LA TECNOLOGÍA,
LA(S) CULTURA(S) TECNOLÓGICA(S) Y LA EDUCACIÓN POPULAR EN TIEMPOS DE
GLOBALIZACIÓN*
Entre
el pensamiento único y la nueva crítica
(Palabras
iniciales de un tema en construcción)
Marco Raúl Mejía J.**
“Afirmar que estamos en medio de una
revolución es quizás nadar contra la corriente en un océano tormentoso, pues, a
primera vista, no hay nada que pueda aparecer menos revolucionario que los
tiempos que estamos viviendo. El malestar en la modernidad quiere efectivamente
significar que entramos en un período que muchos denominan post modernidad,
caracterizado por el sin sentido de las cosas, en cuyo interior deambulamos sin
objetivos colectivos, ausentes de toda historicidad. Es como viajar sin ruta ni
plan ni destino. Pero –la pregunta es válida–: ¿no ha sido esa una
característica de los procesos revolucionarios? Un quiebre histórico profundo,
y eso es una revolución, produce desconcierto, desorden, perplejidad, y una
reacción casi instintiva es refugiarnos en nosotros mismos o en los restos de
una individualidad que sentimos amenazada por fenómenos que no logramos
comprender. Así se explica que el tono predominante entre muchos intelectuales
‘post modernos’ sea no sólo melancólico, sino, a veces, francamente depresivo.
Algunos me recuerdan a Poncio Pilatos, quien, según cuentan, fastidiado en la
calurosa y provinciana vida de Jerusalén, escribía a un amigo de Roma: ‘Aquí la
vida es insoportable; no sucede nada’. En ese mismo momento, pasaba, frente a
su ventana, montado en un burro, un hombre flaco llamado Jesús”.
Fernando Mires1
Hablemos de tecnología como una forma de
cultura
Cuando hablamos
de cultura nos estamos refiriendo a la construcción social de lo humano y en
ese sentido, la tecnología es una construcción humana y una forma de cultura
que se caracteriza por la capacidad de entender, predecir, y controlar los
fenómenos que rodean al ser humano. En ese sentido, la cultura es más general,
en cuanto abarca todas las relaciones sociales, los fines que la sociedad se
traza, así como los motivos para realizarla.
Por ello
pudiéramos afirmar que la tecnología está en la cultura, pero no es idéntica a
ella siendo la tecnología una manera de las muchas que existen para
materializar la cultura. Si reconocemos esto, encontramos que el conocimiento
científico es también una creación cultural, no tiene una fundación ontológica
en la naturaleza humana, es decir, no es una forma superior del conocimiento,
sino una forma específica desarrollada en una sociedad particular a partir de
una serie de necesidades y opciones que se toman en un momento determinado.2
Por ese camino,
tomo un atajo para explicar por qué la tecnología no es un mundo que
corresponda sólo al conocimiento científico y a la representación científica de
él, sino que corresponde a un cierto nivel de desarrollo de lo humano.
Cuando en algún
momento del largo período de hominización algún homínido en las distintas
versiones que se ha representado la existencia de éste sobre la tierra:
australopiteco africano, homo erectus, homo habilis, homo sapiens, homo sapiens
neanderthalis, recogió algún objeto de la naturaleza para usarlo como
prolongación de sus manos –bien sea para golpear a alguien, recoger una fruta
de un árbol, defenderse de alguna agresión– se inició una larga carrera que nos
llevaría desde las herramientas a los objetos tecnológicos, los artefactos, los
objetos técnicos a la tecnología misma.
En este origen,
es importante reconocer que para poder convertir ese elemento de la naturaleza
en una herramienta o un artefacto, como llaman otros, fue necesaria la
conjunción de cuatro aspectos:
un homínido, que fruto de desarrollos de su cerebro,
iniciaba un camino hacia lo humano;
un objeto, el cual era posible ser tomado y darle un
valor de uso
una representación mental con la cual transforma el
objeto por el valor de uso que le ha dado
una acción en la cual se crea y/o se transforma el
objeto, la representación y la intervención humana.
Cuando este
proceso se da, se ha producido una resignificación, se ha pasado del objeto a
la herramienta. Por eso no se está hablando del uso del objeto, sino de la
manera como se ha vivido un primer ejercicio de praxis para que el objeto pueda
existir bajo un entendimiento diferente. Y esto va a requerir unas condiciones
para que esa herramienta sea entendida como un nuevo elemento, que colocado
sobre la realidad nos habla no sólo de un artefacto, sino de un objeto sobre el
que se ejerce una acción y una reflexión. Es decir, cada vez que nos
enfrentamos a la pregunta por la manera como se constituyen los hechos que dan
lugar a lo tecnológico va a estar siempre presente el lenguaje como creador de
cultura y la posibilidad representativa, una capacidad intelectual de usar
estos aspectos en beneficio propio o del grupo y este grupo como comunidad de interlocución
y de construcción de esos procesos.
Un poco de contexto histórico
Existen largas
discusiones sobre cada uno de los momentos de estas concreciones. Para ello se
acude al mundo babilónico, egipcio y se podrían consultar textos que muestran
esos acercamientos.3
Sin embargo, por nuestra tradición, se ubica su desarrollo a partir del mundo
griego, como el lugar en el cual se intenta dar una organización de esos
fenómenos que van más allá del simple aspecto simbólico y en ese sentido, el
LOGOS nos habla de ese mundo que es conocible mediante el uso activo de la
razón y se diferencia de la PHYSIS, que se refiere a un mundo natural en el
cual nacer y crecer es común a todas las cosas. También se diferencia de
PRAXIS, que se refiere al obrar cotidiano con una reflexión base y a la TECHNÉ,
que se refiere a la técnica o al arte.
En ese sentido,
esta diferenciación va a ser el lugar de base desde el cual se plantea la
separación que posteriormente se va a realizar entre lo que sería una techné
como simple experiencia, de una techné que conoce el por qué y da
explicaciones, y de una tecnología que tiene no sólo las explicaciones causales
sino un saber específico.
Algunos autores
ven el origen de estas diferenciaciones en lo que Tales de Mileto señalaba como
las tres principales actividades del LOGOS:
NOUS, como
pensar
LOGOS, como
hablar
TECHNÉ, como
hacer
y posteriormente
con la integración de la EPISTEME, como saber demostrable y ciencia, van a
establecerse las separaciones de un mundo que tenía actividades distintas y
diferenciadas según el tipo de acción humana realizada.
Algunos autores4 plantean la necesidad de separar en la
constitución de la tecnología tres fases:
la empírica
la técnica
la tecnológica
Otros, en cuatro
o cinco. Por ejemplo, Ortega y Gasset5 señala cuatro:
la del azar
la artesanal
la técnica
la tecnológica
en el sentido científico del término
He tomado estas
dos visiones cruzándolas para hacer la siguiente caracterización:
La del azar, que se caracteriza por tener muy pocas técnicas pero
las que existen se pueden diferenciar de las humanas, no hay especialistas, las
resignificaciones son inconscientes. En ese sentido, se puede decir que inventa
por casualidad, se lo encontró, pero no sabe que puede inventar. Por ello, lo
nuevo surge fruto del azar.
La empírica. Es vista como una experiencia derivada del hacer, se
realiza pero no se conceptualiza. Por ejemplo, el dominio del fuego y las
primeras formas del control técnico de él; el dominio del lenguaje. En ese
sentido, se puede reconocer que saben que las cosas existen y trabajan con
ellas. Saben hacer las cosas, pero no existe una conceptualización que explique
y dé cuenta de los procesos. El material para hacer ese proceso es propiciado
por la naturaleza y el resultado son primeras representaciones que se hacen de
la misma naturaleza. Los vestigios de esta etapa se reconocen en los productos
de barro.
La artesanal. El ejemplo que se utiliza es cuando ya fruto del
dominio del fuego y de los metales se hacen productos de cobre. Son técnicas
que también son artes, que va a ser la raíz de las palabras artista y artesano.
Es el tiempo de los artefactos y aparecen las primeras formas de producción
artificial. Se conoce el por qué y se dan explicaciones causales. Es un
conocimiento que puede ser enseñado. La transmisión de ese saber se hace por
vía oral y aprendizaje directo y ya aparecen las diferencias de estilo.
Se sabe hacer
las cosas y los por qué de hacerlo de un modo o de otro. Su poder está en la
transformación de la materia, convirtiéndola en artefactos útiles usándolos
como herramienta. En esta fase, se requiere una elaboración del producto
natural y tiene como característica el que la mano desaparece como herramienta
directa. Va a hacerse representaciones de representaciones (se usa la
aritmética y la escritura).
La tecnológica. Es vista como un salto cualitativo en el saber
técnico. Se produce la simbiosis de la técnica-máquina con la ciencia. Su
desarrollo se basa en unos conocimientos obtenidos desde el proceso del
conocimiento científico. Es un saber que tiene techné, es decir, un hacer
sistematizado, y logos, un conocimiento específico sobre ese hacer, que
requiere una episteme, un saber que le da base y sentido.
Por ello el
logos no se halla en los instrumentos, es decir, en las máquinas herramientas,
sino en la estructura hipotético-deductiva de su discurso. Por ejemplo, Galileo
matematizó los aparatos de los artesanos y los transformó en instrumentos
científicos cambiando su naturaleza. Éste es uno de los ejemplos más bellos que
muestran cómo el único interés de la tecnología no es el producir y la
rentabilidad. La tecnología adquiere una cierta autonomía, ya que también
inventa y construye sus instrumentos retroalimentando la ciencia.
La mirada
tecnológica se construye a partir del renacimiento y se va a acentuar con la
modernidad.6
Dice Lévy Strauss7
que los griegos no la lograron porque sin física y la aplicación de ésta a lo
real, les era muy difícil establecer conceptos métricos que midan, comparen,
clasifiquen y realicen hipótesis deductivas. Desde allí y en etapas
posteriores, al momento de su gestación los materiales van a ser creados en el
laboratorio. Es el comienzo de los materiales no naturales y en los casos más
amplios las máquinas se convierten en extensiones del cerebro, dando paso a
todo lo que se ha denominado en este último período, la ciencia de la
artificialidad para referirse a los procesos tecnológicos.
Estas formas de
clasificar épocas van dejando la impronta en las metáforas que se usan para
explicar el funcionamiento del mundo. Así, por ejemplo, la idea de Dios ha
sido: “motor inmóvil”, “gran relojero”, “energía fundadora”, “gran
programador”, etc.
También es
importante hacer notar cómo ese desarrollo de esas distintas etapas o fases no
son lineales, ya que en ocasiones coexisten muchas de estas formas, generando
un desarrollo desigual. Esto es muy visible en nuestros países en los que al
lado de lugares de punta se encuentran formas artesanales, empíricas y en
muchas ocasiones todavía de conocimientos que se siguen desarrollando a partir
del azar, haciendo compleja la caracterización de la tecnología y su lugar en
los países y regiones.
Los productos tecnológicos
Este proceso da
pie a una nueva clasificación, en la cual la tecnología busca un lugar
específico y organiza una particular manera de ver, organizar y producir el
mundo a su alrededor y aparece con fuerza la diferenciación entre naturaleza y
tecnología, dando lugar a los productos tecnológicos,8 que se caracterizan porque no son copia de
la realidad natural, sino concreciones que han sido permitidas por un modelo
lógico-matemático y desde ese modelo no son tampoco ni modelos ni supuestos de
la manera como funciona la naturaleza, haciendo que los modelos que se elaboran
para hacer visible lo tecnológico se realicen desde intencionalidades y desde
intereses intelectuales y comerciales muy específicos.
Esa
diferenciación que se establece entre productos tecnológicos y naturales
colocan las siguientes características del producto tecnológico:
Es fruto de un ordenamiento artificial. En ese
sentido, es producto de una teoría y no de la naturaleza en sí;
es parte de la capacidad constructiva del ser humano,
que ordena conceptualiza, metodologiza y hace opciones valorativas;
recupera el acumulado social del conocimiento y por lo
tanto se realiza con el acumulado pre-existente en la tecnología misma;
se hace como aplicación de un modelo9 formal, que es propio del saber
tecnológico y no es una reproducción de una realidad existente;
la intervención en la naturaleza no es del modelo, es
de los saberes y los productos (máquinas herramientas que los tecnólogos han
desarrollado)
el saber tecnológico es una construcción de los
tecnólogos. En ese sentido, hay una reconceptualización de acuerdo a necesidades
e intereses.
La existencia de
estos productos como un mundo vasto y lleno de particularidades ha llevado a
plantear que esas cosas que hacen los tecnólogos y su reflexión sobre su
quehacer y sus fundamentos, comience a ser agrupado por algunos en lo que han
llamado la nueva ciencia de lo artificial, en la cual buscan darle una teoría
general a lo tecnológico, buscando acotar el campo específico de él para no
confundirlo con la cultura en su sentido más amplio y diferenciarlo del
conocimiento científico, y en un primer acercamiento plantean que lo artificial
es todo hecho construido por el ser humano más allá de lo que realiza para
cumplir sus actividades biológicamente condicionadas (alimentarse, recrearse,
etc.).
En algunos
autores, por ejemplo, Pierre Lévy10 , se muestra cómo en el proceso de
constitución de lo humano, el desarrollo del cerebro se da no como simple
modificación morfológica, sino en el uso de instrumentos que ampliarán la
capacidad motora y cognitiva de lo humano. Se utilizará tres instrumentos: a)
materiales, por ejemplo la rueda, los aminoácidos; b) los simbólicos: señales
de humo, moderna iconografía, etc.; c) intelectuales: raciocinio, formas
organizativas, etc., separación que ha permitido hablar de tecnologías blandas
y tecnologías duras.
El capitalismo, una forma de mirar la
tecnología
En esta primera
fase de la evolución de la tecnología, se desarrolló una visión sobre ella en
la cual tanto ella como el conocimiento científico eran objetivos, y por
derivarse de la observación de los hechos o por derivarse de la aplicación del
conocimiento científico, la tecnología sería independiente del contexto,
concepción que ha desarrollado durante bastante tiempo hasta nuestros días la
visión positivista sobre el conocimiento y sobre la tecnología. Para esta
visión, el desarrollo tecnológico va a presentarse como un desarrollo
evolucionista en forma de progreso lineal y en últimas determinado por
decisiones racionales, y allí el cambio tecnológico se desarrolla sobre sí
mismo y sólo es explicable en función de él mismo.11
Esta reflexión
toma dos vías, una en la cual la evolución, que es lineal y progresiva opera
por selección natural. Hoy nos encontramos por tanto en un punto máximo de su
desarrollo y lo anteriormente desechado es parte de esa selección que se hizo.
Todo estaba dirigido a que tuviéramos el máximo desarrollo en el mundo de hoy.
La otra posición, de cambio tecnológico, lo ubica como una actitud racional
orientada a fines. Siempre hay múltiples caminos y lo que se hace es hacer una
elección de lo que se considera lo mejor dentro de unas opciones posibles.12
En una visión
crítica, el conocimiento está socialmente constituido y en ese sentido, la
ciencia y el pensamiento científico, es una forma más dentro de una amplia gama
de culturas del conocimiento y cuando se está frente a un producto del
conocimiento, nos encontramos con un proceso socialmente construido que emerge
desde la interacción de actores que lo constituyen desde procesos discursivos,
técnicos y concepciones en disputa. En ese sentido, se plantea la necesidad de
colocarle un contexto a lo técnico y a lo cognitivo y no dejarlo simplemente
como una evolución y como una selección de opciones. Desde esta mirada, la
tecnología y la ciencia implican procesos y productos que han sido construidos
en particulares condiciones históricas y son ellas las que han permitido que se
tome un camino y no otro.
