12 TESIS PARA EL CAMBIO
EDUCATIVO
Rosa María Torres
Fe y Alegría. 2005
1. Del “alivio de
la pobreza” al desarrollo
Hasta mediados de 1980, cuando las ideas de desarrollo y
progreso marcaban los
idearios de futu- ro, se pensaba que
el cambio social en favor de las mayorías era posible, que había una ruta que llevaría al mismo tarde
o temprano, y
que la educación norteaba esa ruta. Hoy, se han achicado
las expectativas de los pueblos y aunque nuestros países
se siguen llamando
eufemísticamente “países en (vías de) desarrollo”, el
Desarrollo quedó atrás
como
paradigma y ha sido
sustituido por el “Alivio de la Pobreza”
como
gran meta para
el Sur en los próximos años.
De la idea de progreso hemos pasado a la de
la contención de la catástrofe y reparación de
los daños. En
ese marco, la educación ha pasado a
ser vista como una
“estrategia para aliviar la pobreza”, ya no como un
componente fundamental del desarrollo y
el empoderamiento personal
y social. Es esencial y urgente recuperar
la posibilidad y
el derecho al desarrollo de nuestros pueblos, la aspiración no
sólo a aliviar la pobreza, sino a eliminarla y a asegurar una distribución más equitativa de la riqueza
en el mundo, en esta región y
en cada país, base fundamental de
una democracia auténtica. En
ese marco, es esencial resituar a la educación
como motor del
desarrollo humano.
El empobrecimiento de
los objetivos y metas para la educación
El empobrecimiento de
los objetivos y
las metas del desarrollo impregna todo y se refleja clara-
mente
en el
campo
educativo: del derecho a la educación hemos pasado a la educación como
herramienta de desarrollo, de la educación para el desarrollo a
la educación para el alivio de la pobreza, de la educación para la
vida a la educación para el
trabajo, de la calidad de vida a la “subsistencia” (“livelihoods” en inglés), de la formación docente a
la capacitación docente, de la educación básica para todos (Educación para Todos, 1990-2015) a
cuatro años de escolaridad (Objetivos de Desarrollo del
Milenio, 2000-2015), del histórico objetivo de eliminar el analfabetismo a
la modesta y siempre postergada aspiración a reducirlo a
la mitad (Educación para Todos) e incluso a su desaparición en
la Agenda del Milenio (ver Recuadro 2).
R3 Recuadro 3
Comparación entre
las metas de la Educación para Todos y los Objetivos de Desarrollo del Milenio para
la educación
Educación
para Todos
(Jomtien) 2000-2015
UNESCO/UNICEF/Banco Mundial/FNUAP
1. Expansión de la asistencia y las actividades de desarrollo de la primera infancia, incluidas las intervenciones
de la familia y la comunidad, especialmente para los
niños pobres, desasistidos e impedidos.
2. Acceso universal
a la educación primaria (o a cualquier
nivel más alto considerado
"básico") y terminación de la misma,
para el año 2000.
3. Mejoramiento
de
los
resultados
del aprendizaje de modo
que
un
porcentaje convenido de una muestra de edad determinada
(por ejemplo, 80% de los mayores de 14 años)
alcance o sobrepase un nivel
dado de logros de aprendizaje
considerados necesarios.
4. Reducción de la tasa de analfabetismo adulto a la mitad
del nivel de 1990 para el año 2000.
El grupo de edad adecuado debe determinarse en cada país y
debe hacerse suficiente hincapié en la
alfabetización femenina a fin de modificar la desigualdad frecuente entre índices
de alfabetización de los hombres y de las mujeres.
5. Ampliación de los servicios de educación básica
y de capacitación a otras competencias esenciales necesarias para los jóvenes y los adultos, evaluando la eficacia de los programas en función
de la modificación de la conducta
y
del impacto en la salud, el empleo
y la productividad.
6. Aumento de la adquisición
por parte de los individuos
y las familias de los conocimientos, capacidades y valores necesarios para vivir mejor y conseguir un desarrollo racional y sostenido
por medio de todos
los canales de la educación –incluidos los medios
de información
modernos, otras
formas de comunicación tradicionales y modernas y la acción social–
evaluándose la eficacia de estas intervenciones
en función de la modificación de la conducta.
