PRINCIPALES APORTACIONES PEDAGÓGICAS.
UNA VISIÓN POSITIVA DE LA EDUCACIÓN
UNA VISIÓN POSITIVA DE LA EDUCACIÓN
Fernando Sánchez Iñiguez
INTRODUCCIÓN
Las ideas pedagógicas sobre la educación tuvieron un punto de inflexión en el siglo XVIII y la Ilustración, a partir del pensamiento de J.J. Rousseau que planteó un ideal filosófico y pedagógico sobre la felicidad individual y de la sociedad. Ello conllevaría una visión positiva del infante y de su curiosidad natural para aprender, que se adelantó a gran parte de los principios de la pe- dagogía contemporánea.
Esta visión positiva de sus potencialidades, apoyada por las constataciones en el campo de la psicología y sus diferentes especialidades -evolutiva, social, de la educación, etc.-, ha sido a veces mal entendida por muchos profesores con- fundiéndola con idealismo, permisividad y falta de rigor. Actualmente, nos encontramos en las escuelas numerosos estudiantes con actitud negativa, desmotivados y problemáticos. Ante ellos, hay un discurso pedagógico que reclama sanciones y castigos sin que éstas tengan, salvo en casos especiales, una gran eficacia. En este contexto conviene recordar los planteamientos de algunos de los grandes pedagogos modernos sobre la educación del infante.
Este es el punto de unión del tema con el propósito general de la publicación: aplicaciones educativas de la Psicología Positiva. La idea fundamental ha sido acudir a las fuentes originales y refrescar los principios pedagógicos adopta- dos por las grandes figuras de la pedagogía contemporánea, sobre todo del siglo XX, como Dewey, Montessorí, Decroly, Claparède, Piaget, Freinet, Neill, etc. la mayoría de los cuales pusieron en marcha escuelas donde aplicaron y evaluaron sus propuestas pedagógicas y publicaron sus experiencias en obras de gran influencia en las escuelas de todo el mundo. Gran parte de sus obras e investigaciones siguieron una metodología cualitativa que se adaptaba mejor a la complejidad de las variables que intervienen en el contexto escolar. Tam- bién acudían a técnicas de observación, registro, descripción de casos, etc.
A continuación, iniciamos una singladura por diferentes figuras representati- vas de la pedagogía contemporánea, con el antecedente de Rousseau por su gran influencia posterior. En ella, nos fijaremos en sus visiones y plantea- mientos sobre su educación y comprobaremos que la orientación positiva de
las relaciones entre el educador y el educando es una constante de las pro- puestas pedagógicas modernas.
EL OPTIMISMO PEDAGÓGICO Y LA ILUSTRACIÓN
En buena parte de sus planteamientos fundamentales, Rousseau (1712-1778) se anticipa claramente a la pedagogía contemporánea más avanzada. Emilio (1762) es una novela pedagógica escrita con la intención de exponer, en forma concreta, los criterios educativos que se han seguido, mostrándolos en su efectiva aplicación a un niño imaginario, confiado a un preceptor. Así, la rela- ción educativa fundamental es la relación entre el individuo y el ambiente na- tural.
En su pensamiento pedagógico, el autor propone considerar dos etapas edu- cativas: hasta los doce años y posteriormente. Para la primera etapa, “la regla más importante no es ganar tiempo sino perderlo”. Como es evidente no es dejar que el niño se enmohezca en el ocio, sino de no obstaculizar, perturbar o acelerar un proceso natural de maduración y actividad espontánea que hay que respetar. Este método “inactivo” es posible sólo porque en la intimidad del niño existe un “principio activo”. En una segunda etapa, de los doce a los quince años, el niño puede desplegar una atención más prolongada y persis- tente a los fenómenos que le circundan. A la pura “razón sensible” sigue la ra- zón propiamente dicha (juicios, ideas abstractas y conciencia moral). Es la edad de las biografías, de la historia, de los estudios lingüísticos y científicos profundos.
