LA PEDAGOGÍA DE LA ESPERANZA LATINOAMERICANA
Homenaje a Paulo Freire y
su pensamiento
Jacinto Ordóñez
Peñalonzo*
Paulo
Freire (1921-1997) -el educador brasileño que más profundos cuestionamientos ha planteado a la
educación tradicional de este siglo- sorprendió
al mundo educativo y cultural con su muerte repentina acaecida en mayo pasado
(1997). Freire propuso alternativas -prospectivas y visionarias- que han
tenido
su impacto en todos los ángulos de la educación formal y no formal. El pensamiento de Freire no se puede interpretar sin comprender su vida, al Freire que nació en
Recife, ciudad que le dio la formación básica, y que murió en Sao Paulo, ciudad que
lo recibió como uno de sus hijos después
de volver del exilio (1980) y
de ser tenido como "ciudadano del mundo". Por eso decía él
que "no es posible ser ciudadano del mundo sin
ser primero ciudadano de Recife. De Recife
en cuanto es
el contexto de origen que
me marcó, me marca y me marcará. Por eso digo que no me entienden
si no entienden Recife y no me
aman si no aman Recife".1 Ya no
podemos decir, como se dijo en el pasado, que nos interesan
las ideas y no la vida de los autores de esas ideas. Si queremos ser rigurosos, el pensamiento de un
autor no puede ser comprendido sin conocer el contexto histórico-social
en el cual el autor vive, se
forma y escribe.
La actualidad de Paulo Freire radica
no sólo por la crítica que plantea a la educación tradicional, a la cual
califica como "bancaria" y "domesticadora"
sino
por las alternativas
que propone, sobre la base
de un razonamiento crítico, dialéctico y emancipatorio. Esas alternativas
han tenido un impacto mundial y que, por razones
de espacio, reduzco a sólo tres
categorías, obviamente, insuficientes para
incorporar un pensamiento tan vasto y profundo como el de Freire. Lo que aquí se dice es que Freire propone una pedagogía de la liberación,
una pedagogía de la participación y una pedagogía popular.
I
LA PEDAGOGIA DE LA LIBERACION
Freire propuso sus primeras tesis después de investigar, por varios años (1946-1961),
la educación primaria y secundaria de Brasil
y de identificar varios problemas fundamentales entre los cuales se destacan la práctica de una educación que manipulaba a los estudiantes y que generalmente los "domesticaba". Por eso,
había resistencia
de parte de los estudiantes
frente
a la educación recibida, los métodos tampoco funcionaban
ni se lograba la eficiencia esperada. La educación debía corregir, no era posible avanzar sin corregir. En sus palabras, "no es posible
inventar sin corregir, tampoco es posible servir sin corregir, ni es posible ser sin corregir".2 La educación era "práctica de libertad" y liberación del
oprimido. Estas son
tesis defendidas en sus dos primeros ensayos, mundialmente
conocidos, tesis que se aclaran con nitidez y profunda argumentación en la medida en que se
corroboran y se dialoga con los educadores
y los pensadores contemporáneos más connotados.
Una educación
democrática no debía concebirse en sentido vertical, como si el educador
estuviera por encima de los estudiantes,
sino en
horizontalidad, "con" los estudiantes.
La educación debía provocar colaboración, participación, poder de decisión y responsabilidad, virtudes necesariamente sociales
y políticas, además de individuales.
Por eso, una "sociedad
cerrada" y conservadora buscaría la "domesticación" y manipulación -educación "bancaria"-,
una
sociedad abierta buscaría una educación de los seres
humanos libres -el sueño
de todos los
pueblos- y una sociedad en transición como la de Brasil en la década
de los años sesentas -transición entre una sociedad cerrada y una sociedad
libre- buscaría una educación problematizadora. Así como Brasil,
también América Latina estaba en transición y, por eso, su propuesta tiene repercusiones en todo el continente.