Fuente: Educación para Todos http://www.unesco.org/education/efa/index.shtml
Objetivos
de Desarrollo
del Milenio (2000-2015
Naciones Unidas/OCDE/FMI/Banco Mundial
1. Alcanzar la meta
de la Educación
Primaria Universal. Garantizar
que
para
el 2015 niños y niñas
de
todo
el
mundo sean capaces de completar
el ciclo de educación primaria. (“proporción de
alumnos que ingresan al primer
grado y llegan al quinto grado”).
2. Promover la igualdad
entre
los géneros y empoderar
a
las mujeres. Eliminar la disparidad entre los géneros en la educación primaria y secundaria,
preferentemente
para el 2005 y en todos los niveles de la enseñanza a más tardar para el 2015.
Fuente: Objetivos de Desarrollo
del Milenio http://www.developmentgoals.org/
Elaboración: R.M.Torres
La agenda internacional del desarrollo está actualmente centrada en el alivio de la pobreza. Sin embargo, la pobreza no es por
sí misma el
problema; es apenas la
manifestación de un problema.
El problema es el modelo político, económico
y social que produce y reproduce la injusticia eco- nómica,
social y educativo. La pobreza no
es una catástrofe natural,
sino una catástrofe social, construida históricamente por quienes detentan
el poder político y el poder económico a
nivel mundial,
nacional y local, haciendo valer
sus intereses por encima de los intereses del conjunto de la sociedad. La desigualdad social y la injusta distribución de la riqueza en cada país y en el mundo no se resuelven con filantropía, con préstamos o donaciones internacionales, ayuda humanitaria o
políticas compensatorias para los
pobres, sino con cambios profundos
en el sistema mundial, con otra relación Norte-Sur y otro modelo de
cooperación internacional, con otro modelo económico
y otra política social, con crecimiento económico
acompañado de un proyecto de
desarrollo humano con democracia y soberanía.
En América Latina y el Caribe, la desigualdad se
enquista en lugar de ceder. No hay desarrollo ni
democracia posible si
esta
situación persiste, no hay posibilidad de avanzar con
calidad y equidad en
educación en
contextos de
gran polaridad
e injusticia económica y
social. Como lo revelan los
resultados escolares de pruebas internacionales como el TIMSS o
PISA, hay una correlación directa entre desigualdad socio-económica y
desigualdad educativa
no sólo a nivel de cada familia,
sino de cada país como un todo.22 En otras palabras, un contexto nacional favorable
e igualitario y un alto Índice
de Desarrollo Humano
inciden sobre cada contexto local, sobre cada escuela, sobre
cada centro de alfabetización. En países con altos niveles de desigualdad social pueden construirse islas de calidad en medio de la pobreza, experiencias localizadas que no llegan a
crear
masa crítica, mucho
menos a generalizarse. En el contexto mundial, Finlandia, el país con uno de
los IDH más
altos del
mundo
y con el índice más bajo de corrupción percibida, es
el país que obtuvo
los mejores resultados escolares en la prueba PISA 2000. En el contexto latinoamericano, Cuba, el país con mejor
distribución del ingreso en la región, es el que obtuvo los mejores resultados escolares en el primer estudio comparativo latinoamericano (español
y matemáticas en
tercero y cuarto grados)
coordinado por UNESCO-OREALC (LLECE 1998).23
Retomar la vía del desarrollo implica pues no sólo lidiar
con la extrema pobreza,
sino con la extrema riqueza, con el enriquecimiento desmedido, el lícito y el
ilícito, con sus artífices, causas y
costos sociales. Esto implica penetrar en las estructuras económicas, políticas y sociales de
nuestro tiempo y desafiar los sentidos comunes
que naturalizan y
justifican la coexistencia entre la
opulencia y la miseria.
En este sentido,
quizás la mayor fortaleza y
potencial de la Agenda del
Milenio es precisamente su carácter multisectorial. La Agenda adopta un enfoque holístico, en el que “los Objetivos tienen que verse
como un todo indivisible”. El desafío es
entonces aprovechar esta agenda y
este impulso, adaptar los objetivos y las metas a las especificidades de
cada región y
de cada país, imprimirles un carácter transformador antes
que
preservador de lo existente, y luchar, en ese marco, por
una agenda educativa más
amplia, resituando a la educación como un eje
transversal del desarrollo.
22 “En los países
donde hay un alto grado de segregación socio-económica, los alumnos de
entornos socio-económicos desfa-
vorables tienen un rendimiento más
bajo”
(OCDE/PISA
2000: 20).