Desde esta
mirada se intenta explicar por qué culturas de otras latitudes, que tenían un
mayor desarrollo tecnológico que occidente, los chinos, por ejemplo, no le
dieron continuidad y es occidente el que apropiado de ellos lleva a una
constitución de lo tecnológico como la base y fundamento de la constitución de
sus sociedades. Y en esa mirada se reconoce la manera como en la modernidad
tanto filosófica como económica, occidente asume una opción cultural básica: es
la de los valores que pueden ser alcanzados por vía de la razón instrumental.
Desde la razón
instrumental y fundada en una forma patriarcal de relacionarse con la
naturaleza, basada en la idea baconiana de control13 y por lo tanto la racionalidad
instrumental que antes estaba indiferenciada de la política, la cultura y de la
religión –y en ese sentido su desarrollo estaba limitado– adquiere el pleno
desarrollo en el potencial del conocimiento científico. Es el momento en el
cual se separa la esfera de la razón, que adquiere una independencia, y una
hegemonía, como saber predominante.
Esta razón
instrumental independiente de las esferas de control adquiere una autonomía que
la diferencia de otras culturas, dando origen a un proceso histórico de
construcción de un sistema científico y tecnológico en el cual la ciencia y
tecnología se separan de toda orientación normativa, diferentes al control
eficiente de la naturaleza y la sociedad y desarrolla un nuevo y original tipo
de conocimiento que tiene reglas propias, estableciendo la prioridad en la
producción, el trabajo, la predicción, el control y la abundancia material,
generando una racionalidad propia de tipo instrumental sin límite y control.
Además, teniendo como base el uso de la razón para el control de la naturaleza.
Esa
jerarquización del trabajo, transformando la naturaleza y el control sobre la
naturaleza forman parte de la naturalización capitalista de la maquinaria, en
la cual el mismo Marx va a caer, haciendo visible cómo este autor es parte de
la misma racionalidad en su visión transformadora. En el primer tomo de El
Capital, él va a ver cómo el desarrollo tecnológico va a estar controlado por
los empresarios y aún las mismas formas y el diseño de la maquinaria tienen que
ver con esa jerarquización del trabajo y control. Pero luego este autor va a
asumir el desarrollo tecnológico en su concepción lineal y naturalista, sacando
el problema de la máquina y desplazándolo al uso. El ejemplo más significativo
es el de los luditas, grupo que quería destruir las máquinas porque los dejaban
sin trabajo y Marx les mostraba que el problema estaba en las relaciones
sociales en que se inscribían las máquinas las que penalizaban el trabajo,
construyendo una objetivación de las máquinas.
Es a partir de
esa objetivación que se genera ese primer intento conceptual de separar la
ciencia como la teoría y la tecnología como la capacidad de hacer cosas,
objetos, con ese conocimiento. En ese sentido son situaciones objetivas que no
tienen tras de sí problemas ideológicos ni políticos, sino solamente una
racionalidad instrumental que debe ser respetada, en cuanto es ella en su
novedad la que crea lo nuevo.
Cuando
reconocemos que occidente asume esta manera de desarrollo de la tecnología como
una opción político cultural básica, estamos diciendo que pudo ser de otra
manera, que no es inevitable y que son posibles otras opciones. Es así como al
interior del mismo proceso occidental se da un conflicto de racionalidades
sobre el lugar del desarrollo y la tecnología, y en ese sentido se plantea que
la cultura tecnológica no es por lo tanto la sola expresión universal de las
potencialidades humanas ni tampoco un conjunto de instrumentos neutrales
compatibles con cualquier meta o propósito que cualquier sociedad pudiese
definir. Por lo tanto, se reconoce que estamos frente a un hecho social en el
cual están implicados los intereses de los grupos que la desarrollan desde lo
incompleto de los conceptos científicos que subyacen (ciencia en construcción)
y la posibilidad de transformación de lo existente a partir de nuevos
hallazgos.
Desde estos tres
elementos aparece muy claramente que definida la estructura, grupos sociales
diferentes y con intensidad de poder organizado respecto a sus ejecutorias
definen los problemas que deben ser desarrollados y las líneas y los caminos
que han de tomar tanto la investigación como los productos técnicos,
herramientas o artefactos que se estén desarrollando. Es desde allí desde donde
es posible decir que estamos frente a construcciones sociales de base
científica y tecnológica y que de la manera como los abordemos dependen también
los caminos que toman nuestras concepciones y nuestras prácticas en el campo de
la tecnología.
Como vemos,
aparecen diferentes concepciones que intentan explicar el lugar de la ciencia y
la tecnología, así como su entendimiento, su origen y su particular lugar en la
sociedad de hoy. Y es desde ahí que se requiere un análisis detallado de lo que
nosotros hacemos como educación técnica, educación tecnológica, educación en
tecnología, cultura tecnológica, formación tecnológica, porque en alguna medida
el uso de estas palabras es profundamente polisémico, ya que siempre están
referidas a lo que sería la concepción de ciencia, tecnología y sociedad en que
se mueven esas formas de entender la educación. Por eso, usarlas sin darse
cuenta a qué concepción de ciencia y tecnología corresponden y cómo entiende la
sociedad en que se mueven es un acto de ingenuidad, que se paga pasando al
bando de los idiotas útiles, en cuanto se sirve a concepciones de las cuales no
saben dar cuenta aquellos que las usan.
Para dar cuenta
de estas diferentes concepciones, demos un paso adelante en esta discusión caracterizando
algunas de las principales que se mueven hoy en el escenario del campo
intelectual sobre estos elementos.
Principales concepciones sobre
tecnología
La tecnología como ciencia aplicada
Esta concepción,
viene históricamente desde Bacon,14 concibe que la tecnología es una forma
superior y especial de la técnica y ella es ciencia aplicada, que supone el
conocimiento de la técnica y la toma como objeto. En ese sentido, la tecnología
aparece resolviendo los problemas prácticos y sus aplicaciones al conocimiento
científico.
Por eso, la
ciencia tiene como objeto el progreso del conocimiento y éste se realiza desde
explicaciones causales que deben ser conocidas a través de sus leyes y derivado
de ellas es posible generar procesos de predicción en la acción que me pueden
anticipar los nuevos lugares hacia donde se va si se aplican esos conocimientos
y, por lo tanto, al hombre le ha sido dado ese “don divino”, según Bacon, de
controlar la naturaleza.
Para esta
concepción, el conocimiento es lineal, va siempre en crecimiento y es quien
garantiza el progreso y elabora sistemas explicativos a partir de esas leyes y
principios generales. En cambio, la tecnología, tomando como fundamento esas
leyes, interviene en la producción buscando construir objetos tecnológicos y lo
hace transformando ese conocimiento en esquemas de acción o reglas de
procedimiento aplicadas para transformar y crear productos. En ese sentido,
busca efectos específicos con un máximo de eficacia.
La tecnología como acción con
instrumentos
En esta
concepción se movería todo el pensamiento pragmático desde su fundamento
en lo que hace humano al hombre es la
producción de artefactos que lo constituyen en homo faber. En ese sentido, la
ciencia aparece como constituida desde el hacer y es en la reflexión de éste
como se produce el conocimiento y a la vez se organiza la sociedad.
La acción de ese
hacer con instrumentos que da resultados visibles en las máquinas-herramientas
y en el mejoramiento del mundo y la misma tecnología se va a constituir en la
base del sistema social en su conjunto. Por ello, la sociedad humana va a verse
como un conjunto con desarrollos imperfectos que necesita que se le apliquen
tecnologías tecno-científicas del conocimiento y esto llevaría a que
resolviéramos todos los asuntos en una forma mucho más racional.
En esta
concepción, la tecnología es anterior a la ciencia, sólo que cuando la ciencia
se desarrolla engloba a la tecnología, llegando a los niveles actuales en los
cuales ella puede dar una explicación suficiente del mundo. Por eso para ellos
si esos resultados en el campo científico se llevaran a otros campos, esa
tecnología experimental colocada en los demás ámbitos del quehacer humano,
viviríamos en un mundo cada vez mejor. En algunas de sus visiones, conducen a
la ingeniería social.15
La tecnología como aplicaciones
prácticas del conocimiento
En esta
concepción se utiliza la metáfora de la lupa, señalando que así como ésta
permite ver objetos pequeños invisibles a simple vista, la ciencia aparece como
un campo múltiple y complejo que da cuenta de las variadas y diversas
construcciones de lo humano y natural. En ese sentido, existen múltiples
acciones y en un campo reducido quedan unas de ellas: son aquellas prácticas
que se mueven en la esfera del conocimiento.
El conocimiento
y la sociedad tienen una acción que se da en el contexto. En ese sentido, este
contexto siempre es más amplio y debe ser siempre recuperado cada vez que se
hable de ciencia o tecnología. Una de las maneras de hacerlo es ver al ser humano
entero bajo la luz de la tecnología y allí él podrá darse cuenta de la manera
como ella actúa en los más variados lugares de ese contexto. Para observarla es
necesario producir una focalización en los lugares donde ella se da.
La tecnología
aparece en esta visión como la aplicación a un campo específico del quehacer y
por lo tanto es limitada, en cuanto se refiere a aplicaciones que se dan en
distintas esferas de la acción humana.16
La tecnología como producción de lo
necesario (superfluo)
El ser humano
para esta concepción marca la diferencia entre todos los animales, en la manera
como puede alejarse intelectualmente de sus necesidades inmediatas y esto le
permite influir e inventar en las circunstancias que se le presenten en su
mundo del día a día. Por eso siempre es proactivo, está en condiciones de crear
e inventar y éste es el origen de la ciencia. Pero además, él busca bienestar y
seguridad y para lograrlas se propone un programa que procura cumplir.
La acción está
dada por las circunstancias. Ellas las crea el ser humano. No son dadas, como
se presentan para el animal y las crea a través de una serie de acciones en
donde entran procesos complejos de representación que dan lugar a respuestas no
necesariamente programadas que entran en el campo de la creación.
Por eso, el
conocimiento se da desde las necesidades propias del ser humano y a medida que
las satisface se ve obligado a elaborarlas y desde esas circunstancias crea un
conocimiento que es profundamente social. Por ello, la tecnología va a aparecer
como una ruptura con lo natural, que a la vez le impone un cambio a la
naturaleza misma. En ese sentido, la tecnología es la adaptación del medio a
las necesidades humanas. Es la producción de lo superfluo que hace real la
emergencia de lo artificial como creación humana.17
La tecnología crea lo que no existe y
es diferente a la ciencia
En esta
corriente en que se mueven algunos físicos con trabajo específico en
tecnología, se muestra cómo la ciencia se va a encargar de estudiar lo que
existe a partir de las causas eficientes y presentan cómo por ejemplo los
chinos crearon grandes inventos de mucha innovación tecnológica de punta; y en
todo el mundo y en la racionalidad china no existe nada comparable a la idea
occidental de ciencia. Por eso esta concepción se presenta como una reacción al
cientificismo, como si la tecnología fuera ciencia aplicada, señalándole que
esa es una idea muy limitada en cuanto sería sólo para tecnologías productivas,
pero deja por fuera todas las otras tecnologías.
Para ellos la
acción siempre va a tener una modelización de las formas técnicas derivadas de
las diferentes formas del conocimiento. En ese sentido, existe una relación
entre conocimiento y sociedad, ya que los dos se crean mutuamente, según
finalidades y valores de la misma sociedad. Desde ahí explican la diferencia
entre la ciencia china y la occidental. La tecnología busca crear objetos
tecnológicos según esas finalidades y tiene una lógica y un desarrollo propio
específico, diferente al de la ciencia, así en algunos momentos se encuentren.18
La tecnología es un hecho cultural de
tipo diferente al científico
En esta visión,
la simbiosis y las relaciones múltiples que se dan entre ciencia y tecnología
en este tiempo obedecen más a la especificidad de la revolución
científico-técnica que ha acompañado a esta última fase de la historia de la
humanidad. Sin embargo, no deben confundirse. Cada una tiene métodos y
propósitos específicos. En ese sentido, la ciencia tiene una matriz cultural sobre la cual se ha
constituido y sobre ella se desarrolla la tecnología usando lo que le conviene
o le sirve y en ocasiones dando su aporte a la ciencia.
Por ello, en
estos tiempos la acción está fundada sobre la investigación, que no es
comprensible como formalización de un concepto técnico o pragmático de la
ciencia. Esto es visible en la manera como la investigación tecnológica se ha
desplazado, fruto de otros intereses que la jalonan haciéndolo de la física a
la creación de nuevos materiales y sobre todo a procesos gestados en la
biología y en la bioquímica que dan resultados en la biotecnología.
Hay una
construcción del conocimiento que tiene impacto en la sociedad, no directa ni
inmediatamente y que son como subproductos de los grandes proyectos. Por
ejemplo, todos los circuitos integrados vienen de tecnología espacial aplicada
en la nave Apolo que alunizó en 1969.
La tecnología
usa la ciencia, pero hay tecnología al margen de la ciencia y anterior a ella,
aunque en la actualidad la relación es más estrecha que en otras épocas. Hoy la
tecnología se desarrolla hacia la ciencia de lo artificial para referirse con
especificidad a sus creaciones. Por ello, no se puede afirmar que la tecnología
avance como simple aplicación de los conocimientos científicos previamente obtenidos.19
La tecnología como parte de la
estructura de poder de una época
En esta visión,
la sociedad misma es una hechura de la ciencia y tecnología, en cuanto han sido
gestadas y modeladas por ellas. Allí ocurre un fenómeno en el cual en ese mismo
proceso se retroalimentan los procesos de poder y dominación social, dado que
el capitalismo de esta época ha racionalizado las relaciones sociales alrededor
de las bases materiales de la sociedad, y creció y se desarrolló sobre los
fundamentos ideológicos y éticos del protestantismo.20
La ciencia
existente es el resultado de una serie de opciones racionales en este contexto
específico, lo que hace indispensable entender el contexto para poder dar
cuenta de por qué se desarrolló así y en ese sentido en todo proyecto
científico subyacen efectos reguladores ajustados a la forma de crecimiento y
control con intereses propios de quien agencia esos procesos.21
En ese sentido,
los contextos de acción operan en la lógica dominante en la sociedad, en donde
ganancia, acumulación y poder consumir envuelven la racionalidad de esa ciencia
en los comportamientos cotidianos. Por eso siempre hay una innovación
permanente, como una especie de “fuga hacia delante”. La sociedad siempre había
buscado una armonía, pero al cambiar la orientación sólo a fines racionales y
de acumulación, y lograr esto con eficacia y eficiencia, produce un
desplazamiento de otros sentidos del conocimiento, convirtiendo los medios en
fines.
Por eso la
tecnología actual es fruto del desarrollo de la sociedad capitalista, centrada
sobre esa racionalidad orientada a fines, produciendo un velo de intereses
sobre la tecnología y convirtiéndola en objeto legitimador del dominio de
quienes la controlan. Este dominio intenta ser ocultado por una ideología del progreso
tecnológico ilimitado, convirtiendo a la tecnología en factor de producción y
elemento ideológico, orientado por la relación de poder que le da sentido.