Freire educa para
la comprensión de la situación de opresión
en la cual se vive y para salir
de ella (pedagogía de y desde -no para- el oprimido),
educa para detectar -en el proceso
de una sociedad "transitiva"- "situaciones límite" para superarlas, acción donde surge la "concientización", famosa
palabra tan tergiversada y mal comprendida, hasta
el punto
de ser "mitificada", según Freire
mismo. A su criterio,
el término concientización se había tansformado en fórmula mágica: como ayuda para
resolver problemas especialmente emocionales,
como ideas que -por el hecho de ser expresadas-
tenían poder de transformar las condiciones de opresión, como
aplicación -tipo aspirina- que una vez recibida producía transformación individual
sin que necesaria- mente cambiara el mundo y
la concientización como término bien comprendido, y por eso "satanizado",
porque se convierte en una amenaza a los intereses
defendidos. Las primeras
tres son equivocaciones en la comprensión
del término; la última
es la comprensión del opresor quien
comprendiéndolo lo mitifica intencionalmente
para deformarlo, hacerlo ineficaz y destruirlo.
La concientización
no es, entonces, la
sola toma de con-
ciencia teórica e individual, tampoco es
tan sólo la
toma de conciencia o el cambio de conciencia, sino "un esfuerzo dialéctico de
comprensión" que "no puede existir
fuera de la praxis humana",
fuera de la acción
y reflexión sobre el mundo
de opresión que habrá de transformarse. Esa transformación
no se puede dar sólo en la conciencia
teórica e individual sino que tiene
que ser práctica social. La concientización es reflexión que orienta la acción concreta para producir el cambio
de la situación deshumanizante. No cualquier cambio, ni el cambio por el cambio, sino aquel que se hace con los demás y
para beneficio de todos, acción solidaria y capaz de transformar
las condiciones de opresión existentes para vivir en mayor libertad.
Por eso, la
concientización es el proceso que se inicia en la opresión y busca libertad, va de una conciencia ingenua a una conciencia crítica, es acción de compromiso que implica amor al prójimo y esperanza
de una vida plena, que
supera las condiciones
que hacen imposible vivir en forma
humana, es acción
crítica, liberadora, amorosa, alegre, humilde y de esperanza. La concientización no es un pasatiempo
ni una especulación, tampoco es un instrumento
de represión para el control de los que no
piensan igual, tampoco es manipulación. Concientización es praxis, acción y reflexión para crear un mundo más libre y más humano. Por eso, Freire educa para
la participación política,
la decisión en todo aquello
que significa la propia realización y el cumplimiento de la propia
responsabilidad.
Cuando
Freire se dio cuenta
de la incomprensión del término concientización denunció su mitificación,3 sus casas
editoriales advierteron su sentido original sustituyendo el término
concientización por "concienciación"; sin embargo, en sus últimas obras
se incorpora nuevamente el término original.
Sus obras más importantes de esta primera etapa de su vida
(1946-1964) fueron Educación y actualidad brasileña, La educación como práctica de la libertad y Pedagogía del oprimido,.
Aunque los dos últimos ensayos fueron publicados en la década
de
los años setentas, y cuando Freire ya estaba en el exilio (en Chile),
son
la sistematización teórica de la práctica educativa realizada en Brasil. Hasta su muerte,
Pedagogía del Oprimido había sido traducida a 17 idiomas diferentes, había
tenido 17 ediciones en Portugués, 27 en inglés y 35 en español.
En el momento en que se prepara este artículo, se realizan homenajes a Paulo Freire por
su contribución hecha a la educación. Es
quizá el momento para recordar también lo que Freire subrayó
con insistencia, que la educación no se podía repetir y que por eso, "la manera de homenajearme y de comprenderme no es seguirme.
Hay que rehacerme". Su muerte debería ser una invitación no sólo para comprender mejor su pensamiento y práctica educativa sino la práctica educativa propia y el sentido que hasta ahora ha
tenido.
II
LA PEDAGOGÍA DE LA PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA
El exilio de Paulo Freire (1964-1980)
no sólo enriqueció su práctica sino que hizo
más profundo su análisis sobre ella.
De Brasil salió a Bolivia donde estuvo un
par de meses, después vivió en Chile (1964-1969),
más tarde fue profesor
visitante de la Universidad de Harvard (1969-1970)
y de Harvard salió para Ginebra (1970-1980).
