LA ESCUELA: TERRITORIO EN LA FRONTERA
TIPOLOGÍA DE CONFLICTOS ESCOLARES SEGÚN ESTUDIO COMPARADO EN BOGOTÁ, CALI Y MEDELLÍN
LUZ DARY RUIZ BOTERO
2. La construcción de referentes teóricos
Una de las dificultades mayores en la construcción del referente para la comprensión del problema de investigación está dada en los pocos desarrollos teóricos sobre las micro conflictividades y análisis del conflicto en relaciones y condiciones no violentas, lo cual está asociado a los contextos armados en que se inician las reflexiones sobre la paz, y posteriormente los conflictos[1].
Pese a ello, en este estudio se recrean conceptos y se articulan planteamientos educativos de la escuela teórica alemana y de la escuela francesa. De la primera se asume la teoría crítica de la educación y la nueva sociología, específicamente desde la pedagogía crítica y el enfoque comunicativo para comprender el espacio social de la escuela, en tanto territorio en disputa y su función social respecto a la reproducción y transformación de proyectos político- culturales de sociedad. De la segunda, las teorías del análisis institucional son un insumo importante para la comprensión del conflicto en tanto analizador de la realidad social e instrumento de transformación democrática de la escuela. Para tipificar conflictos se reconoce la herramienta metodológica construida por Christopher Mitchell desde elementos característicos de los conflictos escolares.
Para la construcción de la topología de conflictos, inicialmente se identifican tipos de relaciones entre la escuela y el contexto o la escuela y la sociedad en su conjunto. El contexto es entendido como el entorno físico y situacional, como medio de formación y como contenido en la dinámica escolar. Son cuatro las relaciones que se recrean en este aparte: de dependencia de la escuela, de total independencia, de interdependencia escuela-sociedad y de quienes no reconocen relación alguna.
Con la opción por la interdependencia de la escuela y la sociedad, en tanto bien puede reproducir el sistema o puede propiciar cambios y transformaciones desde prácticas de resistencia, se inicia la segunda parte del capítulo, argumentando desde la teoría crítica de la educación los proyectos políticos y culturales que se evidencian en las escuelas y para su comprensión son útiles las visiones de cultura, poder y conocimiento. Los sentidos y significados de la escuela como construcciones socio-históricas posibilitan generar rupturas en tendencias dominantes. El punto de referencia central es la pedagogía crítica y el enfoque comunicativo sustentado, entre otros, por Henry Giroux.
En tercer lugar, los conflictos como analizadores de la realidad social, resaltando las particularidades de los conflictos escolares para lo cual la pedagogía institucional hace aportes significativos. Seguidamente es el análisis y la tipificación de los conflictos escolares la que se desarrolla. La definición de conflictos escolares es un resultado de esta ruta teórica y se plantea como: un conjunto de situaciones entre individuos y colectivos que se desarrolla en el territorio social de la escuela o que implica su función social por incompatibilidades asociadas a problemas de reproducción y transformación política y cultural de las sociedades. A partir de esta precisión conceptual se plantean elementos para clasificar conflictos apelando a Christopher Mitchell como son: la base o estructura del conflicto conformada por las partes o actores en disputa, los ejes o problemas que los generan, los comportamientos o acciones que despliegan en pro del interés u objetivo, los contextos espacio temporales donde se reproducen las situaciones; la dinámica o desenvolvimiento del conflicto y la regulación o el conjunto de estrategias para la contención- transformación o la maduración visible en la conciencia crítica de sujetos.
2.1 Respecto a la relación escuela- contexto
Desde ese interés sociológico por la educación[2], es importante situar el lugar teórico que ocupa la escuela[3] como espacio social moderno de masas en su relación con una sociedad en crisis que requiere compresiones que desvelen los rasgos profundos y esenciales de su estructura y dinámica; quizás esa comprensión puede lograrse desde el análisis de sus instituciones, entre ellas la escuela[4]. Mapa 1: Referente teórico. Atlas. Ti La escuela creada para la educación de ciudadanos/as hace su aparición de manera generalizada coincidiendo con la instauración legal de los derechos civiles que proclamó la Revolución Francesa a finales del siglo XVIII, aunque su consolidación efectiva y accesibilidad real para todos tardaría aún bastantes décadas en ser una realidad en el mismo contexto europeo (...) La presencia y obligatoriedad de la escuela se justifica en razones políticas: para hacer factible la democracia social; en razones sociales: la escuela complementa (a veces sustituye) la educación familiar e informal; y en razones estrictamente pedagógicas posee la organización y los recursos humanos pertinentes para llevar a cabo la acción educativa de manera sistemática. Por todo ello, y a pesar de los cambios sociales acontecidos en los últimos tiempos, la potenciación de la escuela como institución educativa aparece estrechamente vinculada con los proyectos generales de desarrollo social[5].
Es así como los tres tipos de razones que sustentan la escuela - político, social y pedagógico- en tanto espacio social histórico son reflexionados desde referentes teóricos como la nueva sociología crítica de la educación que se ocupa esencialmente de currículos, instituciones, educadores y educandos leídos en relación con la significación social, pues su empeño fundamental es el análisis de la interacción entre interiorización y reconocimiento crítico, entre procesos formativos y realidad social como interactuantes entre sí.
El contexto entendido como entorno físico y situacional en los ámbitos social, político, económico y cultural que incide sobre el fenómeno, que en este caso son los conflictos escolares. Contextos inmediatos, regionales/ nacionales y globales que por su cercanía a la educación y a los sitios privilegiados para ello, como la escuela, influencian y son influenciados por la interacción de sujetos e instituciones sociales en sus procesos de desarrollo histórico. Además del contexto como entorno a la escuela, también puede asumirse como medio de formación, como herramienta para el proceso educativo y, a su vez, como contenido de referencia en las aulas y en la dinámica escolar. Es así como el contexto se configura como entorno, como medio y como contenido en los procesos formativos en cuestión.
El lugar específico de aproximación a la relación escuela – contexto desde los conflictos escolares se hace desde el enfoque pedagógico crítico- comunicativo que reconoce la interacción entre la escuela y la sociedad recuperando el lugar del sujeto y sus posibilidades de promover el cambio. El análisis de los conflictos es complementado por debates promovidos desde la pedagogía institucional y la teoría crítica de la educación con su lectura socio-política de la educación y la necesidad de la transformación social desde las interacciones en este espacio social de subjetividades y condiciones objetivas.
Aunque la opción teórica de la investigación sea la interdependencia de la escuela y la sociedad, se enuncian otros planteamientos que asumen la determinación de la sociedad y su sistema social, económico y político, como también aquellos que no reconocen relación alguna.
a) El primer lugar teórico de esta relación es de total independencia de la escuela y la sociedad. Desarrollado en la novela pedagógica “Emilio”, de Juan Jacobo Rousseau, es reconocida por la gran influencia que ejerce por la crítica al funcionamiento de la escuela tanto en lo metodológico como en lo organizativo. Rousseau definió la educación como una serie de problemas: la educación de las instituciones públicas, la educación del mundo, la educación doméstica o de la naturaleza, y vinculó la educación a la política sin intentar clasificar sino más bien introducirse por los senderos sin origen de la trama pedagógica[6]. El autor problematiza el no reconocimiento de los intereses de niños/as en los contenidos educativos; asume que es desde éstos que se construyen dichas prácticas. La lectura peligrosista de la sociedad y el supuesto de bondad del niño/ a propicia que este se aísle en el espacio escolar y se pretenda total independencia entre escuela y sociedad.
Estos planteamientos retroalimentan la escuela nueva con figuras como Montessori (1870-1952), Ferriere (1879-1960) y experiencias de antiautoritarismo como Illich (1926) entre otros[7]; la educación debe ofrecer a los niños y las niñas las posibilidades y los instrumentos para poder desarrollar por sí solos todos sus aptitudes. Centra la atención en las metodologías y las relaciones en el aula. No se debate sobre la función social de la escuela por el énfasis aislacionista de la formación.
b) La segunda vertiente teórica, la escuela es dependiente de la sociedad, son varias las perspectivas que la representan:
• La funcionalista donde el papel de los docentes es la conservación del orden establecido y el aumento de la productividad social; la escuela tiene la función de la integración social.
• El marxismo concibe la escuela como un instrumento social que coadyuva a la reproducción de las desigualdades y la conciencia social. La escuela es simplemente el reflejo etéreo del orden económico. Lenin construía la idea de educación como una expresión de los proyectos de poder de las clases sociales. Iván Illich combate la existencia de la escuela porque la considera una institución “manipuladora” encargada de dirigir a los sujetos hacia objetivos de producción y consumo propios de las sociedades desarrolladas. No cree en las reformas de la escuela porque resulta que acaba tomando la misma configuración, sea cual sea el país y sistema de gobierno. El profesorado no sale mejor parado de esta crítica al considerarlo el “pastor y sacerdote” de la “nueva iglesia mundial” en que se ha erigido el sistema educativo. La exigencia de una educación permanente es vista como una amenaza a la libertad de elección personal[8].
• El análisis reproductivista basado en el estructuralismo, contempla la realidad como producto de la estructura social y niega el papel activo de los sujetos y la transformación social; la única salida para que cambie la educación es el cambio del sistema social. Se incluyen en esta visión autores como Althusser, Bourdieu, Baudelot, Passeron, Bowles, Gintis entre otros[9].