23 Ver en la bibliografía los informes de LLECE, PISA y TIMSS. Ver asimismo el
Anexo
3.
2. De la educación como
política sectorial
a la educación como política trans-sectorial
Suele criticarse a la educación y a los educadores por atrincherarse en un campo cerrado, que tiene históricas dificultades para abrirse a otros sujetos y
saberes, para traspasar las paredes del sistema escolar. Esto es cierto,
pero no es culpa únicamente de los educadores. Todos hablan de la educación
como un “sector”
bajo
la responsabilidad de un único
Ministerio (el de Educación),
de un único
sistema (el sistema educativo) y de un único
sujeto (los educadores). Objetivos y
metas a nivel nacional e internacional se organizan típicamente por sectores: educación, salud, trabajo, producción, vivienda,
medioambiente, etc. Los docentes y
quienes defienden
la educación pública piden
más presupuesto para la educación, de igual modo que cada cual pide más presupuesto para “lo suyo”. Quienes buscan incidir en las decisiones que afectan a la educación se proponen “incidir sobre
la política educativa”, sobre el sistema educativo o sobre la institución escolar
específica- mente. Quienes
aspiran a mejorar las condiciones de enseñanza piensan, en primer lugar, en los docentes y quienes piensan
en mejorar
las condiciones de aprendizaje de los
pobres piensan en becas, subsidios, comedores escolares. Todo, en definitiva, dentro del mismo “sector
educativo”.
No obstante, la educación no depende ni se puede cambiar solamente desde adentro de ella misma, pues el grado
de desarrollo de un país y las condiciones básicas para aprender y para enseñar, dentro y fuera del sistema escolar, no dependen de la política
educativa sino de Las Políticas,
de La Gran Política
en su conjunto. La política económica, la política fiscal, la política social, la política
exterior, la política de cooperación internacional,
inciden en la educación tanto o
más que aquello que solemos llamar “presupuesto educativo” y
“política educativa”. De
hecho, el grado de interés de un país en la educación no
debería medirse solamente
a partir del porcentaje
del PIB que el país destina formalmente a
educación –como viene haciéndose
en las estadísticas convencionales sino del porcentaje
del PIB destinado a satisfacer las necesidades básicas de la población –trabajo, salud, vivienda, bienestar social, seguridad, etc.– pues todas ellas son condiciones fundamentales para aprender y para enseñar, así como para
utilizar productivamente lo
aprendido.
La educación es el espejo de
una sociedad:
en ella se reflejan y
a la vez ella condiciona la situación económica, social y política de un
país, los valores, la ética, el entramado cultural, las expectativas y aspiraciones de la sociedad, la calidad de su liderazgo, la densidad de sus instituciones, el nivel
de conciencia, cohesión
y participación social,
la presencia o ausencia de un proyecto nacional
de media- no y largo plazo. La “política educativa”, por
ello, no compete únicamente a
un Ministerio, sino que se decide en el conjunto de políticas que afectan a
la educación, incluida
la política exterior.
Compartimentar la Educación y
compartimentar la Economía, naturalizándolas como ámbitos diferenciados de pensamiento y acción a
cargo
de sujetos/instancias también
diferenciados es funcional
al modelo que reproduce la
pobreza, la desigualdad y la educación de
mala calidad para los
pobres.
Los
vicios
de la mentalidad sectorial
• Impide captar la totalidad y comprender la complejidad, multicausalidad e
interdependencia de los fenómenos, a la cual aspira el conocimiento científico y
la acción social y política para ser eficaz.
• Compartimentaliza (en vez de articular y
buscar la sinergia en)
todo: el Estado, la
sociedad civil, las políticas, las
instituciones, los grupos de presión, la
información y el conocimiento, las especialidades, la cooperación internacional.
• Fragmenta
y debilita el espacio público,
atribuyendo roles y ámbitos fijos a cada Ministerio y a sus respectivas contrapartes nacionales e internacionales, impidiendo una visión de conjunto acerca del funcionamiento
y rol del Estado, de la economía, de
la educación, de la “ayuda internacional”, etc.
