003; ASDI, Estocolmo, 2004. Ver: http://www.fronesis.org/libreriarmt.htm o la publicación en inglés en http://www.bellanet.org/adul- tlearning/ El foro virtual sobre este estudio está archivado en: http://www.bellanet.org/adultlearning/
Aprendizaje a lo largo y a lo ancho de la vida
El aprendizaje a lo largo de toda la vida o aprendizaje permanente reconoce dos dimensiones interrelacionadas y la necesidad de potenciar y articular ambas:
(a) que aprendemos a lo largo de la vida (desde el nacimiento hasta la muerte), y
(b) que aprendemos a lo ancho de la vida (en todos los espacios, siendo el sistema escolar apenas uno de ellos).
Aprendizaje permanente y aprendizaje de jóvenes y adultos. A pesar de que la edad adulta es la más larga en la vida de una persona, ésta ha sido despreciada en términos educativos, bajo el supuesto de que “la infancia es la mejor (si no la única) edad para aprender”. Por ello, a la comu- nidad vinculada a la educación de jóvenes y adultos (EDJA) le ha tocado defenderla desde la edu- cación no-formal, la educación continua y, en general, el más allá de la “edad escolar”. Hoy, el paradigma del aprendizaje a lo largo de toda la vida ofrece un marco renovado para repensar la EDJA y para desafiar algunas tendencias de los últimos años, tales como: (a) la focalización de polí- ticas y programas en “los jóvenes” o los “adultos jóvenes” (15 a 24 años); (b) la educación de adultos –y sobre todo la de las mujeres-madres– vista fundamentalmente como estrategia para “aliviar la pobreza” y como estrategia compensatoria en relación a la infancia y a la escuela, antes que como válida en y por sí misma;46 (c) el descuido del rol parental de las personas adultas dentro del marco de la EDJA, es decir, la educación de padres y madres en función de tales, de su participación y exi- gibilidad del derecho a la educación tanto de sí mismos como de sus hijos; y (d) la continuada per- cepción de la EDJA como una “segunda oportunidad” para quienes no pudieron ir a la escuela en la edad considerada apropiada, antes que como el derecho a aprender a lo largo de toda la vida que debe asistir a toda persona.
En verdad, para los fines del aprendizaje y en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida, no existe ya una “segunda oportunidad”, sino múltiples oportunidades. Por otra parte, la propia tradición de la Educación Popular destaca su impacto (personal, familiar, comunitario, social, polí- tico) en dimensiones tales como la concienciación y el empoderamiento, la participación y la orga- nización comunitaria, la emancipación y la transformación social.
Aprendizaje permanente y primera infancia. No existe solamente un “después del sistema escolar”
–en el que tiende a centrarse la educación de jóvenes y adultos y, en general, la perspectiva de la “segunda oportunidad”–, sino también un “antes del sistema escolar”. La primera infancia es un período de aprendizajes esenciales y la familia continúa siendo el primer gran laboratorio forma- tivo en la vida de las personas. La educación inicial es educación para la vida, no simplemente edu- cación pre-escolar, en el sentido de preparatoria para la escuela, que es en lo que se ha convertido en la mayoría de países y pensada como una estrategia para ayudar a los niños y niñas pobres a “reducir el riesgo de fracaso escolar” (sic). Precisamente, en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida se encuentran y potencian mutuamente los niños pequeños (pre-escolares, desde la óptica escolar) y las personas adultas (post-escolares, desde esa misma óptica), los dos grupos más discriminados, precisamente por estar ubicados en los extremos del espectro vital y del sistema for- mal. Aquí se da el marco propicio para desarrollar una nueva propuesta de educación inclusiva, capaz de romper con la edad como factor de discriminación, promover el aprendizaje intergene- racional y volver a juntar lo que nunca debió separarse: la educación y el aprendizaje de la familia como unidad, de hijos y padres, nietos y abuelos.
46 En base a una vasta evidencia teórica y empírica acumulada que muestra vinculaciones positivas entre padres alfabetiza- dos/educados y diversas variables demográficas e indicadores vinculados a la infancia (entre otros: impacto sobre la salud, nutri- ción, acceso, retención y rendimiento escolares, etc.). Para más información y para un debate al respecto, consultar algunas de las referencias incluidas en la bibliografía final.
Aprendizaje permanente y TIC. Con todos los riesgos que ya se advierten y debaten, las TIC pueden ser aliados importantes para el aprendizaje de niños, jóvenes y adultos y de los propios docentes. Telecentros, infocentros, cabinas telemáticas y comunitarias y diversas formas de cyber cafés popu- lares en los que interactúan aprendices y usuarios de todas las edades, no sólo en zonas urbanas, sino cada vez más en semi-urbanas y semi-rurales, vienen multiplicándose y popularizándose en América Latina y el Caribe, generando nuevos espacios, modos y lenguajes de encuentro entre per- sonas de todas las edades y prestándose para variados usos personales y sociales.47 La computado- ra está modificando, pero estimulando –antes que inhibiendo– la lectura y la escritura; nunca se había leído y escrito tanto; los jóvenes que no leen ni escriben en el colegio, leen y escriben cha- teando y usando el correo electrónico. Contrariando todas las expectativas, el estudio del IEA (International Association for the Evaluation of Educational Achievement) (Elley 1992) y otros estu- dios y evaluaciones posteriores sobre competencias en lectura y escritura muestran que niños, jóve- nes y adultos que usan computadoras, leen y escriben más y con más agrado. Redes electrónicas, comunidades virtuales y sitios web son hoy herramientas fundamentales de información, comuni- cación, intercambio, debate y movilización ciudadana a escala local, nacional, regional y mundial.
Sociedad de la Información, Sociedad del Conocimiento, Sociedad del
Aprendizaje
Vemos con preocupación que la promesa de la “sociedad de la información” (SI) y la “sociedad del conocimiento” tiende a ser asociada cada vez más con las modernas Teconologías de la Información y la Comunicación (TIC) y éstas a reducirse a la computadora y a Internet, como si toda la infor- mación y el conocimiento pasaran por éstas. En verdad, la familia, el sistema escolar, y los medios de comunicación social (periódico, radio, televisión) siguen siendo las instituciones más importantes de información y educación en todo el mundo y no son sustituibles ni por la computadora ni por Internet. Por otra parte, las hoy llamadas “tecnologías tradicionales” (teléfono, radio, televisión, video, fax, cámara de fotos, etc.), por oposición a “modernas”, siguen siendo las más extendidas en todos los países en desarrollo (sobre todo la radio y la televisión) y aún insuficientemente apro- vechadas en términos educativos.
La distinción entre información y conocimiento resulta hoy fundamental. En el mundo de hoy cir- cula ciertamente mucha información –mucha más de la que cualquier ser humano está en capacidad de asimilar en las 24 horas que tiene un día e incluso a lo largo de toda su vida– pero la informa- ción requiere trabajarse, procesarse de manera inteligente y con sentido, para transformarse en conocimiento. Democratizar el acceso a la SI implica no sólo distribuir computadoras, sino, además y en primer lugar, democratizar el acceso a la alfabetización y a la educación básica por parte de la población mundial: no existe sociedad de la información sin una sociedad alfabetizada y educada para saber acceder, seleccionar, aprovechar y hacer sentido de la información.
Aunque la SI se presenta como una buena nueva, no lo es necesariamente desde el punto de vista educativo. En realidad, una SI a secas resulta poco atractiva. Al fin y al cabo, la mala educación –la que Paulo Freire llamó “educación bancaria”– ha estado siempre ávida de información, pero huér- fana de comunicación y de conocimiento. El memorismo es hijo predilecto de la educación enten- dida como instrucción y ésta como transmisión de información (Torres 2005).48
47 Muchos Café Internet o cybercafes (en ocasiones combinados con servicios de comida, juegos, música, televisión, acceso a materiales de lectura, etc.) han pasado a convertirse en lugares de encuentro y colaboración intergeneracional, así como de encuentro de comunidades de inmigrantes, exiliados y refugiados; adolescentes y jóvenes los usan como lugares para hacer las tareas escolares en un ambiente de distensión y camaradería; para otros, son lugares a los cuales acudir en búsqueda de servi- cios tradicionales tales como redacción de cartas o realización de trámites, etc.
El verdadero reto es construir una “sociedad del aprendizaje” (SA), capaz de plasmar el paradigma del aprendizaje a lo largo de toda la vida para todos. El gran desafío contemporáneo es diseñar y ejecutar políticas que promuevan la satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje de todos los ciudadanos.
48 Muchos tienen hoy reservas respecto del término Sociedad de la Información (término oficialmente adoptado por la Conferencia Mundial sobre la Sociedad de la Información CMSI, Ginebra 2003), y prefieren hablar de Sociedad del Conocimiento, o bien de Sociedad de la Información y el Conocimiento. El documento oficial presentado por la UNESCO en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI, Ginebra, 2003) abogó en favor de la Sociedad del Conocimiento “puesto que promo- ver los flujos de información, por sí mismo, no es suficiente para tomar las oportunidades para el desarrollo que sí ofrece el conocimiento” (Khan, Prefacio de Guttman 2003:1). Para una discusión al respecto, ver el Glosario Intercultural "Desafíos de palabras en la sociedad de la información". http://www.vecam.org/edm/
9. De la escuela a la comunidad de aprendizaje
¿Por qué Comunidades de Aprendizaje?
La necesidad de “abrir la escuela” a la comunidad y a la sociedad es un viejo planteamiento y una vieja aspiración. Hoy, dicha aspiración ha pasado a ser, contradictoriamente, a la vez una realidad y una necesidad para la escuela pública latinoamericana: (a) realidad porque la escuela viene de hecho absorbiendo funciones sociales compensatorias que no le corresponden, o bien no asu- miéndolas, pero en cualquier caso luchando por subsistir en sociedades económica y socialmente injustas; (b) necesidad porque se han diversificado las herramientas y los espacios de aprendizaje fuera de la escuela, lo que vuelve indispensable trazar el mapa de necesidades de aprendizaje de la población y distribuirlo colaborativamente entre las diversas instituciones y espacios de apren- dizaje que están disponibles en la sociedad. En lugar de aislarse, la escuela necesita más que nunca definir su especificidad pero abriéndose a la comunidad y a la sociedad, asumiéndose como centro de aprendizaje comunitario y motor del desarrollo local.
Es indispensable volver a vincular escuela, familia y comunidad, en una relación multidimensional y compleja, no de una sola vía (qué pueden hacer los padres de familia o la comunidad por la escuela), sino de doble vía (qué puede hacer la escuela por los padres de familia y por la comunidad y a la inversa) y conjuntamente (qué pueden hacer todos ellos juntos para asegurar la educación para todos y el desarrollo humano). Es aquí donde resulta útil pensar en un concepto articulador y con un fuerte potencial transformador como el de Comunidad de Aprendizaje.49
49 Algunos materiales y ejemplos de experiencias de Comunidad de Aprendizaje en el mundo pueden encontrarse en el sitio web de Fronesis: http://www.fronesis.org/comunidades_aprendizaje.htm
El razonamiento es simple: Toda persona tiene algo que aprender y algo que enseñar. Toda comu- nidad humana tiene problemas y necesidades, pero también tiene saberes, capacidades y recursos que a menudo no son valorados, ni siquiera reconocidos, como tales. Se trata, en primer lugar, de identificar los haberes de la propia comunidad. Antes que el clásico “diagnóstico” que termina en el largo y conocido listado de “lo que falta”, se requiere un diagnóstico que identifique el también largo, pero generalmente desconocido, listado de lo que se sabe y lo que se tiene: quién sabe qué y qué puede enseñar a cambio de qué, qué potencial hay de trabajo voluntario o de trueque de recursos o saberes, qué espacios existen que no están siendo utilizados o que están siendo mal- aprovechados (parques, plazas, iglesias, edificios abandonados, escuelas cerradas o usadas a medio tiempo, terrenos baldíos, etc.), qué está haciéndose de manera descoordinada y pudiera coordi- narse, quiénes están trabajando en lo mismo, quiénes resultan complementarios.
¿Qué es una Comunidad de Aprendizaje?
El término “Comunidad de Aprendizaje” (CA) se ha extendido en los últimos años y tiene hoy sig- nificados y usos muy diversos (Coll 1999a,b). Hay quienes vienen trabajando el aula o la institución escolar como una CA. Otros usan el término para referirse a comunidades virtuales y redes elec- trónicas. Otros, para referirse a comunidades reales, asentadas en un territorio. El concepto de comunidad de aprendizaje (CA) que proponemos aquí fue desarrollado en el marco de la Iniciativa de Educación Básica Comunidad de Aprendizaje (ver Recuadro 12) y se refiere a una comunidad humana organizada dentro de una determinada área o territorio (barrio, pueblo, ciudad, munici- pio, etc.) que asume un compromiso colectivo con el aprendizaje a fin de satisfacer las necesidades de aprendizaje de todos –niños, jóvenes y adultos– y, a través de ello, potenciar el desarrollo per- sonal, familiar y comunitario. Una comunidad que valora el aprendizaje, aprovecha y sincroniza todos los recursos y potencialidades disponibles en esa comunidad, convirtiendo la educación en una necesidad de todos –en tanto útil y relevante para la vida– y en una tarea de todos asumida de manera solidaria.
Estas formas de aprendizaje comunitario son comunes entre los pueblos y las organizaciones indí- genas.50 En este sentido no es un invento moderno ni mucho menos una propuesta venida del Norte como tantas otras, sino más bien una recuperación, en tiempos modernos, de modos tradi- cionales de aprendizaje y transmisión intergeneracional del saber que precedieron a la organiza- ción del sistema escolar y que coexisten con éste en la actualidad.
50 Por ejemplo, el Modelo de Educación Cultural Bilingüe (MOSEIB) desarrollado por la Dirección Nacional de Educación Intercultural Bilingüe (DINEIB) en el Ecuador, propone reemplazar la modalidad escolar tradicional por Centros Educativos Comunitarios que recuperen el papel de la familia como responsable inmediata de la formación integral de las personas y otor- guen a la comunidad un rol protagónico en la gestión y evaluación del proceso educativo, así como en el cultivo y transmisión de los saberes ancestrales y prácticos para la supervivencia, la vida, la familia, el trabajo, la organización comunitaria, la tradición, la cultura y las artes. El eje articulador del proceso educativo es “el desarrollo de la persona y de las comunidades indígenas sobre la base de su cultura, la apropiación del conocimiento universal y el respeto a la naturaleza”. El MOSEIB promueve el desarrollo oral y escrito y el uso de las lenguas indígenas, manteniendo el español como lengua de comunicación intercultural. Para más información ver: http://www.dineib.edu.ec
R12 Recuadro 12
La Iniciativa de Educación Básica “Comunidad de Aprendizaje”
La Iniciativa de Educación Básica “Comunidad de Aprendizaje” fue creada entre 1996 y 1998, dentro del progra- ma de educación para América Latina y el Caribe impulsado por la Fundación W.K. Kellogg. Una vez definido un ideario acerca de lo que entendíamos por Comunidad de Aprendizaje (CA), organizamos un concurso de proyectos, el cual fue divulgado en toda la región. Se recibieron 132 propuestas, de las cuales se seleccionaron 50 para visitas sobre el terreno. De esas 50, seleccionamos 14, las cuales serían financiadas inicialmente por un período de 3 años.
Los 14 proyectos se desarrollaron en 9 países de la región: Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Haití, México, Perú, Uruguay y Venezuela, cada uno con su propia identidad, con instituciones diversas participando y coordinando el pro- yecto (gobierno nacional o local, universidad, ONG, organización comunitaria, sistema escolar, etc.) y con un eje arti- culador específico y relevante surgido de cada contexto (por ejemplo: lectura y escritura en Argentina, cultura en Brasil y Haití, organización juvenil en Ecuador, salud y adolescencia en Uruguay, desarrollo comunitario en Perú, etc.).
El ideario de la Iniciativa requería que los proyectos presentados a concurso tuvieran entre otras las siguientes carac- terísticas:
• organizarse en asentamientos rurales o urbanos en los que ya estuviese en marcha algún proceso de organización y participación comunitaria, durante al menos tres años;
• atender las necesidades de aprendizaje de todas las personas en la comunidad elegida (niños, jóvenes y adultos);
• incluir y articular tanto la educación escolar como la extra-escolar;
• enfatizar el aprendizaje y dar especial importancia a los aspectos pedagógicos y a la renovación de las prácticas y relaciones de enseñanza-aprendizaje;
• construir alianzas entre las diversas instituciones operando a nivel comunitario en torno a la educación y el apren- dizaje, así como elaborar, presentar y ejecutar el proyecto de manera conjunta.
Finalmente, se aspiraba a que el conjunto de proyectos en los diferentes países conformara en sí mismo una
Comunidad de Aprendizaje a nivel regional.
Elaboración: R.M. Torres
Recapitulando
Una comunidad de aprendizaje valora, articula e involucra a:
todos los sujetos de aprendizaje: niños/as, jóvenes y adultos con necesidades básicas de aprendi- zaje insatisfechas;
todos los potenciales educadores: niños/as, jóvenes y adultos, padres de familia, estudiantes y pro- fesores, educadores y promotores comunitarios, comunicadores, profesionales, maestros y apren- dices, trabajadores sociales, funcionarios públicos, desempleados y jubilados, personas mayores, ciudadanos en general;
todos los medios y modalidades de aprendizaje: educación y formación/capacitación; educación formal, no-formal e informal; aprendizaje entre pares y aprendizaje inter-generacional; aprendi- zaje presencial y a distancia; aprendizaje autodirigido y experiencial; aprendizaje en tiempo real y a través de medios virtuales;
todas las necesidades básicas (“sectores”): vivienda, salud, nutrición, educación, producción, tra- bajo, servicios sociales, seguridad, medio ambiente, sanidad, etc.;
todas las organizaciones: públicas y privadas operando en o vinculadas a la comunidad: familias, sistema escolar (desde el pre-escolar hasta la educación superior), entidades gubernamentales y no-gubernamentales, medios de comunicación, gremios y sindicatos de trabajadores, mujeres, jóvenes, etc., y otras de carácter social, étnico, religioso, cívico y filantrópico.
Una Comunidad de Aprendizaje (CA):
• Está organizada en torno a una comunidad humana ubicada en un área geográfica determinada
(caserío, pueblo, barrio, ciudad, cantón, municipio, red escolar, etc.)
• Asume que toda comunidad humana organizada posee recursos, agentes, instituciones y redes de aprendizaje, los cuales requieren ser identificados, valorados, desarrollados y articulados para garan- tizar la satisfacción de las necesidades de aprendizaje de todos los miembros de la comunidad.
• Adjudica al Estado/gobierno un papel de apoyo fundamental y un rol compensatorio en favor de las comunidades más desfavorecidas.
• Adopta una visión amplia de la educación y ubica el aprendizaje en el centro, incluyendo todos los espacios de educación, formación/capacitación y aprendizaje que existen en la comunidad (sis- tema escolar, bibliotecas, centros comunitarios, casas comunales, talleres, iglesias, museos, medios de comunicación, carteleras, cines, teatros, canchas deportivas, parques, telecentros, cabinas infor- máticas, etc.).
• Concede gran valor al aprendizaje inter-generacional y al aprendizaje entre pares. En particular, destaca el potencial educativo de los jóvenes y de las personas mayores.
• Se fundamenta y apoya en la solidaridad, la cooperación y las alianzas entre familia y escuela, educación escolar y extraescolar, educación y cultura/salud/trabajo/producción, instituciones públicas y privadas.
• Acepta y aprovecha la diversidad, reconociendo que cada comunidad tiene recursos, necesidades y realidades específicas y, por tanto, que cada comunidad requiere apropiarse del problema, e identificar y desarrollar sus propias estrategias.
• Muestra la importancia de desarrollar sistemas de aprendizaje generados y creados a nivel local, basados en la cooperación y la sinergia de esfuerzos.
• Trabaja con grupos e instituciones, relaciones y redes, antes que con personas aisladas.
• Propone un modelo abajo-arriba, adentro-afuera de desarrollo y cambio educativo, que desafía el modelo convencional de reforma educativa y de cooperación internacional para el desarrollo.
• Es el cimiento para la construcción de una sociedad del aprendizaje.
10. De la capacitación docente a la cuestión docente51
Los costos del “ahorro” en la cuestión docente
El tema docente sigue siendo el gran Talón de Aquiles de los sistemas escolares en América Latina y Caribe. En esta región, la retórica acerca de la importancia de los docentes para la educación se ha mantenido viva a lo largo de las tres últimas décadas, en franco contraste con el deterioro experimentado por los docentes a lo largo de este mismo período. Al término de cada evaluación, que arroja pobres resultados escolares, vuelve a “descubrirse” que los docentes son pieza clave de la reforma educativa y que la calidad docente es un elemento esencial de la calidad de la educación (con lo cual, de paso, termina responsabilizándoseles por los malos resultados).52 No obstante, una y otra vez se le da la espalda a la cuestión docente y se la reduce a un problema de capacitación, vista como la varita mágica que resolverá todos los problemas.
51 Para el desarrollo de esta tesis recurrimos a numerosos escritos de la autora sobre el tema docente, algunos de los cuales constan en la bibliografía final. Utilizamos el término “docentes” o “educadores” en lugar de “maestros” y “profesores”, por varios razones: maestros y profesores se usan de manera distinta en los países de habla hispana (en algunos países maestro es quien enseña en el nivel primario y profesor quien lo hace en el nivel secundario); “docentes” abarca a hombres y mujeres, evi- tando la reiteración continua de “maestros” y “maestras” para incluir a ambos géneros; “educadores” permite aplicarse a todos los niveles educativos y a quienes enseñan dentro y fuera del sistema escolar (por ejemplo, padres de familia, hermanos mayores, sacerdotes, etc.).
52 Los bajos resultados escolares obtenidos por Chile en las pruebas internacionales PISA 2000 y TIMSS 2003 provocaron un shock en un país que ha venido desarrollando un proceso sostenido de reforma educativa durante más de 15 años y que a menudo es presentado como un modelo en el contexto latinoamericano. “Poner la escuela en el centro” y “enfatizar la capa- citación docente” fueron las recomendaciones de los especialistas y los tomadores de decisión vinculados a la educación en Chile. Por su parte, el sindicato docente (Colegio de Profesores de Chile) criticó y rechazó esta interpretación de los resultados, que ponen a la escuela y a los docentes en el centro, pero sólo cuando llega el momento de dilucidar responsabilidades.
Es importante recalcar que la posibilidad de superar la situación actual de la educación en nuestros países:
a) no depende sólo de los docentes –aunque su motivación, formación y compromiso son cierta- mente esenciales–, sino de un amplio conjunto de factores intra y extraescolares; y
b) no pasa sólo por más y/o mejor formación/capacitación, sino por una revisión integral de la cues- tión docente –condiciones de vida, de trabajo, evaluación, motivación, reconocimiento social, apren- dizaje permanente, recuperación del sentido mismo de la docencia–.
La “cuestión docente” es una vieja problemática que no se agota en el tema salarial ni en el de la formación/capacitación. Ésta es una mirada desinformada o parcial. El “malestar” docente incluye hoy desmotivación, frustración, pérdida de sentido de la educación, desprofesionalización, estrés laboral, que desembocan en paros recurrentes y en niveles altos y generalizados de conflictividad y enfrentamiento docentes-Estado, docentes-alumnos, docentes-padres de familia.
La realidad ya no tolera más dobles discursos en torno al tema docente y a la calidad de la educa- ción: el docente, importante en el discurso pero desatendido en la práctica, desmotivado y des- profesionalizado, que abandona la escuela y hasta el oficio, que migra al extranjero en busca de cualquier empleo, que escoge la docencia ya no como vocación u opción de vida, sino como super- vivencia o camino de paso hacia una oportunidad mejor. Lo que se ha “ahorrado” en docentes en las tres últimas décadas ha tenido un costo altísimo para nuestros países: paros y huelgas que blo- quean regularmente los sistemas escolares restando no sólo días de clase a los alumnos, sino cre- dibilidad a la educación pública;53 esfuerzos y recursos invertidos en formación, capacitación y experiencia docente que terminan siendo usados en otros campos de actividad o en otro país; des- motivación, estrés laboral y pronunciado ausentismo docente. El mayor impacto de todo esto lo sufren los alumnos y las familias más pobres, las que más requieren y dependen precisamente del buen docente y de la buena escuela.
Los docentes como “insumo”
A lo largo de los últimos años el Banco Mundial impulsó numerosos estudios para identificar los “insumos” que intervienen de manera más eficaz sobre el rendimiento escolar y a un menor costo. La variable docente siempre apareció ubicada en los últimos lugares: alto impacto pero alto costo. Los resultados de estos estudios, que sustentaron recomendaciones de política educativa, coincidían en mostrar que (1) el salario docente no tiene impacto sobre la buena enseñanza y que (2) la cali- ficación docente no necesariamente se relaciona con mejores resultados de aprendizaje de los alumnos. La acción, tanto del BM como del FMI, ha sido promover la congelación o recorte de los salarios docentes, reducir el número de docentes y fomentar contratos temporales y contratación de personal poco o nada calificado, de bajo costo y que no presiona por incrementos salariales ni condiciones de trabajo, así como privilegiar la inversión en capacitación docente en servicio antes que en formación inicial.
53 En el Anexo 2 se incluye un cuadro con estimaciones de días de clase perdidos por paralizaciones docentes en el año 2003 en diversos países de la región. En el caso del Ecuador, se estima que los alumnos de la enseñanza pública han perdido un pro- medio de un mes de clase por año durante los últimos 15 años, debido a los reiterados y prolongados paros de la Unión Nacional de Educadores (UNE).
En realidad, estos argumentos son falaces porque (I) ningún factor de manera aislada puede ase- gurar por sí mismo cambios; el mejoramiento educativo requiere un paquete integrado de políticas y de medidas, tanto intra como extra-escolares; (II) los docentes han visto efectivamente reducirse sus ingresos y deteriorarse su calidad de vida a lo largo de las últimas décadas; los docentes en América Latina y el Caribe provienen cada vez más de sectores pobres o empobrecidos de la socie- dad54 y (III) el problema no es la formación/capacitación en cuanto tal, sino su calidad y relevancia.
El modelo convencional de preparación docente es inadecuado y obsoleto (ver Recuadro 13) y necesita ser repensado integralmente, por y junto con los docentes. Más allá de las políticas, hay hoy diversos programas, varios en proceso de experimentación y lamentablemente la mayoría aún muy localizados o amenazados en su continuidad y expansión, que vienen mostrando los elementos de ese nuevo modelo en gestación.55
Las tecnologías no pueden sustituir a la buena escuela ni al buen docente.56 La educación es mucho más que información y comunicación. Ni los textos escolares antes, ni las computadoras hoy, susti- tuyen el contacto, la interacción humana y el afecto que son base esencial del aprendizaje, espe- cialmente de niños y jóvenes. Paradójicamente, puede llegar pronto el día en que sean los ricos quienes accedan a los buenos maestros y maestras, y los pobres quienes deban contentarse con manipular computadoras y máquinas de todo tipo.
Los docentes no son un “insumo” más, equiparable a la infraestructura o al texto escolar; tampoco son un “actor” más, entre otros. Ellos encarnan el currículo y la pedagogía: sus saberes, valores, competencias y actuaciones son más definitorias sobre qué y cómo se enseña (y aprende) que el currículo prescrito (el currículo-documento, el texto escolar). Apostar por una educación de calidad para todos implica, para los reformadores y para los propios docentes, asumir la importancia de su papel.
54 Según indicaba la CEPAL a fines de la década pasada, "las mejoras salariales logradas por los profesores en varios países (en la década de 1990) no fueron suficientes para cerrar la brecha entre sus sueldos y los de otros asalariados con el mismo nivel educativo. En la mayoría de los casos, la remuneración que perciben por hora es actualmente entre 25% y 50% menor que la de los demás profesionales y técnicos asalariados, lo que se traduce en remuneraciones muy bajas. En los países donde la inci- dencia de la pobreza es mayor, una proporción elevada del total de profesores vive en hogares pobres o en situación de alta vulnerabilidad económica, lo que obstaculiza el logro de una enseñanza de mejor calidad, objetivo prioritario de las reformas educativas" (CEPAL 1998: 38).
55 Cabe destacar en este sentido las diversas iniciativas de desarrollo docente realizadas por el gobierno de Chile, incluyendo una estrategia de pasantías de maestros y maestras chilenos a diversos países dentro y fuera de América Latina. Ver García- Huidobro 1999.
56 Llamados de cautela y alerta al respecto vienen haciéndose desde los 1990s, cuando las TIC estaban aún en pañales. El infor- me de la Comisión Delors recomendaba expresamente “privilegiar en todos los casos la relación entre docente y alumno, dado que las técnicas más avanzadas sólo pueden servir de apoyo a esa relación (transmisión, diálogo y confrontación) entre ense- ñante y enseñado” (Delors et.al. 1996:36).
R13 Recuadro 13
El modelo convencional de formación y capacitación docente que no ha funcionado
• Cada nueva política, plan o proyecto parte de cero
(se ignoran o desestiman los antecedentes, el conocimiento y la experiencia acumulados).
• Piensa la formación/capacitación como una necesidad mayoritaria y principalmente de los docentes
(no también de los directores, supervisores y actores en general vinculados al sistema a los diferentes niveles).
• Ve la preparación aislada de otras dimensiones de la condición docente
(reclutamiento, salarios, condiciones laborales, mecanismos de promoción, etc.)
• Ignora las condiciones reales del magisterio
(motivaciones, inquietudes, conocimientos, tiempo y recursos disponibles, etc.)
• Es vertical, viendo a los docentes únicamente en un rol pasivo de receptores y capacitandos
(no consulta ni busca la participación activa del profesorado para la definición y el diseño del plan de reforma y del plan de formación, en particular).
• Parte de una propuesta homogénea destinada a “los docentes” en general (en lugar de buscar ajustar la oferta a los distintos tipos de docentes y a sus necesidades específicas).
• Se basa en una concepción instrumental de la formación docente (la formación en servicio es vista como una herramienta para implementar una determinada política, programa, proyecto o incluso texto).
• Asume que la necesidad de preparación es inversamente proporcional al nivel y grado en que se enseña (desconociendo con ello la importancia y complejidad de la enseñanza a niños pequeños y en los primeros grados).
• Apela a incentivos y motivaciones externas (puntajes, ascenso, escalafón, antes que al objetivo mismo del aprendizaje y la profesionalización docentes).
• Se dirige a docentes individuales (no a grupos o equipos de trabajo, o a la escuela como institución).
• Se realiza fuera del lugar de trabajo (se saca al docente de su escuela en vez de convertir la escuela en el lugar privilegiado de formación permanente).
• Es puntual y asistemática (no está inserta en un esquema de formación y actualización continuas del magisterio).
• Se centra en el evento –curso, seminario, conferencia, taller– como la modalidad privilegiada y hasta única de enseñanza-aprendizaje docente (desconociendo o viendo como secundarias otras modalidades: intercambio horizontal, trabajo en grupos, pasantías, autoestudio, educación a distancia, etc.)
• Disocia gestión administrativa y gestión pedagógica (lo pedagógico se considera patrimonio de los docentes y lo administrativo de los administradores, desconociendo la necesidad de desarrollar competencias integrales en ambos sectores).