La
experiencia que le dió la
América Latina, Los Estados Unidos, Europa,
Africa, Asia y Oceanía -prácticamente todo el mundo- permitió que Freire comprobara el acierto de su práctica y la precisión de
su teoría. Como asesor
especial del Consejo Mundial de Iglesias (Ginebra), fue comprobando que su ayuda
a iglesias y gobiernos no podía trasplantar lo hecho en Brasil o en Chile.
En ocasión del trabajo realizado en
Guinea-Bissau, Freire decía que sus visitas
habían sido planificadas para pensar "con
los educadores nacionales, su propia práctica",
había una postura radical: el "rechazo
de cualquier tipo de solución `empaquetada` o prefabricada, y de cualquier tipo de invasión
cultural, así la clara como la
mañosamente escondida". Para el equipo asesor que
Freire dirigía, había conciencia de que "las experiencias no se trasplantan, sino que se reinventan", había que dominar
la tentación de "sobreestimar... [la] experiencia en la que anteriormente habíamos tomado parte".4
Una educación liberadora debía evitar cualquier
expresión de "invasión cultural" y tenía que ser,
necesariamente, la práctica de la participación
democrática. Decía Freire: "Nos obligamos,
por coherencia, a generar, a estimular, a favorecer, en la propia
práctica educativa, el ejercicio
del derecho a la participación por parte de todos los que
están
directa o indirectamente
vinculados con el quehacer educativo".5 La participación es el "ejercicio de la voz, de tener voz, de
intervenir, de decidir en ciertos niveles de poder, en cuanto a derecho de ciudadanía".6
Sería
contradictorio abogar por una práctica educativa participante si se promueve,
simultáneamente, modelos rígidos y verticales de educación; sería contradictorio si no se admite la curiosidad, la crítica, la sugerencia, la presencia
activa en aras de seguir "paquetes instruccionales"; sería contradictorio si se promueve una educación participante y a la vez se niega la
participación social, política, productiva, cultural y religiosa.7 "La educación
como práctica
de libertad" significa práctica democrática que va
más allá de una democracia
formal cuya participación se limita al voto,
espacio que por lo general se corrompe, o a un sistema jurídico que
no se cumple.
Hay que advertir que la educación participativa freireana no debe ser confundida
con la "educación participativa" de los educadores liberales quienes, fascinados con
las dinámicas de grupos abogan por un activismo -expresión
freireana- y una "metodomanía" -expresión del filósofo Teodoro Olarte-, dinámicas que no son
parte de un proceso formativo ni de la construcción
de un conocimiento pertinente para el momento
que se vive. Freire sostiene que el acto
de
estudiar no se debe considerar
como un entretenimiento, como "una especie de juego con reglas
flojas o sin reglas".
Una educación
democrática tiene su disciplina, dice Freire, porque "el acto de
estudiar, de aprender, de conocer es difícil, sobre todo exigente".
Por eso, "un profesor que no toma en serio su práctica docente, que por eso mismo
no estudia y enseña mal lo que mal sabe, que no
lucha
por disponer de las condiciones
materiales indispensables..., no coadyuva
la formación de la imprescindible disciplina intelectual de los estudiantes. Por consiguiente, se anula como
profesor".8 Pero
esa disciplina académica, que no debe ser confundida
con el "academicismo" retrógrado que muchos
todavía defienden, no debe anular a los estudiantes,
no
debe ser instrumento
de
represión o de manipulación. La orientación, el estímulo y la autoridad
del profesor radica en su capacidad de crear
condiciones para que esa disciplina sea "construida y asumida
por los alumnos".9
La práctica
docente debe ser coherente con el discurso
democrático. Una educación seria debe tomar
en cuenta el conoci- miento con el cual llegan los estudiantes de la educación formal o los participantes
de un proceso de educación no formal; pero en ambos
casos, esa educación
tampoco es seria si no
pasa del conocimiento tenido al "conocimiento resultante de procedimientos
más rigurosos de aproximación a los objetos cognoscibles". La educación es un proceso de construcción de conocimiento,
pero esta construcción no se debe confundir con el "constructivismo" también
liberal donde el individuo construye y olvida
la construcción social, que cuando
incorpora la construcción social ignora
la política y que cuando incorpora
la política la usa para domesticar y manipular, olvidándose de la libertad. Freire insiste:
"Lo que no es lícito
hacer es esconder verdades, negar informaciones, imponer principios, castrar la libertad
del educando o castigarlo, no importa cómo,
si
no acepta mi discurso,
por las razones que sea; si rechaza mi utopía".10
Se recuerda que, cuando Freire visitó
la Universidad de Costa Rica (1971),
protestó porque en Los Estados Unidos se le consideraba
como un educador liberal. Freire insistió
que no era un educador liberal, que lo que pretendía ser era un educador revolucionario, lo que no significa que
fuera un educador violento o manipulador,
como el norteamericano comprende el término revolucionario.
