Entradas populares

Buscar este blog

sábado, 22 de octubre de 2011

ESCUELAS DIFERENTES Y PLANES DE CALIDAD


ESCUELAS DIFERENTES Y PLANES DE CALIDAD


Isabel Cantón Mayo
Catedrática de la Organización educativa de la Universidad de León


I.- Introducción

La voz “diferencia” tiene significados semánticos que nos introducen en el tema objeto de reflexión en este apartado de las Jornadas. Se refiere a la “cualidad o accidente por el cual una cosa se distingue de otra” y también a la “variedad de cosas de una misma especie” o a la “controversia disensión u oposición de dos o más cosas o personas entre sí”. Lo diferente es, pues, lo que es diverso o distinto, que permite identificar o particularizar algunos tipos de escuelas entre la variedad de ellas en función de alguna de sus características comunes. En nuestro caso esta diferenciación viene dada por la participación de grupos de escuelas en planes de mejora y calidad auspiciados por la administración educativa.

En concreto nos proponemos responder, siquiera parcialmente, a alguna de estas preguntas previas:

¿ Cuál es el origen, fundamentación teórica y aplicación práctica de los planes de mejora y calidad en las escuelas?
¿Existen aspectos diferenciales comunes en los centros educativos que realizan planes de mejora y calidad?
¿Cuáles son esas diferencias?
¿Cuáles de esas diferencias fortalecen a los centros educativos y cuales son sus debilidades?
¿Podemos hacer alguna propuesta de mejora después de evaluar lo que se ha realizado hasta ahora?


2.- La fundamentación de la mejora y calidad en el marco de la postmodernidad

Comenzamos reconociendo la necesidad de fundamentar teóricamente los programas de mejora y calidad, aspecto que se convierte en una necesidad apremiante al ser éste su punto más débil. La modernidad proviene directamente del racionalismo cartesiano, que erige a la razón como medida del ser humano. Modernidad, ciencia y razón, vendrían a ser sinónimos. La razón ilustrada bastaría a la humanidad para progresar, para ser mejor y para dominar al mundo. Pero también en nombre del progreso se ha atentando contra la ecología, y se ha amenazado la supervivencia de la humanidad. Este envanecimiento de la razón ha llevado a posturas contrarias, que se manifiestan a veces en aspectos irracionales, esoterismos y falta de canalización del sentimiento. Contra la razón cartesiana de la modernidad, se levantaron voces autorizadas como Foucault, Lyotard y Derrida, que desde diversos campos del saber realizaron propuestas basadas en aspectos más relativos, culturales o emocionales. Realmente el postmodernismo no es más que la contradicción de la modernidad o la negación de la misma, que bien podría ser sustituido por la “anti” modernidad.

La postmodernidad abarca temporalmente desde los años 80 a finales del siglo XX. Para el Diccionario de la RAE este movimiento “se caracteriza por la oposición al racionalismo y por su culto predominante de las formas, el individualismo y la falta de compromiso social”. Las características de la postmodernidad serían entonces la caída de la razón, de la certeza, de la sistematización, de las teorías fundamentantes, que dependerían de la hermeneútica, del caos, de la incertidumbre, de la subjetividad, de los sujetos; el desencanto, el relativismo moral, la ciencia de lo particular, serían otras de sus peculiaridades. La postmodernidad es una época de nostalgia, de Nihilismo, de crisis de paradigmas, de pluralismo como episteme, la ciencia como autolegitimación, la imposibilidad de la razón para abarcarlo todo, del fin de la historia, del desencanto, de la belleza  y de la desesperanza .

¿Qué relación tiene la calidad con este marco postmoderno? En primer lugar la calidad es un concepto postmoderno por compartir muchas de las características de la postmodernidad, como puede ser su polisemia, su relativismo, la contextualización y variabilidad de la misma, la necesidad de construir la calidad, su dimensión  de compromiso y equidad, la intervención de los agentes en la calidad, su constante incertidumbre y la exigencia de mediación entre la no-calidad y la calidad.

La calidad es, pues, un nuevo valor por el aprecio social que tiene, por la amplitud y consenso en torno al deseo de alcanzarla y por la necesidad de tenerla como marca personal en el turbulento contexto educativo. Pero la calidad se justifica más áun que en la postmodernidad en la era del conocimiento, donde el bien más preciado es la materia gris, la creatividad y la adaptación, creación y satisfacción de nuevas y continuas necesidades.

3.- Gestión del conocimiento y la calidad

La rápida evolución de las nuevas tecnologías ha llevado a la globalización de los saberes, a la ampliación de la comunicación que ha convertido el mundo en una “aldea global” en expresión de McLuhan. Pero la  globalización no es sino una consecuencia o una posibilidad de las que ha traído la digitalización de la información, que, realmente, ha revolucionado el mundo ¿Cómo organizar y enseñar en los centros educativos de la sociedad del conocimiento surgida a raíz de la conversión de todo el saber en números?

Este hecho también cambiará la educación en todos sus ámbitos y aspectos, ya que el cambio contextual producido conlleva un cambio sustancial educativo. El centro educativo constituía un microsistema específico donde se llevaba a cabo de forma concreta la acción de enseñar. Pero ya no se enseña de forma exclusiva en el centro ni en el aula; ahora se aprende tanto o más fuera que dentro de ellos. Estamos en la sociedad del conocimiento. Pero ¿de dónde procede esta sociedad? Una aproximación a esa evolución la de la sociedad la hemos presentado relacionando los cuatro factores económicos principales (capital, conocimiento, trabajo y tierra) y su actividad productiva en la era agrícola, industrial, y la actual era del conocimiento (Cantón 2003).

La llamada sociedad del conocimiento, se caracteriza por la gran influencia de éste, algo del capital y casi nada de influencia del factor tierra. En la era agrícola los factores tierra y trabajo fueron los determinantes, mientras que en la era industrial lo fueron el conocimiento y el capital. La sociedad del conocimiento, que abarca ámbitos tan dispares y complejos, ha puesto el énfasis en que los conocimientos son el factor más importante en los procesos tanto educativos, como económicos o sociales en general. El conocimiento se erige en factor fundamental para conocer la economía, la educación, la organización social y para integrar un conjunto difuso de herramientas de gestión, de procesos sistémicos, coherentes y globales, que en los últimos años del siglo XX han cambiado la forma de vivir y trabajar abriendo perspectivas insólitas de cara al siglo que comenzamos (Cantón, 2002).

La sociedad del conocimiento, o sociedad del saber, es para López Rupérez (2001:31) “un nuevo estado de evolución de las sociedades desarrolladas que se caracteriza porque el conocimiento constituye el recurso básico para los individuos, para la economía y para la sociedad en su conjunto”. Las relaciones entre la sociedad de la información y la sociedad del conocimiento derivan de que el conocimiento incluye información, y a la inversa,  el conocimiento es una faceta destacada de la sociedad de la información. Nos encontramos en este tipo de sociedad del conocimiento como consecuencia de la sociedad del bienestar y de la opulencia, muy distinto al de la escasez y la supervivencia. Pero hay que estar alerta, ya que la opulencia del conocimiento puede no llegar a todos.

La sociedad del conocimiento introduce las organizaciones que aprenden dependiendo fundamentalmente de dos factores: el perfil de la organización ( basado en el liderazgo, los grupos y las personas y en su estructura, plana, vertical, adhocrática) y en las capacidades de aprendizaje de la misma que consiguen como resultado un cambio permanente, el desarrollo de las personas implicadas, la mejora del entorno y la mejora y calidad para el centro.


La Unión Europea ha señalado, tres objetivos prioritarios para los próximos años, de los que el primero consiste en la mejora de la calidad y la eficacia de los sistemas de formación en la UE. Dentro de este objetivo, se incluye “el desarrollar las aptitudes necesarias para la sociedad del conocimiento”. Desglosa esta propuesta en competencias clave, como pueden ser los conocimientos aritméticos y la alfabetización, las competencias en matemáticas, ciencia y tecnología, las lenguas extranjeras, las capacidades en TIC y en la utilización de la tecnología para aprender a aprender, competencias sociales, espíritu empresarial y cultura general. Tenemos otra propuesta para el tramo 2003-2006 en el artículo 149 del Tratado de la UE que prevé una contribución al desarrollo de una educación de calidad fomentando la cooperación entre los Estados miembros (Comisión Europea 2001:15).

La pregunta de si siguen siendo necesarias las escuelas en su actual organización de sistemas educativos nacionales está ya en el aire (Braslavsky y Cosse, 2002); Conclusiones de la 46 Conferencia Internacional de Educación de la UNESCO en Ginebra (2001). La hipótesis de la internacionalización de los sistemas educativos tiene décadas, pero tropieza con muros insalvables. Es difícil saber cómo cambiar la estructura formal e informal, la superficial y la profunda de las escuelas y por ello ha habido muchos intentos en este sentido desde la política educativa. En España estamos en reformas, o retoques a las reformas, desde 1970 que ilustran alternativas de distinto signo de las cuales es posible aprender y sacar algunas consecuencias. También en el entorno europeo y norteamericano se han producido movimientos en pro de la mejora y la eficacia escolar. Ninguna de las investigaciones llega a resultados concluyentes, pero todas ponen claro que existen algunos factores que correlacionan con los mejores resultados, en su mayoría son combinaciones de propuestas adaptadas a los diferentes contextos. En general existen tres líneas de intervención desde la política educativa:

a)    Intervención en factores relacionados con el rendimiento
b)   Intervención reestructurando la organización de los centros
c)    Intervención desde el aprendizaje de la mejora y calidad en los centros educativos.

