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martes, 15 de febrero de 2011

PEDAGOGÍA CRÍTICA, EDUCACIÓN LATINA Y LUCHA DE CLASES EN LA ERA DEL IMPERIO


PEDAGOGÍA CRÍTICA, EDUCACIÓN LATINA Y LUCHA DE CLASES EN LA ERA DEL IMPERIO

Dr. Peter McLaren
Dra. Nathalia Jaramillo
 
Es evidente en todo lugar que los educadores de avanzada plantean un rechazo anticipado en lo que seguramente se convertirá el mundo si el capitalismo mundial logra su objetivo. Ya se han dejado ver las fricciones que el capitalismo neoliberal ha dejado con sus retrogradas guerras imperialistas: la amenaza de la pobreza permanente, la hecatombe ecológica, la sorprendente concentración de la riqueza en muy pocas manos, un avance incesante de inseguridad y desempleo para las ya de por sí afectadas comunidades así como el empeoramiento de los estándares de calidad de vida de las grandes masas de la población mundial. La explotación infrenable que ha marcado la globalización capitalista ha significado la consolidación del poder de los ricos y la devastación del nivel de vida de los pobres. En tanto que las corporaciones de los oligopolios se tragan el globo mundial, la industria se ve dominada por las nuevas tecnologías, la distribución del ingreso de por sí raquítica se torna más extrema y los sindicatos se vuelven gradualmente más débiles y no combativos. La esfera privada transnacional ha sido colonizada por el capital globalizado como lo son las corporaciones, las instituciones financieras, y los ricos acaudalados toman cada vez más control de la producción y distribución del valor de la plusvalía. La creación de las condiciones favorables de la inversión privada se ha convertido gradualmente en la función cardinal del gobierno.
Desregulación entendida como la adaptación de las leyes de acuerdo a los intereses de la inversión privada, privatización de los servicios públicos y los recortes en el gasto público en materia de bienestar social han sido el efecto natural de este proceso.
En efecto, los mercados financieros controlados por inversionistas extranjeros regulan la política gubernamental dado que la inversión del capital está fuera del control político. Incluso los ciudadanos en el floreciente oeste no cuentan con una seguridad en donde puedan encontrar viviendas que puedan costear, educación para sus hijos o asistencia médica; y es en efecto el Fondo Monetario Internacional y la Organización del Mercado Mundial quienes definen las funciones reglamentarias al margen de procesos democráticos en la toma de decisiones. Son estas instituciones burocráticas las que han fijado las reglas y fungen como árbitros entre los poderes económicos dominantes, disminuyendo severamente el poder de los gobiernos para proteger a sus ciudadanos y enterrando con ello la esfera pública democrática en este proceso.
Estamos ahora en medio de la epidemia de la sobreproducción, y de una explosión masiva de los obreros desposeídos y desempleados que viven ahora en cinturones de miseria o en casas de cartón en el corazón mismo de muchos de nuestros centros metropolitanos. En lo que nos damos cuenta de esta forma viciosa de explotación de los pobres sin límite que la historia ha presenciado durante el último siglo, seguimos siendo testigos de un refeudalismo del capitalismo, que se erige a sí mismo con las características más bárbaras propias de explotadores y agiotistas.
La lucha de la izquierda contra lo que parecer ser una fuerza inmutable e indestructible refleja la agonía histórica mundial entre el socialismo o la barbarie, sólo que en esta ocasión esta batalla ocurre en un momento histórico en que el capital posee una ventaja ilimitada en un mundo en donde sólo una superpotencia ha desplegado su milicia dentro de una furiosa presión por parte del neoliberalismo global. Los esfuerzos de la clase privilegiada transnacional con miras a desaparecer los sindicatos, incrementar los costos de utilidad en pueblos como Soweto, privatizar el sistema de agua en Cochabamba, Bolivia, de introducir el mercado de antibióticos tales como zitromax, augmentin, braxin a la niñez enferma a través de compañías de medicamentos cuyos investigadores de mercado ayudan a explotar las vulnerabilidades de desarrollo de los niños, ha dejado claro que venderían las mismas lágrimas de los pobres a ellos mismos si ello le significara un alto margen de ganancias. En los Estados Unidos en nada ayuda al patriotismo saber que la mayoría de las banderas norteamericanas que adornan las casas, negocios y autos en todo el país desde el 11 de septiembre son hechas en China, y que el creador del póster de la frase "Compra en América" ahora observa que la cadena de Wolmar que fundó importa el 60% de su mercancía desde China mucha de ella bajo condiciones de dudosa calidad, pero ¿verdaderamente les interesa la importación de mercancía China? en un país donde la mayoría de la industria de los Estados Unidos se encuentra en situaciones similares, cuando incluso el departamento de defensa compra algunos de sus uniformes en ese tipo de industrias.
En tanto que en Estados Unidos una intensificación general en el mundo laboral se genera rápidamente. Un injustificado incremento del día del trabajo, recortes en los recursos de los programas sociales, recortes de pago de impuestos para los más ricos, violaciones desmedidas de las leyes por los directores corporativos y una ausencia de fuentes de trabajo de planta. Esto está ocurriendo en el marco de la euforia del imperialismo: la guerra contra el terrorismo y la imposición de una democracia de libre mercado. Es difícil posicionar una alternativa socialista en tal miseria global sin sentir lo que Sísifo subiendo su gran piedra en el reino de la muerte o como Tántalos posicionado en América al tener cerca su alimento y cada vez que quiere alcanzarlo éste se mueve quedando fuera de su alcance.
El capitalismo nos abraza con sus ansiosos tentáculos aún cuando nos revelamos contra él, en tanto que las democracias de libre mercado se diseminan globalmente como esporas de hongo en un tornado, aquellos cuyo poder laboral está por los suelos tienen la opción de vender sus órganos, trabajar en plantaciones o minas, o prostituirse. Sin embargo, Estados Unidos tiene la libertad de exportar sus desechos a Latinoamérica donde las industrias maquiladoras establecen su radio de libre mercado. En África el gran negocio es venderles ropa usada que les fue quitada a cadáveres en lugares como el Congo, Nigeria, Laos, Liberia, Uganda, Kenia, Tanzania, Malawi y Togo donde el capitalismo global ha convertido a África en el mercado del reciclado mundial que incluye no solamente ropa de segunda mano sino también medicina caduca, computadoras antiguas, refrigeradores y sistemas de aire acondicionado contaminantes, colchones viejos y autos usados que se importan del Japón.