• Disocia contenidos y métodos (saber la materia y saber enseñar) y privilegia los contenidos (ignorando la necesaria complementariedad de ambos saberes y la importancia del saber pedagógico para el perfil y la práctica docentes).
• Considera la educación/ formación/ capacitación como un asunto formal, serio y solemne (despreciando la importancia de crear un ambiente informal, relajado, apto para la inter-comunicación y el desarrollo de componentes lúdicos).
• Está centrada en el punto de vista de la enseñanza: enseñar como objetivo (antes que en el punto de vista del aprendizaje: lograr aprendizajes significativos como objetivo).
• Ignora el conocimiento y la experiencia previa de los docentes (en lugar de partir de allí para construir sobre ellos).
• Está orientada a corregir y mostrar debilidades (antes que a valorar y reforzar fortalezas).
• Es academicista y teoricista, centrada en el libro (niega la práctica docente como espacio y materia prima para el aprendizaje).
• Se basa en el modelo frontal y transmisivo de enseñanza (la enseñanza como transmisión de información y el aprendizaje como recepción pasiva de información).
• Es incoherente con el modelo pedagógico que se propone a los docentes para su práctica en el aula (se les pide promover la enseñanza activa, la participación, el pensamiento crítico, la creatividad, que no experimentan en su propio proceso de aprendizaje).
Elaboración: R.M. Torres.
¿Qué hacer con los docentes?
Frente a esta pregunta, pueden identificarse hoy tres visiones en pugna:
1. La “re-valorización docente” y la vuelta al pasado, inscrita en la nostalgia por la escuela perdida y los “maestros de antes”, encarnada fundamentalmente entre los propios docentes y sus sindicatos y compartida por la mayoría de la sociedad (Hargreaves 1999). La fantasía acerca de la posibilidad de volver atrás, de recuperar un tiempo, una escuela y un docente perdidos, hace difícil ubicarse en el presente para pensar, desde allí, un nuevo modelo educativo y un nuevo modelo escolar. En esta pos- tura prima, en definitiva, el reaseguro de lo conocido, la conservación sobre la transformación.
2. El desplazamiento de los docentes y la apuesta por la tecnología como solución, en los cuales convergen poderosos intereses económicos y políticos (entre otros de las empresas que se benefi- cian directa o indirectamente del negocio de una “sociedad de la información” entendida como sociedad de las computadoras), así como innovadores radicales y “entusiastas tecnológicos” que querrían ver soluciones rápidas en lugar del lento proceso de rehabilitación del sistema escolar. Esta postura expresa una confianza desmedida en el potencial educativo de la tecnología y de las TIC específicamente, a la vez que una gran frustración y desconfianza en la reforma educativa, la escuela y los docentes tradicionales.
3. La apuesta por una transformación de la cultura docente en el marco de una transformación profunda de la cultura educativa y escolar. Esta postura –que es la que defendemos– afirma que no es posible defender el sistema escolar ni la docencia como están, que ambos requieren trans- formaciones profundas e interdependientes: no se puede modificar la cultura escolar tradicional sin modificar la cultura docente tradicional y a la inversa. A su vez, ninguna de ellas puede trans-formarse sin la comprensión y complicidad activa de toda la sociedad. No es posible un mero cam- bio del “rol docente”, impuesto desde arriba; el fortalecimiento profesional de los docentes como agentes de desarrollo y cambio educativo, comunitario y social, implica al mismo tiempo –y junto con ellos– transformar el modelo escolar convencional, un modelo atrasado, rígido y jerárquico, pensado para docentes-ejecutores y docentes-instructores, no para docentes reflexivos, creativos, autónomos, en proceso permanente de aprendizaje.
¿Cómo atraer a los mejores candidatos a la docencia? ¿Cómo retenerlos? ¿Qué debe ofrecerse hoy en la formación/capacitación de los docentes y cómo desarrollar sus competencias profesionales? Todas éstas son preguntas abundantemente formuladas en esta región que permanecen como pre- guntas abiertas y siempre replanteadas a nivel mundial, pues la problemática docente atraviesa
–con dimensiones obviamente distintas– al Norte y al Sur y a cada región y país en particular. Si bien todos coincidimos con los cinco puntos de la “estrategia global” planteada por la OCDE en un reciente informe (Ver Recuadro 14), es evidente que los países de la OCDE y los países del Sur par- timos de realidades bien distintas, que los salarios y condiciones de trabajo de los docentes en los países ricos y con bajos niveles de desigualdad social son muy diferentes a los de los docentes que trabajan en países como los de América Latina, caracterizados por una enorme desigualdad social y una alta conflictividad docente, en los que el tema salarial y las precarias condiciones de enseñanza y de aprendizaje continúan en el centro de la batalla educativa.
R14
Recuadro 14
OCDE: Una propuesta "global" para atraer, capacitar y conservar a profesores eficaces57
• Hacer de la enseñanza una opción profesional atractiva, lo que, por ejemplo, exige mejorar la imagen y el prestigio de esta carrera, así como "la competitividad de las remuneraciones" y de las condiciones de trabajo.
• Reforzar los conocimientos y las competencias de los docentes, lo que pasa por flexibilizar su formación inicial, adap- tarla mejor a las necesidades de los centros escolares y reforzar su perfeccionamiento profesional a lo largo de su carrera.
• Reclutar, seleccionar y emplear a los mejores profesores posibles. Para ello hay que flexibilizar sus condiciones de empleo y dar a los centros de enseñanza más responsabilidades en la selección y gestión del personal.
• Conservar a los docentes de calidad, lo que pasa por la evaluación y recompensa de la eficacia pedagógica y por ofrecerles posibilidades de diversificar su trayectoria profesional.
• Hacer participar a los docentes en la elaboración de la política de educación.
Fuente: OCDE 2004b.
57 El título del informe en inglés es effective teachers, es decir, profesores “efectivos” o “eficaces”, no “eficientes” como consta en la traducción al español, que aquí rectificamos. Confundir eficacia y eficiencia es un error usual.
Defender la inversión en la cuestión docente es una necesidad para la tan mentada revitalización de la educación pública. Avanzar en la dirección deseada implica un giro copernicano y un reno- vado compromiso por parte de todos –Estado, sociedad civil, docentes y organizaciones docentes, agencias y cooperación internacional– a fin de asegurar la voluntad (querer hacer), las competen- cias (saber hacer) y las condiciones (poder hacer) para que los docentes puedan cumplir su papel a satisfacción de todos.
El Estado tiene una responsabilidad como convocante de la voluntad de los docentes (motivación, información, diálogo, consulta), asegurando condiciones y ofertas para un aprendizaje permanente, relevante y de calidad, tanto en la formación inicial como a lo largo del servicio, y favoreciendo las condiciones generales (salarios, tiempo, espacios, mecanismos, materiales, incentivos, etc.) para convertir la docencia en una profesión atractiva, calificada, profesional, incluyendo señales expresas a la sociedad en el sentido de valorar y respaldar la labor docente y dar crédito a su tarea.
La sociedad tiene un rol fundamental como activadora de la imagen pública de los docentes, apo- yando su tarea, colaborando con los docentes, siguiendo de cerca el tema educativo, presionando frente al Estado para que cumpla con sus compromisos en educación y en torno al tema docente de manera específica.
Los docentes están llamados a comprometerse con la profesión que eligen, con la tarea de la ense- ñanza y con el cambio educativo y social. Esto incluye un compromiso con el propio cambio y el propio aprendizaje permanente, con el aprendizaje significativo de los alumnos y con las expecta- tivas depositadas en ellos por los padres de familia y por toda la sociedad.
Las organizaciones docentes necesitan asumir ellas mismas un nuevo rol, menos corporativo, com- binando la protesta con la propuesta y la acción para la revitalización de la educación pública, apo- yando el desarrollo profesional de los docentes y la bandera del aprendizaje como una necesidad permanente, promoviendo la reflexión crítica y la sistematización del saber pedagógico que portan los docentes y la recuperación del ideario docente como un intelectual comprometido con el cambio social, con el desarrollo comunitario, con el presente y el futuro de sus alumnos.
Los organismos internacionales están llamados a respetar y respaldar las políticas nacionales que dan prioridad a la cuestión docente, a combatir las posturas de los organismos financieros que sos- tienen el modelo económico neoliberal, priorizan el pago de la deuda, insisten en la reducción del Estado y de la masa salarial (viendo a los docentes como parte de la burocracia estatal) y desesti- man en general el valor de la educación y la cultura, la complejidad del desarrollo educativo y la especificidad de cada contexto.
11. De la educación básica como educación escolar a la educación básica como educación ciudadana
La importancia de una sólida educación básica y una buena formación general
Fortalecer la sociedad civil y, específicamente, la participación y la demanda educativas, son temas y preocupaciones contemporáneos. En ese marco viene enfatizándose la necesidad de una educa- ción en y para la ciudadanía, en y para el ejercicio de los derechos, que incluya al sistema escolar pero que lo trascienda. Múltiples iniciativas han surgido en los últimos años, en todos los países de la región, inspirados en estas premisas: programas y proyectos y hasta nuevas asignaturas de Educación Ciudadana, Educación Cívica, Educación en Valores, Educación en Derechos, etc. En este contexto, muchas veces se pierde de vista que la propia educación –sin calificativos– es una herra- mienta clave de construcción de ciudadanía, y que una sólida educación básica es la puerta de entrada a la posibilidad de una ciudadanía plena. Necesitamos una población informada, cons- ciente de sus derechos y obligaciones, socialmente solidaria y sensible, políticamente activa, con conciencia a la vez local y global, que participa en la vida comunitaria, se siente co-responsable de los destinos de su país y vota de manera informada y consciente; que cuida su propia salud, la de su familia y la del medio que le rodea; que aprecia y usa de manera significativa la lectura y la escritura para informarse, conocer, comunicarse y actuar; personas seguras de sí mismas, que con- fían en sus propias capacidades y talentos, que saben identificar sus fortalezas y debilidades, que recurren al diálogo y son capaces de argumentar con propiedad; que piensan por sí mismas y de manera crítica; que saben enfrentar los problemas como desafíos, que están listas para seguir aprendiendo para y en el trabajo, para y en la vida.
Como es evidente, todo esto no se aprende sólo en la infancia ni sólo en el sistema escolar. Tampoco se asegura con un determinado número de años de escolaridad, que es como se viene entendiendo el término “educación básica” en la mayoría de países, como una escuela primaria extendida.58 La buena educación básica compete a muchos ámbitos. El mundo del trabajo, del deporte, de la eco- nomía, de la política, de los medios masivos de comunicación, son forjadores importantes de valores y anti-valores, de modelos y anti-modelos a seguir, y su impacto es mucho mayor y permanente que el de cualquier programa ad-hoc de “educación cívica” o de “educación en valores”. La buena escuela no puede sustituir a la familia maltratadora ni la buena familia suplir a la mala escuela ni ambas contrarrestar los efectos des-educadores de una sociedad que exhibe y tolera abiertamente la injusticia, la violencia, la guerra, el abuso de poder, el racismo y el machismo, el autoritarismo, el lucro sin límites, la corrupción, la impunidad. La buena familia y la buena escuela necesitan traba- jar juntas para cambiar esa sociedad. Una obligación principal del buen gobierno con la educación no es sólo asegurar el presupuesto necesario, sino, también, dar ejemplo de aquellos valores y acti- tudes que pregonan y que se reiteran en los currículos escolares, pero que escasean cada vez más en la sociedad y en sus dirigentes: justicia, democracia, honestidad, esfuerzo, transparencia, diálogo, colaboración, respeto a la diversidad, no-discriminación.
La educación básica debe entenderse como educación esencial, fundacional, capaz de satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje de todas las personas (niños, jóvenes y adultos).
Necesidades básicas y necesidades básicas de aprendizaje
Las necesidades básicas de aprendizaje derivan de las necesidades básicas de las personas. Dichas necesidades no son sólo materiales, sino también identitarias, afectivas, espirituales. Así:
• El Desarrollo a Escala Humana (Max-Neff et.al. 1986) identifica nueve satisfactores humanos: 1. supervivencia, 2. identidad, 3. libertad, 4. comprensión, 5. afecto, 6. protección, 7. participación, 8. creación, y 9. ocio.
• El Desarrollo Humano (PNUD) identifica tres capacidades básicas para el desarrollo humano: 1. llevar una vida larga y saludable, 2. saber y 3. tener acceso a los recursos necesarios para un están- dar digno de vida y participar en la vida comunitaria.
• La Conferencia Mundial sobre educación para Todos (1990) identificó siete áreas de satisfacción de necesidades de aprendizaje: 1. sobrevivir, 2. desarrollar las propias capacidades, 3. vivir y traba- jar en dignidad, 4. participar plenamente en el desarrollo, 5. mejorar la calidad de la vida, 6. tomar decisiones informadas, y 7. continuar aprendiendo.
• El Informe de la Comisión Delors (Delors et.al. 1996) identificó cuatro pilares para la educación y el aprendizaje en el siglo XXI: 1. aprender a ser, 2. aprender a hacer, 3. aprender a conocer, y 4. aprender a vivir juntos.
58 El término educación básica se usa de manera distinta en cada país, sobre todo a partir de las reformas de los 90s. Así, por ejemplo, en Argentina la Educación General Básica (EGB) consta hoy de 9 años; en Chile son 6; en el Ecuador, desde 1996 “educación básica” se refiere a 10 años de estudio empezando con el pre-escolar; en Bolivia, la nueva estructura del sistema educativo establecida por la ley de 1994 incluye una Educación Básica de 9 años, incluyendo uno de pre-escolar y 8 de educa- ción primaria.
• Los siete saberes necesarios que la educación debe enseñar y tener en cuenta, según Morin (1999) son:
– Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión (los errores mentales, los errores intelectuales, los errores de la razón, las cegueras paradigmáticas, lo inesperado, la incertidumbre del conocimiento);
– Los principios de un conocimiento pertinente (el contexto, lo global –las relaciones entre todo y partes–, lo multidimensional, lo complejo, la inteligencia general, la antinomia, los problemas esenciales, disyunción y especialización cerrada, reducción y disyunción, la falsa racionalidad);
– La condición humana (arraigo y desarraigo humano, la condición cósmica, la condición física, la condición terrestre, lo humano del humano, unidualidad, cerebro, mente y cultura, razón, afecto e impulso, individuo, sociedad y especie, la unidad y la diversidad humana, el campo individual, el campo social, diversidad cultural y pluralidad de individuos);
– La identidad terrenal (la era planetaria, el legado del siglo XX, la herencia de muerte, las armas nucleares, los nuevos peligros, la muerte de la modernidad, la esperanza, el aporte de las contra- corrientes, el juego contradictorio de las posibilidades, la identidad y la conciencia terrenal);
– Enfrentar las incertidumbres (la incertidumbre histórica, la incertidumbre de lo real, la incerti- dumbre del conocimiento, las incertidumbres y la ecología de la acción, riesgo y precaución, fines y medios, acción y contexto, la impredecibilidad a largo plazo, la apuesta y la estrategia);
– Enseñar la comprensión (las dos comprensiones, una educación para los obstáculos a la compren- sión, el egocentrismo, etnocentrismo y sociocentrismo, el espíritu reductor, la ética de la compren- sión, el « bien pensar », la introspección, la conciencia de la complejidad humana, la apertura sub- jetiva –simpática– hacia los demás, la interiorización de la tolerancia, comprensión, ética y cultura planetarias);
– La ética del género humano (el individuo y la sociedad: enseñar la democracia, democracia y com- plejidad, el futuro de la democracia, el individuo y la especie: la ciudadanía, la humanidad como destino planetario).
Las necesidades básicas de aprendizaje (a) varían según la edad, el género, el contexto socio-eco- nómico y cultural y (b) cambian a lo largo del tiempo, a medida que cambian las realidades, los conocimientos y las personas.
La alfabetización, en el corazón de la educación básica
En el corazón de la educación básica sigue estando la alfabetización, una necesidad y una herra- mienta básica de aprendizaje de niños, jóvenes y adultos, que se desarrolla y utiliza dentro y fuera del sistema escolar y que se relaciona con todos los pilares de la educación.
No obstante su importancia:
• La alfabetización sigue siendo negada a más de 900 millones de jóvenes y adultos en todo el mundo y a 41 millones en América Latina y el Caribe, lo que equivale aproximadamente a un 13% de la población de 15 años y más en esta región.59 Es importante recalcar que estas cifras se refie- ren solamente al llamado analfabetismo absoluto, es decir, el autodeclarado en censos y encuestas por aquellas personas que por lo general no han ido a la escuela.60 El analfabetismo funcional
–“leer” sin comprender, “escribir” sin lograr comunicar las ideas con claridad y propiedad, y, por ende, no estar en capacidad de manejar la lectura y la escritura como para aprovecharlas efectiva- mente en la vida real– afecta a una parte significativa de la población joven y adulta en todo el mundo y en esta región específicamente, según reveló un estudio realizado por la UNESCO-ORE- ALC en siete países latinoamericanos en la década de 1990 (Infante 2000). Este y otros estudios con- cluyen que hoy (a) se requiere cuando menos 6-7 años de escolaridad para manejar el código de la lectura y escritura, y 12 para un dominio pleno; y que (b) la escolaridad por sí sola no garantiza ni manejo ni dominio de la lectura, la escritura y las matemáticas, y que la alfabetización funcional sólo puede adquirirse si el lenguaje escrito se usa de manera significativa fuera del sistema escolar, en contextos familiares, laborales y sociales (OECD/Statistics Canada 1997, 2000).
Cuando se habla de estadísticas de “analfabetismo”, en verdad se está hablando de analfabetismo absoluto. El analfabetismo funcional no está cuantificado ni asumido en las estadísticas oficiales de los países. Incluso el ÍIndice de Educación del Índice del Desarrollo Humano calcula de un modo dis- tinto la alfabetización para los países “en desarrollo” (tasa de alfabetización absoluta) y para los países “desarrollados” o industrializados (tasa de alfabetización funcional).61
• En la alfabetización inicial, misión por excelencia de la escuela, radica hoy el más grave fracaso esco- lar, la fuente más importante de repetición escolar en los primeros grados de la escuela (y, como tal, facilita la probable deserción) y una fuente de frustración tanto para los alumnos, como para los docentes y los padres de familia. El analfabetismo no sólo está vinculado a la falta de acceso a la escuela, sino también al acceso a la mala escuela y a la falta de un clima general de aprecio y estí- mulo hacia la lectura y la escritura en la familia, la comunidad y la sociedad. Todas las pruebas nacio- nales, regionales e internacionales de rendimiento escolar vienen revelando que la lectura y la escri- tura –base esencial del éxito escolar, de todo aprendizaje ulterior y del acceso a las modernas TIC– permanecen como área crítica de los sistemas escolares y de la educación básica de la población.
• Desde hace tiempo sabemos que el campo de la adquisición, desarrollo y uso de la lectura y la escritura requiere una renovación profunda, tanto epistemológica como conceptual y pedagógica (Ferreiro 1979, 1989, 1994, 2003). Muchos esfuerzos vienen haciéndose en esta línea, sobre todo en el campo de los aprendizajes pre-escolares y escolares. El desafío no es reducir la tasa de analfa- betismo adulto o la tasa de repetición escolar, sino asegurar las condiciones sociales, culturales y pedagógicas para que niños, jóvenes y adultos aprendan a leer y escribir con gusto, utilicen y desarrollen ese conocimiento de manera significativa en su vida diaria. Aprender a leer y escribir debe plantearse no ya como un objetivo del primer grado de la escuela, sino de toda la educación básica. Esta no es tarea exclusiva para el sistema escolar, sino para el sistema social en su conjunto. (Ver Recuadro 15).
59 Hay importantes diferencias entre países (y dentro de cada país entre población indígena/no indígena, mujeres/hombres, zonas rurales/urbanas y diversos grupos de edad). Argentina, Bahamas, Chile, Costa Rica, Cuba, Guyana, Trinidad y Tobago, y Uruguay tienen índices de analfabetismo menores al 5%; Jamaica, Perú, Ecuador, México, Colombia, Panamá, Venezuela, Paraguay y Surinam entre 7% y 15%; Haití, Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Rep. Dominicana, Bolivia y Brasil tie- nen índices elevados, entre 16% y 53% (PRIE 2002).
60 También las estimaciones de costos se limitan al analfabetismo absoluto. Según la CEPAL, eliminarlo en la región para el
2015 requiere 6.900 millones de dólares (4.6% del total de los recursos adicionales necesarios), atendiendo a 2.9 millones de personas por año, la mayoría de las cuales se concentran en dos grandes países: Brasil y México (CEPAL/UNESCO-OREALC 2005).
61 Chile, el único país latinoamericano que participó en el estudio realizado por el IALS (Internacional Adult Literacy Survey), obtuvo resultados inesperadamente bajos pese al alto índice de alfabetismo en el país (95%), menos del 20% de los adultos alcanzó el nivel de alfabetización establecido por la OCDE como “necesario para atender las demandas laborales de una sociedad compleja y avanzada” (OECD/ Statistics Canada. 2000).
R15 Recuadro 15
Alfabetización para Todos: una visión renovada
Visión convencional
El analfabetismo como patología social y responsabilidad individual.
La alfabetización como la panacea para el desarrollo y el cambio social.
La meta es “erradicar el analfabetismo”, “bajar los índices de analfabetismo”, etc.
La alfabetización asociada únicamente con jóvenes y personas adultas.
La alfabetización asociada con grupos al margen de la escuela y con programas no-formales.
La alfabetización infantil y la alfabetización de jóvenes y adultos vistas y desarrolladas como campos separados.
La alfabetización centrada en el punto de vista de la enseñanza.
La alfabetización entendida como el logro de un nivel inicial, básico, elemental.
La meta aspira a la adquisición de la alfabetización.
La alfabetización separada de la educación básica (“alfa- betización y educación básica”).
La adquisición y el desarrollo de la alfabetización asocia- dos con un período específico en la vida de una persona.
La adquisición de la alfabetización como meta del primer grado o de los dos primeros grados de la escuela primaria.
La alfabetización asociada únicamente con el lenguaje escrito y los medios impresos.
Búsqueda de un método de alfabetización válido en general y para todos los casos.
La alfabetización como un área específica del currículo escolar (la asignatura Lenguaje).
La alfabetización asociada sólo con instrumentos con- vencionales (típicamente, papel y lápiz).
La alfabetización como responsabilidad sólo del Estado o sólo de la sociedad.
Visión renovada
El analfabetismo como fenómeno estructural y respon- sabilidad social.
La alfabetización en el contexto de intervenciones edu- cativas y socio-económicas más amplias.
La meta es crear ambientes y sociedades letradas.
La alfabetización asociada con la infancia, la juventud y la edad adulta.
La alfabetización como un proceso de aprendizaje que tiene lugar tanto dentro como fuera de la escuela.
La alfabetización infantil y la alfabetización de jóvenes y adultos articuladas dentro de un marco y una estrategia integradas de política.
La alfabetización centrada en el punto de vista del aprendizaje.
La alfabetización entendida como alfabetización funcio- nal (la alfabetización, para ser llamada tal, debe ser sig- nificativa y funcional).
La meta incluye la adquisición, el desarrollo y el uso efectivo de la alfabetización.
La alfabetización vista como un componente integral de la educación básica.
La alfabetización entendida como un proceso de apren- dizaje que dura y se perfecciona a lo largo de toda la vida.
La adquisición de la alfabetización como una meta al menos de toda la educación primaria.
La alfabetización entendida como desarrollo de la expre- sión y la comunicación tanto oral como escrita, con una visión del lenguaje como totalidad (hablar, escuchar, leer, escribir).
Comprensión de que no existe un método único o uni- versal de alfabetización.
La alfabetización a lo ancho del currículo escolar.
La alfabetización asociada con instrumentos convencio- nales, pero también con instrumentos modernos (papel y lápiz, teclado y tecnologías digitales, etc.).
La alfabetización como responsabilidad conjunta del
Estado y la sociedad.
Elaboración: R.M.Torres para UNESCO, Documento Base-Década de las Naciones Unidas para la Alfabetización (2003-2013).
Hacia una educación básica como educación ciudadana
Entendida de este modo amplio, la educación básica pasa a ser educación ciudadana, una educación que prepara en y para el ejercicio activo de la ciudadanía, desde la infancia hasta la edad adulta. Ella integra las múltiples educaciones que suelen aparecen como temas aislados o “transversales”: educación para la salud, para la sexualidad, para el trabajo, para la paz, para la resolución de con- flictos, para la convivencia, para la defensa del medioambiente, para el desarrollo sustentable, para la participación, etc. Todas éstas son, en verdad, dimensiones constitutivas de una educación básica sólida e integral.
Avanzar hacia una educación básica y una formación general para todos implica:
a) Reconocer que todos –niños, jóvenes y adultos– tienen necesidades básicas de aprendizaje que resolver, dentro y fuera del sistema escolar, a lo largo de toda la vida y que dichas necesidades difie- ren entre grupos y personas y cambian a lo largo del tiempo. De este reconocimiento se desprende la necesidad de estrategias y modelos diversificados, para responder a la especificidad de cada grupo.
b) Partir de la identificación de las necesidades básicas de aprendizaje de la población y de los gru- pos a atender en cada caso como insumo fundamental para (I) diseñar contenidos, estrategias y medios de enseñanza adecuados a esas necesidades específicas y (II) identificar recursos o espacios aprovechables a nivel comunitario. Ya no es posible seguir asumiendo que “ya sabemos” lo que hay que saber, lo que niños, jóvenes y adultos deben aprender y que todo ello debe aprenderse en la escuela. Ni es cierto que sabemos, ni es cierto que un buen currículo se arma únicamente a partir del deber ser, sino que resulta de una transacción entre lo que cada persona quiere aprender y aquello que, desde algún criterio externo, alguien decide que debe aprender, cómo y cuándo. El típico desinterés por la matemática o por la historia puede cambiar a medida que el alumno des- cubre su interés en otras áreas. Un programa de alfabetización no tiene por qué empezar necesa- riamente por la lectura y la escritura, cuando muchas personas adultas tienen a menudo más interés en aprender a calcular por escrito; la alfabetización puede ser punto de llegada más que de partida. Un taller de artesanía puede llevar al aprendizaje de la contabilidad. Los docentes pueden sentirse más cómodos aprendiendo acerca de los derechos de los niños si son interpelados en su calidad de padres y madres de familia, antes que en su calidad de docentes.
c) Ampliar las necesidades de aprendizaje percibidas, en tanto misión fundamental de la educa- ción, especialmente en el trabajo educativo con quienes enfrentan las condiciones más desventa- josas –los pobres, los más excluidos de fuentes y oportunidades de información y conocimiento–, cuyas necesidades percibidas de aprendizaje son por lo general limitadas y quienes tienen más difi- cultades para traducir dichas necesidades en demandas efectivas.
d) Poner en el centro el desarrollo del lenguaje en sus cuatro funciones básicas: hablar, escuchar, leer y escribir, pues todas ellas están interrelacionadas puesto que de este aprendizaje básico dependen muchos aprendizajes ulteriores. Aprender a leer y escribir no son sólo herramientas de expresión y comunicación, sino herramientas de pensamiento.
e) Diversificar y flexibilizar la oferta educativa –calendario, horarios, espacios, contenidos, métodos, medios, recursos, etc.– a fin de adecuarla a las necesidades y motivaciones de quienes aprenden y a las condiciones y posibilidades que ofrece el contexto, así como articular el potencial de todos los medios y espacios de aprendizaje disponibles a nivel local.
f) Compensar las desigualdades en las zonas y grupos que enfrentan las condiciones más adversas, a fin de evitar el círculo vicioso de pobre educación para los pobres. La “compensación” incluye la necesidad de una amplia oferta cultural que permita el acceso (fijo o itinerante) a medios de comu- nicación, bibliotecas, cine, teatro, música, museos, exposiciones, galerías de arte, circo, etc. Estados y gobiernos locales, así como movimientos sociales y otras organizaciones de la sociedad civil, deben asumir la responsabilidad de diseñar, ejecutar y vigilar la ejecución de políticas y programas genuinamente inspirados no sólo en la justicia educativa, sino en la justicia económica y social.
12. De adecuarse al cambio a incidir sobre el cambio
¿De qué cambio estamos hablando?
La palabra “cambio” es hoy lenguaje común de las agencias internacionales y gobiernos de todo signo. No obstante, ni el cambio ni la innovación ni la reforma –términos que saturan hoy el campo de la educación– son buenos por sí mismos: todo depende de la orientación y el sentido de los cambios propuestos.
Nos dicen que estamos viviendo un cambio de era (Hobsbawm 1994) y una era de cambio verti- ginoso en todos los órdenes. “Adaptarse al cambio” es la consigna para la educación del modelo liberal predominante. En estos tiempos, se le pide a la educación preparar a las nuevas genera- ciones ya no para transformar su realidad, sino para acomodarse a ella. Pero adaptarse al cambio en el mundo actual significa aceptar la realidad masiva de injusticia y desigualdad como precio de la “globalización”. Hoy más que nunca la educación debe recuperar su potencial transformador y preparar a las personas y a las comunidades para anticipar el cambio, controlarlo y orientarlo hacia la construcción de otro mundo posible en el que prevalezcan la justicia, la dignidad, la demo- cracia y la paz. En este sentido, a los cuatro pilares para la educación del futuro propuestos por la Comisión Delors (1996) –aprender a ser, a conocer, a hacer, y a convivir con otros– habría que agre- gar un quinto pilar: aprender a cambiar.
Atrás han quedado los objetivos y fines de la educación que hablaban de concienciación, emancipa- ción, liberación, desarrollo del pensamiento crítico y la autonomía, y de valores como la honestidad, la cooperación y la solidaridad. Hoy se apela a la integración y a la adaptación en un mundo que lidia con la disgregación social, la violencia, la intolerancia, la guerra y la naturalización de la pobreza.
La lista de “valores del futuro” que despliegan las grandes empresas y que se han generalizado como indispensables para aspirar a competir en el mercado de trabajo, incluye cuestiones como: buena presencia, habilidades sociales o inteligencia emocional, liderazgo, flexibilidad, capacidad para trabajar en equipo y para trabajar bajo presión, espíritu emprendedor, autonomía, creatividad, capacidad para resolver problemas. Manejar la computadora y manejar varios idiomas (el inglés en primer lugar para los no-angloparlantes) han pasado a convertirse asimismo en necesidades básicas de aprendizaje. Estos valores, comportamientos y habilidades deseados desde la lógica de la empresa no son buenos ni malos por sí mismos; todo depende de en función de qué tipo de persona y qué tipo de sociedad se promuevan.
Lidiando con la complejidad: tensiones no es lo mismo que opciones
El campo educativo se ha caracterizado tradicionalmente por una comprensión dicotómica de la realidad y del propio campo. Típicamente, los problemas y sus soluciones tienden a verse en términos de disyuntivas y opciones binarias, antes que como tensiones a resolver. Algunos pares clásicos manejados en la literatura educativa son: gubernamental/no-gubernamental, Estado/socie- dad civil, público/privado, urbano/rural, oferta/demanda, niños/adultos, hombres/mujeres, canti- dad/calidad, teoría/práctica, enseñar/aprender, dentro/fuera de la escuela, educación formal/no- formal, educación básica/superior, educación/capacitación, centralización/descentralización, lo administrativo/lo pedagógico, contenidos/métodos, formación inicial/en servicio, presencial/a dis- tancia, diseño/ejecución (de políticas, programas, proyectos), etc. Un nuevo par se ha agregado en la última década: lo real/lo virtual.
