BASES EPISTEMOLÓGICAS PARA UN MODELO PEDAGÓGICO SOCIO – CRÍTICO.
Reconstruyendo una opción
político-pedagógica en la globalización
Marco
Raúl Mejía J.
Expedición
Pedagógica Nacional
Fe
y Alegría
A. Diversos entendimientos sobre Pedagogía
Para
Echeverry (1993)[1]
es notable el esfuerzo que en la tradición de la ilustración se hace por
implantar al sujeto como centro de la enseñanza, la formación, la instrucción y
el aprender. Defender la irreductibilidad del sujeto en los diálogos de la
pedagogía con las ciencias de la educación, la ciencia y la técnica es
esencial. Es decir, el acto de la pedagogía aparece ligado a los procesos de
enseñanza, formación, instrucción y aprender.
No
obstante, reunir en una misma mención procesos tan disímiles como la enseñanza,
la formación, la instrucción y el aprendizaje, nos indica la presencia de un
fenómeno que no es homogéneo y que no se mueve sobre categorías semejantes. Por
el contrario, hablar de lo pedagógico implica adentrarse en un terreno de
múltiples interpretaciones y con perfiles muy específicos acordes con el tipo
de práctica educativa en el cual se inscribe.
Tal
vez una rápida síntesis de algunas de esas interpretaciones que en la discusión
de los pedagogos se han ofrecido y han tenido mayor significación y trascendencia,
entre las que están:
$ La pedagogía como procedimientos que garantizan la instrucción.
$ La pedagogía como el saber de la enseñanza, con la escuela como lugar social y el
maestro como practicante específico.
$ La pedagogía como el proceso comunicativo (en sentido habermasiano) necesario para la
apropiación y desarrollo de la cultura académica.
$ La pedagogía como la metódica que garantiza la realización de los objetivos en los
procesos de enseñaza-aprendizaje.
$ La pedagogía como la intervención sobre los discursos que son objeto de conocimiento
escolar.
$ La pedagogía como un proceso visible en modelos que hacen concreta la enseñanza
- aprendizaje y que se estructuran a partir de múltiples variables: ejes,
metas, relación maestro-alumno, contenidos, metodologías, papel del docente,
etc.
$ La pedagogía como un proceso que no se agota en la
enseñanza y su saber específico, ni en el saber del aprendizaje, ya que cubre
un espectro más amplio como son las relaciones
que se construyen para garantizar el acto educativo.
$ La pedagogía como un saber de docencia, o sea, aquel que se hace cotidianamente en el
acto de enseñar y que es más práctica que teoría.
$ La pedagogía como una práctica de relación hacia la
ciencia.
Lo
anterior muestra distintas maneras de abordar lo pedagógico, pero al mismo
tiempo deja ver que hay elementos comunes como el saber, el conocimiento, la
enseñanza, el aprendizaje y las relaciones. De tal manera, la concepción
pedagógica estará marcada por la forma como esos elementos se conciban e
interactúen.
Los
educadores entramos en la discusión acogiendo tres afirmaciones básicas:
La
primera: Desde la perspectiva de la
educación, la pedagogía nos habla de una praxis educativa que es re contextualizada
por actores diversos con horizontes culturales diversos. Por lo tanto, lo
pedagógico no puede reducirse a un simple proceso metodológico.
La
segunda: La educación nos ubica en
una praxis humana que coloca en relación prácticas sociales de educadores y
educandos en un escenario social en el cual los sujetos se convierten
simultáneamente en productores y en destinatarios de la práctica educativa,
desde su realidad para transformar su vida.
La
tercera: La educación permite la re contextualización
de saberes, conocimientos y prácticas. Esto se da por vía de la acción y
teniendo como especificidad el interés por el empoderamiento de los excluidos.
En este sentido, persiste en la búsqueda de las redes y de las relaciones de
poder presentes en las dinámicas de la exclusión y la dominación, con la
intención de transformarlas. Desde este punto de vista, hablamos de una
pedagogía para la praxis.
A
partir de estos tres elementos, afirmamos la existencia del hecho pedagógico
cuando establecemos una reflexión sobre:)qué
es lo educativo? ) Cómo ocurre? ) Por qué y para qué ocurre? Y para el caso específico de la educación popular:
)cuáles son las acciones logradas
con lo educativo? ) Cómo esas
acciones transforman el contexto? )cuáles son esos nuevos cómo y porqué que esas
transformaciones exigen?
Es
importante señalar que cuando hablamos de acción nos referimos a ella en tanto
fuente de conocimiento y de saber, es decir, una acción que reflexionada genera
nuevos saberes sobre el hecho educativo mismo, ayudando a organizarlo, de tal
manera que la educación popular nos remite a los procesos del aprendizaje mucho
más que a los de la enseñanza. Aprendizaje no en un sentido conductista, si se
quiere, más en el sentido de las escuelas artesanas en donde se aprendía
haciendo.
Cuando se intenta sistematizar desde las distintas
propuestas metodológicas que existen en la educación ‹ socio – crítica› para encontrar la propuesta pedagógica que hay
en ellas nos encontramos dos grandes troncos:
a. Una pedagogía crítica liberadora, que retomaría
las corrientes de la pedagogía crítica que se mueven en los tres grandes
paradigmas de la modernidad pedagógica[2] y que
intentan desde esta perspectiva hacer unas formas híbridas entre lo que sería
ese pensamiento y los procesos de educación popular más de corte
latinoamericano.[3]
b. El segundo tronco estaría anclado en el
pensamiento de Paulo Freire[4] y
retomando sus fundamentos desde él se abren a elaboraciones que buscan tomar en
la mirada crítica énfasis particulares o procesos específicos. Esto da pie a
variadas metodologías que moviéndose en ese tronco no pueden ser asimiladas a
una unidad básica. En ese sentido modifican realidades, serían unas pedagogías
liberadoras y de la transformación social.
Entremos a caracterizar estos dos grandes troncos
que van a permitir entender y explicar diversas posiciones y propuestas
metodológicas.
B.
Pedagogías críticas liberadoras
1.
Pre-Supuestos
Surgen como una contestación tanto a los procesos
escolares agenciados bajo las miradas de ciencia, disciplinas o currículo y
muestran que el proceso escolar está relacionado a los contextos y a las
realidades y que la educación existe mucho más allá de los procesos escolares,
y en ese sentido el proceso educativo se realiza en un escenario mucho más
amplio, que exige conectar la vida social y cultural a los procesos educativos.
En su versión latinoamericana sale de la
formulación teórica crítica general, más de contenido sociológico, y ve al
hecho educativo específico constituido de infinidad de prácticas mostrando cómo
la acción educativa está compuesta de mil formas que no pueden ser leídas como
una simple correspondencia mecánica entre los procesos de la sociedad que van a
la escuela y allí se reproducen. En ese sentido, se señala la necesidad de
reflexionar la práctica educativa mostrando cómo lo político-sociológico no puede
sustituir a lo político-educativo y menos a lo político-pedagógico específico,
lugar donde adquieren concreción las formas particulares del poder en los
procesos educativos.
Por eso, en su propuesta se plantea salir de la
ideología crítica como política y social para construir en lo educativo un
campo experiencial constituido por procesos y procedimientos de tipo
específicamente educativo en donde el poder toma su forma y se produce bajo
organización pedagógica una secuencia en la cual la unidad pedagógica está
compuesta por un campo práctico, un campo educativo y un campo teórico con
consecuencias sociales.
Allí el campo educativo sería un proceso de
organización de todos estos aspectos a través de procedimientos que funcionan
en la esfera aplicada de las relaciones sociales educativas. Por eso la
pedagogía sería transdisciplinaria y en la educación popular se constituiría a
través de una serie de hitos y relatos que son reconstruidos desde las
prácticas a través de ejercicios de sistematización que le dan la voz a los
actores directos para que a partir de esta reflexión sobre su práctica les
permita conformar un saber desde el cual no sólo se da cuenta de su práctica
sino de un saber de lucha que da unidad y sentido educativo a esas prácticas
sociales.