Una descripción del capitalismo de Tony Wilden tomado de su libro "El Canadiense Imaginario" de 1980 aún parece prevalecer un cuarto de siglo después: el capitalismo se ha convertido en un remolino, la gente del mundo son la fuerza para cortarlo. El capitalismo está a punto de quedar fuera de control como nunca se había visto. Es un sistema que nunca queda satisfecho, no importa lo que hagamos. La colonización de los débiles de la tierra se sigue incrementando. El feudalismo, el esclavismo, y otros tipos de relaciones fascistas -en la familia, en la industria y en campo, en la corporación, en las escuelas- son ahora más opresivas. Al mismo tiempo el intento suicida del capitalismo por colonizar la naturaleza como nunca se está llevando a cabo. Ya no queda duda que los valores de sobrevivencia del capitalismo a corto plazo están en conflicto directo y violento con la sobrevivencia a largo plazo -con los seres humanos- contra cada uno de nosotros que habitamos la tierra. Para que la producción de los valores del mercado siga creciendo, se hace necesario inventar prácticamente valores sin utilidad -y crear y recrear un ambiente de consumidores que piensen que los necesitan. El capitalismo hace caso omiso de las resistencias que intentan las sociedades no capitalistas en su búsqueda por una sobrevivencia a largo plazo como su valor fundamental. Desafortunadamente estas otras sociedades no saben como sobrevivir al capitalismo -y aún tampoco nosotros lo sabemos.
Es importante notar que vivimos en una época en la cual el capitalismo mundial ha tomado la fisonomía de la eternidad o de una infinidad sagrada. La victoria de la civilización occidental sobre la barbarie es el tema histórico mundial que camufla el hecho de que la batalla real es la transformación -por cualquier medio necesario (por ejemplo, cambio de régimen, guerra)- de los países que se niegan a jugar de acuerdo a las reglas impuestas por los comerciantes de libre mercado. (Y aquí los términos de civilización y barbarie implican otros muchos significados diferentes cuando esos términos fueron usados por Marx). La apertura actual de Irak a la democracia del libre mercado es el último ejemplo de esto. Pero aquí el intento de lograr grandes beneficios de la inversión extranjera no se entendería sin su ironía histórica ya que los neocolonizadores y sus maestros en Washington no han logrado obtener todo aquello que cobardemente deseaban.
De acuerdo a Naomi Klein, la gran ironía histórica de la catástrofe sucedida en Irak es que las reformas implantadas que se suponía crearían un crecimiento económico el cual reconstruiría al país han creado por el contrario una resistencia que últimamente ha hecho imposible la reconstrucción. Las reformas de Bremer desataron fuerzas que los neocolonizadores nunca predijeron o esperaron poder controlar, a través de las insurrecciones armadas dentro de las fábricas de decenas de miles de jóvenes sin empleo que se han armado ellos mismos. Estas fuerzas han transformado el año cero en Irak, en un espejo opuesto a lo que los neocolonizadores esperaban: no una utopía corporativa sino una situación de terror morboso, donde si vas a una simple reunión puedes terminar linchado, quemado vivo o decapitado. Estos peligros están tan manifiestos que en Irak el capitalismo global ha retrocedido, al menos por ahora para los neocolonizadores, esto debe ser un choque para su desarrollo: sus creencias ideológicas en la avaricia se han tornado más fuertes que la avaricia misma.
El panorama del camino de la muerte (la destrucción que se llevó a cabo en el camino de Mutlaa, Kuwait, a Basra, Irak) después de la guerra del Golfo pérsico, donde las fuerzas norteamericanas masacraron decenas de miles de soldados iraquíes que retrocedían (y muchos de ellos eran civiles que huían de la guerra) en una masacre infame que fue descrita como matar ovejas que están encerradas en una cerca) aparentemente no fue suficiente para los deseos del movimiento del neocolonizador de línea dura de Bush Jr. ni aparentemente lo fue el embargo de Irak dirigido por los americanos el cual en más de 10 años asesinó a medio millón de niños iraquíes (una acción de violencia que rivaliza con los asesinatos del maniaco homicida Sadam Hussein). Pero ahora que Irak está en las manos de Estados Unidos, algunos de los más fervientes incitadores de la guerra entre los consejeros de Bush -Bush, Perle y Rumsfeld- para quienes romper un compromiso político es equiparable a ser antiamericano, están preocupados ante la oportunidad que tienen en usar el terror de al-Qaeda para lanzar una gran guerra contra más naciones islámicas malévolas debido a que son un peligro constante, ya que las oportunidades adicionales para rediseñar el mapa del medio oriente a través del poder militar podría perderse. Cuando en 1973 Henry Kissinger (el entonces asesor de seguridad de Nixon) se refirió a la fuerza militar como tontos, animales estúpidos para ser usados, como vagos de la política extranjera, él reflejaba lo que aún prevalece como la actitud dentro del complejo industrial de la milicia estadounidense. Uno de los aspectos de la vida más alarmantes en los Estados Unidos después de los ataques del 11 de septiembre de 2001. Para nosotros ha sido la postura religiosa que caracteriza la demanda de Bush al considerarse un enviado especial de Dios. A los ojos de muchos norteamericanos este reclamo ha provisto a Bush hijo de autoridad moral no solamente para ordenar a los tontos, animales estúpidos de la nación que hagan la guerra, sino de convertirse en una gran masacre ocasionada por las armas militares más temidas por el mundo, en una gran fosa común hecha por malhechores que han sido juzgados por su administración como enemigos de la civilización sin temor a equivocarse cuando se lleva a internalizar la monstruosa vanalidad de un universo de dioses y demonios, Bush ha sido efectivo en ponderar la figura de Dios en el capitalismo como una estructura predilecta por su bondad. Bush es capaz de vender capital al público con mayor efectividad a través de las palabras de la profecía religiosa que con una montaña de billetes verdes con la leyenda "en Dios confiamos." Para los verdaderos creyentes, Dios aparentemente regula al mundo a través de la desregulación de la economía, donde los seres humanos pueden levantarse de las cenizas de la pobreza hacia una fuente del sueño americano de la clase media si solamente ellos se prestaran al inevitable interés capitalista y creyeran que los agiotistas y mercaderes globales harán mejor la vida de cada persona. Cuando una guerra puede ser llevada a cabo en contra de naciones soberanas "por la clase trabajadora en contra de la misma clase trabajadora, en beneficio de los ricos," entonces es una situación que será ganada por la milicia capitalista de Dios. Después de todo, confiar en Dios es la forma más segura de convertirse en rico, tal como las megaiglesias evangélicas lo vociferan al predicar sus oraciones de prosperidad por todo el país. Un comentario reciente que se opone por parte de Jonathan Steinberg señala que la pobreza aún existe en América, como lo manifestó Bush en el congreso de la unión en el 2003, debido a que los pobres encuentran la caridad cristiana verdadera entre sus vecinos. De ahí que su conservadurismo compasivo requiere de iniciativas basadas en la fe a través de iglesias locales y no de impuestos crecientes. Y esta visión prevalece en el común del público estadounidense en una época donde los pobres se están convirtiendo más en homólogos contemporáneos de la era explotadora y agiotista de Dickens, los olvidados y los excluidos que son el desecho social que cubre los espacios de la filas proletarias que plantea Marx.
 