Por otra parte, el autor concede una atención importante a la educación de los sentimientos del niño, que ha de tender a la utilidad y a la coincidencia de la felicidad individual y del género humano. Resulta innovador su recomenda- ción referida a que “los sentimientos no se describen bien si no es por medio de sus efectos” lo cual quiere decir que también los sentimientos deben eva- luarse y que, en último término, deben preferirse los sentimientos que contri- buyen a la felicidad general sobre aquellos que la ponen en peligro.
En consecuencia, el sentimiento debe educarse y hacerlo en sentido altruista no es fácil. “Aunque esta sensibilidad del corazón, que nos hace gozar verda- deramente de nosotros mismos, es obra de la naturaleza, y quizá producto del organismo, necesita situaciones que la desarrollen. Sin esas causas emociona- les un hombre nacido con sensibilidad no sería nada y moriría sin haber co- nocido su ser”.
Así pues, el pensamiento de Rousseau tuvo una gran influencia en la historia de la educación. En sentido estricto, no se puede definir como un pedagogo
que pusiera en práctica sus planteamientos educativos; de hecho, su obra se refiere a un estudiante aislado, es decir, a un caso imposible, como él mismo reconoce. Pero por su idealismo, su visión positiva del niño y concepción de que la relación educativa fundamental era la relación entre el individuo y el ambiente natural, se considera como un precursor de la pedagogía contempo- ránea.
LA IMPORTANCIA DE LA EXPERIENCIA EN EDUCACIÓN
El movimiento pedagógico de la educación progresiva, que fue la versión nor- teamericana de la Escuela Activa o Nueva europea de finales del siglo XIX y del primer tercio del siglo XX, renovó el discurso educativo de la época intro- duciendo dos conceptos fundamentales: la experiencia y el interés. Desde esta perspectiva, la educación “es una constante reorganización o reconstrucción de la experiencia” caracterizada por la continuidad y por la interacción. John Dewey (1859-1952) fue su iniciador. Sobre este filósofo y pedagogo estadou- nidense comentan Abbagnano y Visalberghi, (1992, pp. 641-642):
La doctrina del interés es la base de la pedagogía de John Dewey. No se puede susci- tar artificialmente el interés por algo que no es capaz de suscitarlo por sí mismo. Es indispensable que la enseñanza se base en intereses reales. Por otra parte, el interés no es un dato fijo y estático, ligado como está a la actividad cambia y evoluciona al complicarse y enriquecerse con la actividad misma. Por tanto, es un error detenerse demasiado a considerar los intereses fijándolos en sus formas actuales pues, en efec- to, es necesario obligarlos a que evolucionen suministrándoles todas las ocasiones posibles para traducirse en actividades conexas. Esta es la tesis de un breve escrito pedagógico del año 1897: Mi credo pedagógico.
Para Dewey, el proceso educativo tiene dos aspectos: uno psicológico, que consiste en la exteriorización y el despliegue de las potencialidades del indivi- duo y otro social, que consiste en preparar y adaptar al individuo a las tareas que desempeñará en la sociedad. Dado que en las sociedades modernas es imposible predecir con precisión lo que será la educación dentro de veinte años, y que es imposible preparar al niño o la niña para enfrentar un orden posible de condiciones, prepararlo para la vida futura significa “hacerlo dueño de sí”. Por tanto, de los dos factores de la educación “el psicológico es el fun- damental” y la personalidad individual es el único agente de progreso efecti- vo, y para desarrollarla por completo la educación debe asumir una fisonomía y un carácter sociales.
En cuanto a las propuestas metodológicas, Dewey se resiste a formular méto- dos didácticos precisos, considerando que el verdadero método de enseñanza se identifica con el método general de la investigación, llevada a cabo por gru- pos de estudiantes bajo la tutela y orientación del educador. En coherencia con estos planteamientos, la vida activa y social del niño o la niña debe ser el
centro alrededor del cual se organizan progresivamente en diversos “materia- les”, en primer lugar, los que lo familiarizan con su ambiente, en el tiempo y en el espacio (historia, geografía, nociones científicas), después los que pro- porcionan instrumentos propios para ahondar en los primeros (leer, escribir, contar). Pero las actividades manuales, expresivas o constructivas seguirán siendo el centro de correlación de todos los estudios y observaciones. Así, pa- ra Dewey el aspecto científico, el técnico y el artístico están íntimamente fun- didos en las primeras actividades del niño o la niña.