La tecnología como ciencia
experimental
En esta
concepción se diferencian las ciencias básicas –que son aquellas encargadas de
la teoría– y las ciencias aplicadas –que son aquellas que producen artefactos y
herramientas– derivado del proceso del conocimiento y la manera como se da
éste, fruto de los procesos de la microelectrónica. Para esta concepción hay
una ciencia que corre por vía de la física quántica y que se mueve más en el
campo de la teoría. En cambio, la ciencia experimental juega más en lo que
sería la primera ley de la termodinámica (la energía no se crea o se destruye,
sino que se transforma).
Desde allí se
reconoce que la acción del tecnólogo es una acción que organiza desde un
sistema de investigación propio un proceso que termina articulando
herramientas, máquinas, y productos terminados desde modelos que se establecen
y que tienen una base del conocimiento siguiendo un proceso de creación
tecnológica que hace primero el modelo, luego el diseño, la fabricación del
prototipo y la fabricación del producto para un uso ampliado.
Por ello se
reconoce que hay un saber tecnológico, que es una construcción de los
tecnólogos. En ese sentido, la producción industrial es mucho más aplicada y no
es la tecnología misma. Por eso, el tecnólogo o ingeniero incorpora su quehacer
teórico práctico, cuerpos conceptuales y metodológicos elaborados y aceptados
por la comunidad científica, buscando hacer la conversión de ésta a las
ciencias experimentales que le permiten construir los objetos tecnológicos.
La tecnología como construcción
permanente
En esta
concepción, el desarrollo tecnológico va a aparejado al desarrollo de las
ciencias y en ese sentido ambos son abiertos y pueden ir en múltiples
direcciones. Por ello no basta tener el resultado, sino que es necesario
averiguar también los fracasos por los que se pasó antes del resultado exitoso
de hoy, porque en ellos está parte de la explicación de a dónde se llegó y las
otras posibilidades que estaban abiertas y que se clausuraron al llegar a ese
nuevo lugar.
En este enfoque,
la acción que busca resultados teóricos o prácticos implica siempre procesos en
construcción y productos que son sólo resultado parcial de procesos más
amplios, y la transformación se produce a partir de los nuevos hallazgos y de
los caminos desechados. Igualmente, tiene una preocupación por encontrar el
nexo entre el artefacto construido y la relación con otros factores sociales,
económicos, políticos y científicos que constituyen el sistema en el cual
operan, ya que grupos sociales diferentes definen según sus necesidades e
intereses diferentes problemas con relación al artefacto en desarrollo.
Por ello, en
esta visión los artefactos tecnológicos son culturalmente construidos e
interpretados. La controversia tecnológica aunque se cristaliza no queda nunca
cerrada, ya que existirán preguntas que permitirán ir a otro lado. Para ellos
una tecnología importante crea primero el problema y luego lo resuelve, negando
el que sea simplemente resolución de necesidades y aspiraciones.22
Este intento de
agrupamiento pretende en una forma esquemática y con todos los riesgos de ello,
mostrarnos que operamos al interior de concepciones de que debo reconocer la o
las mías para poder entender por qué hago educación en tecnología de esa
manera; es decir, que opto dentro de un campo desde concepciones muy precisas.
(Ver Anexo al final del documento)
La tecnología replantea formas de
ser, pensar,
actuar, hacer y convivir
actuar, hacer y convivir
Uno de los
problemas centrales de entender la tecnología como cultura y como una forma de
ella misma, es que se le debe reconocer un nexo con la sociedad que la produce,
en cuanto ella es creación del proceso histórico que la ha gestado y a su vez
ella produce nuevas transformaciones en el mundo que comienza a gestarse con su
influencia. Por eso, como en la cita de introducción, a tanta gente se le hace
tan difícil interpretar los nuevos hechos o los interpretan simplemente en el
esquema bueno-malo o de catástrofe-paraíso. Por ello es tan importante
colocarle contexto al lugar donde acontecen esas transformaciones.
No sólo globalización, también
revolución del capitalismo23
Muchos autores
no sólo reconocen que estamos en un capitalismo con hegemonía financiera, sino
que comienzan a dar cuenta de la manera como el capitalismo actual supera la
crisis que se le había creado con la forma de trabajo fundada en el fordismo
(gran fábrica automatizada de trabajo fijo) y en ese sentido, toda la
revolución científico-técnica que se vive actualmente supera y produce una
ruptura con ese mundo llevando en su interior otros elementos de crisis. Ahí se
dan tres cambios fundamentales: la manera como existe el mundo, la manera como
lo conceptualizamos y la manera como se aprehende lo real.
Situación que
nos coloca frente a una realidad que cambiada tan radicalmente se hace difícil
reconocer para nuestras miradas anteriores, en cuanto hace insuficientes
nuestras concepciones y categorías. Por ello, consideramos que la
deconstrucción24
aparece como una herramienta que va a permitir reconocer las modificaciones,
las transformaciones y la crítica necesaria, para lograr los cambios que se
hacen indispensables y para instaurar la nueva crítica. La deconstrucción es
también una actitud permanente de cambio y de radicalización de la crítica para
construir las nuevas formas emergentes de emancipación construidas sobre
ideales de justicia, pero en las condiciones de un nuevo capitalismo.
Algunos autores
plantean que estamos en el fin de la era energética, que desde el neolítico
hasta nuestros días había logrado transformar la materia colocando su base en
fuentes de energía cada vez más poderosos: el fuego, el vapor, el petróleo, la
electricidad, la energía nuclear.25 Desde esta mirada, la revolución
microelectrónica coloca en crisis la economía, la sociedad, los procesos de
socialización y de forma más fundamental la civilización capitalista. Y esto lo
hace en un proceso en el cual ha logrado desmaterializar las fuerzas
productivas: trabajo y capital constante, haciendo que la energía más
importante de esta nueva formación sea el saber y el conocimiento acumulados,
pero ahora con una característica de disponibilidad que se hace inmediata por
vía de las tecnologías de la información y en ese sentido la más importante
fuerza de trabajo va a ser el intelecto.
Reconocido como
fuerza de trabajo, el ser humano se vuelve medio de producción en su totalidad.
Es a la vez capital, mercancía, trabajo y mercado. Es decir, vale sólo si
funciona como capital, por eso se gesta un proyecto en donde es y se le trata
como capital y sólo si se reconoce como tal puede entrar en un proceso de
valorización. Igualmente, se le va a dar si es capaz de inscribirse como
necesario a un proyecto transnacional.
En esas
condiciones aparecen los estados virtuales, sin territorios, ni fronteras, ni
distancias, ni ciudadanos. Un estado global donde el capital financiero y las
formas transnacionales comienzan a plantear que no van a admitir regulaciones y
que a partir de ahora son ellas las que colocan las nuevas condiciones. Una de
sus características principales va a ser la manera como, derivado del cambio,
organiza otras formas del trabajo que algunos han llamado el fin del trabajo
asalariado y el inicio del post-asalariado.26
Modificaciones en el mundo del
trabajo
El desarrollo
del mundo tecnológico y la creciente automatización van a tener como
consecuencia la desocupación tecnológica, ya que se produce un desplazamiento
del proletariado industrial y en el mismo sector de servicios la cada vez mayor
tecnificación va a generar un proceso en el cual el trabajo humano tradicional
desaparece como necesidad vital. Ese trabajo simple, que Marx había denominado
como el gasto de la simple fuerza de trabajo que cualquier persona posee en su
organismo sin necesidad de educación, va a sufrir a partir de las máquinas un
proceso en el cual la idea de trabajo es llevada a unos replanteamientos
básicos, produciendo un nuevo asalariado de élite y numéricamente muy poco, y a
su vez una precarización del trabajo.
Por eso, cuando
nos encontramos en el mundo de hoy frente a fenómenos como la desocupación, la
marginación, la desvalorización subjetiva, la creciente violencia, el aumento
de la delincuencia tanto en el mundo del norte como del sur, no estamos frente
a un simple fenómeno marginal, sino frente a los elementos centrales de un
nuevo capitalismo que ha jugado a la concentración de la riqueza producida por
las máquinas abandonando los viejos planteamientos liberales de salario pleno,
ingreso a todos los núcleos familiares y redistribución de la riqueza.
En ese sentido,
es difícil para alguien con mente muy fija y categorías muy cerradas entender
que estamos en la emergencia de otra forma del trabajo, distinta a lo que se ha
visto en los últimos tres siglos de revolución industrial centrada sobre las
energías naturales y la fuerza de trabajo humana. Ese cambio va a exigir
replantear muchas de las teorías que nos acompañaron, las formas de organizarse
y luchar, así como quiénes son los actores que generan esos nuevos procesos de
resistencia y transformación.
Miremos algunos
elementos que constituyen esa forma de trabajo:
Del fordismo al post-fordismo y el
toyotismo
Hay una forma de
organización del trabajo que paulatinamente ha desaparecido. El fordismo, con
sus rigideces, va a ser suplantado rápidamente por las nuevas reglas que son
colocadas en un mercado que se mueve con otras características. El modelo anterior
es demasiado rígido para un capital que se mueve fruto de la revolución
microelectrónica a otras velocidades. Rápidamente se hacen obsoletos su trabajo
parcelado y en cadena, su demora en planificar nuevos productos, su
organización administrativa rígida, sus especializaciones extremas de la mano
de obra, sus excesivos costos de almacenamiento.
Ese mundo es
transformado por otras reglas, en donde el imperativo de la competitividad abre
brechas en el derecho al trabajo. Es un nuevo contrato de trabajo en el cual la
empresa le ofrece una nueva identidad y una forma de trabajar, desde donde hace
la adhesión que lo vincula a la sociedad global. La empresa es su proyecto
común. Por ello, no hace huelga. Si adhiere a un sindicato, es el propiciado
por la misma empresa. No hay negociaciones, todo se arregla por consenso. Su
pertenencia a la empresa lo hace miembro de una gran familia. Su subjetividad
es construida desde los fines y valores de la empresa. La fábrica se le vuelve
un todo inteligible, en donde él es actor y en ese sentido cada uno se siente
fabricante, tecnólogo y administrador. Es el obrero polivalente.
El paradigma de
organización jerárquica es reemplazado por el de la red de flujos
interconectados, que son coordinados en sus nudos por colectivos
autoorganizados en los cuales ninguno es centro. Esto ha dado socialmente
origen a las nuevas organizaciones centradas en redes. Es un sistema de
autoorganización, a imagen del sistema nervioso que tiene como característica
ser descentrado. El ejemplo más claro de este conflicto se da: “Cuando
Matsushita, por ejemplo, le compró a Motorola su fábrica de televisores en
Chicago, procedió a dejar cesante a todo el personal jerárquico y sólo conservó
a los trabajadores directamente productivos. ‘Para los norteamericanos,
explicaba en esa época un gerente japonés, están por un lado quienes piensan, y
por otro quienes trabajan. Entre nosotros, los que trabajan son los mismos que
piensan y no tenemos necesidad más que de la mitad de los efectivos.’ Tras dos
años, Matsushita había duplicado tranquilamente la producción de televisores en
Chicago y reducido en un factor 50 el número de retoques necesarios.”27
Muy
imperceptiblemente ha quedado por fuera el obrero que por un salario cumple una
función mecánica incorporado a un proceso productivo que no controla y del cual
surge un producto que no podrá comprar por lo miserable de su situación. Ese
proletario trabajador alienado del pasado, que por esa condición se rebela
contra ella y da origen a todas las luchas sociales que construyeron durante
los dos siglos anteriores el mundo de los derechos sociales y la justicia
social, como elementos fundantes de regulación de la sociedad, y en ese
tránsito puede negociar la venta de su fuerza de trabajo, sus derechos sociales,
que como ciudadano prevalecen sobre los del patrónB busca la manera de
sustraerle al proceso productivo parte de su energía, acepta la alienación y
sabe que la negocia bajo derecho del trabajo, que lo constituye como
negociación colectiva.
Es decir, se ha
comenzado a dejar en parte aquello que Marx había llamado el trabajo abstracto
general, separable de la persona que lo ejecuta y que califica a los individuos
desde competencias sociales en general. Por eso, en este tiempo, su estatuto
deja de estar regido por el derecho al trabajo como parte de la superación del
trabajo abstracto. Es lo que algunos autores han comenzado a llamar la salida
de la sociedad del trabajo.
Pero también la
nueva subjetividad va a requerir otro tipo de competencias para un tipo de
organización industrial diferente, que al no estar centrado sobre el trabajo
fijo y de repetición, sino en las innovaciones continuas y variadas por la
diversidad de gustos y modas, mucho más desmaterializado en cuanto los
productos van a estar basados en la imagen, la novedad, el valor simbólico,
sometidos a una renovación permanente para poder competir, las competencias
también se transforman y allí la iniciativa, la creatividad y la autonomía dan
cuenta de esa otra característica del nuevo asalariado de punta y es la
flexibilidad para garantizar esa productividad.
Se crea el trabajo de élite
El toyotismo en
su fábrica de montaje final hace que aquellos contratados por las grandes
empresas sean un élite que tiene como característica el que se selecciona de
una manera super especializada. El trabajo directo pierde su lugar central y la
economía cada vez necesita menos de él. Curiosamente, en la punta de esa
pirámide está este tipo de trabajadores, pirámide que tiene dentro de sus
características construir las nuevas formas del trabajo bajo un proceso de
expoliación muy fuerte.
En los análisis
que se han hecho de estas fábricas, para el caso de la Toyota japonesa, en la
cúspide está sólo el 15% de la mano de obra de la fábrica y son quienes se
relacionan con el proceso completo y hacia la base aparecen 45,000 empresas que
funcionan bajo un régimen de subcontratistas cada vez más taylorizadas y tienen
como característica que cuando más se baja en la pirámide más bajo es el nivel
técnico, menos los niveles de capacitación, el trabajo es menos fijo y los
salarios más bajos.28
En este mismo
ejemplo se encuentran tres rangos: uno primero cubierto por 171 empresas
sub-contratistas que tiene un 25% menos del salario y produce sub-conjuntos;
luego 5,000 empresas subcontratistas de segundo rango, que realizan obras
compuestas y tienen 45% menos de salario que el primero; y a la base están
40,000 empresas subcontratistas de tercer rango que ofrecen piezas y tienen la
mitad del salario de los del segundo rango.
Para la
reestructuración de las empresas en las décadas del 80 y del 90, se adoptó un
modelo de reingeniería para la administración, en donde la tabla que se tenía
buscaba dejar sólo el 19% de los asalariados permanentes, y el 81% en un
trabajo temporal que se hacía según las horas del trabajo necesario, en algunas
ocasiones a distancia, y en la mayoría de las ocasiones sólo necesitaba de 20
horas semanales.
Esto se hace
visible hoy en esas economías en el lugar de los salarios. En Alemania, en el
año 1978, el 54% del ingreso nacional se derivaba de salarios; de ingresos de
capital el 22% y de prestaciones y jubilaciones el 23%. Para 1994, los salarios
ya eran sólo el 45%, y los ingresos del capital habían sido del 33%. Los
beneficios del capital aumentaron el 90% entre 1979 y 1994 y los salarios un
6%.
Se produce un
fenómeno en el cual los salarios de los niveles directivos altos se desarrollan
rápidamente y los salarios más bajos reducen sus ingresos. Durante los años 80,
los beneficios de las 500 firmas norteamericanas antes de aplicación de
impuestos aumentaron 92%. En 1987 sólo había sido del 61%, contra 22% en 1982.