LA BESTIA ES ESTADOS UNIDOS: VIVIENDO EN EL SISTEMA DIGESTIVO

Mucho (pero no todo, por supuesto) del trabajo educativo crítico representativo en los Estados Unidos al igual que el trabajo en áreas relacionadas, ahora aparece desafortunadamente desvinculado de sus especificidades históricas y determinaciones básicas de la sociedad capitalista, para ser un uso más serio en generar el tipo de crítica y práctica que pueda mover a la reforma educativa hacia una mejora social y canalizarla hacia la transformación. Lo que no está en oferta es una visión social alterna de lo que podría o debería parecer el mundo fuera de la forma del valor capitalista. La construcción de una nueva visión de una sociedad humana nunca ha sido tan urgente en el mundo en que renacen las rivalidades entre la burguesía nacional y la formación de la clase internacional donde Estados Unidos busca la supremacía total sobre las otras naciones al controlar los regímenes reglamentarios de las instituciones supranacionales tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Es un mundo donde la clase trabajadora se le impone una jornada de más horas de trabajo por el mismo salario mínimo, lo cual le redituará a la clase en el poder. Aún si la clase en el poder se sintiera obligada a reconfigurar su deteriorada relación con la clase trabajadora, no podría hacerlo y a la vez extraer la plusvalía necesaria para reproducir y mantener su propia clase social construida a través de un legado histórico de la clase privilegiada en el poder. También una época en que el mundo padece una crisis orgánica del capital ya que algunos estratos sociales de las familias estadounidenses aunque no quieren formar parte de las filas de la clase más desprotegida que plantea Marx, es inútil. Ya que aunque quieran o no dentro de su año de servicio militar como la nueva avanzada está destinada a servir a las tropas del imperio capitalista de las cuales se espera que luchen en esta guerra de supuesta prevención declarada por la administración estadounidense bajo la máscara o disfraz de la guerra contra el terror. Cuando como líder de la nación más poderosa que jamás haya existido declaras la guerra no solamente a los terroristas sino también a aquellos que pudiesen algún día convertirse en terroristas, con ello en efecto se declara la guerra al inconsciente de la nación que supuestamente debe servir, alimentando las condiciones psicológicas para que se genere una paranoia nacional. Es una guerra en ambas direcciones y sin dirección, sin límites y sin fin, que no puede ganarse nunca excepto en el campo del bien y del mal que no existe en el plano real sino en las ideas radicales extremistas del fundamentalismo religioso. El detrimento de la seguridad de los estados capitalistas se está haciendo más y más visible a través del mundo, en tanto que los pobres en muchos países en vías de desarrollo y en los desarrollados siguen siendo exterminados por la guerra, genocidio, hambruna, milicia, represión policíaca, esclavismo y suicidio. En un sentido verdadero, el capital se presenta a sí mismo a través de nuestros cuerpos trabajados y gastados. Y en el proceso nos convertimos en "capitalizados," esto es, nos transformamos en mercancías dentro del capital humano. Como actores en el proceso laboral nos convertimos en máquinas para la acumulación del capital, nos transformamos en las quijadas de las hienas cuya compulsión es devorar el valor de la plusvalía; nos transformamos en muertos vivientes, una personificación de trabajo muerto en el escenario de los condenados. Estamos siendo integrados dentro del sistema porque el carácter social de nuestro desempeño laboral parece ser el carácter objetivo del desempeño mismo. Este irreconocimiento se convierte en la condición necesaria por nuestra sujeción a nuestro propio desempeño laboral del pasado y al servicio que le hemos dado al capital a través de nuestro trabajo. El carácter ideológico de nuestro desempeño laboral puede ser entendido solamente cuando lo visualizamos en el plano de las relaciones sociales, como expresiones de alineación de nuestro esclavismo, al proceso de convertirse en mercancía que produce nuestro desempeño en el trabajo. El capital ofrece esperanza para la humanidad pero al mismo tiempo cae en contradicciones por lo que continúa la búsqueda de alternativas en el contexto social.
Muchos estudiantes de pedagogía podrían bien considerar si ignorar las leyes internacionales y estadounidenses al ordenar la tortura de prisioneros extranjeros es parte de las iniciativas basadas en la fe de George W. Bush. Cuando el Consejo Mayor del Departamento de Defensa asegura al presidente que infligir dolor físico y mental puede ser legal, y que Bush y sus torturadores permanecerán inmunes a cualquier cargo relacionado con el trato a los "combatientes ilegales," y cuando el presidente es básicamente cómplice al redefinir la tortura y resistirse a descontinuar algunos de los 24 métodos de interrogación supuestamente humanos para prisioneros extranjeros, es una buena causa considerar lo que significa ser un enviado de Dios, una Juana de Arco con chaparreras texanas ocupando la oficina oval. O estamos tratando aquí simplemente con la demanda imperialista del derecho soberano de nulificación o quizás más aún el divino derecho de los reyes. Cuando las mejores mentes que Bush ha logrado juntar en su círculo de consejeros y entre la elite militar leen el libro L a mente árabe de Rafael Patai con la finalidad de entender a los iraquíes y dándole crédito a lo que señalan sus páginas (tales como los árabes solamente entienden por la fuerza y que la mayor debilidad de los árabes es la vergüenza y humillación) entonces quizás podamos entender mejor el horror que se ha sabido existe en la prisión Abu Ghraib. La tortura en la prisión Abu Ghraib no fue solo una aberración sino no más bien la continuación del legado en el trato a los prisioneros en todo Estados Unidos, la forma más brutal ocurrida bajo la mirada de Bush hijo en Texas cuando fue gobernador. Es extremadamente increíble que el gobernador Bush no estuviera al tanto de que las prisioneras eran detenidas regularmente en celdas estrechas en lo caluroso del verano por largas horas y sin agua por lo que más fácilmente se someterían sexualmente a sus opresores; hay poca razón para creer que el gobernador Bush no vio el video de los guardias en la prisión en el centro de detención de Brazoria en Angleton, Texas, al forzar a los internos a moverse mientras los pateaban y les aplicaban descargas eléctricas. Seguramente él escuchó lo dicho por la fiscal Donna Brorby quien describió las prisiones de máxima seguridad como las peores en el país donde los guardias les arrojaban gas a los prisioneros y los derribaban sobre el piso de concreto estando esposados. Pero muchos maestros y estudiantes desconocen el tipo de tortura que ocurrió en Abu Ghraib es similar a la aplicada a los indígenas y a gente del tercer mundo por la milicia norteamericana y la CIA. La tortura de la masturbación forzada tal como ocurría con los nazis. El manual hondureño de interrogación de 1983 y el contra-manual de 1984 queda como una evidencia poderosa de la larga práctica de la tortura de la milicia estadounidense. Más recientemente, un manual de tortura de la CIA usado para instruir a las fuerzas de seguridad de 5 naciones latinoamericanas fue revelado al público en enero de 1997 por el sol de Baltimore. Un año después, una investigación del gobierno de Estados Unidos a las escuela militar estadounidense de la américas (cuyo nuevo nombre para el 2001 fue Instituto del Hemisferio Occidental para la Escuela de las Américas (SOA)) en Ft. Benning, Georgia, concluyó que "la liberación de no menos 7 manuales de capacitación utilizados en la escuela el cual enseñaba asesinato, tortura y extorsión como medio para reprimir a los llamados subversivos de acuerdo a un reporte del congreso." Que la milicia estadounidense y sus contratistas independientes enseñan y participan en la tortura y ofrecen consultoría en como manipular las leyes a su favor ante la prensa, el arresto y la detención, esto no debe sorprender a los observadores del conflicto actual en Irak. Los educadores críticos han condenado no sólo los 37,000 civiles inocentes asesinados hasta la fecha en esta guerra, sino también la hipocresía que subyace en la demanda de Estados Unidos de que Irak se está convirtiendo en una democracia soberana. Claramente, la democracia que está por desarrollarse en Irak pronto se contradice por la selección de los líderes iraquíes actuales. De acuerdo a Tarik Ali (2004) De los dos iraquíes sacados de la oscuridad para ser los hombres principales para la ocupación. El "presidente" Yawar es relativamente un jefe tele-comunicador inofensivo de Arabia Saudita. El estaba muy feliz en darse la importancia de proveer equipo como su función oficial y tomarse fotos con Rumsfeld y los muchachos. El "primer ministro" Allawi fue al mismo tiempo un empleado de inteligencia de bajo rango para Saddam, reportando a los disidentes iraquíes en Londres. Después la inteligencia angloamericana lo reclutó. Después de la guerra del golfo fue enviado para desestabilizar el régimen. Hizo explotar una bomba en un cinema y un autobús con niños pasajeros. Antes de la guerra Allawi ayudó a manufacturar los sistemas de entrega de la WMD (entrega oficial mundial) de 45 minutos proporcionando información confidencial sobre los diez más buscados. Después de la ocupación fue premiado y puesto en el consejo gubernamental. Después él contrató una firma publicitaria en la que gastó $370,000 en la campaña en Washington para hacerlo primer ministro, e incluso logró una columna en el Washington Post. Como primer ministro él cultivó una imagen violenta. El 17 de julio desde su despacho en Bagdad, Paul McGeough, el corresponsal australiano (y antiguo editor del heraldo la mañana de Sydney) manifestó: "Iyad Allawi, el nuevo primer ministro de Irak ejecutó con una pistola a seis sospechosos insurgentes en la estación de policía de Bagdad, justo días antes de que Washington pusiera en el control a su gobierno interino, de acuerdo a dos personas que alegan haber presenciado los asesinatos. Ellos, los prisioneros -esposados y vendados de los ojos- estaban alineados contra la pared en una celda de máxima seguridad donde estaban retenidos en el centro de seguridad al-Amariyan... los testigos afirman que el Doctor Allawi les dijo a los presentes que las víctimas habían matado a mas de 50 iraquíes y que por ello se merecían la muerte. El reporte de McGeough: la oficina del primer ministro negó totalmente la denuncia hecha por los testigos... al decir que el Doctor Allawi nunca había visitado el centro de seguridad y que no cargaba ninguna arma. Pero los informantes declararon en el periódico que el Doctor Allawi disparó a cada uno de los jóvenes en la cabeza frente a una decena de policías iraquíes y cuatro americanos del equipo de seguridad personal del primer ministro quienes presenciaron todo" McGeough aparece regularmente en radio y televisión para defender su historia la cual todavía está latente.
El liderazgo estadounidense puede continuar masacrando iraquíes con impunidad porque el asesinato no es el problema para ellos en la guerra contra el terror, sino mantener la percepción de que Estados Unidos es inocente al hacerlo. Al declarar una guerra permanente contra el terrorismo, el régimen de Bush ha hecho difícil, si no imposible, que ellos mismos sean identificados como terroristas. Para tener éxito en esto, el régimen de Bush promueve el uso de un terminó capcioso y distorsionado, donde el terrorismo es simplemente todo aquello que hacen los terroristas contra las personas de buena voluntad como nosotros. No podría permitir la definición del término porque entonces el término podría ser utilizado para implicar las acciones de Estados Unidos. Es por ello que de acuerdo a John Collins "la definición más segura, ahora como en los setenta, es que el terrorismo se refiere a la oposición organizada contra la política de los Estados Unidos o sus aliados. Collins sustenta que el terrorismo no es otra cosa que el nombre dado a un conjunto de acciones en la gran categoría de la violencia política. Lo que distingue al terrorismo de otros actos de violencia política, depende por supuesto de quienes están haciendo la definición (o indefinición)." Collins escribe que toda definición explícita de terrorismo puede ser utilizada para identificar y condenar las acciones de los Estados Unidos y las de muchas de sus aliados. Mantener la ilusión de la inocencia de los Estados Unidos requiere entonces que el terrorismo no sea definido de ninguna manera. Quien quiera retomar el término terrorismo se las ve con los más poderosos controles de la armada norteamericana.
 