Desde esta mentalidad binaria, la planificación educativa y la propia concepción de la innovación se mueven pendularmente, es decir, pasando de un polo al otro. Cinco ejemplos concretos de la historia reciente:
• Frente a la tradicional relación vertical maestro-alumnos, caracterizada como una relación unila- teral y autoritaria, se planteó la necesidad de una relación horizontal maestro-alumnos, lo que llevó a algunas tendencias dentro del movimiento de la Educación Popular a negar la necesaria directividad –que no autoritarismo– de la educación;62
• Frente al “énfasis en la enseñanza” se planteó el “énfasis en el aprendizaje”, las pedagogías acti- vas y “los alumnos en el centro”, lo que condujo a muchos a olvidarse de la importancia de la ense- ñanza y de los docentes;
• La (falsa) disyuntiva entre contenidos y métodos se ha expresado, en el campo de la forma- ción/capacitación docente, como una (falsa) disyuntiva entre formación general y formación peda- gógica, descuidándose por lo general esta última, en lugar de buscar el necesario balance y arti- culación entre ambas;
• Muchos males del sistema escolar fueron atribuidos a la centralización, esperándose soluciones automáticas (que no eran posibles ni han llegado) en la descentralización;
• A fin de destinar más recursos a la educación primaria se recomendó y decidió restar recursos a la educación secundaria y, sobre todo, a la educación superior, con el subsiguiente deterioro de estos niveles y su impacto negativo sobre la propia educación primaria (al no comprenderse que el sistema educativo funciona como tal y que los docentes y administradores se forman en los niveles superiores del sistema).
A las tensiones propias del mundo de la educación se agregan las grandes contradicciones y ten- siones de la sociedad en cada momento histórico. Las tensiones de la educación a inicios del siglo XXI destacadas por el Informe Delors (1996) y por otros autores contemporáneos (Ver Recuadro 16) no son disyuntivas sino, precisamente, viejas y nuevas tensiones con las que debe lidiar todo pro- yecto educativo y de tranformación social. Un niño que vive en ambiente rural necesita comprender también el mundo urbano, y a la inversa. Lo local y lo global son hoy dimensiones que atraviesan el quehacer de todos, desde el aula de clase hasta los despachos gubernamentales: la buena edu- cación ayuda a desarrollar en los alumnos conciencia local y conciencia global y a comprender sus interrelaciones; el buen gobierno no puede perder contacto con la realidad doméstica pero debe mantenerse activo en el terreno internacional. El corto y el largo plazo se necesitan mutuamente; los tiempos políticos presionan hacia los cortos plazos pero la educación tiene que ver con la espe- ranza, las expectativas y los proyectos de futuro y, por ende, con el mediano y el largo plazo, pero también con el ahora porque cada día se juegan la motivación, los avances, la posibilidad de la satisfacción o de la frustración.
62 Dicha “horizontalidad” se asoció en su momento al pensamiento de Paulo Freire y a la célebre frase: “Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo”. No obstante, en una entrevista personal con Freire, él se distanció de esta postura: “Cuando uno, como educador, dice que es igual a su educando, o es mentiroso y dema- gógico, o es incompetente. Porque el educador es diferente del educando por el hecho mismo de que es educador. Si ambos fueran iguales, uno y otro no se reconocerían mutuamente (…) Por tanto, no existe una educación no-directiva, y esto ya está dicho en la Pedagogía del Oprimido” (en: Torres 1986:42).
La educación escolar convencional se ha caracterizado por ser una educación de la cabeza para arri- ba y por eso la insistencia en la necesidad de una educación integral que vea a cada persona en su totalidad y unicidad: mente y cuerpo, materia y espíritu, conocimientos y creencias. Lo individual no se opone a lo colectivo, ni la cooperación a la competencia, ni el saber común al saber científi- co o elaborado, ni lo particular a lo universal, ni tradición a modernidad, si la pedagogía sabe apro- vechar (no sólo aceptar) las diferencias y lidiar creativamente con las tensiones. Más que separar y optar, se trata de integrar todos estos pares, por supuesto no sólo desde la pedagogía, sino desde los marcos teóricos en los que viene moviéndose la educación, desarrollando el pensamiento dia- léctico, el pensamiento complejo (Morin 1999, 2004).
R16
Recuadro 16
Tensiones de la educación a inicios del siglo XXI
1. Lo mundial y lo local.
2. Lo universal y lo singular.
3. Tradición y modernidad.
4. Largo plazo y corto plazo.
5. Competencia e igualdad de oportunidades.
6. Desarrollo de los conocimientos y capacidades de asimilación del ser humano.
7. Lo espiritual y lo material.
Fuente: Delors et.al. 1996
Reflexiones generales sobre la educación y sus tensiones
1. La naturaleza del hecho educativo.
2. La educación es cosa de todos.
3. La educación es un derecho de todos y debe poder ser ejercido a lo largo de toda la vida.
4. La historicidad del hecho educativo
5. La politicidad del hecho educativo.
6. La escasa autonomía del hecho educativo.
7. Como sector social, la educación ha de constituir un sistema.
8. La educación se orienta conforme a valores, característica que generalmente crea tensiones.
9. La educación pública debe disponer de los medios necesarios.
10. La gravitación educativa de ciertos temas ocasionales y transversales.
11. El alumno en el centro del proceso, pero el educador es también esencial.
Fuente: Soler Roca 2004
¿Incidir sobre la política educativa?
“Incidir sobre la política educativa” es una bandera que viene levantándose desde diversos sectores en los últimos años. En la última década han surgido observatorios nacionales para la educación en distintos países63 y, con la ayuda de las modernas tecnologías, han venido multiplicándose los foros y otros espacios de intercambio y debate a nivel nacional e internacional. La ciudadanía se interesa y participa cada vez más en estos espacios. “La política educativa”, hasta hace no mucho considerada territorio de gobiernos y agencias internacionales, ha empezado a concitar la atención de instituciones y redes académicas, movimientos sociales, ONGs, sindicatos y asociaciones docentes, etc. Todo esto es un paso muy importante y promisorio: que los educadores y los educandos miren más allá del aula, los directores y supervisores más allá de la escuela, la escuela más allá del sistema escolar, las organizaciones sociales más allá de sus respectivos programas y proyectos, que cada quien –en fin– mire más allá de “lo suyo”. En cada país y a nivel regional e internacional, todos –Estado y sociedad civil– tenemos la posibilidad y la responsabilidad de informarnos, opinar y actuar sobre las decisiones que afectan a la educación en sentido amplio.
No obstante, como se ha reiterado en este documento y a lo largo de estas 12 tesis para el cambio edu- cativo, para incidir sobre la educación no basta con incidir sobre la política educativa. Ello porque:
(a) la “política educativa” se reduce por lo general a la política escolar y, dentro de ésta, a la edu- cación pública, dejándose de lado las otras educaciones y los otros sistemas educativos que orga- nizan los aprendizajes en toda sociedad: la familia, los medios de información y comunicación, el mundo del trabajo, los espacios de participación, etc;
(b) las condiciones para hacer efectivo (o no) el derecho al aprendizaje de todos no tienen que ver únicamente con la política educativa, sino, sobre todo, con la política económica y la política social en su conjunto;
(c) “las políticas” –y la política educativa concretamente– se plantean como medidas macro con efectos esperados a mediano y largo plazo, mientras que las necesidades y las expectativas de la gente se juegan en lo inmediato, con plazos que no pueden esperar.
Incidir sobre la educación implica por eso incidir sobre todas las políticas pero fundamentalmente sobre las mentalidades y las prácticas en y desde todos los ámbitos: desde el Estado y desde la socie- dad civil, desde los organismos internacionales, desde el aula y la escuela, desde la familia, desde la comunidad y la organización comunitaria, desde los medios masivos de información y comuni- cación, a nivel local, nacional, regional y mundial. Si bien son educandos y educadores los sujetos principales y directos de la enseñanza y el aprendizaje, una parte importante de lo que ocurre en cada escuela, en cada barrio y en cada comunidad en términos de oportunidades de aprendizaje para todos, es el resultado acumulado de múltiples decisiones y condiciones que se generan a todos los niveles y de las cuales todos somos co-responsables.
63 Como experiencias pioneras en la región destacamos al Foro Educativo en Perú (creado en 1992) y al Observatorio Ciudadano de la Educación (OCE) en México (creado en 1999).
Ver: Foro Educativo http://www.foroeducativo.org.pe/ y OCE http://www.observatorio.org/
TESIS PARA EL CAMBIO EDUCATIVO Y SUS IMPLICACIONES PARA LA INCIDENCIA EN POLÍTICAS PÚBLICAS
1. El ALIVIO DE LA POBREZA
2. La educación como POLÍTICA SECTORIAL
3. El predominio de los criterios ECONÓMICOS
4. La AYUDA INTERNACIONAL
5. La ESCUELA
6. El derecho a la EDUCACIÓN
7. El derecho al ACCESO
8. El derecho al APRENDIZAJE
9. La escuela
10. La CAPACITACIÓN DOCENTE
11. De la EDUCACIÓN BÁSICA COMO EDUCACIÓN ESCOLAR
12. ADECUARSE al cambio el DESARROLLO la educación como POLÍTICA TRANSECTORIAL una visión INTEGRAL de cuestión educativa una auténtica COOPERACIÓN INTERNACIONAL la EDUCACIÓN el derecho a la BUENA EDUCACIÓN el derecho al APRENDIZAJE el derecho al APRENDIZAJE A LO LARGO DE TODA LA VIDA la COMUNIDAD DE APRENDIZAJE La CUESTIÓN DOCENTE la EDUCACIÓN BÁSICA COMO EDUCACIÓN CIUDADANA INCIDIR sobre el cambio Alternativas de desarrollo surgidas desde la propia región y países.
Sinergia de sectores, instituciones y saberes sectoriales.
Visión sistémica de lo educativo.
Replantear el modelo convencional de cooperación.
Estrategia integrada: educación dentro y fuera del sistema escolar.
- Calificación de la oferta educativa, educación ciudadana y formación docente en torno a la buena escuela, la buena enseñanza, el buen aprendizaje, el aprendizaje a lo largo de toda la vida.
- Generación de experiencias demostrativas. Generación y difusión de experiencias
demostrativas.
Trabajo político, de capacitación y difusión.
Educación ciudadana. Propuesta de políticas alternativas.
Investigación-acción, debate, educación ciudadana, formación docente, generación de experiencias demostrativas.
Hasta mediados de 1980, cuando las ideas de desarrollo y progreso marcaban los idearios de futu- ro, se pensaba que el cambio social en favor de las mayorías era posible, que había una ruta que llevaría al mismo tarde o temprano, y que la educación norteaba esa ruta. Hoy, se han achicado las expectativas de los pueblos y aunque nuestros países se siguen llamando eufemísticamente “países en (vías de) desarrollo”, el Desarrollo quedó atrás como paradigma y ha sido sustituido por el “Alivio de la Pobreza” como gran meta para el Sur en los próximos años.
De la idea de progreso hemos pasado a la de la contención de la catástrofe y reparación de los daños. En ese marco, la educación ha pasado a ser vista como una “estrategia para aliviar la pobre- za”, ya no como un componente fundamental del desarrollo y el empoderamiento personal y social. Es esencial y urgente recuperar la posibilidad y el derecho al desarrollo de nuestros pue- blos, la aspiración no sólo a aliviar la pobreza, sino a eliminarla y a asegurar una distribución más equitativa de la riqueza en el mundo, en esta región y en cada país, base fundamental de una democracia auténtica. En ese marco, es esencial resituar a la educación como motor del desarrollo humano.
El empobrecimiento de los objetivos y metas para la educación
El empobrecimiento de los objetivos y las metas del desarrollo impregna todo y se refleja clara- mente en el campo educativo: del derecho a la educación hemos pasado a la educación como herramienta de desarrollo, de la educación para el desarrollo a la educación para el alivio de la pobreza, de la educación para la vida a la educación para el trabajo, de la calidad de vida a la “sub- sistencia” (“livelihoods” en inglés), de la formación docente a la capacitación docente, de la edu- cación básica para todos (Educación para Todos, 1990-2015) a cuatro años de escolaridad (Objetivos de Desarrollo del Milenio, 2000-2015), del histórico objetivo de eliminar el analfabetismo a la modesta y siempre postergada aspiración a reducirlo a la mitad (Educación para Todos) e incluso a su desaparición en la Agenda del Milenio (ver Recuadro 2).
R3 Recuadro 3
Comparación entre las metas de la Educación para
Todos y los Objetivos de Desarrollo del Milenio para la educación
Educación para Todos (Jomtien) 2000-2015
UNESCO/UNICEF/Banco Mundial/FNUAP
1. Expansión de la asistencia y las actividades de desarro- llo de la primera infancia, incluidas las intervenciones de la familia y la comunidad, especialmente para los niños pobres, desasistidos e impedidos.
2. Acceso universal a la educación primaria (o a cualquier nivel más alto considerado "básico") y terminación de la misma, para el año 2000.
3. Mejoramiento de los resultados del aprendizaje de modo que un porcentaje convenido de una muestra de edad determinada (por ejemplo, 80% de los mayores de 14 años) alcance o sobrepase un nivel dado de logros de aprendizaje considerados necesarios.
4. Reducción de la tasa de analfabetismo adulto a la mitad del nivel de 1990 para el año 2000. El grupo de edad ade- cuado debe determinarse en cada país y debe hacerse sufi- ciente hincapié en la alfabetización femenina a fin de modificar la desigualdad frecuente entre índices de alfabe- tización de los hombres y de las mujeres.
5. Ampliación de los servicios de educación básica y de capacitación a otras competencias esenciales necesarias para los jóvenes y los adultos, evaluando la eficacia de los programas en función de la modificación de la conducta y del impacto en la salud, el empleo y la productividad.
6. Aumento de la adquisición por parte de los individuos y las familias de los conocimientos, capacidades y valores necesarios para vivir mejor y conseguir un desarrollo racio- nal y sostenido por medio de todos los canales de la edu- cación –incluidos los medios de información modernos, otras formas de comunicación tradicionales y modernas y la acción social– evaluándose la eficacia de estas interven- ciones en función de la modificación de la conducta.
Fuente: Educación para Todos http://www.unesco.org/education/efa/index.shtml
Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015
Naciones Unidas/OCDE/FMI/Banco Mundial
1. Alcanzar la meta de la Educación Primaria Universal. Garantizar que para el 2015 niños y niñas de todo el mundo sean capaces de completar el ciclo de educación primaria. (“proporción de alumnos que ingresan al primer grado y llegan al quinto grado”).
2. Promover la igualdad entre los géneros y empoderar a las mujeres. Eliminar la disparidad entre los géneros en la educación primaria y secundaria, preferentemente para el 2005 y en todos los niveles de la enseñanza a más tardar para el 2015.
Fuente: Objetivos de Desarrollo del Milenio http://www.developmentgoals.org/
Elaboración: R.M.Torres
La agenda internacional del desarrollo está actualmente centrada en el alivio de la pobreza. Sin embargo, la pobreza no es por sí misma el problema; es apenas la manifestación de un problema. El problema es el modelo político, económico y social que produce y reproduce la injusticia eco- nómica, social y educativa. La pobreza no es una catástrofe natural, sino una catástrofe social, cons- truida históricamente por quienes detentan el poder político y el poder económico a nivel mundial, nacional y local, haciendo valer sus intereses por encima de los intereses del conjunto de la sociedad. La desigualdad social y la injusta distribución de la riqueza en cada país y en el mundo no se resuel- ven con filantropía, con préstamos o donaciones internacionales, ayuda humanitaria o políticas compensatorias para los pobres, sino con cambios profundos en el sistema mundial, con otra rela- ción Norte-Sur y otro modelo de cooperación internacional, con otro modelo económico y otra política social, con crecimiento económico acompañado de un proyecto de desarrollo humano con democracia y soberanía.
En América Latina y el Caribe, la desigualdad se enquista en lugar de ceder. No hay desarrollo ni democracia posible si esta situación persiste, no hay posibilidad de avanzar con calidad y equidad en educación en contextos de gran polaridad e injusticia económica y social. Como lo revelan los resultados escolares de pruebas internacionales como el TIMSS o PISA, hay una correlación directa entre desigualdad socio-económica y desigualdad educativa no sólo a nivel de cada familia, sino de cada país como un todo.22 En otras palabras, un contexto nacional favorable e igualitario y un alto Índice de Desarrollo Humano inciden sobre cada contexto local, sobre cada escuela, sobre cada cen- tro de alfabetización. En países con altos niveles de desigualdad social pueden construirse islas de calidad en medio de la pobreza, experiencias localizadas que no llegan a crear masa crítica, mucho menos a generalizarse. En el contexto mundial, Finlandia, el país con uno de los IDH más altos del mundo y con el índice más bajo de corrupción percibida, es el país que obtuvo los mejores resul- tados escolares en la prueba PISA 2000. En el contexto latinoamericano, Cuba, el país con mejor distribución del ingreso en la región, es el que obtuvo los mejores resultados escolares en el primer estudio comparativo latinoamericano (español y matemáticas en tercero y cuarto grados) coordi- nado por UNESCO-OREALC (LLECE 1998).23
Retomar la vía del desarrollo implica pues no sólo lidiar con la extrema pobreza, sino con la extrema riqueza, con el enriquecimiento desmedido, el lícito y el ilícito, con sus artífices, causas y costos sociales. Esto implica penetrar en las estructuras económicas, políticas y sociales de nuestro tiempo y desafiar los sentidos comunes que naturalizan y justifican la coexistencia entre la opulencia y la miseria.
En este sentido, quizás la mayor fortaleza y potencial de la Agenda del Milenio es precisamente su carácter multisectorial. La Agenda adopta un enfoque holístico, en el que “los Objetivos tienen que verse como un todo indivisible”. El desafío es entonces aprovechar esta agenda y este impulso, adaptar los objetivos y las metas a las especificidades de cada región y de cada país, imprimirles un carácter transformador antes que preservador de lo existente, y luchar, en ese marco, por una agen- da educativa más amplia, resituando a la educación como un eje transversal del desarrollo.
22 “En los países donde hay un alto grado de segregación socio-económica, los alumnos de entornos socio-económicos desfa- vorables tienen un rendimiento más bajo” (OCDE/PISA 2000: 20).
23 Ver en la bibliografía los informes de LLECE, PISA y TIMSS. Ver asimismo el Anexo 3.
2. De la educación como política sectorial a la educación como política trans-sectorial
Suele criticarse a la educación y a los educadores por atrincherarse en un campo cerrado, que tiene históricas dificultades para abrirse a otros sujetos y saberes, para traspasar las paredes del siste- ma escolar. Esto es cierto, pero no es culpa únicamente de los educadores. Todos hablan de la edu- cación como un “sector” bajo la responsabilidad de un único Ministerio (el de Educación), de un único sistema (el sistema educativo) y de un único sujeto (los educadores). Objetivos y metas a nivel nacional e internacional se organizan típicamente por sectores: educación, salud, trabajo, producción, vivienda, medioambiente, etc. Los docentes y quienes defienden la educación pública piden más presupuesto para la educación, de igual modo que cada cual pide más presupuesto para “lo suyo”. Quienes buscan incidir en las decisiones que afectan a la educación se proponen “incidir sobre la política educativa”, sobre el sistema educativo o sobre la institución escolar específica- mente. Quienes aspiran a mejorar las condiciones de enseñanza piensan, en primer lugar, en los docentes y quienes piensan en mejorar las condiciones de aprendizaje de los pobres piensan en becas, subsidios, comedores escolares. Todo, en definitiva, dentro del mismo “sector educativo”.
No obstante, la educación no depende ni se puede cambiar solamente desde adentro de ella misma, pues el grado de desarrollo de un país y las condiciones básicas para aprender y para ense- ñar, dentro y fuera del sistema escolar, no dependen de la política educativa sino de Las Políticas, de La Gran Política en su conjunto. La política económica, la política fiscal, la política social, la polí- tica exterior, la política de cooperación internacional, inciden en la educación tanto o más que aquello que solemos llamar “presupuesto educativo” y “política educativa”. De hecho, el grado de interés de un país en la educación no debería medirse solamente a partir del porcentaje del PIB que el país destina formalmente a educación –como viene haciéndose en las estadísticas conven- cionales– sino del porcentaje del PIB destinado a satisfacer las necesidades básicas de la población
–trabajo, salud, vivienda, bienestar social, seguridad, etc.– pues todas ellas son condiciones fun- damentales para aprender y para enseñar, así como para utilizar productivamente lo aprendido.
La educación es el espejo de una sociedad: en ella se reflejan y a la vez ella condiciona la situación económica, social y política de un país, los valores, la ética, el entramado cultural, las expectativas y aspiraciones de la sociedad, la calidad de su liderazgo, la densidad de sus instituciones, el nivel de conciencia, cohesión y participación social, la presencia o ausencia de un proyecto nacional de media- no y largo plazo. La “política educativa”, por ello, no compete únicamente a un Ministerio, sino que se decide en el conjunto de políticas que afectan a la educación, incluida la política exterior.
Compartimentar la Educación y compartimentar la Economía, naturalizándolas como ámbitos dife- renciados de pensamiento y acción a cargo de sujetos/instancias también diferenciados es funcio- nal al modelo que reproduce la pobreza, la desigualdad y la educación de mala calidad para los pobres.
Los vicios de la mentalidad sectorial
• Impide captar la totalidad y comprender la complejidad, multicausalidad e interdependencia de los fenómenos, a la cual aspira el conocimiento científico y la acción social y política para ser eficaz.
• Compartimentaliza (en vez de articular y buscar la sinergia en) todo: el Estado, la sociedad civil, las políticas, las instituciones, los grupos de presión, la información y el conocimiento, las especia- lidades, la cooperación internacional.
• Fragmenta y debilita el espacio público, atribuyendo roles y ámbitos fijos a cada Ministerio y a sus respectivas contrapartes nacionales e internacionales, impidiendo una visión de conjunto acer- ca del funcionamiento y rol del Estado, de la economía, de la educación, de la “ayuda internacio- nal”, etc.
• Debilita la organización social, pulverizando las identidades y organizándolas por demandas y reivindicaciones específicas, que se hacen y eventualmente satisfacen sectorialmente (los docentes reclaman educación, los campesinos tierra, los desempleados trabajo, las mujeres igualdad de los géneros, etc.) en lugar de integralmente como derechos económicos, sociales y culturales.
• No ve al territorio, a la comunidad local, al país, como un todo; a través del lente sectorial no se puede visualizar como meta el desarrollo comunitario, el desarrollo local, el desarrollo humano.
• Resulta en investigaciones parciales y en intervenciones ineficientes porque limita el horizonte, fijando la mirada en el proyecto, el programa, el corto plazo.
• Fragmenta a la propia educación, generando múltiples “educaciones” (muchas de ellas hoy con- vertidas en los llamados “temas transversales”): educación para la salud, para el trabajo, para la sexualidad, para el medioambiente, para la paz, etc., todas las cuales deben ser consideradas parte de la educación general y de una buena educación básica de toda persona.
La mentalidad sectorial, reforzada hoy por el culto a la especialidad, es un viejo mal alimentado desde todos los lados: agencias internacionales, gobiernos, organismos no-gubernamentales, movi- mientos sociales. Todos están organizados y trabajan por “sectores” temáticos (economía, salud, educación, medioambiente, trabajo, etc.) o bien por edades (primera infancia, edad escolar, jóvenes, tercera edad, etc.) o por identidades (mujeres, poblaciones indígenas, migrantes, discapacitados, desplazados, refugiados, infectados por el HIV/SIDA, etc.). A esto se añade la tendencia hacia la hiperespecialización, que segmenta cada sector en subsectores y cada tema en subtemas. Así, vemos cómo la infancia se fractura cada vez más24: hay programas y políticas sólo para niñas, o para determinadas edades (0-3, 3-6, 5-6, adolescentes, alumnos con “sobre-edad”, etc.), o para deter- minadas identidades (niños trabajadores, niños de la calle, niños en la calle, etc.), todo ello cruza- do además por las usuales distinciones urbano/rural y por las nuevas distinciones pobre/muy pobre (organización de la población por deciles y niveles de pobreza). Este aparato de desmenuzar a las personas, a la realidad y al conocimiento, crea instituciones, políticas, programas, presupuestos, burocracias y especialistas para cada pedazo.
De hecho, es práctica común en las agencias internacionales, gobiernos y organismos de la socie- dad civil, organizar los informes y documentos por temas o sectores. Al funcionario, investigador o consultor especializado en un determinado tema, se le pasa solamente el capítulo referido a ese tema, no el documento completo. Del “experto” se espera que opine sobre un pedazo de la reali- dad y que saque conclusiones e incluso haga recomendaciones únicamente mirando ese pedazo, sin que resulte evidente la necesidad de tener una visión de conjunto (de la realidad, del plan, de la política social y económica, etc.). Muchos aceptan la alienación de esta tarea en nombre de la eficiencia –ahorra tiempo– y la especialidad. No obstante, esta manera de aprehender la realidad y el conocimiento “por retazos” produce informes, políticas, planes y currículos incoherentes, con diagnósticos y propuestas para un “sector” o una materia que contradicen los de otro sector o materia. De todos modos, pocos llegan a percibir estas incoherencias pues, a su vez, sólo leen “su” respectivo capítulo o texto. La aspiración a captar la totalidad y la posibilidad de acceder a ella se aleja cada vez más del ciudadano común e incluso del especialista y queda cada vez más como un privilegio de los círculos cerrados de poder a nivel nacional e internacional.
A la tendencia hacia la (hiper)especialización que ha dominado en los últimos años, viene opo- niéndose hoy la propuesta de volver a la formación general, profundizándola y consolidándola y postergando hasta donde se pueda la elección de una especialidad o de una carrera. La cultura dis- ciplinar viene siendo cuestionada y se avanza cada vez más hacia la trans-disciplina.25 Desde todos los costados, en fin, se afianza la necesidad de recuperar la noción de sistema (la relación entre el todo y las partes), un concepto clave a ser comprendido y trabajado en toda institución y proceso educativo, desde la infancia hasta la edad adulta (Morin 1999).
Avanzar en igualdad y calidad educativas como derecho de todos implica ampliar la visión sectorial y escolar, comprendiendo que se trata de un campo de pensamiento y acción multi- y transectorial. La UNESCO (2005b) no debería seguir insistiendo a los países que no cumplirán con las metas de la Educación para Todos hasta el año 2015 “a menos que cambien sus políticas educativas”, sin men- cionar una palabra acerca de los cambios necesarios en la política económica y en la política social en su conjunto. No debería sorprender que, a pesar de las sucesivas reformas educativas, del cre- ciente endeudamiento externo y de la multiplicidad de políticas y proyectos compensatorios ensa- yados a lo largo de estos años, no se haya dado la esperada “mejoría de la calidad de la educación (pública)”. Mientras no se avance en el “alivio de la pobreza” y la reducción de las desigualdades, la política educativa no puede lograr lo que corresponde asegurar a la política económica y a la política social: escuelas que reciban a alumnos con hogar, alimento, nutrición, salud, vivienda, seguridad física y emocional, ingreso y sustento familiar garantizados.
24 Recordemos que la Convención sobre los Derechos del Niño llama “niño” a alguien desde los 0 hasta los 18 años de edad.
Dentro de este rango caben los que muchos segmentan en niños, adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes.
25 Ver por ejemplo en la bibliografía la “Carta de la Transdisciplinariedad” (Charter of Transdisciplinarity) del CIRET (International
Center for Transdisciplinary Research), que realizó su primer congreso en Portugal en 1994.
El doble filo de la “educabilidad”
En este sentido, el concepto de “educabilidad” introducido por el Banco Mundial en su documento de política educativa de 1996, retomado en tiempos recientes por otros organismos, debe tomarse con cuidado.
La “educabilidad” ha sido el marco para introducir las políticas compensatorias o de “discrimina- ción positiva” hacia sectores pobres, proponiéndose inicialmente intervenciones en tres áreas: nutrición (desayunos o pequeños lunches escolares para atender el “hambre de corto plazo”), salud (recomendándose priorizar las infecciones parasitarias y los problemas de visión y audición, considerados los problemas más comunes y con incidencia directa sobre la asistencia y la capacidad para aprender) y la educación pre-escolar (como estrategia para compensar las desventajas de los alumnos de familias pobres).
Del mismo modo que la “empleabilidad” ya da por inempleable a una porción de la humanidad, la “educabilidad” alberga la posibilidad de considerar que hay personas y grupos educables e ineducables y de atribuir a cada educando y a su familia la responsabilidad de su propio aprendi- zaje, reforzando así la des-responsabilización por parte de los sujetos e instituciones que deben asegurar las condiciones para ello a cada nivel: escuela, sistema educativo, Estado, etc.
El “enfoque sectorial amplio” llega tarde…
Desde fines de 1990 el Banco Mundial viene proponiendo e implementando en los países el lla- mado enfoque sectorial para la educación (sector-wide approach-SWAP), visto como una supera- ción y una rectificación de su anterior enfoque de proyecto, hoy reconocido por el BM como un error (Ver Recuadro 5). El enfoque sectorial puede suponer un avance frente a la pulverización ins- titucional y programática que propulsó la “proyectitis”, pero tiene algunos riesgos, como muestran algunos estudios de caso y como viene señalando la literatura crítica26:
a) tal enfoque viene a sectorializar la educación en un momento en que se reconoce la necesidad de superar los enfoques sectoriales así como la especialización;
b) el “sector” no es tal, pues por lo general se incluye solamente la educación formal, dejando afuera a la educación no-formal e informal; asimismo, por lo general, no se incluyen los tramos inferiores y superiores de la educación (educación inicial o infantil, educación universitaria).
c) ha incrementado el poder del BM sobre las demás agencias internacionales, que se ven compe- lidas a aceptar su hegemonía dentro de un paquete y un pool de recursos.
d) rigidiza la dependencia de los países clientes respecto de las normas y condicionalidades de la cooperación internacional, que pasa a actuar como bloque.
26 Ver entre otros en la bibliografía: Freeman y Doho, 2003; Samoff 2004; Torres 2003.
3. Del predominio de los criterios económicos a una visión integral de la educación27
La lógica económica se ha impuesto y viene dirigiendo al mundo. Esta lógica, aplicada al campo de la educación, ha hecho mucho daño, simplificando la educación y vaciándola de su contenido pedagógico.
Nacionalmente, el presupuesto es hoy el primer convidado a la hora de pensar qué y cómo hacer y la primera gran barrera interpuesta por los funcionarios de los Ministerios de Economía y Finanzas en cada país. Cuando los números anteceden a las ideas limitan el pensamiento, inhiben los sueños y niegan valor a los derechos. No cuenta lo necesario, sino lo posible dados los “escasos recursos disponibles”, siempre escasos para la educación. Lo que no se dice es que el presupuesto y los “recursos disponibles” son, a su vez, resultado de decisiones políticas que incluyen, entre otros, el pago de los intereses de la deuda externa, un abultado gasto militar, la ausencia de refor- mas fiscales que eviten la evasión de impuestos por parte de grandes empresas y de los sectores adinerados, corrupción y despilfarro de los fondos públicos, privilegios y asignaciones presupues- tarias basadas en cálculos políticos y electorales. Habría muchos más recursos disponibles para la educación y otros derechos básicos de la población, si gobiernos y agencias internacionales de cooperación trabajaran juntos pensando en las necesidades e intereses de los pueblos, antes que en su propia reproducción.