A Louis Althusser se le reconoce como el creador del modelo de la reproducción, para quien el sistema social crea los diferentes aparatos represivos e ideológicos del Estado con el objetivo de poder perpetuarse. El sistema social domina por la fuerza desde el ejército, la política, la corte, y los aparatos represivos e ideológicos gobiernan a través del consentimiento de la escuela, la familia, los medios de comunicación y otras instituciones. Desde este modelo, entonces, la escuela y la educación son aparatos de reproducción ideológica de los Estados y de las clases dominantes negando con ello todas las posibilidades de transformación que reconoce Gramsci cuando utilizó la palabra educación como sinónimo de proceso político- pedagógico y restableció el atisbo rousseauniano de centralidad de la antinomia coerción–consenso en el problema educativo.
Desde el modelo reproductor, el sistema educativo transmite las ideas, creencias, valores y formas de conocimiento de la ideología hegemónica a través de los contenidos que imparte, del tipo de organización, de la distribución de roles, de las jerarquías, de la metodología utilizada y del sistema de evaluación[10]. En el mismo sentido reproductor, Durkheim define el problema pedagógico como hecho social y asume la educación como la transmisión de la cultura de las generaciones adultas a las generaciones jóvenes de forma uniformante. Como lo reconoce Puiggros, tal definición de educación quedó grabada entre los normalizadores latinoamericanos, di- rigentes de los sistemas de instrucción pública, y llegó a constituir- se en sentido común. La transmisión de la cultura de los hermanos mayores del Norte a los menores latinoamericanos siguió carriles normalizadores desde la segunda mitad del siglo XX. La educación fue un medio para el desarrollo de sociedades atrasadas, un insumo de la economía en los programas de inversión extranjeras en Latinoamérica, un instrumento de contrainsurgencia[11].
El teórico Pierre Bourdieu argumenta que la escuela y otras instituciones sociales legitiman y refuerzan los sistemas de comportamientos y disposiciones basados en las diferencias de clases por medio de un conjunto de prácticas y discursos que reproducen la sociedad dominante existente. Bordieu amplía las ideas de Marcuse señalando que en la noción de aprendizaje el niño o la niña no solo internaliza los mensajes culturales de la escuela a través del discurso oficial (conocimiento simbólico) sino también los mensajes contenidos en las prácticas insignificantes de la vida de las aulas; desde ahí desarrolla la sociología del currículo que vincula cultura, clase y dominación y, por otro, escuela, conocimiento y biografía.
Sin embargo, en las producciones más recientes de Bourdieu, la escuela es una institución relativamente autónoma, influida por instituciones políticas y económicas más poderosas. Entre las categorías que desarrolla Bourdieu[12] está la “violencia simbólica” donde se impone una definición de mundo social desde gobernantes consistente con sus intereses. La cultura se convierte en el vínculo mediador entre los intereses de la clase gobernante y la vida cotidiana. La educación aparece como transmisora imparcial y neutral de los beneficios de la cultura valiosa; la escuela puede promover la desigualdad en nombre de la justicia y la objetividad; también la categoría del capital cultural, referido a los conjuntos de competencia lingüística y cultural que heredan los individuos por medio de límites establecidos debido a las clases sociales de sus familias. Este habitus, o competencias internalizadas y conjunto de necesidades estructuradas, representa el vínculo mediador entre estructuras, prácticas sociales y reproducción.
c) La primacía de la escuela sobre la sociedad es la tercera vertiente, donde la escuela se torna aislada y se supravaloran las posibilidades reales de la educación frente a la sociedad, asumiendo que desde ella se pueden transformar las desigualdades de la sociedad.
d) En última instancia, está la dependencia recíproca entre escuela y sociedad, donde se incentiva la educación como medio, proponiendo la formación de un ser humano capaz de trascender las contingencias histórico-sociales. Uno de sus enfoques teóricos es el comunicativo representado por Paulo Freire (1921), Henry Giroux (1943), Apple (1942) y Paúl Willis (1933) para quienes la educación es un instrumento de transmisión ideológica pero con la posibilidad de que los sujetos se resistan e intervengan en el cambio de la realidad social. La escuela no es únicamente aparato de reproducción del orden social sino también un espacio para la creación cultural desde el aprendizaje como proceso de interacción comunicativa. Desde esta visión se revindica el papel del sujeto, del diálogo intersubjetivo y de la transformación, y se enfatiza tanto en la transmisión como en la transformación del poder en la escuela[13].
Por lo tanto, para la perspectiva crítica y el enfoque comunicativo, son objetivos de la educación crear las situaciones óptimas para que se dé el diálogo intersubjetivo en condiciones de creciente democracia e igualdad. “Las teorías de la acción comunicativa contemplan la sociedad simultáneamente como mundo de la vida y sistema. Recuperan el papel de la persona por encima de los sistemas o las estructuras dándole posibilidad de desarrollar acciones de cambio encaminadas a transformar la sociedad”[14]. En el mismo sentido plantean las relaciones entre la escuela y la comunidad:
La mayor parte de autores de la pedagogía crítica consideran esenciales tanto las relaciones internas de la escuela como las que se producen en el exterior. En este sentido, vinculan el proyecto educativo al ámbito de la comunidad en la que se inscribe y participa de la vida de ésta. Parten de un cuestionamiento y una reflexión constante de los hechos sociales, culturales y políticos de más trascendencia y toman postura entre los actos de injusticia, discriminación y violencia (...) Desarrollan el compromiso con el proceso socio histórico de profesores y estudiantes. Explican cómo la subjetividad es fruto de la experiencia, del influjo de las relaciones sociales y del marco sociocultural en el que se desenvuelven y se dan las interpretaciones subjetivas. En este sentido, la pedagogía crítica fundamenta la posibilidad de cambio individual y social a partir de un proceso educativo basado en la interrelación entre iguales[15].
Es así como la pedagogía crítica apela a la historia para descubrir en ella los trozos dispersos de los discursos que han sido acallados, para abrir las compuertas y dejar que brote lo aún decible; para ello proporciona un lenguaje de oposición crítica, suministra formas de reflexión autocrítica y abre caminos hacia nuevas formas de análisis social, según Peter McLaren. Esta pedagogía es la llamada a reformular códigos culturales, políticos, sociales y las normas de privilegios de la sociedad dominante, replanteado así las visiones de cultura y poder que desarrolla la pedagogía.
2.2 La educación y la escuela en la teoría crítica de la educación
Para el análisis del problema de investigación, se apela a planteamientos de la escuela alemana enfatizando en la Nueva Sociología de la Educación que surge desde el Instituto de Educación de la Universidad de Londres en 1971 con la obra Knowledge and control. New directions for the sociology of Education, editada por Michael F. D. Young. La obra simboliza un cambio de paradigma y abre paso a nuevas alternativas a los enfoques funcionalistas hasta ahora dominantes. La mirada se dirige ahora al interior del proceso de transmisión educativa en sí y a los aspectos fenomenológicos del mismo, abriendo la denominada caja negra con la pretensión tanto de conocer e interpretar qué ocurre en su interior como de comprender el significado que los propios actores incorporan a sus acciones sociales.
Los orígenes de la nueva sociología se remontan a la teoría de la acción social de Weber ; hay herencia más direc ta del interaccionismo simbólico de Mead y de la fenomenología de Husserl y Schutz. Los objetos de estudio son el Currículo oculto y la construcción social del conocimiento escolar. Con el neomarxismo surgen las teorías de la resistencia de Paúl Willis y Henry Giroux que presentan una propuesta alternativa y tienen en cuenta la acción social. La incorporación de la mujer y las minorías étnicas en una sociedad cada vez más multicultural con la aparición de movimientos de igualdad de derechos y de liberación van a hacer que las dinámicas de género y etnia acompañen las de clase en los estudios de sociología de la educación[16].
De otro lado, se retoma a Carr y Kemmis[17] en la teoría crítica de la educación desde los aportes de la Escuela de Frankfurt cuya principal preocupación es articular un enfoque de la teoría que se proponga la emancipación de las personas mediante sus propios entendimientos y actos. Se rechaza la noción positivista de racionalidad, objetividad y verdad. Se admite la necesidad de utilizar categorías interpretativas de docentes, aunque no se limita a sus interpretaciones. La teoría interpretativa suministra medios para distinguir las interpretaciones que están ideológicamente distorsionadas de las que no lo están y proporciona entendimientos de cómo superar los auto-entendimientos distorsionados. Debe preocuparse de identificar aquellos aspectos del orden social existentes que frustran la persecución de fines racionales y debe poder ofrecer explicaciones teóricas mediante las cuales los enseñantes vean como eliminan o superan tales aspectos. Finalmente se reconoce que la teoría educativa es práctica, en el sentido de que la cuestión de su consideración educacional va a quedar determinada por la manera en que se relaciona con la práctica. Su verdadera finalidad es informar y guiar las prácticas de educadores indicando qué acciones deben emprender si quieren
superar problemas y eliminar dificultades. La teoría educativa debe orientarse hacia la transformación de las maneras en que los enseñantes se ven a sí mismos y ven la situación, de manera que permita reconocer y eliminar los factores que frustran sus objetivos e intenciones educativas.