• Debilita
la organización social,
pulverizando las identidades y
organizándolas por demandas y reivindicaciones específicas, que se hacen y
eventualmente satisfacen sectorialmente
(los docentes reclaman educación, los campesinos tierra, los desempleados trabajo,
las mujeres igualdad de los géneros, etc.) en lugar de integralmente como derechos económicos, sociales y culturales.
• No ve al territorio,
a la comunidad local, al país, como un todo;
a través del lente sectorial no se puede visualizar como meta el desarrollo comunitario, el desarrollo local,
el desarrollo humano.
• Resulta
en investigaciones parciales
y en intervenciones ineficientes porque
limita el horizonte, fijando la
mirada en el proyecto, el programa, el
corto
plazo.
• Fragmenta
a la propia educación,
generando múltiples “educaciones” (muchas de ellas hoy convertidas en los llamados “temas
transversales”): educación para la salud, para el trabajo, para la
sexualidad, para el medioambiente, para la paz, etc., todas las cuales deben ser consideradas parte
de la educación general y de
una buena educación básica de toda persona.
La mentalidad sectorial, reforzada hoy por el culto a la especialidad, es un viejo mal alimentado
desde
todos los lados: agencias
internacionales, gobiernos, organismos no-gubernamentales, movimientos sociales. Todos
están organizados y
trabajan por “sectores” temáticos (economía, salud, educación, medioambiente, trabajo, etc.)
o bien por
edades (primera
infancia, edad escolar, jóvenes, tercera edad, etc.)
o por identidades (mujeres, poblaciones indígenas, migrantes, discapacitados,
desplazados, refugiados, infectados por el HIV/SIDA, etc.). A esto se añade la tendencia hacia la hiperespecialización, que segmenta
cada sector en subsectores y cada tema en
subtemas. Así, vemos cómo la infancia se fractura cada vez más24: hay
programas y políticas sólo para niñas, o para determinadas edades (0-3, 3-6, 5-6, adolescentes, alumnos con
“sobre-edad”, etc.), o para determinadas identidades (niños trabajadores, niños de
la calle, niños en la calle, etc.), todo ello cruza- do
además por las
usuales distinciones urbano/rural y
por las
nuevas distinciones pobre/muy pobre
(organización de la población por
deciles y niveles de pobreza). Este aparato de desmenuzar a las personas, a
la
realidad y al conocimiento, crea instituciones, políticas, programas, presupuestos, burocracias y especialistas para cada pedazo.
De
hecho, es práctica común en las agencias internacionales, gobiernos y organismos de la sociedad civil, organizar los informes y
documentos por temas o
sectores. Al funcionario, investigador o consultor especializado en un determinado tema, se
le pasa solamente el
capítulo referido a ese tema, no
el documento completo.
Del “experto” se espera que opine sobre
un pedazo de la realidad y que saque conclusiones e
incluso haga recomendaciones únicamente mirando ese pedazo, sin
que
resulte evidente la necesidad de tener una visión
de
conjunto (de
la realidad, del plan, de la política social y económica, etc.). Muchos aceptan la
alienación de esta tarea en
nombre de
la eficiencia –ahorra tiempo– y
la especialidad. No obstante, esta manera de aprehender la realidad
y el conocimiento “por retazos” produce informes, políticas, planes y currículos incoherentes, con diagnósticos y propuestas para un
“sector” o
una materia que contradicen los de otro sector o materia. De
todos
modos, pocos llegan a percibir estas incoherencias pues, a su vez, sólo leen “su”
respectivo capítulo o texto. La
aspiración a captar la totalidad
y la posibilidad de acceder a ella se aleja cada vez
más del ciudadano común e incluso del especialista y queda cada vez más como un privilegio de los círculos cerrados de poder a nivel
nacional e internacional.
A la tendencia hacia la (hiper)especialización que ha
dominado en
los últimos años, viene oponiéndose hoy la propuesta de
volver
a la formación general, profundizándola y consolidándola y
postergando
hasta donde se
pueda
la elección de una especialidad o de una
carrera. La cultura disciplinar viene siendo cuestionada y
se avanza cada vez más hacia la
trans-disciplina.25 Desde todos los costados, en fin, se afianza la necesidad de recuperar la
noción de sistema (la relación entre
el todo y las partes), un
concepto clave
a ser comprendido y trabajado en toda institución y
proceso educativo, desde la
infancia hasta la edad adulta
(Morin 1999).
