LA RUPTURA DEL
AMOR EFICAZ
Camilo Torres,
el movimiento estudiantil y la teología de la liberación
¡Que vivan los estudiantes,
jardín de las alegrías!
Son aves que no se asustan
de animal ni policía,
y no le asustan las balas
ni el ladrar de la jauría.
Caramba y zamba la cosa,
¡que viva la astronomía!
Violeta Parra
“Me gustan los estudiantes”
(1960-1963)
¿Qué experiencia vivió Violeta Parra para cantar de
esta manera al estudiantado de su país a comienzos de la década de los 60s?
¿qué está pasando en los estudiantes de su tiempo para llegar a merecer tales
elogios de quien fuera creadora de la Nueva Canción Latinoamericana? ¿por qué
esta canción logró aglutinar el sentimiento de toda una generación estudiantil
en su momento? ¿qué está sucediendo en el continente para que una generación de
inconformismo juvenil “sintonice” de tal manera? ¿qué novedad irrumpe en
aquellas “expresiones de fe” que constituyen y animan los movimientos
estudiantiles de impugnación y contestación? No cabe duda, un fenómeno de cambio
social y cultural está emergiendo por todas partes y en él, el estudiantado
urbano de clase media ocupa un lugar protagónico. Es ahí, en el interior de
esta ebullición estudiantil en donde aparece esa figura emblemática, ya mítica,
del cristianismo revolucionario en
América Latina: Camilo Torres.
Me propongo ahondar en las circunstancias que
produjeron el horizonte teológico-político del “amor eficaz”, específicamente
en el encuentro dialógico de Camilo Torres con el estudiantado de la
Universidad Nacional de Colombia entre 1959 y 1965 y cómo esta perspectiva se
constituye en ruptura paradigmática tanto para la reflexión teológica como para
la acción política. Quedaría pendiente, a partir del desarrollo y la discusión
de esta hipótesis, fundamentar el cuestionamiento del posterior desarrollo de
la teología de la liberación en América Latina, en la medida que éste, muy poco
o nada tuvo que ver con lo que fue uno de los principales “úteros” de la
conversión del cristianismo latinoamericano, la perspectiva camilista del “amor
eficaz”.
1.
Coincidir epocalmente
Llama la atención la cantidad y la diversidad de
experiencias juveniles y estudiantiles que coinciden epocalmente y que expresan
un similar talante emancipador. Veamos brevemente los casos de Brasil y Chile.
1.1.Brasil
En Brasil,
como reacción a la educación elitista y conservadora que se implementaba desde
las instituciones, surgieron acciones de grupos, finalizando la década de los
50s, en contra de esta política que se agenciaba desde el Estado. Emergieron iniciativas
para la alfabetización y la educación básica a través de las escuelas radiofónicas,
del Movimiento de Educación de Base MEB, de los Centros Populares de Cultura
CPCs, de los Movimientos de Cultura Popular MCPs, etc. En ellas confluyen el
movimiento estudiantil, la universidad, el Estado, la Iglesia desarrollando
programas semejantes a través de prácticas pedagógicas que buscaban afirmar la
identidad y la ciudadanía del pueblo.
Carlos Rodríguez Brandão llama la atención sobre la
presencia protagónica, en el escenario de transformación del país “del
movimiento estudiantil que prestó relevantes servicios en el campo de la
educación y en los movimientos sociales y políticos, transgrediendo los muros
de la universidad con canales propios de acción. A través de los Centros
Populares de Cultura (CPCs), de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y de la
Unión Estadual de Estudiantes (UEE), fue posible engrosar las filas de los que
luchaban por cambios en la década del 60s. Las diversas expresiones de compromiso
universitario, aliado a las tentativas de teatro y música popular, dieron razón
a la vitalidad política del mundo estudiantil, aunque la respuesta obtenida en
cuanto a la comunicación con las masas haya sido muy limitada, fue de
fundamental importancia en la resistencia al régimen militar” (Brandão: 2001). Para la
historiadora Ana María Bidegain, el MEB “fue sustentado especialmente por los
jóvenes formados en la Acción Católica que se dispusieron a participar como
monitores de un proceso que consideraban encaminado a liberar a las clases
populares” (Bidegain: 1985).
Desde la Extensión Cultural de la Universidad de
Pernambuco y, específicamente en los Movimientos de Cultura Popular de Recife,
el profesor Paulo Freire participa activamente en este giro político-cultural
que está viviendo Brasil. Es ahí donde va a crear su método de alfabetización de
adultos, y desde donde va sentar las bases para una pedagogía crítica
latinoamericana, lo que se expresa a través de sus primeros libros “Educación como práctica de la libertad”
(1965) y Pedagogía del oprimido (1970).
La movilización cultural entre 1960 y 1964 es muy intensa.
“Con la creación de los Centros Populares de Cultura (CPC), ligados a la UNE y
a los gremios locales; se desarrolla el teatro universitario; es el punto de
partida, apoyado por la entidad, de lo que será luego el “cine nuevo”; hay una
participación maciza de los estudiantes, entre 1963 y comienzo de 1964, en las
campañas nacionales de alfabetización (…) y en el primer congreso nacional de
alfabetización y cultura popular ya a inicios de 1964 en la Universidad Rural” (Sousa:
1984)
Tanto el MEB como la UNE manifiestan un nuevo rostro
del catolicismo en Brasil. El primero pertenece a la Conferencia Episcopal y el
segundo es liderado mayoritariamente por estudiantes de la Juventud
Universitaria Católica JUC. La JUC no solo fue el primer movimiento estudiantil
en propugnar abiertamente una revolución brasileira sino que además alcanzó a
ser la fuerza más importante dentro del movimiento estudiantil brasileiro.
Dinámica e innovadora, produjo impacto no solo en la estructura eclesiástica
católica sino también en la esfera cultural y política del país. Puso en la
discusión nacional temas como la Reforma Universitaria, la responsabilidad
social y política del cristianismo, y la transformación de las estructuras de
la sociedad. Además, como en ningún otro caso en el continente, da origen al
partido Acción Popular que luego se fusionará con el Partido Comunista del
Brasil PCdoB: “El sentimiento de la necesidad de una acción
específicamente política, prioritaria y disciplinada junto con la cada vez
mayor contradicción con la jerarquía católica, llevó a la JUC a pensar en la
creación de una organización propia: la Acción Popular AP, que poco a poco dejó
de ser un partido estudiantil para convertirse en un partido de obreros y
campesinos, sobre todo con el campesinado, con quien entró en contacto a través
del Movimiento de Educación de Base MEB” (Lima y Arantes: 1984)
En el Seminario Presbiteriano del Sur (Campinas-SP)
trabajará como profesor el misionero norteamericano y recién doctorado en
teología, Richard Shaull. Durante la década de los 50s, Shaull, desde el
Seminario y desde la Unión Cristiana de Estudiantes de Brasil UCEB, desafiará a
los estudiantes a llevar a la práctica lo que se estudia en clase. Esto va a
significar una inserción del estudiantado en las fábricas y en los barrios
pobres, y desde ahí, les interpela a asumir la acción política a fin de influir
en la revolución social epocal. Al ser expulsado del Seminario por las
autoridades de la Iglesia Presbiteriana, Shaull co-fundará el movimiento
ecuménico de Iglesias y Sociedad en América Latina ISAL en 1961, colectivo
pionero de la Teología de la Liberación entre estudiantes y seminaristas protestantes
de Río de La Plata. En su libro Christianity
and social revolution (1960), Shaull convocaba a los estudiantes a
comprometerse en la lucha por una sociedad más justa e igualitaria “alternativa
tanto para el capitalismo como para el comunismo”.
1.2 Chile
Juan Armando Epple, en su memoria poética-musical de
Violeta Parra, nos plantea como el movimiento urbano de las “peñas” de mediados
de los 60, tuvo raíces en el re-encuentro con la tradición folklórica-nacional
campesina que Violeta Parra va a vivir intensamente durante la década de los
50s. Animada por su hermano, el poeta Nicanor Parra, va al campo a investigar
mediante la metodología de la inserción en las fuentes culturales lo que le
permitirá formarse profesionalmente como investigadora e intérprete del
folklore alcanzando un pronto reconocimiento nacional. Además, le permitirá la
base expresiva (melódica y poética) de sus creaciones personales.