A partir de John Dewey se inició un movimiento de renovación de la escuela americana que fue recogido por la Progressive Education Association, creada en 1919, y cuya carta fundacional recogía los siguientes puntos:
- La libertad para favorecer el desarrollo natural del niño o la niña.
- El interés considerado como motor del aprendizaje escolar.
- El maestro como guía.
- El estudio científico de la evolución psicobiológica del niño o la niña.
- La cooperación entre la escuela y el hogar.
- La escuela progresiva entendida como líder de los movimientos de educación.
En conjunto, el legado teórico y práctico de Dewey constituye, por su actuali- dad, originalidad, variedad y profundidad, una herramienta útil para pensar y actuar en los nuevos escenarios sociales, culturales y educativos. A la hora de comentar sus aportaciones metodológicas no puede faltar la referencia a la experiencia de la famosa Escuela-Laboratorio, creada en 1895, dependiente de la Universidad de Chicago, y donde Dewey mostró la posibilidad de cons- truir un currículum basado en las llamadas “ocupaciones”, que para Dewey consistían en actividades funcionales, ligadas al medio social del infante, prácticas y formativas en el plano físico, intelectual estético y moral. Una des- cripción del funcionamiento de esta escuela puede consultarse en el artículo de González (2002).
De todo lo anterior, se deduce la importancia de su obra pedagógica, cons- truida en torno al valor de la experiencia protagonizada por los estudiantes en la enseñanza y a su inclusión en el medio social y cultural. También tiene una gran utilidad para situarnos ante los retos educativos actuales de una manera más lúcida, crítica y práctica.
LA PEDAGOGÍA CIENTÍFICA DE MARÍA MONTESSORI
La pedagogía científica se apoyó esencialmente en los nuevos conocimientos sobre las características de las personas en diferentes edades, adquiridos en
nuevas ciencias, como la psiquiatría y la psicología a finales del siglo XIX y en el primer tercio del siglo XX. María Montessori (1870-1952), iniciadora de es- te movimiento, expuso sus experiencias en el tratamiento de niños/as con dé- ficits sensoriales, primero, y de educación preescolar después, en el libro Ma- nuale della pedagogía scientifica (1909).
El núcleo de la pedagogía montessoriana consiste en concebir la educación como autoeducación, es decir, como proceso espontáneo por medio del cual se desarrolla dentro del alma del niño “el hombre que duerme ahí” y en con- siderar que, para que esto ocurra en el mejor de los modos posibles, lo fun- damental es proporcionar al niño un ambiente libre de obstáculos innaturales y materiales apropiados.
El rol del docente en el método en lo que respecta a las actividades tanto indi- viduales como sociales es el de permitir que el niño o la niña haga sus expe- riencias. En efecto, es un error tratar de sustituir su experiencia con la del adulto, pretendiendo transmitirla verbalmente. El adulto tiene una experien- cia de tipo totalmente diverso de la infantil y aprende de otro modo, o sea, acomodando lo nuevo en esquemas ya construidos, mientras el niño o la niña se construye a sí mismo con la experiencia actual. Montessori (1994, p. 50), en El niño: El secreto de la infancia escribe:
Los adultos somos recipientes. El niño sufre una transformación, las impresiones no sólo penetran en su alma, sino que la forman, se encarnan en él. El niño crea su propia “carne mental” al utilizar las cosas que están en el ambiente. Por tanto, defi- ne la mente del niño como “mente absorbente” y habla de “periodos sensibles” du- rante los cuales el niño asimila con rapidez las series enteras de experiencias de un tipo.
En lo referente a los materiales didácticos, Montessori desarrolla una pro- puesta de aprendizaje en la que considera esenciales la práctica, la imitación, la repetición y la ordenación y clasificación. Este proceder permite al infante apropiarse de unas habilidades de tipo lógico y clasificatorio esenciales para el posterior desarrollo de operaciones mentales de mayor complejidad. Para ello, crea unos materiales y ejercicios didácticos que aún hoy en día se utilizan tal y como fueron concebidos pero que no pueden separarse de un modelo di- dáctico más amplio. Ligan con su propuesta curricular y son materiales de educación intelectual, motriz y sensorial. Con ellos podrá trabajar de forma autónoma e independiente.
