ESCENARIOS DE PRINCIPIO DE
SIGLO. TERCER SECTOR Y ONGS.
Maria Isabel Bertolotto
Presentación
Creemos no equivocarnos si afirmamos que el nuevo siglo nos encuentra inmersos en una dualidad perversa, donde por un lado somos testigos de avances significativos en cuestiones relacionadas con la ciencia, la tecnología y la economía y a su vez contemplamos una regresión a situaciones sociales y económicas de una precariedad y vulnerabilidad alarmantes. Una y otra situación tiene como actores a los sectores más ricos y más pobres de la sociedad. Al tiempo que unos pocos gozan de adelantos de última generación, en el campo de la biotecnología, las comunicaciones, la informática y el conocimiento, unos otros son víctimas de situaciones tales como el hambre, la explotación, la reaparición de enfermedades desterradas de muchos manuales de medicina, el analfabetismo y las más diversas formas de discriminación y exclusión.
En este escenario, cuyo telón de fondo está dado por la desigualdad, la inequidad y situaciones de injusticia, nos interesa plantear las transformaciones que se vienen dando en las últimas décadas, y profundizar puntualmente acerca del surgimiento del llamado Tercer Sector en ese mismo escenario.
Nos proponemos comenzar señalando algunos aspectos generales y de
coyuntura que nos ayuden a delimitar el escenario regional, para avanzar luego
en un breve desarrollo sobre el surgimiento y características del Tercer Sector
en América Latina, complementando este punto con algunas particularidades del
sector en Argentina. Continuando, se
aborda el tema de las ONGs, intentando reflejar algunos de los mitos y “pseudo
certezas” que se manejan en diversos ámbitos: académicos, políticos y sociales
sobre este tipo de organizaciones y sobre el sector en particular. Los
distintos aspectos abordados serán acompañados por datos suficientemente
actualizados, producto de investigaciones y documentos relevados. A lo largo
del trabajo, iremos presentando a modo de contrapunto el enfoque y las
reflexiones que viene haciendo sobre el tema el sociólogo norteamericano James
Petras, intentando confrontar su particular mirada sobre el sector con las
opiniones y visiones predominantes. A partir de la heterogeneidad que supone la
existencia del Tercer Sector, nos
centraremos en las ONGs como actor clave dentro del sector. Brevemente se
señalan las características de la
relación entre Mercado, Estado y Tercer Sector, como así también lo referido al financiamiento del mismo. Se reflexiona
también sobre el lugar o rol que juega nuestra profesión en ese escenario en
cuanto ámbito de desempeño
laboral-profesional. Concluyendo se
esbozan algunas consideraciones acerca de un tema de suficiente
actualidad, no exento de polémica. Un tema sobre el que mucho se ha escrito y
alrededor del cual se disputa poder y se
mueven muchos intereses.
Primeras consideraciones.
En un intento por
caracterizar el escenario que presentó América Latina en las últimas tres
décadas podemos señalar como aspecto destacable y positivo la apertura y consolidación democrática que
se dio en la mayoría de los países de la
región, luego de décadas de padecer gobiernos dictatoriales, apertura que trajo consigo la movilización y
participación de distintos sectores de la sociedad en la vida de cada una de
las naciones.
Estas décadas se caracterizaron
por otros procesos que se han dado a nivel mundial y de los cuales nuestra
región no estuvo al margen. Es así, que podemos hablar de lo significativo de
las reformas del Estado y de los procesos de globalización y descentralización,
enmarcados por el ascenso al poder de
gobiernos de corte neoliberal con la consecuente implementación de
políticas económicas y sociales bajo ese signo.
El Estado comienza un
proceso de retracción, ya no cumple su
función de garante de las necesidades de la población y se produce un significativo aumento de la desigualdad,
producto de la inequitativa y perversa distribución de la riqueza, lo que hace de América Latina uno de los continentes donde la brecha entre
ricos y pobres más se ha ampliado en los últimos años. La agudización del
problema del desempleo, la falta de políticas sociales destinadas a paliar sus
peores consecuencias, y las casi nulas posibilidades de que esta situación se
revierta ayudan a completar este rápido
panorama signado por cambios, incertidumbres y
situaciones de crisis que han venido para quedarse.
En este turbulento escenario pareciera que
las políticas públicas implementadas han sido insuficientes o poco eficaces
para revertir la pobreza creciente y los principales problemas del pueblo, en
especial la de los sectores más desposeídos. Los millones de hogares excluidos
del mercado laboral son una prueba de ello. En la medida en que no haya un
profundo cambio en las políticas económicas y una equitativa distribución de la
riqueza, ésta situación tiende a profundizarse.
Ante este cuadro de situación, no son pocos
los planteos que se hacen por un lado de la imposibilidad del Estado de hacer
frente a esta situación y en consecuencia del “fracaso” que protagonizó y por
otro de la falaz teoría del “derrame” a través de los mecanismos del libre
mercado, teoría según la cual primero se debía lograr el crecimiento y
desarrollo económico para que luego ese
desarrollo se derramara en toda la población. El derrame nunca llegó, el
crecimiento económico no se reflejó entre los sectores más pobres y las
situaciones de extrema pobreza dejarán en la población y en las próximas generaciones secuelas difícil de
revertir.
Por su parte las organismos de cooperación
internacional (a través de los Bancos Multilaterales de Desarrollo) ven con
alarma cómo estas situaciones de déficit social, pobreza y exclusión, pueden
atentar contra la gobernabilidad y el
controlado transcurrir de las democracias de la región. El Estado y el
mercado por sí, no dan respuesta a la crisis, emerge entonces el consenso general sobre la necesidad de
participación en la vida de las naciones de otros sectores sociales denominados
casi indistintamente Organizaciones de
la Sociedad Civil u Organizaciones del Tercer Sector.
La estrategia planteada es la colaboración,
alianza y partenariado entre Sociedad Civil, Estado, Empresa privada,
Organismos de financiamiento y comunidad, a fin de promover acciones y
programas conjuntos en favor de las comunidades. Cogestión, Gestión Asociada
son las formas de diseño y ejecución de políticas sociales que hoy se contraponen casi como una receta
mágica al modelo tradicional de ejecución de las políticas.
En este marco, la
sociedad, a través de sus múltiples organizaciones ha ido cobrando un papel
singular, papel que en algunos casos debió asumir ante la necesidad de hacer
frente a situaciones problemáticas, de las cuales el Estado con la caída del
Estado de Bienestar se ha ido desentendiendo y la lógica del Mercado sólo las
atiende en la medida en que le generen
ganancias y lucro.
Es en ese escenario
que se ha ido configurando y desarrollando con mucha fuerza, hacia fines de los
años 70, pero con especial énfasis en la década del 80, el concepto de Tercer Sector, como espacio
social diferenciado del Estado y del Mercado, primero y segundo sector según diversos enfoques.
Entonces, a modo de introducción podemos
decir que se habla de Tercer Sector como el universo integrado por un sinnúmero de organizaciones de la sociedad
civil, signadas entre otras cosas por su no interés de lucro y por sus acciones
en favor de la comunidad.
Los múltiples trabajos y bibliografías que han presentado el tema tuvieron
como eje de investigación, indagación y reflexión una caracterización
del mismo, tratando de conocer sus características, su magnitud, quiénes lo
integran y qué recursos moviliza, entre otros aspectos. Asimismo, la mayor
parte de la literatura existente
presenta un abordaje del tema desde una mirada favorable del mismo, presentando
mayormente las bondades del sector y carente de un análisis que incorpore una
enfoque diferente sobre éste. Virtudes, éxitos, logros y esperanzas
depositadas, son eje de muchos de estos trabajos.
Hasta donde se ha podido indagar, pocos son los autores que abordan el
tema desde una mirada más crítica y menos complaciente, introduciendo elementos
discutibles y pasibles de profundizar
como son la ideología que muchas de las organizaciones del sector
representan, su concepción de lo público, el modelo de desarrollo que
proponen, el origen de los recursos que
manejan, el uso que se hace de esos recursos, los condicionamientos de los
organismos donantes y/o financiadores, su inserción en las comunidades y las
relaciones sociales que generan.
Como veremos a lo largo del trabajo, el Tercer Sector se caracteriza por
la heterogeneidad y diversidad de las organizaciones que lo integran, es así
que podemos hablar de organizaciones comunitarias de inserción territorial,
como pueden ser clubes deportivos, bibliotecas, organizaciones comunitarias,
sociedades de fomento. También son parte de este sector las ONGs, las
fundaciones empresariales y organizaciones confesionales, los organismos de
defensa de los derechos humanos, ecologistas, movimientos de mujeres, de
indígenas, gremiales, y así podríamos seguir agrandando la lista si de lo que
se trata es enlistarlos.