Con el triunfo de la revolución cubana, la
expresividad artística comienza a re articular sus parámetros desde una “nueva”
perspectiva latinoamericanista. Es lo que vemos en el fenómeno del boom de la novela latinoamericana.
Los jóvenes que van a constituir el movimiento de la
nueva canción latinoamericana asumen esa perspectiva explorando las opciones
integradoras de una tradición folklórica antes marginada y segmentada en
acerbos “nacionales” y “regionales”. La creación en Chile de La Peña de los
Parra, en 1964, a cargo de dos de los hijos de Violeta Parra, tuvo una
incidencia fundamental en la consolidación de ese proceso. Allí actuaron no
sólo quienes se convertirían en las figuras protagónicas de la nueva canción
chilena (Patricio Manns, Rolando Alarcón, Víctor Jara, Inti-Illimani,
Quilapayún, etc.) sino que atrajo grupos y cantantes jóvenes de países donde se
articularían movimientos similares, como la Nueva Trova Cubana, por ejemplo.
Cuando Violeta Parra, después de vivir un tiempo en
Francia, regresa a Chile en 1963, encuentra un clima cultural mucho más
receptivo a las expresividades de la tradición folklórica, pero filtradas ahora
por la sensibilidad urbana. Un tránsito iniciado primero como movimiento de
recuperación nostálgica y falsamente modernizadora, con el llamado neofolklore,
y luego con la reactualización crítica de los jóvenes que cantaban en las
“peñas”.
Para Angel Parra, su hijo, “lo que ella hizo fue tomar
la guitarra y empezar a cantar sin preocuparse de los atuendos, sin maquillarse
y sin adoptar una pose exterior de figura “folklórica” al uso oficial. Y
dándole una presencia protagónica en el canto a la mujer, porque hasta ese
momento los conjuntos eran predominantemente masculinos”. La sociedad
tradicional y su expresividad folklórica está en franco proceso de
desarticulación. A partir de la década de los 40s ya se percibe el paulatino desarrollo hegemónico de la
cultura urbana. En esta transición y fungiendo como madre genésica que
interpela y resguarda, Violeta Parra parte de concepciones tópicas de la
realidad (religiosas, patrióticas, costumbristas, etc.), las confronta con una
percepción experiencial del mundo, para convertir esos tópicos en una visión
desacralizadora, potencialmente subversiva, de lo estatuido. Es aquí donde
surge el punto de encuentro entre Violeta y los estudiantes. Las “Peñas” serán
el medio para construir y alentar metáforas del mundo nuevo que nace del
antiguo.
Los dos casos brevemente reseñados, Brasil y Chile,
son expresiones de una realidad mayor, que junto con el caso colombiano, en el
que nos detendremos más adelante, expresan el inicio de un cambio de época, en
el que el estudiantado universitario juega un papel protagónico. Lo interesante
de esta situación es percibir como en los primordios de la teología de la
liberación, entre 1959 (triunfo de la revolución cubana) y 1966 (muerte de
Camilo Torres), ésta se haya profundamente involucrada en la protesta juvenil
universitaria, quizá como su nicho natural de germinación. Para reconfirmar lo
anterior, no podemos olvidar, que durante este mismo período, Gustavo Gutiérrez
se encuentra enseñando en la Universidad Católica de Lima y asesora
organizaciones estudiantiles universitarias a nivel nacional en el Perú y que
mucho antes de publicar su libro “Teología
de la liberación. Perspectivas”, el Secretariado Internacional del Movimiento
Internacional de Estudiantes Católicos MIEC-JECI en Montevideo, difundía
ampliamente la reflexión teológica producida desde los movimientos
estudiantiles en el continente.
A manera de síntesis sobre la novedad que irrumpe con
el estudiantado universitario latinoamericano, podemos percibir que:
-
La protesta estudiantil en América Latina se manifiesta como
un fenómeno general, en proceso de expansión, pero al mismo tiempo como un
fenómeno de minorías.
-
Esta protesta es, ante todo, una protesta social que se
traduce en un proyecto revolucionario en el cual pocos elementos aparecen
explícitos.
-
En este contexto se comprende mejor lo que se ha dado en
llamar la “politización” de la universidad latinoamericana. No se la debe
interpretar como un simple fenómeno de subversión promovido por agitadores
marxistas, sino como el resultado, por una parte, de una dramática percepción
de los condicionamientos estructurales de la injusticia social y de la
dominación neo-colonialista del continente; y, por otra, de una nueva
concepción de la misión de la universidad como dinamizadora del proceso de
cambio social.
-
Lo que ciertamente es previsible, la importancia política
creciente del movimiento estudiantil en América Latina junto con una
radicalización progresiva, paralelamente a una acentuación también progresiva
de contramedidas de represión.
-
Una acentuación creciente de la influencia marxista-leninista
en los medios estudiantiles universitarios junto con una aproximación práctica-dialógica
entre cristianos y comunistas.
-
Lo que está sucediendo con la protesta juvenil es la “ruptura
de un sistema”, se refiere al hecho de que factores sociales enteramente nuevos
fueron introducidos en aquel que hasta ahora fuera un sistema social
relativamente estable. Como resultado. El viejo sistema social más o menos estable,
comienza a disolverse y uno nuevo comienza a tomar su lugar. (De Melo: 1970)
-
La impugnación radical del sistema socio-religioso que hacen
los estudiantes tiende a extenderse a la iglesia, acusada de justificar y de
asegurar la permanencia del sistema. En vez de ser un factor de renovación y de
cambio social, sería un agente de conservación; una vez que la estructura
social es juzgada opresiva, la convivencia de la iglesia aparecería como una
grave contradicción con lo esencial del mensaje liberador del evangelio.
-
Más allá de la pastoral universitaria: “es toda la iglesia la
que debe estar interesada en ponerse ella misma en cuestión… solo queda el
ejemplo de un contratestimonio que debe ser dado por los cristianos militantes
comprometidos seriamente con la realidad, abiertos al diálogo y plenamente
comprometidos en la tarea común de transformación del mundo” (de Melo p. 83)
2.
Camilo Torres y el “caso”
colombiano
Casi toda la vida de Camilo Torres estuvo unida al
mundo universitario. Antes de ingresar a estudiar Derecho en la Universidad
Nacional en 1947, ya su padre, el médico Calixto Torres Umaña había sido
profesor de pediatría en la Facultad de Medicina, decano y rector encargado –
durante un breve tiempo en 1946 - de la Universidad Nacional. Se podrá decir de
Camilo que el último año de su vida lo dedicó exclusivamente a la agitación
política, pero buena parte de esa actividad la realizó en ambientes
universitarios y son los estudiantes quienes mayoritariamente asumen y animan
su propuesta política del Frente Unido en 1965. Se podrá decir que los últimos
tres meses estuvo vinculado a un movimiento guerrillero, pero no podemos
olvidar que el Ejército de Liberación Nacional era una incipiente guerrilla
estudiantil organizada por líderes de la Universidad Industrial de Santander
UIS de Bucaramanga y de la Universidad Nacional de Bogotá.
Al dejar de estudiar Derecho en la UN ingresa al
Seminario Conciliar de Bogotá donde estudiará tres años de filosofía y cuatro
de teología. Una vez ordenado sacerdote se matricula en la Universidad Católica
de Lovaina (Bélgica) donde estudiará sociología entre 1954 y 1958. Al finalizar
1954, fruto de la convivencia universitaria surge la iniciativa de organizar a
los estudiantes colombianos en el exterior. Así lo testimonia su compañero de
estudio, Gustavo Pérez: “De estos encuentros fueron saliendo muchas ideas, como
la de vincularnos con los estudiantes colombianos, primero en Bélgica, y
después en otras universidades de Europa, para formar un movimiento de toma de
conciencia sobre la responsabilidad de prepararse bien para regresar a servirle al país, asociados
interdisciplinariamente” (Pérez: 1996). Es el nacimiento del Equipo Colombiano
de Investigación socio-Económica - ECISE
– quien lanzará una invitación a la unión de todos los colombianos deseosos de
poner al servicio del país su preparación intelectual. Pérez afirma que “en
todos los viajes por Europa estuvimos tratando de entrar en contacto con
estudiantes colombianos, prescindiendo de distingos políticos, para invitarlos
a participar en el ECISE (…) Con el tiempo comenzamos a invitar también a los
jóvenes profesionales extranjeros a sumarse para trabajar en Colombia con el
espíritu que animaba al Equipo. En 1956 constituye “secciones” de ECISE en
Lovaina, París, Bogotá, Londres y Alemania. En 1958 Camilo Torres será
secretario del primer congreso de estudiantes colombianos en Europa que se
realiza en Lovaina. Después de hacer su especialización en sociología urbana en
Minnesota funda el secretariado de ECISE para los Estados Unidos. Con este
bagaje académico, con esta estructura organizativa estudiantil y con un
horizonte abierto al diálogo y al pluralismo, Camilo Torres regresa a Colombia
en 1959 y se integra a la Universidad Nacional como capellán y como docente.