María Montessori fue una de las pedagogas que más influyó en la organiza- ción de las escuelas infantiles y su aportación fue de signo renovador. Su mé- todo fue muy bien acogido en muchos países y continúa aplicándose actual- mente. Montessori fue una persona avanzada a su tiempo y desarrolló una
propuesta pedagógicamente bien diseñada y congruente con su pensamiento. Algunos aspectos de la propuesta montessoriana tendrían que tenerse presen- tes en nuestros días, tales como la idea de trabajo de los niños y niñas más pequeños, de la potenciación de la educación de la familia desde la escuela, su método didáctico basado en la actividad, el trabajo, la autodisciplina y perse- verancia del estudiante en el aprendizaje.
Por otro lado, la doctora Montessori deseaba que su método se adaptase a los tiempos y a las realidades cambiantes, se extrapolase a la Escuela Primaria y beneficiase a todos los niños/as. Sin embargo, su método se ha mantenido sin grandes cambios y referido al ámbito de la Educación Infantil, donde sigue siendo aplicado en escuelas de todo el mundo.
LA PEDAGOGÍA DE LOS MÉTODOS GLOBALES Y LOS CENTROS DE INTERÉS
Los métodos globales en educación y la doctrina pedagógica de los centros de interés, formuladas inicialmente por Ovide Decroly (1871-1932) supusieron, en su momento una renovación de los métodos de enseñanza y de la enseñan- za de la lecto-escritura. Como dice Margarida Muset (2002, p. 95), maestra, pedagoga e inspectora de educación, en su artículo sobre este médico y peda- gogo belga:
Entre las aportaciones más controvertidas y a la vez más innovadoras, que se han producido en el ámbito educativo durante la primera parte del siglo XX, se encuen- tran el método global de enseñanza de la lectura y la escritura, y la programación es- colar de los centros de interés. Ambas aportaciones fueron concebidas y desarrolla- das por Ovide Decroly (1871-1932), quien dedicó toda su vida a observar y a experi- mentar sobre el aprendizaje natural de los niños.
También resulta pertinente la comparación que realizan Abbagnano y Visal- berghi (1992, p. 667), entre este autor y Montessori, ya que ambos cursaron, en primer lugar, Medicina y tuvieron conocimiento de los avances en el cam- po de la psicología:
A diferencia de Montessori, Decroly no se limitó a inspirarse en ciertos aspectos de la terapia psiquiátrica, sino que estudió a fondo las diferentes corrientes de la psico- logía contemporánea. Son precisamente los criterios psicológicos los que diferen- cian el método Decroly del Montessori pues al analiticismo del segundo se antepone el globalismo que, junto a la teoría de los intereses, constituye la característica del primero”. En su obra “La función de la globalización y la enseñanza” (1929), De- croly subraya la estrecha ligazón que según él existe entre globalización e interés. Previamente el psicólogo Claparède había propuesto el concepto de “percepción sin- crética”, en cuanto la síntesis sigue al análisis, mientras que la síncresis la precede. Así pues, para Decroly el niño no percibe más oscuramente que el adulto en la me- dida que percibe más “globalmente”, sino que su experiencia es diversa, con articu-
laciones y distinciones organizadas de otra forma, como por lo demás son diversos los intereses que lo informan.
De aquí surgen las bases de método Decroly: respetar la aptitud del niño/a para apoderarse globalmente de los sectores de la experiencia que le suscitan interés efectivo; organizar todas las actividades escolares en torno a “centros de interés” propios de cada edad, articular las actividades mismas en activi- dades de observación, de asociación y de expresión con referencia a lo que constituye el objeto actual de interés. En síntesis, se trata de familiarizar al niño/a con lo que le interesa, sin obligarlo prematuramente a analizar, a dis- tinguir y a separar, aplazar estas operaciones para cuando sean funcional- mente necesarias, después de haber articulado el interés mismo: de ahí el sen- tido general que para Decroly tiene el método global, que por consiguiente no debe restringirse sólo al sistema de lectura y escritura.