2.
Concepción sobre el conocimiento
En esta posición se niega el conocimiento como un
simple acumulado natural del desarrollo de la humanidad y se reconoce como una
construcción histórica, humana y social, por lo tanto, siempre parcial e
incompleto que en un ejercicio de multiculturalidad está en expansión y
desarrollo específico y que es parte del acumulado de poder de una época.
Por eso, el conocimiento siempre va a existir en
formas culturales específicas y es allí donde queda determinado como un campo en
el cual construye relaciones de poder bajo formas de saber y conocimiento. Por
ello el ejercicio de empoderamiento es también un ejercicio que se hace en la
esfera del conocimiento y del saber, lugares en los cuales la sistematización
adquiere una fuerza potente como instrumento que garantiza los empoderamientos
de los actores desde sus prácticas.
Existe un uso social de este conocimiento y allí se
producen discursos hegemónicos que controlan y producen exclusión, la forma más
visible en estos tiempos es la manera como la tecnocracia sobre el hecho
educativo construido por los organismos multilaterales de la globalización han
comenzado a construir un discurso único sobre los procesos educativos.
El conocimiento llega a la sociedad y a las
instituciones encargadas de repartirlas con cara de objetividad (fruto del
control tecnocrático) en donde los funcionarios de ese saber establecen
separaciones tajantes entre el trabajo intelectual y el trabajo manual
produciendo unas relaciones sociales educativas, donde se distribuye el
conocimiento y en esta distribución negando la producción a ciertos sectores
generando desigualdad y discriminación, también en el orden del conocimiento.
La educación genera un campo construido por
múltiples escenarios y prácticas en donde la escuela no sería más que uno de
esos múltiples escenarios. Cada uno de ellos se convierte en un espacio de
lucha y confrontación de concepciones que encarnan visiones del mundo y que
tienen apuestas por el futuro de la humanidad. De allí que se le reconozca al
ejercicio práctico de lo educativo y la pedagogía una profunda responsabilidad
ética, de la cual se deriva el carácter político del hecho educativo que se
juega no simplemente en el discurso sino en la manera como cada educador da
respuesta a sus múltiples formas de resolver educativa y pedagógicamente sus
concepciones en su práctica social concreta como educador.
3.
Concepción del hecho educativo
Reconoce que cualquier ámbito educativo
(escolaridad, acciones comunitarias, formación de dirigentes, organización
política, entre otros) es un espacio en el cual se construye cultura, moral y
subjetividad, a la vez que conforma procesos de identidad de correspondencia
tanto a los procesos del territorio como de presencia en la sociedad. Por eso,
van a señalar que en medio de los contenidos y en medio de las prácticas
sociales los elementos con los cuales se trabaja, que hacen a la acción
específicamente educativa van a ser fundamentales para construir esos procesos.
Por ello, los métodos y todas las concepciones
metodológicas son campo de contradicción, conflicto, ya que en ellos se van a
ver reflejados los fines y sentidos de la acción educativa. En la esfera de las
pedagogías se dan las luchas por el control del campo educativo, ya que en la
manera como ésta resuelve su quehacer, se construyen las hegemonías y las
contrahegemonías en la educación.
En esta perspectiva, en la educación se funciona
con dispositivos culturales de aprendizaje, siendo éstos los procedimientos
concretos bajo los cuales se construye o se transforma la experiencia de quien
asiste a una acción educativa, donde saber y poder son componentes del proceso,
ya que a través de los instrumentos utilizados en la actividad educativa se
aprende o se modifican las relaciones que el sujeto establece consigo mismo.
Desde esta visión no hay didácticas neutras. Pudiéramos afirmar que si en el
método se juega la concepción de la acción educativa y pedagógica, en los
dispositivos se juega el empoderamiento.
La educación al ser práctica construye con sus
dispositivos y con sus métodos relaciones sociales educativas, haciendo que
cada que se utilice un espacio de éstos y se pongan en juego una serie de
dispositivos estamos asistiendo a acciones de empoderamiento en las cuales toma
vida la organización de la actividad educativa y pedagógica y esto se hace
visible en una forma muy explícita en cinco lugares que por la manera como
están organizados son dispositivos de poder-saber: a) las estructuras físicas y
la organización del espacio donde se realiza la actividad; b) las formas de
interacción mediante las cuales se hace visible el hecho comunicativo; c) la
forma como circula y la jerarquización de conocimientos y saberes; d) el
encarnamiento de la pedagogía, es decir cómo se vive el espacio y la experiencia
y la manera como se afecta lo subjetivo; e) los usos del cuerpo y los lenguajes
no verbales.
Como vemos en esta mirada aparece claramente un
hecho develador que nos señala cómo el acto educativo tiene un carácter
interesado (de intereses en la acción) haciendo que el aprendizaje no sea
neutro y que los procesos en la esfera del conocimiento y el saber exigen ser
vinculados por las formas múltiples de existencia del poder en la sociedad, ya
que todo acto educativo en sí mismo es reconstructor y organizador de poder.
C.
Pedagogías liberadoras y de la transformación social
Éstas, que recogiendo el tronco fundamental de un
periplo colocado por Freire nos colocan en un entendimiento de lo pedagógico
que va mucho más allá de la pedagogía crítica e intenta leer con especificidad
los procesos de organización de cualquier actividad educativa en cuanto muchas
de ellas son movimiento social al mismo tiempo que práctica educativa.[5]
1.
Pre-Supuestos
Reconoce que el acto educativo nunca es neutro y en
la manera como se resuelve ya tiene una orientación precisa, y en ese sentido
es entendido como una acción práctica que está orientada por intereses desde
los cuales toda la acción educativa va orientada a construir esos fines. De eso
construye una visión en la cual identidad, lucha, subjetividad, metodología,
pedagogía son parte central de la resolución política del hecho pedagógico.
La pregunta por la exclusión, la segregación, la
marginación, la desigualdad, la represión en la esfera de lo social tiene
formas educativas específicas y diferenciadas a través de una educación en la
lucha y para la lucha que tiene en su horizonte no sólo la transformación de
las relaciones sociales educativas sino la organización de los movimientos para
la transformación de esas relaciones sociales en la sociedad. Su proyecto está
enraizado en la construcción de movimientos sociales y la acción educativa se
entiende en ese horizonte.
Se asume que la pregunta por la desigualdad y el
sufrimiento encarnan en los procesos educativos con especificidad metodológica,
es decir, se lee la realidad para transformarla, no simplemente para
aprehenderla. Por ello, la propuesta metodológica debe encarnar en su lucha con
formas que le permitan construir poder y empoderar a través del hecho
educativo. Por eso su objetivo central es la construcción de un proyecto de
sociedad justa y solidaria.
Ese proyecto de sociedad tiene que estar presente
en el acto educativo, por ello la emancipación y la liberación que se construye
en la práctica educativa tiene implicaciones institucionales y en la acción del
individuo y de la sociedad. Por ello significa una pedagogía que rompe la
opresión e intenta colocar horizontes de transformación y modificación con
implicaciones en la vida del individuo, en los procesos institucionales en que
está implicado, en la participación en lo público y en la construcción de los
movimientos sociales para que esto sea posible.
El quehacer educativo tiene sentido de liberación
que significa en la práctica una política que desarrolla la capacidad de las
personas para leer críticamente su realidad y transformarla. Allí el ejercicio
educativo construye un nuevo sentido de lo público democrático a partir de esos
dispositivos que le van a permitir leer críticamente, dando pie a diferentes
futuros de esa sociedad, desde los socialistas, democracia radical, y las de
otras formas alternativas de sociedad.
2.