Es visible la
pérdida del nivel del salario cuando se estudia esas 500 firmas más grandes de
EE.UU., en donde los 2/3 del crecimiento que tuvieron esas empresas fue
acaparado por el 1% de los trabajadores activos. En 1994 un director general de
una de estas empresas ganaba 187 veces más que un obrero. En 1992, 145 veces, y
en 1975 41%. Los 14 gerentes de Nike en norteamérica se ganan al año igual al
salario de 18,000 obrero filipinos. Es decir, la tecnología ha ido produciendo
un fenómeno de aumento de la riqueza sin redistribución. En Estados Unidos se
multiplicó por cuatro para los accionistas en el período 1987-1997.
Además, el
modelo político que se le coloca desde una aparente cientificidad de la
macroeconomía, plantea una disminución de impuestos sobre ingresos altos,
porque en ese escenario la competitividad muestra que es el ahorro de estos
sectores –que lo pueden hacer por sus altos ingresos– el que financia las
nuevas inversiones para la competitividad. Por eso, el total de los ingresos
fiscales en el mundo sobre beneficios han disminuido en forma asombrosa. En
1960 eran del 35%, en 1980 del 25% y en 1994 del 13%.29
Trabajo independiente contratado
El remate de la
flexibilización laboral, buscando una mayor ganancia del capital como se decía
anteriormente, castigando el salario y constituyendo lo que se ha llamado el
post-asalariado, convierte la remuneración laboral (en la pérdida del derecho
colectivo al trabajo) en algo negociable con los individuos. Por eso aparece un
mercado de trabajadores independientes y los empleos fijos son sustituidos por
situaciones de trabajo temporal o de tiempo parcial. Este trabajador
independiente entra a un mercado donde debe prestar el mejor servicio al más
bajo costo y en ese sentido se puede afirmar que cambian sus lógicas de acción
y de entendimiento de su mundo inmediato.
Este trabajador
del post-salario, cuando se ubica en un lugar específico para desarrollar su
actividad, sabe que es temporal y que el proyecto que se le ha encargado tendrá
un tiempo específico. En ese sentido, cuando piensa en su tiempo de ocio,
también es modificado porque lo debe realizar en el intervalo de dos proyectos.
Y entonces se da cuenta que le toca hacer el mismo trabajo que realizaba antes
sin las mismas seguridades y condiciones para efectuarlo, que no tiene los
mismo derechos sociales.
En
investigaciones realizadas, se ha encontrado que estos trabajadores independientes
no logran asegurarse un nivel de ingresos que le garantice su mínimo vital y
por ello se ven obligados a extender su jornada de trabajo con el fin de tener
ingresos que antes tenía de otra manera. Además, la pobreza y la disminución
del consumo se le aparece como una espada de Damocles a la que tiene que vencer
cada día.
En las
investigaciones en algunos lugares de Europa, se ha encontrado que tienen que
hacer más horas de trabajo. Por ejemplo, en Francia, los hombres están haciendo
jornada mayor de 48 horas en la semana un 70% de la PEA y el 50% de las
mujeres. Y en Europa la mitad de hombres y 1/3 de las mujeres (paradójicamente,
en las encuestas dicen que son más felices, no han interiorizado las nuevas
formas del trabajo). Esto muestra cómo con la introducción cada vez mayor de
tecnología, al existir menos empleo para todos, tiende a aumentar la dureza del
trabajo para cada uno. Por eso hoy nos encontramos en el mundo con 1,000
millones de desempleados y, curiosamente, una sociedad que necesita menos
empleos requiere ofrecer 1,200 millones de empleos para cubrir a la nueva
cohorte que ingresará al mundo del trabajo hasta el 2,025.
Paradójicamente,
ya hay cálculos que se han venido cumpliendo sobre la manera como se van a dar
menos empleos, derivado de la utilización de tecnología. En Estados Unidos, en
1993, existían 90 millones de empleados en el sector privado y se calcula que
para el 2000 deben haber desaparecido 25 millones. En Alemania eran 33 millones
y para el 2000 se calcula que deben haber desaparecido 9 millones. En el mundo
se calcula que la industria perderá en los próximos 5 años del 30 al 40% y el
sector terciario entre el 30 y el 50% de sus empleos fijos. Para aquellos que
todavía niegan el impacto tecnológico sobre el empleo, en Alemania entre 1993 y
1996 aumentó en 60% el número de robots, dejando un millón de obreros
calificados sin empleo y 60,000 ingenieros y científicos, a los cuales la
promesa de unos estudios calificados les garantizaría un empleo permanente, han
quedado en el desempleo.30
Precarización del trabajo
Un fenómeno
generalizado de los empleos independientes no es sólo el mayor tiempo que
tienen que trabajar, sino la manera como se ven en períodos de tiempo sin tener
un empleo, convirtiéndose en subempleados temporales permanentes (paradoja). El
crecimiento del desempleo en el mundo ha ido creando poco a poco lo que se
llama la civilización del “pensamiento único” y del mundo globalizado, que
corresponde a aquella parte de la humanidad que tiene menos de US$2 diarios de
ingreso para sobrevivir. Según el último informe de Naciones Unidas, hoy
corresponde a 2,800 millones de seres humanos, estando 1,200 millones en la
miseria absoluta.
Esta cadena de
nuevas formas de empleo ha llevado a que reaparezca la subproletarización, la
miseria y el trabajo a destajo que habían sido compañeras inseparables del
capitalismo fabril en el siglo XVIII y superadas por las conquistas sociales de
estos dos siglos. Allí aparecen también formas como contratos, formas
temporales de empleo, trabajos específicos que no tienen seguro social, ni
licencias, ni pago por enfermedad, ni formación, ni indemnizaciones por
despido. Es decir, personas que para poder vivir tienen que renunciar a ser
asalariados, restableciéndose unas condiciones sociales que aparentemente
habían sido superadas históricamente. Curiosamente, las condiciones de vida de
los sectores más pobres del antiguo tercer mundo se extienden por el primer
mundo.
El lugar donde
más se precariza el trabajo es en ese antiguo tercer mundo. Se calcula que los
asalariados más pobres que corresponden a la mayoría de población, tienen un
ingreso medio entre US$ 40 a US$120 mensuales a través de los procesos de
maquilas y precarización del trabajo que muchas de las transnacionales van a
buscar en esos países (desterritorialización de las grandes empresas y la
producción capitalista). Es así como la Nike31 y la Reebok han trasladado sus fábricas
de zapatillas deportivas por Filipinas, Indonesia, China, Vietnam, llegando a
que hoy el costo salarial de un par de dichas zapatillas sea de US$1.66 –cuando
en los países del norte costaba entre US$8 y 12–, que luego se venderá en
cualquier mercado por US$70. El lugar más visible de esta precarización es que
cerca del 80% de estos nuevos empleos son cubiertos con mano de obra femenina,
que gana 1/3 menos de la masculina y tiene posibilidades de trabajar más horas
sin apelar a formas organizadas.
Este fenómeno
que se extiende hoy a través del mundo, en una reciente investigación se
muestra cómo en Gran Bretaña el 95% de los nuevos empleos son precarios. Allí
mismo se muestra cómo en Campinhas, señalado como uno de los principales polos
tecnológicos de América Latina en Brasil, que además es responsable del 9% del
PBI, el 40% de sus habitantes tienen ingresos insuficientes para adquirir la
canasta mínima adecuada. Uno de los fenómenos que muestra la particularidad del
hecho tecnólogico y su incidencia en los cambios de estos tiempos, es que en el
mundo del sur muchas de las maquilas están más tecnificadas que las fábricas en
el norte. Este fenómeno se hizo visible a raíz del tratado de libre comercio,
en el desplazamiento de fábricas de Canadá y EEUU a México y en parte del
enjambre de maquilas centroamericanas.
Como vemos,
estamos saliendo de la sociedad del trabajo en los términos que fueron
entendidos por los principales pensadores del capitalismo y de la crítica a
éste. En forma paradójica hoy asistimos al surgimiento de un capital que anula
el trabajo. Primero lo anula como derecho y luego con productos que cada vez
contienen menos trabajo que en su versión tradicional. La clase obrera, que en
el manifiesto comunista no tenía nada que perder sino sus cadenas, hoy corre el
peligro de perder su trabajo. Aquello que le dio razón a sus luchas y a sus
sentidos. Esta pérdida de la centralidad del trabajo en una economía que cada
vez necesita menos de él, llega a ser calculada por algunos en que se podría
garantizar la totalidad de la producción con el trabajo del 2% de la PEA.
La industria
surgida de la tecnología ha cumplido plenamente su función. Ha forjado un
trabajo para que haya menos trabajo y para garantizar que tampoco haya salarios
para todos, consumando la venganza del capital contra el trabajo a partir de la
nueva base tecnológica flexible. Todos somos desempleados y subempleados en
potencia, precarizados, temporales, entramos en los vaivenes de un trabajo y un
ingreso discontinuo. Acá queda todavía mucha tela por cortar. El camino apenas
se abre y la fase de monopolización intensa muestra cómo emerge un nuevo mundo
frente al cual las tareas y las luchas por la justicia adquieren otras
características. Las 37,000 firmas más grandes controlan los 2/3 producción
mundial y el 40% de los intercambios comerciales. 370 firmas financieras de
esas 37,000, es decir, el 1%, controlan el 50% de los activos financieros. 50
bancos controlan las transacciones cotidianas y mueven US$1,400 millones de
dólares, controlando el 90% de transacciones sobre productos derivados.
Estamos en el
paso de una era a otra. Se rompieron los modelos sobre los cuales ha funcionado
el mundo del trabajo. Se le propone a los trabajadores encontrar nuevas formas
de reapropiación, pero sus luchas quedan planteadas en los términos
tradicionales. Apenas pequeñas formas de resistencia comienzan a mostrar la
punta de un iceberg que está por emerger en nuevas luchas que tendrán que
aprender que el conflicto está en todas partes y su auscultación para
enraizarlo en la sociedad es tarea de todos. Las formas organizativas no
estarán ya más únicamente centradas en los lugares de trabajo y en la defensa
de la mano de obra que ocupa trabajo estable. La producción deja de ser el
lugar del conflicto trasladándose a todos los espacios. Hoy la información, el
lenguaje, los modos de vida, los gustos, las modas, son configuradas y
producidas por el capital bajo formas cada vez más complejas: el comercio, el
estado, los medios de comunicación; y allí se cuecen las nuevas subjetividades,
las nuevas identidades de los individuos que iniciarán las nuevas marchas de la
resistencia.
El tecnócrata como nuevo sujeto de
poder
Aparece un grupo
social que desde el control que tiene de lo técnico y de lo artificial se
convierte en el detentor del poder social. Este grupo va a generar la
justificación de sus decisiones ya no por la jerarquía en el lugar burocrático
en el que está, sino que hace una elaboración a nombre del carácter científico
de la función que ejerce y desde allí deslegitima otras formas de
comportamiento y de acción. Para dicho grupo, la toma de decisiones técnica
tiene una neutralidad valorativa y se decide en forma pragmática por lo más
racional y acorde a la racionalidad tecnológica, estableciendo una crítica a
los conocimientos no científicos y un ataque a otras dimensiones simbólicas del
mundo de la vida que no correspondan a esa racionalidad.
Esta conciencia
tecnocrática hace una reducción del poder político a una administración
racional y a una toma de decisiones orientada por la cientificidad que está a
la base de aquello que se tiene que decidir. Por ello, la política pasa a
ocuparse de asuntos técnicos y su toma de decisión siempre se hace en un
horizonte de conocimiento y de técnica. Desde allí se plantea que no van a
existir grandes opciones en el mundo de hoy respecto a los fines de la
sociedad, ya que, a lo que hay que reducir sus debates en los asuntos públicos
es a cuáles son los medios técnicamente mejores para alcanzar los fines.
Por ello no hay
modelos alternativos de sociedad. Para la tecnocracia todo viene dado por un
avance del conocimiento científico y lo que hay que garantizar es que con esa
orientación técnica cada vez se realice una gestión siempre más técnica de los
asuntos públicos. Por ello, en educación esta mirada de tecnocracia va a
construir la “meritocracia”, concepción en la cual son mis méritos frente al
conocimiento y la ciencia los que me permiten ascender en la escala social y
aquellos que no pueden seguir ascendiendo en la escala de una mayor
profesionalización educativa es porque sus méritos académicos y científicos no se
lo permiten.
Se hace
necesario diferenciar los dos niveles de los modelos tecnocráticos: uno que se
refiere a la “tecnonaturaleza”, que viene a ser como la ciencia que es
concretada en técnicos, y en ese sentido se reconoce que nuestro mundo es cada
vez más creado, construido, y nos encontramos hoy con una naturaleza de
carácter artificial. Este mundo de la artificialidad funciona con relativa
autonomía bajo procesos específicos y es inteligible en el sistema de su propio
dinamismo. La tecnonaturaleza va a requerir intervención humana, personas que
van a tener un poder natural sobre su saber que lo va a convertir en poder
social. Por ello, en la idea de los tecnócratas hay un pensamiento de
naturalización de su poder, ya que les es entregado por la manera como ellos
controlan lo artificial.
El segundo nivel
de la tecnocracia es la “tecnoestructura”. Es ese grupo de técnicos
controladores de lo artificial dado en la tecnología, que se pretenden
indispensables por su poder, estableciendo un grupo de tecnócratas amplio y
reducido a la vez. Constituyen comunidades científicas, pero cerradamente son
grupos controladores de toma de decisiones según su cercanía con el poder
político y económico, y controlan estos sistemas en razón de sus competencias,
que se podrían resumir en cuatro:
su metodología, que la señalan como específica del
mundo de las ciencias;
su monopolio del poder, que lo hacen derivar de su
saber;
su acercamiento a saberes disciplinarios nuevos:
administración, economía, informática;
matematización de su saber y funciones, impregnando a
las matemáticas de una especie de construcción de “ciencia de las ciencias”.
Winner Langdom
va a plantear que la tecnocracia, en su unión de tecnonaturaleza y
tecnoestructura, va a ser manifestación de dos influencias que vienen actuando
sobre la vida social derivadas de la revolución científico-técnica y de la cual
no tenemos mucha conciencia:
El imperativo tecnológico manifestado en las nuevas realidades de
ciencia, tecnología y el papel del conocimiento en el final de siglo
Una adaptación inversa, en la cual en la vida ya no se opera
por los fines humanos sino por los medios disponibles para la toma de
decisiones (pragmática), muy visibles en las políticas de los organismos
multilaterales y en la nueva planeación de nuestros países
Estos hechos
cambian la forma de la deliberación de lo público, ya que los sujetos y los
actores sociales se ven sometidos al hecho tecnológico, que adquiere en su
aparente neutralidad el carácter de verdad irrefutable pero además construida
desde un pragmatismo político que dice es lo único que se puede hacer. Esta
tecnocracia comienza a apoderarse de lo político y a producir un nuevo tipo de
dominación, ya que en vez de liberar condiciona las políticas a nombre del
cientificismo.32
En toda esta
mirada tecnocrática, el mundo de las decisiones es visto como correspondiendo
sólo al conocimiento técnico. No hay entrada para debatir sobre valores y
fines, ni sobre el tipo de juicios morales complejos en los cuales estamos
insertos en nuestra esfera cotidiana de acción.
Cambian también los procesos y la
manera de los derechos
Si afirmamos que
la tecnología transforma nuestro mundo cotidiano y nuestro espacio de acción
allí y hemos visto cómo toca el mundo del trabajo, también nos encontramos con
que el campo de los derechos ha sido sacudido. Esto, no sólo en cuanto los
dueños del capital han echado mano de las ventajas comparativas de la
tecnología para readecuar y producir una manera de existencia del trabajo
asalariado –como vimos páginas atrás– volviendo sobre derechos individuales,
sino que también la esfera de los derechos humanos se ha visto tocada y
complementada por todas estas discusiones de la manera como lo tecnológico
transforma, reorganiza y produce poder y control.