Dentro de las múltiples organizaciones que componen este Sector, tal vez
sean las organizaciones gubernamentales de desarrollo (ONGDs) las más novedosas, estudiadas y analizadas en
las últimas décadas. Estos organismos no gubernamentales, son identificados en
la generalidad de los casos como organizaciones de promoción y desarrollo,
ejecutoras de programas y proyectos sociales e integradas mayormente por cuadros técnicos y
profesionales en la mayoría de los casos rentados.
James Petras, es uno de los pensadores
que introduce a través de
diversas producciones un enfoque sobre las ONGs que nos acerca elementos de
análisis diferenciados de los existentes y que aportan una mirada más crítica
sobre el tema. Entre otras cuestiones, el planteo de Petras se basa en lo
funcional que las ONGs resultan a los regímenes neoliberales y cómo desde su
actuación contribuyen a suplir en parte el
rol que abandona el Estado, a su vez polemiza acerca del lugar que los
intelectuales de la nueva izquierda tienen en muchas de ellas.
Tercer sector y nuevo escenario
Como planteábamos en las consideraciones iniciales de este trabajo, no son pocos los cambios que se vienen produciendo en los países de América Latina desde hace algo más de tres décadas. Las reformas económicas, políticas y sociales han generado modificaciones en la estructura económica y social de la región.
Fundamentalmente podemos dar cuenta de estas transformaciones a través de: a) Procesos de afianzamiento de la democracia en la mayoría de los países de la región, b) Instauración de formas de gobierno de corte neoliberal -lo que significó fuertes procesos de ajuste y globalización de las economías nacionales-, c) Profunda transformación del Estado, mediante la implementación de programas de reforma, en lo que hace a procesos de descentralización, desarrollo local, y privatizaciones, con el consecuente ajuste económico y sus implicancias en el gasto público y en la prestación de servicios.
Estos cambios han dado como resultado alteraciones en la estructura social y económica, que significaron en algún punto mayores niveles de desarrollo, con la consiguiente mejora en muchos indicadores macroeconómicos. A pesar de ello, las condiciones de vida de la mayor parte de la población no mejoró, lejos de ello sufrió un importante retroceso, efecto directo del modelo neoliberal vigente. Por otro lado, podemos señalar que las mejoras logradas a nivel macroeconómico fueron en beneficio de un sector muy pequeño de la población, mientras que otros importantes sectores resultaron altamente perjudicados y su situación social y económica se vio afectada sustancialmente, ya que crecimiento y desarrollo no supone una más justa distribución de riqueza. Desarrollo y “derrame” no fueron de la mano como habían postulado los teóricos del neoliberalismo.
Los crecientes
índices de desempleo y subempleo que se vienen registrando en América Latina,
con su consecuencia en los niveles de pobreza de gran parte de la población,
nunca como en estos últimos años
escalaron posiciones tan altas y han puesto la temática en el centro de
las agendas públicas. Las conclusiones
del informe sobre la “Lucha contra la pobreza” elaborado por el Banco Mundial”
nos dice que “La mitad de la población del mundo, es decir 2.800 millones de
personas vive con menos de dos dólares diarios”[1],
el mismo organismo financiero internacional, admite pasado el Consenso de
Washington que el “crecimiento económico no es suficiente para combatir el
problema de la pobreza”. Las situaciones
de pobreza se han agudizado, la aparición en el escenario de los “nuevos
pobres”, sumados a los sectores de pobres estructurales hace que cada vez más
las poblaciones se provean formas de subsistencia ante la ausencia del Estado.
La familia se ve deteriorada y vulnerada y se van acentuando los círculos de
pobreza.
Si a priori y en pocas líneas quisiéramos caracterizar la situación de la región podemos hablar
además de indicadores macroeconómicos
favorables: de i. Gran desigualdad en la distribución de la riqueza de los
países, ii. Crecientes índices de desempleo y subempleo y iii. Importantes porcentajes de población en
situación de pobreza extrema.
Estos cambios han producido una nueva configuración en lo
que hace a la relación del Estado y la sociedad y han impactado directamente en
el modelo de Estado y en el rol que desempeña la sociedad, o el que se vio
compelida a asumir.
Las políticas aplicadas por las distintas dictaduras instaladas en AL tuvieron entre otros objetivos fragmentar a las clases populares y con ellas a sus organizaciones. Objetivo alcanzado en la mayoría de los países mediante un sostenido ataque a las clases dirigentes y a militantes de distintas extracciones: estudiantiles, obreros, dirigentes populares, etc. Esta sistemática destrucción de las formas organizativas populares se hicieron sentir y con la restauración democrática, resurgieron un sinnúmero de organizaciones que estuvieron en silencio durante las dictaduras e irrumpieron otras con diversos perfiles e identidades.
Estado, Mercado, Tercer Sector
Al hablar de Tercer Sector, la primera dificultad que surge es en lo que hace a su definición y
conceptualización. Quienes a lo largo de estos años han abordado el tema suelen
presentar los debates que se han venido dando alrededor de esto. Pareciera que
la cuestión no pasa por el aspecto nominal, se trata de avanzar más allá de la denominación que se le otorga y poder
conceptualizar esa categoría de análisis adentrándonos a las particularidades
que le son propias y que lo posicionan como un sector a ser considerado al
momento de analizar los nuevos escenarios y procesos sociales, económicos y
políticos.
La mayor parte de los trabajos
arriban a esta denominación de Tercer Sector luego de plantear la
existencia de otros dos sectores, no por conocidos lo suficientemente
explorados: el Estado y el Mercado. Como lógica consecuencia, para muchos
estudiosos de este tema, eso es el Tercer Sector, lo que no está comprendido
dentro del Estado ni dentro del Mercado, se lo define por lo negativo, por lo
que no es.
Andrés Thompson, tal vez uno de los primeros estudiosos del tema en la
Argentina, habla de tres mundos institucionales diferenciados en las sociedades
capitalistas industrializadas de Europa y Estados Unidos, es así que enuncia el
Sector Privado, el Estado y “Por último,
el tercer sector (llamado a menudo también el sector independiente, voluntario,
no-gubernamental o sin fines de lucro) que constituye una porción menor aunque
no desdeñable de la economía”.[2]
Siguiendo esta misma línea, el Tercer Sector pasa a ser quien intenta dar respuesta a aquellos
asuntos que no son actualmente atendidos por el Estado, en este largo camino de
retraimiento que ha iniciado desde hace más de tres décadas, ni tampoco atendidos por el Mercado, quien
tiene como única razón de ser el lucro y la ganancia para quienes lo conforman.
El Estado, según las concepciones neoliberales debería atender exclusivamente
aquellas situaciones de extrema pobreza, aquellos sectores de la población
carente de lo mínimo, la universalidad de las políticas sociales pasa a ser una
cuestión perimida en pos de la focalización y pronto la focalización ya pasará
a ser perimida en pos de la extrema focalización. La sociedad, los ciudadanos, deberán
procurarse lo que históricamente fue responsabilidad del Estado, salud,
educación, vivienda, recreación. Ante la realidad actual, Yazbek plantea que “Es el retorno al Estado
caritativo o asistencialista, en el cual
el enfrentamiento de las desigualdades pasa a ser tarea de la sociedad o de una
acción estatal errática, tímida, apenas suficiente para minimizar las
consecuencias negativas de los programas de ajuste estructural.”[3]
Nosotros nos animamos a agregar que en lo que hace a la situación argentina, el
Estado ni alcanza a cubrir su rol asistencialista.
Carlos Montaño[4]
, por su parte señala que según la concepción
neoliberal existe un Estado que representa lo público, comprendido por
un área social marginal, más un área política formal y la Sociedad Civil,
representada por lo privado, el área económica y el mercado. El autor incorpora
posteriormente la visión de los teóricos de la nueva izquierda quienes plantean
la existencia de un área de intersección que desempeñaría funciones públicas a
partir de espacios-iniciativas privadas, surgiendo así el Tercer Sector, no
gubernamental, no lucrativo, separado del estado y del Mercado. Entonces el
Tercer Sector -desde esta concepción- estaría identificado como el área social,
caracterizadas por acciones públicas en la esfera privada. Según la mirada
neoliberal, lo público se agotaría en el Estado, lo político no se tocaría con
la sociedad civil y el mercado no traspasaría el ámbito estatal.