Noam Chomski (1987) recuerda que el problema de la democracia liberal
es que se trata de "un sistema de gobierno
en el cual la élite de la comunidad empresarial controla al Estado
en virtud de su dominio de la sociedad privada, mientras
la población observa en silencio". La
democracia liberal es un sistema en el cual "las decisiones son tomadas por
una élite y ratificadas por el pueblo"
a través
del voto.
Cualquier otra forma
de iniciativa de participación democrática es considerada subversiva.
La democracia liberal promueve una participación limitada y el resto de la
vida es democracia políticamente silente.
La participación política fuera de este
esquema es vista como
una amenaza, dice Chomski, y no se entiende
como avance hacia la
democracia sino como crisis
de ella "que debe ser
superada".11 Por
eso se comprenden las repetidas insistencias de Freire
para
que no se le confundiera con los educadores liberales y que abogara
tanto porque el ser humano, dentro del sistema educativo y fuera de él, rompiera con la "cultura del silencio"
y dijera su palabra.
Freire aboga permanentemente por la participación en el aula
y en la vida social
y política, la participación como modo de
vida, su método es dialógico -no antidialógico cuya característica
es la
manipulación y el control-, su práctica educativa es una Pedagogía de la pregunta, título de una de sus obras. De la época
universal de su pensamiento se recuerdan sus ensayos Cartas a Guinea-Bissau, apuntes de una
experiencia pedagógica en proceso y Alfabetización, lectura de la palabra y lectura
de la realidad.
III
LA PEDAGOGÍA DE LA EDUCACIÓN POPULAR
La última
etapa de la vida de Paulo Freire
(1980-1997) se inició cuando volvió
a Brasil -según dijo-
para "re-aprender mi país". Su retorno
fue salpicado por importantes acontecimientos que lo hicieron re-pensar el trabajo realizado: la
muerte de su esposa Elsa, su
nuevo matrimonio con Ana María Araújo y
el llamado para ser Secretario de Educación
de la ciudad de Sao Paulo (1989-1991), una de las ciudades más grandes de la América Latina.
Sus últimos
diecisiete años fueron de crítica
a su propio pensamiento, crítica que deja constancia
de su honestidad,
consecuencia y transparencia: la corrección de errores cometidos, la profundización de conceptos mal comprendidos, la re conceptualización de ideas vagamente
expresadas y la insistencia en conceptos pasados por alto. A la vez, fueron años de pensar
nuevas dimensiones de una educación alternativa y visionaria
abordando temas contemporáneos tales
como la mujer, la posmodernidad y la ecología.
Después de haberse desempeñado como Secretario de Educación, según dijo, fue "devuelto al mundo", a su pueblo. Su vida como educador se había iniciado en la educación formal y desde ahí se había proyectado hacia la educación popular sin perder de vista la educación formal; la última etapa de
su vida fue un retorno a la educación formal
sin perder de vista la educación popular.
Se recuerda que antes de
realizar sus primeros experimentos entre
los campesinos de Pernambuco, Freire había estudiado la educación brasileña. Los resultados de esos primeros estudios se
recogen en sus
primeros cinco libros, anteriores a su ensayo La
educación
como práctica de la libertad, mundialmente conocido.