2.1 El contexto excluyente del Frente
Nacional
El plebiscito del 1 de diciembre de 1957 selló el
pacto entre los jefes liberales y conservadores por el que se puso fin a la
confrontación violenta entre estos dos partidos tradicionales y por el que se
instituyó la distribución paritaria del poder entre ellos por diez y seis años,
suprimiendo los derechos políticos de las minorías no conservadoras ni
liberales, excluyéndolas del reparto. A todas luces, se creó una fórmula
antidemocrática para restablecer la democracia en Colombia. Pronto la “fórmula”
pactada del “entendimiento y la concordia entre los colombianos” deja ver el carácter
oligárquico-burgués del nuevo orden junto con la incontenible voracidad de la
corrupción bipartidista. Para Francisco Leal “el Frente Nacional había generado
una tendencia hacia la desaparición ideológica de las diferencias entre los
partidos tradicionales; las posibilidades institucionales de participación
política sufrían un proceso de cerramiento progresivo; la sociedad experimentaba
la emergencia de nuevos y numerosos grupos sociales surgidos en el contexto del
desarrollo histórico capitalista, y, particularmente, la universidad trataba
desordenadamente de facilitar la integración de muchos de estos grupos en su
seno” (Leal: 1980)
Quienes expresaban disidencia respecto al nuevo orden
ofrecieron resistencia, crítica y confrontación, a la vez aglutinación del
descontento y nucleación de la protesta social. Una primera voz surge del
Movimiento Revolucionario Liberal MRL en 1959 quienes simpatizaban con las
tesis de la incipiente revolución cubana. El líder estudiantil Antonio Larrota
funda en 1959 el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino MOEC como organización
revolucionaria armada. Sectores estudiantiles junto con la brigada José Antonio
Galán, entrenada en Cuba, constituyen en 1963 el Ejército de Liberación
Nacional ELN. El Partido Comunista escindido entre la línea pro-soviética y la
línea pro-China, ésta, siguiendo la consigna de “guerra popular prolongada” da
vida a la guerrilla del Ejército Popular de Liberación EPL en 1967. La
resistencia campesina en el sur del país en las denominadas “Repúblicas
independientes” dan vida a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC
en 1964. En las elecciones presidenciales de 1962 participa por primera vez la
Alianza Nacional Popular ANAPO, fuerza política del derrotado dictador Gustavo
Rojas Pinilla.
2.2 La Universidad Nacional de Colombia
Antes de 1950 la universidad colombiana expedía
títulos a la élite dominante para legitimar su derecho a la dirección social y
política, y al usufructo de las riquezas del país. Después de 1950 las
exigencias de una nueva sociedad capitalista comenzaron a operar, con el fin de ampliar el acceso a
la universidad de los nuevos grupos que se iban desarrollando y que iban
presionando transformaciones de la antigua sociedad.
Según Ruíz Montealegre, el decreto legislativo 136 de
1958, expedido por el gobierno provisional de la Junta Militar y que estableció
una nueva composición orgánica de la UN, así como la procedencia social de los
estudiantes y la influencia de las nuevas condiciones sociopolíticas son
factores determinantes para introducir nuevas dinámicas en la UN. Tamaña
apertura consiguió la expresión pública de los nuevos sectores sociales que a
nivel político excluía el pacto de élites del Frente Nacional. El debate
político y académico contestatario rompió las coyundas que el Frente Nacional
había creado a fin de impedir el desbordamiento del cauce bipartidista. La
juventud universitaria, expresión del ascenso de la nueva clase media urbana,
impactada por el triunfo de la revolución cubana, creó un nuevo ambiente de
discusión y argumentación del discurso político y del análisis de la realidad
nacional.
La UN empieza a convertirse en el centro sobre el cual
giraría el debate político universitario anti-élite. A partir de 1958 se
constituyó en el eje del movimiento estudiantil, empieza a consolidarse como el
principal foco animador de los conflictos universitarios y se convierte en el
escenario desde el cual se desarrollaron las más significativas luchas
estudiantiles.
La nueva reglamentación estableció un organismo de
representación estudiantil, a través del cual los alumnos de las distintas
sedes del claustro podrían expresar sus demandas. El significado del Consejo
Superior Estudiantil radica en la legitimidad que tuvo entre el estudiantado,
pues el sistema de selección de los representantes era transparente y
democrático dándole legitimidad y representatividad, convirtiéndolo en el más
importante órgano de representación estudiantil. La manera como se constituye
contribuirá enormemente a la conformación de una organización estudiantil de
masas en la UN. Este esquema institucional posibilitó la estructura orgánica
sobre la que se cimentó la organización estudiantil. Quizá a ello se debió su
desmonte posterior. La universidad empieza a ser escenario de discusiones en el
ámbito estudiantil: el papel que debía cumplir la universidad en la sociedad,
la presencia de la paridad política, la participación de la iglesia en la
universidad y la democratización de la educación (Ruíz:2002).
2.3 El estudiantado
¿Quiénes son los estudiantes con los que se encuentra
Camilo Torres en la UN en 1959? ¿por qué logran tan pronta simpatía
inter-generacional? ¿qué les permitió identificarse con sus postulados éticos,
políticos y espirituales? ¿por qué tan afectuosa camaradería y tan generosa
receptividad con relación a Camilo? Veamos someramente una aproximación a la
rica subjetividad de esta nueva expresión social colombiana y que podrá
brindarnos elementos de comprensión:
-
Clase media urbana en ascenso político-social, producto de
los cambios de la sociedad colombiana en las décadas del 40 y 50. En su memoria aún está fresca la masacre de
estudiantes del 8 y 9 de junio de 1954 y la lucha estudiantil contra la
dictadura de Rojas Pinilla (1957). Los traumas sicosociales de la reciente
violencia liberal-conservadora han dejado en la memoria de este estudiantado y
en sus familias marcas y dolores imborrables.
-
Cambios sociales y culturales de envergadura que influyeron
en la transformación de la relación de la juventud con la sociedad, los que la
llevarían a tensionarla permanentemente con el mundo adulto: irrupción e intervención
de la mujer en escenarios tradicionalmente exclusivos de los varones; aparición
de la píldora anticonceptiva y la apertura de espacios culturales y artísticos
como el cine, el arte, la literatura, el teatro.
-
Los jóvenes encontraron en la Ciudad Universitaria el campo
ideal para el desarrollo de su vida social y juvenil: las relaciones afectivas,
las actividades culturales, deportivas y lúdicas permitían a los estudiantes
establecer un vínculo más estrecho con la universidad. El campus era un espacio
donde convergían los intereses que identifican a los estudiantes como tales y
como jóvenes. La cafetería se convirtió en el espacio más importante de
integración de los estudiantes de la Nacional. Las residencias estudiantiles
era otro escenario significativo que incidía en la estrecha comunicación de los
estudiantes entre sí y con la universidad. Un núcleo importante de integración
social lo constituía la presencia de numerosos estudiantes de provincia.
-
Cambio generacional: los nuevos estudiantes de la UN,
aquellos que habían ingresado luego de la instauración del Frente Nacional, se
habían forjado en un nuevo escenario político y social y tenían una posición
más radical frente a la problemática estudiantil y frente a la realidad
nacional. Asume la defensa de la
educación pública y responsabilizan al establecimiento del menguado compromiso
con ésta. Pasa de un enfoque netamente universitario gremial a plantearse
políticamente nuevas inquietudes y adquiere una visión nacional de los
conflictos universitarios.