Así como se presentan las posiciones de Thompson y Montaño, hay otras
tantas conceptualizaciones y definiciones acerca del tema. Las distintas
posturas, tanto teóricas como ideológicas, hace que existan controversias en
cuanto a su constitución e integración, y hace que hayan surgido a lo largo de
estos años distintas denominaciones y caracterizaciones según los diversos
orígenes y países de que se trate. Es así que entonces se habla -en algunos casos indistintamente- de Tercer
Sector, Sociedad Civil, Sector de la Economía Solidaria, Sector Social, Sector
Privado sin Fines de Lucro entre otros, sin hacer la suficiente distinción
conceptual entre cada una de ellas. Asimismo, diversas son las denominaciones
que reciben las organizaciones que lo integran: organizaciones sociales comunitarias,
organizaciones sociales voluntarias, organizaciones privadas de gestión
colectiva, centros de promoción popular, instituciones privadas de interés
social por sólo enunciar algunas.
El Tercer Sector en la Argentina
En la Argentina, al igual que en otros países de América Latina,
donde este sector ha cobrado una
importancia magnitud considerable, son diversas las investigaciones y
mediciones que se han hecho para conocer sus características, magnitud, quiénes lo integran, qué recursos
moviliza. Podemos decir que muy pocos son los datos que tenemos en cuanto al
impacto que produce su accionar y presencia en las poblaciones beneficiarias de
sus acciones.
Para la Argentina, la existencia de este tipo de organizaciones no es
algo nuevo, una larga historia de asociacionismo, movimientismo y
participación da cuenta de lo que
decimos. Podemos afirmar que la historia del
asociacionismo y de las organizaciones sociales, se remonta a mediados del
siglo XIX.
Las causas del surgimiento de estas organizaciones
fueron diversas, haciendo una brevísima síntesis, ya que no es objeto de este
trabajo profundizar en la historia de las organizaciones sociales en la
Argentina, podemos mencionar distintos momentos y acontecimientos de la
historia relacionados a estos hechos. Una cuestión significativa fue la ola
inmigratoria que sucedió en el país hacia 1880. A raíz del aumento de la
población proveniente de otros países, las colectividades se fueron congregando
según sus países de origen con el fin de atender y responder a múltiples
necesidades que iban surgiendo de las familias. Es así que se crearon
organizaciones que respondían a demandas de salud, educación, asistencia,
recreación, conservación de cultura y costumbres, etc. Por otro lado,
impulsadas y sostenidas por grupos políticos de origen socialista y anarquista,
también vieron la luz organizaciones cooperativas, mutuales y culturales. Ante
la necesidad de hacer frente a mejoras en los barrios (tendido de redes de
agua, cloacas, mejoramientos de calles, veredas, etc.) las que no eran
atendidas en su totalidad por los gobiernos municipales, surgen también las sociedades de fomento, juntas y consejos
vecinales y cooperadoras institucionales.
Promediando los años 40 y con una situación
de casi pleno empleo, surgen con fuerza las asociaciones sindicales y
gremiales. Una clase trabajadora fuerte y cohesionada, dio origen al
fortalecimiento de organizaciones sindicales, organizaciones que detentaban una
doble condición, defender los derechos de los trabajadores frente a sus
empleadores y proporcionar una importante oferta de servicios sociales. Planes
de vivienda, óptimos servicios de salud, programas de vacaciones y recreación
entre otros. En 1955 es derrocado por un golpe militar el
Presidente Perón, y la clase trabajadora y sus organizaciones sufre la
represión del gobierno militar encabezado por Aramburu.
Hacia los años 60 el
desarrollismo entra de la mano de Arturo Frondizi, y con ello cobra relevancia
el desarrollo comunitario, lo que no se vio correspondido con el
fortalecimiento de las organizaciones sociales. Con el nuevo golpe militar de
1976, se da un alto proceso de
desindustrialización con el consecuente cierre de una importante cantidad de
pequeños y medianas empresas. El embate repercute directamente sobre el
movimiento obrero y sobre la clase
trabajadora y sus organizaciones.
Asimismo un sinnúmero de expresiones organizativas de la población
fueron perseguidas y sus miembros muertos o desaparecidos. La represión se
convierte en el método habitual para
virtualmente aniquilar a las clases subalternas y a sus organizaciones.
Comienza un proceso de
fragmentación dentro de los sectores subalternos. Al tiempo que los sindicatos pierden cohesión y representatividad, se profundiza el individualismo, con la consecuente ruptura de lazos solidarios.
El año 1983 trae consigo el inicio de un nuevo período democrático. Con la reapertura democrática se empieza a ver una incipiente recuperación de la economía, pero en lo social no se logró recomponer la situación de desintegración. Organizaciones sociales, sindicales y políticas fragmentadas, las universidades con la pérdida de una parte importante de su masa critica, gran parte de la sociedad empezando a ver las secuelas de ese momento de la historia argentina, así se presenta la vuelta a la democracia. Las secuelas dejada por la dictadura militar, se sienten hasta el día de hoy. Una generación de dirigentes políticos y sociales desapareció en manos de los militares, y las organizaciones sociales debieron en muchos casos refundarse y recomponer sus cuadros dirigentes.
En Argentina, luego de largos
años de dictadura, la población toda vuelve a poner su confianza en el sistema
democrático, y surge con entusiasmo el regreso a la política y a los partidos políticos como forma de
representación de la población. El desgaste y el descreimiento no tardó en
llegar, ya que a lo largo de los últimos 20 años de democracia, la población ha
sido testigo -la mayor de las veces testigo pasiva- de cómo parte de la clase
política ha puesto en funcionamiento
prácticas clientelísticas y corruptas con el consiguiente alejamiento y
desconfianza de la gente hacia las
organizaciones tradicionales (partidos políticos, sindicatos, legislatura, etc.). Una importante cantidad
de la población no se ve representada por estas organizaciones y busca otros
espacios de participación y acción.
En una apretada síntesis, vemos como si bien
desde distintos teóricos que analizan el tema del Tercer Sector, se presentan los años 80 como la década del
auge del Tercer Sector y sus
organizaciones, la población a través de sus organizaciones sociales, políticas
y sindicales fueron actores claves de la historia Argentina.
Según datos recientes, si hablamos de organizaciones registradas,
es decir con reconocimiento formal, la Inspección General de Justicia de la
República Argentina, da cuenta de más de 78.000 organizaciones sociales. Un
relevamiento hecho por Gallup Argentina, habla de 3,5 millones de argentinos
haciendo algún tipo de tareas
voluntarias y diversas encuestas muestran que una importante cantidad de la población deposita en este
sector y en los organismos que lo integran altos índices de credibilidad,
asimismo se ve en estas organizaciones capacidades suficientes como para hacer frente a los problemas de los que se ha
desentendido el Estado.
En el año 1995, se crea en el ámbito de la Secretaría de Desarrollo
Social el Centro Nacional de Organizaciones Comunitarias CENOC, con la misión
de contribuir a lograr una nueva forma de relación entre el Estado y la
sociedad y asimismo servir de lazo y articular las acciones de la comunidad con
el objetivo de complementar el ámbito público con el privado.
En el año 1998, se elabora un informe[5]
de las actividades de las organizaciones inscriptas en el CENOC, y en dicho
informe, al hacer una tipología de las organizaciones registradas, plantean dos
tipos de organizaciones: Organizaciones de Base y Organizaciones de Apoyo, y
definen ambos tipos según la procedencia de sus miembros y los beneficiarios o
destinatarios de sus acciones. Es así que entienden que las Organizaciones de
Base son aquellas integradas por miembros de la comunidad y los destinatarios
suelen ser los miembros de la organización como así también otros miembros de la
comunidad en la que están insertas. Por otro lado, las Organizaciones de Apoyo
los miembros suelen no ser parte de la comunidad en la que actúa ni los
destinatarios de las acciones son los miembros de la organización. Esta
clasificación que hace el CENOC es tal vez muy general , en especial en lo que
hace a las Organizaciones de Apoyo, dado que integran este grupo otros tantos
tipos de organizaciones, entre las que
el CENOC cuenta a las ONGs,
puntualizando que pueden ser de apoyo técnico, de atención y promoción de
determinado grupo poblacional, suelen mayoritariamente trabajar con poblaciones
vulnerables, cuentan con cuadros técnicos y profesionalizados que desarrollan
su actividad en forma rentada, trabajan con financiamiento externo, ya sea
estatal o proveniente de organismos multilaterales, fundaciones u otras ONGs.