Por ello, desde
una mirada de estos nuevos fenómenos se ha comenzado a hablar en derechos
humanos de los derechos de cuarta generación, que son aquellos que tienen que
ver con el uso, desarrollo y los caminos de la ciencia y la tecnología en la
sociedad actual.33
Naciones Unidas
en la década del 80 y parte de la del 90 ha venido planteando una serie de
problemas que se derivan del nuevo tipo de información que se puede obtener
desde el control técnico y científico, así como la libertad de los pueblos para
tomar caminos tecnológicos diferentes. Allí aparecen aspectos como el respeto a
la privacidad, frente a la acumulación de bancos de datos donde figuran las
personas; la protección de la personalidad humana frente a los exámenes con
propósitos experimentales en medicina o el uso de algunas drogas; los límites a
una electrónica en donde los impactos de satélite y comunicación atentan contra
la soberanía de los países. Igualmente, el uso de computadores para toma de
decisiones con una manifestación clara de violación de derechos humanos y el
tipo de control que se da a partir de ellos.
También ha sido
una preocupación constante de las NNUU el establecer un balance entre el
progreso científico y tecnológico y lo que sería el desarrollo de la
espiritualidad y los modos de vida de los pueblos, en cuanto se reconoce que
las concepciones dominantes, bajo el manto de la objetividad y la neutralidad,
construyen un universalismo que niega todas aquellas formas de conocimiento que
no estén centradas en la racionalidad instrumental y por lo tanto planteándose
una expansión de la ciencia y la tecnología occidentales como la única marcha
posible hacia el progreso y el bienestar de todos.
Igualmente se
señala cómo la cultura tecnocrática, en tanto dominio de expertos y especialistas,
ha ido limitando la participación democrática de quienes no entran en esa
esfera tecnocrática. Por estas razones, a partir de 1986 y a lo largo de toda
la década del 90, comienzan a consolidarse unos derechos humanos de cuarta
generación que han venido siendo trabajados especialmente por el grupo de
trabajo de la universidad de las NNUU y que estarían centrados en cuatro
principios:
Derecho a la protección contra los efectos dañinos de
los desarrollos científicos o tecnológicos
El derecho al acceso para todos a la información
científica y técnica que sea necesaria y pertinente para el desarrollo y
bienestar de quienes estén interesados en ello
El derecho de los países y los pueblos a escoger el
desarrollo que les parezca más conveniente según las particularidades de sus
pueblos
El derecho a escoger el camino de la ciencia y la
tecnología que sean más afines con su cultura y con sus particulares visiones
de la sociedad
Como vemos, aun
con el replanteamiento y el intentar colocar una serie de regulaciones a la
forma de la ciencia y la tecnología, ésta sigue su marcha inexorable bajo la
forma de globalización capitalista de corte occidental, que pasa por encima de
culturas, generando múltiples caminos que conducen todos al mismo escenario.
Sin embargo, la existencia de estos grandes troncos de nuevos derechos abre
espacio para un nuevo tipo de acción que va a tener que plantearse no sólo en
el corto, sino también en el mediano y largo plazo.
Cambios también en lo ético
La tecnología de
estos tiempos, bajo su versión científico-técnica, ha introducido una serie de
acciones, objetos y consecuencias en una forma tan nueva y, fruto de la
globalización, en una escala tan amplia, que pudiéramos afirmar que uno de los
principales problemas del marco en el cual se ha movido la ética anterior es
que le queda muy difícil dar cuenta del nuevo fenómeno, y esto significa una
reformulación de la ética.
Sólo que el
camino de la neutralidad valorativa que ha desarrollado el discurso positivista
sobre los hechos científicos y tecnológicos puede terminar haciendo caer a
muchos también en una mirada de neutralidad ética. Sin embargo, esta discusión
es reabierta si revisamos en los numerales anteriores cómo la tecnología misma
está produciendo unos cambios profundos respecto a dos elementos fundantes de
la existencia humana:
En relación a la naturaleza
Esto implica
cambiar la mirada para dar cuenta de la biosfera como un todo, en la cual hay
una responsabilidad no sólo ambiental sino de la vida misma. Esto va a
significar replantear toda la ética que postula al ser humano como centro del
universo, lo que significa salir de un antropocentrismo para ir hacia un
geocentrismo en donde la vida, bajo cualquiera de sus formas, está al centro
del escenario. Allí la existencia del ser humano está en interrelación y se
hace dependiente de la manera como se garanticen, construyan y modifiquen los
equilibrios naturales.
Con relación al ser humano
En donde éste no
es separado de la naturaleza y hoy sobre la existencia del ser humano –en las
reflexiones anteriores hemos ahondado la manera como el tipo de trabajo que
tiene que asumir, el tipo de control tecnocrático que se produce– nos coloca
frente a problemas en los cuales las éticas anteriores no tuvieron qué recabar.
Es decir, la vida humana dentro de una existencia de las condiciones globales
de la vida en el planeta y la forma de existencia de lo humano en el futuro, no
sólo exige nuevos deberes y derechos, sino que exige un replanteamiento para
colocar el lugar de lo humano en esos nuevos deberes y derechos.
Estos elementos,
frente a la naturaleza y lo humano, exigen la construcción de una ética y una
política respecto a la tecnología, lo que significa que es necesario entrar a
fondo en una crítica al proyecto baconiano de control sobre la naturaleza, lo
que generaría una reorientación del conocimiento en donde, reconociendo su
poder, podría ser orientado éste para la utilización del mejoramiento del ser
humano, aspecto que cuando se mira la famosa pirámide de ingresos del año 2000,
donde el 20% tiene el 86.2% de todos los ingresos del planeta, y el 20% más
pobre sólo el 1.1%, nos muestra cuál ha sido la real orientación que ha tomado.
Ello nos señala
claramente, con las cifras que se dan, de las diferencias abismales generadas
en los últimos tiempos (muchas de ellas están enumeradas en el documento
anterior sobre desarrollo sustentable), y que en su ejecución capitalista la
ciencia y la tecnología, y la racionalidad instrumental, carecieron de valores
moderadores, así como de un criterio de justicia. Ello muestra, de base, una
insuficiencia ética en donde ciencia y tecnología no tienen un control sobre sí
mismas en su aparente neutralidad. En cambio, sí se genera el control de unos
pocos, que son quienes tienen la relación del poder y en su lógica de
acumulación también un carácter autodestructivo sobre el futuro del planeta:
ruptura de la capa de ozono, deshiele de casquetes polares, lluvia ácida,
cambios climáticos, desertificación, etc.
Es necesario
también producir un primer cuestionamiento sobre si la tecnología es progreso
por sí sola y si no es necesario introducir una participación en la toma de
decisiones en asuntos científicos y tecnológicos que tengan incidencia en la
vida de la gente; es decir, producir una evaluación y control social de la
tecnología, en donde es necesario situar el lugar de las formas multilaterales
de ese control, más en tiempos de globalización. Ubicar también el papel de los
estados, la manera como la sociedad va a generar esos mecanismos de control social.
Estamos asistiendo al surgimiento de unas orientaciones políticas que dan cauce
al proceso tecnológico. En últimas, es la pregunta por si es posible una
regulación de la sociedad a los procesos de desarrollo científico y
tecnológico, regulación a través de la cual emerge una ética de estos tiempos
reorganizada y reestructurada para dar cuenta de las nuevas realidades.
Esto significa
afirmar que ninguna opción tecnológica es social y valorativamente neutra.
También significa plantearse que su legitimidad no está dada solamente en
función de su eficiencia industrial y hay que dar paso a unos valores que guíen
la acción y que no sean sólo de eficiencia instrumental. Allí comienzan a
surgir valores de ese desarrollo social que comienzan a esbozar esos nuevos
horizontes, valores de equidad social, de sanidad ambiental, de realización
humana y de una construcción estética del mundo. En últimas, significa darle
vuelta a la idea del ser humano como dueño de la tierra y controlador de la
naturaleza, para poder regular un mundo donde la vida sea cuidada en sus
múltiples aspectos y ello requiere reconocer la conflictividad de la relación
que nos da lo artificial entre la naturaleza y lo humano, que están
determinando en última instancia la naturaleza humana.
Hans Jonas habla
de que una nueva regulación ética derivada de los problemas tecnológicos que se
plantean tiene que intentar dar respuesta a tres asuntos de poder que se
presentan con mucha fuerza en estos tiempos:
los poderes de la relación ser humano-naturaleza
del poder de los automatismos de la tecnología que se
escapan del control del ser humano
ese poder de segundo grado para poder guiar su uso con
otros valores
También se transforma la idea de
democracia
Estamos
asistiendo a una reestructuración del entorno y para que funcionen esos
sistemas tecnológicos la sociedad tiene que encontrar mecanismos por los cuales
se afine y reestructure, sabiendo que ellos están allí. Uno de los elementos,
por todo lo señalado en este numeral, es que la toma de decisiones en la
democracia se vuelve mucho más compleja, porque va a requerir información
suficiente, conocimiento técnico real, participación directa, discusiones de
opinión pública, donde todo el cuerpo del entorno social entra.
Dirigir estos
sistemas tecnológicos va a requerir salir de la tecnocracia y dejar de operar
por fe en la simple técnica y poder colocarse un horizonte de metas claras,
elegidas y compartidas, en donde las opciones humanas jueguen y tengan un
valor. Sin embargo, el escenario no es el mismo de hace unos años. Todo el
fenómeno de masividad que se ha venido construyendo desde los mass media abre
una brecha entre la realidad del mundo y la imagen que los individuos tienen de
esa realidad. Allí la ciudadanía tradicional, centrada bajo el núcleo de la
participación, se torna pasiva, desmovilizada, y en ocasiones con dificultades
para sentir que lo público es de ellos y por lo tanto para sentirse
representada en esa imagen de lo público.
Esa sobrecarga
de información, a la que está sometida cualquier persona hoy a través de los
medios y de la multimedia, hace que la participación activa sea reemplazada por
nuevos procesos teledirigidos, en los que algunos autores comienzan a reconocer
una nueva forma de existencia social que reorganiza la socialización y produce
unas comunicaciones educativas que transforman los procesos de educación
tradicional. Podemos decir con Langdom, que nos encontramos frente a una
reprogramación y reorganización de los imaginarios con los cuales ha funcionado
la democracia y que nos acercamos a un cierto “sonambulismo tecnológico”, en
donde caminamos dormidos voluntariamente a través del proceso de reconstrucción
de las condiciones de la existencia humana en este mundo de la revolución
científico-técnica.34
Esta reprogramación
significa un cambio de los imaginarios con los cuales ha funcionado la idea de
democracia liberal. Las principales características serían:
Un cambio en nuestro mundo común, haciendo que hábitos, percepciones, las
ideas de espacio, tiempo, las relaciones sociales, los límites morales y
políticos han sido transformados a partir de la manera cómo esos elementos
tecnológicos operan en la vida cotidiana, con la particularidad de que en
muchas ocasiones esos cambios ocurren en el mundo concreto y en el campo de
nuestras acciones sin darnos cuenta de esas alteraciones.
Sonambulismo tecnológico, que va a ser esa manifestación de esa transformación
en el mundo común, ya que «caminamos dormidos» voluntariamente a través del
proceso de reconstrucción de las condiciones de la existencia humana, elementos
que no hemos discutido y examinado con plena conciencia sobre lo que implican.
Una transformación de la esfera pública. Las ideas de libertad y autonomía
individual sobre las cuales se construyó este concepto en el siglo XVIII, son
invadidas por ese sonambulismo, produciendo en muchas ocasiones
transformaciones inconscientes sobre los procesos de representación, generando
un abandono de la participación y una modificación de la autonomía.
El surgimiento de nuevos valores, que en la reestructuración cultural de
final de siglo significa el abandono de procesos más colectivos e idealizados,
y entrar en una nueva regulación de la acción que se establece a partir del
pragmatismo y el hedonismo como elementos más coherentes con el tipo de
conocimiento científico y de mercado existente hoy en día.
Nuevos contextos éticos. De estas transformaciones van desapareciendo una
serie de responsabilidades individuales sobre las acciones, ya que ellas van
planteando una transformación profunda en la moral, en cuanto la determinación
para tomar opciones se genera más en esos nuevos procesos teledirigidos.
Una profundización de la meritocracia. Si el acceso al conocimiento se había
convertido ya en el mundo académico en un logro de méritos en el conocimiento
por encima de igualdad y democracia, nos acercamos a una creación de élites
técnicas que son las que toman las decisiones implicadas en las políticas
públicas.
El emerger de nuevos sujetos. Frente a las dificultades de la democracia,
que comienza a ser criticada por la demora en las decisiones, se privilegia la
rapidez de las decisiones propias de los tecnócratas,
que se convierten en quienes toman las decisiones a nombre del mayor
conocimiento y de ser reconocidos como expertos.
El liberalismo, insuficiente para
explicar procesos tecnológicos
La centralidad
de la ciencia y la tecnología en estos tiempos ha mostrado cómo la teoría
política liberal, tanto por los tiempos de su surgimiento como por la manera
como está enraizada en la modernidad ilustrada, no ha desarrollado un
pensamiento consistente sobre los problemas de la tecnología, haciendo que
estos temas sean un poco marginales a su cosmovisión. En alguna medida esto
también tiene que ver cómo en la matriz liberal se hacen muy limitantes los
ideales de democracia diferentes a los de ella y de la vida centrada sobre el
control racional de los seres humanos. Es decir, en su matriz básica, su forma
de democracia y de entendimiento de la vida es superada por las nuevas lecturas
que se hacen desde los que buscan caminos alternativos a la simple racionalidad
técnica.
Los caminos de
cuestionamiento y de límite a la idea liberal y sus límites en ciencia y
tecnología han tomado distintos caminos. Miremos algunos de los principales.
El individuo
como ilimitadamente transformador y adquiriente de los bienes que la naturaleza
entrega
Esta idea ha
legitimado el entendimiento antropocéntrico de transformación de la naturaleza,
nos ha colocado en la carrera loca de un proceso fundado en la idea de
construir una abundancia material sin límite. Por ello, este proyecto ha
equiparado felicidad humana a abundancia material produciendo una distorsión
del proceso de la construcción de lo humano.
Su idea de crecimiento económico
Con la finalidad
colocada en la abundancia material centrada sobre los individuos se alimentó
una idea de progreso basada en el crecimiento del bienestar material, tanto,
que en algunos sistemas políticos este aumento fue colocado como la condición
para la ampliación de la libertad humana, logrando unos desarrollos en un
desequilibrio constante, pobreza, dictaduras, diferencias abismales entre
países y personas como fruto de ese crecimiento en donde por lo entregado al
mundo de hoy no hay en su ideario futuro muy promisorio.
El mercado como regulador por
excelencia del bienestar colectivo
Desde esta
visión, el mercado libre realizado por individuos libres garantizaba que la
sociedad siguiera su marcha, produciendo las leyes de éstos una autoregulación
que garantizaría la buena marcha de la sociedad. Los resultados están sobre el
tapete. Estamos viviendo la sociedad de las 2/5 partes, en donde se cumplen
esas leyes de individuo y mercado para las minorías y elites, penalizando las
3/5 partes de la humanidad.