En conjunto, las aportaciones de Decroly tienen todavía hoy vigencia en las prácticas escolares. Las principales son las siguientes:
- La vida como objeto de la educación. Decroly definió l’Ecole de l’Ermitage de Bruselas con el lema “Escuela para la vida y por la vida”, que supone concebir la enseñanza como una serie de estrategias para situar al estudiante ante la vida y aprender de él y con él mediante una actitud de búsqueda constante.
- La globalización del aprendizaje escolar. Debido a su influencia, en la actualidad, los planes de estudio y los programas escolares de los primeros cursos de escolaridad plantean unos contenidos muy cercanos a la realidad infantil, llenos de significación para el niño/a, sin relación con la división de los aprendizajes por asignaturas o materias, basada en la estructura de la ciencia.
- Incorporación de la observación y la experimentación a la escuela. Sitúa la observación directa y la experiencia del estudiante como centro de la actividad escolar (salidas escolares, experiencias de laboratorio, materiales diversos en el aula, etc.).
- Una distinta consideración de la enseñanza de la lectura y la escritura. Su método global supuso un punto de inflexión en el aprendizaje de la lecto- escritura.
- Nuevo enfoque de los contenidos escolares, sobre todo en las primeras etapas educativas de Educación Infantil y Educación Primaria. No ha ocurrido así en Educación Secundaria, donde esta programación basada en la globalidad, la interdisciplinariedad y los centros de interés ha tenido más dificultades de aplicación.
Así pues, la vigencia de la obra de Decroly en la educación de nuestros días se muestra en que, en su conjunto, su obra continúa vigente en la medida en que
las aportaciones posteriores no la han desmentido, sino que la han completa- do y enriquecido.
LAS PEDAGOGÍAS ANTIAUTORITARIAS
Los pedagogos antiautoritarios coinciden en defender la libertad como prime- ra condición de la educación. Una condición que se convierte en finalidad: se trata de hacer personas libres que puedan expresar los valores positivos de su naturaleza. Y una condición que es también un método: la única manera de hacer personas libres es dejando que experimenten en un régimen de libertad. Así pues, la libertad es finalidad y método en las pedagogías antiautoritarias. Este movimiento pedagógico es uno de los que más profundizo en la peda- gogía de la felicidad, en el autogobierno de las instituciones educativas y proponía un cambio radical en el funcionamiento de las escuelas potenciando el ejercicio de la libertad como método pedagógico.
Alexander S. Neill (1883-1973) es el máximo representante de esta corriente pedagógica y fundador de la Escuela de Summerhill, conocida por su defensa de una educación basada en la libertad y el autogobierno. Su concepción an- tropológica del hombre y del niño lleva a considerar ante todo la bondad y la felicidad como bases de su bienestar y desarrollo. Sin haber leído a Rousseau, como él mismo reconoció en una ocasión, llega a conclusiones muy parecidas. Así, para Neill la maldad no es natural sino el resultado de la falta de amor. Es rotundo cuando dice: “No creo que el niño tenga instintos criminales. La cri- minalidad aparece en el niño como una forma perversa de amor... Todo caso de actitud criminal en un niño puede ser rastreado hasta encontrar la falta de cariño hacia él” (Neill, 1992, p. 75).
Para Neill, el progreso tecnológico y todos sus resultados no hacen mejores a las personas; sólo la felicidad humaniza previene el mal. Ahora bien, ¿cómo alcanzar la felicidad partiendo del fondo de bondad de los humanos? Para Neill el modo de lograr la felicidad es el amor y la libertad.
Como todas las grandes experiencias pedagógicas, Summerhill está constitui- da por un sistema de prácticas educativas que cristalizan las ideas y valores que Neill pretende vehicular en su escuela. Summerhill era una comunidad educativa dotada de un sistema de autogobierno para decidir las normas que han de regir la convivencia. La Asamblea semanal es la institución vital de Summerhill y en ella se discute cualquier aspecto de la colectividad y donde todos, jóvenes y adultos tienen voz y un voto con el mismo valor. Otras insti- tuciones para regular la convivencia eran el tribunal y las asambleas especia- les. Se ha de considerar que Summerhill era un internado y contaba entre sus componentes con algunos estudiantes problemáticos o con antecedentes de
delincuencia. De ahí la definición y estructura de las instituciones que regula- ban la convivencia.