Producto de ese informe surge que son 4130 las organizaciones registradas, de ese total
1846 (44,7 %) son organizaciones de apoyo y 2284 (55,3 %) organizaciones de
base. Otro dato a tener en cuenta es que 1195 (29 %) están localizadas en
Buenos Aires (Ciudad de Buenos Aires, Conurbano e interior de la provincia de
Buenos Aires), siendo que las restantes se reparten entre las 22 provincias del
país, finalmente en cuanto a las áreas temáticas se pueden mencionar como más
relevantes: social, educación, trabajo, cultura, deportes y recreación, medio
ambiente y vivienda.
La hora de las ONGs
Dentro de la
heterogeneidad del Tercer Sector del cual venimos hablando, tal vez sean las
Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo las que han tenido el crecimiento más vertiginoso
y sobre las cuales más se ha escrito dentro de la temática. Cuando se habla del
Tercer Sector se suele pensar en ONGs y viceversa. Asimismo el Estado, la
empresa privada, la misma sociedad y los organismos de financiamiento tanto
nacionales como internacionales se han encargado de atribuirle cada vez mayor
relevancia, responsabilidad y protagonismo.
Distintas son las
causas a las que se les suele atribuir el vertiginoso surgimiento de ONGs,
entre ellas la retracción del Estado como garante de las necesidades de la
población, lo que trajo aparejada la disminución de recursos destinados al
gasto social y la desaparición del concepto de universalidad de las políticas
sociales, pasando a una concepción cada vez más focalizada y restrictiva.
En este marco, se ha venido redefiniendo la relación Estado-Sociedad Civil, y cabría aquí interrogarnos si se puede hablar de convergencia entre Estado y Sociedad Civil, basada en una mayor apertura del Estado hacia la participación de las organizaciones de la sociedad o un estado tal de crisis y condicionamientos internos y externos que fuerzan desde el Estado esta convergencia?. Ahora bien, tampoco se puede negar que cada vez más desde distintas posiciones, se viene instalando y hasta consensuando la idea de que ante la magnitud de los problemas de la pobreza resultaría imposible que en forma sectorial se encuentre solución al problema. No es posible que sólo el Estado se haga cargo de las responsabilidades sociales que históricamente atendió. Es así que, tanto en función de los modelos de Estado que se vienen definiendo, como en función de los mandatos de los bancos multilaterales, se marca la necesidad de que los diversos actores de la sociedad -Estado, comunidad, organizaciones no gubernamentales, sectores privados- deben hacer confluir sus fuerzas con el fin de luchar contra la extrema pobreza y por ende mejorar los niveles de vida de los sectores más desprotegidos de la sociedad.
Convergencia,
partenariado, alianzas, cooperación intersectorial, son los conceptos
-cada uno con sus
particularidades- que se vienen impulsando últimamente como “recetas”
necesarias en la lucha contra la pobreza en la región. “El término alianzas, significa –en su
sentido más amplio- las iniciativas conjuntas del sector público junto con el
sector privado, el sector con fines de lucro y el sector sin fines de lucro,
también entendidos como los sectores gubernamentales, empresarial y cívico”.[6]
En este mismo marco
de ajuste y achicamiento, el Estado redujo su planta, flexibilizó las
condiciones laborales de técnicos y profesionales y en determinados casos, optó
por dejar en manos de las ONGs la ejecución de programas y proyectos sociales.
Esto se puede comprender desde dos
puntos de vista, por un lado la posibilidad de contar con equipos técnicos y
profesionales especializados que ejecuten dichos programas mediante una
contratación pautada y a término, evitando aumentar el plantel estable de
empleados estatales y por otro lado, y tal vez éste sea determinante, el
mandato y/o condicionamiento de los
organismos financiadores de estos programas (BID, Banco Mundial, Agencias
multilaterales de financiamiento) de incluir
en la ejecución de los mismos ONGs, entendiendo que le otorgan un viso
de transparencia, participación y mejor aprovechamiento de recursos.
Por otro lado el desprestigio de la clase política, la falta de
confianza de la población en los partidos políticos y en las organizaciones
tradicionales, hace que parte importante de la población vea en organizaciones
de este tipo el futuro de la sociedad, la instancia de participación ciudadana
y el verse representada por pares.
La imagen instituída de estas organizaciones es que no responden al
clientelismo político, ni a intereses abstractos, cuentan con legitimidad a la
hora de pensar ideas, tienen una postura crítica tanto hacia afuera como hacia adentro, son flexibles y dan libertad
para trabajar.
A la hora de saber la opinión de la población en cuanto a la
credibilidad de las organizaciones e instituciones, aparece en los primeros
lugares la Iglesia y le siguen las ONGs. Sin contar con datos ciertos, cabe
interrogarnos en función de estas respuestas, que porcentaje de la población
tiene contacto directo o conoce el accionar de las ONGs, o si las respuestas
son sólo en función de una imagen social.
Por su parte, al
hacer su análisis sobre las ONGs, James Petras toma como punto de partida la
actividad y posición adoptada por la nueva izquierda y por muchos neomarxistas
con referencia a las ONGs. Acercando una postura crítica, habla de dos tipos de
neoliberalismo: “desde arriba y desde afuera” (FMI, BM) y “desde abajo y desde
adentro” (ONGs y microempresas).
El autor ve en el
surgimiento del sector una clara determinación de la política neoliberal y de
los organismos internacionales de financiamiento de correr al Estado de sus
responsabilidades y depositar en las ONGs y en las comunidades la solución de los problemas que genera la
pobreza. Es así que entran a jugar conceptos tales como responsabilidad y
solidaridad social por parte de la población y del mercado. Esto reduce
una cuestión que tiene como eje un sistema económico generador de
desigualdades y exclusión a un mero voluntarismo vaciado de contenido político.
“Cada vez hay más
indicios de que los programas estatales son más eficaces cuando se recaba la
participación de los presuntos usuarios y cuando se procura aprovechar el
acervo social de la comunidad, en vez de luchar contra él. Los beneficios de
este enfoque para los organismos gubernamentales se manifiestan en una
ejecución más eficiente, una mayor sostenibilidad y un mejor intercambio de
información”.[7] En la medida en que la
comunidad participa y se involucra en los mismos, el proyecto tiene mayor posibilidad de
sostenibilidad y la comunidad se hace
responsable de las acciones futuras, esto además de garantizar en parte la
continuidad de los proyecto, hace disponer del trabajo voluntario y gratuito de
la población, bajando considerablemente el gasto de los programas sociales. La
población con mayores carencias, deben sumar a sus múltiples necesidades el
disponer de su fuerza de trabajo en forma gratuita para llevar adelante
proyectos que le reporten algún beneficio a las comunidades.
Creemos aquí
importante hacer mención a los mandatos
tripartitos del BID: a. Fiscalización, b. Transparencia y c. Participación.
Cada vez más parece ser un requisito impuesto por los organismos
internacionales la participación de la comunidad y de las organizaciones de la
sociedad, no sólo en la faz de ejecución de proyectos y programas, sino también
mediante diversos mecanismos de consulta previos al diseño de políticas.
Señalamos las palabras de Paul J. Nelson
al desarrollar este tema: “...En tanto, se tomó conciencia de que una
mayor participación ciudadana en los proyectos significaría grandes ventajas
para los Bancos Multilaterales de Desarrollo, para las autoridades nacionales y
para la población afectada”. [8]
Si nos detenemos en
estos mandatos del BID, podemos señalar que la participación de actores
comunitarios y organizaciones de la sociedad supone entre otras
cuestiones: a) mayor transparencia en el
manejo de recursos, ya que en muchos casos los mismos son transferidos
directamente a las organizaciones, b) aprovechamiento de recursos de la
comunidad, en especial en lo que hace a recursos humanos, ya que resulta
muy significativo en estos proyectos el
trabajo voluntario de los miembros de las organizaciones de base y de la
comunidad, lo que ahorra recursos por
parte de los financiadores como por
parte del Estado Nacional y c) contar con equipos técnicos y profesionales
especializados. Tomando como base estas premisas, podemos ver el carácter
meramente instrumental que el BID y el Banco Mundial le otorga a la
participación de la comunidad y sus organizaciones, participación vaciada de
contenido político y reivindicativo, exenta de poder de decisión y limitada a
proporcionar recursos humanos sin costo y ejercer tareas de fiscalización y
contralor sobre los recursos existentes.
Andrés Thompson[9]
por su parte argumenta que a las ONGs se
les ha atribuído cuatro características principales: i. Organizaciones de
vanguardia, ii. Función de vigías, iii.