Avanzar en igualdad y
calidad educativas como derecho
de todos implica ampliar la visión
sectorial y escolar, comprendiendo que se trata de un campo de pensamiento y
acción multi- y transectorial.
La UNESCO (2005b)
no debería seguir insistiendo a los países que no cumplirán con las metas de la
Educación para Todos
hasta el año 2015 “a menos que cambien
sus políticas educativas”, sin mencionar una palabra acerca de los cambios necesarios en la política
económica y en la política social en su conjunto. No
debería sorprender que, a
pesar
de las
sucesivas reformas educativas, del creciente endeudamiento externo y
de la multiplicidad de
políticas y proyectos
compensatorios ensayados a lo largo de estos años, no se haya dado la
esperada “mejoría de la calidad de la educación (pública)”. Mientras
no se avance en
el “alivio de la pobreza” y
la reducción de las desigualdades,
la política educativa no puede lograr lo
que
corresponde asegurar a
la política económica y
a la política social: escuelas que reciban
a alumnos con hogar, alimento,
nutrición, salud, vivienda, seguridad física y emocional, ingreso y sustento familiar garantizados.
24 Recordemos que la Convención sobre los Derechos del Niño llama
“niño” a alguien
desde los 0 hasta los 18 años
de
edad.
Dentro de este rango caben
los que muchos segmentan en niños, adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes.
25 Ver por ejemplo en la bibliografía la “Carta de la Transdisciplinariedad” (Charter of Transdisciplinarity) del CIRET (International
Center for Transdisciplinary
Research), que realizó
su primer congreso en Portugal en 1994.
El doble filo de la “educabilidad”
En este sentido,
el concepto de “educabilidad” introducido por el Banco Mundial en su documento de política educativa de 1996, retomado en
tiempos recientes
por otros organismos, debe tomarse con cuidado.
La “educabilidad” ha
sido
el marco para introducir las políticas compensatorias o de “discrimina- ción positiva” hacia sectores
pobres, proponiéndose inicialmente intervenciones en tres
áreas: nutrición (desayunos o pequeños lunches escolares para atender el
“hambre de
corto plazo”),
salud
(recomendándose priorizar las
infecciones parasitarias y los problemas de
visión
y audición,
considerados los problemas más comunes y
con incidencia directa sobre la asistencia y
la capacidad para aprender)
y la educación pre-escolar (como estrategia para compensar las desventajas de los alumnos de
familias pobres).
Del
mismo
modo que la “empleabilidad” ya da por inempleable a
una porción de la humanidad, la “educabilidad” alberga la posibilidad de considerar que hay
personas y grupos educables
e ineducables y de atribuir a
cada educando y a su familia la responsabilidad de su propio aprendi- zaje, reforzando así
la des-responsabilización por
parte de los sujetos e instituciones que deben asegurar las condiciones para ello
a cada nivel: escuela, sistema educativo, Estado, etc.
El “enfoque sectorial amplio” llega
tarde…
Desde fines de 1990
el Banco Mundial viene proponiendo e
implementando en los países el llamado enfoque
sectorial para la educación (sector-wide approach-SWAP), visto
como una superación y una rectificación de
su anterior enfoque de
proyecto, hoy
reconocido por
el BM como un error (Ver Recuadro 5). El enfoque sectorial puede suponer un
avance frente a la pulverización institucional y programática que propulsó la “proyectitis”, pero tiene algunos
riesgos, como muestran
algunos estudios de caso y como viene
señalando la literatura crítica26:
a)
tal enfoque viene a sectorializar la
educación en un momento en que se
reconoce la necesidad de superar los enfoques sectoriales así como la especialización;
b) el “sector” no es tal, pues por
lo
general se
incluye solamente la educación formal, dejando afuera a la educación no-formal e
informal; asimismo, por lo general, no
se incluyen los tramos inferiores y superiores de la educación (educación inicial o infantil, educación universitaria).
c) ha
incrementado el poder del BM sobre las demás agencias internacionales, que se ven compelidas
a aceptar su
hegemonía dentro de un paquete y un pool de recursos.
d) rigidiza la dependencia de los países clientes respecto
de las
normas y condicionalidades
de la cooperación internacional, que pasa a
actuar como bloque.
26 Ver entre otros en
la bibliografía: Freeman y Doho, 2003; Samoff 2004; Torres
2003.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
ÁNIMO: TODAS Y TODOS TIENEN LA PALABRA...COMENTEN...