-
Impacto del triunfo de la revolución cubana en el estudiantado,
quizá fue el fenómeno político de la época que más les influyó. Cuba se
convirtió muy pronto en el símbolo de miles de estudiantes latinoamericanos que
encontraban en la Isla el modelo ideal hacia el cual debía tender el desarrollo
social de los países de la región. Los primeros años de la década del 60 están
caracterizados por la presencia y la influencia de un constante sentimiento
anti-imperialista, anti-colonialista y pro-cubano, promovidos por fenómenos
como la consolidación de los países socialistas, las guerras de liberación
nacional en Africa y una importante agitación social en Latinoamérica.
-
Creciente politización de los procesos estudiantiles a partir
de 1961. La participación en los organismos de representación estudiantil,
condujo a la gran mayoría de estudiantes a relacionarse con la política. Los
conflictos estudiantiles no se limitaban
a los problemas de orden gremial, pues existían sectores estudiantiles que
concebían la necesidad de participar activamente en la construcción de un nuevo
escenario político y social para el país, donde existieran condiciones de
justicia social para todos los colombianos (Ruíz: 2002). Otro factor que
influyó en la politización de los estudiantes de la UN fue la actividad
desplegada por las organizaciones políticas presentes en el ámbito
universitario.
-
Del estudiantado se expresará así Camilo Torres: “En un país
subdesarrollado, los estudiantes reúnen en sí mismos dos cualidades que
difícilmente se encuentran juntas en otros grupos de la sociedad: un nivel
cultural relativamente alto y una cierta libertad en relación con las
estructuras imperantes y con la minoría dirigente. De ahí el papel político que
ha jugado la universidad en los países desarrollados y especialmente en América
Latina (…) Las dos características anteriormente anotadas producen un estado de
rebeldía y de inconformismo en una sociedad cuyas estructuras requieren un
cambio fundamental” (Torres: 1964)
-
Francisco Leal resalta la novedad en la educación política
que comportó esta generación estudiantil: “En todo este proceso emergió una
generación con una nueva educación política, lo cual no brindaba gran
diferencia con anteriores cambios generacionales. Lo que sí la diferenciaba de
los demás no era, pues, su rebeldía, sino el volumen de los que de ella
accedían a la universidad y, sobre todo, las diferenciaciones de clase de su
composición (…) esta generación gestó su liderazgo en la universidad. El mismo
proceso de formación de grupos y facciones políticas dentro del estudiantado,
en las que se enfrentaban y competían, no solo la izquierda y la derecha, sino
sus diversos matices internos, constituyó la semilla de configuración de una
amplia generación de líderes políticos” (Leal p.216-217)
2.4 Camilo
Torres y el movimiento estudiantil
Los primeros cinco años de la década del 60, en las
márgenes del Frente Nacional, verán el nacimiento de un movimiento estudiantil
de carácter nacional que participará activamente en la conformación y
articulación de la oposición política al sistema y de la crítica ideológica que
lo sustentaba y lo reproducía. El estudiantado de la UN junto con la actividad
académica y política de Camilo Torres serán protagonistas de primer orden en la
conformación de de esta nueva atmósfera del debate político en el país.
Si bien es cierto que Camilo Torres llega a la UN como
capellán, rápidamente busca la cátedra universitaria vinculándose al
Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Económicas. Junto con
Orlando Fals Borda crean la Facultad de Sociología a finales de 1960. Este será
el lugar privilegiado desde donde Camilo Torres articulará su pensamiento a la
dinámica del movimiento estudiantil. Llama la atención que no sea la capellanía
o la pastoral universitaria el lugar escogido. Más bien éstos se convierten en
lugares de apoyo, reflexión y complemento a la novedad que emerge en el campo
de la ciencia social y la acción política. ¿Está indicando otro punto de
partida para la construcción de la fe cristiana en el continente?
Al ser solicitada la nueva Facultad de Sociología por
el Ministerio de Educación para elaborar la “Plataforma de Acción Comunal” con
el fin de “orientar una vasta campaña de promoción en el país”, Camilo Torres
ve el camino abierto en el establecimiento para articular el estudiantado y los
jóvenes profesionales a las necesidades del país. En carta dirigida a Guitemie
Oliviéri, cree Camilo que la Acción Comunal podrá “organizar en gran escala la
acción de comunidades locales para la rehabilitación de todas las deficiencias,
gracias a la propia organización para lo cual se requiere promotores
voluntarios que consagren su vida al servicio de la comunidad” (Torres,
enero6/60) Se trata de poner las bases para la formación de la democracia
participativa a partir de la dinámica organizativa de las comunidades locales.
Ingente tarea para la academia comprometida con el cambio social y la formación
de ciudadanía activa, tal como lo avizorara Camilo Torres y Orlando Fals Borda.
Con profesionales y estudiantes Camilo Torres realiza
programas de acción comunal con el campesinado en Cogua (Departamento de
Cundinamarca) y en un barrio marginado del sur de Bogotá, Tunjuelito. A partir
de estas prácticas y buscando consolidación, permanencia y continuidad, funda
el Movimiento Universitario de Promoción Comunal MUNIPROC con los siguientes
fines: a) Vincular a los estudiantes universitarios y a los profesionales con
la realidad colombiana b) Investigar los recursos y necesidades de la comunidad
c) Fomentar y coordinar los programas de acción comunal d) Prestar en las comunidades
una atención profesional que tienda a estimular la creación de servicios
permanentes a su cargo y de acuerdo con las necesidades existentes e)
Rehabilitar a esas comunidades mediante el desarrollo integral y técnica
capacitación de sus miembros.
MUNIPROC busca encausar el inconformismo del
estudiantado universitario orientándolo hacia las comunidades “que sufren las
deficiencias de nuestras estructuras en la forma más aguda”, no para asistirlas
paternalistamente sino para “darles conciencia de sus necesidades, actividad y
organización”. Con ello Camilo buscaba crear “una presión de la base” como
única garantía de un cambio a favor de las mayorías. Ante la dificultad de
hallar en las comunidades “los elementos cualificados para dar una conciencia científicamente
orientada y una organización técnica” busca que el estudiantado devuelva a las
mayorías lo que de ellas ha usufructuado, aportando su técnica y su ciencia
como catalizador de un movimiento de masas que realice las transformaciones que
el país necesita. MUNIPROC no busca darle buena conciencia al grupo estudiantil
privilegiado social y culturalmente sino que aspira “a aprender de las clases
populares, a aprender el origen de su miseria, de su conformismo, de su
eventual rebeldía y de su enorme potencialidad humana para transformar las
estructuras”. El estudiantado universitario, por su condición estudiantil,
puede ayudar a crear los grupos de presión mayoritarios cuando dirigen su
actividad articulada a las comunidades hacia la creación de conciencia y la
creación de organización. Así, estos grupos de presión mayoritarios alcanzarían
poder real para producir las decisiones políticas de transformación social del
país a favor de las mayorías.
Los Consejos Estudiantiles, creados a partir del
decreto de 1958, como los más importantes y legítimos órganos de representación
estudiantil, se constituirán en el “alma” y “soporte” del debate y la acción
del estudiantado universitario. A partir de éstos, la construcción del Consejo
Superior Estudiantil en la UN será, para Víctor Manuel Moncayo, “núcleo líder
de todos los acontecimientos de la primera mitad de la década de los años
sesenta, que arrojaron como resultado un fortalecimiento de la organización
estudiantil de la UN; el nacimiento y consolidación de la Federación
Universitaria Nacional FUN (…) Una modificación importante del régimen orgánico
de la Universidad (…) La solidaridad activa de la UN con los movimientos
sociales; la construcción de tendencias y organizaciones políticas; la
formulación de discursos significativos sobre la realidad nacional y, en fin,
el avance incontenible de la UN en su liderazgo académico” (Ruíz: 2002)
El año de 1960 marcó la manifestación
inicial de un nuevo medio de expresión política universitaria. Se desarrollan
en la UN las primeras huelgas estudiantiles de carácter reivindicatorio logrando
la renuncia del rector. Este, Laserna, será el primer rector que renuncia por
presión de los estudiantes. Las huelgas estudiantiles convierten la ciudad de
Bogotá en el escenario activo del conflicto universitario y lo sería a lo largo
de los siguientes años. Durante los días de paro varias manifestaciones
estudiantiles recorrerían las principales calles del centro de la ciudad,
permitiendo a los pobladores conocer las razones que motivaban la huelga y,
sobre todo, las nuevas posiciones contestatarias que adoptaba un número
significativo de estudiantes, con lo que se contrastaba la propaganda difamatoria
al movimiento universitario por parte de la radio y la prensa del sistema.