Las políticas derivadas del primer enfoque se concretan en factores que mejoran las pruebas de rendimiento: textos, recursos materiales diversos, currículum, capacitación de  los maestros, mayor tiempo escolar, mejores infraestructuras. Pero la investigación ha mostrado que esto no es suficiente. Hopkins y Lajerweij (1997:89) reconocen que “los esfuerzos para transformar escuelas en organizaciones efectivas a partir de la implementación de un conjunto de cambios, no relacionados entre sí (...) no han resultado exitosos”.

El segundo enfoque basado en la reorganización y reestructuración de los centros educativos se han basado en el cambio de dirección escolar, de gestión, gobierno y administración de las escuelas. Experiencias de este tipo se muestran eficaces en contextos tan diferentes como Inglaterra (Local Management of Schools), Australia (Self Managing Schools), Estados Unidos (reestructuración), América Latina (autonomía escolar), o incipientemente en España con los dos modelos vigentes de calidad (Mejora y Excelencia). En todos estos casos se encuentra como factor común que se toma el centro como unidad básica del cambio.

El tercer enfoque corresponde a la calidad y mejora de la escuela que busca la transformación de la organización de las escuelas para conseguir más calidad y el mejoramiento del logro académico. Se entiende que modificando las estructuras escolares se cambian también las prácticas de enseñanza y se mejoran los niveles de aprendizaje. Supone un modelo de transformación sistémica: se mantiene el centro como foco de cambio, pero se priorizan tanto las transformaciones dirigidas a la enseñanza-aprendizaje, como las dirigidas a la gestión y organización.

Partiendo de estas premisas, reconocemos que algunas de las propuestas mencionadas en epígrafes anteriores tienen aún validez hoy, con las salvedades y reservas que expresamos antes. Pero en este apartado queremos referirnos a un análisis particular, desde una visión personal y evaluativa de las organizaciones educativas, para un nuevo tipo de sociedad, y lo que se ha logrado como cambios implementados desde la perspectiva de los planes de mejora en los centros que han realizado este tipo de prácticas.

4.- La intervención en los centros educativos: el camino recorrido

Intervenir para el diccionario de la Real Academia es “interceder o mediar por uno” “interponer su autoridad” “tomar parte en un asunto” (1992:1182). Desde el ámbito específicamente educativo, “Una intervención es una acción específica que un agente de cambio lleva a cabo para facilitar el proceso de cambio” (Gibson, Ivancevich y Donely, 1994:772). 

En Organización de Centros el término intervención se acepta como un desarrollo organizativo que hace referencia a una actividad formal para el cambio. La ejecución de una intervención tiene dos dimensiones: la oportunidad y el ámbito. La primera se refiere a la selección del momento idóneo para comenzar la intervención; la segunda, a la selección de la intervención más adecuada en cada caso.

Las oportunidades de cambio organizativo en nuestro sistema educativo han sido impulsadas desde dos ámbitos: Externo (la Administración) e Interno (los prácticos). Ejemplos de cambios organizativos desde la Administración Educativa pueden ser todas las Reformas y las Leyes Orgánicas como la LGE (1970), la LODE (1985), la LOGSE (1990, la LOPEG (1995), la actual Ley de Calidad (LOCE) y los respectivos decretos, circulares, órdenes y demás instrumentos que la desarrollan. Todas ellas han sido ya revisadas, evaluadas y se ha realizado una crítica de sus aportaciones y limitaciones básicas. Otra línea de intervención impulsada desde la Administración educativa, pero con arraigo interno en los centros, la constituyen los Programas de Innovación que se han desarrollado fundamentalmente a partir de la LOGSE. Citamos entre ellos: la integración escolar, la educación compensatoria, los programas de Nuevas Tecnologías (Atenea y Mercurio) hoy fundidos en el PNTIC, los Planes de Mejora, etc.

Todos ellos han traído nuevas perspectivas y han supuesto nuevos retos organizativos que han exigido intervenciones organizativas y curriculares. Éstas han estado en su mayoría al cargo de la asesoría de los psicopedagogos-orientadores, tanto de centros como de Equipos de Sector, inspectores y asesores, en las distintas provincias y autonomías en función del modelo de desarrollo organizacional elegido.

En la mayoría de los casos se ha intentado a dar soluciones externas procedentes de la cultura político-administrativa consistentes en aplicar sin más las directrices administrativas, de forma mecanicista y bastante impositiva en lugar de dar soluciones adhocráticas basadas en el contexto. A pesar de las reiteradas afirmaciones de autonomía de los centros (MECD, 1997) la realidad es que cada vez la normativa se ha convertido en más asfixiante. Con razón Gairín (1996) afirmaba que en esta línea administrativo-burocrática, el MECD se convierte en el gurú de los profesores, ya que por medio de los asesores implanta un modelo de intervención diseñado de forma estandarizada por técnicos más o menos competentes en el nivel central. Lo que se afirma de  Administración Central es válido, con más peso si cabe y más directrices y normativa, para cada una de las Comunidades Autónomas, que han descubierto en el filón del control de la educación, la captación de nuevos votantes y la formación del espíritu nacionalista propio.

La segunda línea de intervención es la interna y viene de la mano de los prácticos. Procede de lo que hemos llamado cultura de la praxis o empírica. Pero si la primera era difícil, ésta es heroica. La intervención de los prácticos ha estado basada fundamentalmente en grupos o en asociaciones que buscan mejorar la práctica y desarrollarse profesionalmente, pero eso sí, huyendo de la teoría. Los modelos desarrollados desde esta perspectiva tienen su mejor lado en el aspecto desinteresado, vocacional y comprometido de los mismos. Destacamos los MRP, la pedagogía Freinetiana y unas cuantas experiencias singulares que se dan en los centros, en la mayor parte de los casos sin trascendencia ni continuidad.


Su parte más débil está en la carencia de fundamentación de los mismos que los hace deudores del ensayo y error, y en otras ocasiones se llega a fundamentar la teoría desde la práctica por personas ajenas del ámbito técnico que interpretan, dan forma y relacionan la innovación realizada con la línea teórica más cercana para darle un sustento y una fundamentación teórica satisfactoria a la vez que para marcar las nuevas líneas de acción. Ejemplos de lo que decimos lo constituyen los Movimientos de Renovación Pedagógica, el Concejo Educativo, el Movimiento Freinetiano, Educadores Milanianos, etc.

La característica común de las dos líneas de intervención que hemos citado (la Administrativa y la de los prácticos) es su profundo desencuentro. Mientras que la Administración mira hacia otras Administraciones y prepara documentos con el fin de facilitar un modelo homogéneo de aprendizaje organizativo, los prácticos miran hacia modelos prácticos a quienes emular, desde una perspectiva concreta. No hay conexión entre ambas líneas y los esfuerzos de ambas lejos de sumarse a veces se contrarrestan.

Aún podemos encontrar otra línea de intervención, basada en el conocimiento científico, deudora de la investigación universitaria y con gran desarrollo teórico y nulo práctico. La poca incidencia de los hallazgos de la investigación en las prácticas de los docentes ha sido estudiada reiteradamente. Esta línea de cultura “de expertos” ha sido la mejor fundamentada teóricamente, pero a la vez, la peor desarrollada y concretada en la práctica. Las pocas experiencias que hay de trabajos de innovación, cambio y aprendizaje organizacional, suelen tener una finalidad externa: realizar una tesis, desarrollar una investigación etc.

Sintetizando, las propuestas de intervención en centros han sido y pueden ser internas y externas. Las estrategias externas podemos clasificarlas en tres grupos:
a)    Utilizar estrategias de liderazgo Administrativo: usando el convencimiento de que la innovación supone cambios beneficiosos, tanto desde el ámbito profesional como profesional y de lo que acarreará como prestigio, recursos y satisfacción. Se dan a conocer las ventajas, la atracción, los argumentos y pocos inconvenientes. Están basadas en el mimetismo institucional y la cultura positivista.
b)    Estrategias transacionales: se trata de otra estrategia administrativa externa, aumentando los premios, los recursos, personales o materiales, la puntuación al profesorado para traslados, o cualquier otra motivación intrínseca o extrínseca. Están basadas en el trueque y destacan los tipos de transaciones, individuales o colectivas y dependen de la aceptación y de las propuestas de transaciones que los docentes y los centros aprecien.
c)    Utilizar estrategias coercitivas desde la Administración, que pueden adoptar variantes y gradación muy diversos, poniendo el énfasis en la dimensión de servicio educativo que tienen los centros y en su dependencia de la sociedad que las financia, las sostiene y a la que han de rendir cuentas. 
En cuanto a las estrategias internas, ya nos hemos referido a ellas: basadas en el voluntarismo, en el entusiasmo y en la vocación de los enseñantes han producido una generación de profesores quemados  no hemos querido optar por ninguna de las tres posiciones en este punto; se desarrollan pormenorizadamente más adelante. Hemos realizado (Cantón, 2003) una selección de estrategias basada en un instrumento para la elección del tipo de intervención específica: partiendo de un análisis DAFO y hemos encontrado en él estrategias de supervivencia, defensivas, de  reorientación y ofensivas. En todo caso nuestro análisis puede ser mejorado con el tiempo, con los diferentes contextos o con nuevas estrategias que irán surgiendo en el ámbito organizativo.

5.- La intervención desde la mejora y calidad en la educación

            La intervención basada en la mejora y calidad puede ser entendida como una estrategia de síntesis, interna y externa, científica y práctica. En esta base amplia y diversa están sus fortalezas, pero también sus debilidades, como vamos a mostrar. Hemos definido reiteradamente la calidad en la educación como la línea del horizonte, como el cero absoluto, como el infinito en matemáticas, los cinco ceros olímpicos, la satisfacción del usuario, y hasta como un amor imposible y platónico (Cantón, 2000, 2001, 2002) y en todas las acepciones existe un matiz diferenciador que las hace específicas y concretas. De ahí su carácter reiteradamente polisémico. Pero el acercamiento y la concreción de estas definiciones en educación pueden sintetizarse en las siguientes dimensiones.