Concepción de proceso educativo
En esta mirada el conocimiento no es más que uno de
los componentes, ya que no se explica sin la existencia de los saberes que
existen en múltiples formas de la sociedad en las realidades concretas de los
grupos y que desde las prácticas pugnan por convertirse en experiencias que
hablen con sentido y unidad de la manera como esos saberes existen en múltiples
y variadas realidades. Por ello, deben romperse las jerarquías y divisiones
sociales que generan exclusión. En este caso, en la del conocimiento frente a
los saberes. Esto hace necesario el que se visibilicen estos saberes sometidos
como un acto de conciencia para que se comprenda socialmente cómo se
construyen.
En cualquier actividad educativa las actuaciones de
su discurso, sus métodos, dispositivos, técnicas, dinámicas, no se quedan en el
campo de lo personal o individual, aun trabajadas como subjetivización tienen
un componente de ser humano como ser social. Por eso deben estar orientadas
hacia lo colectivo y lo comunitario y viceversa, en un camino de praxis en
donde debe conducirse a una acción transformadora que va de los grupos a la
sociedad y de ésta a las personas. Por ello busca que los que no han tenido voz
puedan encontrar los mecanismos de representación y de visibilización
configurados en expresiones sociales.
Toda actividad educativa debe encontrar caminos
alternativos de acción colectiva y comunitaria, en donde los procesos sociales
le permiten a los individuos tomar sus opciones, hacer sus ejercicios concretos
de democracia y ciudadanía, no sólo representándose el mundo sino organizando
sus prácticas de transformación de la realidad en la que viven, realidad que
puede ser entendida como intervenida por distintas esferas desde lo puramente
comunitario y en los procesos de socialización hasta la intervención en lo
público.
La realidad es su punto de partida. En ese sentido,
lo local como realidad social, política, económica, cultural y de identidad
dota a la persona de los instrumentos básicos para construir una organización
con lo universal. Por ello, lo local va
a construir lo diferente, lo específico del hecho educativo, acción que
se realiza a través del diálogo y la pregunta mediante un proceso de diálogo de
saberes y negociación cultural que se realiza en una forma permanente, y es la
base de toda acción educativa.
3.
Concepción de la pedagogía
La pedagogía no se entiende en sí misma sino como
parte de un proyecto político y cultural en el campo de la educación. Por ello
no es sólo un saber teórico o práctico de la educación, sino que trae consigo
una perspectiva por la cual educativamente se implica en una reorganización de
la sociedad y la cultura y a su vez reestructura lo educativo para que pueda
servir a esos fines que llevan a una construcción de sociedad en un sentido
diferente.
Por ello niega la neutralidad pedagógica, enfrenta
la mirada tecnocrática y declara a la pedagogía un campo de contradicción,
lucha y resistencia a las formas que ha tomado el poder bajo la forma de
control en lo educativo y pedagógico, pero considera que esto no puede ser la
acción de individuos, sino que es necesario constituir movimientos que
construyan una política de posibilidad y un campo práctico de lucha para el
ejercicio de esos procesos. No existe acción pedagógica en educación popular
que no implique una acción práctica sobre la realidad y un ejercicio de
búsqueda de construcción de colectivos para que esa tarea sea resuelta
construyendo nueva sociedad.
Construye toda acción educativa como política (en
la escuela habría que construir una política del aula) que funciona a través de
los lenguajes, los conocimientos, las interacciones, las formas disciplinarias,
las dinámicas, los dispositivos. La base de esa política es la existencia de
múltiples saberes que deben ser dialogados para construir una acción fruto del
intercambio y la visibilización de la posibilidad de un futuro distinto.
Para poder hacer posible esos principios elabora
prácticas y métodos alternativos de acuerdo a las realidades que se le van
presentando y en ese sentido no tiene un método único, sólo que coloca algunos
principios de crítica, transformación y acción. En muchos casos construye métodos
híbridos porque recoge elementos ya desarrollados en otros lugares, en
ocasiones elementos progresistas de otros métodos y reelabora su quehacer
pedagógico en un permanente cambio. Por eso pudiéramos decir que se sale de la
lógica de los contenidos y de la modelización pedagógica buscando construir
desde los principios metodológicos generales unos procesos en los cuales lo
importante son los resultados que han sido vehiculizados a través de esas
prácticas.
Enfrenta la mirada dominante de inteligencia centrada
en los procesos racionales y coloca de cara a la experiencia humana más abierta
en el conocimiento riqueza que ha sido aprendida por el reconocimiento de los
saberes populares y entonces da cuenta de una serie de dispositivos que hagan
posible la emergencia del cuerpo, el goce, el deseo, la subjetividad, como
aspectos que concurren desde las culturas específicas al hecho educativo.
En el entendimiento de que la pedagogía es una
acción práctica con consecuencias de transformación a distintos niveles intenta
salir de la idea de enseñanza-aprendizaje como modelización pedagógica,
reconociendo en la esfera pública de lo social toda una cantidad de procesos de
socialización que tienen incidencia sobre hábitos, costumbres, culturas y que
pudieran tomar por el camino del aprendizaje (no en el sentido conductista)
para encontrar formas de éste mucho más allá de los muros de la escuela.
Se pregunta por lo negado, por lo rechazado o
excluido, por lo marginado en los procesos del saber y del conocimiento y busca
incorporarlos a un entendimiento de una sociedad que construye su unidad con
base en la negación del conflicto como base ordenadora y constructora de la
sociedad. Por eso el conflicto se convierte en un dispositivo no sólo cognitivo
y fundamental del proceso educativo y pedagógico. Por ello se habla en
ocasiones de pedagogía de la pregunta, pedagogía del conflicto, pedagogía de la
indignación y muchas otras formas más que al entrar en los campos de la
realidad tienen que romper la idea universal de pedagogía para construir esa
relación educativa en el campo y lugar preciso en el cual lo pedagógico
adquiere un sentido específico para hacer posible los fines buscados. Por ello
los métodos van a ser parte de una política de la experiencia.
Rompe el culto a lo local, a las culturas populares
y lee los procesos contradictorios a su interior, y genera dinámicas en las
cuales las contradicciones se reorganizan y se reestructuran, que permita ser
capaz de construir escenarios más amplios integrándose a movimientos que operan
más allá de lo local sin perder la responsabilidad con el territorio inmediato,
pero reconociendo las maneras de la dominación que en clave de necesidades
vuelven a tocar a los grupos humanos. Por ello construye formas de organización
educativa que en su funcionamiento buscan ser el anticipo de la democracia
radical mediante un diálogo permanente y la capacidad de construir una
participación en la cual los actores están insertos.
4. Base del
proceso[6]
La
actividad educativa construye un puente entre las imágenes, saberes previos,
patrones y elementos culturales, representaciones y símbolos, es decir, entre
el mundo construido desde su realidad Habermas diría A mundo de la vida@[7]B
con la que llegan los actores, y los procesos críticos planteados desde las
diferentes prácticas de la educación popular. Un puente entre ese saber común y
el pensamiento formalizado de tipo académico que supone una relación de
encuentro entre diferentes lógicas, percepciones y visiones que constituyen no
sólo la base del proceso sino también, el insumo desde el cual se parte y sobre
el cual se vuelve para reconceptualizar, recontextualizar y construir lo nuevo.
Dijimos
que los actores son diversos. Pues bien, esa base también lo es. En el caso de
los educadores populares que trabajan como animadores con grupos populares,
éstos reconocen de una u otra forma dominio sobre la problemática trabajada y
claridad sobre la intencionalidad de la acción y los objetivos que se buscan.
En ese sentido, extienden sus habilidades metodológicas o conceptuales para
recontextualizar sus saberes y hacerlos circular en ese medio en el que se
encuentran y en el que esperan obtener un resultado práxico. Este actor trabaja
desde prácticas específicas, tiene un acercamiento conceptual más construido, influye
sobre variantes prácticas y teóricas y convierte el conocimiento y la
información que posee en habilidades que permitan la participación de los todos
los actores. Sin duda ese conocimiento le da una sanción de verdad por su mayor
conexión con el mundo macro y con explicaciones más globales que operan en
distintos campos del saber. Este educador popular debe conocer y manejar esa
sanción para hacer posible la participación, la negociación cultural y la
construcción de conocimientos.