El año de 1962, colmado de conflictos universitarios
en el país, permitirá ahondar el compromiso de Camilo con el estudiantado y la tensión
de éste con una institución crucial para el sostenimiento ideológico del Frente
Nacional: la jerarquía de la Iglesia Católica. En solidaridad con los
estudiantes en huelga y en protesta contra las arbitrariedades del ejército y
la policía en Tunja y Barranquilla, los estudiantes de la UN convocan una
manifestación por las calles del centro de Bogotá. A diferencia de las anteriores
manifestaciones, esta vez varios locales comerciales resultan afectados por
pedreas y hurtos, pero los mayores desmanes se descargaron sobre el Palacio Catedralicio, el Instituto Colombo Americano y las instalaciones del diario El Tiempo. El
Consejo Académico en reacción suspende la Semana Universitaria y autoriza al
rector la expulsión de líderes estudiantiles. El conflicto originó la primera
huelga de la Universidad Nacional por razones políticas, hasta que los
estudiantes expulsados fueron reintegrados a las aulas. Los directivos ordenan
el cierre temporal de la Universidad. El Consejo Académico presenta un proyecto
de ley que restringe los organismos de representación estudiantil, se socavaba
la posibilidad de la protesta individual y se recortada la posibilidad de crear
organizaciones estudiantiles. Esta coyuntura propicia la toma de una nueva
orientación por parte del Consejo Superior Estudiantil de la UN: la
conformación de una federación
estudiantil de carácter nacional. Unidad sobre la base de los intereses
estudiantiles y del apoyo de la base universitaria como componente básico para
una organización nacional. En declaración del Consejo Directivo de la Facultad
de Sociología, Camilo Torres y Fals Borda, afirman que las actividades
políticas de los estudiantes no pueden ser causa de censura o de expulsión por
parte de la universidad, todo lo contrario, pues un interés en la política y en
las soluciones políticas de los problemas nacionales por parte del
estudiantado, no solo es explicable sino también motivo de apoyo y confianza en
su proceso educativo, y declaran inaceptable cualquier tipo de discriminación
contra estudiantes o profesores en virtud de sus posiciones ideológicas “lo
cual iría contra la misma esencia de la Universidad”. En consecuencia, el
Cardenal Arzobispo de Bogotá, Luis Concha Córdoba, solicita a Camilo Torres su
retiro de la capellanía en la UN. El Consejo Superior Estudiantil no solo
expresan solidaridad, admiración y aprecio a Camilo Torres sino que también
deploran “que la jerarquía eclesiástica no haya captado cabalmente el verdadero
sentido de nuestro movimiento, ni la posición suya con relación a él”.
El movimiento estudiantil alcanzará uno de sus más
importantes triunfos políticos en 1963. El Congreso aprueba una nueva ley de
reforma orgánica de la UN, que garantizara la aplicación de la autonomía
universitaria y demás postulados de la Reforma
de Córdoba. Para el movimiento estudiantil significó el reconocimiento de
una iniciativa emprendida desde su seno a diferencia de las reformas de 1936 y 1958.
La protesta estudiantil en las regiones se incentiva, cada vez que la dirección
de las universidades públicas está bajo control del clientelismo
frentenacionalista. Es así como en 1964 se vive uno de los conflictos
universitarios más álgidos. Los estudiantes de la Universidad Industrial de
Santander UIS se declaran en huelga y marchan hasta Bogotá en contra de la
intervención militar y del clientelismo regional dominante en la universidad.
Por su parte, los estudiantes de la UN repudian y rechazan la presencia del
candidato presidencial del Frente Nacional, Carlos Lleras Restrepo, en el
claustro universitario. En estos como en otros sucesos se percibe la
radicalización de sectores estudiantiles proclives a la insurrección.
Para Camilo Torres los hechos recientes denotan un
abismo cada vez mayor entre la clase dirigente y las mayorías populares
haciéndose más precarias los sistemas de comunicación entre las dos. Las
reformas que podrían evitar una confrontación no se ven por ninguna parte ni la
clase dominante tiene iniciativa para ello. Los medios de comunicación solo
funcionan de arriba hacia abajo y nunca a la inversa. La clase dirigente no
entiende por qué el estudiantado se opone a tal situación y el estudiantado no
entiende por qué se le elogia cuando se levantó contra la dictadura y por qué
se le censura cuando protestan contra Carlos Lleras. “La doble moral que la
clase dirigente quiere imponer al país se fundamenta en un desconocimiento de
la capacidad de crítica que han adquirido la clase popular y los universitarios
en cuanto son capaces de representarla. Solamente una autocrítica valerosa y
sincera de la clase dirigente permitirá establecer el contacto entre las dos
clases. De que este contacto se restablezca o desaparezca definitivamente
dependerá la violencia o el acuerdo en que culminarán los próximos conflictos
sociales en Colombia” (Torres: 27/11/64).
El llamado de Camilo no fue atendido y el abismo sigue
ahondándose. El año de 1965 se inicia con la toma a Simacota (Santander) por
parte del recién creado Ejército de Liberación Nacional ELN cuyo origen,
liderazgo y buena parte de su composición, estaba en el movimiento estudiantil.
En la Universidad de Antioquia se desarrolla un conflicto por causa del
autoritarismo del rector y se recrudecen los enfrentamientos entre la fuerza
pública y los estudiantes. Son allanadas las residencias de la UN y en las
protestas muere un estudiante. La Federación Universitaria Nacional FUN llama a
paro nacional estudiantil y aprobó la toma de las universidades por los
estudiantes. Así, se propagó la agitación estudiantil en el país. La relación
de Camilo Torres con su obispo se conflictua de tal manera que termina con la
declaración del Cardenal reduciéndolo al estado laical. Los caminos del diálogo
entre los polos que constituyen el conflicto social aún no se han transitado.
La creación del Frente Unido en mayo de 1965 fue un momento
significativo en la historia de la organización estudiantil. Muchos estudiantes
vinculados a la FUN y a los organismos de representación estudiantil, así como
de base, participaron activamente en la creación y desarrollo del Frente Unido.
Fueron el grueso de lo que se denominó “los no alineados” y lo que constituyó
la fuerza política propiamente dicha de Camilo Torres. El lanzamiento de Camilo
como líder político se hizo en la UN y lo organizaron estudiantes vinculados a
la FUN, el 22 de mayo de 1965. “El hecho de que muchos líderes estudiantiles
participaran activamente en el Frente Unido, así como que se utilizaran
plataformas estudiantiles para realizar los actos de este movimiento en
diferentes ciudades del país, condujo a afianzar mucho más la politización de
la organización gremial estudiantil” (Ruíz: 2002). “En muchas universidades del
país se organizaron grupos denominados “comandos camilistas”, con el consenso
de varias tendencias políticas estudiantiles y apoyo de varias organizaciones,
entre ellas la FUN. En los últimos meses del año salió a la calle el periódico
“Frente Unido”, bajo la dirección de Camilo. La tarea de la distribución del
periódico estará bajo la responsabilidad de los estudiantes universitarios. Por
primera vez en la historia del país se constituye un movimiento político
pluralista sobre la base de intelectuales, estudiantes universitarios y
diversas organizaciones políticas anti-sistema que respondían a las necesidades
de las mayorías populares por encima de intereses particulares. Fals Borda se
referirá al Frente Unido así: “Esta utopía tiene ingredientes nuevos, como
aquellos derivados de convicciones religiosas y del examen de la realidad de
las revoluciones latinoamericanas contemporáneas. Pero en el fondo es una
reiteración de ideas socialistas, en respuesta al impulso del cambio
secular-instrumental del pueblo y de la época” (Fals: 1967). De no haber sido
paulatinamente conducido como instrumento de la insurrección, el Frente Unido
se hubiera constituido en una posibilidad del movimiento estudiantil para
integrarse institucionalmente y para desarrollar una nueva cultura ciudadana del
pluralismo, la participación y el debate político.
3.