LA PEDAGOGÍA CRÍTICA REVOLUCIONARIA Y EL UNIVERSALISMO

La pedagogía crítica ha sido abandonada por muchos de la izquierda de avanzada debido al hecho de que constituye una narrativa maestra de emancipación que la carga crítica está contaminada o influida por los planteamientos modernistas occidentales y el triunfalismo de la clase trabajadora. Por su puesto el primer objeto de ataque es ese viejo barbón que es el diablo en persona llamado Carlos Marx, quien se ha esmerado por regresar a la literatura educativa y las ciencias sociales en general con enfoque antiimperialista. En esa sección se intenta rescatar a la pedagogía crítica de estos y otros cargos similares al ofrecer un punto de vista diferente ante los ataques del universalismo y el euro-centrismo que se dice que impregnan el trabajo de Marx. Al inscribir la pedagogía crítica en la crítica de Marx de la economía política, estamos en mejor posición para desafiar las arremetidas contra los derechos y la dignidad humana, principalmente los dirigidos a la población latina.
En los Estados Unidos, la estrategia implementada es de las líneas que emanan de Freire, de sus exponentes y comentaristas de la pedagogía crítica ha sido construir el concepto de clase auténtico en un concepto social debatible y en una ocasión para evitar un debate serio sobre las causa de explotación y dinámicas de las reglas del capital e incrementar la factibilidad del imperativo liberal del estatus económico social inferior venidero, una noción que distantemente refleja el mandato liberal para avanzar hacia oportunidades iguales en vez de pelear por la igualdad económica y social. Estaríamos seriamente subestimando el grado con el cual la pedagogía crítica se colude con la ideología de la clase alta si ignoramos su inercia política, su teoría y su domesticación progresiva a través de los años. Cuando el concepto de clase ha sido domesticado, entonces ciertamente es más difícil discutir lo que está pasando en el momento histórico mundial en lugares como Irak con una guerra imperialista.
La sociedad capitalista requiere que desempeñemos rutinariamente nuestra labor en las escuelas, en las fábricas, en las votaciones, en las elecciones, y que nos eduquemos a nostros mismos para mejorar la calidad de nuestra fuerza laboral. Consecuentemente, hemos tomado prestado el término usado por Paula Llaman "Pedagogía crítica revolucionaria" como un medio para reclamar la vida pública, la cual está bajo los ataques severos de la corporización, privatización y negociación de la vida mundial (en la cual se incluye el mundo académico.) Este no es un reclamo de la esfera pública a través de la re-vigorización de los comunes sociales pero sí es una transformación socialista. El término pedagogía crítica revolucionaria busca hacer la división de la labor coincidente con la libre vocación que tiene cada individuo y la asociación a productores libres. Aquí está el énfasis en no sólo denunciar las injusticias manifiestas del capitalismo neoliberal y crear una fuerza de oposición a la hegemonía ideológica neoliberal, sino también en establecer las condiciones para nuevos arreglos sociales que trasciendan la falsa oposición entre el mercado y el estado.
Acompañado por lo que algunos han descrito como el "universalismo particular" de los análisis marxistas como oposición al "particularismo universal" de los postmodernistas. Los educadores críticos colectivamente afirman -todos con su propio enfoque y desde su distinta trayectoria disciplinar- que el término "justicia social" frecuentemente opera como una mascara para legitimar el capitalismo o por tácitamente admitir o resignarse a sí mismo a su intratable brutalidad. Consecuentemente, es esencial desarrollar un punto de vista diferente de acuerdo a la forma en que la justicia social es usada por los educadores de avanzada al invitar a los estudiantes a examinar las dimensiones axiológicas y epistemológicas de la democracia social de tal forma de que ellos puedan reclamar la vida pública de su sumisión en la educación privada.
A la mitad de la guerra del régimen de Bush por la esperanza y la libertad, los postmarxistas y los educadores antimarxistas han intensificado sus ataques contra los intentos por repensar la pedagogía crítica desde un perspectiva antiimperialista. Demagogos críticos: Los escritos de Herny Giroux y Peter McLaren de J. Martin Rochester (2004) publicado en el diario educación del Instituto Hoover, Educación próxima, representa un ataque neoconservador contra la pedagogía crítica por contribuir al desarrollo de la izquierda anti-intelectual al enfatizar la ideología sobre el cuestionamiento. Para Rochester, la pedagogía crítica no es nada más que un movimiento ilusorio en vez de participar en formas perniciosas de adoctrinamiento ideológico, el rol que Rochester le ha fijado a la pedagogía debe ser: reafirmar la educación como lo que promueve, en palabras el reporte de la Universidad de Yale en 1830 "disciplina y equipar la mente" Rochester sostiene que es imposible enseñar justicia social y al mismo tiempo promover "una fundación sólida de conocimiento y comprensión, la enseñanza del amor, y las herramientas para lograr tal aprendizaje." El último, no el anterior, debería ser el primer principio de la educación. Los debates sobre los valores y la verdad deberían ser guiados por una disposición a la objetividad, el espíritu de libre albedrío, y la integridad académica en vez de movimientos ilusorios. De acuerdo a esta lógica, ni siquiera los movimientos que han movido a la historia tales como el movimiento de literatura nacional pueden haber sido guiados por otras cosa que el interés propio y por lo tanto la revolución hecha siempre por una mala pedagogía. Lo que explora Rochester es exactamente lo que significa el término ideología. Como los críticos saben, la ideología logra su propósito cuando es capaz de borrar la evidencia de su presencia, y frecuentemente nosotros estamos conscientes de su presencia solamente retroactivamente, cuando ya ha cansado su presencia y es sustituida por otro planteamiento. Rochester vive en un mundo perfumado donde la pedagogía se enseña desde el monte Olimpo de la objetividad, una perspectiva que por sí misma vela un positivismo epistemológico en decadencia.
 