El bien común como sumatoria de la
maximización del beneficio individual
Hemos visto que
el bien común no se ha realizado y que ciencia y tecnología cada vez más
cumplen unos patrones de organización que rompen los modelos clásicos de
acumulación para entrar en una espiral cada vez más controlada por poderes
específicos y que hacen precisamente que el beneficio individual cada vez sea
más estrecho y más controlado por grupos menores.
La separación radical entre lo
público y lo privado
En este punto,
con todos los procesos de globalización y neoliberalismo en el último período,
la producción material de ciencia y tecnología son ubicados en la esfera de lo
privado. Sin embargo, el estado en países de alto desarrollo tecnológico, sigue
cumpliendo con el papel de promotor de investigaciones de tecnología de punta
(subsidios bajo otra forma) que luego son trasladadas a la esfera de lo
privado.
Euroamericentrismo liberal
La forma de
desarrollarse la técnica y la experiencia tecnológica de EEUU y Europa son
colocados sobre el mundo como el modelo cultural válido, la civilización que
emerge generando un hecho en el cual los estándares logrados por los países de
Europa y norteamérica son considerados como las tendencias hacia donde debe ir
la humanidad, construyendo no sólo un modelo de hegemonización planetaria sino
un intento también de construir sistemas cerrados de tecnología, a los cuales
han de pegarse como consumidores nuestros países.
Pero también
vuelven las preguntas hacia el modelo neoliberal en cuanto para Hayek, el gran
profeta del neoliberalismo, no va a ser de la incumbencia del sistema político
lo que los individuos hagan en el sistema productivo.
Como podemos
ver, el liberalismo se queda corto frente a las potencialidades y nuevos
problemas que reestructura y reorganiza una sociedad que comienza a estar
fundada sobre el capital constante, ciencia, tecnología, conocimiento, y no
tiene los mecanismos para construir las regulaciones que empujen una
construcción de bien público y de horizontes sociales. Por ello, es insuficiente
el sistema social actual en su hegemonía liberal, para albergar y poder pensar
una tecnología que tenga en la sociedad una regulación y un sistema social que
puedan producir una interrelación con ella, sin que ésta le signifique un
control, por vía de la incapacidad que se tiene de producirle regulación
política y ética.
Educación y tecnología
En este largo
viaje que hemos realizado en las páginas anteriores, podemos darnos cuenta de
la manera como la tecnología transformó las condiciones de existencia de la
sociedad y se coloca como uno de los elementos centrales a ser pensados y
desarrollados en estos tiempos. Modificó la forma del capital dominante,
transformó a su asalariado, modificó las formas del derecho que se habían
establecido, exigió replanteamientos políticos, consumó la globalización
cultural y ahora entra en el entramado educativo con fuerza propia exigiendo su
lugar junto a un conocimiento que cada vez más se desarrolla desde y con las
posibilidades que la tecnología brinda.
Si bien ciencia
y tecnología son dos aspectos diferentes y complementarios –cada uno con sus
procedimientos propios, con sus metodologías, con sus procesos de constitución
y de construcción de saber y de productos– hoy son dos aspectos que tienen que
ser trabajados en forma complementaria, por el lugar que la una y la otra han
comenzado a jugar en la sociedad globalizada. En ese sentido, tienen distintas
manifestaciones en el hecho educativo que pueden llamar a confusiones. En forma
muy breve, diferenciaré cinco que nos permiten y exigen algunas definiciones:
la educación técnica como aprendizaje de oficio,
la educación tecnológica como profesionalización,
la educación en tecnología como área en el proceso
educativo,
la formación en cultura tecnológica como un contenido
transversal a todo el sistema educativo, y
el uso de tecnología en educación como la
incorporación de objetos tecnológicos para procesos de enseñanza y aprendizaje.
Pero antes de
hacer este abordaje se hace necesario colocar unos presupuestos que van a hacer
posible elaborar una caracterización muy rápida de esos hechos educativos. El
hecho básico para constituir procesos educativos es reconocer cómo hoy existe
un correlato entre ciencia, tecnología y conocimiento escolar y está constituido
por el peso que en los procesos de educación de los últimos 50 años ha ido
tomando la educación como prerrequisito para la incorporación en el mundo del
trabajo. Pero en el último período, agudizado por un fenómeno en el cual los
objetos tecnológicos invadieron la vida cotidiana en todos los ámbitos y en
todas las edades, ese paso de la formación para el trabajo a ese acceso en la
vida cotidiana marca una diferencia en la relación con el mundo de los objetos
tecnológicos.
Ese paso de
proceso productivo a vida cotidiana implica también no sólo una serie de
aprendizajes de manejo técnico, sino una manera de ser de diversos procesos
científicos que hacen posible el hecho tecnológico y que son incorporados a
nuestra vida diaria. Por ello, el conocimiento escolar es transformado a tal
velocidad, porque va a requerir no sólo explicar muchos contextos y formas de
existencia de lo tecnológico en la vida cotidiana, sino también porque en un
mundo cada vez más globalizado, ella es principio y explicación de cantidad de
fenómenos que unen lo local con lo universal. Por eso pudiéramos hablar de que
estamos impregnados de mediaciones tecnológicas que han transformado el
panorama cotidiano de cualquier habitante del planeta en la esfera inmediata de
su vida.
Pero cuando se
habla de educación, se requiere ir perfilando una mirada sobre la tecnología,
ya que para hacerla efectiva y real en el hecho educativo y se le use bajo
cualquiera de sus formas, va a implicar, y requiere, tener claras algunas
preguntas básicas. Las principales serían:
¿Cómo se entiende la tecnología?
¿Cuál es la naturaleza de su conocimiento y su
relación con el conocimiento científico?
¿Cuáles son sus procesos metodológicos?
¿Cuál su lugar en el desarrollo de la sociedad?
¿Cómo son sus usos y sus empoderamientos?
¿Cuál es su proceso histórico de constitución?
De la manera
como yo me responda a estas preguntas como prerrequisito de la acción educativa
se van a derivar las diversas concepciones de los lugares y de los papeles que
va a cumplir la tecnología en el proceso educativo. Por ejemplo, no es lo mismo
considerar que la formación tecnológica es el aprendizaje de una serie de
ciencias que luego serán aplicadas como tecnología, que afirmar que la ciencia
y la tecnología son realidades diferentes con estatutos diferentes pero que una
y otra son complementarias y el desarrollo de una se alimenta del desarrollo de
otra. Cada una de las posiciones implica diferentes epistemologías, y por lo
tanto, diferentes maneras de desarrollarlas en el terreno práctico. Y así
pudiéramos hablar de las ocho o diez comprensiones de tecnología de las cuales
hemos hecho el cuadro en las páginas anteriores.
Igualmente,
hablar de educación y tecnología exige reconocer la existencia de múltiples
experiencias internacionales en las cuales el hecho tecnológico se ha
constituido. Esto exige hacerse la pregunta por la manera como ellas son
trabajadas por nuestros contextos y en ese sentido no basta la simple
transferencia de ellas. Porque si no hay tecnología sin contexto, nos podemos
encontrar que existiendo necesidades comunes en la globalización, los
desarrollos desiguales de los países y de las regiones tienen necesidades y
prioridades propias, y en ese sentido los desarrollos tecnológicos que se han
hecho en otros países resuelven otras necesidades que responden a contextos
económicos, culturales, ecológicos, demográficos, diferentes.
Es desde ahí que
se puede afirmar que en algunos casos en nuestro continente nos hemos
encontrado con hechos en los cuales muchas tecnologías importadas tanto en su
uso industrial como para procesos educativos han resultado contraproducentes
por la inadecuación, ya que no encontraron una plataforma local que le diera
como base una adecuación de ella. Por ello una de las grandes discusiones hoy
del lugar de lo tecnológico es el problema de la endogenización, que va a ser
esa capacidad de recibir e incorporar desarrollos tecnológicos como parte de un
mundo globalizado pero desde una base humana y técnica propia que permite usar,
recrear y crear todo un contexto tecnológico propio.35
Por ello, cuando
estamos hablando de educación y tecnología en términos generales en el contexto
de nuestras realidades nos estamos refiriendo a generar una capacidad nacional
y regional para construir procesos científicos y tecnológicos endógenos que nos
permitan controlar y evaluar las tecnologías usadas, sus usos y sus
implicaciones. En ese sentido, es la necesidad de ir más allá de una simple
calificación tecnológica profesional, planteándonos que esta formación no se
puede hacer si no es al interior de una cultura tecnológica, que implica
también el desarrollo de un grupo humano que lee críticamente el proceso
tecnológico y que reconociendo todas las posibilidades y el mundo nuevo que
abre, también establece una capacidad de crítica y determinación de los
empoderamientos sociales que la tecnología construye y por lo tanto es capaz de
hacer una evaluación social de ésta.
Por ello,
podemos afirmar que no estamos frente a un simple problema de cómo incorporar
la tecnología en la educación, como un área o como un problema de la educación
media, sino la manera como incorporamos una cultura tecnológica que implica una
mirada que es capaz de darse cuenta de qué manera también se está transformando
lo educativo. Por ello es necesario diferenciar qué es lo que estamos
entendiendo o qué es lo que estamos haciendo. Desde mi particular punto de
vista, diferencio cinco elementos que deben estar a la base de cualquier
discusión como presupuestos para su abordaje en el campo educativo:
Educación técnica
Pudiéramos decir
que esta mirada es la que ha venido haciendo tránsito en nuestra realidad y que
viene en la evolución de la educación desde el artesano hasta las escuelas de
artes y oficios y que han hecho en nuestros países carrera a través de los
servicios nacionales de aprendizaje (SENA, SENAI, SENAE, SENATI) y que buscan
fundamentalmente una especie de aprendizaje de oficio, una especie de
entrenamiento para ser trabajador.
Esta mirada
fundamentalmente está preocupada por el entrenamiento y sus métodos pedagógicos
están orientados fundamentalmente a aprendizajes por vía de la instrucción y
sus resultados son productos para uso cotidiano. Normalmente, este sector es
generador de talleres propios y de una serie de talleres intermedios que buscan
responder satisfacer las necesidades inmediatas de la población y desde ahí el
problema central de la educación es dotarlo de ese contenido práctico inmediato
que pueda tener una aplicación directa en el mundo laboral, con competencias más
prácticas.
Educación tecnológica
Es el lugar
asignado en la educación media o bachillerato clásico a la formación
profesionalizante que se comenzó a desarrollar en los últimos años de la
enseñanza secundaria y que tomó el camino de la educación que recibían sectores
pobres que no tenían condiciones económicas para ir a la universidad, dotando a
éstos de un manejo de habilidades y ciertos conocimientos que les permitían
emplearse como personal de confianza y ayudantes de algunos trabajadores
calificados o de algunas profesiones como ingeniería, arquitectura,
administración, entre otras.
En esta versión
de la educación tecnológica se buscaba una especialización desde una disciplina
más o menos experimental que permitiera la construcción de objetos tecnológicos
o técnicos y éstos eran los que iban a garantizar la incorporación al trabajo
de estas personas. Por ello, este grupo humano no necesita una formación
intelectual muy de fondo ni en aspectos de ciencia ni en aspectos sociales ni
en aspectos valorativos, porque lo fundamental es aprender su oficio para una
pronta incorporación en el mercado de trabajo. Esta visión ha hecho carrera en
las nuevas leyes de educación que se han desarrollado en el continente, ya que
bajo la forma de educación media se ha venido regularizando este funcionamiento
produciendo nuevamente una separación tajante entre la cultura académica que
lleva a la universidad y la cultura tecnológica que forma mano de obra
intermedia.
En el último
período, algunos autores han venido planteando la ruptura de esta mirada de
educación tecnológica y planteando una ruptura con ella, en donde: “la
educación tecnológica basada en una síntesis apropiada de fundamentos
científicos y de oportunidades para la creatividad: investigación,
experimentación, diseño, resolución de problemas concretos, capacidad de
adaptación de tecnologías genéricas a condiciones particulares, etc. La
educación tecnológica requiere un pensamiento creativo, práctico,
experimental”.36
Desde esta perspectiva sugieren un replanteamiento de la mirada tecnológica
para incorporarla a un proceso de iniciación a las carreras que se mueven en
diferentes niveles de los procesos disciplinares y plantean una formación de un
tecnólogo que tiene una visión en donde le da lugar a lo social, a lo político
y a lo ético.
Educación en tecnología
Derivado del
lugar que tiene la tecnología hoy en la sociedad, en cuanto ella da cuenta de
la producción de objetos tecnológicos, herramientas, artefactos, y está
presente en la manera como se resuelven prácticamente los asuntos de ella.
Se plantea la
incorporación del área de tecnología en la educación básica como preparación
para ese mundo de la vida en el cual se encuentra, pero también para que tenga
un continuum con la educación media. La base fundamental de ella va a ser la
capacidad de diseñar lo que les va a permitir fabricar objetos y darle un uso a
los conocimientos que se adquieren en el área nueva de tecnología.
Formación en cultura tecnológica
Desde esta
visión, la tecnología no es una disciplina comparable a la física, a la
sociología, en cuanto ella se ocupa de las creaciones artificiales y de la
ciencia de la artificialidad. Ella es transversal a todas las actividades y
disciplinas. En ese sentido, el mirarlas sólo en las ciencias empírico-analíticas
no es más que una desviación de la mirada por la fuerza que ellas tienen en
este tiempo de predominio del paradigma científico productivista. Por ello, no
existe un área del conocimiento que no tenga tecnologías ni objetos
tecnológicos específicos. Es decir, cada una de ellas tiene propuestas,
problemas y soluciones diferentes.
Por ello, el
problema de fondo hoy en día es cómo construir sistemas educativos que eduquen
tecnológicamente a todos los educandos y a los educadores y que hagan visible
el elemento tecnológico en cada una de las disciplinas, es decir, hacerlo
emerger como parte de la cultura de la época. Esto va a requerir una especie de
alfabetización tecnológica como pre-requisito que permita cambiar la mirada y
poder ver desde cada una de las actividades humanas que ésta afecta.
También
implicaría un cambio en la concepción de las áreas. Por ejemplo, en física,
habría que ver las abstracciones teóricas, los fenómenos físicos y las
aplicaciones tecnológicas, su uso social y sus consecuencias. Por ejemplo, en
el lenguaje no ver sólo los fenómenos culturales de origen tecnológico como la
generalización de la alfabetización, sino allí también la desaparición de los
dialectos, la presencia homogeneizadora y globalizadora de la televisión, la
reivindicación multicultural y por tanto de construcción democrática de los
idiomas indígenas.
Este
planteamiento exige que los centros escolares estén pensados como proyectos
culturales en los cuales la tecnología es parte de la cultura que en determinados
momentos, por ejemplo, en la media, tendrá un mayor énfasis específico pero
funcionará bajo otros criterios y otros controles.
Uso de tecnología en la educación
La tecnología37 siempre ha estado presente en los
procesos educativos, ya que educar siempre ha sido un proceso que se construye
mediante la mediación de artefactos técnicos y sistemas lingüísticos
(interacción, voz, tablero, libros, vídeo, espacio físico, relaciones
emocionales, jerarquías, computador y otras). Estas mediaciones siempre han
sido estructuras que han vehiculado códigos sociales y mensajes que se hacen
posibles a través del proceso educativo mismo.
Hoy los sistemas
tecnológicos han cubierto todos los ámbitos. En lo global ellos mismos han sido
generados y han generado la transnacionalización de la economía, la cultura y
la sociedad produciendo un cambio –en algunos casos copernicanos– en las
profesiones y en el uso de las herramientas con las cuales esa tecnología se
hace visible.