Guardianes de valores y iv. Prestadoras de servicios. Cada una de estas
características guardan relación directa con la imagen que se ha ido
construyendo de este tipo de organizaciones. Se las considera vanguardia e innovadoras en el desarrollo de programas y proyectos
sociales, los cuales suelen ser considerados proyectos pilotos, factibles de
ser replicados por el estado. Si bien este aspecto tiene su lado positivo, en
tanto cuentan con cuadros técnicos y profesionales idóneos y recursos
materiales suficientes para introducir y experimentar innovaciones en el campo
del desarrollo social, estos programas y proyectos suelen ser implementados en
pequeñas poblaciones, siendo su impacto mínimo y beneficiando en el mejor de
los casos a un pequeño sector de la población. En muchos casos no sobrepasan el
microámbito en que se ejecutan, ni llegan a ser replicados ni por organismos
públicos y privados.
En lo que hace a su función de vigías, se espera de ellas que “sirvan
como alerta, como críticas para que rescaten problemáticas y puedan presionar a
los gobiernos para que extiendan, mejore o establezcan servicios básicos para
las poblaciones necesitadas”
Si bien resulta difícil generalizar, la
experiencia diría que este postulado sólo queda en eso ya que desde estas organizaciones
se suele trabajar sobre los efectos pero no suelen actuar, ni denunciar con la
suficiente decisión política las causas que producen desfavorables condiciones
de vida para amplios sectores de la población.
La tercera características es ser guardianas de valores, entendiendo que
son quienes “deben mantener en alto valores particulares y/o sectoriales de los
cuales se espera una tarea de promoción ciudadana, el desarrollo de capacidades
dirigentes y la protección de intereses especiales, tanto religiosos como
culturales o de grupos minoritarios”.
Hacer
garantes a las ONGs de estas dos características (vigías y guardianes de
valores) entendemos que contribuye a
sobrevalorar su papel y su rol dentro del desarrollo social. Si bien el
planteo de Thompson no las hace las únicas poseedoras de estas “virtudes”, esto
en principio da cuenta de cómo se les atribuye valores y cualidades relevantes.
Finalmente, en lo que hace a la prestación de servicios se entiende que las ONGs proveen a las
comunidades y poblaciones servicios de distinta índole (vivienda, salud,
educación, recreación) de los cuales el Estado se ha desentendido o los ofrece
en forma deficitaria. Al respecto J Petras con una visión más crítica plantea
que “Los programas amplios de salud y educación del Estado nunca han sido
reemplazados por la iniciativa privada, la Iglesia o las ONGs”.[10]
Se podría afirmar que este tipo de organizaciones no llega a
alcanzar la función de subsidiariedad o complementariedad que se les adjudica,
ya que los servicios que prestan y las acciones que realizan tienen como
beneficiarios a una muy pequeña porción de la población. Ahondando en esta idea
podemos dar cuenta que al menos en Argentina, la ausencia de este tipo de
organizaciones en bastas regiones es casi total, siendo el Estado quien brinda los mínimos
servicios que recibe la población. Vale el ejemplo de Jujuy, provincia al norte
de la Argentina, allí la mayoría de las ONGs se han establecido y brindan sus
servicios a las poblaciones localizadas a lo largo de la ruta nacional 9, donde
se encuentra el corredor turístico más importante de la Provincia. En aquellas
localidades, casi aisladas, con dificil acceso geográfico, donde en algunos
casos el único acceso es a pie o en mula, sólo el Estado a través de los
gobiernos locales (Comisiones Municipales) atiende las demandas de la
población. Si bien hablamos de un caso puntual, vale para dar cuenta de lo
selectivo de la localización de las ONGs y lo selectivo de los servicios que
prestan.
A modo de cierre de este punto, tal vez
ilustre la visión de Ruben César Fernandes cuando manifiesta que: “Por otro lado, el Tercer Sector no se
caracteriza, evidentemente, por inversiones intensivas de capital. Se
distingue, al contrario, por el uso extensivo del trabajo, apelando a su
creatividad y a su dimensión voluntaria. No se caracteriza tampoco, como un
campo impulsor de innovaciones tecnológicas. Por el contrario, padece con
frecuencia de problemas de productividad. Es más rico en eficacia simbólica que
en resultados cuantitativos”. [11]
El Tercer Sector y su relacionamiento con el Estado
En términos generales se podría hablar de una
relación ONGs/Estado de carácter confrontativo. Desde el sector se ve y se
caracterizó el accionar del Estado en lo que hace al diseño y ejecución de
políticas públicas como poco eficiente, burocratizado, clientelista, corrupto y
poco transparente en el manejo de recursos. Podríamos entender esta posición no
exenta de inocencia si nos basamos en el planteo de James Petras en lo que hace
al rol funcional de las ONGs hacia los gobiernos neoliberales.
Profundizando esta posición también podríamos
ver en esta dura crítica al rol del Estado, un intento de mejorar el
posicionamiento ante los donantes internacionales, quienes dentro del marco de
políticas neoliberales, encuentran sustento a los postulados de un Estado
mínimo y con una mayor participación del mercado y la sociedad civil en la
solución de los problemas de la población.
Al respecto resulta esclarecedor el análisis
que presenta James Petras sobre la cuestión:
“El punto básico de convergencia entre las ONG's y el Banco Mundial era
su compartida oposición al "estatismo". En la superficie, las ONG's
criticaban al Estado desde una perspectiva de izquierda que defendía a la
sociedad civil, mientras que la derecha hacía lo mismo en nombre del mercado.
En realidad, los regímenes neoliberales, el Banco Mundial y las fundaciones
occidentales cooptaron y alentaron a las ONG's para socavar el Estado nacional
de bienestar al suministrar servicios sociales para compensar a las víctimas
del efecto de las corporaciones multinacionales”[12]. Esto se corresponde con las posturas adoptadas desde el Banco Mundial
y el BID en sus informes anuales, como así también agencias de cooperación
multilateral europeas, las que abonan la idea de minimizar el Estado basando
sus argumentos en la poca eficacia del mismo y en los altos niveles de
corrupción que representan. Entonces, ONGDs “progresistas” y organismos
internacionales confluyen en minimizar y bastardear el rol del Estado.
“Normalmente, los
ideólogos de las ONG's contraponen el poder "estatal" al poder
"local". El poder estatal se encuentra según argumentan, distante de
sus ciudadanos, es autónomo y arbitrario, y tiende a desarrollar intereses
distintos u opuesto a los de la ciudadanía, mientras que el poder local es
necesariamente más cercano y responde más a la gente”.[13]
Desde el campo de
las políticas sociales se llega a visualizar el intento por fortalecer esta relación Estado-Sociedad, y vemos cómo
conceptos tales como ciudadanía, gestión asociada, gobernabilidad,
descentralización de decisiones, consenso,
articulación y complementariedad
entre otros, entran a jugar al momento
de diseñar y definir los programas
sociales actuales. En Argentina, al igual que en otros países de la región este
es el modelo de políticas que se viene dando: programas sociales que tienen
como eje la cogestión y el accionar
conjunto entre Estado y organizaciones de la sociedad.
Abonando esta premisa está el hecho de que
desde hace varios años los nuevos diseños de programas sociales, con amplio
financiamiento externo, traen como novedad la concurrencia de diversos actores
en el diseño (en menor medida) y ejecución de los mismos. Es así que el concepto
de partenariado cada vez ha ido cobrando más relevancia. Entonces vemos un
sinnúmero de programas financiados por organismos internacionales donde se pone
como condición para su ejecución, la convergencia del Estado local, ONGs y
OCBs. Aquí se da la paradoja que más allá de la convicción o decisión del
Estado de accionar en forma conjunta con ONGs y comunidades esta es una
imposición para ser beneficiarios de ese tipo de programas. Sirva como ejemplo
el caso del Programa de Atención a Grupos Vulnerables
(PAGV/Argentina, financiado por el BID) donde la exigencia del Banco fue
la ejecución del programa por parte de
los gobiernos locales bajo la forma de gestión asociada con ONGDs y
organizaciones de la comunidad, siendo el manejo de los fondos por parte de las
organizaciones y el contralor financiero y
acompañamiento en la ejecución de proyectos responsabilidad de las ONGDs
(ODAs Organizaciones de Apoyo), las que fueron contratadas para cumplir con esas tareas y para brindar a
las organizaciones instancias de capacitación.
Las ONGs, ante la necesidad de disponer de
recursos económicos aceptan las condiciones impuestas por los organismos
internacionales de financiamiento, de igual modo sucede con los gobiernos
locales. En medio se encuentra la
comunidad, a través de las organizaciones sociales o los beneficiarios de
programas quienes se encuentran al arbitrio de unos y otros, con muy poco poder
de decisión acerca de sus problemas y
necesidades.