La teoría crítica es producto del proceso de denuncia de las contradicciones en racionalidad y justicia de actos sociales. Su objetivo central es reconsiderar la relación entre teórico y práctico a la luz de la crítica, recuperar valores, juicios e interés y superar la visión de lo práctico reducido a lo técnico[18]. Son cuatro los elementos que hacen crítica esta teoría: el primero porque manifiesta público desacuerdo con disposiciones sociales contemporáneas; el segundo porque revela a individuos cómo sus creencias y actitudes quizás sean ilusiones ideológicas; tercero porque surge de problemas de vida cotidiana y se construye con la mira puesta en soluciones que ayudan a preservar el orden social ajeno a experiencias y necesidades; y cuarto, procura destilar procesos histórico que han distorsionado sistemáticamente los significados subjetivos. Para Carr y Kemmis esta ciencia social crítica tiene tres funciones: la formación y generalización de teoremas críticos, la organización de procesos de ilustración en los que los teoremas críticos serán aplicados y puestos a prueba de una manera única mediante la iniciación de proceso de reflexión, y la organización de la acción que es constructivista
Así mismo, Jaume Sarramona[19] reconoce la educación como comunicación intencionada, como un proceso permanente de humanización que supone una acción dinámica del sujeto educando con otros sujetos y con su entorno proporcionando las bases para la vida en sociedad. La educación es reconocida como uno de los sistemas más importantes de la sociedad. En tanto sistema educativo se apoya en una normativa legal que define metas, funcionamiento en el contexto donde se relaciona con otros sistemas sociales. El mismo Freire asume la educación como un subsistema de la estructura político – económica, en tanto acción política encaminada a despertar a los individuos de su opresión y a generar acciones de transformación social, entendido este como el proceso de concienciación que posteriormente retoma Henry Giroux para argumentar la pedagogía critica como la posibilidad de los sujetos a intervenir para cambiar la realidad. De la educación se han ocupado la pedagogía, la psicología y la sociología. Específicamente la sociología de la educación abarca el estudio de todos los agentes, procesos, instituciones y estructuras que tienen que ver con la educación en la sociedad, analizando, por ello, los diversos subsistemas sociales, sus estructuras y dinámicas internas implicadas en procesos de socialización, transmisión de valores o de conocimientos, así como sus relaciones mutuas[20].
Uno de los representantes de la pedagogía crítica de la educación, McLaren[21], es parafraseado para comprender visiones centrales del planteamiento de esta pedagogía respecto a cultura, poder y conocimiento. La concepción de CULTURA está muy alejada de la imagen que regularmente se tiene de ella como espacio monádico de armonía y control. Dentro de la pedagogía crítica, la cultura es un espacio de disociación, de ruptura y de contradicción: un ámbito de protesta contra las estructuras y los poderes prácticos discursivos polivalentes. Es decir, se concibe la cultura como estructurada por la compatibilidad de discursos en disputa. Es un laberíntico juego de discursos que comprende los efectos prácticos y materiales de sus variadas configuraciones y articulaciones. Es el lugar en el que el significado se desvanece en las catacumbas y en los espacios subterráneos de la sociedad. Así pues, es quizás más apropiado entender la cultura como una zona heterogénea y transgresiva, como circuitos de representación en un campo de batalla ocupado de forma desigual y despareja. Es así como la cultura es una red de poder y de conocimiento en la que se produce una realidad específica por medio de prácticas institucionales y de regímenes discursivos que permiten que tal realidad avance desembarazada de los impedimentos democráticos.
Y continúa el autor argumentando que dentro de esa concepción de cultura hace falta una nueva interpretación del PODER, y personas como Michael Foucault han ayudado en este respecto. El poder, según lo ha demostrado Foucault, no es un espíritu caprichoso; no es una fuerza desencarnada que se insinúa adventiciamente en los asuntos humanos. Tiene antes bien, raíces históricas, se lo construye socialmente, toma parte en una política cultural y sirve a intereses estructurados dentro de la sociedad. Desde luego puede servir para ofrecer resistencia a esas mismas condiciones. Si los discursos convierten las formas de hablar en formas de actuar, hemos de ver al poder como implicado en ese proceso. Ni poseemos poder ni lo aplicamos, porque está ya en todas partes y al lado de los discursos mediante los cuales constituimos nuestros cuerpos y estructuramos la dirección de nuestro deseo.
También establece las relaciones entre CONOCIMIENTO y poder. El poder produce ciertas formas de conocimiento, utilizándose tal conocimiento para legitimar y extender los intereses de aquellos a quienes sirven los efectos de tal poder y para justificar la sujeción de determinados grupos sobre la base de normas trascendentes. Por tanto, el poder subjetiviza (nos permite hablar y desear) y también subyuga (al conferir poder a determinados discursos sobre otros) y limitar así la manera en que podemos pensar nuestra propia formación subjetiva y actuar a fin de modificar las formas culturales y las prácticas sociales que limitan y desbaratan las narraciones de la liberación y la libertad; implica supuestos tácitos, consecuencias insospechadas, ocultas en cuestiones éticas y epistemológicas. Todos los discursos son portadores de efectos de poder.
Desde esta concepción renovadora de cultura, los maestros y las maestras pueden situar sus propias prácticas en el aula dentro de las estructuras globales de poder y de privilegio, de modo tal que identifiquen los intereses a los que sirven sus propias preferencias ideológicas, en lugar de purificar de diferencias el campo cultural mediante el cálculo universal de un análisis objetivo supuestamente desinteresado.
Uno de los enfoques de esta pedagogía es el enfoque comunicativo que se diferencia de los reproductivistas en que la realidad no es simple producto de las estructuras o sistemas, sino también de la agencia humana o el mundo de la vida. Este enfoque se desarrolla desde la nueva sociología de la educación con teorías de resistencia y de reproducción cultural desde autores como Paúl Freire 1921, Henry Giroux 1943, Apple 1942, Paúl Willis 1933, Berstein 1924. Se fundamenta en las nuevas teorías de las ciencias sociales. Habermas[22] y Giddens recogen los elementos dialógicos y transformadores de las diferentes teorías y prácticas educativas para desarrollar unas nuevas orientaciones críticas que se enfrenta a las desigualdades, proponiendo, a cambio, la búsqueda de una igualdad educativa no uniformizadora que incluya el igual derecho de cada persona y grupo a desarrollar sus propias diferencias. Así la posibilidad de diálogo y transformación por parte de colectivos e individuos supera el inmovilismo conservador de las posturas estructuralistas del modelo de la reproducción y las posestructuralistas de los seguidores de Nietzche.
Es el teórico Flecha quien presenta este enfoque comunicativo como una de las perspectivas de las desigualdades educativas, afirmando la necesidad de actitudes críticas y transformadoras que desarrollen
teorías y prácticas comunicativas que traten de superar las verdades impuestas a través del diálogo y del consenso entre personas implicadas. De ahí, que este enfoque se basa en el DIÁLOGO como forma de relación entre culturas y como camino para superar las actuales desigualdades y exclusiones. Cuando la igualdad incluye el respeto a la diferencia genera efectos superadores de las exclusiones[23].
En esta perspectiva comunicativa se tiene una pregunta esencial por el poder, ya sea por su transmisión o su transformación en la escuela. La educación es como un instrumento de transmisión ideológica, pero con posibilidad de que los sujetos se resistan e intervengan en el cambio de la realidad social; de allí que se reivindica el papel del sujeto, del diálogo intersubjetivo y de la transformación. La escuela no es sólo aparato de reproducción del orden social dominante- como lo afirma el modelo reproductivista- sino también un espacio de creación cultural; a través del proceso de interpretación de la realidad, del conocimiento y de la negociación, los y las estudiantes reconstruyen la cultura. La educación aporta elementos tanto para la reproducción como para la transformación, desde el desarrollo del proceso de enseñanza / aprendizaje a partir de la interacción entre iguales, la negociación, el intercambio de significados, de experiencias y la participación crítica - activa en los espacios comunicativos.
Desde este enfoque, el aprendizaje es entendido como el proceso de interacción entre los y las participantes que ayuda a reflexionar a la personas sus ideas y prejuicios para así poderlas modificar, si lo consideran preciso. La autorreflexión y el diálogo entre los y las participantes del grupo son constantes; de esta forma, el individuo puede hacerse consciente de sus propios condicionamientos, liberarse de determinadas ideas preconcebidas y de concepciones que considera suyas, pero que en realidad responden a unas experiencias y una historia personal condicionadas por la educación, la familia, el Estado, la cultura y la religión. El aprendizaje comunicativo se basa en la creación de una comunidad comunicativa de aprendizaje en la que no se da una relación de dominación sino un diálogo igualitario de diversos saberes. Es interacción comunicativa donde el educador o la educadora son facilitadores del diálogo, y la persona elabora sus propios significados a través de una construcción activa y progresiva del conocimiento que se da en interacción con medios y personas. Las decisiones se toman por consenso, el argumento mejor es el que prevalece y se va construyendo, ampliando o enriqueciendo con la reflexión y la contribución de todos los/ las participantes.
En la misma dirección, el objetivo de la educación es crear las situaciones óptimas para que se dé el dialogo intersubjetivo en condiciones de creciente democracia e igualdad[24], reconociendo la dependencia recíproca entre la escuela y la sociedad en las posibilidades de reproducción y transformación de la ideología hegemónica desde los espacios escolares.