En la
información se ha generado una de las principales transformaciones y allí el
mundo de la información actualizada ha dejado de ser un patrimonio de la
escuela, ella ya no es el único soporte del conocimiento y la información. En
ese sentido, aparecen televisiones, redes telemáticas, cd rom, algunos lejos de
los sistemas de enseñanza pero que en su uso han comenzado a transformar los
sistemas de enseñanza y aprendizaje.
Ellos vienen a
recordarnos que la educación es un complejo mundo de comunicación repleto de
conexiones internas y externas, pero además éstos muestran una ruptura en los
modelos tradicionales de comunicación docente centrados en el/la
profesor/a-estudiante. Igualmente, las relaciones de la gestión educativa
comienzan a vivir procesos mucho más interactivos, en los cuales investigación
y diálogo están incorporados abriendo los caminos de la transdisciplinariedad y
haciendo presentes las diferentes formas de discusión de la verdad en los
campos sociales, políticos, económicos, científicos y en esa manera
estableciendo una crítica al mundo que se genera en la globalización.
Por ese
avasallamiento que produce, la tecnología presente en los procesos de la
educación, la investigación educativa ha ido develando cómo cada vez más
educadores vienen haciendo un trabajo educativo puramente instrumental, en
cuanto no tienen concepción, simplemente lo que hacen es dotarse de un nuevo
manejo instrumental que no les permite separar entre las herramientas, los
soportes de la información, la concepción pedagógica y el tipo de interacción
que produce el hecho educativo.
Reconocer esto
implica asumir cambios profundos y en alguna medida reconocer que la llegada de
la tecnología, no sólo en su versión instrumental sino en su visión más
compleja de revolución científico-técnica, hace visible la crisis de paradigmas
en educación, ya que nos muestra los límites de los antiguos procesos
pedagógicos no adaptados a las nuevas realidades y muchos de ellos todavía
incrustados en el viejo diseño instruccional.
Este camino abre
puertas para unos procesos de innovación que permitan desde las teorías
pedagógicas cualquiera que ella sea: constructivismo, mapas conceptuales,
sociocrítica, complejidad, etc., se diseñen procesos pedagógicos que permitan
una cierta coherencia de esa teoría con los resultados de aprendizajes
logrados, generando un proceso pedagógico donde el lugar del conocimiento y de
la tecnología es planificada por el/la profesor/a de acuerdo a su concepción
pedagógica.38
Como podemos
ver, el hecho tecnológico y la complejidad de su configuración, exigen tener
claridad sobre el hecho educativo y el hecho pedagógico inherente al hecho
educativo, origen hoy de un camino puramente técnico e instrumental que viene
haciendo carrera en distintas latitudes en las cuales estos temas son debatidos
y practicados.
Tecnología y globalización exigen
deconstrucción y
reconstrucción de la educación popular
reconstrucción de la educación popular
La educación
popular en este tránsito histórico de los procesos tecnológicos de la
revolución científico-técnica sufre profundas transformaciones, ya que muchos de
sus fundamentos y principios que le daban una visibilización han sido
transformados y por lo tanto requieren de una refundamentación a la luz de los
nuevos fenómenos. Desde el aspecto simple, que mira las necesidades que se han
transformado en el mundo del pobre a partir del acceso a la televisión por la
transformación en su mundo de necesidades, deseos e intereses como los procesos
más complejos de inserción en la tecnología de los países que pertenecen al
antiguo tercer mundo, pasando por la manera como se da la mediación de los
saberes populares frente a la llegada de la tecnología, hasta la discusión de
las posibilidades de acceso a este mundo tecnológico de punta. Muchos colocan
el ejemplo de que en el uso del teléfono mientras el promedio de llamadas por
persona en los países del norte está en 5 o 6 mil llamadas por año, en los
países africanos el promedio está entre una y 10 llamadas.
Pero también
sectores del pensamiento liberal y mucho del optimismo tecnológico plantean el
fin de la educación popular, que espera ser vehiculizado a partir de las formas
de la ciudadanía, la sociedad civil mediante la integración de los grupos que
antes pertenecían a lo popular y que al perder el perfil clasista fruto de la
crisis del trabajo, muchos quieren ver allí la disolución de lo popular. En ese
sentido, estas reflexiones son iniciales, que intentan volver a dar cuenta de
una educación popular que debe ser deconstruida para reconstruirse con sentido
y pertenencia en el siglo XXI.
Usos de lo popular cuestionados
La idea de lo
popular desarrollada durante toda la modernidad sufre también una relectura
generada por los cambios que la globalización introduce en la manera del
capitalismo, crisis que se hace extensiva a las formas de comunitarismos y
nacionalismos. Los principales aspectos en los cuales lo popular en su versión
tradicional es replanteada, serían los siguientes:
En la fragmentación de las culturas populares. Este lugar, que durante mucho tiempo fue
central para la definición de lo popular, fruto de los procesos comunicativos,
nos coloca frente a una cultura que ya no está ubicada en el territorio, es
decir, ni en su lugar de origen ni en la comunidad estable.
Estos hechos son
visibles, por ejemplo, en los mundos de los grupos indígenas que viven en algunas
ciudades capitales que tienen que integrar parte del consumo y su producción,
por ejemplo, de artesanías fundidas con formas artísticas más universales, y la
emergencia de esas nuevas formas culturales produciendo una hibridez de ellas.
Igualmente, es analizado en los cambios en la esfera de lo sindical, manifiesta
en los obreros jóvenes, quienes ligados al mundo del consumo construyen
símbolos culturales globales a través de gustos, consumos musicales, hobbies,
produciendo un desplazamiento de la cultura obrera tradicional a la cual
estaban ligados.
La emergencia de las culturas híbridas. Si lo popular estaba referido a un
territorio y a procesos de explotación en donde era fácil separar esas formas
tradicionales de las culturas cultas y de las culturas incultas, así como de
las altas y bajas, todo el fenómeno de medios masivos vía revolución
tecnológica ha ido introduciendo una idea en la cual el repertorio cultural ya
no se construye específicamente desde la tradición ni desde el origen de clase,
sino que es atravesado por infinidad de procesos de tipo transversal que
modifican costumbres, acciones, procesos organizativos, y en últimas, produce
un consumo afín en sectores interclasistas haciendo que el hecho de clase sea
un elemento más y en algunas ocasiones no definitorio para la emergencia de las
realidades culturales de estos sectores.
Los casos más
comunes se han dado a través de formas de vestir, de consumos musicales, de
formatos de televisión o de cine, elementos que producen un cambio y una
reorganización de imaginarios, sentidos y deseos.
La emergencia de la tecnología y su uso técnico. Que logró colocar en la esfera de lo
doméstico cantidad de aparatos y medios que antes estaban reservados para una
élite. Es así como hoy los trabajos de investigación en comunicación muestran
que en América Latina el 98% de los hogares tiene televisión. Este hecho tan
simple rompe la idea de cultura popular no adulterada hecha por los mismos
sujetos populares, es decir, va produciendo una hibridación de procesos en los
cuales interrelacionados con ese mundo técnico se ve obligado a configurar de
otra manera sus imaginarios de acción y por lo tanto produce una transformación
en su mundo de intereses, necesidades y deseos.
La desterritorialización. Gestada en el fenómeno tecnológico y construida a
través de los desplazamientos y las migraciones ha venido construyendo un mundo
más allá de lo familiar, generando desplazamiento y migraciones muy amplios no
sólo por la configuración del mundo urbano, sino también por un desplazamiento
simbólico que acontece en los fenómenos tecnológicos, produciendo un desarraigo
de lo físico y un desarraigo de la raigambre cultural y la afiliación al hogar
que se tenía en culturas mucho más construidas desde lo terrígeno y desde la
consanguinidad. Por eso se llega a plantear que hay una sustracción del valor
tradicional del territorio que había sido colocado en lo físico, lo cultural y
la filiación generando un fenómeno de sustracción de valor a nivel de lo
afectivo desplazándolo hacia lo social y lo económico y construyendo las
competencias para sobrevivir en un ámbito mucho más amplio.
El surgimiento de la industria cultural de masas. Este fenómeno, que consuma una suerte de
globalización cultural y que no puede seguir siendo entendida sólo como consumo
en el sentido de la crítica de los 70, produce un extraño bricolage donde hay
una revitalización de lo viejo con lo nuevo produciendo una interdependencia
entre formas cultas, culturas orales, iconos de masas, muy visible en todo el
consumo de música, telenovelas, programas de concursos y en esa mezcla en la
cual surge una identidad fragmentada que reorganiza procesos y genera
actividades más allá de las simplemente asignadas por los grupos en sus
procesos de organización, generando una transformación de los imaginarios desde
los cuales generan y potencian nuevas formas de encuentro y de organización.
El ciudadano consumidor. Tal vez uno de los lugares en donde la globalización
marca claramente la diferencia es la constitución de este ciudadano, que
organizado desde una lógica individual, su lugar de manifestación social va a
ser la capacidad de ser exitoso en el mercado. Y una de las características es
la manera como tiene un reconocimiento social en cuanto consume unos u otros productos.
Esto ha dado pie a una cierta homogeneización de consumo que termina
transformada en niveles de él, produciendo artículos que imitan al de marca,
pero en precios y consumo para distintas clases sociales, construyendo una
especie de ventajas individuales que da pie a que la competencia social del
consumo cree inseguridades generalizadas y ruptura de los lazos de solidaridad.
El desplazamiento de lo popular como lo
contrahegemónico. La
preeminencia del discurso liberal en este período y lo popular y lo cultural al
verse modificado intentan colocar la realización de los intereses
contrahegemónicos, de lo que antes se ocupaba lo popular en otros lugares. Es
así como se presenta la emergencia de la ciudadanía como la forma de ir más
allá de las clases sociales y sus partidos. Igualmente la sociedad civil
aparece como un lugar mucho más amplio, donde se expresa la sociedad y lo
público, no sólo las clases populares, para representar los intereses de todos.
También la idea de la democracia es recolocada como lugar de la participación y
en ese sentido es de todos y no sólo de los sectores populares.
La fragmentación de los actores sociales históricos. Una de las características de la
globalización va a ser la manera como debilita la representación y por lo tanto
las formas de participación y de organización, en cuanto no alcanzan a
reconocer la complejización social. En ese sentido, muchos de los actores son
más reactivos que proactivos dando pie a procesos muy aislados y locales que
hacen que la forma de representación de ayer no presente variantes en las
cuales se den alternativas nuevas sino que parecen prisioneras del pasado.
Por eso se habla
hoy de lo popular en formas muy variadas, tanto que en este último período,
fruto del predominio de un discurso liberal en política y neoliberal en
economía se ha ido produciendo un oscurecimiento de lo popular. En ese sentido,
hoy se reconocen cuatro grandes versiones sobre la manera como, fruto de ese
cuestionamiento, se constituye hoy lo popular en tiempos de globalización:
La inexistencia de lo popular en cuanto una cultura
hecha por el pueblo ya no es posible, dado que la hibridez hace que sea
imposible diferenciar productos propios que no estén atravesados por esa forma
particular de que otras culturas hayan permeado lo popular.
Se produce una nueva estratificación en términos de
consumo y en ese sentido se cambia la vieja forma de la representación y
aparecen movimientos que se representan más en la esfera del consumo y son
interclasistas, oscureciendo la manera de lo popular.
Lo popular no pertenece hoy a ningún grupo. Los
problemas de identidad fragmentada hacen que no exista una forma estable de
grupo que hoy sea detentora de lo que se puede llamar popular.
Lo popular como un retorno a la vieja clase no es posible
hoy, en cuanto las sociedades de hoy están fundadas sobre la ciudadanía y la
sociedad civil.
A estas cuatro
miradas emerge una visión que plantea que esos puntos anteriores sólo son
posibles de entender si la agenda de redemocratización que se colocan significa
una hegemonía capitalista de un mundo globalizado centrado en los centros de
poder que hoy han cambiado de lugar, fundándose en la ciencia, la tecnología y
por lo tanto en el capital constante. Y se vuelve a leer en términos de
reconocer que esos grandes temas planteados por los centros a nivel
internacional con la globalización y a nivel local por los grupos hegemónicos
producen márgenes en los cuales nos encontramos nosotros los habitantes del sur
y el sur que crece hoy al interior del mundo del norte, el significado generado
por el centro pierde sustancia y sentido.
Igualmente, se
plantea cómo la narrativa de la ilustración y su visión liberal ya no tiene una
capacidad explicativa universal y así como la cultura nacional intentó anular
las culturas populares por vía de la realización del estado liberal, hoy se
crea un nuevo campo conflictivo en el cual la globalización hace que el
estado-nación pierda el monopolio liberando las identidades locales del peso de
las culturas nacionales, que curiosamente nunca integradas vuelven a ser
específicas y buscan un nuevo espacio para manifestarse en esa globalización.
Este es el caso
de muchas de las culturas indígenas que hoy defienden en tribunales
internacionales el derecho de sus plantas tradicionales, el derecho de sus
territorios para no hacer explotaciones petroleras y algunas de las discusiones
que algunas de ellas vienen planteando en el terreno de la biotecnología como
reivindicación de los plasmas existentes en el mundo del sur.
Es decir, se
retrotrae el conflicto del pasado y lo local emerge como nueva fuerza
impugnadora en donde la periferia aparece con una especificidad en la cual
tiene algo que defender, algo que enseñar al centro y ese lugar en el cual las
posiciones de privilegio control y dominación adquieren un lugar específico,
generando una suerte de deslegitimación de los instrumentos políticos
organizativos más importantes de las democracias ilustradas: partidos,
sindicatos, gremios, buscando corregir vicios de esa democracia representativa,
construyendo lo público como constituyéndose en la esfera de lo local y
gestándose una forma nueva de control social.
Esto da pie a
que las formas de resistencia de grupos que viven marginalizados de ese
desarrollo global empiecen a reconocer su carácter subalterno con relación a la
forma de producirse la globalización capitalista y sus diferentes versiones de
ser administrada, entre ellas la neoliberal. Por eso aparece claramente una
diferenciación entre aquellos que están en lo público en lugares dominantes y
aquellos que aparecen subalternos. En ese sentido, lo popular emerge como eso
subalterno que hace visibles las nuevas fisuras del sistema.
Y ese lugar en
la globalización de lo local tiene un peso específico, en cuanto es allí, en su
vida cotidiana, en donde a la gente se le hace presente que ese capitalismo no
es democrático, que ese cambio de la globalización que se le vende como propio
y como inevitable ha sido un retroceso en sus vidas y por lo tanto no le ha
significado un desarrollo de sus potencialidades y la satisfacción de sus
necesidades.
Se reconoce allí
que pueden estar conectados a la industria cultural de masas, que están ligados
a la red, pero que la globalización para ellos pasa con pena y dolor y allí
emerge la recuperación de lo popular que rescata las fisuras por las cuales se
construye la nueva marginalización del sistema mundial, cuestiona y pone en
crisis el discurso de progreso de la nueva ilustración globalizada y comienza a
crear las impugnaciones mediante las cuales los fenómenos de marginalización
reconstruyen lo local como lo “glocal” para reconstruir sentidos y construir
las nuevas impugnaciones.
Y desde esta
nueva marginalización, gestada en el crecimiento de la diferenciación social
entre clases, entre regiones, culturas, géneros, grupos de consumo tecnológico,
se produce una nueva fragmentación en la cual los pobres “económicos” son los
más vulnerables, haciendo muy débil su representación social y política, dando
pie a unas nuevas formas de organización que permitan construir esos nuevos
procesos de empoderamiento desde lo glocal.