EL IMPERIO, LA DESTRUCCIÓN DE LA CIVILIZACIÓN Y LA POLÍTICA DE LA EDUCACIÓN LATINA

La política de imperialismo y el Imperio que ha acompañado el efecto virulento contra los conceptos que plantea el Marxismo de la pedagogía crítica también afectan el terreno agónico de la educación de los latinos en los Estados Unidos.
El principio definido que subyace en las iniciativas de política nacional (el inglés como única lengua, las iniciativas anti-inmigrantes y el abatimiento del rezago educativo en el acta 2001) implícita y explícitamente focalizan a la educación de los estudiantes latinos en lo que hemos denominado como "la política de borrador."
Unilateralmente diseñado para borrar la lengua materna de los estudiantes, el origen nacional, y formaciones culturales, estas iniciativas provienen de una era marcada por el nacionalismo exacerbado y su asistente "el factor de miedo" que ve a alguien fuera de la mono-cultura xenófoba estadounidense como una amenaza a la cohesión inequívoca y la integración de la ciudadanía estadounidense. Como un resultado directo de su magnitud y la presencia creciente en el dominio público, los latinos se han hecho objetos de inclusión (por esfuerzos asimilacionistas) y la exclusión (restringiendo su acceso y oportunidad a una educación de calidad) en la política educativa. Sobre la superficie, la política de borrador busca incorporar una población latina creciente en las esferas económicas, sociales y culturales de Estados Unidos. Pero el lado oscuro de tales iniciativas evocan los esfuerzos diseñados para salvaguardar a la homogeneidad cultural y lingüística que Gilberto González ha llamado " la Ideología y la Práctica de Imperio" (2001). Dentro de este marco, la educación se percibe como el aparato principal de asimilación, aculturación para una población de latinos creciente en las dimensiones económicas y sociales de una paz cada vez más imperial y militarista americana. Sacar a la luz y nombrar las narrativas en apariencia ocultas y el sostén ideológico de la política educativa son un contrapunto necesario a las iniciativas prevalecientes las cuales evocan, de vez en cuando, el apoyo popular de los latinos (y familias predominantemente inmigrantes) en la búsqueda de lograr los beneficios materiales asociadas con la nacionalidad americana. Es esencial, por lo tanto, que las iniciativas de la política sean entendidas en términos de su especificidad histórica y en términos de sus imperativos funcionales para los estados, administrando una economía centrada en los bienes de consumo y determinando la división social de la clase trabajadora (citado en San Juan, 2002). En la política educativa, la retórica de nacionalismo positivo, p. ej. la igualdad de oportunidades para todos, incluye tanto ideologías de raza como los intereses de clase de la elite política que actúan -de buen grado o inconscientemente- en el servicio de mantener la homogeneidad interna cultural y la elite de los Estados Unidos.
Como un ejemplo instructivo, considere los argumentos recientes postulados por el profesor de Harvard Samuel Huntington, quien en el New York Times (Arroyos, 2004) es nombrado como "uno de los eminentes científicos políticos en el mundo." El comentario de Huntington en ¿Quiénes Somos? predeciblemente está alineado a los imperativos ideológicos de la ciudadanía estadounidense. Preocupado con "el flujo persistente de inmigrantes hispanos," quien, "a diferencia de grupos inmigrantes del pasado. no han asimilado la cultura estadounidense establecida, formando en cambio sus propios enclaves políticos y lingüísticos," él escribe: "No hay ningún sueño americano. Hay sólo el sueño americano creado por una sociedad Anglo-protestante. Los México-americanos serán parte de ese sueño en esa sociedad sólo si ellos sueñan en inglés" (2004). En la lingüística nos referimos al vínculo ya mencionado como cognados, pero en el contexto de Huntington que habla directamente a los segmentos reaccionarios de la población que él representa, ellos representan dos mundos separados e inconmensurables divididos por la lengua, cultura y valores. En su débil defensa de la esfera Anglosajona como nido sacerdotal de la ciudadanía estadounidense, los latinos, y principalmente aquellos de ascendencia mexicana, son caracterizados como un grupo monolítico cultural que "carece de iniciativa, independencia y ambición" y tiene "poca educación; y aceptación de pobreza como una virtud necesaria para entrar al cielo" (citado en Huntington, 2004). Tales opiniones ni son nuevas, ni limitadas para representar a la población latina. El aumento de la industrialización, la aparición de guerras mundiales, el derrumbamiento del Comunismo y la Democracia reformista Social y la creación de EE.UU. como la superpotencia líder mundial ha propiciado un "nosotros" contra "ellos" en el discurso que legitima la dominación política, militar y económica. Directamente vinculado a la explotación económica es el proceso cultural de "los demás", un proceso que es naturalmente racializado, que coloca la blancura y los valores culturales asociados con ello en las alturas que ordena la sociedad "civil", sirviendo como un principio funcional del estado-nación imperial que busca "la distribución asimétrica de la riqueza social y el poder" (San Juan, 2002: 93). Según E. San Juan, el objeto del nacionalismo significa una comunidad "tal como nosotros" que está estrechamente vinculada a la formación de los estados de la nación de las clases y grupos sociales. Él escribe:
Lo que define patria, o casa para los conquistadores victoriosos son sus propios atributos de auto-validez de género, parentesco o relación familiar, color de la piel, y los rasgos naturales inexorables que los distinguen de los subordinados y subyugados.
San Juan elabora esta posición sacando las raíces principales de identidad americana nacional. Él afirma que el desarrollo de la "patria" americana ocurre a lo largo de dos dimensiones primarias: la inclusión sistemática y exclusión de ciertos segmentos de la población; y la dirección política de vida social se forma según la jerarquización de la moral y códigos de conducta (2002: 93). Estas formaciones de identidad son manifestaciones hechas a través de múltiples dimensiones. Los medios de comunicación, el electorado, la cultura popular y la educación trabajan simbióticamente para sustentar y proliferar interpretaciones hegemónicas de lo que significa ser "americano". Las relaciones tensas realmente surgen, sin embargo, cuando tales formaciones son amenazadas por movimientos demográficos en la población -de dimensiones sísmicas- que ya no asegura una configuración social y estática. Es durante estos momentos de flujo y cambio a través del paisaje geopolítico que somos testigos de una inversión en discursos dominantes. "Los colonizadores" claman ser "los colonizados" y por consiguiente, un juego de iniciativas políticas sistemático y sostenido se cobija en las leyes como una precaución necesaria o la defensa contra la inclusión de "otras" disposiciones culturales.
Una vez que los discursos reinantes de colonialismo e imperialismo se han políticamente colapsado, como políticos reaccionarios ya no hablan de conquistar la tierra, los recursos, y/o a la población adyacente a la frontera sudoeste estadounidense, pero vistos así mismos y a los representantes angloamericanos que representan como los que han sido conquistados por una población Latina creciente. Como resultado, se han hecho numerosos intentos para borrar cualquier remanente de la madre patria, y forzadamente culturizar a los latinos al estilo de vida americano. Impulsado tanto por el Estado como por las iniciativas Nacionales legislativas, la política de borrador está actualmente operando en nuestras escuelas públicas. Al hablar de los antecedentes históricos y materiales de los latinos en EE.UU., intentamos destacar la necesidad de una pedagogía humana de liberación la cual niegue al uno o al otro o a los dos (sea americano o no) y adopte un marco dialéctico de avanzada por los movimientos sociales contemporáneos y las iniciativas de educación popular en América Latina.
 
DIMENSIONES HISTÓRICAS Y MATERIALES LATINAS

Para entender las formas mediante las cuales la educación de la juventud latinoamericana está siendo afectada por lo que llamamos "la política de borrador", es necesario definir "latino" en su totalidad.
Consideramos importante destacar los argumentos postulados por Marta Giménez (1997), quien sugiere que las etiquetas étnicas como "Latino" o "hispano" trabajan no sólo para solidificar el estereotipo negativo asociado con ese grupo (tal como las opiniones de Huntington sobre la población Latina), pero también oculta y que acentúa tanto diferencias como semejanzas a través de los enclaves étnicos. Por diferencias, sugerimos que Latino constituye una población de amplia variación -a través de la clase y otras dimensiones sociales- y que de ninguna manera, por ningún motivo, comparten o se inscriben a una identidad cultural pura u orgánica. Por semejanzas, también sugerimos que los latinos, vistos como individuos situados a lo largo de un continuo histórico y material diferenciado por el estatus social, comparten rasgos, experiencias y valores con otros grupos de no latinos. El proceso de americanización, o lo que a menudo es llamado la aculturación de círculos académicos y/o la asimilación, no es un proceso uniforme para los latinos en general. Jiménez profundiza particularmente sobre este punto: "Dialécticamente, sin embargo, la cultura no es una cosa que uno aprende o desaprende: Es la experiencia vivida de la gente formada por su posición en la clase y sistemas de estratificación socioeconómicos" (1997: 231). Por lo tanto, es necesario ver a los latinos como un grupo social en todas sus interacciones y considerar la riqueza material de sus formaciones culturales (ver Kincheloe y Steinberg, 1997).
Los latinos o hispanos, es una categoría cultural que denota ambas cosas, el origen nacional (fuera de los EE.UU.) y el estado generacional (para aquellos nacidos en EE.UU.). El origen de la gente sudamericana, centroamericana, cubana, dominicana, puertorriqueña, y mexicana (cruzando a través de dos continentes y diecinueve países) se clasifican como "latinos" al igual que los nacidos en Estados Unidos con raíces latinoamericanas. Lo cual usualmente se omite, sin embargo, los censos colocan a la población latinoamericana sobre 35 millones (Suarez-Orozco, 2001) son algunas de las razones que generan su expatriación. Para un número limitado, su estatus en los Estados Unidos los calificará como exiliados, mientras los otros son remitidos al rango de ilegales o inmigrantes. Como Giménez (2003) apunta, el exilio como constructo político, denota "el retiro forzado del país natal de alguien" mientras que los inmigrantes se marchan de sus países de origen "voluntariamente en busca de oportunidades económicas y de mejora social." Estas dos definiciones aparentemente dispares trascienden de hecho una vía falsa de alternativas. Giménez afirma, desde nuestro parecer, tanto "los exiliados" como "los inmigrantes" tienen más en común que en diferencias, en el grado por el cual los factores sociales, materiales y políticos que demandan su expatriación pueden ser vinculados a los procesos de explotación y acumulación capitalista. Señala ella, "a la vez que el capital se propaga rápidamente en el mundo aprovechándose de las oportunidades de obtener ganancias de manera rápida y cambiante, la devastación económica que deja tras de sí, impulsa a los millones de trabajadores a desarraigarse e incorporarse a los flujos de migración local, regional e internacional" (2003: 1).
Desde la revolución industrial, América Latina ha sido un representante principal del capitalismo opresor, se ha situado a lo largo de la periferia dentro de un sistema internacional capitalista que forza la superexplotación de sus trabajadores. Como lo articula Enrique Dussel, "dentro del sistema capitalista internacional, ellos [los latinoamericanos] terminan estructuralmente por transferir el valor a la capital central y sus centros metropolitanos; a Inglaterra primero, a los Estados Unidos desde 1945, y por último a los gigantes del capitalismo transnacional como Japón, Alemania y el Mercado europeo" (1995: 129). Por consiguiente, la región ahora es caracterizada como una anfitriona de economías dependientes de las firmas transnacionales y de las estructuras internacionales de la Organización Mundial del Comercio, el Banco mundial y el Fondo Monetario Internacional. Hecho vulnerable a lo que Eduardo Galeano (2002) se ha referido como "la mitología del libre mercado y la sociedad de consumo," los falsos profetas de política neoliberal han introducido una era (a partir de 1980 hacia adelante), caracterizada por colapso económico sistemático de Argentina, Bolivia, Brasil, Perú y Venezuela. Y en México, el supuesto "muchacho del cartel" de reforma comercial y la liberalización económica, la desigualdad laboral ha alcanzado su nivel más alto desde 1984 (el Caldo, 2000). Aunque las fuerzas notables de la clase trabajadora y los movimientos indígenas han acompañado estas "crisis" económicas, social y económicamente, la región está en un estado relativo de inestabilidad y discordia. Con un tercio de la población que vive en la pobreza y el 20 por ciento de los más ricos recibiendo el 60 por ciento de la riqueza de la región, América Latina presume de su mayor desigualdad de ingreso en el mundo cerca de Sub-Sahara África (IDB, 2003). Considerando estas trayectorias económicas y sociales, no es sorprendente notar que el 40 por ciento de latinoamericanos que residen en EE.UU. es nacido en el extranjero (NCLR, 2004), una mayoría aplastante (el 54 por ciento) los cuales han venido de México. Cuando los contratistas de obreros implementan redes de empleo, lugares en donde se emplee a toda la familia, y diferentes niveles salariales a través de la frontera suroeste estadounidense crean contextos favorables para la inmigración mexicana (Suarez-Orozco, 2001).
Caracterizado como el programa "Neo-Bracero", la afluencia de trabajadores indocumentados en EE UU funciona para mantener la explotación de una mano de obra que se vende en precios infrahumanos a cambio de la posibilidad de mejora social o al menos un mejor nivel de vida. En la búsqueda de dignidad personal y material, son sus niños quienes en última instancia encarnan la esperanza. Llevando la carga del pasado y la esperanza por el futuro, los niños son ofrecidos -confiadamente- a la institución que promete las visiones triunfalistas de la sociedad humana: la educación.
 