Por
su parte, los actores participantes de los talleres y eventos educativos
(muchos de los cuales, no todos, pertenecen por su origen social, si no por
opción ética, al mundo popular) organizan su acción teórico-práctica a partir
de una serie de estereotipos y arquetipos que en alguna medida reducen,
simplifican y esquematizan la mirada desde la cual contrastan y reorganizan.
Algunas de las características de ese pensamiento previo son:
Explicaciones unicausales: los
fenómenos son analizados y explicados desde una única causa que los origina.
Así por ejemplo, la violencia se explica por el gobierno, la ignorancia por
falta de escuela, etc. No hay matices ni multicausalidades. Y esta única causa
intenta convencer a otras causalidades, negándoles su posibilidad explicativa.
La narración descriptiva como forma
privilegiada de comunicación: en el lenguaje de estos sectores, la narración
descriptiva se convierte en la base de su relación comunicativa. Dichas
narraciones encadenan diversas historias en una misma secuencia, haciéndolas
coincidir como parte de una misma lógica y derivada unas de otras.
Lo bueno y lo malo: el juicio
valorativo sobre situaciones, fenómenos y personas se mueve en la mirada
bipolar de lo bueno y lo malo. Hay una gran dificultad para diferenciar
procesos en los cuales haya matices, elementos intermedios y totalidades
múltiples con aspectos positivos y negativos.
La prevalencia de imágenes
dominantes en la toma de opción y decisión: a pesar de alguna información
complementaria y de argumentaciones previas, la toma de decisiones sobre
algunos problemas se hace desde imágenes muy dominantes que se mueven en el
imaginario colectivo. Estas imágenes les entregan la seguridad de afirmaciones
a las que se les otorga calidad de verídicas. Esto es visible en la manera cómo
actúan frente a espacios que tienen un poder que ellos consideran mayor que el
propio.
El peso de la experiencia cotidiana:
con frecuencia sus explicaciones y afirmaciones se sustentan en que tal o cual
evento les ha ocurrido Ba ellos o a otrosB muchas veces. Así, la validación
surge de un criterio de referencia a lo empírico constatable en su experiencia
que permite no sólo explicar lo pasado o presente sino también prever lo
futuro.
El comportamiento social se organiza
en torno a estereotipos: a pesar de la fuerza de la experiencia y de la vida
cotidiana, hay una serie de estereotipos que operan a manera de Aleyes@ fijas
desde los cuales no sólo se hacen juicios de valor sino también, se estructuran
muchos comportamientos, se valora la viabilidad de acciones y se determina
acerca de lo posible a cambiar en el horizonte de su pragmática vital.
Reconocer
el pensamiento con el cual miran el mundo, sus formas de operar, sus
estereotipos, sus prejuicios y sus habilidades, es básico para los procesos de
aprendizaje práctico que encarna la educación popular ya que ellos funcionan en
cada sujeto como un filtro que selecciona lo nuevo que se puede integrar. Sin
este reconocimiento es muy difícil establecer una comunicación educativa que
lleve a desarrollar opiniones más amplias y comprensiones más globalizadoras.
De
allí la importancia de lo comunicativo en los procesos de educación popular. No
se trata de hacer el uso instrumental de aparatos y medios sino de abordar el
acto mismo de la negociación cultural que se puede lograr con múltiples ayudas
que son parte de un proceso educativo-comunicativo.
Esto se vive de manera inconsciente en muchas personas que hacen comunicación
popular, ya sea con micro medios o con mass media. (Hleap-1991).[8]
Ahora
bien, el proceso individual nos muestra una secuencia en la cual la afirmación
individual y la claridad en sus preconceptos, es una condición necesaria para
que cada sujeto pueda dar el paso a incorporar nuevos elementos en su vida
cotidiana. Sólo en el momento en que la persona logra hacer una nueva síntesis
entre su individualidad, sus preconceptos y su entorno, podemos afirmar que el
contenido educativo y los resultados del aprendizaje han logrado un contexto de
acción correspondiente.
Finalmente,
la estructura previa supone una serie de elementos presentes en su forma de
operar que deben ser considerados para abordar la construcción colectiva de
saberes y conocimientos, aspecto éste que le da piso de realidad al
empoderamiento. Ellos son:
$
Cultura. La visión del mundo y la manera de inscribirse y actuar en él, están
mediadas por las particularidades culturales de las regiones de procedencia de
esos actores educativos.
$
Mentalidad. A la especificidad cultural y de contexto se suman las particularidades
individuales fruto de cada historia de vida. Ellas hacen que en la relación
educativa se comprendan más algunos elementos que otros. Así, hay sujetos con
mayor posibilidad para memorizar, otros para argumentar, para interactuar, para
compartir experiencias de la vida, para manifestar afecto, etc. Todos estos
elementos marcan énfasis que son decisivos en las posibilidades de aprendizaje.
$
Representación. Los sujetos conocen desde modos de representación diferentes. Esto,
sumado a los elementos anteriores, hace que los términos del intercambio
educativo sean múltiples. De tal manera, el aprendizaje efectivo y con sentido
sólo es posible en el momento en el que se pueda establecer ese puente de
interés y de posibilidad pragmática entre quienes establecen la interacción
educativa específica (Zona de Aprendizaje Próxima).
$
Simbolización. Los resultados de la acción educativa están en relación con aspectos que
en el mundo práxico tienen significado y sentido. La posibilidad de cambio, de
transformación y de resignificación, se da en los aspectos en los que la
simbolización es posible.
Los
cuatro elementos anteriores, constitutivos de la realidad representada por los
sujetos, enmarcan el sentido de la acción educativa. Desde ellos, el sujeto y
los grupos populares, al tomar decisiones colectivas, organizan el entramado
que les permite debatir, negar, argumentar, replicar, y de alguna forma,
construir en la práctica la toma de decisiones. Estos elementos, trabajados
integralmente, configuran el poder individual que permite acciones de modificación
tanto en la estructura individual como en la estructura de socialización.
5. El proceso
El
proceso pedagógico propuesto por la educación popular se centra en la
organización y desarrollo de un acto educativo que hace posible una relación de
negociación cultural[9] a
partir del encuentro de esas diversas lógicas, percepciones y visiones de tal
manera que los productos colectivos resultantes tengan sentido y unidad
práctica para cada sujeto. La experiencia educativa pretende que los actores se
puedan movilizar en acciones concretas dentro del horizonte de un proyecto que
todos y cada uno han ayudado a construir, tiene significación para cada persona
y su entorno, y cada cual está en capacidad de controlar. Estas condiciones
generan conflictos que son recuperados como dispositivos que hacen posible una
Pedagogía del Conflicto, reconstruyendo sentidos y permitiendo el
empoderamiento de los actores sociales.
Desde
este punto de vista, la experiencia educativa debe considerar algunos aspectos
que permitan ese logro de sentido y de unidad práctica:
La actividad desarrollada debe
trabajar desde las inclinaciones y habilidades del sujeto de tal manera que
pueda desarrollar posteriormente un hacer permanente y más cualificado sobre su
realidad.
La acción por la que se opta debe
tener sentido en el contexto de cada sujeto.
La continuidad del aprendizaje debe
ser significativa para cada sujeto, permitiéndole sentir que esa experiencia le
significa a él auto-construcción. [10]
El reconocimiento en el proceso
educativo, de otras habilidades además y más allá de lo linguístico y lo
lógico. El aprendizaje no sólo se manifiesta en procesos verbales y de
construcción lógica sino también en otras formas de organización y
representación que al encontrar espacio en la actividad educativa, hacen que el
proceso de negociación tenga menos resistencia. [11]
La valoración de las teorías,
explicaciones e interpretaciones de los sujetos, como punto de partida desde y
con el cual, se reprocesa críticamente la mirada y la postura sobre los
procesos sociales.