En coherencia con su planteamiento educativo, Neill propone abstenerse de castigos, reprimendas y sermones y otros comportamientos que producen te- mor y, por el contrario, acoger a los estudiantes con calidez. De este modo, se lograría el tipo de vínculo que está en la base de toda educación: el afecto re- cíproco. De forma complementaria, en Summerhill se reconoció la libertad para elegir y la posibilidad de autodeterminarse. En palabras de Erich Fromm, en el prólogo de una de las ediciones del libro de Neill (1996, p. 9):
Mientras que los pensadores progresistas proclamaron las ideas de libertad, demo- cracia y autodeterminación en el siglo XVIII, sólo hasta la primera mitad del siglo XX comenzaron a fructificar en el campo de la educación. El principio fundamental de esa autodeterminación fue la sustitución de la autoridad por la libertad, con el fin de enseñar al niño sin emplear la fuerza, sino apelando a su curiosidad y a sus nece- sidades espontáneas, haciéndole que se interesara por el mundo que le rodea. Esta actividad señaló los comienzos de la educación progresista y constituyó un paso im- portante en el desarrollo humano... Pero los resultados de este nuevo método fueron muchas veces decepcionantes. En los últimos años se ha producido una reacción en aumento contra la educación progresista. Muchas personas creen ahora que la teo- ría es errónea en sí misma y que deberá ser lanzada por la borda. Está en marcha un movimiento que exige más y más disciplina... ¿Es un error la idea de una educación sin emplear la fuerza? Si la idea en sí misma no es errónea ¿cómo podemos expli- carnos su relativo fracaso?... Yo creo que la idea de libertad para los niños no era errónea pero sí que la idea de la libertad ha sido pervertida casi siempre. Para exa- minar con claridad este asunto, debemos empezar por comprender la naturaleza de la libertad, y para ello debemos distinguir entre autoridad evidente y autoridad anó- nima*.
En conjunto, Neill y otros autores de las pedagogías antiautoritarias han apor- tado elementos muy sustanciales a una reflexión pedagógica y a una práctica pedagógica basada en la libertad de los educandos. Despertaron la conciencia a favor de la participación de los estudiantes, del incremento de sus niveles de libertad, de la posibilidad de instalar sistemas de autogobierno escolar. Se en- tiende así que los estudiantes se hacen participando, mientras que los educa- dores han diseñado prácticas y perfilado actitudes que han quedado como aportaciones muy contrastadas. El caso de las asambleas de clase o los siste- mas de resolución de conflictos ejemplifican el capítulo de las prácticas que forman parte del mejor patrimonio educativo. Y, por otra parte, el conjunto de actitudes personales no directivas ha sido otra contribución fundamental a la disolución de las formas autoritarias de ejercer la docencia.
* Un estudio más detallado del problema de la autoridad puede encontrarse en Erich Fromm, Escape from Freedom, Rinehart and Co. Inc. Nueva York 1941. Edición en Espa- ñol. Miedo a la libertad.)
METODOLOGÍA DE AULA Y COOPERACIÓN EDUCATIVA
Uno de los grandes avances de la pedagogía de siglo XX fue la renovación de la metodología de trabajo en el aula, a través de una variada serie de técnicas didácticas nuevas y la interacción en el aprendizaje a través de la cooperación educativa. Célestin Freinet (1896-1966) fue el pedagogo francés que lideró es- ta aportación e inició un movimiento de renovación escolar que se extendería por escuelas de numerosos países. Como escribe Francisco Imbernón (2002, p. 249) en su artículo sobre este autor:
Hablar y escribir sobre Célestin Freinet (1896-1966) es hacerlo sobre la escuela. En el sentido más estricto, una escuela que parte del niño, con todas sus potencialida- des y con su evolución natural y que intenta educarlo para la vida. Es hablar, sobre todo, de aquello que pasa dentro de una institución educativa, con unas aulas, unos maestros y unos niños que hacen cosas para intentar entender el mundo que les ro- dea. Y no es tanto hablar de grandes teorías o de grandes aportaciones que marquen un hito en los tratados de pedagogía. Para demostrar esto, basta afirmar que Freinet ha sido un autor hasta hace poco tiempo muy ignorado en los tratados y en las clases universitarias o de formación de muchos países, donde se suponía que residían los cimientos teóricos de la educación.