Destacamos que la calidad en educación puede ser, al igual que en los servicios, integral y parcial, vertical y horizontal, interna y externa, diacrónica y sincrónica, etc. (Cantón, 2002). Como connotaciones específicas la calidad en el campo educativo puede ser identificada con rendimiento académico y se mide con las calificaciones y estándares internos; también puede estar en la satisfacción de las expectativas de padres y alumnos; depender de la organización en la gestión del centro, gestión de calidad; puede ser fama, reputación, prestigio, aspectos subjetivos, pero muy influyentes en la sociedad; la podemos identificar con resultados, del alumno, del centro, económicos, valor añadido; y sobre todo, calidad es la obra bien hecha de que hablaba Eugenio D´Ors, ya que se refiere a la acepción mas aceptada y global.

El retraso tradicional de la adopción en el mundo educativo de estrategias genéricas que la sociedad ha adoptado anteriormente, han hecho parecer a la educación como un subsistema que avanza a remolque del sistema social. No podemos negar que, también en el desarrollo e implantación de la calidad, tenemos menor tradición y nivel de implantación que las industrias y los servicios, tanto en el nivel público como en el privado. A ello se unen una serie de características peculiares de la cultura organizativa escolar que dificultan, más que ayudan, en la implantación de innovaciones como la calidad.

Entre ellas no podemos dejar de citar que la calidad suscita resistencias y reticencias a pesar de ser atractiva, como un manjar y como un valor, y así, a la vez que resultaría llamativo que alguien, de entrada, se decantara contra ella, se reconoce que es un motivo de sospecha y escepticismo y se la ha llegado a comparar con un regalo envenenado que recuerda el Caballo de Troya. Hemos identificado reticencias ideológicas, políticas, contextuales, personales, etc. Santos Guerra (2002 y 2003) habla de las trampas de la calidad, la identifica con rendimiento, con educación privada, con altos recursos, marginación, etc. y usa la metáfora de que con la calidad se confiere libertad igual para “el zorro y las gallinas”.

Creemos que esto muestra que existe una gran confusión en la conceptualización ya que identificar la calidad con aspectos como los citados que la descalifican sin tener en cuenta una dimensión que siempre se ha reclamado para ella: la equidad, con la que también aparece asociada en la LOCE (2002, Cap. III.4 y exposición de motivos). Creemos que la calidad debe ser para todos y especialmente para los más débiles y excluidos, como hemos expuesto ya sobre la calidad para la atención a la diversidad (Cantón, 1999c; 2002a).  Por ello sintetizamos en tres metáforas nuestro concepto de calidad, sin dejar de reconocer la inherente polisemia del término:

La calidad desde el enfoque tecnológico sería un traje de diseño que envuelve a los centros para conseguir unos resultados previamente diseñados con unos referentes externos técnicos y de tipo empresarial en los que se apoya. Sería como una estructura, potente, brillante, resistente, holomogable y exhibible ante los demás, pero a la vez, rígida, incómoda y pesada.

La calidad desde el enfoque cultural sería como un “traje a la medida”. Cada uno define, programa y realiza lo que entiende por calidad desde múltiples enfoques que buscan la mejora de los centros, pero con los condicionantes y la contextualización específica de cada centro. Como características tendríamos una calidad cómoda, flexible, agradable, educativa, ligera, satisfactoria y fácil, pero a la vez, poco científica, intuitiva y no homologable externamente.

La calidad desde el enfoque crítico, vendría a  ser la mano de hierro en guante de terciopelo: es más lo que esconde bajo la capa atractiva que lo que muestra. La desconfianza, la sospecha y el desvelar lo que se esconde bajo ella consumen todas las fuerzas que debían dedicarse a implantarla. La calidad es un concepto del que no hay que fiarse, que da miedo, es excluyente, elitista, falso, etc.

6.- Las prácticas institucionales de Mejora y calidad en su dimensión diacrónica

En Septiembre de 1996 se envió la primera circular a las Direcciones Provinciales de Educación dependientes del MECD invitando al desarrollo en sus zonas de competencias de Planes de Mejora y adjuntándoles un documento explicativo. Como consecuencia, en ese curso 96-97 se desarrollaron en el territorio gestionado por el MECD 268 Planes, lo que representaba entre el 4,5 y y el 5 % del total de centros. A 25 de ellos más sobresalientes se les otorgó un millón de ptas. para continuar las actividades de calidad. En el curso siguiente (97-98) se realizó la segunda convocatoria (Resolución de 2-9-1997, BOE de 16-9-1997) a la que se sumaron 568 centros que suponían un 9,5 % del total y en este caso se premiaron cincuenta de ellos. Finalmente, en el curso 1998-1999 se convocan por Orden de 9 de Junio de 1998 (BOE del13 y participan 662 centros, un 13 % del total.  El curso 1999-00 se dan las transferencias a todas las comunidades autónomas y hay una bajada en el número de planes de los que sólo se constatan 515, debido a los necesarios ajustes sobre el cambio administrativo y de gestión efectuado.

Por su parte, el Modelo Europeo de Gestión de calidad se adaptó a Educación en 1997 y en el curso 1997-1998 se inicia su implantación en 11 centros. En curso 98-99 aumentan a 83, pero con las transferencias hubo una gran dispersión entre las comunidades Autónomas: algunas, entre ellas Castilla y León, decidieron seguir la propuesta del MECD adaptada ligeramente para aprovechar los recursos, la formación y el personal formado y su trabajo; otras, decidieron elaborar su propio modelo de calidad, pero todas ellas están en la actualidad trabajando en ésta línea, aunque difieren en los procedimientos.

6.1.- Desarrollo de Planes de Mejora y Calidad en Castilla y León

El Real Decreto 1340/1999 de 31 de Julio traspasaba las funciones y Servicios de la Administración del Estado a la Comunidad de Castilla y León en materia no universitaria. Desde entonces, sucesivos decretos han ido configurando también la normativa educativa específica de esta Comunidad y su desarrollo educativo-institucional.  Esta Comunidad ha decidido continuar con las dos líneas de trabajo ya instauradas por el MECD de Planes de Mejora, como línea “blanda” y Modelo Europeo de Calidad, como línea “dura”.

Los resultados, referidos al tema que nos ocupa, los ha publicado la Consejería de Educación en dos tomos (2001 y 2002). En la evolución de la calidad en la Comunidad desde que tiene las transferencias educativas, investigadas durante tres cursos dependiendo de la Junta, nos muestra un desarrollo progresivo de los Planes de Mejora muy positivo en casi todas las provincias. Destacamos que entre tres provincias (Soria, Palencia y Zamora) cubren más el 53% de los Planes de Mejora y el resto se lo reparten seis provincias. Las  menos participativas son: Segovia, Ávila y Salamanca. En el medio tenemos a Burgos, León y Valladolid. La provincia con mayor número absoluto de Planes es Zamora, seguida de Soria; la de mayor incremento anual de PM es Valladolid; tienen un incremento muy moderado las provincias restantes y la evolución de los Planes de Mejora en los cursos estudiados: todas las provincias experimentan un incremento de participación menos tres: Palencia, León y Salamanca, que disminuyen del curso 99-00 al 00-01. Sería deseable incrementar esta investigación con los porqués de estas tendencias, sobre todo buscados en la Asesoría de la Unidad de Programas, en las Comisiones Provinciales de Mejora o en la Inspección como impulsores y animadores. Es destacable el hecho de que el porcentaje de los centros con Plan de Mejora ha subido notablemente desde que la Consejería tiene las competencias educativas pasando del 13 % nacional en 1999 al 26 % sobre el total de centros de la Comunidad en 2001-2002.

Vemos que mientras la tónica general de quienes trabajaron con Planes de Mejora ha sido la continuidad, la frecuencia de centros con Modelo Europeo es muy baja en toda la Comunidad, destacando positivamente Salamanca con 12, Valladolid con 9 y Burgos con 8. En el lado contrario tenemos a Segovia que no ha realizado ninguno, a Ávila con tres o a León y Soria con cuatro. Pero lo más llamativo es que tanto Ávila como León sólo los han realizado en el curso 98-99, que es el de mayor tasa de frecuencia. Después se retiraron ¿Cuáles fueron los motivos?

Por niveles educativos es significativamente mayor el porcentaje de centros de Educación Primaria, con un 53,5 %; un 13 % Primaria y Secundaria unidas; un 6,9 % Secundaria únicamente y un 1,4 % Bachillerato. Hay que destacar que los que afirman impartir Primaria y Secundaria unidas son los antiguos Colegios de E.G.B. donde aún que no se han cambiado los alumnos, por lo que en realidad la representación de la Primaria es de 66,5 %. La constancia de mayor participación de los docentes de Primaria en las innovaciones es patente, puesto que son ellos los que copan la mayoría de las respuestas. Es interesante destacar también que los centros de Secundaria con Planes de Mejora tienen minorías étnicas, compensatoria y garantía social (JCyL, 2002:89 y 97).  Por otra parte el número de centros existentes de Primaria es muy superior al de los centros de Secundaria, lo que se reflejaría también en la participación en porcentajes.

7.- Síntesis de los resultados obtenidos en la investigación

Las tres dimensiones en las que podemos enmarcar los Planes de Mejora correspondientes a las tres culturas de calidad serían: la dimensión científica, de saber experto, la dimensión administrativo-política y la dimensión empírico-experiencial. Cada una de ellas necesita de las demás para configurarse, para implementarse y para evaluarse. De la dimensión científica extraemos la conceptualización, la teorización, la objetividad y la generalización de las experiencias; de la dimensión administrativo-política, la normativa y el ajuste a modelos impulsados desde este ámbito; y desde la práctica la posibilidad de pasar de la teoría a la realidad con los modelos y documentos administrativos. Encontramos fuerte predominio de la cultura empírico-experiencial, apoyo en la dimensión administrativa y nula incidencia de la dimensión científica-expertos.