La ruptura del amor eficaz
La decisión de dejar la carrera de Derecho en la UN para
ingresar al Seminario la tomó Camilo Torres después de haber participado en un
seminario dirigido por los dominicos franceses Gabriel M.Blanchet y
Jean-Baptiste Nielly, quienes se hallaban empeñados en la renovación teológica
de la Orden Dominicana en Colombia. Aún en el Seminario no perdió contactos con
el dinámico pensamiento teológico social de la iglesia francesa. Propiciado por
la apertura del Arzobispo de Bogotá Cardenal Crisanto Luque a los problemas
sociales y al conflicto político que vivió el país en la década de los 50s, el
Seminario contó con la visita del canónico Francois Houtart de la Universidad
de Lovaina (Bélgica), con quien Camilo entabló amical comunicación. Al terminar
sus estudios sacerdotales va a Lovaina donde accederá a las discusiones sobre
los sacerdotes obreros, la ética familiar y el control de la natalidad, el
diálogo marxismo-cristianismo, el pluralismo científico, etc. El horizonte de
la reflexión y de la fe se amplía en la Maison St.Jean, hogar internacional
ecuménico que animado por la pareja Lucien y Héléne Morren, que aportó una rica
experiencia en la búsqueda de aquello que une a la diversidad humana por encima
de lo que la separa, procurando la acción en lo que hubiera de común.
En Bélgica Camilo Torres conocerá la metodología del
ver-juzgar-actuar de la Juventud Obrera Católica JOC y el pensamiento de
Emmanuel Mounier a través del grupo “Esprit”. En Francia contactará con los
Sacerdotes Obreros, asiste a las Semanas Sociales y colabora con los
Chiffoniers d´Emmaus del abate Pierre, ora en la Fraternidad contemplativa de
Charles de Foucauld y apoya a los universitarios nort-africanos en la lucha por
la liberación de Argelia.
Poco queda en Camilo de la formación anticomunista del
Seminario de Bogotá. La Universidad de Lovaina forma en un espíritu crítico, en
una cultura interdisciplinaria y en un ambiente intercultural e internacional.
Ahí Camilo leerá y discutirá tanto a Teilhard de Chardin como a Marx y a Sartre.
Al regresar a Colombia para trabajar en su tesis de sociología conoce al
sacerdote dominico Joseph Louis Lebret, quien elaboraba un informe para el
gobierno colombiano sobre las condiciones del desarrollo en el país hacia
finales de los años 50s. Del humanismo económico de Lebret tomará Camilo el
concepto de eficacia como dinámica concreta del desarrollo humano y como
expresión histórica de la fe.
Vivir positivamente la experiencia de estudio y de
reflexión socioteológica en el seno de la vanguardia eclesial de la época, como
lo era la Iglesia Católica de Francia y de Bélgica, brindará el “equipaje”
ideal para un encuentro desprejuiciado, productivo y abierto de Camilo con el
estudiantado anti-clerical de la UN. El desarrollo del encuentro desde un
ambiente pluralista de análisis y debate político hasta la toma de decisiones
conjuntas, llevará paulatinamente a la construcción de una koinonia (“comunidad”) ecuménica cuyo vínculo no radica en la
confesión de una determinada fe religiosa sino en la común-unión de intereses
éticos-políticos –espirituales desde la perspectiva del bien de las mayorías y
la felicidad humana. Es al interior de este proceso donde Camilo elaborará la
categoría teológica-política del “amor eficaz”.
Bien sabemos que Camilo Torres no estructuró una
sistematización teológica sobre su novedosa experiencia de fe en la UN y en la
acción política. No contamos con un corpus
teórico producido en, desde y para la academia teológica. Contamos, eso sí, con
un poderoso relato de vida capaz de con-mover
generaciones juveniles en pos del ideal evangélico. La narrativa de su propia
vida expresará la encarnación histórica del amor eficaz. Así lo atestigua dos
“joyas” teológicas de Camilo Torres en donde la intuición categorial del “amor
eficaz” quedó brevemente esbozada : 1- 24 de junio de 1965, cuando pidió al
Arzobispo de Bogotá la liberación de sus obligaciones clericales (“reducción al
estado laical”) y 2- el mensaje a los cristianos del 26 de agosto de 1965. Veamos
cada una de ellas:
3.1 Declaración del 24 de junio de 1965
Fue una declaración pública presentada por Camilo
Torres en una rueda de prensa que él mismo convocó y que será difundida
ampliamente tanto por prensa como por radio, una vez fue aceptada su petición
de “reducción al estado laical” por parte del Arzobispo de Bogotá. De ella
resaltamos los siguientes puntos:
-
En la actual realidad del país “existen circunstancias que
impiden a los hombres entregarse a Cristo”, ante lo cual, “el sacerdote tiene
como función propia combatir esas circunstancias”, considerando ese “combate”
prioritario sobre la “posibilidad de celebrar el rito eucarístico que no se
entiende sin la entrega de los cristianos”.
El país, como realidad social, no
coincide con la “entrega a Cristo”. No existe coherencia entre la fe que dice
confesar y la realidad que se vive, existen circunstancias que lo impiden y que
niega su condición de “país católico”. Afirmación que controvierte el espíritu
hegemónico de la cristiandad colombiana y que declara el desafío de una
verdadera evangelización que conlleve el combate de esas circunstancias. Solo
así podrá ser realidad la eucaristía como expresión de la coherencia de la fe.
-
Al impedirle la actual estructura de la Iglesia el ejercicio
del sacerdocio en lo referente al culto externo, afirma que el sacerdocio
cristiano “no consiste únicamente en la celebración de los ritos” pues la misa
“es una acción fundamentalmente comunitaria”, para ello “la comunidad cristiana
no puede ofrecer en forma auténtica el sacrificio si antes no ha realizado, en
forma efectiva, el precepto del amor al prójimo”.
Plantea de esta manera una discusión sobre
el ministerio sacerdotal recuperándole una perdida dimensión, cual es, el
compromiso con la comunidad cristiana en la realización del precepto del amor
al prójimo, de esta manera, la celebración eucarística-como culmen de este
proceso- adquiere pleno sentido. El
sacerdocio es asumido como servicio en el crecimiento comunitario del amor al prójimo. Sacerdocio y comunidad tienen
en el “prójimo” (alteridad) la permanente interpelación del amor gratuito.
-
Considera al cristianismo como la “forma más pura de servir
al prójimo”, razón por la cual hace una radical opción en este camino y asume
el sacerdocio “motivado por el deseo de entregarme de tiempo completo al amor
de mis semejantes”.
Al referirse a la identidad del
cristianismo siempre Camilo lo vincula al amor al prójimo, en algunos casos
considerándolo como la “esencia” y en otros, como en esta declaración, “la
forma más pura”. En ambas acotaciones retomando lo que la nueva teología
francesa y el movimiento bíblico ecuménico ha venido insistiendo. En
consecuencia, el sacerdocio no tiene otra razón distinta que ser “entrega de
tiempo completo” al servicio del amor al prójimo.
-
Desarrolla un abordaje sociológico de la eficacia del amor, teniendo
como trasfondo el aporte de Lebret desde el humanismo y el desarrollo
económico, pues al “analizar la sociedad colombiana me he dado cuenta de la
necesidad de una revolución para poder dar de comer al hambriento, de beber al
sediento, vestir al desnudo y realizar el bienestar de las mayorías de nuestro
pueblo”. Mediante una lucha revolucionaria, tan cristiana como sacerdotal,
“podemos realizar el amor que los hombres deben tener a sus prójimos”.
Reivindica la mediación del análisis
sociológico y la acción política para alcanzar una perspectiva histórica del amor al
prójimo, eso lo hace “eficaz”, pues atañe al amor evangélico la transformación
social, y esto, en las condiciones estructurales del país, solo es posible
mediante una revolución. El amor entre los seres humanos exige mediaciones
concretas, materiales. En una realidad de injusticia social y pecado
estructural, implica cambios sociales que asegure el bienestar social de las
mayorías. No hay lugar para un abordaje intimista, individualista o
asistencialista del mandato evangélico del amor al prójimo.
-
El ministerio sacerdotal en Camilo ha “procurado por todas
las formas, que los laicos, católicos o no católicos, se entreguen a la lucha
revolucionaria”, sin embargo, aún el pueblo no responde a la acción del
laicado, por lo cual, decide él mismo “entregarse” a la revolución, “realizando
así parte de mi labor de llevar a los hombres por el amor mutuo al amor de
Dios”.