LA EDUCACIÓN Y LA POLÍTICA DE BORRADOR

El mismo sistema que incorpora a los latinos y otros grupos de inmigrantes en la sociedad dominante es el mismo sistema que busca alienarlos de sus historias locales, su cultura, y el lugar donde se inscribe su conocimiento: el lenguaje (Maldonado-torrs, 2004). El lenguaje, el cual sirve para clasificar, categorizar, y etiquetar nuestra esencia humana es un proceso que confía en el proceso de internalización. Cómo usamos el término, la lengua representa un constructo fundamental de nuestra subjetividad y el baluarte de nuestras identidades. En palabras de Gloria Anzaldua, "la identidad étnica es la piel gemela de la identidad lingüística -soy mi lengua. Hasta que no me enorgullezca de mi lengua, no me sentiré orgulloso de mí mismo" (1987:81). Con la valorización del lenguaje como el componente esencial de la identidad y la nacionalidad, la experiencia del latino en las escuelas públicas está más afectada visiblemente por movimientos del inglés como única lengua. Comenzando en California, con la Propuesta 227, una iniciativa que legalmente desmantela la educación bilingüe, y seguida por propuestas similares en Arizona (226), e intentos fallidos en Colorado, y Massachusetts, la educación bilingüe es forzada con firmeza hacia las alcantarillas fétidas de una pedagogía de desecho. Mientras la política de lenguaje históricamente ha sido regulada por el estado, la reautorización del Gobierno Federal para la enseñanza de la Educación Elemental y secundaria, el acta 2001 de abatimiento del rezago educativo de la niñez, marcó un retroceso de política del lenguaje que acentúa únicamente la adquisición de habilidades de la lengua inglesa (Crawford, 2002). Al eliminar cualquier referencia con el término "bilingüe", al enviar exámenes que pidan básicamente la adquisición del inglés sobre el contenido de las otras materias (Abedi y Dietel, 2004), al asignar un estricto sistema de premios y castigos de acuerdo a los logros obtenidos en los exámenes, el Gobierno de Estados Unidos ha solidificado un modelo neocolonial de educación que legitima la subordinación de los grupos que no compaginan con el discurso de la clase dominante estadounidense. Gutierrez et al (2001) se ha referido a este fenómeno como una pedagogía retrograda arraigada en "una política retrograda, producto de las estructuras institucionales e ideológicas que legitiman y así mantienen el privilegio, acceso y el control del terreno sociopolítico." De manera similar Donaldo Macedo (2000) escribe que las iniciativas que plantean el inglés como lengua única son formas actualizadas de colonialismo, diseñado para los grupos subordinados a través de la pérdida de su ciudadanía humana. En conjugación con estas alternativas que apoyan la histeria anti-inmigrante ( la Propuesta 209 en California, la eliminación del Programa de Educación Inmigrante en el abatimiento al rezago educativo de la niñez de 2001), y medidas para erradicar programas de acción afirmativos, constantemente nos recuerdan que el hecho de convertirse en "americano", desde el punto de vista de política educativa, es un proceso deteriorado que niega el desarrollo pleno de la subjetividad humana.
 