La flexibilidad debe levantarse como
un criterio básico de construcción no sólo del momento educativo que permite
nueva información y nuevas habilidades sino también para que éstas sean re contextualizadas
por la vía de la acción en su medio y en su experiencia cotidiana[12],
permitiéndole a los sujetos participantes un empoderamiento real sobre su
acción.
El
proceso básico pedagógico, esto es, la negociación cultural, busca crear los
nexos entre las formas del conocimiento formalizado y las del saber común y las
actuaciones derivadas de éstos. Por eso es tan importante para los educadores
populares construir las condiciones previas más propicias para que los actores
sociales organicen sus interacciones básicas haciendo del acto educativo un
acto global de re contextualización,
en cuanto los saberes, metodologías, concepciones pedagógicas y procesos de
aprendizaje, son recogidos desde el lugar social y cultural del otro.
La
negociación cultural ocurre en un lugar intermedio entre el aprendizaje clásico
(que establece conexiones entre actividades, fines e instrumentos) y un tipo de
aprendizaje reconstructivo que reconstruye vivencias a partir de la realidad,
genera acciones que propician nuevos intereses, construye una motivación con
capacidad de acción y permite necesidades de formación/autoformación, todo
ello, para hacer posible la transformación. Por eso, la negociación cultural no
es sólo de contenidos, sino también de estilos de aprendizaje.
El
encuentro entre saberes y estilos de aprendizaje exige cambiar la mirada en
torno a la actividad educativa teniendo en cuenta unos criterios necesarios
para que la negociación sea posible como estrategia pedagógica. Algunos de esos
criterios son:
$ El acto educativo produce una re contextualización
desde cada actor participante y por lo tanto debe ser planteado como un proceso
y un propósito lo suficientemente flexible que pueda recoger los elementos
entregados en ese diálogo de saberes para recrearlos en cada contexto y espacio
de acción = Aprender para la
Individuación.
$ La actividad educativa es encuentro de comprensiones
diferentes para construir unidad en la diversidad. La precondición del diálogo
y la posibilidad de un nuevo saber, supone reconocer la diferencia y abandonar
un aparente igualitarismo metodológico que cree que en una relación horizontal
quedan anuladas las diferencias =
Aprender de lo diferente.
$ La contrastación de lo aprendido está en la acción.
Plantearse así el problema no es resolverlo por vía empírica, sino encontrar
una nueva síntesis a partir de la cual las mediaciones educativas puedan
incidir en la capacidad de transformación de la realidad desde los procesos más
micro vividos en la cotidianidad de los actores, hasta las posibilidades más
sociales vividas en la globalidad de la sociedad = Aprender para la acción transformadora.
$ La educación popular requiere, de un lado, de una
pedagogía coherente con los procesos de aprendizaje que agencia, y de otro, de
la capacidad para establecer esa reflexión diferenciándose de otras perspectivas,
intencionalidades y propuestas. No obstante, la educación popular debe exigirse
a sí misma una negociación para conocer y reconocer otras pedagogías sobre todo
aquellas que se juegan en el ámbito de la escolaridad y del conocimiento
académico acumulado = Aprender a
aprender.
$ La educación popular debe abrirse a comprensiones
variadas. Este es tal vez el criterio más difícil de asumir ya que debemos
romper con la tradición de un pensamiento político hegemónico que sólo acepta
comprensiones únicas. Por el contrario, la negociación exige capacidad de
interlocución con muchas formas de acción y muchas facetas del conocimiento y
de sus posibilidades de realización = Aprender
del conflicto.
$ La propuesta pedagógica de la educación popular
tiene la capacidad de construir nuevas nociones. El acto educativo entendido
como negociación, asume que si cambian las condiciones del contexto, las
nociones con las cuales los sujetos interpretan sus realidades (material,
simbólica, cultural, social, ideológica, etc.) también se transforman. Esto
significa una gran capacidad para construir nuevas teorías derivadas de las
nuevas realidades = Aprender a cambiar
en medio del cambio.
$ El acto educativo desplegado desde la educación
popular implica no sólo la vida cotidiana de los actores sino también una
lógica del conocimiento ligada a procesos de práxis. De allí que los educadores
populares debemos velar por las acciones educativas, revisar los procesos
metodológicos, ajustar los dispositivos y ser más responsables con los resultados,
de tal manera que efectivamente trabajemos en la construcción de una práxis
emancipadora = Aprender a empoderarse
produciendo conocimiento.
6.
Pedagogía y aprendizajes
Los
procesos de la educación popular remiten mucho más al mundo del aprendizaje que
al de la enseñanza, en la medida en que la actividad educativa busca de manera
intencionada operar cambios en los sujetos que permitan construir algo
diferente: habilidades, actitudes, conocimientos críticos, intervenciones
sociales. La experiencia y la reflexión de estos años nos ha mostrado cómo los
sujetos participantes en los procesos educativos de la educación popular,
acceden poco a poco a nuevas actitudes como producto de la revaloración de sus
experiencias previas y la reflexión sobre la experiencia vivida, y esto les
permite reordenar el escenario social dentro del cual cada uno de ellos actúa,
logrando un empoderamiento que se hace visible en la práctica social del
individuo y en las organizaciones sociales en las que participa como actor.
El
tipo de aprendizaje requerido en la educación popular va más allá del proceso
enseñanza-aprendizaje ya que en éste lo que se da es apenas el reordenamiento y
reorganización de la enseñanza manteniendo la lógica del proceso centrado en el
conocimiento académico, la transmisión y la asimilación del pensamiento
científico. Si bien la educación popular no niega el proceso de
enseñanza-aprendizaje, sí lo desborda ya que tanto su objeto, como sus Apor
qué@, sus Apara qué@, y sus Acómo@ son diferentes. Entre los elementos que
caracterizan el aprendizaje posible desde la educación popular podemos señalar
los siguientes:
El aprendizaje depende de la
experiencia y conduce a cambios y transformaciones de la misma: de esta manera,
la acción educativa puede estar separada de la enseñanza, ya que no se trata de
pautas de comportamiento escritas que deban ser asimiladas para ser
practicadas. Sí en cambio, de la reestructuración del quehacer de cada sujeto
(Pragmática de la Acción).
El aprendizaje opera con
dispositivos diferentes: en la enseñanza y en la enseñanza-aprendizaje los
dispositivos de regulación son mucho más claros, funcionan como didácticas, en
cuanto su objetivo es legitimar saberes que tienen una existencia en la
sociedad. En ese sentido buscan la información y la apropiación de
conocimientos a través de dispositivos que se acomodan a las estructuras
cognitivas. En la educación popular estamos frente a estructuras de acción, y
ellas modifican inmediatamente los procesos de vida cotidiana en los cuales
están insertos los actores y también las teorías y representaciones que éstos
poseen.
El espacio de aprendizaje es amplio:
se trata de operar en los lugares en los cuales los actores desarrollan sus
vidas, sin duda, diferentes a los escenarios delimitados por la enseñanza que
pertenecen a un universo mucho más institucionalizado.
El aprendizaje en la educación
popular construye una relación individuo-realidad: que configure una
autoconciencia y una apropiación de estructuras de acción que le abren a cada
actor-sujeto posibilidades de acción transformada y transformadora.
El aprendizaje en la educación
popular establece nexos sujeto-sociedad: no es sólo un fenómeno de
autoconciencia, es un aprendizaje entendido como constitución y desarrollo del
ser social con intereses transformadores, visibles en una nueva acción humana
marcada ahora por el empoderamiento sobre sentidos, contextos y procesos.
El aprendizaje se entiende como
construcción: y significa para cada actor dejar atrás las verdades para
construir una unidad de sentido en la que se pregunte por el mundo al cual
pertenece su conocimiento, por los sujetos que lo practican, por su unidad
interna y por la coherencia con el proyecto social en el cual se inscribe, en
ocasiones, esto desencadena procesos de deconstrucción de sus imaginarios
anteriores para reconstruirlos con sentido transformador.
El aprendizaje logrado constituye
una unidad sujeto-contenido-acción: de esta manera, se saca de su versión
puramente instrumental para colocarse en una unidad en la cual la idea de
formación permanente reorganiza el mismo proceso de aplicación de lo aprendido
construyendo un sentido social de la práctica educativa.