Los centros evaluados positivamente por su PM fueron el 44 %; y distinguidos por su Plan de Mejora el 28 %, y distinguidos un año y evaluados positivamente otro el 26 %, lo que nos confirma que los evaluados positivamente fueron prácticamente todos, mientras que muy pocos fueron distinguidos en cada provincia. También apunta el resultado a la tendencia a la continuidad en muchos casos ya que hay muchos centros que tienen ambas categorías una a continuación de la otra.

Por temáticas, la frecuencia más alta es la de Lectoescritura; en segundo lugar, las Nuevas Tecnologías y después, en IES, los referidos a FP.

La motivación para trabajar en el PM fue la mejora del centro en todos los aspectos y la mejora profesional, seguida del reconocimiento social, y lo que menos interés suscita son los puntos para el traslado y los recursos económicos que se les asignan. A veces el motivo es formalizar lo que ya venían haciendo: “desde hace unos años se venía aplicando de una manera informal las Nuevas Tecnologías en el aula rural, entonces nos dimos cuenta que a raíz de una entrevista que había elaborado el Equipo de Orientación había unas deficiencias que observamos en el centro” (Gdiscusión 2: 2). Las dos motivaciones más aceptadas fueron institucionales y profesionales (mejora profesional y mejora del centro; el reconocimiento social puede asociarse con evitar la rutina, en motivos de tipo personal.

En cuanto a los puntos fuertes de la evaluación final destacamos el alto nivel de satisfacción mostrado por el equipo directivo y los profesores; se cumple con ello una de las principales premisas de la calidad: satisfacción de los usuarios. Entendemos con Muñoz Adánez (1990:76) define la satisfacción como

“el sentimiento de agrado o positivo que experimenta un sujeto por el hecho de realizar un trabajo que le interesa, en un ambiente que le permite estar a gusto, dentro del ámbito de una empresa u organización que le resulta atractiva y por el que percibe una serie de compensaciones psico-socio-económicas acordes con sus expectativas”.

El mismo autor entiende la insatisfacción laboral como

“el sentimiento de desagrado o negativo que experimenta un sujeto por el hecho de realizar un trabajo que no le interesa, en un ambiente que está a disgusto, dentro del ámbito de una empresa u organización que no le resulta atractiva y por el que percibe una serie de compensaciones psico-socio-económicas no acordes con sus expectativas”.

Pero en esta satisfacción general debemos hacer una llamada de atención, como subraya Kushner (2002:75) al señalar la mayor satisfacción de los jefes, los directores y los administradores con los programas de los que son responsables, además a ello se añade que son las personas con las que más nos relacionamos los evaluadores porque compartimos esos mismos valores innovadores. La autocomplacencia de que habla Álvarez (2002) no estaría lejos en esta dimensión.

Pero una parte de los usuarios se muestra, en opinión de la parte docente, poco satisfecha: se trata de los padres y los alumnos; por lo que al ser opiniones profesorales pueden suceder dos cosas: que a los profesores les parezca poca satisfacción, y realmente haya bastante; o que esa satisfacción no haya llegado a los dos estamentos citados: padres y alumnos, que son los principales usuarios del servicio educativo. No obstante reconocen que apenas han medido esta satisfacción, por lo que su opinión puede deberse a este hecho, muy grave en propuestas de calidad. También hay que tener en cuenta la baja cultura de participación escolar en nuestro contexto y la opinión de los padres. (MCED, 2000:56): “Los padres de alumnos consideran que su participación en el centro no es muy importante, ya que uno o dos padres de alumnos de cada tres consideran nada o muy poco valiosa su participación en el centro”. Este aspecto se detecta también en otras investigaciones: “La mayoría de las comunidades no participa activamente en las decisiones sobre cambios en los programas educativos” (Fullán, 2002:91).

De ello se derivaría la primera propuesta de mejora: implicación, difusión y apoyo por parte de padres y alumnos a las propuestas de mejora, que deberán se consensuadas antes de iniciarse, mantener informados del desarrollo de la misma a ambos y evaluación del nivel de satisfacción de forma periódica. Quizá la clave está en que participen también en la decisión de la mejora. Se trata de una intervención en el nivel de dinámica relacional del centro, y que es una cuestión compleja, ya que,

“conseguir la participación de las familias, convertirlas en interlocutores y en copartícipes de las actividades formativas supone une estilo de relaciones muy intenso y de gran complejidad pero muy útil para enriquecer el proceso formativo de los estudiantes” (Zabalza, 2002: 198).

Pero esta es una línea muy actual que tiene su aplicación práctica en las comunidades profesionales. Por otra parte este aspecto es general y hasta endémico en nuestro sistema educativo y ya había sido detectado en la Evaluación de la LOGSE (AA.VV. 2000; Martín, 2002) y en estudios sobre esta implicación como los de Rivas (1984) o Murillo (2002) en los que ésta participación se plantea más como un reto para el futuro que como algo ya conseguido. También en el nivel internacional, Fullán (2002:222) recoge varias investigaciones que muestran que el primer problema para el cambio en Estados Unidos es la falta de implicación de los padres en la educación de sus hijos, a la vez que muestran la correlación entre la implicación de los padres en la escuela y el progreso y el desarrollo del alumnado.

Los motivos nos revelan un aspecto de la naturaleza humana que hace tener afecto y permanecer junto a lo que se valora. Ello redunda en el compromiso y su continuidad. Los motivos para realizar un Plan de Mejora fueron: mejorar el centro, aumento del rendimiento de los alumnos, mejora profesional, reconocimiento social y recursos económicos son de tres tipos: profesionales, personales y sociales, pero en los tres casos son motivos elevados. La propuesta de mejorar los motivos en los tres aspectos no sería difícil para la Administración si quiere potenciar realmente los Planes de Mejora.

 Valoración positiva del mantenimiento y asunción del compromiso con la mejora por parte de directivos y profesores que no se retiran de los proyectos de mejora iniciados, se muestran satisfechos con su participación, pero además reconocen que han realizado un gran esfuerzo, que ha merecido la pena, ya que ha mejorado su práctica docente. Es un aspecto positivo muy importante, ya que, como señala Fullan (2002:51) quien asegura que “El principal problema no es la ausencia de innovación en las escuela, sino más bien la presencia de demasiados proyectos, inconexos, episódicos, fragmentados y adornados de forma superflua”. Y más adelante señala que se requieren entre tres y seis años de duro trabajo para producir una mejora y además con fágiles resultados. Para Viñao (1996) éste efecto de mantenimiento de las prácticas innovadoras es difícil y se muestra en la falta de él cuando la innovación se ha diseñado desde fuera; se mantiene si se ha realizado por el profesorado. En este caso este mantenimiento señala el compromiso de los centros. Como consecuencia ha mejorado el nivel de expectativas de los profesores a los alumnos, con la correlación que este aspecto muestra con el rendimiento final. Se notó en la mejora de las clases, de los procesos de evaluación y en mejoras generales para todos.

“Muchos maestros están dispuestos a adoptar el cambio a nivel individual de la clase y lo harán si existen las condiciones adecuadas (por ejemplo, una innovación clara y práctica, respaldo de la administración y de la dirección, oportunidades para interactuar con otros maestros, apoyo sindical y recursos externos” (Fullán, 2002:89).

En este apartado se debería buscar la implicación y el compromiso profesoral con algún tipo de incentivo, propuesto por ellos mismos, o de motivaciones internas que reconozcan este compromiso y mejora de las expectativas de los alumnos. De todas formas no debieran extrañarnos estas resistencias que son connaturales a las instituciones educativas: “Si esperamos que el 100% del profesorado de un centro educativo se sume con entusiasmo a una determinada innovación o mejora cualitativa de la práctica pedagógica vigente, muy probablemente la pretendida innovación no comenzará nunca” (Fernández Pérez: 2002:148). Fullán señala también la necesidad de algún tipo de presión sobre las personas para el cambio y un cierto nivel de ayuda.

Reconocimiento recibido adecuadamente por parte de la Administración. Este aspecto muestra que el profesorado no persigue grandes reconocimientos y que valora altamente los recibidos, pero más que el aspecto económico, valora las gratificaciones de la Inspección, el que se atiendan sus solicitudes de profesorado o de material, la dignificación del centro, ante la propia Administración educativa, y finalmente la publicidad positiva del trabajo del centro en los medios. En todo caso, como afirma Jaim Etcheverry, (1999:43): “La sociedad no se decide a realizar la inversión necesaria para proporcionar a todos sus integrantes las herramientas educativas básicas porque, en realidad, no asigna a esta tarea tanta trascendencia como manifiesta”.

Este es uno de los motivos de continuidad por lo que debe cuidarse especialmente. La propuesta de incremento en todos los aspectos citados puede aumentar también el número y la calidad de los planes de mejora: mantenimiento del reconocimiento económico, potenciar las gratificaciones internas por parte de la Inspección y trato preferente en sus relaciones con la Administración en solicitud de recursos personales y materiales. Pero la necesidad de un reconocimiento social externo se hace evidente:

La sociedad no puede seguir pensando que la responsabilidad educativa es sólo de los profesores, mientras aplican un doble lenguaje para hablar de la educación: por una parte la educación aparenta ser una prioridad...; pero ese discurso no refleja una preocupación real, traducida en decisiones concretas, que den a la educación el lugar privilegiado que debe tener para el desarrollo futuro de nuestra sociedad” (Esteve, 2001: 25).