El enfoque comunicativo se fundamenta en el valor de la diferencia. El discurso hegemónico u oficial intenta silenciar las voces de determinados grupos sociales. Por esta razón es importante crear espacios en los que las historias, textos, memorias, experiencias y narrativas de los diferentes grupos de la comunidad se interrelacionen. De ahí que la escuela se conciba como espacios culturales y políticos de contestación y lucha entre grupos diferencialmente dotados de poder económico y cultural. En palabras de Giroux, la escuela, como esfera pública es fundamento teórico para la ciudadanía y la alfabetización como elementos centrales de emancipación individual y social.
Es Giroux quien introduce, en el estudio de la nueva sociología de la educación, elementos de reflexión sobre la política cultural, definiendo la educación como proyecto político encaminado a profundizar en los valores y en el proceso democrático. Para que la pedagogía crítica se convierta en este proyecto político debe cambiar el lenguaje de la crítica por el lenguaje de las posibilidades de desarrollar cambios.
Con la precisión anterior, tenemos que la escuela es un espacio social que surge en relación con garantizar los derechos civiles y que, por lo tanto, ejerce funciones políticas, sociales y pedagógicas en cada sociedad. En conexión con esto, el mismo Giroux plantea tres tesis importantes que son esenciales para un conocimiento más comprensivo del proceso de escolarización y que se constituyen en los supuestos teóricos de esta investigación:
• Las escuelas no pueden ser analizadas como instituciones separadas del contexto socioeconómico en el que están situadas.
• Las escuelas son sitios políticos involucrados en la construcción y control del discurso, significado y subjetividades.
• Los valores del sentido común y las creencias que guían y estructuran las prácticas en el salón de clases no son universales a priori, sino que son construcciones sociales basadas en supuestos normativos y políticos específicos[25].
Estos tres planteamientos teóricos de Giroux son abordados desde los campos de análisis de la pedagogía crítica como son el cultural, el poder y el conocimiento.
De lo anterior rescatamos la educación como un proceso interactivo y una comunicación intencionada políticamente en las instituciones formales que se ocupan de la enseñanza[26] y el aprendizaje para la conservación o la transformación social, proceso que se orienta desde la organización escolar del espacio de la escuela que debe ser interpretado en relación con los contextos, las intencionalidades y los elementos históricos que inciden en su construcción social.
Para algunos autores, la realidad es producto de las estructuras, y la educación constituye la herramienta de reproducción de las desigualdades e inequidades; desde otro lugar, las teorías de resistencia y reproducción cultural enfatizan en la forma como las relaciones humanas y los mundos de vida construyen realidad, siendo así la dinámica escolar instrumento de reproducción o de resistencias al orden establecido.
La opción nuestra es por los nuevos enfoques críticos de la pedagogía, en especial el comunicativo, que se pregunta por el poder y su tratamiento y transformación en la escuela, por el aprendizaje colaborativo desde el diálogo intersubjetivo desde el consenso argumentativo y el valor de las diferencias y la necesidad de su reconocimiento en estos espacios de formación. Los aportes teóricos de Giruox de interdependencia, sitios políticos en disputa y recreación de sentidos y usos sociales de la escuela son de alto valor para este estudio. Desde este enfoque, la educación, en tanto comunicación intencionada, reconoce en los conflictos posibilidades de confrontación, de evidenciar las diferencias y de reconocer los poderes en las relaciones. Los conflictos actúan como analizadores del encuentro o desencuentro ínter subjetivo y de los proyectos político culturales que se disputan en la escuela.
2.3 Los conflictos como analizadores de la relación escuela–contexto
Las escuelas son territorios de confrontación y lucha entre sujetos diferentemente dotados de poder económico y cultural que se disputan proyectos políticos de sociedad, y son espacios de recreación cultural a través de la interpretación de la realidad, del conocimiento y la negociación desde donde se construye cultura,. Esto connota una naturaleza conflictiva de la organización escolar por su lugar en la sociedad y los poderes de reproducción, resistencia y transformación que en este espacio social se disputan sectores dominantes desde ideologías, valores, discursos y prácticas.
El territorio, es entendido no como espacio físico o materia, sino como una producción constante de permanente configuración y cambio. Luis García[27] lo comprende como el espacio socializado y culturalizado, que a nuestro parecer alude al uso y apropiación de los espacios y los sentidos sociales que desde la interacción se construyen gestando identidad y pertinencia en sujetos. El territorio no existe en sí, existe para alguien como lo plantea Monnet.
Es así como los territorios resultan de las experiencias de sujetos y de los contextos históricos que marcan y delimitan fronteras y sentidos de espacios como la ciudad, los barrios, las instituciones, entre otras. Territorios que por su variedad pueden ser nombrados como territorios de intimidad o apropiación física reactiva permanente en pequeña extensión como el cuarto, la casa. Territorios de la familiaridad, como la apropiación regular de extensión mayor mediante trayectorias repetidas que encierran el espacio en una red de usos y hábitos como es el caso de la calle, el barrio. Los territorios de la gobernabilidad cuya apropiación se da mediante la representación social de la comunidad, se apoya en experiencias directas pero no usuales como la ciudad, el país y, finalmente, el territorio de la alteridad como la identificación de porciones de universo cuya existencia es válida solamente desde la representación culturalmente disponible en sociedad, como el planeta o el continente (MONNET, Jerome. Escalas de territorio).
Reconociendo la clasificación de Monnet de los territorios, pero correlacionándola con la que presenta Abrahán Moles donde el territorio es espacio socializado y culturalizado desde el uso y apropiación que hacen de él los sujetos, Moles precisa tres tipos de territorios que, a su vez, son las cáscaras del humano y que de alguna manera orientan la lectura que en este proyecto se realiza:
• El primero es el territorio corporal como las mediaciones iniciales para la relación interpersonal, el cuerpo como el instrumento de una relación esencialmente física con el entorno. El ser biológicamente hombre o mujer con las diferencias culturales que se establecen; desde la organización y decoración del cuerpo se marca y señala este territorio. Quizás desde la clasificación de Monnet el cuerpo puede ser denominado el más inmediato territorio de la intimidad por la experiencia directa.
• El segundo territorio es el escolar, se configura desde las vivencias interpersonales y la organización institucional, desde las marcas instituidas y vividas por los controles para el uso de espacios como aulas, patios, oficinas, baños, portería y, con las normas que delimitan su apropiación según las expectativas de la comunidad educativa. Lo asimilamos al territorio de la familiaridad desde Monnet por las rutinas y los encuentros constantes entre sujetos y a la cáscara del hogar según Moles en tanto es un territorio peculiar y la experiencia de la percepción es directa y familiarizada.
• El tercero son los territorios barriales como los contextos inmediatos y mediatos a la escuela, como entornos que inciden en sujetos de la comunidad educativa y en las dinámicas escolares. El barrio en tanto “lugar antropológico” permite desvelar las tensiones de la relación escuela- contexto en sus diversos niveles local, nacional e internacional.
El planteamiento hipotético frente a estos territorios consiste en que en la medida en que los sujetos cubran mayores escalas de las cáscaras humanas más complejos serán sus conflictos, mayores exigencias para su regulación en perspectiva de transformación, considerando, además, que la labor formativa de la escuela implica ampliar la comprensión de estas cáscaras humanas y complejizar los sistemas de representación física y simbólica del universo según las herencias de la cultura.
En otro sentido, el carácter de interdependencia de estos territorios con los contextos sociales, económicos, políticos y culturales inmediatos a la organización o en el ámbito nacional e internacional exige lecturas complejas de la escolaridad y las relaciones que allí se tejen entre sujetos. Para esta comprensión, los conflictos se retoman como analizadores de acontecimientos críticos que permiten desvelar cambios, rupturas y continuidades en la vida escolar y social.
De otro lado, la dificultad teórica para conceptualizar sobre los conflictos escolares está dada en que las teorías de los conflictos surgen para explicar conflictos bélicos de carácter nacional e internacional. No se cuenta con desarrollo sobre micro conflictividades o los conflictos en pequeñas escalas. Igualmente, la producción teórica de los conflictos, más allá de sus expresiones violentas o sus comportamientos agresivos y destructivos, es limitada.
Las definiciones de conflictos pueden ser clasificadas en tres tipos:
• Las que se construyen desde los comportamientos: el conflicto consiste en enfrentamiento o choque intencional entre seres o grupos de la misma especie recurriendo eventualmente a la violencia (Julián Freud).
• Los conflictos generados por incompatibilidad de intereses, objetivos y bienes: oposición entre grupos o individuos por la posición de bienes escasos por la realización de valores mutuamente incompatibles (Raymon Aron- Lewin Coser), conflictos por objetivos e intereses que remiten a conflictos estructurales y conflictos entre actores (Johan Galtung).
• Los conflictos según las partes o actores implicados en ellos: el conflicto aparece cuando un individuo, una comunidad, una nación o, incluso, un bloque internacional desea algo que no puede ser conseguido a menos que sea a costa de otro individuo o grupo que también lo desea. (Adam Curle). Estas partes bien pueden ser individuos, sociedades o sistemas sociales.
Una definición compleja de los conflictos, que posibilite y potencie su análisis y en esa medida su abordaje en una perspectiva de transformación social de la realidad, debe reconocer los diversos elementos que configuran los conflictos sociales. En esta perspectiva se orienta otro grupo de definiciones que, a nuestro parecer, articulan los diversos elementos antes planteados, autores como Johan Galtung y Vicent Fisas definen conflicto respectivamente[28];
La situación en la que hay actores que persiguen objetivos incompatibles o partes de un conjunto social con intereses incompatibles. Este último tipo de conflictos es de carácter estructural, y no necesariamente ha de estar en la mente de la sociedad. El primer tipo de conflicto es, en cambio, un conflicto de actores en el que hay mucha conciencia, objetivos claros y una actividad para organizar el conflicto.