El aprendizaje en la educación
popular resignifica las realidades de los actores y plantea la reconstrucción
de las mediaciones sociales que él va a instaurar en su acción social: esto
exige conciencia sobre el sentido, mecanismos y canales del poder que circula
en las actividades educativas y en las demás actividades que realiza,
proyectando una vida con sentido.
La
educación popular se distancia de los procesos de enseñanza tanto por los
resultados sociales que busca, esto es, el empoderamiento de actores y la
transformación de la realidad en la cual operan, como por la vocación de lograr
aprendizajes para la acción. Sin embargo, la investigación y el seguimiento nos
ha mostrado la existencia de diferentes sentidos y usos de esos aprendizajes.
Dos de esos grandes campos son los aprendizajes de individuación para la acción
social y los aprendizajes para la institucionalidad social.
Es
muy importante señalar la necesidad de tener claro en los objetivos de la
acción educativa, el tipo de aprendizaje que se pretende. En muchas ocasiones,
la acción educativa es nula en términos del logro de objetivos ya que se interviene
sin claridad a este respecto y con instrumentos inapropiados para el contexto,
acción y práctica social de los actores, haciendo que las personas, aunque
participen en la actividad y la evalúen como positiva, el efecto educativo
quede neutralizado.
a. Aprendizajes de individuación para la acción social.
Se
refiere a los procesos a través de los cuales los participantes en actividades
educativas hacen una traducción de los contenidos para hacerlos posibles en sus
prácticas cotidianas, individuales o grupales o de socialización, con el
propósito de incorporar modificaciones y cambios. Algunas de las
características de este tipo de aprendizaje son:
Este aprendizaje se da en un
contexto cultural específico, es decir, en un espacio que corresponde a la tradición
del sujeto-educando, quien al convertirse en sujeto educador con respecto a
otros sujetos, no sólo recontextualiza su propia experiencia y sentido de vida,
sino además, asume símbolos y formas de expresión específicas que valoriza con
sentido para ese grupo humano (familiar, de amigos, etc.) tratando de producir
y construir nuevas relaciones con un nuevo significado.
Este aprendizaje articula los
procesos de individuación y de socialización: los seres humanos se convierten
en sujetos sociales de aprendizaje, que en forma consciente, uniendo lenguaje,
acción y simbolización e interactuando con el presupuesto de un mundo común,
reorganizan sus relaciones de trabajo y sus lenguajes y establecen preguntas
sobre el poder. Podemos decir que es el momento en el cual aparece con claridad
lo inseparable y complejo de la vida humana (histórica, cultural, biológica,
psicológica y social).[13]
Este aprendizaje permite a cada
actor, recuperar su experiencia como ser humano dentro de su grupo cultural y
reconstruirla en el mismo concreto de su vida.
Este aprendizaje permite que las
conceptualizaciones que los sujetos realizan sean llevadas a situaciones
específicas que cada uno de ellos puede controlar y a contextos donde cada uno
las puede explicar.
Este aprendizaje permite que cada
sujeto incorpore tanto procesos de lenguaje como otros más amplios relacionados
con su propia historia, escenarios éstos en los cuales cada uno es capaz de
reorganizar y replantear su medio social.
Este aprendizaje sucede en un
contexto que tiene su propia lógica: la manera como cada actor organiza la
acción y se implica en lo que le es posible, hace evidente que hay una
codificación de mensajes, que hay reorganización y que se retoma lo que otros
le aportan, siempre y cuando pueda elaborarlo en sus propios términos.[14]
Por
todo lo anterior, el educador popular debe respetar los términos en los cuales
se da la intervención educativa y tener en cuenta que es en ese estilo de
aprendizaje donde se producen las mediaciones necesarias para lograr las
transformaciones hacia las que se dirige la propuesta de la educación popular.
i. La negociación cultural en el aprendizaje de individuación para
la acción social.
Producir
unos términos reales de intercambio en este tipo de aprendizaje, significa tomar
plena conciencia de los conocimientos que guían a las personas involucradas. En
una caracterización todavía muy rudimentaria, encontramos algunos elementos que
es necesario considerar: la experiencia vivida, el espacio de socialización que
marca a cada actor, su entorno de afectos y acciones, los lugares en los cuales
organiza lo que le es esencial y la manera como todo esto construye su tejido
social.
Al
lado de estos elementos surgen unas interacciones a partir de las cuales se
crea opinión, se intercambian entendimientos y se construyen acuerdos para la
acción. Todo esto ocurre en el imaginario de interpretación de cada sujeto y
grupo y en el lenguaje de comunicación cotidiana, haciendo que a su contexto
social, se le coloquen nuevos objetos simbólicos. De tal manera se opera un
acuerdo y un entendimiento compartido que hace posible la acción desde el saber
culturalmente acumulado en ese grupo potenciando la imaginación humana.[15]
Cualquier
intervención en grupos humanos que participan de este nivel de aprendizaje,
requiere que los términos de la negociación cultural estén muy claros, y por lo
tanto, es necesario entender que la negociación es y ocurre entre diferentes.
Construir esa relación pedagógica exige al educador popular capacidad para
crear tanto el escenario como la relación misma entre los sujetos, y esa
capacidad no sólo proviene de su formación profesional sino también del
entendimiento de esos procesos más profundos de los grupos humanos, y de su
disposición para hacer posible otra forma de circulación del poder. Por ello,
requiere de esa Adisposición personal@ en la cual hace explícito el poder que
le da la relación pedagógica.
En
este tipo de aprendizaje la negociación cultural se hace concreta en algunos de
los siguientes aspectos:
Se negocian culturas: éste, que
parecería un aspecto de sentido común, es uno de los más olvidados en las
intervenciones. El lenguaje, los códigos y los imaginarios con los cuales nos
expresamos requieren de procedimientos, mecanismos y formas coherentes con los sentidos
y símbolos de los grupos participantes ya que son culturas diferentes pero
también desiguales.
Se negocian mediaciones: si lo que
se está propiciando es un encuentro entre diferentes, se debe ser consciente de
que los dispositivos (poder-saber) son los que van a viabilizar la coordinación
de acciones, la construcción de normas y la configuración de pautas para la
transformación de los contextos.
Se negocian sentidos: la
introducción de nuevos sentidos (sociales, culturales, de gestión) en los grupos,
implica reorganizar BnegociarB la elaboración y organización previa que éstos
tienen de su mundo. Esta negociación permite que sociedad e individuo se
configuren de manera recíproca creando un escenario en el que se visualiza si
los sujetos aceptan y asumen (o no) esas transformaciones. (Zona de aprendizaje
próxima).
Se negocian representaciones: a los
escenarios de la educación popular concurren diferentes miradas sobre el mundo
que evidencian los sentidos, concepciones y formas de organizar que tiene cada
grupo humano. Si el educador popular entra a la actividad educativa rompiendo
esos códigos de simbolización, sólo recibirá rechazos, aun cuando éstos ocurran
en el silencio.
Se negocian saberes técnicos: es
necesario reconocer que hay formas de hacer que son propias de ciertas
habilidades. Cuando desde una mirada tecnicista y, por qué no, cientificista,
el educador popular busca introducir ese saber sin negociarlo, desempodera a
los grupos con los cuales trabaja haciendo que éstos se apropien mecánicamente
de él.
Se negocian institucionalidades: las
instituciones sociales se expresan como una forma de organización a partir de
la cual, las comunidades humanas logran una serie de acuerdos intragrupales.
Negociar en este nivel supone capacidad para lograr acuerdos más colectivos
para discutir, por ejemplo, cómo lo suyo es representado por la institución.
Se negocia la lógica interna del
aprendizaje: el educador popular debe ofrecer claridad sobre su proyecto
pedagógico y sobre los dispositivos que utiliza, para desde allí, develar la
lógica interna que permite la acción educativa, de tal manera que los
resultados no aparezcan como logros simples del diseño metodológico sino de la
concepción pedagógica en la cual se basan los dispositivos utilizados en el proceso.