Treinta y dos años más tarde,
su Pedagogía de la ciudad
(1992) vuelve a los "déficits de la
educación brasileña" y a la necesidad de "cambiar el rostro de la escuela".12 De hecho,
tanto la "educación bancaria"
como
"la educación problematizadora" de sus primeros
años tenían en mente la educación formal.
Tanto la educación
formal como la no-formal
mantenían una cultura del silencio y se limitaban a sólo "adquirir destrezas" y recibir información
sin ocuparse de la formación para la participación cultural y política. Por eso, era relevante que en Sao
Tomé y Príncipe
(Africa), la educación
popular adquiriera "relación dinámica entre la lectura de la palabra y la `lectura` de la realidad".13 La alfabetización no era un acto aislado,
proceso sólo linguístico
para
leer textos sino que implica aprender a leer y escribir contextos que explicaban esos textos. Por eso se explicaba que hubieran analfabetas "letrados" en el
sentido político, pero también era cierto
que hubieran "letrados" -inclusive
con doctorados universitarios- que eran "iletrados"
políticamente.14
La educación formal tampoco podía separarse de la dinámica de la realidad del pueblo
en el cual tenía lugar. La realidad
local y el saber popular, el conocimiento
de lo propio, era el punto de partida para
estudiar otras realidades, para conocer lo
universal. Decía Freire, "el respecto
al saber popular implica necesariamente el
respeto al contexto cultural".
Las escuelas, los colegios y las universidades
deben comenzar por ubicarse, contextualizarse y comprender su propio
mundo, las condiciones económicas, sociales, políticas
y culturales donde se realiza la práctica educativa. Por eso, una
de
las primeras preocupaciones de las escuelas,
especialmente públicas, es responder a las necesidades de su propio
pueblo y producir una educación popular. Toda educación,
sea formal o no formal, toda institución pública o privada,
todo espacio donde hay conciencia
de que la planificación
curricular y todo lo que sucede
en las instituciones educativas debe responder a las necesidades de
su propio pueblo, se inscribe en esa
educación popular. El proyecto educativo
concreto debe estar al servicio del proyecto histórico- social de su pueblo,
debe estar marcada por las necesidades
locales. Por esta razón, no
se podía pensar en recetas hechas en otras latitudes, en esquemas absolutos, fueran traídas de Recife, Ginebra, Londres, París o Washington, porque la educación era un acto de re-creación del conocimiento ya descubierto
y de creación de conocimiento nuevo. Lo que se dice es que el punto de referencia de la educación es
la necesidad del pueblo en el cual
se trabaja, pues hacer lo
contrario es alimentar una educación colonial.15
Sin embargo,
esto no significa que la educación se quede a nivel local, pues
ella debe estar
abierta a los adelantos cien- tíficos y tecnológicos actuales.
La práctica educativa es parte de un sólo
sistema de relaciones que va más allá
de la particu- laridad. Tanto la alfabetización como la educación que se practica
en cualquier escuela plantean la relación entre proceso educativo y sistema educativo en general, sistema de producción, proyecto global de sociedad y decisiones políticas del país. Por eso,
la discusión pedagógica no se limita sólo a métodos
y técnicas, pues ella es, sobre todo,
discusión ideológica y política. Entre sus
libros de esta última etapa
se pueden mencionar Pedagogía de la Esperanza, Política
y Educación, Cartas a Cristina y Pedagogía
de la Contradicción.
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Acercarse al pensamiento de Paulo Freire es
una tarea enorme, pues su pensamiento
se encuentra no sólo en
sus libros
más conocidos, sino también en cientos de pronunciamientos, comunicaciones, conversatorios, entrevistas, conferencias, preámbulos de libros, etc.
Según una de las publicaciones
más completas hecha sobre este autor, hasta abril del
año pasado, Freire
había hecho 411 publicaciones entre libros propios, escritos con otros autores, artículos y entrevistas.16
Por otra
parte, se han creado cátedras
e Institutos Paulo Freire a lo largo y ancho de la América Latina, dentro y fuera de las instituciones formales de educación. Además,
se
han identificado más de 60 centros
de investigación, documentación y experimentación sobre su método y su pensamiento, centros que trabajan en América Latina,
Europa, Asia, Africa y Estados Unidos. Freire ha sido uno de los más claros inspiradores de la Pedagogía Crítica de los Estados
Unidos que actualmente representan pedagogos como Henry Giroux, Donaldo Macedo, Ira Shor, Peter McLaren,
Carlos Torres y Michael Apple.