Una situación en la que un actor (una persona, una comunidad, un Estado etc.) se encuentra en oposición consciente con otro actor (del mismo o de diferente rango), a partir del momento en que persigue objetivos incompatibles (o estos son percibidos como tales), lo que los conduce a una oposición, enfrentamiento o lucha.
Para ambos autores, la violencia tiene que ver con acciones y potencias. Fisas complementa con la concepción de violencia no solamente como un determinado tipo de acto, sino también una determinada potencialidad; no se refiere solo a una forma de “hacer”, sino también de “no dejar hacer” o de negar potencialmente. Para Galtung la violencia está presente cuando los seres humanos se ven influidos de tal manera que sus realizaciones efectivas, somáticas y mentales están por debajo de sus realizaciones potenciales. Violencia definida como causa de la diferencia entre lo potencial y lo efectivo, violencia presente cuando lo potencial sea mayor que lo efectivo y esto es inevitable según él. Este último autor define la violencia como directa o física (asociada a la destrucción de la infraestructura y los cuerpos humanos), estructural (remitida a las políticas de Estado excluyentes y discriminatorias que aportan mayores muertes que las mismas guerras) y cultural (referida a los imaginarios y representaciones que legitiman las violencias).
De otra parte, el mismo Boaventura de Souza plantea la necesidad de la relación para que se establezca el conflicto, relación connotada por el reclamo frente a un daño ocasionado y la reacción del causante a su vez:
El hecho de que sea reconocida la existencia del daño, de su causante y de la violación de las normas que acarrea, no significa que surja necesariamente el conflicto. Para ello es necesario que el lesionado encuentre que el daño es de algún modo remediable, reclame ante la persona o entidad responsable por el daño del que es víctima y sepa hacerlo de manera creíble y clara. Cuando esto ocurre, el conflicto surge siempre y cuando el reclamo o queja no sea rechazado en su totalidad o en parte[29].
Según Boaventura el reclamo del lesionado no provoca necesariamente el litigio una vez es rechazado en su totalidad o en parte. Solamente será un conflicto si el lesionado no está de acuerdo con el rechazo y decide reaccionar. Puede tener buenas razones para no hacerlo. Por ejemplo, el conformismo para no dañar la relación. El incentivo para aguantar estos daños puede ser mucho más grande.
Es así como complementamos desde autores y disciplinas la siguiente definición aproximativa para este estudio: El conflicto es el conjunto de situaciones sociales que implican la relación entre partes que pueden ser individuos, colectivos o Estados que presentan incompatibilidad por oposición de objetivos, antagonismo de valores y divergencia de intereses, lo cual los lleva a enfrentamientos y luchas de forma violenta o no violenta por los asuntos en disputa.
Esta tesis se enriquece con algunas premisas básicas de la teoría clásica del conflicto que precisa que los conflictos son necesarios para la dinámica de la sociedad y las relaciones humanas, que se constituyen en motor del cambio social, en tanto generan tensiones para la transformación, y potencian el desarrollo personal, institucional y social además de ser generados por la incompatibilidad de intereses y objetivos entre grupos humanos, asuntos en disputa como recursos, valores, medios e interés de partes implicadas en la relación de conflicto.
La representación de situaciones de conflicto es retomada de Fisas y Galtung, connotando la contextualización espacial y temporal, respaldada de alguna manera por Boaventura de Souza que reconoce que, como las demás construcciones sociales, los conflictos son relaciones que emergen y se transforman según las dinámicas sociológicamente identificables.
En el mismo sentido, analizar los conflictos en las organizaciones no en la sociedad en general presenta sus particularidades. Es Georges Baladier quien plantea esta especificidad del conflicto en las organizaciones al cambiar radicalmente su interpretación cuando dejamos de interrogar las dinámicas generales de la sociedad para concentrar el estudio en las organizaciones y sus tensiones propias[30], cuando situamos la reflexión en organizaciones como la escuela y sus interrelaciones con otras instituciones sociales y con los contextos específicos.
El mismo autor anota que el análisis de los conflictos en estas organizaciones sociales permite desvelar conflictos propios de las sociedades en momentos históricos concretos, que son susceptibles de esclarecer –como lo plantea Michael Crozier-, aun los clasificados como políticos o macro conflictividades. Es la posibilidad desde el análisis de los conflictos en las organizaciones de configurar relaciones y definir abordajes a conflictos sociales que permean y son permeados por las dinámicas de estos grupos sociales.
Para el propósito de los conflictos en la escuela o los conflictos escolares, la conexión teórica se establece con la pedagogía institucional que analiza las instituciones en términos de poder y en la articulación con instituciones externas[31]. Desde esta pedagogía que tiene sus orígenes en la crisis de mayo del 68 y es animada por jóvenes, se sostiene que la crisis de la civilización es fundamentalmente la crisis de las instituciones que dan vaciamiento y protegen la civilización, aseguran la difusión de sus mensajes, transmiten las ideologías dominantes y resguardan la estabilidad y el mantenimiento del orden[32]. La escuela tiene su crisis que es definida por Palacio (1992)34 como una evidencia que se impone constantemente; la sensación es que algo no funciona y lo compara con un noble edificio antiguo cuyos cimientos se resquebrajan, sus paredes se agrietan y sus tejas se desmoronan. Los ministerios de educación se encargan de restablecer el edificio invirtiendo importante presupuesto.
Pero todo parece indicar que estas reformas no son capaces de liquidar el problema. Las críticas no dejan de generalizarse; las protestas de profesores y alumnos aumentan de un curso para otro; existe una decepción fácilmente constatable de alumnos, profesores, padres y sociedad con respecto a la enseñanza; no sería muy exagerado decir que la escuela está, cada vez más y en todos los niveles, generando una dolorosa frustración que abarca a todos los estamentos. Tanto más cuanto que la escuela dificulta a veces, en lugar de facilitar, el aprendizaje, entendiendo éste en su más amplio sentido (...) La situación se hace cada vez más caótica para los que están inmensos en ella: planes de estudio que se superponen, condiciones de trabajo nefastas, falta de espacio y materiales, burocratismo de la organización y de las relaciones, medios económicos insuficientes, divergencia entre las exigencias institucionales y las necesidades individuales y sociales: estos son algunos de los aspectos en que la crisis se manifiesta (...) De momento nos interesa tan solo señalar que la crisis esta ahí, existe, y que sus dimensiones superan las fronteras de los países, los planes de enseñanza y los intentos de reformas (...) Especialmente a partir de la terminación de la Segunda Guerra Mundial la crisis de la escuela a la que nos referimos no ha hecho mas que acentuarse. Sin embargo, es necesario destacar que su origen hay que buscarlo muchos años atrás; por esta razón, los análisis de la crisis y las propuestas de solución no son una característica de los últimos años, sino que cuentan con una larga tradición histórica[33].
En esta perspectiva los conflictos son analizadores de las relaciones sociales y permiten desvelar lógicas y estructuras de organización institucional, lo cual se contrasta con la teoría crítica de la educación y los aportes de la Escuela de Frankfurt para la cual los conflictos son instrumentos de transformación democrática de la institucionalidad y, por lo tanto, de la sociedad.
En este sentido, el análisis de las sociedades y sus relaciones con las organizaciones puede realizarse desde dispositivos experimentales que actúan como intermediarios entre el sujeto investigador y la realidad. En palabras de Lapassade, son los analizadores que se imponen como una necesidad para comprender acontecimientos críticos que se configuran en posibles laboratorios históricos de las comunidades[34].
Es así como tenemos que los conflictos operan como analizadores privilegiados tanto en el plano comprensivo de las realidades de las organizaciones y las sociedades como en el de categorías potentes para las teorizaciones sobre la dinámica social y sus contradicciones. Los conflictos como analizadores funcionan según otros analizadores físicos, y permiten visualizar, desde acontecimientos críticos, lógicas y formas de representar y construir socialmente espacios y relaciones, en nuestro caso, la escuela.
De igual manera, el lugar del conflicto en la organización escolar es la pregunta que se formula Xesus Jares[35] y que a su vez responde desde tres paradigmas que entienden el conflicto como tipos de situaciones entre personas o grupos sociales que buscan o perciben metas opuestas, afirman valores antagónicos o tienen intereses divergentes. En esencia, el conflicto entendido como incompatibilidad entre personas y grupos es interpretado en la escuela desde tres lecturas:
• La visión modélica de la sociedad donde no se reconocen los conflictos, son asociados a violencia, disfuncionalidad o patología, por lo tanto, no deseables y deben ser corregidos. La administración escolar tiene la tarea de controlar la aparición del conflicto o eliminar su gestación, tratando de silenciar los conflictos y de ocultar la diversidad de intereses y objetivos para imponer una determinada forma de organización escolar donde el equilibrio se constituye en el elemento central de las relaciones en la escuela.
• El conflicto no es negado y se reconoce discursivamente la posibilidad de que estimule creativamente los grupos y sujetos, sin embargo, administrativamente se despliegan acciones para que éste no se presente, para que el equilibrio se mantenga.