Mejoras colaterales como pueden ser mejora del rendimiento, de la atención a la diversidad, a los más desfavorecidos, aprendizaje general de estrategias. En general estas mejoras no han sido evaluadas sistemáticamente, por lo que la propuesta es que sean evaluadas también con la mejora programada. Es un hecho general en todo proceso de cambio que también puede producir aspectos no deseados, pero que, en todo caso no hemos detectado.

“Toda reforma, cambio o innovación produce efectos no previstos o buscados. En ocasiones dichos efectos constituyen auténticas innovaciones organizativas o curriculares que se consolidan a lo largo de un proceso más o menos dilatado. En otros casos, se trata de comportamientos o actitudes a veces incluso opuestas a las que en un principio se pretendían” (Viñao, 2002:109)

Impacto final moderado. No hay mucho consenso en que se haya producido un impacto final decisivo en el entorno externo del centro. El punto débil aquí es que ni siquiera ha sido evaluado, por lo que tenemos impresiones y valoraciones personales y no datos ni evidencias, con lo que ese aspecto significa en calidad. Este resultado es la consecuencia de la poca importancia dada al contexto, que sin embargo es

“La variable determinante que garantiza el enfoque hacia la calidad puesto que los receptores de la educación son los que valoran inevitablemente al final del proceso la educación recibida” (Municio, 2001: 563).

Este dato nos señala que muchas de los centros estudiados están en el segundo nivel de Stoll y Fink (1999) llamado “escuelas que caminan” aunque aportan poco valor añadido y se perciben más como escuelas eficaces que de calidad. La propuesta de mejora en este apartado se refiere a una evaluación sistemática de la mejora en el contexto del centro por parte de éste con indicadores de satisfacción entre padres, alumnos y entorno. Aquí cabría citar la frase de A. Nervo: Los fracasos vienen por querer adelantar los éxitos. El impacto de un PM debe ser a largo plazo y se deben valorar los pequeños pasos y avances conseguidos.
Se valora de forma negativa el apoyo de expertos externos y a la vez se desea un mayor apoyo técnico, lo que manifiesta una evidente contradicción. El hecho de que haya diferencias muy acusadas en este apartado nos muestra que hubo mucha diferencia en la intervención de estos expertos que son valorados altamente por una minoría que se muestra agradecida y negativamente sobre todo por quienes no los tuvieron. Los Asesores y la Inspección son los mejor valorados. De todas formas sería recomendable revisar la formación, la intervención y el asesoramiento de los expertos y aumentar su número, así como la formación intensa para la intervención sin causar el rechazo que se manifiesta. Fullán (2002:214) recoge varios consejos y tres conjuntos de habilidades que deben poseer estos asesores externos: destrezas técnicas (conocimientos profundos sobre lo que asesoran)), recursos interpersonales (saber escuchar, ayudar, discernir de forma razonada,  establecer y mantener relaciones) y técnicas específicas de asesoramiento (de entrada, de identificación de problemas, de crítica, de implementación, extensión y finalización).
En todo caso este apoyo es una de las funciones propias de la Administración ya que la LOGSE establece en su art. 33 que la Administración preste especial apoyo a los proyectos de investigación educativa encaminados a la mejora de la calidad de la enseñanza y en los que participen equipos de profesores de los distintos niveles educativos. También lo hace la LOCE. Entendemos esto en la línea que apunta Viñao (2002:96) de “motín” o revuelta contra los gestores y los investigadores. Es muy dura la cita de Rodríguez Tapia (1999:39): “Toda la acción de la pedagogía ha surgido y se ha alimentado de un suelo cuya composición ha sido y es nada más que la sospecha sobre el docente...”. Sin embargo foros internacionales como el de Jomtiem (2001, resol.m) recomiendan que: Aseguren que el personal de la educación tenga acceso a programas de formación de calidad, tanto inicial como a lo largo de la carrera, cuando todo el personal de la educación pueda beneficiarse de los mismos.
La principal dificultad señalada de los Planes de Mejora ha sido el tiempo extra que le han dedicado. Las quejas sobre la excesiva burocratización, sobre la documentación y sobre lo que les ha supuesto de inversión temporal han sido constantes en toda la investigación. Como mejora habría que compensar de forma temporal este esfuerzo que han hecho quienes se han implicado. La forma puede ser con reconocimiento horario docente de alguna hora de las dedicadas al Plan, o descargar de los aspectos administrativos con una persona que realice la documentación requerida. Senge (2000:63) reconoce que el cambio necesita tiempo y da una serie de estrategias para flexibilizarlo y conseguir sacarle el mayor provecho: rechazar demandas no esenciales, eliminar el trabajo innecesario, integrar iniciativas, confiar en que la gente controle su tiempo...

En otras investigaciones sobre innovación en las aulas y en los centros se han encontrado problemas parecidos a los que aquí se señalan: “El carácter microestructural, la referencia a metodologías generales y didácticas específicas” (Blanco y Messina, 2000: 108); también se detecta la ausencia de reflexión o construcción conceptual, o la dificultad para «construir conceptualmente el objeto», la falta de argumentación y coherencia en el discurso, la recurrencia al ‘deber ser’ de la educación sin relación con el ser actual y real (Ducoing y Serrano, 1996: 105). Viñao (1996) señala la sensación constante de que no se dispone de tiempo suficiente para afrontar todas las responsabilidades contraídas. Finalmente encontramos la ausencia de una visión holística y compleja del aula o de la institución escolar, la inexistencia del sistema educativo como contexto de referencia, el desconocimiento de la tradición investigadora o innovadora, el trabajo individual y la proclividad a hacer recuentos exitosos carentes de perspectiva crítica (Torres, 2000: 251-252). Viñao4

Cierta suficiencia profesional entre los profesores o derivación hacia la autocomplacencia y el conformismo, que se muestra en evidencias como el reconocimiento de la falta de formación y a la vez el rechazo de expertos; afirmar que no tienen mucho que mejorar, en que no mejoró su asistencia, en que no hacen el Plan para mejorar matrícula, el afirmar que no ha tenido impacto en los alumnos, padres y profesores y acto seguido reconocer que no lo han medido; o para algún otro tipo de motivos. Reconocen que han mejorado pero no de forma sustancial, es algo como si reconocerlo descalificase su actuación anterior, sin tener en cuenta que justamente ello la dignifica. La necesidad de formación en premisas, principios y filosofía de calidad, y no sólo en herramientas se muestra aquí palpable, si no queremos que este aspecto derive hacia lo que Louise Stoll (2002:27) llama “escuelas que se hunden”.

Complementario a este aspecto encontramos un apartado de la alta movilidad entre el profesorado más joven que dificulta la continuidad de los planes. Sobre ello afirman Brighouse y Woods (2001) que sin una cierta permanencia de los profesores no pueden asentarse y ampliarse las mejoras.

Existencia de rutinas defensivas en los centros (Argyris, 1993: 28 y ss.). Estas pueden manifestarse en las contradicciones de quejarse de los pocos expertos y a la vez no desearlos; en la queja de la poca participación de los padres y en el hecho de no impulsarla, etc. Santos Guerra (2002:11) señala en su investigación sobre calidad la frecuentes contradicciones entre lo que se piensa y lo que se dice. Manuel Álvarez (2002:8) alerta sobre el riesgo de la endogamia y la autocomplacencia en los procesos de autoevaluación y algo de eso se encuentra en algunos de los apartados de esta investigación; puede que como defensa, puede que como endogamia y complacencia. Pero en el polo opuesto cabe entender con Viñao (2002:118) que las reformas, innovaciones y mejoras propuestas generan incertidumbre y ansiedad profesional o contextual en los profesores al poner en cuestión el orden establecido. Ante la evaluación, del tipo que sea se muestran siempre defensas que evidencian los conflictos y las aspiraciones de los centros. En la investigación de Mateo y otros (2000) se evidencian estas defensas con el rechazo mayoritario a los sindicatos y a los municipios siquiera en la participación en la evaluación; pero sufren también rechazo las AMPAS o los Consejos Escolares. Los mejor aceptados para evaluar en este caso, aunque con débil aceptación, son los propios profesores y los expertos externos.

Rechazo a las mejoras didácticas, por incomprensible que parezca, los profesores no reconocen haber mejorado en metodología, evaluación, toma de decisiones para mejorar el rendimiento y algo sí en la coordinación curricular y pedagógica. Sin embargo este punto es importante ya que:

“La calidad educativa de una institución depende en gran medida de la calidad de la docencia y para que esta esté relacionada con la calidad del profesorado, será preciso establecer previamente el marco conceptual en el que se fundan dinámicamente los intereses y necesidades individuales e institucionales” (Mateo, 2001: 645).

Este rechazo a la mejora docente, puede ser consecuencia de la suficiencia profesional detectada en el apartado anterior: si reconocen haber mejorado, entienden que implícitamente antes lo estaban haciendo mal; por ello se reafirman en que no han mejorado este aspecto, tan decisivo en la profesión docente, y con tanta repercusión entre los alumnos. Además se observan contradicciones con otros apartados. Creemos que puede ocurrir con ellos lo que Rudduck  (1991) especifica como diferencia entre el cambio que afecta a las esculturas profundas de la escuela y desarrollos que alteran la práctica diaria, pero no siempre alteran la forma en que los profesores y los alumnos piensan sobre la escuela. En nuestros esfuerzos por cambiar, creo que hemos subestimado el poder de la cultura de la escuela y de la clase existente para acomodarse, absorber o repeler innovaciones que no compaginan con las estructuras y valores asumidos. También hay latente otra idea de que se ha considerado a los profesores como dóciles y sumisos beneficiarios de las reformas, mejoras y demás innovaciones propuestas por la administración y ésta puede ser considerada una muestra más de resistencia a la cultura de gestión e investigación.