Al decir de Petras, “El efecto final es una proliferación de ONG's que
fragmenta a las comunidades pobres en agrupaciones sectoriales y
subsectoriales, incapaces de ver el cuadro social más amplio que les aflige y
menos capaces aún de unirse en la lucha contra el sistema”. [14]
Recursos y Financiamiento.
La cuestión del financiamiento y la generación de recursos, no es un
tema menor a la hora de pensar y
analizar el rol y el funcionamiento de las ONGs. Esto resulta de vital
importancia, ya que desde nuestro punto de vista está directamente asociado con
la capacidad propositiva y con la propia independencia de las ONGs en su diario
accionar.
La inmensa mayoría de las ONGs no poseen ni generan fondos propios, suelen contar con recursos
propios sólo las fundaciones empresariales (en el caso de Argentina, Bank Boston,
Aguas Argentinas, Fortabat, Arcor, etc.). Estas mismas fundaciones, suelen
financiar proyectos de ONGDs y en menor medida de OCBs, fijando líneas de apoyo
y ámbitos geográficos según sus lugares de actuación y desarrollo de su
actividad empresarial.
Otros financiadores, en especial
para las ONGs de desarrollo son los organismos de financiamiento internacional.
En este caso, suelen ser estos mismos organismos quienes deciden las temáticas
y áreas sobre las cuales intervenir, las líneas de proyectos a apoyar, cuándo y
dónde se llevarán adelante esos proyectos, su duración, prácticamente todo, haciendo abstracción de
las necesidades reales de una determinada población y en muchos casos omitiendo
la opinión de los gobiernos locales, ámbito de localización de la mayoría de
este tipo de proyectos sociales.
Las ONGs, ante la necesidad de procurarse recursos para llevar adelante
sus objetivos y su misión, como asimismo cubrir sus gastos de funcionamiento y
las rentas de los equipos técnico-profesionales, en más de un caso deben
adecuar su misión y sus objetivos a la decisión de los organismos financiadores (BID, BM, Agencias de
cooperación multilateral).
Según James Petras,
“Las ONG's fomentan un nuevo tipo de dependencia y de colonialismo económico y
cultural. Los proyectos son diseñados, o al menos aprobados, en base a los
alineamientos y las prioridades de los centros imperiales y sus instituciones.
Las evaluaciones son hechas por y para ellos. Los nuevos virreyes supervisan y
aseguran conformidad en las metas, valores e ideología del donador, así como
del uso apropiado de fondos.” [15] Con esto no estamos aseverando que las ONGs no tengan en cuenta sus
principios y muchas veces su razón de ser, sino que en determinadas
situaciones, se ven en la necesidad de adaptar su accionar o sus
planificaciones estratégicas. Esto puede resultar en un debilitamiento de la
propia autonomía individual y a veces
colectiva, en cuanto a poder decidir junto a otros actores involucrados sobre
qué nudos problemáticos actuar.
Las poblaciones con las que trabajan las ONGDs, son en la mayoría de los
casos poblaciones marginadas y con las necesidades básicas sin cubrir. Por otro
lado los recursos con los que cuentan esas comunidades y las mismas ONGs son
insuficiente en un alto grado. Muchas veces el accionar de estas organizaciones
lejos de promover lazos solidarios y articulaciones sectoriales que permitan
demandar mejores condiciones de vida genera situaciones de demandas
individuales y fragmentadas. Al abordar esta
cuestión Petras plantea que “La ayuda de ONG's afecta a sectores
pequeños de la población al generar entre comunidades competencia por recursos
escasos, que generan distinciones insidiosas y rivalidades inter e intra
comunitarias, socavando así la solidaridad de clase. Lo mismo ocurre entre
profesionales: cada quien crea su ONG para solicitar fondos del exterior y
compiten al presentar propuestas más convenientes para los donadores
ultramarinos, al tiempo que afirman hablar en nombre de sus seguidores”. [16]
Algo para tener en cuenta es lo que sucede con respecto al financiamiento estatal, ya que por
concepción estas organizaciones tienden a diferenciarse cualitativamente del
Estado y adoptar posturas muy críticas con respecto a él, su misma
identificación nominal así lo expresa, son “no gubernamentales”, pero por otro
lado, financian parte de sus proyectos, actividades y cuadros profesionales y técnicos con recursos
del Estado a quien tan duramente cuestionan. En la última década, la
financiación de los organismos internacionales se ha reducido, en parte por ser
destinada a países de Africa y del este europeo, y en parte porque como en el
caso de Argentina, varios de estos organismos financiadores entienden que los
problema sociales están causados por una mala distribución de la riqueza.
Una investigación realizada por la Revista Tercer Sector[17]
en el año 1996, da cuenta que el Gobierno Nacional asignó U$S 33 millones para
asistir económicamente a 31 ONGs. De la decisión en la asignación de estos
fondos fueron responsables la entonces Secretaría de Presupuesto del Ministerio
de Economía a cargo de Marcos Makón, luego esto pasaba por la Jefatura de
Gabinete tomando forma de decreto y finalmente debía pasar por el Congreso
Nacional.
Si nos detenemos en
la lista de ONGs beneficiadas los subsidios estaban dirigidos a Fundaciones
varias (Favaloro, Cardiológico Córdoba, Felices los Niños, etc.) hasta
organizaciones a cargo de funcionarios y ex funcionarios de gobierno: el mismo
Marcos Makón, Alvaro Alzogaray, Juan Vital Sourrouille, el diputado Jesús
Rodríguez, Ricardo López Murphy entre otros políticos y funcionarios recibieron
para sus fundaciones cifras que van desde los 50.000 hasta los 600.000
U$S. La Fundación Invertir integrada por
Sebastián Bagó, Amalia Fortabat y Santiago Soldati, empresarios de reconocidas
fortunas recibieron un subsidio de U$S 1
millón, finalmente cabe señalar que la Fundación Favaloro recibió 17,5 millones
de dólares. Este rápido e incompleto detalle de los beneficiarios muestran como
ninguna ONG de desarrollo, en especial aquellas que trabajan con los sectores
más pobres de la población recibió
subsidio alguno y muestran por otra
parte la discrecionalidad en la asignación de esos fondos públicos.
En lo que hace al financiamiento resulta interesante ver -tomando el informe del CENOC citado
anteriormente-, cómo fue la evolución de las donaciones y subsidios entre los
años 1995 y 1996, según fuentes de financiamiento. Mientras el financimiento
proveniente de empresas, ONGs y donantes internacionales disminuyó en un 20 %,
los recursos provenientes de organismos del estado aumentaron en un 27 %. Aquí se ve cómo una importante masa de
recursos que manejan las ONGs provienen del Estado.
Tercer Sector, ONGs y Trabajo Social
Los cambios sufridos en el rol del Estado, los procesos de “modernización”, los programas de ajuste
estructural y los continuos cambios en el escenario regional, han impactado
directamente en el mercado de trabajo. Las condiciones laborales en general se
han precarizado y los trabajadores sociales no han quedado al margen de esta
situación.
Si nos planteamos cómo el surgimiento del Tercer Sector y más puntualmente el
surgimiento de las ONGs han impactado en nuestra profesión y en el mercado de
trabajo de los profesionales de servicio social, tal vez debamos anticiparnos a
decir que no se cuenta con suficientes
datos en lo que hace al aspecto estrictamente laboral. No obstante podemos
acercar algunas consideraciones preliminares sobre el tema.
En Argentina, y en la mayoría de los países de América Latina, la
inserción laboral de los trabajadores sociales se da en el ámbito estatal, por
lo cual, una de las lógicas consecuencias del achicamiento del Estado es la
merma que ha sufrido la profesión, tanto a nivel de puestos de trabajo como a
nivel remunerativo.
Prácticamente han desaparecido los trabajos “de planta”, estables y sin
plazo, siendo la figura predominante el contrato a término, modalidad laboral
que también viene sufriendo los embates de los sucesivos recortes del gasto
público, ya que se ha pasado de situaciones contractuales a mediano plazo
(contratos de 1 a 2 años de duración) a contratos renovables en forma mensual.
Esto da cuenta por un lado de la inestabilidad de los trabajadores, con las
consecuencias en su vida profesional, familiar, expectativas de capacitación y
formación, y por otro lado, de la
imposibilidad de pensar en políticas sociales encarnadas en programas y
proyectos sociales con continuidad en el tiempo impulsados desde organismos del
Estado. El inicio y abandono de programas sociales, es una constante que se
viene dando en el país. Lo expuesto deja a la vista cómo esto significa un
claro perjuicio entre los trabajadores y más aún en la población destinataria
de estos programas.