Asocia el conflicto con relaciones interpersonales y es generado por problemas de percepción y de comunicación; por ello el énfasis en el abordaje se intenciona a que las partes cambien sus comportamientos conflictivos y en esa medida alteren la relación.
• Por último, el conflicto reconocido y asumido como propio de las dinámicas sociales, asociado a contradicciones en la vida organizativa de los sistemas sociales y los sujetos que los conforman. Desde esta perspectiva analítica el conflicto es un instrumento esencial para la transformación de las estructuras escolares a las que aspira la teoría crítica de la educación.
Desde la teoría social crítica de la educación tenemos entonces, la posibilidad de asumir los conflictos escolares tanto como analizadores de la realidad social desde la escuela, como instrumentos para la transformación democrática de la estructura y dinámica de la institución escolar.
Esta teoría de la educación depende de los significados y las interpretaciones de los participantes, y es la oportunidad de su emancipación; instruye procesos de autorreflexión, utiliza el método crítico para identificar aspectos del orden social que no pueden ser controlados y, finalmente, esta teoría es práctica, pues su orientación es emprender acciones para superar problemas. Estos elementos son útiles para la comprensión de los conflictos escolares, pues para transformar las situaciones educativas se requiere transformar las redes interactivas de prácticas que las construyen y allí los conflictos se configuran como analizadores. Pero ¿cómo definir los conflictos escolares?, ¿cuál es su particularidad comparativamente con otros conflictos? ¿Desde qué elementos se pueden identificar y comprender estos analizadores en la escuela? ¿Son todos los conflictos que acontecen en el espacio de la escuela los que se denotan con la categoría conflicto escolar? ¿O el énfasis está puesto por las partes en confrontación? Estos son los ejes de los siguientes planteamientos que se aproximan comprensivamente a los conflictos escolares.
2.4 Analizar y tipificar los conflictos escolares
El conflicto en tanto analizador de acontecimientos críticos puede dar cuenta de los cambios y las dinámicas sociales; éste tiene un lugar relevante en el enfoque comunicativo de la pedagogía crítica al concebir la escuela como espacio creativo lleno de posibilidades de generar acciones de resistencia, conflicto y transformación por la diversidad de intereses, demandas y confrontaciones que en este territorio social se configuran.
Los planteamientos anteriores sobre los conflictos y la escuela nos permiten construir una definición de los conflictos escolares. El conflicto escolar es entendido como un conjunto de situaciones entre individuos y colectivos que se desarrolla en el territorio social de la escuela o que implica su función social por incompatibilidades asociadas a problemas de reproducción y transformación cultural y política de las sociedades.
El conflicto escolar, como analizador de las relaciones entre sujetos y colectivos en la escuela, tiene sus especificidades y puede analizarse según frecuencia, relevancia o intensidad del conjunto de situaciones conflictivas
• En primer lugar, son conflictos que se presentan en el contexto institucional, en el espacio social connotado como territorio, en tanto involucra representaciones y sentidos del uso y apropiación de este espacio.
• En segundo lugar, están implicados los sujetos que conforman la comunidad educativa y que previamente al encuentro cara a cara tienen definidos roles en la relación pedagogía, hablamos de docentes, directivos, jóvenes estudiantes y padres / madres de familia, sujetos con lugares específicos en la estructura socio – educativa, como también actores externos que sitúan sus expectativas en el sistema educativo como sectores económicos, políticos, grupos armados y agentes supranacionales que tienen intereses y disponen estrategias para orientar el proyecto de sociedad que se gesta en la escuela.
• En tercer lugar, están los comportamientos o acciones intencionadas desde esta comunidad educativa para lograr sus objetivos o intereses en cuestión, las maneras de utilizar los roles de poder y de autoridad para condicionar interés y bienes en disputa.
• Y finalmente, en cuarto lugar están los ejes de confrontación o problemas que tienen que ver con el para qué de la escuela y de su función social, con la diversidad de intereses para organizar espacios, currículo, normas y con valores asociados a la pertinencia del conocimiento y a las posibilidades que la escolarización ofrece para el desarrollo de la sociedad. Es decir, si las escuelas las entendemos como territorios culturales y políticos donde se reproducen o se crean códigos y lógicas de las sociedades, los ejes de disputa tienen que ver con las tensiones por la reproducción, producción y organización del espacio escolar en diálogo con la función social asociada a asuntos culturales y políticos como lo plantea el enfoque comunicativo de la pedagogía crítica. Es desde esta última precisión, a nuestro parecer, desde donde se debe matizar la especificidad de los conflictos escolares, reconociendo e incluyendo analíticamente los demás componentes, pero situando el énfasis en los ejes de confrontación que, a su vez, dan cuenta de la naturaleza de las relaciones conflictivas.
Como el problema en cuestión es tipificar conflictos escolares, es decir, precisar el conjunto de características que constituyen cierta unidad y permiten clasificar en una categoría unas situaciones de confrontación distinguiéndola de otras, una de las tensiones es la dificultad de estereotipar los conflictos y los intentos, a veces simplistas, de realizarla. Pese a no existir acuerdos entre los autores de estas clasificaciones, se retoman las dos definidas por Redorta[36]: los conflictos por criterio único (relaciones de poder y los sentimientos) o los conflictos por visibilidad (según el estado de desarrollo de la situación y las expresiones de agresividad y violencia).
La clasificación multidimensional es más compleja y profunda, define el tipo de conflicto según varias categorías, por ejemplo, la perspectiva relacional define situación diagnóstica (contexto, litigios y partes) y la pronóstica (lógica de oportunidades). Ocuparse de las estructuras[37] o bases de las situaciones de los conflictos es otra forma de clasificar. Las estructuras triangulares son de las más desarrolladas, entre otros, por autores como: Juan Pablo Lederach, desde el problema, la persona y el proceso; Ur y, Bret y Golberg desde intereses, derecho y poder; Johan Galtung, desde comportamientos, actitudes y situación; Coser, desde metas de implicados, medios utilizados y recursos disponibles.
Y, finalmente, el teórico Christopher Mitchell presenta, a nuestro juicio, una de las definiciones más completas y potentes, caracterizada por la multipolaridad. Mitchell, contrario a los anteriores planteamientos que precisan la estructura por criterio único o triangular, la presenta desde cuatro componentes básicos que dan cuenta de la complejidad de estas relaciones: el primero son los ejes o asuntos en disputa, también conocidos por nosotros como problemas; el segundo son los comportamientos, expresiones o manifestaciones de las relaciones entre las partes; el tercero son las partes que bien pueden ser individuales o colectivas según la magnitud de la confrontación y finalmente, el contexto como el dónde y cuándo se presenta el conflicto.
Los ejes de disputa o problemas son los puntos de desacuerdo y confrontación entre las partes. En torno a ellos se desarrollan los comportamientos conflictivos donde las partes definen las aspiraciones a lograr con la relación. Desde los ejes de disputa se precisa la naturaleza del conflicto y puede ser por valores, medios, objetivos, intereses.
Los comportamientos entre las partes son las acciones desplegadas para el logro de los objetivos. Estos comportamientos pueden ser violentos, no-violentos o mixtos según los métodos y el conjunto de estrategias que utilicen y la intencionalidad de daño del oponente por el interés o el recurso en disputa. Interesa saber la racionalidad de las acciones, los medios empleados para la consecución del recurso o interés, los cambios que en el tiempo se dan frente a la intensidad y magnitud de los comportamientos.
Como tipos de comportamiento se incluyen la disuasión o capacidad de persuadir al otro para que abandone sus objetivos por las recompensas o beneficios alternativos que obtiene; la coerción que puede ser de contención, amenaza, penalización entre otros y finalmente los comportamientos que se dirigen a terceras partes para que genere un efecto sobre la parte implicada.
Las partes en conflicto pueden ser unitarias o colectivas, bien sea entre individuos, colectivos y Estados. Los hay de tres tipos según su relación aunque cada parte puede tener varios roles a la vez: las partes involucradas o directamente implicadas en el conflicto son quienes tienen la confrontación explícitamente. Las partes afectadas o quienes resultan perjudicadas por los comportamientos y manifestaciones del conflicto. Las partes interesadas actúan como terceros o agentes externos a quienes les interesa bien sea la transformación o la polarización del conflicto.
El cuarto componente de la estructura según Mitchell, es el contexto o espacio –temporal que enfatiza en el dónde y cuándo se desarrolla la situación de conflicto detallando las influencias en su evolución. Tiene que ver con las características sociales, culturales, políticas, económicas e históricas del espacio y el territorio donde se presenta el conflicto y de su influencia tanto en las partes, los ejes /problema y comportamientos, como la dinámica y las posibilidades de transformación.
Es importante una vez definida la estructura de las diversas situaciones conflictivas precisar las relaciones entre sí, detallando los conflictos independientes tanto en sus partes, como problemas y comportamientos, como los conflictos con relativa independencia, los co implicados y los subordinados en relaciones de poder en el contexto específico. Este mapa de situaciones de conflicto y de sus relaciones entre sí ofrece información importante para la formulación de las estrategias de tratamiento y transformación del conflicto.
Esta estructura de los conflictos es cambiante según factores internos y externos a la relación y según cambio de posiciones y comportamientos de partes; por eso se precisa la dinámica que se ocupa de estos cambios en el tiempo y el espacio.