La aportación de Freinet es posterior a la propuesta de otros destacados auto- res de la llamada Escuela Nueva o Activa (Decroly, Montessori, etc.). Debido a ello, Freinet tuvo acceso a las obras de estos autores, de los cuales destacan dos por su influencia: A. Ferrière y O. Decroly. El primero le orienta en sus principios pedagógicos, que le impactarán y serán la base de su pedagogía y el segundo le influye, sobre todo, sobre la metodología de la enseñanza (centros de interés, globalización, etc.). Una aportación importante fue sobre los cen- tros de interés, en lo relacionado con la espontaneidad de los mismos y la po- sibilidad de utilizarlos para el aprendizaje de la lectura y la escritura con los más pequeños.
En los aspectos metodológicos, el autor no quería oír hablar de método Frei- net sino de técnicas Freinet como procedimientos y actividades “de pedagogía popular” que impregnaban toda la vida de la escuela y que habrían sido cons- truidas, experimentadas y evolucionadas en las clases de las escuelas. Las principales fueron: la imprenta escolar y las técnicas de impresión, los fiche- ros escolares y autocorrectivos (un aprendizaje cooperativo en una biblioteca de aula), la correspondencia interescolar, el plan de trabajo (técnica semanal para que el estudiante organice las tareas), los complejos de interés, la asam- blea, las conferencias y el periódico mural. Todo ello configurará una pro- puesta global a la que Freinet llama el método natural, es decir, realizar una metodología escolar a partir de la experiencia diaria de la vida individual y social del infante, que no únicamente pretende que el infante aprenda los co-
nocimientos escolares sino, sobre todo, que desarrolle su personalidad, su creatividad, y una socialización individual y colectiva para que sea más libre.
Freinet es uno de los grandes pedagogos del siglo XX. Su herencia perdura en la cultura de la enseñanza. Una de las características de la pedagogía de Frei- net es la adecuación de sus técnicas a los diferentes contextos en los que se practican. Hoy en día, muchos años después de su nacimiento, las técnicas Freinet mantienen esa gran capacidad de adaptación a la escuela del futuro. Muchas de estas técnicas han variado por los cambios sociales y pedagógicos, otras casi han desaparecido porque ya no son excesivamente útiles en algunas escuelas, pero otras son actualmente muy vigentes y sobre todo es muy vigen- te su pensamiento.
Así pues, la gran aportación de Freinet está en su propuesta de cambio de la metodología de las escuelas y de las aulas y del compromiso del enseñante con el contexto social. En su pedagogía, será fundamental convertir la escuela, la clase, en una cooperativa con todos sus componentes (tesorero, secretario, mural, asamblea, etc.). Por otra parte, la combinación armónica entre apren- dizaje individualizado y trabajo en grupo será una de las finalidades más im- portantes de su planteamiento educativo. El papel del docente será organizar el ambiente para que el estudiante desarrolle el máximo de sus potencialida- des y, por tanto, será un facilitador de técnicas e instrumentos para ayudar al proceso educativo. Así la escuela se basará en la cooperación y el trabajo.
CONSIDERACIONES FINALES
Entre las aportaciones de la pedagogía contemporánea existe una gran diver- sidad. Unas incidieron decisivamente en la organización de las escuelas infan- tiles, como Montessori, otras renovaron la metodología de enseñanza, como Decroly, e introdujeron conceptos nuevos de gran potencial pedagógico, como los “centros de interés” y los métodos globales, otros incidieron más en idea- les pedagógicos de libertad y felicidad, asociados del autogobierno de las es- cuelas, como las pedagogías antiautoritarias -a las que habría que acudir para profundizar en sus conceptos de convivencia y resolución de conflictos-. Otras aportaciones fueron de técnicas pedagógicas cooperativas, como Freinet, etc. Todas estas aportaciones de la pedagogía contemporánea fueron lideradas por profesionales de diferente procedencia. Unos provenían de la escuela, eran maestros que dedicaron su vida a la enseñanza como Alexander Neill o Célestin Freinet, otros provenían de la medicina como Montessori o Decroly, o de la filosofía, como Dewey. Pero todos ellos realizaron aportaciones valio- sas y adoptaron una visión positiva del infante y sus potencialidades.