Los
aspectos anteriores nos muestran una forma de aprendizaje que trabaja en la vía
de la reconstrucción cultural y reorganiza los espacios cotidianos para
disponerlos de manera que puedan disputar sus propias comprensiones en espacios
más amplios frente a formas de poder fuertes y centralizadas.
ii.
Tránsito hacia aprendizajes más institucionales
Para
los educadores populares es necesario plantearnos cómo se da el paso desde
estos hábitos de vida cotidiana, de aprendizajes de individuación y de socialización
primaria, hacia aprendizajes que buscan afectar, impactar y Aeducar@ para
transformar las instituciones sociales, lo que equivale a decir, educar para
producir la participación de y en la totalidad social. La sistematización de
experiencias múltiples de trabajo en estos últimos años nos muestran algunos
elementos respecto a cómo es posible acceder a ese aprendizaje más complejo con
interacciones más totalizantes:
Reconocer las fronteras entre
acción, socialización e institucionalidad pública. Esto significa reconocer una
esfera de acción más amplia que implica un dominio de lo específico,
diferenciada de las esferas de la socialización y la individuación.
Construir una zona de aprendizaje
próxima. Es decir, la actividad educativa debe buscar un acercamiento en el
cual sea posible el reconocimiento de lo otro más amplio asumiéndolo como parte
del continum de propio mundo, no como una etapa diferente. Se trata de incluir
lo otro en lo propio para transformarse.
Entender que son las acciones las
que muestran y anticipan el desarrollo de la conciencia y que es allí donde se
hace claro el aprendizaje logrado y las posibilidades de nuevos aprendizajes.
Dar cuenta de la reestructuración
simbólica como una de las principales tareas del proceso educativo haciendo
claridad en torno a que desde ella es posible una ontogénesis (que se produce
en el aprendizaje individual) y una sociogénesis (evolución social). [16]
Ganar confianza en la capacidad de
aprendizaje, contrarrestando el sentir de muchos grupos populares sobre una
supuesta incapacidad para entrar en esas otras esferas de procesos
comprehensivos a nivel global y sistemático. Esto significa crear nuevas
estructuras de significado y nuevas capacidades genéricas de acción social.
Transformar los procesos de socialización
propios, lo que supone ganar en la posibilidad de cambiar prácticas inmediatas
del mundo cotidiano (familiar, laboral). Operar en concreto sobre los hábitos
permite que el aprendizaje interiorizado (como conocimiento, norma o valor) se
convierta en cuestionamiento y acción sobre lo social.
La
educación popular siempre ha soñado con unos sectores populares disputando sus
intereses en la sociedad civil y construyendo una nueva institucionalidad
popular. No obstante, en la medida en que los aprendizajes logrados sólo llegan
a afectar ese entorno de acción inmediato, es muy difícil lograr dar el paso
hacia la esfera del poder público.
Habría
un tercer aprendizaje, que sería el de la incorporación en instituciones de
socialización, que por problemas de espacio no desarrollo acá.
a)
Aprendizajes de institucionalidad social
En
esa búsqueda por encontrar mecanismos de participación y de integración a la
esfera del poder público, se hace necesario explorar aprendizajes que hagan
posible que esos procesos de la democracia integral sean reales.[17]
La investigación sobre nuestras prácticas nos ha mostrado que en las propuestas
metodológicas, los diseños mismos están pensados sobre este tipo de aprendizaje
y sobre paradigmas globales de tipo crítico dentro de las ciencias sociales.
Esto hace difícil el tránsito entre la lógica cotidiana y la acción, paso éste
que implica jugar en una normatividad que no ha sido construida ni organizada
por los sujetos populares.
Los
aprendizajes de institucionalidades sociales son aquellos que se dan en un
escenario de organización, movimiento, institución y formas organizadas de la
sociedad. Si categorizáramos las maneras como se hace visible el aprendizaje
social, encontraríamos algunos de estos aspectos:
Inducen a una forma de integración
macro: es decir, que los mecanismos que se construyen trabajan por la
vinculación (incorporación, integración, cooptación, o buscando representar
impugnación) en esferas más amplias que el escenario cotidiano, dando el paso a
lo público.
Producen una forma de conciencia
práctica moral: nos encontramos frente a una individuación que desborda las
formas del sentido común y entra en lógicas de pacto social global, en las
cuales, es necesario representar intereses y por lo tanto, contar con unos criterios
compartidos por un grupo más amplio que el cotidiano.
Amplían los niveles de opción: se
accede a la esfera de la representación en la cual la opción propia y la del
grupo humano que se representa, adquieren un nivel de importancia como
legitimadores de las acciones.
Aparecen opciones problemáticas: no
es sólo vinculación a lo macro ; se establece un proceso en el cual el
conflicto también adquiere características más públicas relacionadas con
criterios de participación, tomas de posición y capacidad para defender los
propios puntos de vista y debatir los puntos de vista diferentes.
Operan cambios en la forma de actuar
socialmente: el tránsito de lo doméstico y lo cotidiano a lo público exige una
nueva manera integradora en la cual no se vean lo uno y lo otro en una relación
inferior/superior, sino que se puedan reconocer ambos dentro de una acción
social integral: el empoderamiento de reconstrucción social de la realidad.
Modifican la vida cotidiana: no es
sólo el ejercicio de asumir la realidad como un elemento social, sino el
reconocer que al entrar en la esfera de lo público se producen modificaciones
que los sujetos tienen que integrar en sus propios procesos, en sus propias y
cercanas realidades.
Generan una nueva cultura política:
lo político hace su desplazamiento desde lo micro hacia lo macro y allí tiene
regulaciones muy precisas que operan como límites institucionales. Sólo al
encontrar esa manera diferente de actuar es posible para el sujeto insertarse
como un elemento alternativo en la institucionalidad social.
Para
los educadores populares, los aprendizajes de la institucionalidad social nos
hablan de la necesidad de un aprendizaje específico que corre por caminos y con
vehículos diferentes a los aprendizajes por acción inmediata y a los procesos
de enseñanza-aprendizaje. Tal vez el gran vacío que tenemos, la gran carencia
que experimentamos, es que la democracia sigue siendo enseñada y no aprehendida
y al no verse como cultura, es difícil que los actores excluidos, desiguales y
segregados, puedan organizar sus intereses para representarlos en el ámbito de
lo público.
b) Negociación cultural en los aprendizajes de institucionalidad
social
El
acto educativo, acto de negociación, hace énfasis en algunos aspectos que
permitan el acceso real, efectivo y práctico a este tipo de aprendizajes.
Veamos algunos de estos aspectos:
Estructura simbólica de acuerdos y
disensos: es decir, nos encontramos frente a una situación de conflicto
interiorizada que implica la capacidad de un uso público del lenguaje para el
debate y para el actuar con autonomía = Uso
público del conflicto.
Se representan identidades
colectivas: en el aspecto educativo, este es un asunto complejo que se facilita
o no a partir del diseño elaborado ya que se trata de construir una conciencia
colectiva que haga el tránsito entre individuo, individuación, socialización y
usos públicos = Tránsito entre zonas de
aprendizaje próximo.
Nueva identidad social, cultural y
política: al jugar en lo colectivo y en lo público, se construye un criterio de
validez dado tanto en los acuerdos del grupo como en la manera de defender los
intereses específicos. Esto logra configurar procesos de solidaridad con
actores que además de autonomía, construyen responsabilidad social entre ellos
= El aprendizaje de lo colectivo.
Construcción de nuevos saberes y
lenguajes: que por la vía de dispositivos más de corte enseñanza-aprendizaje,
recontextualizacen y resignifiquen los saberes y lenguajes que hacen parte de
un acumulado social[18] =
Une vida y acción.
Construcción de nuevos sujetos:
aparece una relación ampliada en la cual surgen nuevas instancias sociales que
representando heterogeneidades, buscan convergencias = Crea organización.