Además de construir la tipología de conflictos escolares desde la estructura: partes, ejes, comportamiento y contexto, se retoma de Mitchell la dinámica y la regulación del conflicto como elementos clave para el análisis y la comprensión.
La dinámica trata de dar cuenta del proceso de desenvolvimiento del conflicto de manera retrospectiva para visualizar fases, rupturas e intensidad del conflicto. Se remite tanto a los antecedentes o sucesos que dieron origen al conflicto como al nivel de desarrollo que adquieren según el reconocimiento de las partes del problema y los comportamientos en la relación. De la dinámica se pueda dar cuenta desde los estados de progreso del conflicto.
Según Christopher Mitchell (1981) son cuatro los estados del conflicto, según su evolución asociada al reconocimiento de las partes y a los comportamientos conflictivos: conflicto incipiente, cuando existen diferencias entre las partes, sin que haya reconocimiento del objeto en disputa; conflicto latente, cuando hay reconocimiento del problema pero no comportamientos conflictivos; conflicto manifiesto es el despliegue de acciones para obtener el asunto en disputa, son los enfrentamientos entre las partes implicadas y puede ser de forma violenta, no violenta y mixta; conflicto suprimido es menos reconocido en nuestro medio, pero el autor lo define como la situación en la que una estrategia de solución tiene éxito, al menos momentáneamente, y cesan los hostigamientos entre partes dando resolución al problema en cuestión.
Mitchell lo describe así: “Los conflictos pasan de un estado latente a otro en que las partes intentan imponer una solución unilateral, lo que genera otro estado en que ambas intentan entrar a la vez por la misma puerta, mientras la solución del conflicto busca una solución satisfactoria”[38].
Y, la regulación de los conflictos, que parte de la premisa de que si se quiere transformar un conflicto es necesario conocerlo a fondo y entender las relaciones entre los ejes en disputa, los comportamientos y las características de las partes implicadas en la situación. El lema para la regulación de conflictos es: si deseas intervenir un conflicto, previamente identifica y analiza sus particularidades y semejanzas con otras situaciones, como también sus relaciones de codependencia, independencia, reciprocidad según las relaciones de poder de sujetos y los problemas en cuestión.
Los métodos y estrategias de tratamiento de los conflictos están supeditados a aspectos como la naturaleza del conflicto, el nivel de configuración de las partes, los tipos de comportamientos de las partes, el nivel de maduración o reconocimiento de los ejes en disputa, la relación entre situaciones de conflicto, la complejidad de los ejes de confrontación entre otros.
Por ejemplo, si la relación es co implicación de la o las estrategias no optarán por tratamientos fragmentarios y parciales sino articulados e integrales, teniendo en cuenta sus diferencias, estructura y dinámica. De igual modo, según sea el objeto de litigio y su estado, las estrategias pueden ser de elusión, prevención, arreglo o resolución. Considerando los mismos aspectos, es factible también que la administración del conflicto verse sobre el comportamiento de las partes, si no sobre los ejes de antagonismo[39].
En general, son dos tipos de estrategias de tratamiento de conflictos, según la intencionalidad del interventor y los objetivos o propósitos de la estrategia implementada[40].
• Se pretende la contención de los comportamientos y las manifestaciones de conflicto o su transformación en tanto se establecen acuerdos frente a los ejes o problemas de las partes, o
• La intención es que las partes ganen conciencia de los ejes en disputa y se madure la relación de conflicto en sus comportamientos y estados, es decir, que el conflicto transcienda estados incipientes y llegue a latentes y manifiestos.
La forma en que interactúan las partes en conflicto, según sus alianzas, pueden ser de desigualdad o igualdad. Según los roles y condiciones contextuales, también de dominación y sujeción en que unas partes tienen cierto nivel de poder o dominación sobre las otras, como lo plantea Boaventura de Souza.
Ciertos grupos sociales tienen una capacidad mucho mayor que otros para identificar los daños, avalar las injusticias y reaccionar contra ellas. Mientras más baja es la capacidad de identificación, más difícil se hace evaluar el significado sociológico de la pirámide.
Subyacentes a las situaciones identificadas como generadoras de conflictos puede estar un conjunto mayor o menor de conductas injustamente lesivas, un conjunto en gran medida indeterminado.... factores sociales que condicionan la capacidad para identificar los daños: la personalidad, la relación afectiva con el implicado, la clase, el sexo, el nivel de escolaridad, la etnia, la edad; el grupo de mayor vulnerabilidad tiene menor capacidad y variables interpersonales[41].
Esta anotación corresponde perfectamente con la necesidad de madurar conflictos en nuestras sociedades, de aportar a la constitución de sujetos conscientes de sus intereses y en oposición explícita con otros.
Para las estrategias de contención o regulación se pueden emplear mecanismos de tratamiento de conflictos que van desde los comunitarios hasta los más formales e institucionales. Hablamos de la negociación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, los jueces de paz y el arreglo judicial ante un juez de la República.
La maduración es otra alternativa de intervención contrapuesta a la anterior. Consiste en la estimulación del conflicto, en especial, cuando su nivel de desarrollo es incipiente o latente, es decir, cuando la conciencia de las partes es débil y la confrontación no es expresa. Como lo plantea Vilma Franco, puede ser una opción la promoción de comportamientos conflictivos en función de objetivos de empoderamiento de sectores subalternos, la construcción de identidades y fronteras políticas, la dinamización de procesos de auto reconocimiento como sujetos de interés, etc.
Para Christopher Mitchell[42], la madurez del conflicto tiene que ver con las posibilidades de empezar un proceso de paz, y cuando es más probable que los procesos de resolución o mejora repercutan de forma importante en el curso de conflictos prolongados y profundamente enraizados. Se entiende que los conflictos solo están “maduros para la solución”, cuando se da un conjunto de circunstancias apropiadas. En conflictos violentos y prolongados internacionales, la madurez solo se produce cuando los adversarios se ven metidos todos juntos en una especie de estancamiento gravoso. Una condición para garantizar que ambas partes participen en la búsqueda de una solución podría ser que algo o alguien mostrara que no podemos imponer nuestra voluntad por la fuerza y que es necesario establecer acuerdos y ceder frente a posturas que se tienen.
El mismo autor[43] reconoce la complejidad de los conflictos en tanto su comprensión y su terminación, definida esta última como un proceso por el cual el comportamiento conflictivo coercitivo se termina y se llega a algún acuerdo con respecto a los temas en disputa que permite a las partes la coexistencia sin violencia física evidente al menos, por el momento. Puede ser que la relación establecida entre las partes después que el conflicto ha sido terminado surja simplemente de haber puesto de lado la disputa, o que sea basado en algún acuerdo precario pero temporalmente estable o que represente una resolución final y completa del conflicto. La terminación es más que una tregua temporal o el cese al fuego, o un acuerdo para dejar de pelear, hacer huelga o boicot, aunque tales treguas temporales pueden hacer parte del proceso mismo. ¿Cómo comienza la terminación de un conflicto? ¿Cuál puede ser la naturaleza de tal acción? son preguntas que se formula Mitchell.
Con lo anterior, tenemos que los conflictos escolares son analizadores del espacio social de la escuela y las relaciones sociales donde se disputan intereses, valores culturales y políticos de sectores hegemónicos y subalternos, como también herramientas o instrumentos de transformación democrática de la escuela. Los conflictos escolares son entendidos como aquellas relaciones de incompatibilidad de objetivos, intereses, valores o hechos en torno al proceso de producción, reproducción y organización del espacio escolar y su función social, desde los que se pueden analizar los conflictos generales en un periodo histórico específico. Tipificar estos conflictos escolares se propone desde la matriz metodológica que tiene Mitchell como el referente central, al ocuparse de elementos como la estructura del conflicto: partes, ejes, comportamientos y contexto; la dinámica: según sus estados latente, incipiente y manifiesto; y la regulación desde las estrategias de contención o transformación y de maduración.
Es así como tenemos que los conflictos escolares, en tanto analizadores de la realidad social y como instrumentos de transformación democrática de la escuela, permiten evidenciar relaciones entre sujetos en el territorio social de la escuela como espacio socializado y culturalizado desde el que se orienta un proyecto de sociedad; de ahí que se constituya en escenario político de sujetos diferentemente dotados de poder económico y cultural.
Desde la nueva sociología crítica de la educación, los enfoques de la pedagogía crítica, en especial el comunicativo de la escuela alemana, interpreta la escuela como espacio social donde se disputan intereses políticos y culturales en la orientación de la sociedad, donde el proceso formativo bien puede reproducir los poderes de la sociedad o también resistirse a las desigualdades y construir desde la base otra sociedad más equitativa, democrática y justa. Es vital la importancia que estas teorías asignan al poder y al manejo de éste en la escuela, como también al valor de la diferencia desde la que se concretan acciones para combatir las desigualdades e inequidades donde el conocimiento es fuente de poder y se construye en el diálogo intersubjetivo. Y los planteamientos de Giroux como ejes de reflexión de este estudio: las escuelas no pueden ser analizadas como instituciones separadas del contexto socioeconómico en el que están situadas; son sitios políticos involucrados en la construcción y control del discurso, significado y subjetividades; los valores del sentido común y las creencias que guían y estructuran las prácticas en el salón de clases no son universales a priori, sino que son construcciones sociales basadas en supuestos normativos y políticos específicos.