Moacir
Gadotti, uno de los colaboradores
más cercanos de Freire, en sus últimos
17 años, ha dicho
que el pensamiento
de Freire se ha comparado
con pedagogos contemporáneos tales como Pichon-Revière, Theodoro Brameld,
Jamuz Korczak,
Edouard Claparède, Pierre Bovet,
Lev Vygotsky, Anton Semiónovitch Makarenko y Célestin Freinet.17 Además
de sus permanentes diálogos con los educadores
norteamericanos mencionados, también mantuvo dinámico intercambio con pensadores
como Bogdan Suchodolski, Ivan Illich, Myles Horton, Everet Reimer,
Anísio Teixeira, Pierre Furter, Frei Betto, Hugo Assmann,
Francisco Gutiérrez, Martin Carnoy y Leonardo
Boff, entre otros.
Prolífero en
sus publicaciones, dialógico en su método,
persona amorosa y humilde, la mayor contribución de la América
Latina a la educación
mundial de este siglo, generador de pensamiento crítico, esperanza para la educación que los pueblos
del mundo sueñan
-educación para la libertad, educación de la participación democrática, educación popular
porque es del pueblo-, educación que supere
su crisis. Por eso, su muerte ha provocado
homenajes de maestros y pedagogos en todo el mundo, de aquellos que lo conocieron como "el intelectual de las masas populares",
que lo tuvieron como el maestro de los seres
humanos libres o que se mantuvo a la par de aquellos que por vocación
son, como se dice en Costa Rica, el "ejército" de maestros, aquellos que
recogen su legado y que se unen
a
las palabras que el poeta
dedicó
al maestro: "Paulo Freire, está aquí, en
nuestra lucha, caminando paso a paso la
faena. Gracias amigo, gracias compañero... Este pueblo aguerrido en la batalla... te saluda".18 Costa
Rica, agosto de
1997
NOTAS
1. Paulo Freire,
Ponencia en la Jornada Internacional de Educación Ambiental, s.l., 1993 (?).
2. Cf. Ibid.
3. Paulo
Freire La desmitificación de la concientización.
Bogotá: Editorial América Latina, 1975. p.7-29.
4. Cf. Paulo
Freire. Cartas a Guinea Bissau. Apuntes de una experiencia pedagógica en proceso.
México: Siglo XXI Editores, S.A., 1979. pp. 15-17.
5. Paulo Freire.
Política y educación. México: Siglo
XXI Editores, S.A., de C.V., 1993. p.
73.
6. Ibid. p. 74.
7. Cf. Ibid. p. 82.
8. Paulo Freire.
Pedagogía de la Esperanza, un reencuentro
con la Pedagogía del Oprimido. México: Siglo XXI Editores,
S.A. de C.V., 1993. p. 79.
9. Ibid.
10. Ibid. p. 80.
11. Cita hecha
por Paulo Freire
de Noam Chomsky
en su libro On
Power and Ideology. (1987). En Paulo
Freire y Donaldo Macedo. Alfabetización, lectura de
la palabra y
lectura de la realidad. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1987. pp. 9 y 10.
12. Paulo Freire.
Pedagogy of the City. New York:
The Continuum Publishing Company, 1993. pp. 15-35.
13.
Expresión que se toma como
el nombre
de uno
de sus
libros: Alfabetización, lectura de la
palabra y lectura de la realidad.
14. Cf. Paulo
Freire. Cartas a Guinea-Bissau. Op.Cit. pp. 17 y 195-206.
15. Cf. Ibid. pp. 22-25.
16. Cf. Moacir
Gadotti. Paulo Freire, uma Biobibligrafía. Sao Paulo: Instituto Paulo Freire, 1996.
pp. 667-692.
17. Cf. Moacir
Gadotti. Convita à leitura de Paulo Freire. Sao Paulo: Editora Scipione Ltda., 1989. pp.105-125.
18. Poema de
Marden Nóchez.
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