En esta
perspectiva, también se requiere una construcción de lo educativo que dé cuenta
del reconocimiento de la globalización y la manera como ella afecta
subjetividades, instituciones, organizaciones, y procesos humanos. Por eso es
necesario construir un proceso educativo desde una identidad pedagógica
específica que dé cuenta de esa educación que vuelve a salir del silencio para
construir impugnación y empoderamiento en los nuevos procesos sociales.
Cuando se
recupera el tronco de la educación popular desde su expresión política y
pedagógica, se avizoran desde allí una serie de tareas centrales que deben ser
asumidas como parte del reto de construir educación popular como parte de un
proyecto tecnológico. En ese sentido, se enlaza con algunas reflexiones que se
vienen haciendo desde las ciencias sociales, hace un tránsito y construye unos elementos desde lo
que ha sido su especificidad en el continente. Miremos algunos de esos elementos.
Algunos caminos iniciales desde la
educación popular
No hay tecnología sin contexto. Desde la tradición crítica plantea como
la tecnología siempre tiene una historia que debe aclararse tanto como los
intereses que permitieron su desarrollo y los caminos que tomaron sus
posteriores usos. En ese sentido, se debe plantear con claridad que no sólo hay
un contexto de producción, sino hay un contexto de recepción y que es en esa
doble interacción donde el proceso de endogenización se realiza.
No hay uso neutro de la tecnología, ella corresponde a valores, formas de
organización social, actores que la agencian y cambios que se generan a partir
de ella. En ese sentido, todo proceso educativo debe hacer consciente y
explícito no sólo el para qué sirve, sino el lugar donde coloca en la sociedad
a quien vive el proceso y en últimas debe mostrarle la manera como él queda
inserto en la totalidad social al servicio de unos intereses específicos.
De la ética de la tecnología. Como hemos visto en acápites anteriores,
nos encontramos frente a una reformulación de la ética derivada de las
transformaciones tecnológicas y ello va a exigir para quienes nos movemos en un
horizonte de educación popular con intereses desde los excluidos, hacer
explícitos los tipos de empoderamiento que se producen no sólo en la producción
tecnológica sino en el uso tecnológico y la manera como fruto de las relaciones
sociales en que estamos insertos se producen empoderamientos que generan
desigualdad, y abriendo los nuevos circuitos por los cuales corren la
segregación y la exclusión haciendo que el problema ético no pueda liberarse de
las preguntas por la justicia, centrales al pensamiento histórico de la
educación popular.
Construcción de un proyecto crítico. Desde la educación popular se plantea
claramente un enfrentar el proyecto positivista que habla de la ciencia y la
tecnología como un escenario sin intereses ni valores y legitimadas por la
eficiencia instrumental. Esto significa que es necesario iniciar un proceso de
reflexión crítica que salga de los lugares comunes del pasado y en la lectura
del uso de la ciencia y la tecnología como capital constante al servicio de una
mayor acumulación capitalista comience a desarrollarse un nuevo pensamiento
crítico que dé base a las nuevas formas de organización de la ciencia y la
tecnología como factor preponderante de los procesos de producción,
socialización y culturización.
Construcción de las organizaciones sociales para
enfrentar las nuevas desigualdades y permitir la vinculación a la discusión del uso
social de la tecnología y que sea capaz de hacer un replanteamiento de esas
formas organizativas, coherentes con el nuevo tipo de trabajo que se desarrolla
en el predominio de ciencia y tecnología como capital constante y que sacrifica
grandes sectores de seres humanos, como vimos en la reflexión sobre el trabajo.
Esto exige la capacidad de incorporar una serie de reivindicaciones de otro
tipo, que darán paso a la constitución de los nuevos movimientos sociales de
estos tiempos y por lo tanto el surgimiento de mi nuevo pensamiento crítico,
que enfrente al unanimismo del pensamiento único.
El reconocimiento de las tecnologías tradicionales y
la construcción de las alternativas. Si todo el discurso nuevo de la tecnología está
fundado sobre la artificialidad, hoy en diferentes campos del saber y del
conocimiento se mueven esfuerzos por lograr encontrar los caminos en los cuales
la hibridación y la endogenización tengan como punto de partida la sabiduría
milenaria de nuestros grupos ancestrales. No en vano mucho del trabajo de la
biotecnología se mueve hoy sobre el conocimiento que tenían nuestros grupos
raizales sobre el uso de infinidad de plantas que habían dado como resultado
tecnologías específicas para solucionar infinidad de problemas. Construir una
sensibilidad para oír y darle un lugar social a éstas va a ser una de las
tareas centrales.
La negociación cultural se plantea como una alternativa que permite triangular
pedagógicamente procesos en los cuales están implicados saberes comunes, saberes
científicos, sabiduría popular empírica, que deben ser resueltos no sólo en el
campo de la tecnología como construcción sólo desde una mirada cientificista,
sino desde procesos pedagógicos que realicen la triangulación de estos procesos
y puedan dar como resultado caminos endógenos en tecnología.
La construcción de una capacidad científica y
tecnológica endógena.
Frente a la ola de transferencia tecnológica hay que colocar a ésta como una
reivindicación específica de la educación popular, en cuanto es necesario
construir en nuestros contextos la generación de esos grupos críticos con una
formación de punta que permita evaluar, controlar y prever las consecuencias
sociales, económicas y culturales de su utilización.
Mantener la mirada crítica para seguir reconociendo cómo en este
capitalismo de base tecnológica sigue persistiendo una incapacidad de él, que
parece ya estructural para democratizar el avance y nuevos desarrollos de las
fuerzas productivas, acentuando la monopolización de sus réditos y la profundización
de la desigualdad.
Notas
*Ponencia presentada al XXXI Congreso Internacional de Fe y Alegría
“Educación Popular, Comunidad y Desarrollo Humano Integral Sustentable”. Lima,
Perú, 28 de octubre al 1 de noviembre de 2000.
Dedico este texto al equipo gestor de
Ciudadela Educativa de la Comuna 7 en Barrancabermeja (Colombia), en el
Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio: Andrés, Benjamín, Cecilia,
Julián, Flor, Mery, Olga, Omar, Pedro, Solano así como a los maestros y maestras
de las escuelas públicas de dicha comuna, y el grupo de los jóvenes de
Comunicación, quienes desde unos computadores en medio de la pobreza y la
violencia se plantearon el problema de una cultura tecnológica y no sólo
instrucción en computadores para los niños y jóvenes de su comunidad y desde
ahí alentaron mis reflexiones y mis búsquedas sobre estos temas.
**Marco Raúl Mejía,
colombiano, Licenciado en Filosofía y Letras, Maestría en Educación y
Desarrollo. Actualmente trabaja en Planeta Paz.
1Mires, Fernando. La
revolución que nadie soñó o la otra postmodernidad. Caracas. Editorial
Nueva Sociedad. 1996. Pág. 10
2Volveré sobre este asunto en el momento en que intente explicar
cómo el capitalismo organiza una forma de mirar y construir la tecnología que
es específica de él en el tercer acápite de este texto.
3Serres, Michel. Historia de
las ciencias. Madrid. Editorial Cátedra. 1997.
4Koyre, . Del mundo cerrado
al universo infinito. México. Siglo XXI. 1999.
5Ortega y Gasset, José. “Meditación sobre la técnica y otros
ensayos sobre ciencia y filosofía”. En: Revista
de Occidente. Madrid. Alianza. 1982.
6Las caracterizaciones que he presentado son sólo una muestra de
muchas otras que se pueden hacer desde múltiples criterios. En esta cita trato
de mostrar muy esquemáticamente otra desde otros criterios ordenadores. Tomás
Buch divide en cinco fases ésta. La primera, en la cual el ser humano usa
medios artificiales para complementar y aumentar el alcance de sus miembros y
su fuerza muscular. La segunda: reemplaza esos miembros y músculos por el
trabajo de otros (esclavos y animales) y más tarde por el de dispositivos
mecánicos. La tercera: el desarrollo de los elementos de control, en donde el
trabajo físico ya es casi enteramente ejecutado por máquinas. La cuarta: el
control es dejado a cargo de dispositivos artificiales, “cibernética”, en donde
el trabajo humano hace las tareas que requieren una toma de decisión. Sería un
poco la fase actual. La quinta: una que comienza a emerger en la cual las decisiones
de bajo nivel son también tomadas por máquinas que son cada vez más
inteligentes y van a desarrollar lo que su dueño quiere obtener con suficiente
exactitud. Sistemas tecnológicos.
Contribuciones a una teoría general de la artificialidad. Buenos Aires.
Aique. 1999.
7Strauss, Lévy. El
pensamiento salvaje. México. Fondo de Cultura Económica.
8Gallego, Rómulo. Discurso
constructivista sobre las tecnologías. Bogotá. Cooperativa Editorial del
Magisterio. Colección Mesa Redonda. 1998.
9El modelo aparece como una construcción puramente conceptual,
metodológica y axiológica fundada en conceptos tecnológicos cuya realidad e
importancia radica en la conciencia y expectativa del equipo de investigadores.
10Lévy, Pierre. As tecnologias da inteligencia brasiliense. São
Paulo. 1997.
11Lander, E. La ciencia y la tecnología como asunto político.
Caracas. Ed. Nueva Sociedad. 1994. Autor del que retomo algunos de estos
análisis.
12Para una ampliación de esta discusión, ver la Presentación de M.
Serres al libro Historia de las Ciencias.
13Shiva, Vandana. Abrazar la
vida. Mujer, ecología y supervivencia. Uruguay. Instituto del Tercer Mundo.
1991. Págs. 23-36.
14Bacon.
15Mitchman, Thinking thought
technology. Illinois. University of Chicago Press.1994.
16Ihde, D. Technics and
Praxis. A philosophy of technology. Massachussetts. Ed. D. Reidel. 1979.
17Ortega y Gasset, José. “Meditación de la técnica”. En: Revista de Occidente. Madrid. 1939.
18Wolpert, L. La naturaleza no
natural de la ciencia. Buenos Aires. Editorial Acento. 1994.
19Buch, Tomas. Sistemas
tecnológicos, contribuciones a una teoría general de la artificialidad.
Buenos Aires. Sique. 1999.
20Weber, Max. La ética
protestante y el desarrollo del capitalismo.
21Habermas, Jürgen. La ciencia
y la técnica como ideología.
22Pinch, T. S. y Bijker, W. E. The
social construction on facts and artifacts. Londres. 1987.
23Remito a mi ponencia en el congreso anterior para dar cuenta más
amplia de este aspecto. Lo que viene a continuación es un desarrollo y
ampliación de la misma.
24Ver mi texto “La deconstrucción una estrategia formativa.
Reconstruyendo la crítica en tiempos de globalización”. Ponencia presentada al
VIII Congreso Mundial de Investigación-Acción Participante, en su mesa de IV
Congreso Mundial de Aprendizaje-Acción. Cartagena de Indias, 1 al 5 de junio de
1997. Publicada en Las nuevas utopías de
la diversidad. Lo deseable vuelve a ser posible (2003) Antonio Elizalde
(comp.), Universidad Bolivariana, Santiago.
25Robin, J. “Quand le travail quitte la société industrielle”. En:
fascículos grupo Reflexión Inter y Transdisciplinaria (GRIT) 1993-1994. 24
fascículos. Grenelle. París.
26Gorz, André. Miserias del
presente, riqueza de lo posible. Buenos Aires-Barcelona-México.
Paidós.1998.
27C. F. W. Womack (ed.): The
Machine that Changed the World. Nueva York. Harper-Collins. 1990. Citado
por Gorz, André. Op. Cit. Pág. 39.
28Lebaube, A. “Taylor n’est pas mort”. En: Le Monde. Iniciatives. París. 4 de diciembre de 1991.
29Rifkin, Jeremy. El fin del
trabajo. Buenos Aires. Paidós. 1996.
30En: Henzler, H. Spaeth L. Sind die Deutschen noch zu retten.
Munich. 1993. Citado por A. Gorz.
31En los pasados juegos olímpicos, el grupo pro-derechos humanos de
OXFAM presentó un informe, con el liderazgo del jugador de fútbol americano,
Jim Keady, e invitó a que los atletas que tenían contrato con Nike (que son más
de 1,000) averigüen cuál es la situación de los trabajadores(as) de dcha
empresa en Indonesia, donde muchos de ellos ganan un dólar por día y son
amenazados los que participan en actividades sindicales.
32Habermas, en su texto Perfiles
filosófico-políticos (Madrid. Taurus. 1975) define el cientificismo como:
“La fe de la ciencia en sí misma, es decir, la convicción de que a la ciencia
no podemos entenderla ya como una forma de conocimiento posible, sino que hemos
de identificar conocimiento con ciencia. Cientificista, es la tentación de
fundamentar el monopolio cognoscitivo de la ciencia y de normas en ese sentido,
incluso la autocomprensión metateórica de las ciencias.” Pág.30
33Recordemos como la primera generación de derechos humanos son los
individuales y que dan origen al liberalismo y que han sido denominados
negativos en cuanto controlan su negación. Allí están todos los cívicos y políticos
que se refieren a limitar las acciones del estado que pudieran coactar el
disfrute por parte del individuo. Los de segunda generación, que son aquellos
que se refieren a los derechos económicos, sociales y culturales, y que son
denominados como positivos, son los que van a garantizar las condiciones reales
que hacen posible el disfrute de esos derechos. Los de tercera generación, que
son globales y que se refieren a aspectos transversales a toda la acción
humana, se refieren a la paz, al ambiente sano, a la identidad cultural, a la
preservación cultural y a las formas de vida.
34Langdom, Winner. Tecnología
autónoma. La tecnología incontrolada como objeto de pensamiento político.
Barcelona. Ed. Gustavo Gili. 1989.
35Emmanuel, A. Technologie
appropiée ou technologie sous developée? Paris. PUF-IRM. 1982.
36Gómez, Víctor Manuel. “El significado de las ciencias sociales y
humanas en la educación tecnológica”. Instituto tecnológico metropolitano,
facultad de ciencias humanas. Universidad Nacional de Colombia. Inédito.
Bogotá. 1999.
37En un intento de sintetizar la historia de la tecnología en fases,
Tomás Buch divide en cinco fases ésta. La primera, en la cual el ser humano usa
medios artificiales para complementar y aumentar el alcance de sus miembros y
su fuerza muscular. La segunda: reemplaza esos miembros y músculos por el
trabajo de otros (esclavos y animales) y más tarde por el de dispositivos
mecánicos. La tercera: el desarrollo de los eloementos de control, en donde el
trabajo físico ya es casi enteramente ejecutado por máquinas. La cuarta: el
control es dejado a cargo de dispositivos artificiales, “cibernética”, en donde
el trabajo humano hace las tareas que requieren una toma de decisión. Sería un
poco la fase actual. La quinta: una que comienza a emerger en la cual las
decisiones de bajo nivel son también tomadas por máquinas que son cada vez más
inteligentes y van a desarrollar lo que su dueño queire obtener con suficiente
exactitud. Sistemas tecnológicos.
Contribuciones a una teoría general de la artificialidad. Buenos Aires.
Aique. 1999.
38Para una ampliación de esta problemática, remito a mi texto ADe la
tecnología en pedagogía en educación, o el retorno del instruccionismo vía
“revolución científico-técnica”, en la revista Alegria de Enseñar, Bogotá.
2000.
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