Resalta el carácter educativo del
ministerio sacerdotal en la formación política del laicado, quienes serán los
responsables directos de hacer realidad la revolución, sin embargo, al todavía
no lograr este objetivo el sacerdote decide asumir esta tarea eminentemente
política, sin que ello signifique reducir o identificar el carácter ministerial
al campo específico del quehacer político. Camilo considera “esencial para mi
vida cristiana y sacerdotal” dedicarse a la tarea política de “llevar a los
hombres por el amor mutuo al amor de Dios”, considerando así una profunda
dimensión de fe de la acción política. No se trata de la dicotomía “fe y
política”, sino de la síntesis “fe política”. Pudiéramos decir que el
sacerdocio, en Camilo, no fue “reducido” sino que recuperó su primigenio
carácter laical.
-
Concluye confesando que el “compromiso con mis semejantes de
realizar el precepto de amor al prójimo me impone este sacrificio” pues “la
suprema medida de las decisiones humanas debe ser la caridad, debe ser el amor
sobrenatural”.
Emerge, en las notas características de
esta experiencia de fe, la primacía del amor eficaz sobre el servicio al culto
externo, pues la autenticidad de éste requiere las condiciones que lo hagan
excelso. Crear tales condiciones prima sobre la celebración del culto. La
primacía corresponde a la medida del amor sobrenatural.
3.2 Mensaje a los cristianos del 26 de agosto de 1965
Es el primero de los doce mensajes que Camilo Torres
dirigió al pueblo colombiano entre agosto y diciembre de 1965. Fue publicado en
el primer número del periódico “Frente Unido”, de amplia difusión entre las
bases y dirigentes del movimiento político que fundó Camilo Torres en mayo del
mismo año. Veamos lo relevante con relación al concepto de amor eficaz:
-
Llama al pueblo cristiano a estar firme alrededor de las
bases esenciales de la fe cual es el amor al prójimo y “este amor para que sea
verdadero tiene que buscar la eficacia”. Pregunta por el bienestar social de
las mayorías y concluye que este bienestar solo es posible si se cuenta con
medios eficaces que lo suministre. Nuevamente articula el concepto de eficacia
con el de bienestar social de las mayorías refiriéndose concretamente a la
educación, la vivienda, la alimentación, el vestido y el trabajo.
-
La revolución es la manera de asegurar permanentemente el
bienestar social para las mayorías, por eso “no solamente es permitida sino
obligatoria para los cristianos que vean en ella la única manera eficaz y
amplia de realizar el amor para todos”.
El imperativo para los cristianos de
hacer la revolución es dado por la imposibilidad de las minorías privilegiadas
de ceder el poder a las mayorías pobres. No se trata solo de implementar
políticas de bienestar social desde un gobierno de las minorías sino del ejercicio
del poder de las mayorías a favor de las mayorías.
-
La realidad divina de la iglesia está articulada a la
obligación de los cristianos de amar al prójimo. Esta acción amorosa redunda en
el fortalecimiento del compromiso y el testimonio eclesial.
-
Al dejar los deberes y privilegios del clero adquiere otra
dimensión su sacerdocio, esa que lo vincula directamente con la acción política
como ejercicio amoroso de transformación social, “creo que me he entregado a la
revolución por amor al prójimo. He dejado de decir misa para realizar ese amor
al prójimo en el terreno temporal, económico y social”.
-
“Después de la revolución los cristianos tendremos la
conciencia de que establecimos un sistema que está orientado sobre el amor al
prójimo”. El horizonte ético-político del amor al prójimo orienta y direcciona
la praxis política de los cristianos. No se busca instaurar un nuevo “sistema
cristiano”, sino que el nuevo sistema nacido de la revolución esté orientado y
exigido por el principio del amor.
4.
Apuntes para discutir
Propongo las siguientes reflexiones para desafiar y
re-crear nuestro quehacer teológicopolítico hoy. Se trata de buscar cómo la
perspectiva del “amor eficaz” puede ser hoy inspiradora para nuestras prácticas
y conversaciones (¿conversiones?) y cómo puede llegar a ser un punto de
encuentro iluminador desde donde sea posible revertir la tendencia
fragmentadora y aislacionista dominante.
4.1 Sobre rupturas y úteros
Quizá una de las razones por la cual la memoria de
Camilo Torres vive hoy tan profundamente en el estudiantado de la UN es su
capacidad de producir rupturas con el orden establecido. Su vida embargó un
talante permanente de crítica, búsqueda, interpelación y contestación. Logró
encontrarse creativamente en el lugar y en el momento de mayor producción de
cambio y de confrontación. A través de su espíritu investigativo, su
sensibilidad social y su profunda motivación de fe logró “captar” la hondura
del momento histórico que estaba viviendo él y su generación. No por casualidad
su tesis de licenciatura en sociología en Lovaina, aún hoy, se cuenta entre las
muy pocas sobre la pobreza en la ciudad de Bogotá y en el movimiento MUNIPROC,
la investigación sobre la realidad fue uno de los elementos constitutivos.
Son muchas las circunstancias históricas que confluyen
para producir una ruptura epocal. Lo que más incita nuestra búsqueda es el
preguntarnos por aquello que lleva a confluir de tal manera que la historia se
parte en un “antes” y un “después”. Cosa que no sucede todos los días. En
Camilo, como momento histórico, sucedió y sucedió por la emergencia de nuevos
sujetos sociales impugnadores del orden, por la calidad humana del sujeto
presto a abrirse a la novedad y por el tipo de utopía que agenciaba y
movilizaba. Además, el encuentro con un estudiantado ávido de liderazgo, de
formación, de conducción y de acción transformadora. Todo ello entreverado en
un espacio único-favorable-protector, la Universidad Nacional y el Movimiento
Estudiantil, como útero de complicidad creadora en la gestación subversiva del
orden nuevo adveniente.
Hoy tendríamos que preguntarnos por la capacidad de
conexión que tenemos como reflexión teologicapolítica con el momento y con el
sujeto de ruptura epocal en donde quiera que se encuentre y de la manera como
se manifiesta y se comunica. Del mayor o menor involucramiento en los actuales procesos
de cambio e impugnación dependerá la contundencia crítica de la teoría que
pretenda sustentarlos. Igualmente, tendríamos que ubicarnos en los úteros de
producción de sentido y de esperanza que favorezcan y cobijen la gestación
profética de las nuevas expresiones de humanidad y de humanización. En este
sentido, no escapa a nuestro horizonte de esperanza la fuerza ancestral del
movimiento minguero como aglutinador de quienes subvierten el orden del
mercado, la libertad y la seguridad.
4.2 Sobre sujeto y relato
No existe el “manual” para la formación del sujeto
revolucionario. A pesar de hallarse Camilo “determinado” por el esquema de
formación sacerdotal de su tiempo, a la postre, este esquema se quebró. Diversos
y dinámicos elementos constituyeron un
camino nunca determinado, pues son las condiciones de producción y la
complejidad de las mediaciones, tan dependientes de múltiples y mutantes factores,
las que terminan por crear el relato de una vida entregada “de tiempo completo
al amor a mis semejantes”. Es este relato de jovial y autentica amorosidad el
que va a perdurar de generación en generación en la memoria oral estudiantil, su transmisión colectiva forjará
una identidad revolucionaria a partir de la recepción ritual-militante del
legado del amor eficaz. El movimiento estudiantil se constituye en el
portador-autor colectivo del relato mediante un largo y complejo proceso de
interpretaciones y negociaciones que le permite construcción permanente de
identidad y de poder alternativo. La
memoria camilista hace parte de una dimensión interior del presente del
movimiento estudiantil consolidando su enunciación y proclamación como voz y
palabra propia y otra. La utopía evangélica del amor eficaz se ha desplegado en
una diversidad de expresiones de lucha y resistencia juvenil en donde pervive
secularmente.