27 Algunos elementos de esta tesis han sido desarrollados en base a un trabajo anterior de la autora (ver: Coraggio, J.L. y R.M.
Torres, La educación según el Banco Mundial: Un análisis de sus propuestas y métodos, Buenos Aires, Miño y Dávila, 1997). Aunque el BM ha ampliado notablemente su peso y su radio de acción, ha hecho avances e introducido algunas rectificaciones a sus polí- ticas en estos últimos años, lo dicho en ese libro continúa teniendo vigencia y representando el pensamiento económico domi- nante de la banca multilateral en materia educativa y en su relación con los países del Sur.
Todos los Ministerios dependen de las decisiones del superministro de Economía, interlocutor pri- vilegiado de la banca multilateral y con poderes para negociar y decidir temas tan delicados como la deuda externa, las estrategias nacionales de lucha contra la pobreza o los tratados comerciales con los Estados Unidos y otros países. El Ministro de Educación depende del Ministro de Economía: es éste último quien termina definiendo el presupuesto, decide cuándo hace los desembolsos, cuánto y cuándo paga a los docentes, cuándo y cómo concluye el paro.
Internacionalmente, las principales decisiones que afectan a la educación en el Sur, y en América Latina y Caribe específicamente, vienen siendo tomadas por el FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y las empresas multinacionales.
Asesorías y recomendaciones que fallan
El paquete de recomendaciones para la educación que vienen haciendo las instituciones financie- ras internacionales se presenta usualmente como una propuesta respaldada por el conocimiento científico y las “lecciones de la experiencia internacional”. No obstante, hay una amplia literatura y una vasta experiencia práctica que muestran las debilidades de dicho “conocimiento”, a pesar de lo cual, dichas recomendaciones vienen siendo tomadas al pie de la letra por –o bien llanamente impuestas a– los gobiernos y las contrapartes nacionales en los países del Sur. Concretamente, la información sobre la cual viene basando sus recomendaciones el Banco Mundial muestra entre otros (Coraggio y Torres 1997):
• un sesgo occidental y anglosajón: la mayor parte de la base documental que sirve de respaldo a los estudios e informes internacionales del BM está en inglés, desconociéndose la producción cien- tífica e intelectual en otras lenguas;
• los resultados de investigación tienden a presentarse como contundentes e infalibles y con impli- caciones directas sobre el diseño de políticas, siendo en muchos casos evidente la selección y el uso de la investigación para legitimar decisiones ya tomadas;
• una tendencia a (sobre)generalizar, asumiendo un “Tercer Mundo” relativamente homogéneo y tomando a África (y sobre todo a África SubSahariana) como referente para el conjunto de regiones “en desarrollo”;
• un tratamiento simplista de la innovación educativa y de las “experiencias exitosas” o “mejores prácticas”, convertidas en modelos a ampliarse y a replicarse en otros contextos, sin atender a la especificidad de cada contexto y a la necesaria construcción propia y maduración de los procesos;28
• un enfoque de manual y recetario, donde todo aparece anticipado y prefigurado, quedando escaso margen de creación e incluso de adaptación a quienes “ejecutan” las políticas;
28 Según el Ohio Higher Resource Centre For Mathematics and Science and Reading, una “buena práctica” (best practice) se carac- terizaría por tener los siguientes elementos: (a) ”fue diseñada y desarrollada en base a decisiones fundamentadas en evidencia; (b) ha producido investigación o evaluación que demuestra su eficacia en términos de haber logrado los objetivos, metas y están- dares propuestos, mejor si en contextos múltiples; c) es aplicable o transferible a una gran variedad de contextos; d) ofrece valor a otros usuarios potenciales, a partir de su unicidad o de su capacidad de innovación; e) es susceptible de ser evaluada tanto en términos cuantitativos como cualitativos”. (Nuestra traducción del inglés). Ver: http://ohiorc.org/
• una visión de las políticas como opciones binarias y dicotómicas, con soluciones únicas y polos opuestos, cuando lo que existe en verdad es una amplia gama de posibilidades, variantes y matices.
La transposición de la mentalidad económica a la educación
En una década, la de 1990, el pensamiento y el discurso educativos fueron invadidos por categorías provenientes del mundo económico, con el Banco Mundial como principal artífice. Algunos de los elementos de dicha transposición:
Una educación sin historia y sin pedagogía. El modelo educativo que viene propugnando el BM es esencialmente un modelo escolar, pero un modelo escolar peculiar, con dos grandes ausentes: los docentes y la pedagogía.
Falta de visión de sistema: una reforma gradual, por niveles. Desde fines de la década de 1980, el BM aconsejó a los países del Sur priorizar la inversión en educación primaria, en desmedro de la educación secundaria y, sobre todo, quitando recursos a la educación superior. Su idea de la refor- ma educativa es una reforma gradual que va avanzando por niveles: una vez que los países han resuelto la educación primaria, pueden ocuparse de la secundaria y luego de la superior. Esta visión de la educación y la reforma educativa revela desconocimiento acerca de la naturaleza y dinámica del sistema educativo, precisamente como un sistema en el que todas las partes se interrelacionan y sostienen entre sí: la universidad requiere que los niveles anteriores –la educación primaria y secundaria– hagan bien su papel y, a su vez, la propia educación primaria depende de una buena educación secundaria y superior, pues es aquí donde se forman los futuros docentes y los profesio- nales encargados de la investigación, la planificación, la evaluación, la formación, la capacitación.
Prioridad de los aspectos financieros y administrativos de la educación. Las reformas educativas a partir de l990 se encuadraron en el marco del nuevo paradigma organizativo propuesto por el libe- ralismo para la reforma del sector público, el llamado “nuevo modelo de gestión pública” (new public management). Este modelo cuestionó el Estado de Bienestar y anunciaba el tránsito hacia un Estado Eficiente y Capaz, inspirado en el modelo gerencial de la empresa privada.29
En este marco, las reformas educativas en los 90s empezaron como reformas administrativas, adu- ciendo su prioridad: reestructuración orgánica de los ministerios y los sistemas escolares, descen- tralización, búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento (financiamiento compartido con las familias, papel del sector privado, etc.), fortalecimiento de los sistemas de información, creación o fortalecimiento de sistemas nacionales de evaluación de rendimiento escolar, capacitación del per- sonal en asuntos administrativos, entre otros. La descentralización pasó a ser eje fundamental del debate y de la reforma educativa, asumiéndose que por el eje centralización/descentralización pasaban muchos de los problemas y soluciones de los sistemas escolares; no obstante, los intentos de descentralización no han dejado hasta la fecha los resultados esperados, o al menos no existe prueba de que la descentralización por sí misma haya contribuido a mejorar la calidad de la oferta y/o la demanda educativa. El peso de la “gestión”, en general, dejó poco espacio para los aspectos curriculares y pedagógicos. Una década después, vistos los magros avances, en muchos países está en marcha una reforma de la reforma. Se ve, entre otros, la necesidad de recuperar un enfoque más integral, que ponga nuevamente los aspectos administrativos y financieros en función de la enseñanza y el aprendizaje y no a la inversa.
29 Existe una amplia literatura al respecto. Para una aproximación al planteamiento, ver el libro de Osborne y Gaebler (1994), Un nuevo modelo de gobierno: Cómo transforma el espíritu empresarial al sector público.
La eficiencia y el costo-beneficio. La relación coste-beneficio (eficiencia en el gasto) y la tasa de rentabilidad (aumento de ingresos en relación directa a mayor educación) son las categorías cen- trales desde las cuales se vienen definiendo las prioridades de inversión en educación.30 Bajo estos parámetros, cobró impulso la investigación empírica y cuantitativa dirigida a evidenciar el impacto de tal o cual política, programa o proyecto, a fin de justificar su financiamiento. Bajo este marco, la alfabetización y, en general, la educación de adultos fue desahuciada y forzada luego a generar también su propia “evidencia”, es decir, mostrar que el costo de la intervención es mínimo y que la alfabetización contribuye a la subsistencia y tiene algún impacto socio-económico sobre las per- sonas, sus familias y sus comunidades. Curiosamente, el propio Banco Mundial, que a inicios de 1990 concluyó que la alfabetización y la educación básica de adultos no era costo-efectiva, viene revisando y rectificando esa posición, argumentando ahora que la educación (extraescolar) de adultos puede ser más costo-efectiva que la educación (escolar) primaria (Lauglo 2001; Carr-Hill 2001). El argumento puede ahora servir para ver los programas de educación de adultos y los pro- gramas de educación no-formal como una opción más barata para la educación básica de niños y niñas (Torres 2003) (Ver Recuadro 5).
Insumos, prioridades y opciones binarias de política. La educación, entendida como una cadena de producción de capital humano, fue reducida a un listado de insumos que, combinados en deter- minado orden y en proporciones adecuadas, producirían aprendizajes. Cada insumo pasó a ser valorado por separado y priorizado o no en virtud de su coste y su incidencia sobre el aprendizaje. A fines de la década de 1980, el BM configuró una lista de los nueve insumos determinantes de un aprendizaje efectivo, con este orden de prioridad: (1) bibliotecas; (2) tiempo de instrucción; (3) tareas en casa; (4) libros de texto; (5) conocimientos del profesor; (6) experiencia del profesor; (7) laboratorios; (8) salario del profesor; y (9) tamaño de la clase. Como se ve, los docentes, conside- rados un insumo más, resultaban en esta escala menos importantes para la inversión pública que los libros de texto o el tiempo de instrucción. El salario docente pasó a tener última prioridad, adu- ciéndose que el salario por sí solo no mejora la calidad de la educación ni los aprendizajes de los alumnos.
Con estos parámetros, a inicios de 1990 el BM planteó un esquema de “opciones binarias” para la reforma de la educación primaria, desalentando a los gobiernos a tomar una serie de “callejones sin salida” y recomendándoles tomar “avenidas promisorias”, tales como: priorizar el libro de texto (alta incidencia y bajo costo) sobre el docente (alta incidencia pero alto costo) y la capacitación en servicio sobre la formación inicial (ver Recuadro 4). Estos nueve insumos y estas “avenidas promi- sorias” pasaron a convertirse en manual de los funcionarios y asesores de las reformas educativas en los países del Sur y en América Latina concretamente y continúan operando en la lógica de muchos reformadores de la educación, aún cuando el Banco Mundial ha reconocido públicamente errores en éstas y otras recomendaciones de política educativa (ver Recuadro 5).
30 “El análisis económico aplicado a la educación se centra en la comparación entre los beneficios y los costos, para las personas y para la sociedad en su conjunto. Se comparan los costos de las distintas intervenciones para lograr un objetivo educacional deter- minado y se mide la relación entre los beneficios y los costos, generalmente calculando la tasa de rentabilidad, considerando como el beneficio la mayor productividad de la mano de obra, medida por las diferencias de salarios” (Banco Mundial 1996:105).
R4 Recuadro 4
Recomendaciones del Banco Mundial para mejorar
la educación primaria en los países en desarrollo (1990)
Callejones sin salida
(no recomendados)
– Ajustar el currículo propuesto (planes y programas de estudio)
– Instalar computadoras en el aula
– Reducir el tamaño de la clase
– Largos programas iniciales de formación docente
– Almuerzos escolares
Avenidas promisorias (recomendadas)
– Mejorar el currículo efectivo (textos escolares).
– Proveer libros de texto y guías didácticas para los docentes.
– Establecer, mantener y controlar un tiempo fijo de instrucción.
– Formación docente en servicio (programas cortos, visitas e intercambios, educación a distancia, etc.)
– Uso de la radio interactiva como sistema de enseñanza en el aula (como complemento o sustituto al docente).
– Uso de materiales programados (con indicaciones detalladas).
– Complemento nutricional a través de desayuno escolar y/o de pequeños lunches.
– Identificar y tratar otros problemas de salud (infecciones parasitarias, visión y audición).
– Educación pre-escolar (particularmente para los más pobres).
Fuente: Lockheed y Verspoor 1990.
R5 Recuadro 5
Los errores reconocidos por el Banco Mundial en sus recomendaciones de política educativa
Durante los últimos años el BM ha reconocido públicamente errores y rectificado diversas políticas en el ámbito educativo:
• el excesivo peso otorgado a la infraestructura educativa en las décadas de 1960 y 1970 y sin atención a su man- tenimiento (la primacía del ‘hardware’ sobre el ‘software’ de la educación);
• el argumento de las ‘tasas de retorno’ que esgrimió desde fines de 1980 para priorizar la inversión pública en educación primaria (mayores ingresos asociados a la culminación de la educación primaria);
• el descuido de la educación superior, desde la década de 1980, alentando a los gobiernos a reducir el presupuesto de las universidades públicas para destinarlo a la enseñanza primaria;
• el “enfoque de proyecto”, que actualmente busca rectificar con el “enfoque sectorial amplio” para la educación
(sector-wide approach, SWAP);
• las alegaciones de desperdicio de recursos en relación a la alfabetización de adultos esgrimidas desde inicios de 1980.
Elaboración: R.M.Torres
El economicismo en la educación, en fin, ha incorporado y naturalizado en los últimos años una mentalidad propia del mundo empresarial, asociando escuela con empresa y alumno con cliente. Devolver a la educación su integralidad y especificidad y recuperar la pedagogía como desafío fun- damental de lo educativo es esencial para el desarrollo educativo autóctono y emancipador que requieren los pueblos de América Latina.
Al mismo tiempo, es necesario contribuir desde la educación a revisar la teoría económica que sub- yace al modelo económico neoliberal imperante, a comprender cómo funciona la economía real, a preparar a niños, jóvenes y adultos para otra economía, a preparar nuevas generaciones de eco- nomistas. Porque otra Educación es posible sólo si otra Economía es posible. Esa otra economía viene ya siendo conceptualizada e impulsada por redes sociales vinculadas a la Economía Social y Solidaria en todo el mundo y en las que América Latina juega un papel muy activo. De hecho, la prolongada crisis y la pauperización han venido generando estrategias de autogestión y de auto- organización de los sectores empobrecidos y excluidos, algunas de ellas inéditas y con gran poten- cial transformador.31
31 Ver al respecto: RILESS -Red de Investigadores Latinoamericanos de Investigación Social y Solidaria www.riless.ung.edu.ar
4. De la “ayuda internacional” a una auténtica cooperación para el desarrollo
La “ayuda”, ¿es realmente ayuda?
La “ayuda oficial para el desarrollo” (AOD), entendida tradicionalmente como la ayuda del Norte desarrollado (el Primer Mundo) al Sur en desarrollo (el Tercer Mundo), adolece de problemas his- tóricos. Se asume que el Norte y sus agencias bilaterales y multilaterales vienen cooperando con el desarrollo del Sur sin que se ponga en duda (I) que se trata de cooperación y (II) que ésta ayuda al desarrollo. No obstante, la “cooperación” viene siendo más parte del problema que de la solución, no sólo en América Latina y el Caribe, sino en otras regiones del mundo.32 Modificar el modelo tra- dicional de “cooperación internacional” es una condición esencial para el avance de la educación y de la propia posibilidad de desarrollo en el Sur.
Los propios términos “ayuda”, “cooperación”, “desarrollo”, “donantes”, “países beneficiarios”, deben ponerse en tela de juicio. La “ayuda” internacional a menudo implica mayor endeuda- miento externo y mayor dependencia técnica de los países “donantes” y no ha traído los resultados esperados ni por las agencias ni por los países “beneficiarios”. Por otra parte, la visibilidad y el poder de decisión que tienen las agencias internacionales dentro de cada país no guarda relación con su contribución monetaria real: en Educación, dicho monto es insignificante en comparación al presupuesto que pone el propio Estado (entre el 90% y el 95%, McMeekin 1996).
32 El Observatorio de la Deuda de la Globalización, en Barcelona, señala que la cooperación española no “ayuda”, en muchos casos, a los países que la reciben. Ver: www.observatoriodeuda.org. Ver también la página reciente de la OCDE dedicada a revi- sar la eficacia de la cooperación internacional y las prácticas de las agencias, dentro de lo cual ocupa hoy un lugar central la lla- mada “armonización” inter-agencial: http://www.oecd.org/department/0,2688,en_2649_15577209_1_1_1_1_1,00.html
Una parte sustancial de la “ayuda” retorna a los propios países “donantes” porque se trata de “ayuda ligada” a la compra de bienes y servicios (caros y a menudo sobrevalorados) de esos paí- ses.33 Estados y sociedades se han vuelto dependientes de dicha “ayuda”: préstamos y donaciones que vienen con sus propias propuestas y requisitos, restan autonomía de pensamiento y acción a los países, se desparraman entre numerosas instituciones intermedias, consultores e investigadores, contribuyendo así a amortiguar –cuando no a callar– la discrepancia y la crítica. Al aceptarse como un hecho que los presupuestos nacionales no alcanzan para satisfacer las necesidades básicas de la población, incluso en áreas claves como la alimentación, la salud, la educación o la vivienda, los gobiernos dan también como un hecho la necesidad de más préstamos y la luz verde para proceder sin ningún tipo de consulta social. Así, con más endeudamiento y más pago de la deuda externa, que resta recursos al presupuesto nacional, se alimenta el círculo vicioso de la dependencia y de la acriticidad frente a los problemas de la cooperación internacional.
No está demás reiterar que América Latina y el Caribe es la “región en desarrollo” más endeudada del mundo; su deuda representa una tercera parte de toda la deuda de los países en desarrollo (Ver Anexo 1). El servicio del pago de la deuda se lleva entre el 30% y el 60% de los presupuestos nacio- nales, según los países. Nuestros principales prestamistas y asesores son el Banco Mundial y el BID. Y es muy importante recalcarlo: no se trata sólo de la deuda y sus intereses; se trata también de las ideas y condicionalidades que vienen con los préstamos. El propio Banco Mundial se define a sí mismo no principalmente como una agencia financiera, sino como una agencia asesora.34 Pero,
¿qué hace un Banco asesorando en temas educativos? (Soler Roca 1997). Éste fue el papel que algún día tuvo la UNESCO, agencia especializada del sistema de Naciones Unidas en los ámbitos de la educación, la ciencia y la cultura. Si, como sostenemos, la buena cooperación internacional es aquella que trabaja expresamente para lograr el desarrollo de los “beneficiarios” y romper el cordón umbilical de la ayuda (Ver Recuadro 7), un Banco es, por definición, una mala agencia de coope- ración pues su función es ubicar préstamos y cobrarlos. Por lo demás, es difícil considerar “ayuda para el desarrollo” a préstamos que se conceden en condiciones casi de mercado.
La insatisfacción respecto de la cooperación internacional opera de ambos lados de la relación. Aunque suele hablarse del “agotamiento” de las agencias con respecto a la ayuda y a los escasos resultados logrados, también hay agotamiento creciente entre los países y los grupos “ayudados” que critican a las agencias y a la banca multilateral en particular, su estilo autoritario y arrogante, consultores y eventos costosos y hoteles cinco estrellas para hablar sobre la pobreza y tomar deci- siones en nombre de los pobres, desconocimiento de las realidades y desprecio de las especificidades, culturas e idionsincrasias nacionales, mala calidad de la asesoría y la información/investigación en que se sustenta dicha asesoría y, en general, débil ejemplo de aquello que pregonan y que, a su vez, exigen a los gobiernos: coordinación, flexibilidad, reducción de costos, eficiencia en el gasto, participación y consulta social, transparencia y rendición de cuentas, etc.
33 Entre otras, las ONGs internacionales Action Aid y Oxfam vienen levantando estos temas y denunciándolos a nivel mundial. Ver al respecto la Campaña de Action Aid contra la “Ayuda Atada” y la publicación La Realidad de la Ayuda de Intermón Oxfam http://www.intermonoxfam.org/page.asp?id=996&idioma=1
34 “… la principal contribución del Banco Mundial debe consistir en el asesoramiento destinado a ayudar a los gobiernos a ela- borar políticas educativas adecuadas a las circunstancias de sus países” (Banco Mundial, 1996:17).
Los males de la “cooperación internacional” en educación
En el campo educativo, la “cooperación internacional” ha contribuido a:
• Debilitar aún más al Estado y concretamente a los Ministerios de Educación. En éstos (y en otros ministerios) se crearon unidades especiales para la ejecución, seguimiento y evaluación de cada uno de los “proyectos internacionales” financiados por las distintas agencias. En algunos casos, dichas unidades devinieron en verdaderos para-Ministerios, con proyectos limitados pero con más recursos y poder que el propio Ministerio, con salarios muy superiores a los del resto de los fun- cionarios, tradicionalmente mal pagados. Asimismo, la “ONGización” y la tercerización del servicio educativo, promovidas desde las agencias internacionales, es al mismo tiempo resultado y factor de dicho debilitamiento del Estado.
• Imponer ritmos externos, violentando los ritmos del país y los procesos necesarios para asegurar la participación, la consulta, la creación y la construcción propias, el bien pensar y el bien hacer.
• Fomentar la cultura del proyecto, dando lugar a la multiplicación de proyectos aislados, dada la descoordinación y la competencia inter-agencial, y el consecuente mal uso de los recursos y la frag- mentación de las instituciones y programas.
• Fomentar la cultura de la innovación permanente, asumiendo la innovación como deseable y buena en sí misma y como la dimensión más importante a tener en cuenta en cualquier interven- ción, contribuyendo así a banalizar la innovación, restándole credibilidad y potencial transformador.
• Fomentar la cultura de la competencia por fondos, la cual socava el diálogo, el trabajo coopera- tivo y la solidaridad y reproduce los esquemas y mecanismos establecidos de poder, pues sólo unos pocos logran acceder al mundo de los contactos y los financiamientos externos.
• Fomentar la dependencia en las ideas y el facilismo para procurar los recursos.
• Fomentar la falsa sensación de abundancia, proclive al despilfarro y a la corrupción.
El laberinto de la “cooperación internacional” para la educación35
Quizás la muestra más palpable y lamentable de la descoordinación inter-agencial en el caso de América Latina y el Caribe es el laberinto de planes e iniciativas internacionales (regionales, hemis- féricos, iberoamericanos o mundiales) para la educación36 que vienen sucediéndose y superpo- niéndose en esta región a lo largo de las tres últimas décadas y sobre todo a partir de 1990, con liderazgos diversos y con metas parcialmente coincidentes, nunca cumplidas y siempre reiteradas y postergadas (Ver Recuadro 6).
Esta situación genera desperdicio de recursos y de tiempo, duplicación de funciones y de esfuerzos y proliferación de reuniones, comisiones e informes. Elaborar planes, re-editar metas, organizar reuniones para aprobarlos y luego evaluarlos y comisiones para darles seguimiento, se ha convertido en un modus vivendi y en una estrategia de supervivencia del sistema de “cooperación internacio- nal” en ésta y otras regiones del mundo.
35 Para un detalle de los diversos planes ver el Anexo 4.
36 Un ejemplo de esto es el reiterado énfasis mundial (estirado ahora hasta el año 2015) en torno a metas de matrícula escolar, aplicado también a una región –América Latina y Caribe– cuyos problemas fundamentales ya no pasan por el acceso a la escuela primaria; o la ya mentada priorización de la educación de las niñas, en una región que tiene más niñas que niños asistiendo a la escuela primaria.
R6 Recuadro 6
Iniciativas y planes internacionales para la educación (1981-2017) Objetivos y metas
Nivel/ Área
1981-2000
PPE Proyecto Principal
de Educación
1990-2000-
2015
EPT Educación para Todos
1994-2010
PAHE Cumbres de las Américas
2000-2015
ODM Objetivos de Desarrollo del Milenio
2001-2015
PAII
Plan de Acción Iberoamericano por la Infancia (Cumbres Iberoamericanas)
2002-2017
PRELAC Proyecto Regional de Educación en América Latina y el Caribe
Educación
Inicial
Expansión - Desarrollo integral de la primera infancia
Progresiva universalización
- Ampliar cobertura
de servicios para
niñ@s 0-3 años
- Acceso universal
a educación pre-
escolar (3-6 años)
Educación Primaria/ Básica
8 años
Indefinido (dentro y fuera de la escuela)
6 años
4 años Acceso universal y permanencia en educación primaria o básica de calidad y gratuita
Acceso y culminación universal de la educación básica
Educación
Media
Acceso educación secundaria de calidad
Paridad de géneros Acceso universal a educación secundaria de calidad
Progresiva universalización, integrando educación
general, técnica
y profesional
Educación
Eliminación
Reducción
Oportunidades
Alfabetización,
Jóvenes y analfabetismo analfabetismo aprendizaje a educación básica
Adultos a la mitad lo largo de y aprendizaje a
toda la vida lo largo de toda
la vida
Educación Nuevo enfoque
Superior de educación
superior, que
integre educa-
ción técnica
Educación
Especial Inclusión de niñ@ y adolescentes con necesidades espe-
ciales en servicios
de atención integral
Elaboración: R.M.Torres
“No pedimos que nos den, sólo pedimos que no nos quiten”
Esta contundente afirmación fue una de las conclusiones que, sobre el tema de la cooperación internacional, se planteó en el Diálogo Global sobre la Educación en la Expo 2000 en Hannover. En efecto, la verdadera cooperación para el desarrollo no se juega en el volumen de las donaciones o los préstamos, sino en las políticas domésticas e internacionales de los países “donantes” respecto del Sur. De hecho, a menudo la “ayuda” es borrada con políticas que van en contra de los intereses de los países pobres y del conjunto del planeta: políticas proteccionistas de los productos nacionales, cobro de los intereses por la deuda externa, trabas a la migración, apropiación del conocimiento y cobro de derechos de propiedad, contaminación del medioambiente, etc. En este sentido, el Indice de Compromiso con el Desarrollo (ICD), propuesto por el Center for Global Development y la revista Foreign Policy (USA), es un paso adelante; el ICD clasifica a las naciones ricas no únicamente según su volumen de “ayuda” a las naciones pobres, sino según la facilidad u obstáculo que representan sus propias políticas para el desarrollo de estos países. De este análisis resulta un panorama distinto de la “ayuda para el desarrollo”, dejando al descubierto intereses y realidades que permanecen ocultas bajo el sello de la “ayuda”.37
Un punto importante de la Agenda del Milenio es la inclusión tanto de los países del Norte como del Sur, ubicando en ambos lados la co-responsabilidad en la superación de la pobreza. “Fomentar una asociación mundial para el desarrollo” es el octavo y último objetivo de la Agenda del Milenio (Ver Anexo 4). Dentro de éste se incluye un conjunto de compromisos del Norte respecto del desarrollo del Sur, no sólo con “ayuda”, sino con medidas concretas tales como la eliminación de los subsidios que condenan al Sur a condiciones extremadamente desventajosas de competitividad en el comercio internacional.38 No obstante, brilla por su ausencia en la Agenda del Milenio un cuestionamiento de la cooperación internacional o una alusión a sus múltiples problemas. Partir de un análisis crítico del modelo tradicional de “cooperación”, hecho conjuntamente por los países del Sur y del Norte, es una prioridad y una condición para lograr los demás objetivos de dicha Agenda.
Hacia un nuevo modelo de cooperación para el desarrollo
Como se viene reiterando desde hace muchos años, más de la misma “cooperación” internacional no sirve. No se trata únicamente de que el Norte “ayude” al Sur con créditos o donaciones, envian- do técnicos o transfiriendo conocimientos, o simplemente incrementando y/o mejorando dicha ayuda. Para que la situación en el Sur cambie es necesario que el propio Norte cambie, que modi- fique sus patrones de consumo, sus modelos de importación y exportación, sus manejos de la infor- mación, la comunicación y la cultura, sus viejos síndromes coloniales de relación con el Sur. El res- peto mutuo y el desarrollo armónico de todos es la única garantía de paz y bienestar para todos. Sus beneficios se sentirían en primer lugar en el propio Norte, que vería disminuir drásticamente el número de migrantes, la inseguridad ciudadana y el malestar general que ocasionan la pobreza y la injusticia, la antipatía que generan la opresión y el atropello, los volúmenes de ayuda huma- nitaria y de emergencia que cada tanto reclama algún país o región del Sur frente a las persistentes calamidades sociales y naturales.
37 Ver al respecto el Anexo 6 que muestra la falta de coherencia entre las distintas políticas de los donantes con impacto en los países del Sur.
38 Un dato a tener en cuenta: los países ricos pagan 1 billón de dólares diarios en subsidios para sus agricultores, seis veces el monto que destinan a “ayuda oficial para el desarrollo” (ver Atchoareana y Gasperini 2003, en la bibliografía).
El Norte necesita no sólo enseñar, sino también aprender de y junto con el Sur, abrirse al contacto y a la aceptación de otras realidades, otros conocimientos, otras culturas, otros puntos de vista, renunciando a imponer sus intereses y su visión como los únicos válidos. Se trata, en definitiva, de construir el marco para una genuina cooperación internacional, lo que implica dos operando jun- tos, con diálogo, respeto, aprendizaje y aporte de ambos lados, trabajando para cambiar no las manifestaciones de los problemas, sino sus causas, algunas de ellas situadas en el Norte y en la rela- ción Norte-Sur (Ver Recuadro 7).
R7 Recuadro 7
¿Qué es una buena cooperación internacional?
• Trabaja en función de las necesidades, intereses y ritmos del país, no de las necesidades, intereses y ritmos del donante.
• Busca asesorías especializadas en el país del Sur donde trabaja, a fin de tomar decisiones lo más ajustadas posi- bles a las realidades y necesidades nacionales/locales.
• Maneja el o los idiomas de comunicación en el país de trabajo.
• No impone condicionalidades ni ayuda ligada.
• No trabaja a nivel de cúpulas ni considera que “el país” son el gobierno o el Ministerio de Economía, sino que consulta y trabaja con todos los sectores.
• Trabaja no sólo para paliar las manifestaciones de los problemas (por ejemplo, la pobreza), sino para confrontar las causas profundas de dichos problemas (la economía, la distribución de la riqueza, la política y las relaciones de poder a nivel nacional e internacional).
• Trabaja de manera Inter.- y trans-sectorial, contribuyendo a articular antes que a reforzar la fragmentación sectorial, institucional y programática.
• Trabaja con visión de mediano y largo plazo, no con proyectos de corta duración, asegurando condiciones de consolidación y desarrollo de capacidades en la marcha.
• Busca la colaboración con otras agencias, antes que el trabajo individual y una agenda en paralelo.
• Reconoce la diversidad, la especificidad de cada situación, la importancia de la(s) cultura(s) y la complejidad de la política en cada contexto nacional.
• Descarta aplicar recetarios e importar modelos, admitiendo que los problemas y las soluciones son necesaria- mente específicos y se construyen sobre el terreno, con la participación de los directamente involucrados.
• Establece relaciones de empatía, respeto y diálogo con las contrapartes nacionales.
• La actitud predominante no es enseñar o transferir conocimientos, sino más bien aprender y estar dispuesto a colaborar.
• No pretende dirigir y controlar el proceso; sabe que la dirección corresponde al país y a los actores locales.
• Los estudios y propuestas no son elaborados por consultores internacionales, sino por equipos nacionales o, en todo caso, por equipos mixtos.
• El objetivo no es que el país se “apropie” de la propuesta, sino que el propio país la construya.
• Asume que el proyecto es del país, no de la agencia (“proyecto del Banco Mundial”, del BID, de UNESCO, de
UNICEF, etc.).