LA PEDAGOGÍA CRÍTICA REVOLUCIONARIA COMO HUMANISMO MARXISTA

Como educadores críticos, rechazamos la noción de que los grupos de estudiantes marginados deben elegir en forma selectiva entre dos posiciones contrarias de americanismo o no americanismo. También rechazamos la noción de que las escuelas fundamentalmente debe atender las necesidades de capital en lugar de las necesidades humanas de los niños y sus familias (Delissovoy y McLaren, 2003). Y al mismo tiempo, estamos conscientes del juego complejo de las relaciones sociales que han obligado a millones de trabajadores y gente pobre de Latinoamérica a dejar sus países de procedencia en busca de una alternativa viable. La poderosa noción de identidades nacionales constituidas y las tensiones y contradicciones vividas confrontadas en cada aspecto de vida social en EE.UU. por los "inmigrantes" o "exiliados", nos obliga a articular una pedagogía crítica humana, que esté arraigada en las dimensiones culturales, espirituales y lingüísticas de la vida diaria. Pero una pedagogía humana conduce también a la crítica de las prácticas y relaciones sociales, materiales asociadas a las formaciones capitalistas contemporáneas. Hemos hecho un esfuerzo para señalar que la explotación de la capacidad humana para el trabajo (el poder de trabajo) no es limitada a espacios geográficos regionales o nacionales. Más bien los latinos en EE.UU. y en el extranjero están implicados en una red de relaciones transnacionales que es vinculada a la acumulación de capital y extracción del valor de la plusvalía. Moviéndose del centro a la periferia, es instructivo para nosotros para conectar críticamente los movimientos sociales y las iniciativas de educación populares en América Latina como sitios ilustrativos hacia una pedagogía crítica humana.
Raúl Burgos (2002) señala que las luchas populares en América Latina históricamente han enfrentado la fuerza cultural e ideológica del capitalismo. Él escribe que "el neoliberalismo ejerce su dominio fundamentalmente sobre el nivel cultural, atacando los valores constitutivos de identidad popular, la identidad nacional y las tradiciones de lucha contenida en la experiencia histórica." Claramente hay una dimensión cultural al neoliberalismo (aunque nosotros podamos diferir con Burgos en que su manifestación cultural es dominante sobre sus condiciones materiales). Las luchas e iniciativas de educación populares a través de América Latina han respondido al dominio cultural en diversas formas. Del Zapatismo en Chiapas, México, al los piqueteros en las calles de Buenos Aires, Argentina, múltiples grupos se han inmiscuido en un proceso de reclamo de identidad personal nacional a través la concientización del colectivo.
Los Zapatistas demandan tener "el desarrollo de una pedagogía autónoma educativa alternativa que sea definida y administrada por las comunidades indígenas y la cual sea independiente de las posiciones ideológicas de aquellos del grupo en el poder (Flores, 1999) mientras que los piqueteros usan los medios de comunicación alternos en su encomienda hacia las formas de comunicación y organización «horizontales» y no jerárquicas" en su lucha contra el capitalismo y el imperialismo (Scatamburlo-D'Annibale, Suoranata, Jaramillo y McLaren, en la prensa). Estos movimientos se diferencian de diferentes maneras y encaran un gran número de contradicciones dentro de y contra el poder del aparato del estado neoliberal. El punto que deseamos acentuar, sin embargo, es el radicalismo ético que proviene de la acción colectiva humana como el de los Zapatistas y los piqueteros. Es un radicalismo que rechaza formas de ser que son impuestas, en lugar de ser creadas por la gente.
Esto es un radicalismo arraigado en la realidad socio-histórica de comunidades que luchan contra del poder totalizador de capitalismo global que, argumentamos, es la esencia de una pedagogía crítica humana.
Una pedagogía crítica humana respeta la lengua de los estudiantes y la identidad cultural. Comienza, en las palabras de Antonia Darder (2002), "con la opinión de que todos los seres humanos participan activamente en la producción del significado y así refuerza una opinión dialéctica y contextual del conocimiento" (135). Los trabajadores culturales en esta tradición piden a estudiantes recordar el pasado, situar el presente socialmente, políticamente y económicamente, y esforzarse hacia la construcción de un futuro sobre una universalidad utópica que cree las condiciones para que los grupos se liberen a sí mismos en sus propias formas específicas contextualizadas de todas las formas de opresión, dominación, alienación y degradación. Una pedagogía construida sobre estas perspectivas y prácticas procura entender los motivos e intereses, deseos y miedos que subyacen en los severos cambios en la política educativa y desafía los métodos asignados de producción del conocimiento. En vez de borrar las formaciones culturales de los estudiantes, la pedagogía crítica humana expone las ruinas que dialécticamente ocasiona por sí misma la moda capitalista de las fuerzas opresivas del estado (y la ampliación del Imperio del capital) y rearticula lo que significa ser el sujeto en vez de el objeto de historia. Sin embargo, claramente necesitamos más que un marco normativo para una nueva cultura cosmopolita, también necesitamos un cambio principal en el modo de producción. Además de soluciones culturales necesitamos lograr control del poder político en nombre de los trabajadores. Aún -en sí- esto contribuye en poco para erradicar la ley del valor capitalista. Ir más allá de la ley del valor capitalista es un desafío que solo puede lograrse si se adopta la crítica del materialismo histórico.
Al criticar el modelo "de la esquizofrenia cultural" que informa la ambivalencia ideológica "de la literatura Chicana" (una ambivalencia a menudo comparada con el concepto de "heterotopia" de Foucault o espacios yuxtapuestos o superimpuestos de inconmensurabilidad, la coexistencia de discursos, grupos y clases sociales en conflicto, Marcial González (2004) avanza a una crítica materialista histórica (González hace esto en el contexto específico de la literatura Chicana) lo que creemos que es eficaz para la dedomesticación de la pedagogía crítica. El materialismo histórico es importante para González, como es para nosotros, precisamente porque intentan entender la relación dialéctica entre las particularidades de existencia y los grandes marcos sociales que le dan significado" (2004, 180). Esto también nos ayuda a comprender más totalmente y más profundamente "la relación entre procesos universales y sus manifestaciones locales" (180) en formas que el postmodernismo - con su autodirección y fetichización de la fragmentación social no puede.
Aun más, el materialismo histórico provee de significados para comprender las complejas categorías de identidad basada en la raza, la identidad étnica, la sexualidad y el género, no como formaciones autónomas, sino como procesos interconectados dentro de la gran dinámica de las relaciones sociales " (180) de tal modo que seamos capaces de reconocer "la particularidad y la autonomía relativa de raza sin desechar el carácter causal de relaciones de clase" (181). Desde esta perspectiva, la realidad es percibida no como una verdad absoluta, sino como "un proceso" (181). El objetivo de la crítica materialista histórica no es para "corregir ideas erróneas" (182) analíticamente, sino "para negarlas" y desmitificarlas (como correlatos ideológico de las contradicciones sociales reales) y al hacer esto, "transformarlas cualitativamente."
 