Existencia de diferencias entre los Centros de Primaria y Secundaria: mientras los de Secundaria tienen los Proyectos más articulados y científicos, los de Primaria tienen mayor nivel de implicación personal. También existe diferente comprensión por parte de los implicados de los epígrafes de la Junta para sintetizar la experiencia. La Evaluación inicial casi siempre intuitiva en ambos niveles y se identifica la evaluación cualitativa con impresiones personales (JCyL, 2001: 134).

Resistencias: Son connaturales a cualquier cambio organizativo. Argyris, (1993:9) las atribuye en parte, a la inercia organizativa, a decisiones desafortunadas, a falta de flujo comunicativo y a una tendencia de la gente a no comportarse razonablemente incluso cuando es en beneficio propio. Por ello no debe extrañarnos encontrarlas, están ya documentadas en anteriores investigaciones.

“No asuma que la causa de la ausencia de implementación es un rechazo abierto a los valores que el cambio con lleva o la resistencia a ultranza a cualquier cambio. Asuma que hay una serie de motivos plausibles: rechazo de los valores, recursos inadecuados para apoyar la implementación, insuficiente tiempo transcurrido y la posibilidad de que quienes se resisten tengan observaciones interesantes que aportar” (Fullan, 2002:134)

En los años sesenta el estudio de las innovaciones educativas se centraba en el análisis de las resistencias que presentaban las escuelas, los docentes y el propio sistema educativo a los cambios y mejoras (Rivas, 2001: 99). También Álvarez (2002:8) señala otro tipo de resistencia como es la autocomplacencia que la percibe como muy preocupante, “porque hay que destacar que, cuando se produce una evaluación externa, ésta es vivida por los docentes como una experiencia amenazante, excluyente y punitiva”. En el mismo sentido se expresaba Dalin (1993:1) que afirma:

“nos hemos centrado más sobre las dificultades que sobre los éxitos en la mejora de las escuelas. La bibliografía sobre el cambio educativo está llena de cautelas y de estudios de fracasos”.

En la actualidad son los procesos de mejora y calidad, como innovaciones de tipo institucional las que tienen mayor predicamento en educación. La gestión de la calidad y de la organización de los centros ha pasado a primer plano en los estudios e investigaciones educativas y evaluadoras. Lógicamente ello tiene que tener algún tipo de resistencia y reticencia por los mecanismos de defensa que existen en toda persona y en toda organización, y más en las que son tan tradicionales como las educativas. Ello no debe impedir que se desarrollen las innovaciones, sino que hay que tener en cuenta este apartado de resistencias, del que nos advierte Fernández Pérez (2002:148):

Si esperamos que una minoría quijotesca, profundamente convencida y entusiasmada, en contra de la mayoría “agresivamente quieta” (inmóvil, estéril, fósil), va a conseguir la institucionalización (introducción a nivel de toda una institución educativa) de determinado cambio/innovación pedagógica, mejor será buscar un asiento cómodo para la espera, pues se promete larga”.

Las reformas propuestas desde los gobiernos siempre encontrarán resistencias entre los que no comparten los postulados de los mismos y no podemos olvidar con Stoll (2002:27) que la política educativa no puede imponer lo realmente importante. Numerosos estudios sobre la Reforma LOGSE en España vienen a corroborar esta misma afirmación. Fullán (2002:134) señala que no debemos esperar que cambien todos los individuos, ni siquiera una mayoría.

Debilidades: la evaluación provincial de los PAM por la inspección que en muchos casos no tiene una formación específica para este tipo propuestas como lo muestran el que Planes de Mejora desechados por la Comisión Provincial fuesen premiados en esa misma covocatoria:

La Inspección de Educación efectuará una evaluación externa de los Planes Anuales de Mejora tomando en consideración tanto los procesos e implicación del personal como los resultados, con vistas a determinar qué centros han desarrollado adecuadamente su Plan” (BOE 13 Junio de 1998).

Otra debilidad que podemos encontrar con los Planes de mejora consiste en el isomorfismo institucional (Fernández Rodríguez, 1999: 60). Este isomorfismo o adaptación de la organización educativa al entorno se puede conseguir de tres maneras: mediante la coerción, el mimetismo y las normas. Tenemos isomorfismo coercitivo cuando una organización debe adoptar medidas como consecuencia de las presiones formales o informales ejercidas por otras organizaciones de las que depende (La Administración Educativa, por ejemplo, la Inspección, etc.); el mimético es el resultado de imitar a las organizaciones con éxito; y el normativo se refiere a la aplicación de normas compartidas por diferentes organizaciones. Nos preguntamos si no existen los tres en alguna medida.

El poco interés del profesorado en la formación (sólo muestran interés por conocer más cosas de calidad el 49% teniendo en cuenta que es sobre profesorado que ya ha desarrollado Planes de Mejora, es preocupante) y el alto rechazo con un casi 40% a los que les interesa poco o nada conocer más de calidad, nos presenta un profesorado muy activo, muy ilusionado, muy entregado vocacionalmente... pero muy poco científico; poco preocupado por conocer mejor su propia acción, poco riguroso y sistemático. Creemos que en este tema de la formación hay problemas “que soslayan y encubren las causas” por lo que no resulta sorprendente que los programas de cambio y mejora no los alcancen y si lo hacen la estrategia sea superficial o local (Argyris, 1993:11). También Mateo y otros (1996) señalan la poca formación continuada entre profesores de Secundaria. Además, no podemos olvidar con Gairín (2001:636) que “la dificultad real de abordar con éxito procesos de innovación reside en su complejidad”. Está claro que no es sencillo el cambio, por un lado por la cantidad de personas implicadas en él y por otro por los distintos modelos que se pueden seguir, las dimensiones, fases, estrategias, etc.

El profesorado sigue anclado en ideas de celularismo y aislamiento de la sociedad (le importa poco que ésta valore o no lo que hace, no le motiva que vengan o no alumnos al centro) convencido de la alta labor que tiene encomendada y de la bondad intrínseca de su misión. Sin embargo no debemos olvidar que las escuelas son escenarios que reproducen en gran medida las estructuras sociales y estatales (Fernández Enguita, 1990). Se identificaría este aspecto con las llamadas por Stoll (2002:27) escuelas que pasean: no son eficaces ni ineficaces; avanzan hacia la mejora pero a un ritmo inadecuado que amenaza con rebasar sus esfuerzos.

Cierto pudor en el profesorado a expresar sinceramente sus carencias: en el tema de la evaluación inicial es patente por ir disminuyendo los acuerdos cuando ésta se va aquilatando, pero también en temas como la mejora del clima, en la que muestran una cierta displicencia al contestar que ya tenemos buen clima, de lo que se deduce que no necesitan mejorarlo; o en la necesidad de formación. También observamos pudor al reconocer que les interesa la dotación económica, y en las contestaciones más radicalizadas en el cuestionario de esta investigación que en el de la Junta de Castilla y León. Creemos que se les debe impulsar por el camino del desarrollo profesional docente entendido como

“un proceso de crecimiento que afecta a toda la institución y no únicamente al profesorado, aún es más, a toda la comunidad educativa, lo cual compromete a todas las personas que tengan algún tipo directo o indirecto de impacto en la docencia, como también sus aspectos organizativos e incluso a los recursos que se aplican” (Mateo, 2001: 646).

Diferencias muy claras entre los centros evaluados positivamente y los distinguidos por su Plan de Mejora. Los primeros dan respuestas ambiguas, menos elaboradas y más genéricas, además con el mismo epígrafe temático encontramos una variedad de respuestas en estos casos,  mientras que apenas hay discrepancias en la comprensión de los mismos epígrafes en los casos de centros distinguidos.

Respuestas más elaboradas, sistemáticas y ajustadas a la cuestión, tanto en los cuestionarios, como en la redacción de los documentos, de los centros de Secundaria. Puede deberse al menor número de participantes de este nivel, o a que algunos de sus profesores tenían más formación en calidad.

La continuidad, como principal referente del cambio hacia la calidad sólo se da en la mitad de los centros con Planes. Existe muchas deserción y ello no es beneficioso. “Los cambios efectivos llevan tiempo. Se trata de un proceso de evaluación continua (...) Un cambio significativo que ponga en práctica innovaciones específicas, llevará un mínimo de 2 a 3 años; mientras que llevar a cabo reformas institucionales puede requerir de 5 a 10 años” (Fullan, 2002:133).

Diferencias significativas en función del género que presentan siempre un mayor grado acuerdo en general por parte de las mujeres con los aspectos que se preguntan, que en los hombres, que se refugian en la parte más neutral del cuestionario tienden a un de mayor desacuerdo del esperado en los hombres. Tenemos aspectos muy claros como la evaluación, la metodología, el reconocimiento social, la colaboración de la administración, etc. que confirman este dato.

Cierto hartazgo de las innovaciones impulsadas desde la administración: “ya estamos hartos de PANES” decía con vehemencia una profesora en un coloquio jugando con la doble acepción de la palabra. Y no olvidemos que una innovación no es posible sin la implicación personal de los afectados y “toda innovación es válida si se centra y garantiza procesos de enseñanza y aprendizaje de calidad” (Gairín, 2001:638).

Calidad humilde y mejor para los más necesitados. Los centros que han desarrollado Planes de Mejora son los más desfavorecidos, los más alejados, los más humildes. Su satisfacción les ha conducido a progresar en esta línea con grandes avances y un gran nivel de implicación, lo que contradice a los críticos con esta línea que ven en la calidad una amenaza totalitaria. Los resultados de esta investigación, muestran más bien que es una oportunidad para todos, pero en especial para los más desfavorecidos, que se ven mejorados directamente y de forma colateral.

Como síntesis, los Planes de Mejora han sido un importante paso innovador en los centros educativos que han producido destacados avances en aspectos concretos de creencias, actitudes, satisfacción, mejora del clima de los centros, introducción de la necesidad de una cultura de calidad, potencian y encauzan el liderazgo de los directivos, implican al profesorado en el cambio y fomentan la necesidad de hacer mejor el trabajo diario.