• Deja capacidades instaladas.
• Antes que importar al país capacidades foráneas, pone como prioridad identificar, aprovechar, estimular y ayudar a desarrollar las capacidades nacionales.
• Da ejemplo de aquello que predica: transparencia, rendición de cuentas, austeridad en el gasto, empatía con la pobreza, flexibilidad, etc.
• Mantiene bajo perfil y baja visibilidad, no publicita su “marca” ni se apropia de la “obra”.
• Evalúa sus intervenciones, rinde cuentas no sólo ante su respectiva institución, sino ante el país que acoge la ayuda.
• Se responsabiliza de sus errores, aprende y rectifica.
• Asegura que la cooperación revierta en aprendizajes para el país donante, contribuyendo a informar y educar al respectivo gobierno y ciudadanía en torno a una visión distinta del Sur, del desarrollo y de la “cooperación para el desarrollo”.
• Trabaja en el propio país de origen y zona directa de influencia (Europa, Estados Unidos, Canadá, etc.), para cambiar las políticas y actitudes que obstaculizan el desarrollo del Sur y su propia eficacia como agencia de coo- peración.
• Trabaja expresamente para volverse prescindible, no para autorreproducirse como agencia de cooperación.
Elaboración: R.M.Torres
5. De la escuela a la educación
La palabra Educación es muy amplia pero se la reduce usualmente a la educación escolar –también llamada educación formal– y a un período de la vida: la llamada “edad escolar”, la infancia. La uni- versidad, en muchos casos fuera de la competencia de los Ministerios de Educación, suele quedar fuera de la noción de sistema escolar e incluso de la reforma educativa; de hecho, la mayoría de planes internacionales y regionales para la educación dejan fuera a la educación superior. Asimismo, sistema escolar y sistema educativo suelen utilizarse como equivalentes pero no deberían; la fami- lia, la comunidad, el trabajo, los medios y espacios de información y comunicación y el vasto campo de la llamada “educación no-formal” son otros tantos sistemas educativos que comple- mentan al sistema escolar. A estos ha venido a sumarse más recientemente el ciberespacio. Cada uno de ellos tiene su propio rol en asegurar a la población los aprendizajes esenciales y las herra- mientas indispensables para seguir aprendiendo.
Abrir el sistema escolar al contacto con el mundo exterior, construyendo puentes con otros siste- mas de aprendizaje, es esencial para el propio fortalecimiento de la educación escolar y para deli- mitar mejor el papel específico que le toca asumir a ésta hoy, en cada contexto y en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida. Es –siempre fue– imposible pedirle al sistema escolar que resuelva todas las necesidades de aprendizaje de las personas, entre otros porque: (a) sigue y seguirá habiendo por mucho tiempo niños, jóvenes y adultos que no acceden al sistema escolar y/o que lo abandonan al poco tiempo, por diversas razones; (b) hay mucho para aprender y nunca acaba de aprenderse; (c) el conocimiento avanza y cambia constante y rápidamente; (d) es impo- sible pretender que alguien –y los docentes concretamente– sepa todo y se mantenga actualizado en todos los campos; (e) el tiempo y el período escolar son extremadamente limitados en la vida de una persona; (f) hay cuestiones que corresponde aprender o que se aprenden mejor en otros espacios y en otros períodos de la vida.
La visión escuela-céntrica de la educación
La reducción de la educación a la educación escolar es generalizada y se refleja en todos los ámbitos. Algunos ejemplos:
Derecho a la educación: El derecho a la educación suele entenderse como derecho a la escuela, centrado en la matrícula escolar y, nuevamente, en la infancia. No obstante, tanto derecho a la educación tiene un niño o niña como un joven o una persona adulta. Aprender a leer y escribir comprensivamente es un derecho fundamental de toda persona, dentro o fuera del sistema escolar, a cualquier edad.
Analfabetismo, escolaridad y conocimiento: La tradicional y equivocada asociación entre analfa- betismo e ignorancia resulta de otro error: asociar escolaridad con conocimiento. Ni es cierto que asistir a la escuela garantiza conocimiento y aprendizaje ni es cierto que quien no fue nunca a la escuela es ignorante, carece de conocimientos.
Estadísticas educativas: Las estadísticas oficiales, a nivel nacional e internacional, siguen centradas en la educación escolarizada. La educación no-formal, la educación a distancia y otras ofertas y pro- cesos educativos realizados en contextos no escolares siguen prácticamente fuera de los circuitos estadísticos, a pesar de que ésta es una necesidad reconocida desde hace tiempo por las agencias dedicadas a elaborar estadísticas (UNESCO, UIS, Banco Mundial).
Índice de Educación: El Índice de Educación, parte del Índice de Desarrollo Humano (IDH), se refie- re únicamente a la educación formal. La propia noción de conocimiento –definido en el IDH como “exclusión del mundo de la lectura y las comunicaciones, medido por la tasa de analfabetismo adulto”– en el caso de los países en desarrollo se reduce a dos indicadores: la tasa combinada de matrícula en los diversos niveles del sistema escolar y la tasa de alfabetización. Como es evidente, el nivel de conocimientos de una persona y de un país no se limita a la educación formal, mucho menos a la matrícula y al índice de alfabetización. En el caso de los países ricos, el IDH toma al menos como referente la alfabetización funcional, es decir, la capacidad para leer y escribir com- prensivamente (PNUD 2001).
Reforma educativa y sistema escolar: La “reforma educativa” suele ser una reforma escolar –pensada para modificar el sistema “oficial”, “formal”– y además intra-escolar, es decir, pensada desde la insti- tución y la oferta escolar, con escasa atención a la demanda educativa –los alumnos, los padres de fami- lia, la comunidad local, la sociedad nacional–, con su problemática, opiniones, expectativas y necesi- dades respecto de la educación. No es raro, por ello, que las reformas se estrellen a menudo con la des- información, incomprensión y hasta resistencia de los padres de familia, la comunidad, la sociedad toda.
Reforma educativa y educación pública: La política y la reforma educativa tienden a ocuparse exclusivamente del sistema escolar público, asumiéndose que éste es el que frecuentan los pobres y el único que requiere mejorarse (dejándose afuera la educación privada, una buena porción de la cual también es de mala calidad y también atiende a sectores pobres). Al centrarse la reforma educativa en la educación pública estatal se pierde la noción de sistema escolar, se instala la idea de que la educación pública es mala y la privada buena y se refuerzan muchos estereotipos y dico- tomías que no corresponden a la realidad (ver Recuadro 8). Por lo demás, no es posible desarrollar un proyecto educativo nacional prestando atención únicamente a una parte del sistema escolar y a una parte de la población, sin afectar las relaciones y el sentido común construidos en torno a lo educativo por el conjunto de la sociedad.
R8 Recuadro 8
Falsas dicotomías entre educación pública y educación privada, hoy
Educación pública
Estatal - centralizada, regulada (También hay educación pública no-estatal)
Gratuita (La educación pública dejó de ser gratuita)
Sin fines de lucro (Hay lucro hoy también en la educación pública)
Para los pobres
No discrimina - acceso a todos (También la educación pública es hoy selectiva)
Objeto de reforma educativa
Mala - ineficiente, baja calidad, malos resultados (Hay buena educación pública)
Rural y urbana
Educación privada
No-estatal - autónoma, no-regulada
Pagada (Hay educación privada gratuita)
Con fines de lucro (Hay educación privada sin fines de lucro)
Para los ricos (Hay pobres que van a escuelas privadas)
Discrimina - acceso restringido
No objeto de reforma educativa
(También la educación privada tiene problemas de calidad y eficiencia)
Buena - eficiencia, calidad, resultados (Hay mala educación privada)
Urbana
(Empieza a extenderse también a nivel rural)
Fuente: Lockheed y Verspoor 1990.
Primacía de la educación primaria: Los planes internacionales para la educación continúan centrados en la “universalización de la educación primaria”. De hecho, la visión ampliada de la “educación básica” propuesta por la iniciativa mundial de Educación para Todos (1990) fue entendida, aplicada y evaluada en verdad como Escuela Primaria para Todos (ver Recuadro 9). Los 18 indicadores pro- puestos para la evaluación de fin de década de la EPT (1990-2000) giraron en torno al sistema escolar, dejando afuera las otras metas que tenían que ver con la educación no-formal o la información/ educación pública (Torres 2000b).
R9 Recuadro 9
EDUCACIÓN BÁSICA
VISIÓN RESTRINGIDA (Educación Escolar)
Se aplica a la infancia.
Se aplica a la “población en edad escolar”.
Clasifica a las personas por edades, establece edades y sobre-edades. Aspira a grupos homogéneos.
Se realiza en el sistema escolar.
Se limita a un período de la vida de una persona (4, 5, 6 años). Equivale a educación obligatoria (educación primaria o a algún nivel educativo pre-establecido).
Se organiza en torno de determinadas materias o asignaturas.
Reconoce como válido un único tipo de saber: el adquirido en el sistema escolar y a través de la enseñanza sistemática.
Aspira a la uniformidad y a la homogenización, igual para todos.
Es estática: la reforma educativa, la reforma curricular apa- recen como eventos puntuales y espasmódicos.
El qué y cómo se enseña y aprende es definido por la oferta: los diseñadores y financiadores de políticas educativas, el Ministerio de Educación, la administración y la institución escolares.
Está centrada en la perspectiva de la enseñanza (asesores, administradores, directores, docentes).
Apunta a personas individualmente.
Es responsabilidad del Ministerio de Educación:
la educación como sector y como responsabilidad sectorial.
Es responsabilidad del Estado.
VISIÓN AMPLIADA
(Satisfacción de Necesidades Básicas de Aprendizaje)
Se aplica a niños, jóvenes y adultos.
Se aplica a toda persona con necesidades básicas de aprendizaje, toda edad es buena para aprender
Reconoce que toda edad es buena para aprender y que cada una tiene aprendizajes y modos de aprender específicos. Alienta el aprendizaje inter-generacional y redefine la “sobre-edad” como un problema.
Se realiza dentro y fuera del sistema escolar.
Se inicia con el nacimiento y dura toda la vida.
No se valora o mide por el número de años de estudio o de certificados, sino por lo aprendido.
Se organiza en torno a las necesidades básicas de aprendizaje de las personas.
Reconoce todo tipo de saber, incluidos los saberes tradicionales y el “saber popular”.
Es diferenciada, pues las necesidades básicas de aprendizaje son diversas entre diversos grupos y culturas, así como las estrategias, los medios y modalidades para satisfacer dichas necesidades de aprendizaje.
Es dinámica, cambia a lo largo del tiempo: la reforma educativa es un proceso permanente, de aprendizaje, adaptación y actualización.
El qué y cómo se enseña y aprende es definido conjuntamente con la demanda: el alumno, la familia, la comunidad, la sociedad. La demanda tiene la palabra y la opinión de los alumnos cuenta.
Está centrada en la perspectiva del aprendizaje (alumnos, alfabetizandos, capacitandos, aprendices, docentes en formación, etc.).
Apunta al aprendizaje grupal e integral: el grupo de clase, la escuela, la familia y la comunidad como un todo.
Involucra a todos los Ministerios e instancias gubernamen- tales a cargo de acciones educativas.
La educación como campo de intervención multisectorial. Es responsabilidad del Estado y de la sociedad.
Elaboración: R.M.Torres. en base a versión anterior (2000b)
Más allá de la educación obligatoria: las “otras” educaciones
La Educación Social surgió en los 90s como un intento por aglutinar bajo un mismo arco a las diver- sas educaciones marginalizadas por la educación formal: la educación de la primera infancia, la de jóvenes y adultos, la familiar y comunitaria, la que trabaja con la diferencia y la discapacidad, entre otras (Trilla 1996; FEAPES-APES 1998).
Educación formal, no-formal e informal. Tradicionalmente, la educación se ha clasificado en edu- cación formal (educación sistemática realizada en el sistema escolar, desde la pre-escolar hasta la superior), educación no-formal (educación complementaria o remedial realizada fuera del siste- ma escolar, por lo general dirigida a atender necesidades y grupos específicos) y educación informal (la “escuela de la vida”). Estas distinciones, que podían parecer claras hasta hace unos años, hoy son borrosas pues los bordes entre ellas se han corrido: los medios de información y comunica- ción, antes vistos como perteneciendo al ámbito de los aprendizajes informales, han penetrado en el sistema escolar; al mismo tiempo, la educación desbordó al sistema escolar y se extendió a los medios, desarrollando múltiples formas de educación a distancia, a través de la radio, la tele- visión, el video, la web, etc. Las modernas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ofrecen hoy, asimismo, enormes posibilidades de aprendizaje tanto dentro como fuera del siste- ma escolar.
El propio término “educación no-formal” (ENF) revela la primacía de la educación formal, respecto de la cual se define por la negativa, sin identidad propia. Mientras que en América Latina y el Caribe la ENF sigue asociándose a educación extra-escolar y a educación de jóvenes y adultos, en otras regiones del mundo el término viene aplicándose también a la educación infantil y a la edu- cación escolar, precisamente para marcar diferencias y rupturas con la educación escolar conven- cional. Por ejemplo, en Asia y África las “escuelas no-formales” se presentan como una alternativa educativa diversificada y flexible, ajustada a las necesidades de los grupos y sectores a los cuales el sistema escolar convencional no da respuesta (pobres, zonas rurales, comunidades apartadas, niñas y mujeres, etc.) (UNICEF 1993). Asimismo, mientras que en Europa y en todo el mundo desarrolla- do la ENF se expande para llegar a todas las edades, como una oferta complementaria a la educa- ción formal, en América Latina el término sigue entendiéndose como equivalente a educación remedial para los pobres, los “grupos desfavorecidos”, “vulnerables” o “en riesgo”.
Educación de la primera infancia39. Como es sabido, los aprendizajes básicos en la vida se realizan en los primeros años, mucho antes del ingreso en la escuela. En ese período inicial, que pone los cimientos de la personalidad y que se realiza por lo general en el hogar, se juegan aspectos fun- damentales del futuro de toda persona. Así pues, orientar todos los esfuerzos a la educación escolar puede ser una intervención tardía, incluso si se empieza con el pre-escolar. Ni la educación inicial ni la pre-escolar deben verse como una “escuela anticipada”, que prepara a niños y niñas para ingresar en la escuela, sino más bien como un período de aprendizaje válido en sí mismo, no sólo para el tránsito a la escuela, sino a la vida. Asegurar un buen comienzo en la vida a todo niño y niña significa, entre otros, asegurarles techo, nutrición, cuidado, protección, bienestar y afecto, todo lo cual debe ser visto como componente esencial de la política educativa. Esto implica políti- cas dirigidas a la familia y a la comunidad como un todo, incluyendo en ese paquete la educación
39 Con educación de la primera infancia nos referirnos aquí al período comprendido entre 0 y 6 años. La educación pre-escolar suele comprender uno, dos o tres años previos al ingreso en la escuela. Los términos educación inicial y pre-escolar así como educación infantil o desarrollo infantil, se usan de maneras distintas en cada país así como en las diversas iniciativas y planes internacionales para la educación.
familiar y comunitaria, la educación de padres y madres a la cual todo niño y niña debería tener derecho como parte de su propio derecho a la educación.
Educación de jóvenes y adultos. Históricamente marginada, la educación de jóvenes y adultos ha sido aún más relegada en los últimos tiempos, puesta a competir con la educación de niños y niñas y la educación escolar. Paradójicamente, mientras que por un lado se adopta el paradigma del aprendizaje a lo largo de toda la vida, por otro lado la edad pasa a ser un factor mayor de discri- minación para fines educativos y laborales. Viene achicándose cada vez más la edad de las pobla- ciones meta de las políticas y planes educativos; de hecho, la alfabetización/educación de adultos está ausente en la Agenda del Milenio, sin que se hayan escuchado las voces de protesta que habría sido de esperar pocos años atrás. Si bien América Latina tiene una tasa relativamente baja de anal- fabetismo adulto (13%) comparada con regiones como África y Asia, ese 13% representa 41 millo- nes de personas, 55% de ellas mujeres. Esos hombres y mujeres analfabetos son padres y madres de familia, abuelos y abuelas, trabajadores, ciudadanos, que tienen –como todos– derecho a apren- der, derecho a una segunda oportunidad, la que les fue negada en la infancia y en la adolescencia. Pero, además, la educación de adultos no es sólo compensatoria, sino educación continua, indis- pensable para el desarrollo y la salud mental y social de las personas y los pueblos. La Educación Permanente y el Aprendizaje Permanente se aceptan hoy como necesidades universales para el desarrollo humano en el siglo XXI.
Educación a distancia, educación abierta, educación virtual. Aún en medio del acelerado desarrollo de las TIC, que vinieron a revolucionar las nociones de tiempo y espacio, la idea de educación y, sobre todo, de educación escolar continúa atada a la idea de presencialidad. El potencial educativo de la radio, la televisión y el video aún no había sido cabalmente aprovechado para avanzar hacia el derecho universal a la educación, cuando hizo su aparición la computadora.
Si bien la computadora y las TIC en general están hoy sobreestimadas en cuanto a su potencial para fines de información, comunicación, conocimiento y aprendizaje, es innegable que el espacio vir- tual se ha incorporado de lleno como un nuevo espacio real para la educación y el aprendizaje. La expansión de las TIC está ya planteando nuevos escenarios y nuevas demandas a la alfabetización, a los usos de la lectura y la escritura. De hecho, a diferencia de tecnologías anteriores como la radio o la televisión, la computadora exige usuarios alfabetizados. La llamada “alfabetización digital” ha sido ya reconocida como una necesidad básica de aprendizaje (Comisión de las Comunidades Europeas 2000; PNUD 2001; Década de la Alfabetización de Naciones Unidas 2003-2012; UNESCO
2004c) y un Índice de Adelanto Tecnológico (IAT) fue agregado por el PNUD a partir del Informe sobre el Desarrollo Humano 2001 (PNUD 2001).
Lo cierto es que el campo educativo se ha ampliado notablemente, dejando atrás a la institución escolar como el “santuario del saber”. Las propias disyuntivas tradicionales –educación presencial vs. educación a distancia, educación formal vs. educación no-formal, educación dentro vs. educa- ción fuera de la escuela– han dejado de ser tales, viéndose más bien la necesidad de complemen- tarlas y articularlas a fin de construir ofertas educativas potentes, diversificadas, multimedia, basa- das en múltiples y variados canales, modalidades y estrategias.
Una visión amplia y diversificada de lo educativo, con una propuesta inclusiva que conjuga todas las edades y diversos medios de comunicación y aprendizaje –como la de Fe y Alegría y otras experiencias destacables en esta región– encuentra limitaciones conceptuales y operativas en un marco de refe- rencia que fuerza a esquemas binarios del tipo dentro/fuera de la escuela, educación formal/no-for- mal, curricular/extracurricular, niños/adultos, familia/escuela, escuela/entorno, presencial/a distancia.
6. Del derecho a la educación al derecho a una buena educación
¿Separar cantidad y calidad?
La disociación entre cantidad y calidad ha sido típica en el campo de la educación, con la cantidad dominando el escenario. Aumentar la matrícula escolar se convirtió en un objetivo en sí mismo, independientemente de qué clase de escuelas se ofrece. La repetición, la deserción y el aprendi- zaje de los alumnos son preocupaciones más bien recientes en los sistemas y en las estadísticas escolares. Históricamente se ha defendido la necesidad de asegurar primero el acceso, asumién- dose que después vendrá la calidad. No obstante, esto no funciona necesariamente así, como lo muestra la experiencia histórica de América Latina y el Caribe. La acelerada expansión de la matrí- cula escolar que tuvo lugar en esta región entre 1950 y 1980 se hizo en buena medida a costa de la calidad, sin introducir los cambios de todo tipo que implicaba masificar la oferta e incorporar a los sectores populares. Resultado de lo cual se democratizó el acceso a la escuela, pero no nece- sariamente el acceso a la educación, al conocimiento y al aprendizaje. Los altos índices de repeti- ción y deserción escolar que caracterizan a esta región son la cara oculta de esa escuela de puertas abiertas pero sin condiciones adecuadas para enseñar y aprender. Hoy, la baja calidad afecta a todo el sistema, desde la educación inicial hasta la superior.
La mala educación afecta tanto al sistema público como al privado, pero en ambos la educación más pobre les toca a los pobres: pobre en infraestructura, en equipamiento, en contenidos, en pedagogía, en expectativas, en condiciones para enseñar y para aprender, en recursos de todo tipo. Las políticas y “programas compensatorios” (bonos, becas, incentivos, entrega de materiales a las escuelas, etc.), destinados a compensar las desventajas originadas por las desigualdades socio-eco- nómicas, no están pensados desde la equidad, es decir, desde el objetivo de igualar las oportuni- dades educativas entre pobres y ricos. No se trata realmente de políticas nivelatorias sino simple- mente, ellas también, paliadoras de la pobreza.
En las seis metas de Educación para Todos aprobadas en el Foro Mundial de Educación en Dakar (2000), la calidad aparece como el sexto y último objetivo, separado de los demás. (Ver Anexo 3). A partir del Foro de Dakar, la UNESCO, encargada del monitoreo de esta segunda fase de la Educación para Todos (2000-2015), creó una Dirección de Calidad. También en los Ministerios de Educación de varios países existen ahora direcciones especiales ocupadas de la calidad. Es discutible que esta lógica, hoy común en las empresas, se aplique a la educación. Antes que separarla, la cali- dad debe integrarse como dimensión constitutiva de todas y cada una de las metas para la educa- ción y del derecho mismo a la educación.40
Medio siglo tratando de mejorar la calidad de la educación
La calidad de la educación es un tema que preocupa en el Norte y en el Sur, pero que adquiere especial importancia en el caso de América Latina y el Caribe, donde –a diferencia por ejemplo de África, donde “la calidad” aparece como tema nuevo– llevamos ya más de medio siglo tratando de definir qué es y cómo mejorarla.
Las reformas educativas de las dos últimas décadas se hicieron en nombre del “mejoramiento de la calidad de educación”. En ese marco cobró impulso la evaluación. En la mayoría de países se montaron sistemas nacionales de evaluación del rendimiento escolar, especialmente en las áreas de Lenguaje y Matemáticas. A su vez, el impulso de la evaluación se acompañó de un impulso a la investigación en torno a dichos resultados y a los “factores asociados” a estos, tanto dentro como fuera de la institución escolar. No obstante:
• Hay un entrampamiento en torno a la propia definición de calidad y a su operativización a través de indicadores. La necesidad de afinar/renovar las estadísticas educativas y desarrollar indicadores de calidad para la “visión ampliada de la educación básica” fue acordada en Jomtien, en 1990. Pero es poco lo que se ha avanzado desde entonces en este terreno por parte de los socios internacio- nales de la Educación para Todos y de los gobiernos nacionales. Tampoco el PRIE (Proyecto Regional de Indicadores Educativos), coordinado en su primera fase por el gobierno de Chile con asistencia de la UNESCO-OREALC, dentro del marco de las Cumbres de las Américas, ha logrado avanzar y cumplir con este objetivo (PRIE 2002).
• Los resultados de la evaluación, así como los de la investigación, siguen sin conectarse con las decisiones de política, con la formación/capacitación docente y con medidas concretas que contri- buyan a superar los problemas identificados por dichas evaluaciones.
40 Algunas leyes nacionales de educación promulgadas en tiempos recientes, por ejemplo las de Argentina y Perú, incluyen la cali- dad educativa como constitutiva del derecho a la educación, más allá de la tradicional noción de acceso. Ver Leyes de Educación en Iberoamérica en: http://www.oei.es/observatorio/leyes.htm
El eterno debate acerca de qué se entiende por calidad educativa sigue en pie pero se ha vuelto repetitivo y árido. Se han propuesto varias listas de características deseadas (de la buena escuela, del buen docente, de la buena enseñanza, del buen aprendizaje) y se han generado diversas corrientes, movimientos y redes tanto a nivel internacional como regional. Para algunos calidad es eficiencia; para otros, pertinencia; para otros, el criterio predominante es si la educación pone a los alumnos en el centro (Edwards 1993). La asociación de calidad con eficiencia, alimentada desde la banca multilateral, es la posición que ha dominado en los últimos años.
Más allá de las posturas teóricas, los criterios sobre qué es una buena educación varían entre paí- ses, culturas, grupos sociales y personas de acuerdo a variables como nivel socio-económico, zona de residencia, género, edad y nivel educativo. Aunque el ciudadano común no participa de estos debates, tiene sus propias percepciones acerca de lo que es una buena escuela y un buen docente, las cuales no siempre coinciden con las del conocimiento especializado y lo deseable desde el punto de vista de los reformadores y de la “cultura occidental”. Para muchos, la buena escuela y el buen maestro están en el pasado más que en el futuro (ver Recuadro 10).
R10 Recuadro 10
Testimonio de Elías Bonilla, dirigente campesino (exPresidente de la UPOCAM -Unión Provincial de Organizaciones Campesinas Agropecuarias de Manabí, Ecuador)
Quiero contarles la historia de mi comunidad, La Naranjita. En mi comunidad, hace 30 años, no había profesores con título y tampoco había escuelas. El profesor trabajaba en la mañana y en la tarde, enseñaba a los niños y a los adultos en las casas, o en una bodega, en un patio, donde se podía. Los profesores se ingeniaban para trabajar con los materiales que había: no pedían tizas ni cuadernos, la tiza era una piedra del río y se escribía en el suelo. Los profesores se integraban a las actividades de los niños y de las familias.
Luego vino el momento de la modernización. Nos dijeron que teníamos que construir una escuela de hormigón y que el profesor debía tener título. El nuevo profesor llegó de Chone, creo. Nos quitaron la jornada de la tarde, quedó la escuela funcionando sólo a la mañana. Luego el profesor empezó a venir tres días a la semana, nos dejaba los deberes apurado y se iba.
La pobreza que hoy estamos viviendo y analizando, ¿es una pobreza material o ideológica? Es una interrogante que yo me hago. Creo que se trata sobre todo de pobreza de ideas, de voluntades. Nos fuimos sometiendo a una auto- ridad: el profesor es quien dirige la asamblea en la comunidad, los estudiantes y los padres de familia aceptan lo que dice el profesor.
Ya no se les enseña a los niños y jóvenes las riquezas de la naturaleza que tenemos. La escuela se encerró. Se perdió el contacto del profesor con los alumnos, con las familias y la comunidad.
Asimismo, mientras que en el campo no hay escuelas, en la ciudad vemos grandes iglesias y grandes parques que sólo se usan una vez por semana, los domingos.
Ahora tenemos dos escenarios: el gobierno que no quiere elevar los sueldos a los maestros y los maestros reclaman mejores sueldos, mientras los padres de familia y el resto de la sociedad está contemplativa. También los padres de familia tenemos la culpa al cruzarnos de brazos.
Debemos recuperar esa creatividad que existió en nuestras comunidades. Debajo de los árboles podemos desarrollar educación, sin necesidad de hormigón ni de profesores con título. Lo fundamental que tenemos que desarrollar es el conocimiento, un conocimiento que nos sirva a nosotros los campesinos, que nos sirva para salir adelante.
Testimonio durante el Foro sobre Pobreza y Educación organizado por la Confederación Nacional de Afiliados al Seguro
Social Campesino (CONFEUNASSC), Jipijapa-Manabí, Ecuador, 10 febrero 2004.
Los “factores asociados” a los resultados escolares41
Si mucha tinta ha corrido sobre el tema de la calidad en los últimos años, mucha más ha corrido sobre los “factores asociados” a dicha calidad. La mayoría de los numerosos estudios se han hecho en el contexto escolar y a través de tests estandarizados que miden fundamentalmente dos áreas: lenguaje y matemáticas. Si bien las conclusiones varían mucho según los países estudiados así como según el momento del estudio, los marcos teóricos, las categorías utilizadas y las metodologías apli- cadas, hay varios puntos comunes que vienen resultando de estos estudios en cuanto a factores que favorecen o limitan el rendimiento escolar que deberían ser tenidos en cuenta en el diseño y eje- cución de políticas y estrategias a todos los niveles. Se reitera que el entorno socio-económico y familiar de los alumnos pesa más que el entorno propiamente escolar, sobre todo en los países en desarrollo y en contextos de pobreza, mostrando precisamente la importancia decisiva de la escue- la y de una buena educación en estos contextos.42
A grandes rasgos:
• El efecto sociedad es el conjunto de factores que afectan a la vida de las familias y que inciden directa o indirectamente sobre las condiciones de enseñanza y aprendizaje de las personas: ingresos, alimentación, salud, vivienda, trabajo, seguridad, acceso a la información, etc., así como valores y actitudes en relación a la educación, la pobreza, la infancia, la mujer, los docentes, la diversidad racial, cultural y lingüística, etc. Está probado que a mayor desigualdad económico-social dentro de cada país, menores son las probabilidades de lograr buenos resultados educativos, dadas las insuficiencias en la satisfacción de las necesidades básicas de la población y la débil cohesión del conjunto de la sociedad. Además de la política económica y social, la política educativa también da forma a un determinado modelo de sociedad a través del modelo de educación que ofrece a esa sociedad.
• El efecto familia tiene que ver no sólo con el nivel de ingresos, sino con la composición de la fami- lia, la ocupación y el nivel educativo de los padres, la vida familiar, el clima de afecto y seguridad, la infraestructura física del hogar, los recursos disponibles para el aprendizaje, el uso del tiempo, las prácticas de crianza, la relación de la familia con la escuela, etc.;
• El efecto escuela opera a nivel del sistema escolar en su conjunto, a nivel de cada institución (y/o redes de instituciones) y a nivel de aula. Tiene que ver no únicamente con la enseñanza, sino con todas las dimensiones del quehacer y la cultura escolares, incluyendo la infraestructura y los mate- riales de enseñanza, el uso del espacio y del tiempo, la organización, las rutinas y las normas, la relación entre directivos y docentes y entre estos, los alumnos, los padres de familia y la comuni- dad, la relación entre pares, la competencia docente, los contenidos de estudio, la pedagogía, la valoración y el uso del lenguaje en las interacciones informales y en la enseñanza, los sistemas de evaluación (premios y castigos, incentivos, estímulos, etc.)
Si bien buena parte de las decisiones se toman a nivel de sistema y de política educativa, cada esta- blecimiento tiene importantes márgenes de autonomía y el aula, sobre todo, aparece como un nivel clave. El primer estudio evaluativo del LLECE, realizado en 13 países de América Latina y el
41 Sobre el tema evaluación, rendimiento escolar y “factores asociados” ver el Anexo 3. Existe una amplia literatura y discusión sobre estos temas. Algunas revisiones documentales y estudios al respecto pueden encontrarse en la bibliografía incluida al final.
42 Diversos estudios realizados en/sobre América Latina han asignado un peso de 60% al entorno socio-familiar y 40% al entor- no escolar. Ver un resumen en Brunner y Elacqua 2003.
Caribe, concluyó que “el descubrimiento más importante consiste en que el clima favorable para el aprendizaje en el aula, por sí solo, influye más en los aprendizajes que el efecto combinado de todos los demás factores” (LLECE 2000:86). Asimismo, el estudio realizado por UNICEF-Chile en escuelas efectivas en contextos de pobreza concluyó que la “gestión centrada en lo pedagógico” y el “buen trabajo en el aula” eran factores claves en el logro académico de estas escuelas chilenas (Bellei 2004).