Teóricamente la comprensión del conflicto es asumida desde la teoría crítica de la educación y el análisis institucional, este último, inscrito en la escuela francesa. Para la clasificación de conflictos, en este proyecto se opta por la multidimensionalidad en una lectura sistémica y relacional. La tipología de conflictos se propone construirse desde tres campos globales del análisis: el primero es la estructura del conflicto conformada por problemas o ejes de disputa, las partes individuales y colectivas, los comportamientos y el contexto, el segundo es el desenvolvimiento retrospectivo del conflicto es decir la dinámica o nivel de evolución del conflicto desde sus estados de latente, incipiente, manifiesto y estancado; el tercero y último es la regulación, ya sea por las estrategias de contención o resolución de problemas o por la maduración de intereses y la agudización de la confrontación.
Estas opciones teóricas perfilan una definición aproximativa de los conflictos escolares entendidos como aquellas relaciones de incompatibilidad de objetivos, intereses, valores o hechos entre sujetos individuales o colectivos en torno al proceso de producción, reproducción y organización del espacio escolar y su función social, desde los que se pueden analizar los conflictos generales en un periodo histórico específico. Conforme a la lectura sistémica y relacional de los conflictos y la escuela en tanto construcciones sociales, históricas y no determinadas por estructuras sociales, se asumen los conflictos referidos a la interacción entre la escuela y el contexto ya sea por la incidencia unilateral en la mayoría de los casos desde el segundo a la primera o por incidencia mutua, y que bien puede ser intencionada o coyuntural.
[1] FISAS Armengol, Vicent. Introducción al estudio de la paz y de los conflictos. Barcelona Editorial Lerna S.A., 1987. P. 166.
[2] Etimológicamente educación viene del latín “educare” que significa conducir, guiar, orientar, haciendo referencia a un proceso asistido y dirigido hacia un fin. La educación entendida como un proceso interactivo entre el sujeto educando y su ambiente (educare) basado en su capacidad personal para desarrollarse (educere). En general esta se puede definir como un conjunto de instituciones, personas, creencias, contenidos y prácticas tendientes a la socialización, transmisión cultural y formación diferenciada de las nuevas generaciones. Se desarrolla a través de una serie de asociaciones, las escuelas entre ellas, que conforman el sistema educativo como un amplio conjunto interrelacionado de instituciones y procesos que tratan de la educación en la sociedad.
[3] Lo escolar es entendido como procesos educativos y de enseñanza que tienen lugar en los distintos centros escolares. La palabra escolar etimológicamente es del griego “skhole” que significa ocio y se refiere al lugar donde se enseña y se aprende, la institución pública o privada donde se recibe instrucción. La escolarización es sólo la parte de los procesos de educación y enseñanza que tienen lugar en la organización escolar o escuela quien obligatoria y libremente según la edad y los sistemas de instrucción regula a la población, por lo general al joven de una sociedad. Lo escolar se estudia desde la sociología escolar cuyo objeto es el centro escolar, más limitado en cuanto a su ubicación espacial, aunque igualmente complejo por lo que supone de organización de todos los procesos de enseñanza (socialización, formación, reproducción, dominación, resistencia o reproducción cultural)
[4] Lapassade, G. (1979). El analizador y el analista. Barcelona, Gedisa. Pág. 27. En este sentido se puede argumentar que lo que se suele llamar “crisis de civilización” es fundamentalmente crisis de las instituciones que dan basamento y protegen a la “civilización” aseguran la difusión de sus mensajes, trasmiten las ideologías dominantes y resguardan la estabilidad y el mantenimiento del orden como lo es la escuela para el planteamiento reproductivista.
[5] JAUME Sarramona. Teoría de la educación. Reflexión y normativa pedagógica. Ariel, educación Barcelona 2000. p. 61
[6] PUIGGROS Adriana. Imaginación y crisis en la educación Latinoamericana. México. Alianza Editorial Mexicana. 1990 Pág. 17
[7] AYUSTE, Ana. Flechas, ramos y otros. Planteamiento de la pedagogía crítica. Comunicar y transformar. Barcelona. Biblioteca del aula. 1994. Pág. 24
[8] JAUME Sarramona. Op cit P. 65.
[9] Op cit, Pág. 31- 32
[10] GIROUX Henry. Teoría y resistencia en educación. México, Siglo XXI 1992 . p. 28
[11] PUIGGROS Adriana. Op. Ci t p. 18-19
[12] GIROUX , Henry. Op cit p. 130
[13] Op. cit., P. 32.
[14] PALACIO, Jesús. La educación en el siglo XX (I) La tradición Renovadora (Rousseau, Ferriere, Piaget, Freinet). Cuadernos de Educación. Venezuela. Cooperativa Laboratorio educativo. Segunda edición, 1992 Pág. 9-10
[15] Ibíd., Pág. 41
[16] GUERRERO Serón Antonio. Enseñanza y sociedad: el conocimiento sociológico de la educación. Madrid, Siglo XXI. España editores. 2003 p. 1-18
[17] CARR, Wilfred. KEMMIS, Stephen. Teoría critica de la enseñanza: la investigación acción en la formación del profesorado. España, Martínez Roca. 1986
[18] Ibíd., p.
[19] JAUME Sarramona Op. Cit. p 61
[20] GUERRERO, Op cit, p 10
[21] MCLAREN, Peter. Pedagogía crítica, resistencia cultural y la producción del deseo. Cuadernos Rei Argentina, Instituto de estudios y acción social Aique Grupo editor. Argentina 1994. Pág. 25-26
[22] Junger Habermas pertenece a la Escuela de Frankfurt y algunos de sus aportes a la teoría crítica de la educación son retomados por la nueva sociología de la educación. Habermas refuta que la ciencia solo produce un tipo de conocimiento y que la ciencia sea capaz de definir las normas para juzgar cualquier saber. Se opone a la pretensión de que la ciencia ofrece explicaciones objetivas o neutrales de la realidad y devela los intereses a los que responde sean técnicos, prácticos o emancipadores.
[23] FLECHA, Ramón las Nuevas desigualdades educativas. En nuevas perspectivas críticas en educación Barcelona, Paidós 1994. p. 51.
[24] GIROUX, Henry. Op cit. P. 39.
[25] GIROUX, Henry. Op. Cit p. 72.
[26] Sarramona plantea que la enseñanza viene del latín “insignare” que significa marcar, designar o señalar. Su connotación más directa y prescriptiva está referida al establecimiento de marca, huella o señal. La enseñanza se define como aquellas instituciones, personas, contenidos y prácticas que se orientan a los procesos más precisos y técnicos de formación diferenciada. El sistema de enseñanza abarca a las instituciones formales que se dedican a la formación y transmisión de conocimiento de manera estable para la obtención de una serie de títulos, credenciales susceptibles de ser canjeables en los diferentes mercados laborales o simbólicos por una determinada posición social.
[27] GARCÍA, José Luis. Antropología del territorio. Madrid, taller de ediciones JB 1976.
[28] FISAS Armengol, Vicent. Op.Cit. p 166.
[29] DE SOUZA Boaventura, GARCÍA Mauricio. El caleidoscopio de las justicias en Colombia. Colciencias, Bogotá, 2001 p. 126
[30] LAPASSADE, Georges. Grupos, organizaciones e instituciones. Gedisa, Barcelona París 1974 tercera edición 1999 p. 129
[31] Para ampliar la pedagogía institucional consultar: LOURAU, Rene. El análisis institucional. Argentina, Amorrortu editores. 1984.
[32] PALACIO, Jesús. Op.Cit. p 9
[33] Palacio Ibíd.,
[34] LAPASSADE, Georges. El analizador y el analista. Op. Cit
[35] XESUS, Jares. El lugar del conflicto en la organización escolar. En Revista Iberoamericana de Educación. Micro política en la escuela, ( No 15 sep- dic 1997) OEI
[36] REDORTA, Joseph. Como analizar los conflictos. La tipología de conflicto como herramienta de medición. Paidós mediación 12. España 2004. Pág. 90-91
[37] En la teoría del conflicto se presentan estructuras bipolares, triangulares y multidimensionales.
[38] MITCHELL Christopher Reflexiones sobre la situación de madurez en un conflicto. En Estudios Internacionales. IRIPAZ Guatemala Año 8 Vol. 8 No 15 enero- junio de 1997. p. 7 - 27
[39] FRANCO Vilma Liliana. Marco teórico y conceptual sobre conflicto urbano y herramientas metodológicas para su descripción analítica. Instituto Popular de Capacitación IPC Medellín 2004. P. 44
[40] Algunos modelos de regulación según Paúl Uer son: la regulación legal desde normas institucionales explicitas para regular conductas y sancionar frente al incumplimiento de deberes; el modelo de disuasión o la generación de miedo y temor frecuentemente desde la fuerza; la negociación cuando las partes implicadas acuerdan el logro de objetivos para ambos desde el diálogo; la intervención de terceros o partes interesadas que pueden ser o mediadores o conciliadores entre otros. Estos modelos van de la institucionalidad, al uso de la fuerza y al acuerdo voluntario o con intervención de un tercero.
[41] DE SOUSA Boaventura, GARCÍA Mauricio. Op. Cit p 124.
[42] MITCHELL op cit p. 7 - 27
[43] MITCHELL Christopher La voluntad de dialogar. Monografía de trabajo No 4. Vuelto a imprimir en 1993. Traducción Alicia PFUND 2000.
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