LA PEDAGOGÍA CRÍTICA REVOLUCIONARIA COMO DIALÉCTICA DE LA PRAXIS

En esta sección intentamos situar la pedagogía crítica revolucionaria desde la óptica Marxista-Hegeliana, centrada en la filosofía de la práctica. Desempeñar nuestra acción revolucionaria críticamente implica revisar de nuevo la relación dialéctica entre teoría y práctica. Lo importante son las ideas de cambio social que se dan a la luz de movimientos y luchas espontáneas, y aquellos desarrollados en la teoría y puestas a disposición de la gente. Raya Dunayevskaya (1973; 1978; 2000; 2002) ha replanteado las relaciones de Marx a la dialéctica Hegeliana de manera profunda, y en particular, el concepto de Hegel del movimiento mismo de la Idea con lo cual Marx argumentó la necesidad de superar la realidad objetiva sobre el pensamiento. Dunayevskaya señala cómo Marx fue capaz de situar al sujeto de la historia pensante, viviente y sintiente en el centro de la dialéctica Hegeliana.
Ella también puntualizó que lo que para Hegel es el conocimiento Absoluto (el reino de la trascendencia lograda), Marx lo refiere como la nueva sociedad. Mientras la propia referencia de Hegel sobre el absoluto totalizador es admirada por Marx, sin embargo en gran medida modificado por él. Para Marx, el conocimiento Absoluto (o el automovimiento de pensamiento puro), no absorbía la realidad objetiva o los objetos del pensamiento, pero proveía de una forma mediante la cual la realidad objetiva podría trascenderse. Al reincorporar al sujeto humano en la dialéctica, y al definir al sujeto como un ser corporal (en vez de pensamiento puro o autoconciencia abstracta), Marx asigna el automovimiento de la subjetividad de Hegel como un acto de trascendencia y lo transforma en un humanismo crítico. En su replanteamiento de la relación de Marx a la dialéctica Hegeliana, Dunayevskaya se separa de Derrida, Adorno, Marcuse, Habermas, Negri, Deleuze, Meszaros, y otros.
Ella le ha dado a la negación absoluta una nueva importancia, vinculándola no solamente con la negación de las realidad políticas y económica actuales, sino también al desarrollar nuevas relaciones humanas. La segunda negación constituye el extraer lo positivo dentro de lo negativo y la expresión del deseo del oprimido para la libertad. La segunda negación es intrínseca al sujeto humano como un ser actuante; es la que le da dirección y coherencia a la acción revolucionaria como praxis. En resumen, el trabajo alineado puede ser desafiado por el trabajo libremente asociado y concretar la sensibilidad humana. La respuesta está en visualizar un futuro no capitalista que puede ser alcanzado, como Hudis (2000) apunta, después Dunayevskaya, mediante el automovimiento subjetivo a través de la negación absoluta de modo que una nueva relación entre la teoría y la práctica puedan unirnos al logro de la libertad.
Desde luego que Marx rechaza la idealización de Hegel y la deshumanización de automovimiento por la doble negación porque esto deja intacta la alineación en el mundo de las relaciones del capital laboral. Marx ve esta negación absoluta como movimiento objetivo y la fuerza creativa de la historia. La negación absoluta en este caso se convierte en un rasgo constitutivo de una revolución social autocrítica que, en su momento, forma la base de revolución permanente. Peter Hudis (2000) añade un número de preguntas difíciles en lo que concierne al desarrollo de un proyecto que se mueve más allá del control del proceso de trabajo. Es un proyecto que está dirigido a abolir el capital mismo a través de la creación del trabajo libremente asociado: la creación de un universo social no paralelo al universo social de capital (cuya sustancia es el valor) es el desafío aquí.
La forma que tomará esta sociedad es la que ha sido suprimida dentro del universo social del capital: el socialismo, una sociedad basada no sobre el valor sino sobre el cumplimiento de las necesidades humanas. Para Dunayevskaya (2002), la negación absoluta implica más que la lucha económica y liberación de la humanidad de la sociedad de clases. Esto es necesariamente una lucha política y revolucionaria y no sólo una lucha económica. Esta idea particular es lo que, para mí, señala el poder fecundador del Humanismo marxista de Dunayevskaya -el reconocimiento de que Marx no habla de relaciones de clase únicamente, sino de relaciones humanas. Las corrientes domesticas de pedagogía crítica se preocupan demasiado por la fabricación de cambios dentro de la sociedad civil o de la esfera pública burguesa donde reducen a los estudiantes a pruebas y su comportamiento es codificado en relación con normas cívicas.
Marx nos lleva más allá de este tipo de materialismo que falla en comprender la naturaleza del sentido humano y considera al ser humano como una estadística o como un modo de comportamiento promedio. Necesitamos movernos hacia una nueva humanidad social. Esto nos lleva más allá de la sociedad civil. Necesitamos trabajar por el objetivo de convertirnos en productores asociados, trabajadores bajo condiciones que les significarán un avance a la naturaleza humana, donde la medida de riqueza no es el tiempo de trabajo, sino la solidaridad, creatividad, y el desarrollo pleno de las capacidades humanas. Esto solamente puede ocurrir fuera del universo social de capital.
Condenada a la extinción en los años 1950, la teoría Marxista es hoy necesaria más que en cualquier momento en la historia humana. La nueva sociedad de Marx basada en el ser más que en el tener, creando más que controlando, relacionándose mas que dominando, no surgirá de la negación infinita, ni actividades espontáneas de la multitud, pero, como Hudis (2003; 2003a) lo señala, requerirán una articulación de una visión positiva de lo nuevo, una visión que compita como una futura alternativa al capitalismo. Esto sugiere el tomar en serio la noción de praxis, y el reconocer que la teoría es más que la trayectoria de ideas de los teóricos hacia las masas. También significa que al reconocer que estos movimientos de la práctica por las masas son también formas de teoría. Hudis (2003a) sostiene que "el movimiento de la teoría a la practica debe ser tan explícitamente arraigado en la dialéctica de negación absoluta como los movimientos espontáneos son arraigados en ella implícitamente."
De verdad, esto refleja el concepto de práctica que sostiene nuestro compromiso a la pedagogía crítica revolucionaria (Scatamburlo-D'Annibale y McLaren, 2003). La pedagogía crítica revolucionaria, construida sobre el concepto de negación absoluta, es necesaria para combatir la crisis ideológica que ha ocurrido como consecuencia de la derrota del comunismo, socialismo, movimientos nacionales de liberación y las líneas radicales de democracia social. A través de la pedagogía crítica revolucionaria podemos mirar fijamente tras los maniquíes que han asumido la administración de Bush hijo y arrojan un escalofrío a lo largo de sus escamas, contienen la inundación de tautologías sobre el hieras gamos (el matrimonio sagrado) del capitalismo y la democracia, descubren los fósiles de herejía en los momentos de fundación de capitalismo, rompen a TINA (no Hay Ninguna Alternativa al Capitalismo- por sus siglas en inglés) en los cascos de sus promesas rotas, impedir la reproducción de la forma de valor de la capital, y finalmente ponerle fin al pistón central de reproducción capitalista. Esto nos ayudará a alejar de la administración de Bush conflictos revolucionarios izquierdistas motivados por las ideologías modernistas de liberación con terroristas Islámicos, equipados con el fundamentalista premoderno Islámico e ideologías milenarias (sin reconocer a su propia fundamentalista e ideología milenaria en el proceso mismo de esta refundición, p. ej., que la ideología del Talibán sea sólo la imagen especular inversa de la de George W. Bush o John Ashcroft). Dirigido por una combinación parecida a una conspiración de fundamentalistas cristianos avergonzados, aventureros mercantes, jefes de ladrones globales, neo-conservadores, saqueadores financieros, ultranacionalistas, distribuidores armados, magnates del aceite y militaristas, la búsqueda por el gobierno estadounidense por el papel de amo y señor de los beneficios de sistema global capitalista avanza rápido. Reconocidamente, no puede ser detenido por la pedagogía crítica revolucionaria, no importa qué tan poderoso sea su funcionamiento autoreflexivo, pero tampoco puede ser desafiado sin ello con eficacia. Hoy es urgente que nosotros desarrollemos una filosofía coherente de práctica, pero igualmente importante es nuestra determinación de vivir nuestra autorreflexividad dialéctica como navegamos los propios campos sembrados de existencia diaria y promulgamos nuestra política de rechazo y transformación.
Una renovación verdadera del pensamiento en la reforma educativa y social debe pasar por una regeneración de teoría Marxista si el significado grande y fértil de los derechos humanos e igualdad es reverberar en las esperanzas de poblaciones apenadas en todo el mundo. Una pedagogía filosóficamente conducida, revolucionaria crítica que aspira hacia una filosofía coherente de práctica puede ayudar a profesores y los estudiantes comprendan la especificidad dentro de la totalidad universal -por ejemplo, las leyes de movimiento de capital como ellos funcionan fuera de la vista de nuestras vidas diarias y así evitan nuestro entendimiento de sentido común. La pedagogía revolucionaria crítica puede ayudarnos en la historia comprensiva como un proceso en el cual los seres humanos hacen su propia sociedad, aunque en ocasiones y más a menudo, no por su elección propia, y por lo tanto poblada con las intenciones de otros.
Y además, la práctica de la doble negación puede ayudarnos a entender el movimiento de ambos, el pensamiento y la acción, a través de la praxis, o a lo que Dunayevskaya llamó la "filosofía de la historia". La filosofía de la historia procede de la confección de la realidad social cotidiana -del campo de lo realizable y de la vida empírica- y no de abstracciones rebuscadas o conceptos idealistas que divagan en el Olimpo (Este último considerado como un ejemplo del modo de pensamiento burgués). Los educadores revolucionarios críticos involucran a los estudiantes en una lectura dialéctica de la vida social en la cual "la labor de la negación" los ayuda a entender el desarrollo humano desde una perspectiva más amplia de la totalidad social. Al examinar la apropiación específica de Marx de la dialéctica hegeliana, los estudiantes son capaces de visualizar cómo lo positivo está contenido siempre en lo negativo. De esta manera, toda nueva sociedad puede verse como la negación de la que la precede, condicionada por las fuerzas de producción, lo cual nos da una oportunidad para un nuevo comienzo.
Yo pienso, sin duda alguna que las ideas se corresponde siempre con la estructura económica de la sociedad, pero al mismo tiempo necesitamos recordar que la historia de ninguna manera es incondicional, en otras palabras, el todo no puede quedar reducido a la suma total de las condiciones económicas, a algo acabado. Las acciones de los seres humanos son las que moldean la historia. La historia no posee forma y sustancia a través de categorías abstractas. Ambos Freire y Dunayevskaya puntualizan aquí que los educadores deber ser educados. La idea del advenimiento de una nueva sociedad futura como la negación de la actualmente existente (cuyos hábitos e ideas continúan poblándola) encuentra su expresión más fuerte en la lucha de clases. Aquí se hace notar que un movimiento dialéctico no es sólo una característica del pensamiento sino también de la vida y la historia misma.
Es precisamente el compromiso y la responsabilidad hacia los otros lo que le imprime a la pedagogía crítica revolucionaria -alimentada por las raíces marxistas- su exigencia ética, su afirmación previene a los educadores críticos de ser atrapados por el vórtice infinito de la negación que ha atrapado a muchos teóricos críticos. En términos dialécticos, los educadores revolucionarios críticos niegan la negación que se le inflinge a los oprimidos. Y lo hacen desde la perspectiva para fortalecer a los oprimidos. No solamente esta negación de la negación tiene un efecto importante en la praxis crítica, sino que es el motor mismo de la actividad revolucionaria.
Por lo tanto, en la medida en que los educadores críticos ignoren la centralidad estratégica de la lucha de clases (ver Scatamburlo-D'Annibale and McLaren, 2004), lo más difícil para la pedagogía crítica será convertirse en un poderoso impulsor en la lucha por un futuro social y lograr la sociedad diferente cualitativamente en la cual prevalezcan los principio de distribución común: de cada quien de acuerdo a su habilidad, a cada quien de acuerdo a su necesidad.
Cuando argumentamos que la pedagogía crítica revolucionaria necesita regresar a sus raíces marxistas, no utilizamos el término de "regresar" en el sentido de ir "hacia atrás" a algún primer momento en una secuencia lineal en el tiempo. Regresar no es ir "hacia atrás" sino moverse hacia delante, al despertar nosotros mismos ante nuestra relación con la historia viva. La cual es ambos, la fuente y destino del sujeto humano: La trascendencia misma de nuestra especie humana.
 
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