¿Vale más una mala educación que ninguna?
¿Es cierto que vale más una mala escuela que ninguna? El mal sistema escolar recibe niños y jóve- nes y devuelve a las familias y a la sociedad alumnos atemorizados, frustrados, etiquetados como repetidores o desertores escolares, inseguros no sólo acerca de lo que saben, sino de lo que son y de lo que son capaces de ser, aprender y hacer. La mala escuela desestima el conocimiento que por- tan los alumnos, ridiculiza la pregunta, frena la curiosidad, corta las alas, maltrata la autoestima, deja un reguero de repetidores y desertores autoculpabilizados y culpabilizados por sus familias, convencidos de que son tontos, de que no pueden aprender y de que el problema es de ellos. Una mala escuela, en definitiva, puede hacer más daño que bien.
Por eso, es indispensable exigir el derecho a la educación como derecho a una buena educación, no a cualquier educación. La buena educación, esa a la que cada uno de nosotros aspira para sus propios hijos e hijas, es una educación amigable y respetuosa de los saberes y necesidades de quie- nes aprenden, capaz de ayudarles a identificar y desarrollar sus talentos, a pensar bien y a comu- nicarse con propiedad, a colaborar con otros y trabajar en equipo, a desarrollar la empatía y la generosidad, la honestidad, el propio esfuerzo, el valor y la dignidad del trabajo, a visualizar y construir un futuro distinto. La buena educación enseña a aprender y a aprender con gusto. El buen docente deposita altas expectativas en sus alumnos y sabe que todos y todas son capaces de aprender; ve potenciales donde otros ven déficits y ve desafíos donde otros ven problemas; se empeña en sacar provecho de las posibilidades que ofrece cada contexto y en elevarse sobre sus restricciones, buscando moldear la educación para satisfacer las necesidades de sus alumnos y de su entorno, encontrando en ello realización y gratificación personal y profesional. En este sentido, el buen docente no es necesariamente aquel que cumple al pie de la letra la normativa y el currí- culo prescrito, ni el que logra los mejores rendimientos escolares según los estándares y los ran- kings establecidos, sino el que tiene la sensibilidad y el profesionalismo para desafiar los cánones establecidos allí donde estos muestren ser un obstáculo para una buena enseñanza y un buen aprendizaje.
7. Del derecho al acceso al derecho al aprendizaje
Tradicionalmente, el derecho a la educación ha sido entendido de manera restringida como derecho a acceder a la educación. No obstante, el derecho a la educación va mucho más allá de la matrí- cula, de la educación escolar, de completar o aprobar un determinado nivel y de obtener un certi- ficado. El objetivo de la educación –y por tanto el derecho a la educación– es aprender, aprender a aprender y aprender a poner en práctica, conocimientos, habilidades, valores y actitudes útiles para la vida y para continuar aprendiendo.
La propia palabra derecho se viene evitando en los últimos años en los diversos planes e iniciativas internacionales para la educación. La Declaración de la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (1990) terminó refiriéndose a la educación básica como “necesidades básicas de aprendizaje” y como un problema de acceso a “oportunidades educativas”; en ningún lado de esa declaración puede encontrarse la palabra derecho. Ésta fue reincorporada en la Declaración del Foro Mundial de Educación en Dakar (2000), una década después. Pero ese mismo año, la Agenda del Milenio (2000-2015) volvió a esconder el derecho; “asegurar la educación primaria universal” aparece como un instrumento para erradicar la pobreza, no como un derecho ciudadano.
La Conferencia Mundial de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos (Viena, 1993) reafirmó el carácter indivisible e interdependiente de los derechos humanos. La declaración final de esta con- ferencia reafirmó que los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) –que incluyen la edu- cación, la salud, la vivienda, la alimentación, el trabajo o el ingreso– deben ser considerados con el mismo nivel de importancia que los derechos civiles y políticos y, por tanto, obligar a gobiernos y a quienes detentan el poder económico y político, a todos los niveles, a respetar y proteger estos derechos. No obstante, los DESC vienen siendo atropellados, entre ellos el derecho a la educación, por lo general ubicado como una de las últimas prioridades en el presupuesto y en la voluntad política de los gobiernos, así como en las plataformas reivindicativas de los grupos organizados de la sociedad.
Democratizar la educación implica democratizar el aprendizaje
El derecho a la educación es, esencialmente, derecho al aprendizaje. Y el derecho al aprendizaje es, fundamentalmente, derecho a la comprensión de los fenómenos para poder interactuar con ellos y modificarlos.
El ser humano nace equipado para aprender. Por ello, llama la atención el fácil diagnóstico de “pro- blemas de aprendizaje” que prolifera en los sistemas escolares para explicar por qué millones de niños y adolescentes no aprenden en las aulas, o no aprenden según los ritmos y estándares fijados. En realidad, hay suficientes razones para pensar que estamos más bien frente a “problemas de ense- ñanza”, problemas de un sistema escolar que no está a la altura de las necesidades y posibilidades de aprendizaje de los alumnos y que está perdiendo la batalla pedagógica al calor de la gran bata- lla económica, social y política que se libra fuera de las aulas. La misión de todo sistema educativo, de la institución escolar y de cada docente no es enseñar, sino lograr que todos los alumnos apren- dan. Es en el aprendizaje donde, por último, se mide la calidad del sistema y la calidad docente.
Qué es y qué no es el aprendizaje
Es fundamental distinguir entre educación y aprendizaje (Ver Recuadro 11). No todo aprendizaje deriva de la educación (actividad organizada e intencional orientada a producir conocimiento) y no toda educación resulta en aprendizaje. El aprendizaje es mucho más amplio que la educación y la educación no es el único medio para el aprendizaje. Toda persona aprende a lo largo de su vida, por- que esto es parte de la condición humana. Las necesidades, intereses, estrategias y estilos de apren- dizaje varían de una persona a otra y de un grupo a otro y se modifican con el paso del tiempo. Por eso, entre otros, la necesidad de recuperar el valor de la pedagogía y la necesidad de transformarla.
R11 Recuadro 11
15 supuestos equivocados sobre el aprendizaje en el medio escolar
FALSO
1. El aprendizaje se inicia y se realiza principalmente en el SISTEMA ESCOLAR.
2. El aprendizaje requiere enseñanza (y, por tanto, EDUCACIÓN).
3. La ENSEÑANZA produce aprendizaje.
4. Aprendizaje y RENDIMIENTO ESCOLAR son la misma cosa.
5. La manera de medir conocimientos es mediante PRUEBAS y EXÁMENES.
6. ESTUDIAR es aprender.
7. El aprendizaje se refiere a los ALUMNOS.
PORQUE
Aprendemos desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida, dentro y fuera del sistema escolar: en la familia, en la comunidad, en el trabajo, jugando, leyendo, escribiendo, conversando, resolviendo problemas, etc. Se estima que los aprendizajes más importantes tienen lugar antes y después del paso por el sistema escolar, en la vida misma.
No todo lo que aprendemos requiere que alguien nos lo enseñe. La mayor parte de lo que aprendemos, lo aprendemos sin profesor delante. Aprender
a hablar, el aprendizaje más importante y complejo de todos, se realiza en la primera infancia sin la intermediación de la escuela e incluso sin la mediación de una relación de enseñanza: los niños pequeños aprenden a hablar simple- mente escuchando e interactuando con su medio de forma curiosa e inteli- gente, sacando sus propias conclusiones y reglas acerca de para qué sirve y cómo opera el lenguaje. Todo niño aprende a hablar, salvo en situaciones excepcionales que comprometen algún daño cerebral.
No todo lo que se enseña se aprende. La expresión “enseñanza-aprendizaje”, separada por un guión, es inexacta y desorienta pues lleva a asumir que hay una relación necesaria entre ambas. En el sistema escolar se enseñan muchas cosas, pero los estudiantes aprenden muy poco de todo aquello que se les enseña. Por eso, la misión del sistema escolar y de todo buen educador no
es enseñar sino lograr que los alumnos aprendan.
El “rendimiento escolar” (las calificaciones) no necesariamente refleja lo que ha aprendido un alumno o lo que sabe. La nota es el resultado agregado de exámenes, pruebas y tests –en los que por lo general se mide información,
no conocimiento– junto con variables como participación en clase, entrega puntual de tareas, e incluso muchas veces conducta, que no tienen estricta- mente nada que ver con el aprendizaje.
La situación de examen no es la más indicada para medir conocimientos pues a) genera gran tensión, b) las pruebas escolares (las aplicadas en el aula y también las pruebas estandarizadas que se aplican a todo el sistema)
a menudo tienen problemas de concepción y diseño y, en todo caso, captan apenas una mínima parte de todo lo que un alumno aprende en el sistema escolar y c) el verdadero conocimiento no se mide en una prueba, sino en
la capacidad para utilizar ese conocimiento en la realidad, vinculándolo con otros conocimientos y valiéndose de éste para identificar, entender y resolver problemas.
No siempre se aprende lo que se estudia. Depende además de cómo y cuándo se estudie. Estudiar para el examen es la vía más segura para el no-aprendizaje, pues el aprendizaje inducido exteriormente es menos proclive a generar comprensión. La prueba de que no hay comprensión es que frecuentemente lo que se estudia un día antes del examen, se olvida al día siguiente.
Aunque cuando se habla de aprendizaje por lo general se piensa en los alum- nos, también interesa asegurar el aprendizaje permanente de los docentes, los directivos, los padres de familia, etc. El derecho a la educación es el derecho
de todos al aprendizaje permanente.
8. La mejor edad para aprender es la INFANCIA.
9. La relación enseñar-aprender es una relación ADULTO- NIÑO.
10. El aprendizaje se hacen sobre todo ESCUCHANDO (al docente) y LEYENDO (libros).
11. Enseñar y aprender son ROLES FIJOS y mutuamente EXCLUYENTES.
12. Aprender, en el medio escolar, remite (principalmente) a CONTENIDOS y a CURRÍCULO.
13. El BUEN ALUMNO es el que saca buenas calificaciones y el más inteligente.
14. Existe una relación lineal y directa entre el APRENDIZAJE DE LOS DOCENTES y el APRENDIZAJE DE LOS ALUMNOS.
15. El aprendizaje es el RESULTADO previsible de la presencia y combinación de ciertos INSUMOS.
El aprendizaje no tiene edad: toda edad es buena para aprender y hay una edad para aprender cada cosa. Hay cosas que se aprenden mejor o sólo pueden aprenderse en la juventud o en la edad adulta. La llamada “edad escolar” no equivale a “edad para el aprendizaje”. La propia categoría de “edad escolar” debe revisarse, especialmente en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida.
La relación más antigua y más tradicional de enseñanza-aprendizaje es la de una persona adulta (padre, madre, docente) enseñando a niños. Pero el aprendizaje inter-generacional también opera en sentido contrario: adultos aprendiendo de niños y jóvenes. Asimismo, hay aprendizaje entre pares: niño-niño, joven-joven, adulto-adulto.
Escuchar y leer han sido las formas más antiguas y convencionales de aprendi- zaje, ambas pasivas. No obstante, hay muchas otras formas y estrategias de aprendizaje - conversar, debatir, escribir, ver una película o un video, viajar, y es fundamental diversificarlas y complementarlas pues cada persona tiene estilos diferentes de aprendizaje (visual, audiovisual, táctil, experiencial, práctico, etc.).
Quien enseña aprende mientras prepara y mientras enseña. Los alumnos tienen mucho que enseñar a los docentes. Una buena pedagogía acepta la posibilidad y la necesidad de la alternancia y la complementariedad entre enseñar y aprender.
Lo que se aprende tiene que ver no sólo con qué se aprende, sino también con cómo se aprende (las relaciones y los métodos también son contenidos). No sólo se aprende el currículo prescrito (el que consta en los programas de estudio y en los textos escolares, el que dicta o desarrolla el docente en clase), sino también el llamado “currículo oculto”. No sólo se aprende del docente y de los libros, sino también de los compañeros. No sólo se aprende en el aula de clase, sino también en el recreo.
Buen alumno es el que tiene curiosidad e interés por saber, el que hace preguntas para comprender mejor, el que comprende, el que selecciona la información y establece conexiones entre los datos y los fenómenos, el que no se limita a lo que recibe en clase, sino que está en búsqueda permanente.
Este tipo de alumno a menudo no es el que saca las mejores notas. El sistema escolar suele premiar no la comprensión, sino la memoria, no el espíritu crítico y creativo, sino los comportamientos adaptativos. El hecho de que las mujeres tengan por lo general mejores resultados académicos que los hombres en el sistema escolar puede tener que ver también con el comportamiento más adaptativo de las mujeres.
No existe una relación mecánica entre el aprendizaje de los docentes y el aprendizaje de los alumnos. Éste es un error de quienes esperan mejorar el rendimiento escolar de los alumnos a través de formación y capacitación docente. Ésta puede llegar a tener impacto sobre la enseñanza (si se hace bien), pero no necesariamente sobre el aprendizaje de los alumnos pues son muchos los factores que intervienen en este último, siendo el conocimiento del docente apenas uno de esos factores. La investigación muestra que a menudo las expectativas de los docentes tienen más impacto sobre el aprendizaje de los alumnos, que el conocimiento profesional de los docentes.
No hay nada previsible en el aprendizaje. Éste sigue siendo en buena medida un fenómeno incomprensible y fascinante, sobre el cual vienen aportando luces diversas disciplinas (genética, neurología, psicología, lingüística, historia, entre otras). Sabemos no obstante que todos podemos aprender dadas las condiciones apropiadas, que el verdadero aprendizaje pasa por la comprensión profunda, requiere tiempo, enfoques y métodos de enseñanza que estimulen la curiosidad, la motivación, la autoconfianza y el involucramiento activo de quien aprende.
Elaboración: R.M.Torres
Aprendizaje no es lo mismo que rendimiento escolar
Aunque parezca increíble, la educación ha dado hasta hoy poca importancia al aprendizaje, insis- tiendo en la memorización y la repetición antes que en la comprensión. Todo el sistema educativo gira en torno al punto de vista de la enseñanza, antes que al punto de vista del aprendizaje. Por eso, el viejo e insistente pedido de una educación “centrada en el alumno”. La preocupación res- pecto del aprendizaje –es decir, del qué, cómo y para qué se aprende– pasa por lo general desaper- cibida y se confunde con rendimiento escolar, es decir, con las calificaciones.
Desde los planteles escolares hasta los Ministerios de Educación se lleva la cuenta de cuántos alum- nos empiezan y cuántos terminan. Pero no hay información acerca de qué saben los alumnos, qué desean aprender, qué están aprendiendo y cómo utilizan eso que aprenden.43 Los sistemas de eva- luación reportan puntajes agregados de rendimiento escolar en asignaturas seleccionadas, obteni- dos a través de la aplicación de pruebas estandarizadas que captan el grado de asimilación de los alumnos respecto del currículo oficial, sin poner en duda la validez de dicho currículo. Y en base a esos indicadores se pone a competir entre sí a los alumnos y a las escuelas mediante los rankings de rendimiento escolar vinculados a adjudicación de presupuestos, proyectos e incentivos.44
Todo esto se amplifica a nivel internacional. El término Educación Primaria Universal (EPU) fue acu- ñado por la UNESCO como universalización de la matrícula escolar y con esos parámetros se han hecho todas las estimaciones de costos para el logro de la EPU en el Sur. La Conferencia Mundial sobre Educación para Todos (1990) habló de educación básica y puso el aprendizaje como un obje- tivo específico: “Mejoramiento de los resultados del aprendizaje de modo que un porcentaje con- venido de una muestra de edad determinada (por ejemplo, 80% de los mayores de 14 años) alcance o sobrepase un nivel dado de logros de aprendizaje considerados necesarios”. No obstante, el aprendizaje volvió a desaparecer como indicador en las metas para la educación de la Agenda del Milenio (2000-2015) (Ver Recuadro 2).
Con esta mirada puesta en la matrícula escolar América Latina y el Caribe ha sido considerada región ejemplar y puntera entre las regiones del Sur. La afirmación de que “América Latina ha logrado en general la educación primaria universal” (Banco Mundial, 1996:5) no es cierta ni siquiera para la matrícula escolar, mucho menos para la culminación del ciclo primario (en promedio, 3 de cada 10 alumnos que se matriculan no llegan a culminarlo).
Matricularse, asistir y completar un determinado ciclo de estudio sólo tiene sentido si todo eso se traduce en aprendizaje efectivo, significativo y sustentable. ¿De qué sirve universalizar la matrícula sin asegurar los aprendizajes esenciales? Alta tasa de matrícula o de alfabetización no equivale a una población educada, como incorrectamente asume el Índice de Desarrollo Humano. El analfa- betismo funcional –leer sin comprender, escribir sin comunicar– es resultado precisamente de una mala educación que trabaja para mostrar números e índices antes que para asegurar el aprendi- zaje de las personas. Es, en definitiva, un termómetro que indica mal uso del tiempo de las personas y de los recursos destinados a la educación.
43 Es importante destacar que la prueba internacional PISA mide no sólo conocimientos, sino desempeño, es decir, la capaci- dad de los alumnos para usar el conocimiento en situaciones reales. Ésta es una gran diferencia y un gran salto adelante res- pecto de las pruebas convencionales que miden el conocimiento de los alumnos sobre el papel.
44 En Chile, primer país en la región que contó con un sistema nacional de evaluación del rendimiento escolar –el SIMCE– y en el que está institucionalizado el sistema de competencia entre escuelas en base a los puntajes obtenidos en el SIMCE, se ha lle- gado a proponer que dichos puntajes se extiendan al mundo de la política y la elección de autoridades seccionales (re-elección de alcaldes y otras autoridades de gobiernos locales basada en los rendimientos escolares de las escuelas bajo su jurisdicción).
No basta con democratizar la educación; es preciso democratizar el aprendizaje. Puesto que los pobres constituyen la mayoría de la población en nuestras sociedades y puesto que los pobres deben enfrentar condiciones particularmente adversas que tienen un impacto negativo sobre el aprendizaje, democratizar el aprendizaje significa no sólo asegurar una educación de calidad, sino condiciones esenciales de vida, que permitan liberar tiempo y energías para aprender tanto den- tro como fuera de la escuela, en la familia y en la comunidad. En vez de incentivos externos para estudiar, una oferta educativa atractiva y motivadora; en vez de aulas de recuperación, un modelo escolar flexible y adaptado a las necesidades de la pobreza; en vez de becas escolares, trabajo para los padres; en vez de políticas compensatorias y medidas remediales, un modelo de desarrollo con justicia económica y social.
8. Del derecho al aprendizaje al derecho al aprendizaje a lo largo de toda la vida45
El derecho a la educación es hoy no sólo derecho al aprendizaje, sino derecho al aprendizaje a lo largo de toda la vida o aprendizaje permanente.
Estamos en una era de crecimiento exponencial de la información y el conocimiento en todos los campos y de diversificación sin precedentes de los espacios, medios y lenguajes para la producción, circulación y uso de la información y el conocimiento. El nuevo orden económico globalizado exige renovar las miradas, los conocimientos, las habilidades, los valores y las actitudes persona- les y sociales para comprender, enfrentar y superar los problemas y aprovechar las posibilidades de estos nuevos escenarios. En este contexto de notable ampliación de lugares y herramientas para aprender, incluyendo las modernas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), surge el aprendizaje a lo largo de toda la vida como una necesidad y un principio rector de la sociedad del siglo XXI, llamada “sociedad red”, “sociedad de la información”, “sociedad de la comunicación” o “sociedad del conocimiento”, según las diversas perspectivas adoptadas (Castells 1998; García Canclini 2004; Guttman 2003; UNESCO 2004c; Mattelart 2004).
Nunca estuvo tan cerca y a la vez tan lejos la posibilidad del aprendizaje permanente para todos: cerca para quienes pueden acceder a los múltiples espacios y recursos contemporáneos de apren- dizaje, lejos para la inmensa mayoría que no tiene acceso a ellos, ni siquiera al sistema escolar y al libro. En plena “sociedad de la información”, la brecha –de información, de conocimiento, de educación– se agranda entre el Norte y el Sur, entre ricos y pobres. El Norte adopta el aprendiza- je a lo largo de toda la vida para definir sus políticas de investigación, educación y capacitación, mientras el Sur ve achatarse el horizonte y las metas educativas. De hecho, el aprendizaje perma- nente está ausente en el discurso y las metas de la Educación para Todos y la Agenda del Milenio, aunque ha sido incorporado en el Proyecto Regional de Educación para América Latina y el Caribe (PRELAC) coordinado por la Oficina Regional de la UNESCO (Ver Recuadro 6).
45 Esta tesis, así como la tesis 9, se apoya en varios puntos desarrollados más ampliamente en un estudio de la autora realizado para la Asociación Sueca para el Desarrollo Internacional (ASDI): R.M. Torres, Aprendizaje a lo largo de toda la vida en el Sur, Un nuevo momento y una nueva oportunidad para el aprendizaje y la educación básica de adultos (AEBA), IIZ-DVV, Bonn, 2003; ASDI, Estocolmo, 2004. Ver: http://www.fronesis.org/libreriarmt.htm o la publicación en inglés en http://www.bellanet.org/adul- tlearning/ El foro virtual sobre este estudio está archivado en: http://www.bellanet.org/adultlearning/
Aprendizaje a lo largo y a lo ancho de la vida
El aprendizaje a lo largo de toda la vida o aprendizaje permanente reconoce dos dimensiones interrelacionadas y la necesidad de potenciar y articular ambas:
(a) que aprendemos a lo largo de la vida (desde el nacimiento hasta la muerte), y
(b) que aprendemos a lo ancho de la vida (en todos los espacios, siendo el sistema escolar apenas uno de ellos).
Aprendizaje permanente y aprendizaje de jóvenes y adultos. A pesar de que la edad adulta es la más larga en la vida de una persona, ésta ha sido despreciada en términos educativos, bajo el supuesto de que “la infancia es la mejor (si no la única) edad para aprender”. Por ello, a la comu- nidad vinculada a la educación de jóvenes y adultos (EDJA) le ha tocado defenderla desde la edu- cación no-formal, la educación continua y, en general, el más allá de la “edad escolar”. Hoy, el paradigma del aprendizaje a lo largo de toda la vida ofrece un marco renovado para repensar la EDJA y para desafiar algunas tendencias de los últimos años, tales como: (a) la focalización de polí- ticas y programas en “los jóvenes” o los “adultos jóvenes” (15 a 24 años); (b) la educación de adultos –y sobre todo la de las mujeres-madres– vista fundamentalmente como estrategia para “aliviar la pobreza” y como estrategia compensatoria en relación a la infancia y a la escuela, antes que como válida en y por sí misma;46 (c) el descuido del rol parental de las personas adultas dentro del marco de la EDJA, es decir, la educación de padres y madres en función de tales, de su participación y exi- gibilidad del derecho a la educación tanto de sí mismos como de sus hijos; y (d) la continuada per- cepción de la EDJA como una “segunda oportunidad” para quienes no pudieron ir a la escuela en la edad considerada apropiada, antes que como el derecho a aprender a lo largo de toda la vida que debe asistir a toda persona.
En verdad, para los fines del aprendizaje y en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida, no existe ya una “segunda oportunidad”, sino múltiples oportunidades. Por otra parte, la propia tradición de la Educación Popular destaca su impacto (personal, familiar, comunitario, social, polí- tico) en dimensiones tales como la concienciación y el empoderamiento, la participación y la orga- nización comunitaria, la emancipación y la transformación social.
Aprendizaje permanente y primera infancia. No existe solamente un “después del sistema escolar”
–en el que tiende a centrarse la educación de jóvenes y adultos y, en general, la perspectiva de la “segunda oportunidad”–, sino también un “antes del sistema escolar”. La primera infancia es un período de aprendizajes esenciales y la familia continúa siendo el primer gran laboratorio forma- tivo en la vida de las personas. La educación inicial es educación para la vida, no simplemente edu- cación pre-escolar, en el sentido de preparatoria para la escuela, que es en lo que se ha convertido en la mayoría de países y pensada como una estrategia para ayudar a los niños y niñas pobres a “reducir el riesgo de fracaso escolar” (sic). Precisamente, en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida se encuentran y potencian mutuamente los niños pequeños (pre-escolares, desde la óptica escolar) y las personas adultas (post-escolares, desde esa misma óptica), los dos grupos más discriminados, precisamente por estar ubicados en los extremos del espectro vital y del sistema for- mal. Aquí se da el marco propicio para desarrollar una nueva propuesta de educación inclusiva, capaz de romper con la edad como factor de discriminación, promover el aprendizaje intergene- racional y volver a juntar lo que nunca debió separarse: la educación y el aprendizaje de la familia como unidad, de hijos y padres, nietos y abuelos.
46 En base a una vasta evidencia teórica y empírica acumulada que muestra vinculaciones positivas entre padres alfabetiza- dos/educados y diversas variables demográficas e indicadores vinculados a la infancia (entre otros: impacto sobre la salud, nutri- ción, acceso, retención y rendimiento escolares, etc.). Para más información y para un debate al respecto, consultar algunas de las referencias incluidas en la bibliografía final.
Aprendizaje permanente y TIC. Con todos los riesgos que ya se advierten y debaten, las TIC pueden ser aliados importantes para el aprendizaje de niños, jóvenes y adultos y de los propios docentes. Telecentros, infocentros, cabinas telemáticas y comunitarias y diversas formas de cyber cafés popu- lares en los que interactúan aprendices y usuarios de todas las edades, no sólo en zonas urbanas, sino cada vez más en semi-urbanas y semi-rurales, vienen multiplicándose y popularizándose en América Latina y el Caribe, generando nuevos espacios, modos y lenguajes de encuentro entre per- sonas de todas las edades y prestándose para variados usos personales y sociales.47 La computado- ra está modificando, pero estimulando –antes que inhibiendo– la lectura y la escritura; nunca se había leído y escrito tanto; los jóvenes que no leen ni escriben en el colegio, leen y escriben cha- teando y usando el correo electrónico. Contrariando todas las expectativas, el estudio del IEA (International Association for the Evaluation of Educational Achievement) (Elley 1992) y otros estu- dios y evaluaciones posteriores sobre competencias en lectura y escritura muestran que niños, jóve- nes y adultos que usan computadoras, leen y escriben más y con más agrado. Redes electrónicas, comunidades virtuales y sitios web son hoy herramientas fundamentales de información, comuni- cación, intercambio, debate y movilización ciudadana a escala local, nacional, regional y mundial.
Sociedad de la Información, Sociedad del Conocimiento, Sociedad del
Aprendizaje
Vemos con preocupación que la promesa de la “sociedad de la información” (SI) y la “sociedad del conocimiento” tiende a ser asociada cada vez más con las modernas Teconologías de la Información y la Comunicación (TIC) y éstas a reducirse a la computadora y a Internet, como si toda la infor- mación y el conocimiento pasaran por éstas. En verdad, la familia, el sistema escolar, y los medios de comunicación social (periódico, radio, televisión) siguen siendo las instituciones más importantes de información y educación en todo el mundo y no son sustituibles ni por la computadora ni por Internet. Por otra parte, las hoy llamadas “tecnologías tradicionales” (teléfono, radio, televisión, video, fax, cámara de fotos, etc.), por oposición a “modernas”, siguen siendo las más extendidas en todos los países en desarrollo (sobre todo la radio y la televisión) y aún insuficientemente apro- vechadas en términos educativos.
La distinción entre información y conocimiento resulta hoy fundamental. En el mundo de hoy cir- cula ciertamente mucha información –mucha más de la que cualquier ser humano está en capacidad de asimilar en las 24 horas que tiene un día e incluso a lo largo de toda su vida– pero la informa- ción requiere trabajarse, procesarse de manera inteligente y con sentido, para transformarse en conocimiento. Democratizar el acceso a la SI implica no sólo distribuir computadoras, sino, además y en primer lugar, democratizar el acceso a la alfabetización y a la educación básica por parte de la población mundial: no existe sociedad de la información sin una sociedad alfabetizada y educada para saber acceder, seleccionar, aprovechar y hacer sentido de la información.
Aunque la SI se presenta como una buena nueva, no lo es necesariamente desde el punto de vista educativo. En realidad, una SI a secas resulta poco atractiva. Al fin y al cabo, la mala educación –la que Paulo Freire llamó “educación bancaria”– ha estado siempre ávida de información, pero huér- fana de comunicación y de conocimiento. El memorismo es hijo predilecto de la educación enten- dida como instrucción y ésta como transmisión de información (Torres 2005).48
47 Muchos Café Internet o cybercafes (en ocasiones combinados con servicios de comida, juegos, música, televisión, acceso a materiales de lectura, etc.) han pasado a convertirse en lugares de encuentro y colaboración intergeneracional, así como de encuentro de comunidades de inmigrantes, exiliados y refugiados; adolescentes y jóvenes los usan como lugares para hacer las tareas escolares en un ambiente de distensión y camaradería; para otros, son lugares a los cuales acudir en búsqueda de servi- cios tradicionales tales como redacción de cartas o realización de trámites, etc.
El verdadero reto es construir una “sociedad del aprendizaje” (SA), capaz de plasmar el paradigma del aprendizaje a lo largo de toda la vida para todos. El gran desafío contemporáneo es diseñar y ejecutar políticas que promuevan la satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje de todos los ciudadanos.
48 Muchos tienen hoy reservas respecto del término Sociedad de la Información (término oficialmente adoptado por la Conferencia Mundial sobre la Sociedad de la Información CMSI, Ginebra 2003), y prefieren hablar de Sociedad del Conocimiento, o bien de Sociedad de la Información y el Conocimiento. El documento oficial presentado por la UNESCO en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (CMSI, Ginebra, 2003) abogó en favor de la Sociedad del Conocimiento “puesto que promo- ver los flujos de información, por sí mismo, no es suficiente para tomar las oportunidades para el desarrollo que sí ofrece el conocimiento” (Khan, Prefacio de Guttman 2003:1). Para una discusión al respecto, ver el Glosario Intercultural "Desafíos de palabras en la sociedad de la información". http://www.vecam.org/edm/
9. De la escuela a la comunidad de aprendizaje
¿Por qué Comunidades de Aprendizaje?
La necesidad de “abrir la escuela” a la comunidad y a la sociedad es un viejo planteamiento y una vieja aspiración. Hoy, dicha aspiración ha pasado a ser, contradictoriamente, a la vez una realidad y una necesidad para la escuela pública latinoamericana: (a) realidad porque la escuela viene de hecho absorbiendo funciones sociales compensatorias que no le corresponden, o bien no asu- miéndolas, pero en cualquier caso luchando por subsistir en sociedades económica y socialmente injustas; (b) necesidad porque se han diversificado las herramientas y los espacios de aprendizaje fuera de la escuela, lo que vuelve indispensable trazar el mapa de necesidades de aprendizaje de la población y distribuirlo colaborativamente entre las diversas instituciones y espacios de apren- dizaje que están disponibles en la sociedad. En lugar de aislarse, la escuela necesita más que nunca definir su especificidad pero abriéndose a la comunidad y a la sociedad, asumiéndose como centro de aprendizaje comunitario y motor del desarrollo local.