Por otro lado, el desarrollo en la época contemporánea de nuevas ciencias como la psicología y la sociología y su avance en el conocimiento del desarro- llo humano ha incidido decisivamente en mundo educativo. Así, psicólogos como Jean Piaget, Lev S. Vygotski y B. F. Skinner, y sociólogos como Basil Bernstein tuvieron una gran influencia en buena parte de las innovaciones pedagógicas del siglo XX.
Como escribe Margarida Muset (2002, pp. 117-118) al valorar la significación y vigencia de algunas aportaciones pedagógicas tomando como ejemplo a Ovide Decroly:
En un siglo como el XX, en el que los avances sociales, científicos y tecnológicos han convulsionado al mundo y al hombre, resulta difícil valorar cualquier obra o aporta- ción. Esto es aún más cierto en el ámbito de la educación, ya que unas obras influ- yen en otras y no resulta simple distinguirlas y determinar sus límites. Sin embargo, en una obra tan completa y extensa como la que nos ocupa, se encuentran ideas axiales que, sin duda, han impulsado el avance de la psicología, de la pedagogía y de la didáctica posterior… En las prácticas escolares actuales se han asumido como habituales ciertos postulados que, en el momento en que fueron formulados, resul- taron radicales e incómodos para muchos profesionales. Hoy en día se han generali- zado conceptos y prácticas, que fueron enunciados y defendidas por Decroly, el cual consideró siempre la educación como un reto, un compromiso con el estudiante y con la sociedad que debía romper con las rutinas escolares y adaptarse a las caracte- rísticas del joven de cada época… Seguramente no puede atribuirse a un sólo autor el mérito del cambio producido; es a las diversas aportaciones y a los diversos auto- res a quienes debe atribuirse la mejora de la educación y el cambio que la ha condu- cido al estado actual.
A modo de conclusión, consideramos que, frente a perspectiva educativa tra- dicionalista, basada en el ejercicio de las facultades, en la disciplina moral y mental y en un método de instrucción fundado en la transmisión del saber por parte del docente, surgieron unos nuevos planteamientos pedagógicos que suponen una nueva visión de la educación del infante, de su desarrollo natural, de las necesidades propias de cada etapa educativa. Estos nuevos en- foques conllevan también una renovación de la metodología de trabajo de las escuelas, basada en la experiencia y la relación con el entorno. Muchos de es- tos planteamientos han tenido éxito, mientras que otros han tenido una apli- cación más difícil. Aún así, recomendamos volver a leer sus textos para com- prender la potencialidad de sus propuestas para la educación del infante y su preparación para la vida.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Abbagnano, N. y Visalberghi, A. (1992). Historia de la pedagogía. México: Fondo de Cultura Económica.
González, J. (2002). John Dewey y la pedagogía progresista. En J. Trilla (Co- ord.), El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI (pp. 15-39). Barcelona: Graó.
Imbernón, F. (2002). Célestin Freinet y la cooperación educativa. En J. Trilla (Coord.), El legado pedagógico del siglo XX para la escuela del siglo XXI (pp. 249-268). Barcelona: Graó.
Montessori, M. (1994). El niño: El secreto de la infancia. México. Diana. Muset, M. (2002). Ovide Decroly: la pedagogía de los centros de interés y de
los métodos globales. En J. Trilla (Coord.), El legado pedagógico del si- glo XX para la escuela del siglo XXI (pp. 95-119). Barcelona: Graó.
Neill, A. S. (1992). El nuevo Summerhill. México: Fondo de Cultura Económi- ca.
Neill, A. S. (1996). Summerhill: Un punto de vista radical de la educación de los niños. México: Fondo de Cultura Económica.
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