En la misma línea, otra situación frecuente es que, en función de las
reformas del Estado implementadas y en la necesidad de reducir el gasto público
se han venido terciarizando acciones que habitualmente se desarrollaban desde
los organismos estatales. Cada vez más, los organismos del Estado terciarizan
acciones que le competen a favor de ONGs de desarrollo. Esto hace que las ONGs
pasen a ejecutar y evaluar cantidad de programas sociales de desarrollo y
promoción social. De esta forma, el Estado evita el aumento de trabajadores en
sus organismos, con los consiguientes gastos laborales y cuenta a través de las
ONGs con personal técnico y profesional suficientemente capacitado y formado
para llevar adelante las tareas requeridas.
Dan cuenta de esto distintos programas implementado en el ámbito del
Ministerio de Desarrollo Social y en el Ministerio de Infraestructura entre
otros.
Lo que sucede en Argentina se repite en otros países, como fórmula
aplicada en distintos contextos y en diversos países de la región. En esa misma
lógica Iamamoto plantea que “Las ONGs han sido utilizadas también como una de
las formas de terciarización de prestación de servicios sociales, a través de
asociaciones, evitándose la ampliación de cuadros de funcionarios públicos. En
otros términos, la diferenciación interna de categorías de trabajadores, que
vienen teniendo serias consecuencias en la fragilización del movimiento
sindical, afecta también a los profesionales universitarios, entre los cuales
están los asistentes sociales”. [18]
Puntualmente, en el caso de Argentina, si bien se carece de datos
ciertos, se podría aseverar que las organizaciones del Tercer Sector, en
especial las ONGs, están
representando una posibilidad de trabajo
muy limitada para los graduados de Trabajo Social. La inserción de trabajadores
sociales en este ámbito tiene limitaciones, algunas producto de la reducida
demanda de trabajo de parte de estos organismos, y otras en función de no ser
este el ámbito “natural” donde los trabajadores sociales se desempeñan. Más
allá de eso, lentamente, y en la medida en que muchas organizaciones de
carácter confesional, están intentando profesionalizar sus equipos de trabajo,
se abren algunas posibilidades de inserción laboral, pero que no resultan
relevantes si se compara con la inserción de trabajadores sociales en el ámbito
estatal. Tal vez el caso paradigmático sea Cáritas, organización de origen
católico que durante largos años desarrolló actividades caritativas en favor de
sectores desprotegidos en base a trabajo voluntario de militantes católicos. En
los últimos años, y en la medida en que Cáritas ha ido asumiendo responsabilidad sobre una importante cantidad
de programas sociales, incorporó a sus equipos de trabajo a técnicos y
profesionales de distintas disciplinas, entre ellos y en forma mayoritaria
trabajadores sociales.
Tanto a nivel de este tipo de organizaciones como de ONGDs se han ido
creando nuevos puestos de trabajo. Cabe aclarar que en la mayoría de los casos,
se mantiene vigente la forma de trabajo precaria, ya que la modalidad utilizada
es la contratación en forma autónoma de profesionales para evitar la relación
laboral estable. En lo que hace a las remuneraciones u honorarios, las escalas
salariales pueden resultar relativamente superiores a las abonadas a nivel
estatal. En cuanto a las tareas a desarrollar en esos ámbitos, supone amplia
disponibilidad de horarios como así también bastante versatilidad en relación a
la tarea en sí, que puede variar entre diseñar proyectos y programas sociales,
participar en la ejecución de los mismos, llevar adelante actividades de
capacitación, integrar equipos de investigación o realizar actividades de mero
corte administrativo. La demanda de
estos organismos sólo en ocasiones se refiere específicamente a trabajadores
sociales, ya que en las búsquedas laborales éstos entran a competir con
sociólogos, antropólogos o politólogos entre otros. No siempre está en juego la
especificidad disciplinar, sí en la mayoría de los casos, la demanda pasa por profesionales multifuncionales que se
puedan adaptar y responder en forma efectiva a los requerimientos
institucionales.
Por otro lado, si pensamos la cuestión desde el punto de vista
académico, podemos manifestar que el tema del Tercer Sector y más puntualmente
el de las ONGs, no es un tema suficientemente abordado desde los currículos de
la formación de grado. Se aborda muy tangencialmente y no se ha dado lugar al
análisis y debate de la temática, siendo un tema desconocido para una
importante cantidad de estudiantes y una no menor cantidad de docentes, tal vez
en esto influya el hecho de no ser un
tema investigado por colegas, sumado a la poca inserción laboral que hay en el
Tercer Sector.
Más allá de la breve descripción que hemos hecho sobre las
particularidades del Tercer Sector en relación con la cuestión laboral, tal vez
lo relevante sea ver cuál es el posicionamiento ético y político que como trabajadores hacemos sobre el surgimiento y
vigencia de este Sector en las últimas
décadas. Entendemos que el debate no se ha dado y el tema no está puesto en
discusión.
El escenario actual cambiante y turbulento nos lleva a definir nuestro
rol ante los nuevos posicionamientos del Estado. Nora Aquín con mucha claridad
plantea: “Trataremos de pensar entonces, el lugar del Trabajo Social como aquel
de la compleja intersección entre lo estatal, lo privado y lo público,
privilegiando esta última dimensión como un espacio que debe ampliarse y
consolidarse, en tanto en él se está estructurando un campo de problemas nuevos
para cuya atención no hay áreas organizadas formalmente”.[19]
A modo de cierre
Resultaría ocioso ahondar en la complejidad que supone arribar a
conclusiones y certezas con referencia al Tercer Sector y lo que representa y
significa en lo que hace al lugar que le toca o quiere jugar en el actual
escenario.
Más allá de la falta de algunas certezas, no se puede negar el
crecimiento del mismo, crecimiento que se da en un marco donde el Estado es
bastardeado y satanizado, en un escenario donde se naturaliza el alejamiento
del Estado de sus responsabilidades sociales y donde las “bondades” y
virtudes habrá que esperarlas del ámbito
privado.
Iamamoto, tomando palabras de Borón plantea la existencia de “Políticas neoliberales
presididas por una doble articulación. Por un lado la satanización del estado:
el Estado es tenido como el diablo, responsable de todas las desgracias e
infortunios que afectan a la sociedad capitalista. Por otro lado la exaltación
y la santificación del mercado y la iniciativa privada, vista como la esfera de
eficiencia, de probidad y austeridad, justificando las políticas de
privatizaciones”[20]. Siguiendo esta línea
argumental, las ONGs serían las
representantes más calificadas y tal vez más aceptadas hasta por sectores
progresistas,
-tal como plantea Petras- para estos tiempos en que nos toca
transitar.
Por otro lado, podemos afirmar
que la heterogeneidad y multiplicidad de
grupos, instituciones y organizaciones que lo integran dificulta la posibilidad
de arribar a algunas conclusiones abarcativas del sector. El mismo campo de las
ONGs es heterogéneo, y como planteábamos, tanto es una ONG un Instituto de
Investigación, como una organización comunitaria o una fundación empresarial.
Centrándonos en nuestro país, y más si tomamos en cuenta la historia reciente, vemos como las organizaciones de la sociedad
civil no intervienen ni actúan ante distintos hechos y acontecimientos
nacionales como sector. En más de un
caso actúan en forma separada y compitiendo entre ellas. Entre otras
cuestiones, esto hace que carezcan de
mecanismos de representación, por lo cual para muchos estudiosos del tema
carecen de identidad como actores sociales, si bien muchas ONGs se arrogan la representación de la población.
Lo que si puede ser una “seudo certeza” es que, en la medida en que no se altere el rumbo de las políticas
económicas actuales, generadoras de situaciones de pobreza y desigualdad, en la
medida en que los Estado sigan a pie juntillas los mandatos de los organismos
multilaterales y de los países del norte sin tener en cuenta las penurias de
las poblaciones, ahí, en esos escenarios seguirán surgiendo ONGs, Iglesias,
Fundaciones, que a modo de goteo distribuyan unos pocos recursos que alcanzarán
a cubrir unas pocas necesidades de la población.
BIBLIOGRAFÍA
ABONG.
Associaçao Brasileira das
Organizaçoes Nao Governamentais. A política social
brasileira nos anos 90: A refilantropizaçao da questao social. En: Cadernos
ABONG. CNAS – ABONG.
Sao Paulo, 1995.
Aquín, Nora. El Trabajo Social en las actuales relaciones
Estado-Sociedad. En: Acto Social. Revista de Trabajo Social y Ciencias
Sociales. Año 2 Nº 3. Universidad de Córdoba. Córdoba, 1993.