Es indispensable volver a vincular escuela, familia y comunidad, en una relación multidimensional y compleja, no de una sola vía (qué pueden hacer los padres de familia o la comunidad por la escuela), sino de doble vía (qué puede hacer la escuela por los padres de familia y por la comunidad y a la inversa) y conjuntamente (qué pueden hacer todos ellos juntos para asegurar la educación para todos y el desarrollo humano). Es aquí donde resulta útil pensar en un concepto articulador y con un fuerte potencial transformador como el de Comunidad de Aprendizaje.49
49 Algunos materiales y ejemplos de experiencias de Comunidad de Aprendizaje en el mundo pueden encontrarse en el sitio web de Fronesis: http://www.fronesis.org/comunidades_aprendizaje.htm
El razonamiento es simple: Toda persona tiene algo que aprender y algo que enseñar. Toda comu- nidad humana tiene problemas y necesidades, pero también tiene saberes, capacidades y recursos que a menudo no son valorados, ni siquiera reconocidos, como tales. Se trata, en primer lugar, de identificar los haberes de la propia comunidad. Antes que el clásico “diagnóstico” que termina en el largo y conocido listado de “lo que falta”, se requiere un diagnóstico que identifique el también largo, pero generalmente desconocido, listado de lo que se sabe y lo que se tiene: quién sabe qué y qué puede enseñar a cambio de qué, qué potencial hay de trabajo voluntario o de trueque de recursos o saberes, qué espacios existen que no están siendo utilizados o que están siendo mal- aprovechados (parques, plazas, iglesias, edificios abandonados, escuelas cerradas o usadas a medio tiempo, terrenos baldíos, etc.), qué está haciéndose de manera descoordinada y pudiera coordi- narse, quiénes están trabajando en lo mismo, quiénes resultan complementarios.
¿Qué es una Comunidad de Aprendizaje?
El término “Comunidad de Aprendizaje” (CA) se ha extendido en los últimos años y tiene hoy sig- nificados y usos muy diversos (Coll 1999a,b). Hay quienes vienen trabajando el aula o la institución escolar como una CA. Otros usan el término para referirse a comunidades virtuales y redes elec- trónicas. Otros, para referirse a comunidades reales, asentadas en un territorio. El concepto de comunidad de aprendizaje (CA) que proponemos aquí fue desarrollado en el marco de la Iniciativa de Educación Básica Comunidad de Aprendizaje (ver Recuadro 12) y se refiere a una comunidad humana organizada dentro de una determinada área o territorio (barrio, pueblo, ciudad, munici- pio, etc.) que asume un compromiso colectivo con el aprendizaje a fin de satisfacer las necesidades de aprendizaje de todos –niños, jóvenes y adultos– y, a través de ello, potenciar el desarrollo per- sonal, familiar y comunitario. Una comunidad que valora el aprendizaje, aprovecha y sincroniza todos los recursos y potencialidades disponibles en esa comunidad, convirtiendo la educación en una necesidad de todos –en tanto útil y relevante para la vida– y en una tarea de todos asumida de manera solidaria.
Estas formas de aprendizaje comunitario son comunes entre los pueblos y las organizaciones indí- genas.50 En este sentido no es un invento moderno ni mucho menos una propuesta venida del Norte como tantas otras, sino más bien una recuperación, en tiempos modernos, de modos tradi- cionales de aprendizaje y transmisión intergeneracional del saber que precedieron a la organiza- ción del sistema escolar y que coexisten con éste en la actualidad.
50 Por ejemplo, el Modelo de Educación Cultural Bilingüe (MOSEIB) desarrollado por la Dirección Nacional de Educación Intercultural Bilingüe (DINEIB) en el Ecuador, propone reemplazar la modalidad escolar tradicional por Centros Educativos Comunitarios que recuperen el papel de la familia como responsable inmediata de la formación integral de las personas y otor- guen a la comunidad un rol protagónico en la gestión y evaluación del proceso educativo, así como en el cultivo y transmisión de los saberes ancestrales y prácticos para la supervivencia, la vida, la familia, el trabajo, la organización comunitaria, la tradición, la cultura y las artes. El eje articulador del proceso educativo es “el desarrollo de la persona y de las comunidades indígenas sobre la base de su cultura, la apropiación del conocimiento universal y el respeto a la naturaleza”. El MOSEIB promueve el desarrollo oral y escrito y el uso de las lenguas indígenas, manteniendo el español como lengua de comunicación intercultural. Para más información ver: http://www.dineib.edu.ec
R12 Recuadro 12
La Iniciativa de Educación Básica “Comunidad de Aprendizaje”
La Iniciativa de Educación Básica “Comunidad de Aprendizaje” fue creada entre 1996 y 1998, dentro del progra- ma de educación para América Latina y el Caribe impulsado por la Fundación W.K. Kellogg. Una vez definido un ideario acerca de lo que entendíamos por Comunidad de Aprendizaje (CA), organizamos un concurso de proyectos, el cual fue divulgado en toda la región. Se recibieron 132 propuestas, de las cuales se seleccionaron 50 para visitas sobre el terreno. De esas 50, seleccionamos 14, las cuales serían financiadas inicialmente por un período de 3 años.
Los 14 proyectos se desarrollaron en 9 países de la región: Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Haití, México, Perú, Uruguay y Venezuela, cada uno con su propia identidad, con instituciones diversas participando y coordinando el pro- yecto (gobierno nacional o local, universidad, ONG, organización comunitaria, sistema escolar, etc.) y con un eje arti- culador específico y relevante surgido de cada contexto (por ejemplo: lectura y escritura en Argentina, cultura en Brasil y Haití, organización juvenil en Ecuador, salud y adolescencia en Uruguay, desarrollo comunitario en Perú, etc.).
El ideario de la Iniciativa requería que los proyectos presentados a concurso tuvieran entre otras las siguientes carac- terísticas:
• organizarse en asentamientos rurales o urbanos en los que ya estuviese en marcha algún proceso de organización y participación comunitaria, durante al menos tres años;
• atender las necesidades de aprendizaje de todas las personas en la comunidad elegida (niños, jóvenes y adultos);
• incluir y articular tanto la educación escolar como la extra-escolar;
• enfatizar el aprendizaje y dar especial importancia a los aspectos pedagógicos y a la renovación de las prácticas y relaciones de enseñanza-aprendizaje;
• construir alianzas entre las diversas instituciones operando a nivel comunitario en torno a la educación y el apren- dizaje, así como elaborar, presentar y ejecutar el proyecto de manera conjunta.
Finalmente, se aspiraba a que el conjunto de proyectos en los diferentes países conformara en sí mismo una
Comunidad de Aprendizaje a nivel regional.
Elaboración: R.M. Torres
Recapitulando
Una comunidad de aprendizaje valora, articula e involucra a:
todos los sujetos de aprendizaje: niños/as, jóvenes y adultos con necesidades básicas de aprendi- zaje insatisfechas;
todos los potenciales educadores: niños/as, jóvenes y adultos, padres de familia, estudiantes y pro- fesores, educadores y promotores comunitarios, comunicadores, profesionales, maestros y apren- dices, trabajadores sociales, funcionarios públicos, desempleados y jubilados, personas mayores, ciudadanos en general;
todos los medios y modalidades de aprendizaje: educación y formación/capacitación; educación formal, no-formal e informal; aprendizaje entre pares y aprendizaje inter-generacional; aprendi- zaje presencial y a distancia; aprendizaje autodirigido y experiencial; aprendizaje en tiempo real y a través de medios virtuales;
todas las necesidades básicas (“sectores”): vivienda, salud, nutrición, educación, producción, tra- bajo, servicios sociales, seguridad, medio ambiente, sanidad, etc.;
todas las organizaciones: públicas y privadas operando en o vinculadas a la comunidad: familias, sistema escolar (desde el pre-escolar hasta la educación superior), entidades gubernamentales y no-gubernamentales, medios de comunicación, gremios y sindicatos de trabajadores, mujeres, jóvenes, etc., y otras de carácter social, étnico, religioso, cívico y filantrópico.
Una Comunidad de Aprendizaje (CA):
• Está organizada en torno a una comunidad humana ubicada en un área geográfica determinada
(caserío, pueblo, barrio, ciudad, cantón, municipio, red escolar, etc.)
• Asume que toda comunidad humana organizada posee recursos, agentes, instituciones y redes de aprendizaje, los cuales requieren ser identificados, valorados, desarrollados y articulados para garan- tizar la satisfacción de las necesidades de aprendizaje de todos los miembros de la comunidad.
• Adjudica al Estado/gobierno un papel de apoyo fundamental y un rol compensatorio en favor de las comunidades más desfavorecidas.
• Adopta una visión amplia de la educación y ubica el aprendizaje en el centro, incluyendo todos los espacios de educación, formación/capacitación y aprendizaje que existen en la comunidad (sis- tema escolar, bibliotecas, centros comunitarios, casas comunales, talleres, iglesias, museos, medios de comunicación, carteleras, cines, teatros, canchas deportivas, parques, telecentros, cabinas infor- máticas, etc.).
• Concede gran valor al aprendizaje inter-generacional y al aprendizaje entre pares. En particular, destaca el potencial educativo de los jóvenes y de las personas mayores.
• Se fundamenta y apoya en la solidaridad, la cooperación y las alianzas entre familia y escuela, educación escolar y extraescolar, educación y cultura/salud/trabajo/producción, instituciones públicas y privadas.
• Acepta y aprovecha la diversidad, reconociendo que cada comunidad tiene recursos, necesidades y realidades específicas y, por tanto, que cada comunidad requiere apropiarse del problema, e identificar y desarrollar sus propias estrategias.
• Muestra la importancia de desarrollar sistemas de aprendizaje generados y creados a nivel local, basados en la cooperación y la sinergia de esfuerzos.
• Trabaja con grupos e instituciones, relaciones y redes, antes que con personas aisladas.
• Propone un modelo abajo-arriba, adentro-afuera de desarrollo y cambio educativo, que desafía el modelo convencional de reforma educativa y de cooperación internacional para el desarrollo.
• Es el cimiento para la construcción de una sociedad del aprendizaje.
10. De la capacitación docente a la cuestión docente51
Los costos del “ahorro” en la cuestión docente
El tema docente sigue siendo el gran Talón de Aquiles de los sistemas escolares en América Latina y Caribe. En esta región, la retórica acerca de la importancia de los docentes para la educación se ha mantenido viva a lo largo de las tres últimas décadas, en franco contraste con el deterioro experimentado por los docentes a lo largo de este mismo período. Al término de cada evaluación, que arroja pobres resultados escolares, vuelve a “descubrirse” que los docentes son pieza clave de la reforma educativa y que la calidad docente es un elemento esencial de la calidad de la educación (con lo cual, de paso, termina responsabilizándoseles por los malos resultados).52 No obstante, una y otra vez se le da la espalda a la cuestión docente y se la reduce a un problema de capacitación, vista como la varita mágica que resolverá todos los problemas.
51 Para el desarrollo de esta tesis recurrimos a numerosos escritos de la autora sobre el tema docente, algunos de los cuales constan en la bibliografía final. Utilizamos el término “docentes” o “educadores” en lugar de “maestros” y “profesores”, por varios razones: maestros y profesores se usan de manera distinta en los países de habla hispana (en algunos países maestro es quien enseña en el nivel primario y profesor quien lo hace en el nivel secundario); “docentes” abarca a hombres y mujeres, evi- tando la reiteración continua de “maestros” y “maestras” para incluir a ambos géneros; “educadores” permite aplicarse a todos los niveles educativos y a quienes enseñan dentro y fuera del sistema escolar (por ejemplo, padres de familia, hermanos mayores, sacerdotes, etc.).
52 Los bajos resultados escolares obtenidos por Chile en las pruebas internacionales PISA 2000 y TIMSS 2003 provocaron un shock en un país que ha venido desarrollando un proceso sostenido de reforma educativa durante más de 15 años y que a menudo es presentado como un modelo en el contexto latinoamericano. “Poner la escuela en el centro” y “enfatizar la capa- citación docente” fueron las recomendaciones de los especialistas y los tomadores de decisión vinculados a la educación en Chile. Por su parte, el sindicato docente (Colegio de Profesores de Chile) criticó y rechazó esta interpretación de los resultados, que ponen a la escuela y a los docentes en el centro, pero sólo cuando llega el momento de dilucidar responsabilidades.
Es importante recalcar que la posibilidad de superar la situación actual de la educación en nuestros países:
a) no depende sólo de los docentes –aunque su motivación, formación y compromiso son cierta- mente esenciales–, sino de un amplio conjunto de factores intra y extraescolares; y
b) no pasa sólo por más y/o mejor formación/capacitación, sino por una revisión integral de la cues- tión docente –condiciones de vida, de trabajo, evaluación, motivación, reconocimiento social, apren- dizaje permanente, recuperación del sentido mismo de la docencia–.
La “cuestión docente” es una vieja problemática que no se agota en el tema salarial ni en el de la formación/capacitación. Ésta es una mirada desinformada o parcial. El “malestar” docente incluye hoy desmotivación, frustración, pérdida de sentido de la educación, desprofesionalización, estrés laboral, que desembocan en paros recurrentes y en niveles altos y generalizados de conflictividad y enfrentamiento docentes-Estado, docentes-alumnos, docentes-padres de familia.
La realidad ya no tolera más dobles discursos en torno al tema docente y a la calidad de la educa- ción: el docente, importante en el discurso pero desatendido en la práctica, desmotivado y des- profesionalizado, que abandona la escuela y hasta el oficio, que migra al extranjero en busca de cualquier empleo, que escoge la docencia ya no como vocación u opción de vida, sino como super- vivencia o camino de paso hacia una oportunidad mejor. Lo que se ha “ahorrado” en docentes en las tres últimas décadas ha tenido un costo altísimo para nuestros países: paros y huelgas que blo- quean regularmente los sistemas escolares restando no sólo días de clase a los alumnos, sino cre- dibilidad a la educación pública;53 esfuerzos y recursos invertidos en formación, capacitación y experiencia docente que terminan siendo usados en otros campos de actividad o en otro país; des- motivación, estrés laboral y pronunciado ausentismo docente. El mayor impacto de todo esto lo sufren los alumnos y las familias más pobres, las que más requieren y dependen precisamente del buen docente y de la buena escuela.
Los docentes como “insumo”
A lo largo de los últimos años el Banco Mundial impulsó numerosos estudios para identificar los “insumos” que intervienen de manera más eficaz sobre el rendimiento escolar y a un menor costo. La variable docente siempre apareció ubicada en los últimos lugares: alto impacto pero alto costo. Los resultados de estos estudios, que sustentaron recomendaciones de política educativa, coincidían en mostrar que (1) el salario docente no tiene impacto sobre la buena enseñanza y que (2) la cali- ficación docente no necesariamente se relaciona con mejores resultados de aprendizaje de los alumnos. La acción, tanto del BM como del FMI, ha sido promover la congelación o recorte de los salarios docentes, reducir el número de docentes y fomentar contratos temporales y contratación de personal poco o nada calificado, de bajo costo y que no presiona por incrementos salariales ni condiciones de trabajo, así como privilegiar la inversión en capacitación docente en servicio antes que en formación inicial.
53 En el Anexo 2 se incluye un cuadro con estimaciones de días de clase perdidos por paralizaciones docentes en el año 2003 en diversos países de la región. En el caso del Ecuador, se estima que los alumnos de la enseñanza pública han perdido un pro- medio de un mes de clase por año durante los últimos 15 años, debido a los reiterados y prolongados paros de la Unión Nacional de Educadores (UNE).
En realidad, estos argumentos son falaces porque (I) ningún factor de manera aislada puede ase- gurar por sí mismo cambios; el mejoramiento educativo requiere un paquete integrado de políticas y de medidas, tanto intra como extra-escolares; (II) los docentes han visto efectivamente reducirse sus ingresos y deteriorarse su calidad de vida a lo largo de las últimas décadas; los docentes en América Latina y el Caribe provienen cada vez más de sectores pobres o empobrecidos de la socie- dad54 y (III) el problema no es la formación/capacitación en cuanto tal, sino su calidad y relevancia.
El modelo convencional de preparación docente es inadecuado y obsoleto (ver Recuadro 13) y necesita ser repensado integralmente, por y junto con los docentes. Más allá de las políticas, hay hoy diversos programas, varios en proceso de experimentación y lamentablemente la mayoría aún muy localizados o amenazados en su continuidad y expansión, que vienen mostrando los elementos de ese nuevo modelo en gestación.55
Las tecnologías no pueden sustituir a la buena escuela ni al buen docente.56 La educación es mucho más que información y comunicación. Ni los textos escolares antes, ni las computadoras hoy, susti- tuyen el contacto, la interacción humana y el afecto que son base esencial del aprendizaje, espe- cialmente de niños y jóvenes. Paradójicamente, puede llegar pronto el día en que sean los ricos quienes accedan a los buenos maestros y maestras, y los pobres quienes deban contentarse con manipular computadoras y máquinas de todo tipo.
Los docentes no son un “insumo” más, equiparable a la infraestructura o al texto escolar; tampoco son un “actor” más, entre otros. Ellos encarnan el currículo y la pedagogía: sus saberes, valores, competencias y actuaciones son más definitorias sobre qué y cómo se enseña (y aprende) que el currículo prescrito (el currículo-documento, el texto escolar). Apostar por una educación de calidad para todos implica, para los reformadores y para los propios docentes, asumir la importancia de su papel.
54 Según indicaba la CEPAL a fines de la década pasada, "las mejoras salariales logradas por los profesores en varios países (en la década de 1990) no fueron suficientes para cerrar la brecha entre sus sueldos y los de otros asalariados con el mismo nivel educativo. En la mayoría de los casos, la remuneración que perciben por hora es actualmente entre 25% y 50% menor que la de los demás profesionales y técnicos asalariados, lo que se traduce en remuneraciones muy bajas. En los países donde la inci- dencia de la pobreza es mayor, una proporción elevada del total de profesores vive en hogares pobres o en situación de alta vulnerabilidad económica, lo que obstaculiza el logro de una enseñanza de mejor calidad, objetivo prioritario de las reformas educativas" (CEPAL 1998: 38).
55 Cabe destacar en este sentido las diversas iniciativas de desarrollo docente realizadas por el gobierno de Chile, incluyendo una estrategia de pasantías de maestros y maestras chilenos a diversos países dentro y fuera de América Latina. Ver García- Huidobro 1999.
56 Llamados de cautela y alerta al respecto vienen haciéndose desde los 1990s, cuando las TIC estaban aún en pañales. El infor- me de la Comisión Delors recomendaba expresamente “privilegiar en todos los casos la relación entre docente y alumno, dado que las técnicas más avanzadas sólo pueden servir de apoyo a esa relación (transmisión, diálogo y confrontación) entre ense- ñante y enseñado” (Delors et.al. 1996:36).
R13 Recuadro 13
El modelo convencional de formación y capacitación docente que no ha funcionado
• Cada nueva política, plan o proyecto parte de cero
(se ignoran o desestiman los antecedentes, el conocimiento y la experiencia acumulados).
• Piensa la formación/capacitación como una necesidad mayoritaria y principalmente de los docentes
(no también de los directores, supervisores y actores en general vinculados al sistema a los diferentes niveles).
• Ve la preparación aislada de otras dimensiones de la condición docente
(reclutamiento, salarios, condiciones laborales, mecanismos de promoción, etc.)
• Ignora las condiciones reales del magisterio
(motivaciones, inquietudes, conocimientos, tiempo y recursos disponibles, etc.)
• Es vertical, viendo a los docentes únicamente en un rol pasivo de receptores y capacitandos
(no consulta ni busca la participación activa del profesorado para la definición y el diseño del plan de reforma y del plan de formación, en particular).
• Parte de una propuesta homogénea destinada a “los docentes” en general (en lugar de buscar ajustar la oferta a los distintos tipos de docentes y a sus necesidades específicas).
• Se basa en una concepción instrumental de la formación docente (la formación en servicio es vista como una herramienta para implementar una determinada política, programa, proyecto o incluso texto).
• Asume que la necesidad de preparación es inversamente proporcional al nivel y grado en que se enseña (desconociendo con ello la importancia y complejidad de la enseñanza a niños pequeños y en los primeros grados).
• Apela a incentivos y motivaciones externas (puntajes, ascenso, escalafón, antes que al objetivo mismo del aprendizaje y la profesionalización docentes).
• Se dirige a docentes individuales (no a grupos o equipos de trabajo, o a la escuela como institución).
• Se realiza fuera del lugar de trabajo (se saca al docente de su escuela en vez de convertir la escuela en el lugar privilegiado de formación permanente).
• Es puntual y asistemática (no está inserta en un esquema de formación y actualización continuas del magisterio).
• Se centra en el evento –curso, seminario, conferencia, taller– como la modalidad privilegiada y hasta única de enseñanza-aprendizaje docente (desconociendo o viendo como secundarias otras modalidades: intercambio horizontal, trabajo en grupos, pasantías, autoestudio, educación a distancia, etc.)
• Disocia gestión administrativa y gestión pedagógica (lo pedagógico se considera patrimonio de los docentes y lo administrativo de los administradores, desconociendo la necesidad de desarrollar competencias integrales en ambos sectores).
• Disocia contenidos y métodos (saber la materia y saber enseñar) y privilegia los contenidos (ignorando la necesaria complementariedad de ambos saberes y la importancia del saber pedagógico para el perfil y la práctica docentes).
• Considera la educación/ formación/ capacitación como un asunto formal, serio y solemne (despreciando la importancia de crear un ambiente informal, relajado, apto para la inter-comunicación y el desarrollo de componentes lúdicos).
• Está centrada en el punto de vista de la enseñanza: enseñar como objetivo (antes que en el punto de vista del aprendizaje: lograr aprendizajes significativos como objetivo).
• Ignora el conocimiento y la experiencia previa de los docentes (en lugar de partir de allí para construir sobre ellos).
• Está orientada a corregir y mostrar debilidades (antes que a valorar y reforzar fortalezas).
• Es academicista y teoricista, centrada en el libro (niega la práctica docente como espacio y materia prima para el aprendizaje).
• Se basa en el modelo frontal y transmisivo de enseñanza (la enseñanza como transmisión de información y el aprendizaje como recepción pasiva de información).
• Es incoherente con el modelo pedagógico que se propone a los docentes para su práctica en el aula (se les pide promover la enseñanza activa, la participación, el pensamiento crítico, la creatividad, que no experimentan en su propio proceso de aprendizaje).
Elaboración: R.M. Torres.
¿Qué hacer con los docentes?
Frente a esta pregunta, pueden identificarse hoy tres visiones en pugna:
1. La “re-valorización docente” y la vuelta al pasado, inscrita en la nostalgia por la escuela perdida y los “maestros de antes”, encarnada fundamentalmente entre los propios docentes y sus sindicatos y compartida por la mayoría de la sociedad (Hargreaves 1999). La fantasía acerca de la posibilidad de volver atrás, de recuperar un tiempo, una escuela y un docente perdidos, hace difícil ubicarse en el presente para pensar, desde allí, un nuevo modelo educativo y un nuevo modelo escolar. En esta pos- tura prima, en definitiva, el reaseguro de lo conocido, la conservación sobre la transformación.
2. El desplazamiento de los docentes y la apuesta por la tecnología como solución, en los cuales convergen poderosos intereses económicos y políticos (entre otros de las empresas que se benefi- cian directa o indirectamente del negocio de una “sociedad de la información” entendida como sociedad de las computadoras), así como innovadores radicales y “entusiastas tecnológicos” que querrían ver soluciones rápidas en lugar del lento proceso de rehabilitación del sistema escolar. Esta postura expresa una confianza desmedida en el potencial educativo de la tecnología y de las TIC específicamente, a la vez que una gran frustración y desconfianza en la reforma educativa, la escuela y los docentes tradicionales.
3. La apuesta por una transformación de la cultura docente en el marco de una transformación profunda de la cultura educativa y escolar. Esta postura –que es la que defendemos– afirma que no es posible defender el sistema escolar ni la docencia como están, que ambos requieren trans- formaciones profundas e interdependientes: no se puede modificar la cultura escolar tradicional sin modificar la cultura docente tradicional y a la inversa. A su vez, ninguna de ellas puede trans-formarse sin la comprensión y complicidad activa de toda la sociedad. No es posible un mero cam- bio del “rol docente”, impuesto desde arriba; el fortalecimiento profesional de los docentes como agentes de desarrollo y cambio educativo, comunitario y social, implica al mismo tiempo –y junto con ellos– transformar el modelo escolar convencional, un modelo atrasado, rígido y jerárquico, pensado para docentes-ejecutores y docentes-instructores, no para docentes reflexivos, creativos, autónomos, en proceso permanente de aprendizaje.
¿Cómo atraer a los mejores candidatos a la docencia? ¿Cómo retenerlos? ¿Qué debe ofrecerse hoy en la formación/capacitación de los docentes y cómo desarrollar sus competencias profesionales? Todas éstas son preguntas abundantemente formuladas en esta región que permanecen como pre- guntas abiertas y siempre replanteadas a nivel mundial, pues la problemática docente atraviesa
–con dimensiones obviamente distintas– al Norte y al Sur y a cada región y país en particular. Si bien todos coincidimos con los cinco puntos de la “estrategia global” planteada por la OCDE en un reciente informe (Ver Recuadro 14), es evidente que los países de la OCDE y los países del Sur par- timos de realidades bien distintas, que los salarios y condiciones de trabajo de los docentes en los países ricos y con bajos niveles de desigualdad social son muy diferentes a los de los docentes que trabajan en países como los de América Latina, caracterizados por una enorme desigualdad social y una alta conflictividad docente, en los que el tema salarial y las precarias condiciones de enseñanza y de aprendizaje continúan en el centro de la batalla educativa.
R14
Recuadro 14
OCDE: Una propuesta "global" para atraer, capacitar y conservar a profesores eficaces57
• Hacer de la enseñanza una opción profesional atractiva, lo que, por ejemplo, exige mejorar la imagen y el prestigio de esta carrera, así como "la competitividad de las remuneraciones" y de las condiciones de trabajo.
• Reforzar los conocimientos y las competencias de los docentes, lo que pasa por flexibilizar su formación inicial, adap- tarla mejor a las necesidades de los centros escolares y reforzar su perfeccionamiento profesional a lo largo de su carrera.
• Reclutar, seleccionar y emplear a los mejores profesores posibles. Para ello hay que flexibilizar sus condiciones de empleo y dar a los centros de enseñanza más responsabilidades en la selección y gestión del personal.
• Conservar a los docentes de calidad, lo que pasa por la evaluación y recompensa de la eficacia pedagógica y por ofrecerles posibilidades de diversificar su trayectoria profesional.
• Hacer participar a los docentes en la elaboración de la política de educación.
Fuente: OCDE 2004b.
57 El título del informe en inglés es effective teachers, es decir, profesores “efectivos” o “eficaces”, no “eficientes” como consta en la traducción al español, que aquí rectificamos. Confundir eficacia y eficiencia es un error usual.
Defender la inversión en la cuestión docente es una necesidad para la tan mentada revitalización de la educación pública. Avanzar en la dirección deseada implica un giro copernicano y un reno- vado compromiso por parte de todos –Estado, sociedad civil, docentes y organizaciones docentes, agencias y cooperación internacional– a fin de asegurar la voluntad (querer hacer), las competen- cias (saber hacer) y las condiciones (poder hacer) para que los docentes puedan cumplir su papel a satisfacción de todos.
El Estado tiene una responsabilidad como convocante de la voluntad de los docentes (motivación, información, diálogo, consulta), asegurando condiciones y ofertas para un aprendizaje permanente, relevante y de calidad, tanto en la formación inicial como a lo largo del servicio, y favoreciendo las condiciones generales (salarios, tiempo, espacios, mecanismos, materiales, incentivos, etc.) para convertir la docencia en una profesión atractiva, calificada, profesional, incluyendo señales expresas a la sociedad en el sentido de valorar y respaldar la labor docente y dar crédito a su tarea.
La sociedad tiene un rol fundamental como activadora de la imagen pública de los docentes, apo- yando su tarea, colaborando con los docentes, siguiendo de cerca el tema educativo, presionando frente al Estado para que cumpla con sus compromisos en educación y en torno al tema docente de manera específica.
Los docentes están llamados a comprometerse con la profesión que eligen, con la tarea de la ense- ñanza y con el cambio educativo y social. Esto incluye un compromiso con el propio cambio y el propio aprendizaje permanente, con el aprendizaje significativo de los alumnos y con las expecta- tivas depositadas en ellos por los padres de familia y por toda la sociedad.
Las organizaciones docentes necesitan asumir ellas mismas un nuevo rol, menos corporativo, com- binando la protesta con la propuesta y la acción para la revitalización de la educación pública, apo- yando el desarrollo profesional de los docentes y la bandera del aprendizaje como una necesidad permanente, promoviendo la reflexión crítica y la sistematización del saber pedagógico que portan los docentes y la recuperación del ideario docente como un intelectual comprometido con el cambio social, con el desarrollo comunitario, con el presente y el futuro de sus alumnos.
Los organismos internacionales están llamados a respetar y respaldar las políticas nacionales que dan prioridad a la cuestión docente, a combatir las posturas de los organismos financieros que sos- tienen el modelo económico neoliberal, priorizan el pago de la deuda, insisten en la reducción del Estado y de la masa salarial (viendo a los docentes como parte de la burocracia estatal) y desesti- man en general el valor de la educación y la cultura, la complejidad del desarrollo educativo y la especificidad de cada contexto.
11. De la educación básica como educación escolar a la educación básica como educación ciudadana
La importancia de una sólida educación básica y una buena formación general
Fortalecer la sociedad civil y, específicamente, la participación y la demanda educativas, son temas y preocupaciones contemporáneos. En ese marco viene enfatizándose la necesidad de una educa- ción en y para la ciudadanía, en y para el ejercicio de los derechos, que incluya al sistema escolar pero que lo trascienda. Múltiples iniciativas han surgido en los últimos años, en todos los países de la región, inspirados en estas premisas: programas y proyectos y hasta nuevas asignaturas de Educación Ciudadana, Educación Cívica, Educación en Valores, Educación en Derechos, etc. En este contexto, muchas veces se pierde de vista que la propia educación –sin calificativos– es una herra- mienta clave de construcción de ciudadanía, y que una sólida educación básica es la puerta de entrada a la posibilidad de una ciudadanía plena. Necesitamos una población informada, cons- ciente de sus derechos y obligaciones, socialmente solidaria y sensible, políticamente activa, con conciencia a la vez local y global, que participa en la vida comunitaria, se siente co-responsable de los destinos de su país y vota de manera informada y consciente; que cuida su propia salud, la de su familia y la del medio que le rodea; que aprecia y usa de manera significativa la lectura y la escritura para informarse, conocer, comunicarse y actuar; personas seguras de sí mismas, que con- fían en sus propias capacidades y talentos, que saben identificar sus fortalezas y debilidades, que recurren al diálogo y son capaces de argumentar con propiedad; que piensan por sí mismas y de manera crítica; que saben enfrentar los problemas como desafíos, que están listas para seguir aprendiendo para y en el trabajo, para y en la vida.