Nuevas estrategias: esas instancias
más amplias de lo social, al recoger un campo de reivindicaciones más
heterogéneas, van a exigir capacidad para concretar algunos núcleos comunes a
todos los actores organizados, de tal manera que construyan esa nueva expresión
práctica de la lucha por la defensa de sus intereses = Construye movimiento.
Una nueva simbólica: el salir de los
procesos específicos y agrupar sectores humanos heterogéneos, le exige al
educador y al dirigente político, como educador, capacidad para encontrar esos
nuevos símbolos para integrar, aglutinar, cohesionar y permitir el aprendizaje
de la organización = Construye
imaginación simbólica.
Una nueva cultura política: este
tipo de aprendizajes supone una acción decidida para la representación de
intereses y el desarrollo de la capacidad para construir acciones que hagan posible
el cumplimiento de esos intereses. Aparecen entonces prácticas de
confrontación, movilización, organización, lucha por los derechos,
concertación, etc., que se convierten en aprendizajes sociales por la vía de la
acción organizada[19] y
que enfrentan las viejas formas de hacer política = La ética de la política.
c) Conflicto de lógicas
Desde
la perspectiva de la educación popular, en el ejercicio de lo público aparece
un enfrentamiento entre dos lógicas que marcan una manera de ser del conflicto:
la lógica institucional oficial y la lógica de los movimientos sociales de
protesta y de impugnación, fragmentados, en estos tiempos de globalización,
como el poder al que enfrentan. Mientras la primera busca prácticas sometidas a
los términos de sus propios procesos, la lógica de los movimientos sociales
funciona con la negación de la institucionalidad, necesitando en alguna medida
de ella para poder construir al interlocutor de la negociación. Esta relación
es de confrontación para no ser incorporados o cooptados.
Los
aprendizajes sociales operan en contextos de reorganización y reestructuración
del poder social que funciona a través de las diferentes institucionalidades.
En ese sentido, esa opción desde el movimiento social reconoce en la
institucionalidad social del Estado, y en la sociedad civil Brelegada, excluida
y desigualB, la alteridad que le permite construirse en la confrontación no por
simple inclusión, sino por una ampliación de la sociedad en la cual cabe la
cultura y los imaginarios de lo excluido, recompuesto sin desigualdades ni
exclusiones.
El
movimiento social forjado sobre la solidaridad interna, sobre ciertos rasgos de
espontaneidad, relaciones afectivas y creatividad, aparece contrapuesto a las
formas más institucionalizadas del Estado, que se caracterizan por su
organización, control, cohesión interna del poder, definiciones políticas muy
precisas y objetivos muy claros de homogenizar y unificar.
Por
eso, en términos de poder y frente a la hegemonía política, surge la necesidad
de construir unos objetivos de acción común: frente a la dominación económica,
una redistribución de los recursos; frente a la dominación burocrática, una
construcción de relaciones sociales más libres y participativas. Es decir,
hacer más amplios los criterios de la negociación cultural para hacer posible
la democracia para todos en una transformación de la política sustentada en la
redistribución real del poder.
Frente
a la inercia social, que se sitúa en la realidad sin problematizaciones como si
fuera externa a los sujetos, hay un aprendizaje político que realiza la
educación popular y que busca:
Configurar una actuación colectiva y
superar las condiciones previas que la inhiben.
Enfrentar la imposición de intereses
particulares y empujar la construcción de un interés colectivo mediante el
empoderamiento de los desiguales y excluidos.
Construir espacios públicos en los
cuales se representen los intereses colectivos.
Descubrir las necesidades y
potenciarlas como interés de tal manera que se entre en la esfera de su satisfacción.
Señalar las transformaciones
necesarias para que los elementos anteriores sean posibles no como cooptación
sino como ejercicio de redemocratización de la sociedad.
Con
este acumulado en pedagogía llega la educación popular a finales de los años 80
y comienzos de los 90 donde el fenómeno de globalización y neoliberalismo va a
producir una nueva invisibilización del hecho educativo popular. Sin embargo,
en ese momento sus desarrollos de esta fase le permiten mostrar un campo tenue
con características propias de ese saber indiciario y en constitución.
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Antioquia. 1993.
[2] El
alemán, el francés y el sajón. Las corrientes críticas de estas visiones
estarían por todas las corrientes de escuela nueva y crítica que cuestionaron
la escolaridad a finales del siglo XIX y durante el siglo XX. Las teorías de la
reproducción cultural, económica y de redes escolares que estarían afincadas en
una lectura clásica del marxismo, las teorías de la resistencia cultural, que
niegan la sobre determinación y muestran construcciones alternativas, y las
pedagogías críticas sajonas que intentarían discutir el ejercicio del poder en
la escuela. Las teorías de la subjetividad que hacen una relectura de los
elementos de Foucault en educación y las teorías sociocríticas que retomando
elementos de la escuela de Frankfurt intentan hacer una aplicación a la
educación.
[3]
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---------- Acción cultural para la libertad. Buenos
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[4]
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[5]
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[6]
Retomo acá aspectos específicos de la propuesta metodológica de negociación cultural,
que he desarrollado conjuntamente con Miriam Awad en Pedagogías y Metodologías
en Educación Popular. La negociación cultural: una búsqueda. Quito. Fe y
Alegría Ecuador. 2001.
[7]
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[8]
Hleap, B. La estrategia comunicativa en el programa de capacitación a distancia
de educadores populares. Santiago de Cali. U. del Valle. 1991.
[9] Reelaboración que hemos hecho de la tradición de la educación popular,
retomando el término de ADialogo de Saberes@, enriqueciéndolo con la
mirada de Jerome Bruner (1984) cuando nos habla del Diálogo Cultural, y
reconstruyéndolos en la categoría de Negociación Cultural.
[10]
Luria, A. Los procesos cognitivos. Análisis socio-crítico. Barcelona.
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[11]
Gardner, Howard. Mentes creativas. Una anatomía de la creatividad vista a
través de la vida de Freud, Einstein, etc. Barcelona. Piados. 1995.
[12] Vigotsky, Lev. Thought and
Language. New York.
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[13] Maturana, Humberto. El
árbol del conocimiento. Las bases biológicas del entendimiento humano.
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[14]
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concepción de los sectores populares. Bogotá. Colciencias. 1988.
[15]
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Barcelona. Ed. Tusquets. Tomo I y II. 1989.
[16]
Lorenzer, A. Bases para una teoría de la socialización. Buenos Aires. Amorrortu
Editores. 1973.
[17] Hacia el futuro ya se comienza a reconocer el papel
que puede Ajugar la educación popular con
su experiencia acumulada un valioso aporte a dos tareas que son necesarias a
nuestras sociedades: educar en valores democráticos y desarrollar los
potenciales de innovación de la población@. Igualmente, se le reconoce su acumulado en Ael desarrollo de experiencias educativas sustentadas
en la participación, el diálogo y el desarrollo de competencias lingüísticas de
los sujetos@. (Bastias-Cariola 1994:1).
En los déficit de las democracias latinoamericanas, en la vinculación social de
los actores sociales más relegados y excluidos, tal vez va a ser importante
recuperar el acumulado histórico de la educación popular.
[18] Esto nos muestra cómo la educación popular, teniendo
un mayor énfasis en los aprendizajes para la acción, no niega otras formas de
procesos pedagógicos, sólo que busca su recontextualización en función de los
criterios y los dispositivos pedagógicos propios de la Educación Popular.
[19] Este es uno de los grandes aportes de la educación
popular frente a una corriente que se da en América Latina que la reduce a
procesos micro para superar las carencias de las democracias. La educación
popular sigue educando en la claridad de intereses de los excluídos y
segregados, para ir a lo público y disputar esos intereses frente a otros que
operan en la sociedad, y así, realizar la sociedad civil como espacio de
disputa de esa ciudadanía colectiva que sólo será posible en cuanto los
intereses de todos estén representados.
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