Banco
Mundial. Actualización sobre el tema de la
pobreza. Comunicado de prensa Nº 99/2214/S. 1999
Bombarolo,
Félix y otros. El rol de las organizaciones no
gubernamentales de Desarrollo en América Latina y el Caribe. Ediciones FICONG,
Buenos Aires, 1992
El rol
de las organizaciones no gubernamentales de desarrollo en la reducción de la
Pobreza. Lecciones de América Latina y el Caribe. Documentos de Trabajo. IDE/Banco Mundial. Washington, 1992
Caravantes,
Marta. La paradoja del sistema es que el
capitalismo no puede controlar sus capitales. Entrevista con James Petras. www.solidarios/entrevistas/james_petras.htm.
Febrero de 2000.
CENOC.
Hacia la constitución del Tercer Sector en la Argentina. CENOC. Secretaría de
Desarrollo Social. Buenos Aires, 1998.
Fernández,
Rubem César. En: 3° Setor: Desenvolvimento Nacional
Sustentado. GIFE. Paz e Terra. Río de Janeiro, 1997.
Filmus
Daniel (coordinador) Perfil de las
Organizaciones no gubernamentales en Argentina. Informe finla (primer borrador)
FLACSO, Buenos Aires, 1996
Fiszbein,
Ariel y Lowden, Pamela “Trabajando unidos para un cambio. Las
alianzas público-privadas para la reducción de la pobraza en América Latina”.
IDE. Banco Mundial. Washington, 1999
Iamamoto,
Marilda. O trabalho do Assistente Social frente às
mudanças do padrao de acumulaçao e de regulaçao social. Sin datos.
O Serviço
Social na contemporaneidade: dimensoes históricas, teóricas e ético-políticas.
Cortez Editora. Fortaleza, 1997.
Krmpotic,
Claudia y otros. Perfil ocupacional del Trabajo Social,
Cambios y continuidades. En: Propuestas. Año IV. Nº 7. Universidad Nacional de
La Matanza. La Matanza, sin fecha.
Lista
PT 2/4. Petras sobre ONGs. Web. Se carece de
datos.
Lo
Vuolo Ruben. Crisis de integración social y
retracción del Estado de Bienestar en Argentina. En: La nueva oscuridad de la
política social. Del Estado populista al neoconservador. Lo Vuolo Ruben y Barbeito Alberto. Niño y
Dávila Editores. CIEPP. Buenos Aires, 1998
Montaño
Carlos. Das “logicas do Estado” as “lógicas da
sociedade civil”: Estado e “terceiro setor” en questao. En Serviço Social &
Sociedade. Año XX. Nro. 59. Sao Paulo, 1999
Nelson,
Paul. Transparencia, fiscalización y
participación. La implementación de los nuevos mandatos en el Banco Mundial y
el Banco Interamericano de Desarrollo. FLACSO, Buenos Aires, Junio de 1996.
Netto, José Paulo. Transformaçoes societárias e Serviço Social. En: En
Serviço Social & Sociedade. Ano XVII. Nº 50. Cortez Editora. Sao Paulo,
1996.
Parra
Gustavo. Antimodernidad y Trabajo Social.
Universidad Nacional de Luján. Buenos Aires, 1999.
Petras,
James. Se puede luchar... y ganar. Periódico
de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Buenos Aires, 1999. www.madres.org/periodico/oct99/elpais/petras.htm
Duro alegato de
James Petras contra el accionar de las ONGs. Artículo publicado en”Montthly
Review”. Sin datos.
Pontes
Lúcia e Caccia Bava Silvio. As ONGs e as políticas públicas na construçao do Estado democrático. En
Serviço Social & Sociedade. Ano XVII. Nº 50. Cortez Editora. Sao Paulo,
1999.
Revista
Tercer Sector. Año 2 Nro. 9. Ediciones Fundación Del
Viso. Buenos Aires, abril de 1996.
Revista
Tercer Sector. Año 5 Nro. 24. Ed. Fundación Del
Viso. Buenos Aires, abril de 1999.
Rifkin,
Jeremy Identidade e natureza do Terceiro Setor. En:
3° Setor: Desenvolvimento Nacional Sustentado. GIFE. Paz e Terra. Río de
Janeiro, 1997.
Sarachu
Gerardo. Ausencias y olvidos en el debate
sobre el “tercer sector”: algunas anotaciones para la reflexión del Servicio
Social. En Serviço Social & Sociedade. Año XX. Nro. 59. Sao Paulo, 1999
Thompson
Andrés. El Tercer Sector y el desarrollo
Social. En: Mucho, poquito o nada.
Crisis y alternativas de política social en los 90. UNICEF, CIEPP, Siglo XXI.
Buenos Aires, 1990.
Tussie,
Diana. El Banco Interamericano de Desarrollo.
FLACSO. Buenos Aires, 1997
Valderrama
Mariano y Pérez Coscio Luis (compiladores) Cambio y fortalecimiento
de las Organizaciones no gubernamentales en América Latina. Ediciones
FICONG/ALOP. Buenos Aires, 1998
www.elprincipe.com/univer/bibliot/diccionario/jpetras.shtml
Pensadores: James Petras.
www.herramienta.com.ar/11/11-2.html.
Nos visito James Petras.
Yasbek,
María Carmelita. Globalizaçao, precarizaçao das
relaçoes de trabalho e seguridade social. En: En Serviço Social & Sociedade. Ano XVII. Nº 50.
Cortez Editora. Sao Paulo, 1996.
[1] Barón Ana, “La mitad del mundo vive
con menos de dos dólares por día”. En Diario Clarín, Buenos Aires, 13 de
septiembre de 2000.
[2] Thompson Andrés. El Tercer Sector y el
desarrollo Social. En: Mucho, poquito o
nada. Crisis y alternativas de política social en los 90. UNICEF, CIEPP, Siglo
XXI. Buenos Aires, 1990.
[3] Yasbek, María Carmelita. Globalizaçao, precarizaçao das
relaçoes de trabalho e seguridade social. En: En Serviço Social
& Sociedade. Ano XVII. Nº 50. Cortez Editora. Sao Paulo, 1996 (Traducción
propia).
[4] Montaño Carlos. “Das logicas do Estado
as logicas da sociedade civil. Estado e terceiro setor em questao”. En Servicio
Social & Sociedade. Nro. 59 Año XX. Editorial Cortez. Brasil, 1999.
[5] CENOC. Hacia la constitución del Tercer Sector en la Argentina.
CENOC. Secretaría de Desarrollo Social. Buenos Aires, 1998.
[6] Fizbein, Ariel y Lowden, Pamela
“Trabajando unidos para un cambio. Las alianzas público-privadas para la
reducción de la pobraza en América Latina”. IDE. Banco Mundial. Washington,
1999
[7] Banco Mundial.
Informe sobre el desarrollo mundial 1997. El Estado en un mundo en
transformación. Washington, 1997
[8] Nelson, Paul. Transparencia, fiscalización y participación.
La implementación de los nuevos mandatos en el Banco Mundial y el Banco
Interamericano de Desarrollo. FLACSO, Buenos Aires, 1996.
[9] Thompson
Andrés. El Tercer Sector y el desarrollo Social. En: Mucho, poquito o nada. Crisis y alternativas
de política social en los 90. UNICEF, CIEPP, Siglo XXI. Buenos Aires, 1990.
[10] J. Petras sobre las ONGs. Internet Sin
datos.
[11] Fernández, Rubem César. En: 3° Setor: Desenvolvimento Nacional
Sustentado. GIFE. Paz e Terra. Río de Janeiro, 1997 (Traducción Propia).
[12] Petras James. Artículo publicado en
“Monthly Review”. Fuente: Internet
[13] Petras. Op. citada
[14] Petras, James. Artículo publicado en
“Monthly Review”. Fuente: Internet
[15] Petras, James. Op. citada
[16] Petras James. Op. citada
[17] Revista Tercer Sector. Año 2 Nro. 9.
Buenos Aires, abril de 1996. Ediciones Fundación Del Viso
[18] Iamamoto, Marilda. O trabalho do Assistente Social frente às mudanças do padrao de
acumulaçao e de regulaçao social. Sin datos.
[19] Aquín, Nora. El Trabajo
Social en las actuales relaciones Estado-Sociedad. En: Acto Social. Revista de
Trabajo Social y Ciencias Sociales. Año 2 Nº 3. Universidad de Córdoba.
Córdoba, 1993.
[20] Iamamoto, Marilda. O Serviço Social na
contemporaneidade: dimensoes históricas, teóricas e ético-políticas. Cortez
Editora. Fortaleza, 1997.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
ÁNIMO: TODAS Y TODOS TIENEN LA PALABRA...COMENTEN...