Como es evidente, todo esto no se aprende sólo en la infancia ni sólo en el sistema escolar. Tampoco se asegura con un determinado número de años de escolaridad, que es como se viene entendiendo el término “educación básica” en la mayoría de países, como una escuela primaria extendida.58 La buena educación básica compete a muchos ámbitos. El mundo del trabajo, del deporte, de la eco- nomía, de la política, de los medios masivos de comunicación, son forjadores importantes de valores y anti-valores, de modelos y anti-modelos a seguir, y su impacto es mucho mayor y permanente que el de cualquier programa ad-hoc de “educación cívica” o de “educación en valores”. La buena escuela no puede sustituir a la familia maltratadora ni la buena familia suplir a la mala escuela ni ambas contrarrestar los efectos des-educadores de una sociedad que exhibe y tolera abiertamente la injusticia, la violencia, la guerra, el abuso de poder, el racismo y el machismo, el autoritarismo, el lucro sin límites, la corrupción, la impunidad. La buena familia y la buena escuela necesitan traba- jar juntas para cambiar esa sociedad. Una obligación principal del buen gobierno con la educación no es sólo asegurar el presupuesto necesario, sino, también, dar ejemplo de aquellos valores y acti- tudes que pregonan y que se reiteran en los currículos escolares, pero que escasean cada vez más en la sociedad y en sus dirigentes: justicia, democracia, honestidad, esfuerzo, transparencia, diálogo, colaboración, respeto a la diversidad, no-discriminación.
La educación básica debe entenderse como educación esencial, fundacional, capaz de satisfacer las necesidades básicas de aprendizaje de todas las personas (niños, jóvenes y adultos).
Necesidades básicas y necesidades básicas de aprendizaje
Las necesidades básicas de aprendizaje derivan de las necesidades básicas de las personas. Dichas necesidades no son sólo materiales, sino también identitarias, afectivas, espirituales. Así:
• El Desarrollo a Escala Humana (Max-Neff et.al. 1986) identifica nueve satisfactores humanos: 1. supervivencia, 2. identidad, 3. libertad, 4. comprensión, 5. afecto, 6. protección, 7. participación, 8. creación, y 9. ocio.
• El Desarrollo Humano (PNUD) identifica tres capacidades básicas para el desarrollo humano: 1. llevar una vida larga y saludable, 2. saber y 3. tener acceso a los recursos necesarios para un están- dar digno de vida y participar en la vida comunitaria.
• La Conferencia Mundial sobre educación para Todos (1990) identificó siete áreas de satisfacción de necesidades de aprendizaje: 1. sobrevivir, 2. desarrollar las propias capacidades, 3. vivir y traba- jar en dignidad, 4. participar plenamente en el desarrollo, 5. mejorar la calidad de la vida, 6. tomar decisiones informadas, y 7. continuar aprendiendo.
• El Informe de la Comisión Delors (Delors et.al. 1996) identificó cuatro pilares para la educación y el aprendizaje en el siglo XXI: 1. aprender a ser, 2. aprender a hacer, 3. aprender a conocer, y 4. aprender a vivir juntos.
58 El término educación básica se usa de manera distinta en cada país, sobre todo a partir de las reformas de los 90s. Así, por ejemplo, en Argentina la Educación General Básica (EGB) consta hoy de 9 años; en Chile son 6; en el Ecuador, desde 1996 “educación básica” se refiere a 10 años de estudio empezando con el pre-escolar; en Bolivia, la nueva estructura del sistema educativo establecida por la ley de 1994 incluye una Educación Básica de 9 años, incluyendo uno de pre-escolar y 8 de educa- ción primaria.
• Los siete saberes necesarios que la educación debe enseñar y tener en cuenta, según Morin (1999) son:
– Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión (los errores mentales, los errores intelectuales, los errores de la razón, las cegueras paradigmáticas, lo inesperado, la incertidumbre del conocimiento);
– Los principios de un conocimiento pertinente (el contexto, lo global –las relaciones entre todo y partes–, lo multidimensional, lo complejo, la inteligencia general, la antinomia, los problemas esenciales, disyunción y especialización cerrada, reducción y disyunción, la falsa racionalidad);
– La condición humana (arraigo y desarraigo humano, la condición cósmica, la condición física, la condición terrestre, lo humano del humano, unidualidad, cerebro, mente y cultura, razón, afecto e impulso, individuo, sociedad y especie, la unidad y la diversidad humana, el campo individual, el campo social, diversidad cultural y pluralidad de individuos);
– La identidad terrenal (la era planetaria, el legado del siglo XX, la herencia de muerte, las armas nucleares, los nuevos peligros, la muerte de la modernidad, la esperanza, el aporte de las contra- corrientes, el juego contradictorio de las posibilidades, la identidad y la conciencia terrenal);
– Enfrentar las incertidumbres (la incertidumbre histórica, la incertidumbre de lo real, la incerti- dumbre del conocimiento, las incertidumbres y la ecología de la acción, riesgo y precaución, fines y medios, acción y contexto, la impredecibilidad a largo plazo, la apuesta y la estrategia);
– Enseñar la comprensión (las dos comprensiones, una educación para los obstáculos a la compren- sión, el egocentrismo, etnocentrismo y sociocentrismo, el espíritu reductor, la ética de la compren- sión, el « bien pensar », la introspección, la conciencia de la complejidad humana, la apertura sub- jetiva –simpática– hacia los demás, la interiorización de la tolerancia, comprensión, ética y cultura planetarias);
– La ética del género humano (el individuo y la sociedad: enseñar la democracia, democracia y com- plejidad, el futuro de la democracia, el individuo y la especie: la ciudadanía, la humanidad como destino planetario).
Las necesidades básicas de aprendizaje (a) varían según la edad, el género, el contexto socio-eco- nómico y cultural y (b) cambian a lo largo del tiempo, a medida que cambian las realidades, los conocimientos y las personas.
La alfabetización, en el corazón de la educación básica
En el corazón de la educación básica sigue estando la alfabetización, una necesidad y una herra- mienta básica de aprendizaje de niños, jóvenes y adultos, que se desarrolla y utiliza dentro y fuera del sistema escolar y que se relaciona con todos los pilares de la educación.
No obstante su importancia:
• La alfabetización sigue siendo negada a más de 900 millones de jóvenes y adultos en todo el mundo y a 41 millones en América Latina y el Caribe, lo que equivale aproximadamente a un 13% de la población de 15 años y más en esta región.59 Es importante recalcar que estas cifras se refie- ren solamente al llamado analfabetismo absoluto, es decir, el autodeclarado en censos y encuestas por aquellas personas que por lo general no han ido a la escuela.60 El analfabetismo funcional
–“leer” sin comprender, “escribir” sin lograr comunicar las ideas con claridad y propiedad, y, por ende, no estar en capacidad de manejar la lectura y la escritura como para aprovecharlas efectiva- mente en la vida real– afecta a una parte significativa de la población joven y adulta en todo el mundo y en esta región específicamente, según reveló un estudio realizado por la UNESCO-ORE- ALC en siete países latinoamericanos en la década de 1990 (Infante 2000). Este y otros estudios con- cluyen que hoy (a) se requiere cuando menos 6-7 años de escolaridad para manejar el código de la lectura y escritura, y 12 para un dominio pleno; y que (b) la escolaridad por sí sola no garantiza ni manejo ni dominio de la lectura, la escritura y las matemáticas, y que la alfabetización funcional sólo puede adquirirse si el lenguaje escrito se usa de manera significativa fuera del sistema escolar, en contextos familiares, laborales y sociales (OECD/Statistics Canada 1997, 2000).
Cuando se habla de estadísticas de “analfabetismo”, en verdad se está hablando de analfabetismo absoluto. El analfabetismo funcional no está cuantificado ni asumido en las estadísticas oficiales de los países. Incluso el ÍIndice de Educación del Índice del Desarrollo Humano calcula de un modo dis- tinto la alfabetización para los países “en desarrollo” (tasa de alfabetización absoluta) y para los países “desarrollados” o industrializados (tasa de alfabetización funcional).61
• En la alfabetización inicial, misión por excelencia de la escuela, radica hoy el más grave fracaso esco- lar, la fuente más importante de repetición escolar en los primeros grados de la escuela (y, como tal, facilita la probable deserción) y una fuente de frustración tanto para los alumnos, como para los docentes y los padres de familia. El analfabetismo no sólo está vinculado a la falta de acceso a la escuela, sino también al acceso a la mala escuela y a la falta de un clima general de aprecio y estí- mulo hacia la lectura y la escritura en la familia, la comunidad y la sociedad. Todas las pruebas nacio- nales, regionales e internacionales de rendimiento escolar vienen revelando que la lectura y la escri- tura –base esencial del éxito escolar, de todo aprendizaje ulterior y del acceso a las modernas TIC– permanecen como área crítica de los sistemas escolares y de la educación básica de la población.
• Desde hace tiempo sabemos que el campo de la adquisición, desarrollo y uso de la lectura y la escritura requiere una renovación profunda, tanto epistemológica como conceptual y pedagógica (Ferreiro 1979, 1989, 1994, 2003). Muchos esfuerzos vienen haciéndose en esta línea, sobre todo en el campo de los aprendizajes pre-escolares y escolares. El desafío no es reducir la tasa de analfa- betismo adulto o la tasa de repetición escolar, sino asegurar las condiciones sociales, culturales y pedagógicas para que niños, jóvenes y adultos aprendan a leer y escribir con gusto, utilicen y desarrollen ese conocimiento de manera significativa en su vida diaria. Aprender a leer y escribir debe plantearse no ya como un objetivo del primer grado de la escuela, sino de toda la educación básica. Esta no es tarea exclusiva para el sistema escolar, sino para el sistema social en su conjunto. (Ver Recuadro 15).
59 Hay importantes diferencias entre países (y dentro de cada país entre población indígena/no indígena, mujeres/hombres, zonas rurales/urbanas y diversos grupos de edad). Argentina, Bahamas, Chile, Costa Rica, Cuba, Guyana, Trinidad y Tobago, y Uruguay tienen índices de analfabetismo menores al 5%; Jamaica, Perú, Ecuador, México, Colombia, Panamá, Venezuela, Paraguay y Surinam entre 7% y 15%; Haití, Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Rep. Dominicana, Bolivia y Brasil tie- nen índices elevados, entre 16% y 53% (PRIE 2002).
60 También las estimaciones de costos se limitan al analfabetismo absoluto. Según la CEPAL, eliminarlo en la región para el
2015 requiere 6.900 millones de dólares (4.6% del total de los recursos adicionales necesarios), atendiendo a 2.9 millones de personas por año, la mayoría de las cuales se concentran en dos grandes países: Brasil y México (CEPAL/UNESCO-OREALC 2005).
61 Chile, el único país latinoamericano que participó en el estudio realizado por el IALS (Internacional Adult Literacy Survey), obtuvo resultados inesperadamente bajos pese al alto índice de alfabetismo en el país (95%), menos del 20% de los adultos alcanzó el nivel de alfabetización establecido por la OCDE como “necesario para atender las demandas laborales de una sociedad compleja y avanzada” (OECD/ Statistics Canada. 2000).
R15 Recuadro 15
Alfabetización para Todos: una visión renovada
Visión convencional
El analfabetismo como patología social y responsabilidad individual.
La alfabetización como la panacea para el desarrollo y el cambio social.
La meta es “erradicar el analfabetismo”, “bajar los índices de analfabetismo”, etc.
La alfabetización asociada únicamente con jóvenes y personas adultas.
La alfabetización asociada con grupos al margen de la escuela y con programas no-formales.
La alfabetización infantil y la alfabetización de jóvenes y adultos vistas y desarrolladas como campos separados.
La alfabetización centrada en el punto de vista de la enseñanza.
La alfabetización entendida como el logro de un nivel inicial, básico, elemental.
La meta aspira a la adquisición de la alfabetización.
La alfabetización separada de la educación básica (“alfa- betización y educación básica”).
La adquisición y el desarrollo de la alfabetización asocia- dos con un período específico en la vida de una persona.
La adquisición de la alfabetización como meta del primer grado o de los dos primeros grados de la escuela primaria.
La alfabetización asociada únicamente con el lenguaje escrito y los medios impresos.
Búsqueda de un método de alfabetización válido en general y para todos los casos.
La alfabetización como un área específica del currículo escolar (la asignatura Lenguaje).
La alfabetización asociada sólo con instrumentos con- vencionales (típicamente, papel y lápiz).
La alfabetización como responsabilidad sólo del Estado o sólo de la sociedad.
Visión renovada
El analfabetismo como fenómeno estructural y respon- sabilidad social.
La alfabetización en el contexto de intervenciones edu- cativas y socio-económicas más amplias.
La meta es crear ambientes y sociedades letradas.
La alfabetización asociada con la infancia, la juventud y la edad adulta.
La alfabetización como un proceso de aprendizaje que tiene lugar tanto dentro como fuera de la escuela.
La alfabetización infantil y la alfabetización de jóvenes y adultos articuladas dentro de un marco y una estrategia integradas de política.
La alfabetización centrada en el punto de vista del aprendizaje.
La alfabetización entendida como alfabetización funcio- nal (la alfabetización, para ser llamada tal, debe ser sig- nificativa y funcional).
La meta incluye la adquisición, el desarrollo y el uso efectivo de la alfabetización.
La alfabetización vista como un componente integral de la educación básica.
La alfabetización entendida como un proceso de apren- dizaje que dura y se perfecciona a lo largo de toda la vida.
La adquisición de la alfabetización como una meta al menos de toda la educación primaria.
La alfabetización entendida como desarrollo de la expre- sión y la comunicación tanto oral como escrita, con una visión del lenguaje como totalidad (hablar, escuchar, leer, escribir).
Comprensión de que no existe un método único o uni- versal de alfabetización.
La alfabetización a lo ancho del currículo escolar.
La alfabetización asociada con instrumentos convencio- nales, pero también con instrumentos modernos (papel y lápiz, teclado y tecnologías digitales, etc.).
La alfabetización como responsabilidad conjunta del
Estado y la sociedad.
Elaboración: R.M.Torres para UNESCO, Documento Base-Década de las Naciones Unidas para la Alfabetización (2003-2013).
Hacia una educación básica como educación ciudadana
Entendida de este modo amplio, la educación básica pasa a ser educación ciudadana, una educación que prepara en y para el ejercicio activo de la ciudadanía, desde la infancia hasta la edad adulta. Ella integra las múltiples educaciones que suelen aparecen como temas aislados o “transversales”: educación para la salud, para la sexualidad, para el trabajo, para la paz, para la resolución de con- flictos, para la convivencia, para la defensa del medioambiente, para el desarrollo sustentable, para la participación, etc. Todas éstas son, en verdad, dimensiones constitutivas de una educación básica sólida e integral.
Avanzar hacia una educación básica y una formación general para todos implica:
a) Reconocer que todos –niños, jóvenes y adultos– tienen necesidades básicas de aprendizaje que resolver, dentro y fuera del sistema escolar, a lo largo de toda la vida y que dichas necesidades difie- ren entre grupos y personas y cambian a lo largo del tiempo. De este reconocimiento se desprende la necesidad de estrategias y modelos diversificados, para responder a la especificidad de cada grupo.
b) Partir de la identificación de las necesidades básicas de aprendizaje de la población y de los gru- pos a atender en cada caso como insumo fundamental para (I) diseñar contenidos, estrategias y medios de enseñanza adecuados a esas necesidades específicas y (II) identificar recursos o espacios aprovechables a nivel comunitario. Ya no es posible seguir asumiendo que “ya sabemos” lo que hay que saber, lo que niños, jóvenes y adultos deben aprender y que todo ello debe aprenderse en la escuela. Ni es cierto que sabemos, ni es cierto que un buen currículo se arma únicamente a partir del deber ser, sino que resulta de una transacción entre lo que cada persona quiere aprender y aquello que, desde algún criterio externo, alguien decide que debe aprender, cómo y cuándo. El típico desinterés por la matemática o por la historia puede cambiar a medida que el alumno des- cubre su interés en otras áreas. Un programa de alfabetización no tiene por qué empezar necesa- riamente por la lectura y la escritura, cuando muchas personas adultas tienen a menudo más interés en aprender a calcular por escrito; la alfabetización puede ser punto de llegada más que de partida. Un taller de artesanía puede llevar al aprendizaje de la contabilidad. Los docentes pueden sentirse más cómodos aprendiendo acerca de los derechos de los niños si son interpelados en su calidad de padres y madres de familia, antes que en su calidad de docentes.
c) Ampliar las necesidades de aprendizaje percibidas, en tanto misión fundamental de la educa- ción, especialmente en el trabajo educativo con quienes enfrentan las condiciones más desventa- josas –los pobres, los más excluidos de fuentes y oportunidades de información y conocimiento–, cuyas necesidades percibidas de aprendizaje son por lo general limitadas y quienes tienen más difi- cultades para traducir dichas necesidades en demandas efectivas.
d) Poner en el centro el desarrollo del lenguaje en sus cuatro funciones básicas: hablar, escuchar, leer y escribir, pues todas ellas están interrelacionadas puesto que de este aprendizaje básico dependen muchos aprendizajes ulteriores. Aprender a leer y escribir no son sólo herramientas de expresión y comunicación, sino herramientas de pensamiento.
e) Diversificar y flexibilizar la oferta educativa –calendario, horarios, espacios, contenidos, métodos, medios, recursos, etc.– a fin de adecuarla a las necesidades y motivaciones de quienes aprenden y a las condiciones y posibilidades que ofrece el contexto, así como articular el potencial de todos los medios y espacios de aprendizaje disponibles a nivel local.
f) Compensar las desigualdades en las zonas y grupos que enfrentan las condiciones más adversas, a fin de evitar el círculo vicioso de pobre educación para los pobres. La “compensación” incluye la necesidad de una amplia oferta cultural que permita el acceso (fijo o itinerante) a medios de comu- nicación, bibliotecas, cine, teatro, música, museos, exposiciones, galerías de arte, circo, etc. Estados y gobiernos locales, así como movimientos sociales y otras organizaciones de la sociedad civil, deben asumir la responsabilidad de diseñar, ejecutar y vigilar la ejecución de políticas y programas genuinamente inspirados no sólo en la justicia educativa, sino en la justicia económica y social.
12. De adecuarse al cambio a incidir sobre el cambio
¿De qué cambio estamos hablando?
La palabra “cambio” es hoy lenguaje común de las agencias internacionales y gobiernos de todo signo. No obstante, ni el cambio ni la innovación ni la reforma –términos que saturan hoy el campo de la educación– son buenos por sí mismos: todo depende de la orientación y el sentido de los cambios propuestos.
Nos dicen que estamos viviendo un cambio de era (Hobsbawm 1994) y una era de cambio verti- ginoso en todos los órdenes. “Adaptarse al cambio” es la consigna para la educación del modelo liberal predominante. En estos tiempos, se le pide a la educación preparar a las nuevas genera- ciones ya no para transformar su realidad, sino para acomodarse a ella. Pero adaptarse al cambio en el mundo actual significa aceptar la realidad masiva de injusticia y desigualdad como precio de la “globalización”. Hoy más que nunca la educación debe recuperar su potencial transformador y preparar a las personas y a las comunidades para anticipar el cambio, controlarlo y orientarlo hacia la construcción de otro mundo posible en el que prevalezcan la justicia, la dignidad, la demo- cracia y la paz. En este sentido, a los cuatro pilares para la educación del futuro propuestos por la Comisión Delors (1996) –aprender a ser, a conocer, a hacer, y a convivir con otros– habría que agre- gar un quinto pilar: aprender a cambiar.
Atrás han quedado los objetivos y fines de la educación que hablaban de concienciación, emancipa- ción, liberación, desarrollo del pensamiento crítico y la autonomía, y de valores como la honestidad, la cooperación y la solidaridad. Hoy se apela a la integración y a la adaptación en un mundo que lidia con la disgregación social, la violencia, la intolerancia, la guerra y la naturalización de la pobreza.
La lista de “valores del futuro” que despliegan las grandes empresas y que se han generalizado como indispensables para aspirar a competir en el mercado de trabajo, incluye cuestiones como: buena presencia, habilidades sociales o inteligencia emocional, liderazgo, flexibilidad, capacidad para trabajar en equipo y para trabajar bajo presión, espíritu emprendedor, autonomía, creatividad, capacidad para resolver problemas. Manejar la computadora y manejar varios idiomas (el inglés en primer lugar para los no-angloparlantes) han pasado a convertirse asimismo en necesidades básicas de aprendizaje. Estos valores, comportamientos y habilidades deseados desde la lógica de la empresa no son buenos ni malos por sí mismos; todo depende de en función de qué tipo de persona y qué tipo de sociedad se promuevan.
Lidiando con la complejidad: tensiones no es lo mismo que opciones
El campo educativo se ha caracterizado tradicionalmente por una comprensión dicotómica de la realidad y del propio campo. Típicamente, los problemas y sus soluciones tienden a verse en términos de disyuntivas y opciones binarias, antes que como tensiones a resolver. Algunos pares clásicos manejados en la literatura educativa son: gubernamental/no-gubernamental, Estado/socie- dad civil, público/privado, urbano/rural, oferta/demanda, niños/adultos, hombres/mujeres, canti- dad/calidad, teoría/práctica, enseñar/aprender, dentro/fuera de la escuela, educación formal/no- formal, educación básica/superior, educación/capacitación, centralización/descentralización, lo administrativo/lo pedagógico, contenidos/métodos, formación inicial/en servicio, presencial/a dis- tancia, diseño/ejecución (de políticas, programas, proyectos), etc. Un nuevo par se ha agregado en la última década: lo real/lo virtual.
Desde esta mentalidad binaria, la planificación educativa y la propia concepción de la innovación se mueven pendularmente, es decir, pasando de un polo al otro. Cinco ejemplos concretos de la historia reciente:
• Frente a la tradicional relación vertical maestro-alumnos, caracterizada como una relación unila- teral y autoritaria, se planteó la necesidad de una relación horizontal maestro-alumnos, lo que llevó a algunas tendencias dentro del movimiento de la Educación Popular a negar la necesaria directividad –que no autoritarismo– de la educación;62
• Frente al “énfasis en la enseñanza” se planteó el “énfasis en el aprendizaje”, las pedagogías acti- vas y “los alumnos en el centro”, lo que condujo a muchos a olvidarse de la importancia de la ense- ñanza y de los docentes;
• La (falsa) disyuntiva entre contenidos y métodos se ha expresado, en el campo de la forma- ción/capacitación docente, como una (falsa) disyuntiva entre formación general y formación peda- gógica, descuidándose por lo general esta última, en lugar de buscar el necesario balance y arti- culación entre ambas;
• Muchos males del sistema escolar fueron atribuidos a la centralización, esperándose soluciones automáticas (que no eran posibles ni han llegado) en la descentralización;
• A fin de destinar más recursos a la educación primaria se recomendó y decidió restar recursos a la educación secundaria y, sobre todo, a la educación superior, con el subsiguiente deterioro de estos niveles y su impacto negativo sobre la propia educación primaria (al no comprenderse que el sistema educativo funciona como tal y que los docentes y administradores se forman en los niveles superiores del sistema).
A las tensiones propias del mundo de la educación se agregan las grandes contradicciones y ten- siones de la sociedad en cada momento histórico. Las tensiones de la educación a inicios del siglo XXI destacadas por el Informe Delors (1996) y por otros autores contemporáneos (Ver Recuadro 16) no son disyuntivas sino, precisamente, viejas y nuevas tensiones con las que debe lidiar todo pro- yecto educativo y de tranformación social. Un niño que vive en ambiente rural necesita comprender también el mundo urbano, y a la inversa. Lo local y lo global son hoy dimensiones que atraviesan el quehacer de todos, desde el aula de clase hasta los despachos gubernamentales: la buena edu- cación ayuda a desarrollar en los alumnos conciencia local y conciencia global y a comprender sus interrelaciones; el buen gobierno no puede perder contacto con la realidad doméstica pero debe mantenerse activo en el terreno internacional. El corto y el largo plazo se necesitan mutuamente; los tiempos políticos presionan hacia los cortos plazos pero la educación tiene que ver con la espe- ranza, las expectativas y los proyectos de futuro y, por ende, con el mediano y el largo plazo, pero también con el ahora porque cada día se juegan la motivación, los avances, la posibilidad de la satisfacción o de la frustración.
62 Dicha “horizontalidad” se asoció en su momento al pensamiento de Paulo Freire y a la célebre frase: “Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo”. No obstante, en una entrevista personal con Freire, él se distanció de esta postura: “Cuando uno, como educador, dice que es igual a su educando, o es mentiroso y dema- gógico, o es incompetente. Porque el educador es diferente del educando por el hecho mismo de que es educador. Si ambos fueran iguales, uno y otro no se reconocerían mutuamente (…) Por tanto, no existe una educación no-directiva, y esto ya está dicho en la Pedagogía del Oprimido” (en: Torres 1986:42).
La educación escolar convencional se ha caracterizado por ser una educación de la cabeza para arri- ba y por eso la insistencia en la necesidad de una educación integral que vea a cada persona en su totalidad y unicidad: mente y cuerpo, materia y espíritu, conocimientos y creencias. Lo individual no se opone a lo colectivo, ni la cooperación a la competencia, ni el saber común al saber científi- co o elaborado, ni lo particular a lo universal, ni tradición a modernidad, si la pedagogía sabe apro- vechar (no sólo aceptar) las diferencias y lidiar creativamente con las tensiones. Más que separar y optar, se trata de integrar todos estos pares, por supuesto no sólo desde la pedagogía, sino desde los marcos teóricos en los que viene moviéndose la educación, desarrollando el pensamiento dia- léctico, el pensamiento complejo (Morin 1999, 2004).
R16
Recuadro 16
Tensiones de la educación a inicios del siglo XXI
1. Lo mundial y lo local.
2. Lo universal y lo singular.
3. Tradición y modernidad.
4. Largo plazo y corto plazo.
5. Competencia e igualdad de oportunidades.
6. Desarrollo de los conocimientos y capacidades de asimilación del ser humano.
7. Lo espiritual y lo material.
Fuente: Delors et.al. 1996
Reflexiones generales sobre la educación y sus tensiones
1. La naturaleza del hecho educativo.
2. La educación es cosa de todos.
3. La educación es un derecho de todos y debe poder ser ejercido a lo largo de toda la vida.
4. La historicidad del hecho educativo
5. La politicidad del hecho educativo.
6. La escasa autonomía del hecho educativo.
7. Como sector social, la educación ha de constituir un sistema.
8. La educación se orienta conforme a valores, característica que generalmente crea tensiones.
9. La educación pública debe disponer de los medios necesarios.
10. La gravitación educativa de ciertos temas ocasionales y transversales.
11. El alumno en el centro del proceso, pero el educador es también esencial.
Fuente: Soler Roca 2004
¿Incidir sobre la política educativa?
“Incidir sobre la política educativa” es una bandera que viene levantándose desde diversos sectores en los últimos años. En la última década han surgido observatorios nacionales para la educación en distintos países63 y, con la ayuda de las modernas tecnologías, han venido multiplicándose los foros y otros espacios de intercambio y debate a nivel nacional e internacional. La ciudadanía se interesa y participa cada vez más en estos espacios. “La política educativa”, hasta hace no mucho considerada territorio de gobiernos y agencias internacionales, ha empezado a concitar la atención de instituciones y redes académicas, movimientos sociales, ONGs, sindicatos y asociaciones docentes, etc. Todo esto es un paso muy importante y promisorio: que los educadores y los educandos miren más allá del aula, los directores y supervisores más allá de la escuela, la escuela más allá del sistema escolar, las organizaciones sociales más allá de sus respectivos programas y proyectos, que cada quien –en fin– mire más allá de “lo suyo”. En cada país y a nivel regional e internacional, todos –Estado y sociedad civil– tenemos la posibilidad y la responsabilidad de informarnos, opinar y actuar sobre las decisiones que afectan a la educación en sentido amplio.
No obstante, como se ha reiterado en este documento y a lo largo de estas 12 tesis para el cambio edu- cativo, para incidir sobre la educación no basta con incidir sobre la política educativa. Ello porque:
(a) la “política educativa” se reduce por lo general a la política escolar y, dentro de ésta, a la edu- cación pública, dejándose de lado las otras educaciones y los otros sistemas educativos que orga- nizan los aprendizajes en toda sociedad: la familia, los medios de información y comunicación, el mundo del trabajo, los espacios de participación, etc;
(b) las condiciones para hacer efectivo (o no) el derecho al aprendizaje de todos no tienen que ver únicamente con la política educativa, sino, sobre todo, con la política económica y la política social en su conjunto;
(c) “las políticas” –y la política educativa concretamente– se plantean como medidas macro con efectos esperados a mediano y largo plazo, mientras que las necesidades y las expectativas de la gente se juegan en lo inmediato, con plazos que no pueden esperar.
Incidir sobre la educación implica por eso incidir sobre todas las políticas pero fundamentalmente sobre las mentalidades y las prácticas en y desde todos los ámbitos: desde el Estado y desde la socie- dad civil, desde los organismos internacionales, desde el aula y la escuela, desde la familia, desde la comunidad y la organización comunitaria, desde los medios masivos de información y comuni- cación, a nivel local, nacional, regional y mundial. Si bien son educandos y educadores los sujetos principales y directos de la enseñanza y el aprendizaje, una parte importante de lo que ocurre en cada escuela, en cada barrio y en cada comunidad en términos de oportunidades de aprendizaje para todos, es el resultado acumulado de múltiples decisiones y condiciones que se generan a todos los niveles y de las cuales todos somos co-responsables.
63 Como experiencias pioneras en la región destacamos al Foro Educativo en Perú (creado en 1992) y al Observatorio Ciudadano de la Educación (OCE) en México (creado en 1999).
Ver: Foro Educativo http://www.foroeducativo.org.pe/ y OCE http://www.observatorio.org/
TESIS PARA EL CAMBIO EDUCATIVO Y SUS IMPLICACIONES PARA LA INCIDENCIA EN POLÍTICAS PÚBLICAS
1. El ALIVIO DE LA POBREZA
2. La educación como POLÍTICA SECTORIAL
3. El predominio de los criterios ECONÓMICOS
4. La AYUDA INTERNACIONAL
5. La ESCUELA
6. El derecho a la EDUCACIÓN
7. El derecho al ACCESO
8. El derecho al APRENDIZAJE
9. La escuela
10. La CAPACITACIÓN DOCENTE
11. De la EDUCACIÓN BÁSICA COMO EDUCACIÓN ESCOLAR
12. ADECUARSE al cambio el DESARROLLO la educación como POLÍTICA TRANSECTORIAL una visión INTEGRAL de cuestión educativa una auténtica COOPERACIÓN INTERNACIONAL la EDUCACIÓN el derecho a la BUENA EDUCACIÓN el derecho al APRENDIZAJE el derecho al APRENDIZAJE A LO LARGO DE TODA LA VIDA la COMUNIDAD DE APRENDIZAJE La CUESTIÓN DOCENTE la EDUCACIÓN BÁSICA COMO EDUCACIÓN CIUDADANA INCIDIR sobre el cambio Alternativas de desarrollo surgidas desde la propia región y países.
Sinergia de sectores, instituciones y saberes sectoriales.
Visión sistémica de lo educativo.
Replantear el modelo convencional de cooperación.
Estrategia integrada: educación dentro y fuera del sistema escolar.
- Calificación de la oferta educativa, educación ciudadana y formación docente en torno a la buena escuela, la buena enseñanza, el buen aprendizaje, el aprendizaje a lo largo de toda la vida.
- Generación de experiencias demostrativas. Generación y difusión de experiencias
demostrativas.
Trabajo político, de capacitación y difusión.
Educación ciudadana. Propuesta de políticas alternativas.
Investigación-acción, debate, educación ciudadana, formación docente, generación de experiencias demostrativas.
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