“Las experiencias sobre mejora escolar, han contribuido a reconocer la capacidad interna de la escuela para la acción, a la escuela como centro de la actividad y procesos de cambio; que dicho proceso puede ser planificado y gestionado a través del tiempo, y que es necesario contar con apoyos externos e internos al mismo; que las estrategias de puesta en práctica e institucionalización son necesarias para llevar a efecto” (Coronel, 1998:227).

No menos destacado es el aspecto de reconocimiento al profesorado y a los centros como lugares de cambio, como entes diferenciados que pueden ser innovadores, que pueden desarrollar procesos de los que otros pueden aprender; de la consciencia de que ellos mismos tienen que aprender de los otros y de la intrincada red de relaciones complejas que tienen lugar en los centros educativos. La necesidad de planificación racional y técnica de estos procesos, la documentación de las mejoras y el cambio que se produce en los centros, son aspectos percibidos como satisfactorios por los profesores implicados.

La mejora del trabajo diario puesta en valor por medio de métodos científicos ha sido un descubrimiento y un camino iniciado que puede dar unos resultados educativos importantes si se sabe potenciar e impulsar desde la Administración. Hay que tener en cuenta, como afirma Fullan (2002:51) que el cambio debe ser sostenido y pasa por el compromiso de los profesores con él a largo plazo. No podemos olvidar la advertencia de la OCDE (2001:193-208) al hacer la prospectiva para el futuro que habla del éxodo de los profesores y desintegración. Este último argumento que se añadió en Octubre de 2000 es un tanto catastrofista, y se basa en la probabilidad de una crisis en el sector por el descontento de padres y profesores por la incapacidad del sistema para reformarse. También se multiplican las situaciones conflictivas en un proceso progresivo de degradación por lo que propone revalorizar el salario, las condiciones de trabajo y el prestigio social de los profesores.

Hemos de destacar también el monomodelo (modelo político-burocrático-administrativo) de Planes de Mejora impulsado desde la Administración a través de los Asesores e Inspectores que tiene la ventaja de ayudar y orientar a los centros, pero también la desventaja de la unificación de Planes en estructura, contenidos, y hasta en las herramientas. Quizá esta contradicción es la que presentaban las cuestiones contradictorias encontradas referidas a los apoyos y asesores externos que también detecta Fullan (2002:207) que titula un apartado: el asesoramiento: prometedor y problemático. Otro aspecto que puede considerarse limitador es la preocupación tecnicista (Coronel, 1998) que ha limitado en los Planes la incidencia del contexto como determinante de las prioridades.


8.- Prospectiva y retos de futuro

8.1.- Mantenimiento de la doble vía

            Debemos constatar, en primer lugar, que es harto difícil hacer prospectiva (la ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poderlo influir unido al deseo de inventar el mejor futuro posible).  Por eso, lo que tratamos es de comprender lo mejor posible los mecanismos que provocan la ocurrencia de ciertos hechos y evitan la de otros, abriendo así la posibilidad de mejorar el futuro. Por ello aventuramos como propuesta el mantenimiento de la doble vía de calidad:

·      Planes de Mejora realizados en centros educativos a raíz de la convocatoria anual de los mismos por la Administración Autonómica, de tipo emergente, con una dimensión surgida del deseo de mejorar la práctica por parte de determinados centros educativos. Se trata de lo que hemos llamado dimensión “blanda” de la calidad y están realizados desde la dimensión práctica. (Es el traje a la medida, pero puede funcionar como un efecto mariposa en positivo).

·      Modelo Europeo de Excelencia, que parte de un proceso sistemático de autoevaluación siguiendo el Modelo Europeo. Es una propuesta más científica y homologable externamente, con la lógica REDER, la autoevaluación, la priorización de las mejoras, enfoque y despliegue de las mismas y una cuidada documentación y evidencia de las acciones de mejora realizadas. Se trata de la dimensión “dura” de la calidad y ha de realizarse con métodos rigurosamente científicos. (La metáfora del traje de diseño para el que hay que tener cuerpo estándar).

La realización de Planes de Mejora puede considerarse siguiendo la línea clásica que básicamente se configura en materias instrumentales, curriculares, organizativas o de transversalidad. Las propuestas que se hacen para futuros Planes de Mejora, conectando un poco con las propuestas de la LOCE (2002), son de tres tipos: trabajar mejorando los programas ordinarios de centro; reforzar programas ya existentes o especialización en determinados programas que logren darle una cierta identidad al centro (música, informática, medio ambiente, áreas curriculares, etc), aunque en todos los casos se exige la continuidad en el tiempo.

“Los profesores  recuerdan los buenos centros como sitios que marcaron un hito en sus carreras, donde las ideas y experiencias vencen al cansancio. (...) Los padres los conocen también, no sólo porque en ellos sus hijos han  tenido la suerte de conocer a un profesor que hace más de lo que debería hacer, sino también como lugares donde toda la comunidad educativa hace algo más que lo mínimo”  (Brighouse y Woods, (2001:21).

Y más adelante lo corroboran: “el profesorado los recuerda, los padres los reconocen: los buenos centros son lugares donde los individuos maduran recorriendo un camino extra” (Ibídem.) Alto nivel de expectativas sobre lo que puede realizar el alumnado: “todos los alumnos son superdotados... algunos incluso abren sus mochilas antes que los demás” (Brighouse y Woods, (2001:162).


8.2. - Fidelización o mantenimiento de los centros que están trabajando en calidad

Como propuesta, recomendamos comenzar siempre por el modelo blando de Planes de Mejora, por su mayor flexibilidad, por su asequibilidad, por los buenos resultados y por la fidelización que se consigue en los centros que los han realizado. Dado que en los casos en que se ha comenzado con el Modelo Europeo la continuidad no está asegurada, constatándose muchos abandonos y no conviene quemar la buena voluntad, compromiso y aceptación den los centros, por lo que siendo una premisa imprescindible de calidad la permanencia, puesto que los efectos se comienzan a notar a los 2-3 años, creemos más acertado comenzar por la opción de Planes de Mejora.

El Modelo Europeo podrá utilizarse cuando se haya dado una fidelización y un aseguramiento del Plan de Mejora, un alto nivel de compromiso y un tiempo de desarrollo del mismo; es decir, cuando las circunstancias lo aconsejen por la maduración, por el aprendizaje y por la mejora de los centros.



8.3. - Lo que hemos aprendido hasta ahora

En este apartado pretendemos realizar una apretada síntesis de lo que ha ocurrido con los Planes de Mejora en Castilla y León, basados en los datos obtenidos a través de un cuestionario al efecto, con fiabilidad y validez contrastadas, entrevistas y grupos de discusión, realizados en Febrero y Marzo de 2002 en base a una selección muestral aleatoria y estratificada.

Los Planes de Mejora han constituido sin dudas la mayor innovación educativa llevada a cabo en la última década. Como puntos fuertes de esta innovación señalamos: el alto grado de satisfacción de los profesores participantes; se han desarrollado mayoritariamente en centros rurales, humildes y pequeños, salvo algunas excepciones; y cuando son urbanos son periféricos o centros que han sido piloto; las mejoras obtenidas han incidido fundamentalmente en aspectos instrumentales, organizativos, curriculares y transversales, habiéndose obtenido también de forma paralela mejoras colaterales; señalan lo importante de trabajar juntos y mejoras en el rendimiento de los alumnos.

Entre los puntos débiles hemos de indicar el tiempo extra empleado que figura en primer lugar, el trabajo y el alto nivel de formalización en los documentos y convocatorias, la formación superficial en calidad, lo que ha llevado a la existencia de un monomodelo de Planes de Mejora, unido al isomorfismo institucional o deseo de la complacencia que se muestra en los centros; y la evaluación endogámica de los mismos. Constatamos algunas resistencias a los PM y una cierta suficiencia profesional en el profesorado, que a veces se solapa con un cierto pudor.

Las propuestas de mejora, consiguientemente serán: un mayor tipo de reconocimiento de la Administración a los profesores y a los centros, con acreditación y con incentivos personales, ligados, eso sí, a la continuidad del PM; dotación de recursos humanos y materiales para aligerar el trabajo y el tiempo dedicado a los Planes; una mejor formación en calidad, más plural y más abierta (con integrantes de los centros, la Administración y la Universidad); desactivación de las resistencias existentes; evaluación tripartita y valoración del alto nivel de compromiso, de la voluntad y la entrega del profesorado, cuidando y mimando especialmente estas características tan positivas y evitando que puedan desilusionarse. Aligerar la dimensión administrativa de convocatorias, modelos y presentación del Plan.

Como recomendación básica para el futuro, recurrimos a la teoría de los caimanes de Galgano: cada proyecto de mejora iniciado es un caimán vivo que hay que cuidar y alimentar convenientemente para que no nos devore. Por eso es mejor tener un solo caimán y de pequeño tamaño que no una jauría de proyectos-caimanes que acabarán devorándonos, con lo que pasaremos a engrosar el numeroso grupo de profesores quemados. Busquemos una elección adecuada, una excelente acotación del tema objeto de mejora y un diseño concreto y claro, con objetivos y expectativas que podamos cumplir y que nos permitan continuar la mejora del trabajo diario, que en eso consiste básicamente la calidad.

Como síntesis de todas nuestras propuestas creemos que hay que:

  • Entusiasmar al profesorado con los Planes de Mejora con visión de futuro
  • Inspirar y convencer de la posibilidad del cambio y sus ventajas
  • Motivar, con argumentos externos e internos, materiales e inmateriales
  • Aligerar la dimensión burocrática de los Planes que es muy agobiante
Sostener, y no perder a ninguno de los centros que los inician ya que la mejora sólo es visible a largo plazo.  