Hoy como ayer, múltiples y diversos relatos expresan
el emerger de subalternidades impugnadoras de las relaciones asimétricas de
poder y de la hegemonía de la racionalidad moderna. Pléyade de otras voces,
oralidades instaurando autoridad de discursos alternativos, episteme desde
racionalidades plurales-mestizas-populares, exterioridad profética
denunciando-anunciando-organizando, movimientos de humanidad-naturaleza
victimizada pujando por otro mundo, en fin, muchas y múltiples luchas
construyendo nuevos relatos de emancipación en donde reconocernos, encontrarnos
y solidarizarnos. Tendríamos que preguntarnos si estas nuevas realidades
formadoras de sujeto y subjetividad son hoy lugar privilegiado para el
“fermento” del amor eficaz del evangelio, o si el discurso fundacional de la
teología de la liberación, así como de otras expresiones del pensamiento
crítico latinoamericano, ha tenido la capacidad y la sensibilidad para dejarse
interpelar y transformar –mediante la escucha, el diálogo y la comunión - por
las oralidades impugnadoras de las mujeres, de las juventudes, del
ecoambientalismo, de la minga indígena, de la diversidad sexual, del pacifismo
antimilitarista, del protagonismo infantil, de los artistas, del altermundismo,
de la diversidad religiosa, etc. Y si esto es posible, si está sucediendo,
¿dónde están los relatos que lo expresan y los sujetos agentes que lo
reproduzcan y resignifiquen? ¿dónde transcurre el debate epistemológico-metodológico
que tales rupturas implican? ¿dónde y cómo las re-lecturas de identidad, de
poder y de relaciones sociales que otras memorias exigirían? ¿dónde la
deconstrucción de la racionalidad patriarcal-colonialista dominante en el
conocimiento, en las narrativas y en las estructuras y lógicas de poder?
4.3 Sobre “sintonías”,
“coincidencias” y “zonas fronterizas”
El Equipo Colombiano de Investigación Social ECISE, la
Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, el Movimiento Universitario
de Promoción Comunal MUNIPROC, la Unidad de Acción Rural de Yopal UARY y el
Frente Unido son las obras en las que Camilo Torres plasmó, junto con otras
personas, su pensamiento y su acción. En todas ellas el carácter
ecuménico-pluralista prevalece, paradójicamente, en medio de una sociedad
atravesada por profundas fronteras de discriminación y estratificación social
sustentada ideológicamente en una interpretación clasista del cristianismo y en
una narrativa fundacional excluyente de las mayorías femeninas, campesinas,
indígenas, obreras y afrocolombianas.
Su familia librepensadora, su núcleo generacional
abierto a las novedades y los cambios, su paso por Europa en el ambiente
ecuménico de la Universidad de Lovaina, su experiencia en la vanguardia
eclesial de “frontera”, su empatía con el ambiente estudiantil y académico de
la Universidad Nacional, su diálogo con el marxismo y con el comunismo forjaron
en Camilo un talante abierto, tolerante, respetuoso, libre que lo llevó al
aprecio de la diferencia y a la construcción de procesos de acción a partir del
encuentro de la diversidad. Patentemente lo percibimos en el llamado de octubre
de 1964 a un grupo de colombianos “de las más diversas corrientes ideológicas y
políticas” con el fin de “buscar un consenso respecto a un mínimo de puntos
comunes de acción para cambiar las estructuras socio-económicas del país”, “la
heterogeneidad de los miembros del grupo tendrá como fruto la unificación de
todo elemento progresista que no encuentra un derrotero o que, muchas veces, no
quiere seguirlo para no verse obligado a favorecer ideologías contrarias o
caudillismos particulares” (Torres: 1970). Igualmente, la introducción a la
primera plataforma del Frente Unido (mayo de 1965), convoca a una amplia diversidad
de sujetos a la unidad de la “clase popular colombiana”: “a todos los
colombianos, a la clase popular, a la clase media, a las organizaciones de
acción comunal, a los sindicatos, cooperativas, mutualidades, ligas campesinas
y organizaciones obreras, indígenas, a todos los inconformes, hombres y
mujeres, a la juventud, a todos los no alineados en los partidos políticos
tradicionales, a los nuevos partidos…”. La plataforma para la unidad requiere
de un “aparato político apto para la toma del poder”, el cual tendrá que ser de
carácter pluralista, con planeación técnica y constituido alrededor de
principios de acción.
Como en aquel tiempo, hoy requerimos osadía y
creatividad para construir “zonas fronterizas” de encuentro, de diálogo y
negociación a partir de nuestras diferencias identitarias a fin de alcanzar
“plataformas” donde las diversas particularidades sean reconocidas, valoradas e
incluidas como riqueza humana y como potencialidad humanizadora. “Zonas libres”
donde podamos transitar y transgredir los muros que nos han fragmentado y
deshumanizado en dinámicas de discriminación, amenaza y destrucción mutua. El
horizonte del “amor eficaz” podría hoy “equiparnos” humanamente para la
transfronterización, el desarme, la confluencia y la recuperación de la
confianza entre diferentes. Apertura necesaria en la que es más lo que ganamos
que lo que perdemos. La teología de la liberación tendrá que hacerse y
re-hacerse, desde su propia perspectiva y acumulado, en y desde las nuevas
zonas fronterizas que los movimientos de impugnación ética y social han
construido paulatinamente para la confluencia y la coincidencia tales como el
cuerpo, el arte, la desmilitarización, el medioambientalismo, el género, la
interculturalidad, la espiritualidad, la minga, la no-violencia, la comunión
intergeneracional, el diálogo inter-religioso, etc... Si en Camilo Torres, la
revolución social fue el medio para alcanzar la eficacia del amor, igualmente
hoy tendríamos que crear mediaciones pluralistas y ecuménicas que nos permita
consolidarnos y sostenernos como alternativa de vida, de poder y de felicidad
humana.
4.4 Sobre el principio del amor
eficaz
Camilo Torres planteó el principio evangélico del amor
eficaz a la manera de Jesús de Nazareth, en el campo secular donde transcurre la
vida de los seres humanos, a partir de aquellas realidades que estructuralmente
hacían más inhumana la vida de la inmensa mayoría de las colombianas y los
colombianos tales como el hambre, la pobreza, la indigencia, el desempleo, la
precariedad del vestido y la vivienda, la descampenización, la discriminación,
el desempoderamiento, la insalubridad, el desmoronamiento familiar, el
machismo, la violencia, la impunidad, el analfabetismo, etc. No existe ninguna
contradicción, tampoco dicotomía entre el amor divino y el amor humano, más
bien, ambas dimensiones constituyen un solo tramado simbiótico, una misma
realidad expresa lo divino y lo humano, así como en Jesús se halla un paradigma
de lo humano y un paradigma de lo divino. La mayor humanidad-divinidad será aquella
realidad que históricamente más se haya aproximado a la plenitud del amor
eficaz. Para lograr que tales realidades sucedan en el contexto colombiano,
Camilo opta por la revolución como colombiano, como sociólogo, como cristiano y
como sacerdote.
Estaríamos necesitando hoy plantearnos de nuevo el
amor humano como lugar de concreción del amor divino, lo que significaría un
horizonte a ser abordado desde una mayor secularización de la reflexión
teológica y en una perspectiva ecuménica e inter-disciplinaria. Ir más allá
desde donde Camilo llegó implica ahondar en el despligue del amor humano en sus
muchas posibilidades, en donde lo económico, lo político o lo religioso son una
entre otras. En todo caso, cada una de ellas, sea cual sea, abordada desde la
amorosidad humana y relacionada en mallas cada vez más complejas.
Hasta ahora en nuestro medio es hegemónica la
concepción moderna-patriarcal del capitalismo sobre el amor humano,
entendiéndolo como “tener más” y “dominar más”. Es preciso tener y poder para amar.
El mercado, la publicidad y las armas se constituyen en garantes de felicidad.
Otra cosa es la perspectiva tanto del Evangelio como de las tradiciones
religiosas ancestrales en donde el amor humano se entiende como “vivir mejor”
en la medida en que los seres humanos construyen relaciones de equilibrio y de
equidad entre sí mismos, entre estos y las comunidades, y entre los seres
humanos y la naturaleza. Pasar del horizonte de sentido del “tener y poder más”
al de “vivir mejor” es hoy el imperativo humano que nos interpela. Si en Camilo
Torres la interpelación por la revolución eran las carencias materiales de las
mayorías, hoy, sigue siéndolo, pero además, la vida humana está aún más
desafiada (y amenazada) por vulnerabilidades mayores. Esta realidad, ante la
cual son tan sensibles las nuevas generaciones juveniles e infantiles, podría
ayudarnos a romper los crípticos esquemas de pensamiento y de acción en los que
nos movemos y abrirnos a las vincularidades y las complicidades a las que los
sujetos y las subjetividades emergentes – como nuevos “jardines de alegría”-
nos convocan con urgencia, como en su momento los estudiantes convocaron a la
rebelde generación de Violeta Parra y Camilo Torres.
Fernando Torres
Millán
Bogotá, 3 de febrero de 2009
80 aniversario del nacimiento de Camilo Torres R.
BIBLIOGRAFIA
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