Bibliografía


AA.VV. (2000): Informe educativo 2000. Evaluación de la LOGSE. Madrid: Santillana, Fundación Hogar del Empleado.
ÁLVAREZ, M. (2002): “Una nueva dirección para una escuela pública de calidad”. En Organización y Gestión Educativa. Núm. 3 de Junio, Monográfico sobre la Ley de Calidad, pp. 5-7
ARGYRIS, C. (1993): Como vencer las barreras organizacionales. Madrid: Díaz de Santos.
BLANCO, R., y MESSINA, G. (2001): Estado del arte sobre las innovaciones.
BRASLAVSKY, C. Y COSSE, G. (2002): “La profundización de las inequidades socio-económicas y la obstinación por la equidad educativa”. En Actas delVII CIOIE, Servicio de Publicaciones de la Universidad del País Vasco. San Sebastián, pp. 105-124.
BRIGHOUSE. T. y WOODS, D. (2001): Cómo mejorar los centros docentes. Madrid: La Muralla.
CANTÓN MAYO,  I. (2001a): “Nueva organización escolar en la sociedad del conocimiento”.  En Bordón,  vol 53, Núm. 2, pp. 201-215.
CANTÓN MAYO,  I. (2002b): “Los centros educativos ante los retos actuales. Evaluación, calidad y mejora”. En Martín Bris, M. (coord.): Planificación de centros educativos. Organización y Calidad. Barcelona: Praxis. pp. 151-255.
CANTÓN MAYO,  I. (2003): Proyecto Docente e Investigador. Universidad de León. Inédito.
CANTÓN MAYO,  I. (coord.) (1996): Manual del Organización de Centros Educativos. Barcelona: Oikos-Tau.
CANTÓN MAYO,  I. (Coord.)(2000): Evaluación, cambio y calidad en las instituciones educativas. Buenos Aires, Fundec.
CANTÓN MAYO,  I. (Coord.)(2001): La implantación de la calidad en los centros educativos desde una perspectiva aplicada y reflexiva. CCS: Madrid.
CANTÓN MAYO, I. (2000b): “Las escuelas europeas, entre la eficacia y la calidad”. En PEREZ FERRA, M. y TORRES GONZÁLEZ, J.A. (Coord.): La calidad en los procesos educativos”, Barcelona: Oikos-Tau, pp. 311-328.
CANTÓN MAYO, I. (2002): “La gestión de la calidad en los centros educativos: justificación y modelo institucional ”. En Gairín, J. y Martín Bris, M. (2002): Aportaciones al debate sobre calidad. Temáticos de Escuela Española de Octubre, Núm. 6, pp. 7-10.
COMISIÓN EUROPEA (2001): Libro blanco de la comisión Europea. Un nuevo impulso para la juventud europea. Bruselas.  
CORONEL LLAMAS, J.M. (1998): Organizaciones escolares. Nuevas propuestas de análisis e investigación. Universidad de Huelva.
DALIN, P. y ROLFF, H.G. (1993): Changing the school culture. Londres: Cassell
DUCOING, W., y SERRANO, J. A. (1996): “La investigación de los maestros. Una aproximación a su estudio”, en: Revista Mexicana de Investigación Educativa, vol 1, núm.1 pp. 88-106.
ESTEVE, J.M. (2001): “El profesorado de Secundaria. Hacia un nuevo perfil profesional para enfrentar los problemas de la educación contemporánea”. En Fuentes, Revista de la Facultad de Ciencias de la Educación, de la Universidad de Sevilla. Pp. 15-44.
FERNÁNDEZ ENGUITA. M (1990): La cara oculta de la escuela. Educación y trabajo en el capitalismo. Madrid: Siglo Veintiuno de España.
FERNÁNDEZ PÉREZ, M. (2002): “El desafío organizativo de la libertad en las instituciones educativas”. En Actas delVII CIOIE, Servicio de Publicaciones de la Universidad del País Vasco. San Sebastián, pp.135-167.
FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Z.  (1999): “El estudio de las organizaciones (la jungla dominada)”. En Papeles de Economía Española, Núm. 78-79, pp. 139-152.
FULLAN, M. (2002): Los nuevos significados del cambio en la educación. Barcelona: Octaedro.
GAIRIN SALLÁN, J. (1996): “La organización de tiempos, espacios y entorno educativo”. En CANTÓN MAYO, I. (Coord.): Manual de Organización de centros educativos. Barcelona: Oikos-Tau, pp. 375- 424
GAZIEL, H. WARNET, M. y CANTÓN MAYO, I. (2000): La calidad en los centros docentes del Siglo XXI. Propuestas y experiencias prácticas. Madrid: La Muralla
GIBSON, J.L.; IVANCEVICH, J.M. y DONELLY, J. H. Jr. (1994): Las organizaciones. Comportamiento-estructura-procesos. Buenos Aires: Adison-Wesley Iberoamericana. 7ª Edición.
HOPKINS, D. y LAGERWEIJ, N. (1997): “La base de conocimientos de mejora de la escuela”. En D. Reynolds et al. Las escuelas eficaces. Claves para mejorar la enseñanza (pp. 71-101). Madrid: Santillana-Aula XXI.
JAIM ETCHEVERRY, G. (1999): La tragedia educativa. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica de Argentina.
JCyL (JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN) (2001): Experiencias de calidad . Prácticas de buena gestión  en los centros educativos públicos de Castilla y León. Curso 1999-2000. Valladolid: Consejería de Educación y Cultura. Viceconsejería de Educación
JCyL (JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN) (2002): Experiencias de calidad 2. Prácticas de buena gestión  en los centros educativos públicos de Castilla y León. Curso 2000-2001. Valladolid: Consejería de Educación y Cultura. Viceconsejería de Educación.
JOMTIEM,(2001): http://www.ei-ie.org/action/spanish/Globalisation/s_res_omc_01.htm. Declaracióny resolución de su Tercer Congreso Mundial. Consulta el 22 de Febrero de 2003.
KUSHNER, S. (2002): Personalizar la evaluación. Madrid: Morata.
LÓPEZ RUPÉREZ, F. (2001a): Preparar el futuro. La educación ante los desafíos de la globalización. Madrid: La Muralla.
MARTÍN, E. DE (2002): “Informe educativo 2000: evaluación de la LOGSE”. En Gairín J. y Darder, P. Organización y Gestión de Centros Educativos. Actualización de Abril de 2002, pp. 82/63-82/68.10.
MATEO, J. (2000): La evaluación educativa, su práctica y otras metáforas. Barcelona: ICE-UB/Horsori.
MATEO, J. (2001): “La evaluación institucional universitaria. Una nueva cultura de la evaluación en un contexto de cambio”. En Revista de Investigación Educativa, Vol. 19, Núm. 2, pp. 641-647.
MUNICIO, P. (2001): “La evaluación de la interacción con el entorno en las instituciones educativas”. En Bordón, Vol. 53, Núm. 4, pp. 563-580.
MUÑOZ ADANEZ, A. (1990): Satisfacción e insatisfacción en el trabajo. Tesis Doctoral. Facultad de Psicología. Universidad Complutense de Madrid.
MURILLO, F. J. (2002): “La mejora de la escuela: concepto y caracterización”. En Murillo F. J. y Muñoz-Repiso M. Coords.) (2002): La mejora de la escuela. Barcelona: Octaedro, pp. 15-51.
PROBS, G.; RAUB, S. y  ROMHARDT,K. (2001): Administre el conocimiento. México: Pearson Educación
RIVAS, M. (1984): " La gestión del sistema escolar y el control de la calidad de la Educación. Modelos de Inspección Educativa" .Actas del VIII Congreso Nacional de Pedagogía.  Santiago de  Compostela.
RODRÍGUEZ TAPIA, R. (1999): La enseñanza neutral. Madrid: Grupo Unison.
RUDDUUCK,J (1991): Innovation and change.Milton Keynes: Open University
SANTOS GUERRA, M. A. (2002): “No hay calidad que valga sin equidad”. En Gairín, J. y Martín Bris, M. (2002) Aportaciones al debate sobre calidad. Temáticos de Escuela Española de Octubre, Núm. 6, pp. 10-12.
SANTOS GUERRA, M. A. (2003): Trampas en educación. El discurso sobre la calidad. Madrid: La Muralla.
SENGE, P. (2000): La danza del cambio. Cómo crear organizaciones abiertas al aprendizaje. Barcelona: Gestión 2000.
STOLL, L. y FINK, D. (1999} Para cambiar nuestras escuelas. Reunir la eficacia y la mejora. Barcelona: Octaedro.
TEDESCO, J. C. (2000): “La sociedad del conocimiento” Cuadernos de Pedagogía, Núm. 288, de Febrero, pp. 82-86.
TORRES, R. M. (2000): “Reformadores y docentes: el cambio educativo atrapado entre dos lógicas”, en: El maestro, protagonista del cambio educativo, pp. 161-312. Bogotá: Convenio Andrés Bello, Cooperativa Editorial Magisterio.
VIÑAO FRAGO, A. (1996): “Innovación o políticas educativas en su perspectiva histórica. Teoría, legalidad y Prácticas. En Actas del XI Congreso Nacional de Pedagogia. Tomo I. Ponencias. San Sebastián. Sociedad Española de Pedagogía. Universidad del Pais Vasco. Pp. 469-486.
VIÑAO, A. (2002): Sistemas educativos, culturas escolares y reformas. Madrid: Morata
ZABALZA BERAZA, M. A. (2002): “Las relaciones interpersonales en las organizaciones”. En Actas delVII CIOIE, Servicio de Publicaciones de la Universidad del País Vasco. San Sebastián, pp.187-202.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ÁNIMO: TODAS Y TODOS TIENEN LA PALABRA...COMENTEN...