LA PEDAGOGÍA DE LA ESPERANZA LATINOAMERICANA
Homenaje a Paulo  Freire  y
su pensamiento
Jacinto Ordóñez
Peñalonzo*
Paulo  
Freire   (1921-1997) -el  educador brasileño que  más profundos cuestionamientos ha planteado a la
educación tradicional de  este  siglo-  sorprendió
al  mundo  educativo y cultural con  su muerte  repentina acaecida en  mayo  pasado
 (1997). Freire  propuso alternativas  -prospectivas  y  visionarias-  que  han
 tenido 
 su impacto en todos  los ángulos de la educación formal  y no formal. El pensamiento de Freire  no se puede  interpretar sin comprender su vida,   al  Freire   que  nació   en
 Recife, ciudad   que  le  dio  la formación básica, y que murió  en Sao Paulo,  ciudad  que
lo recibió como uno de sus hijos  después
de volver  del exilio  (1980)  y
de ser tenido  como  "ciudadano del  mundo".  Por  eso  decía  él
que  "no  es posible ser  ciudadano del  mundo  sin
 ser  primero ciudadano de Recife.  De  Recife
 en  cuanto  es
 el  contexto de  origen  que
 me marcó,  me marca  y me marcará. Por eso digo que no me entienden
si no  entienden Recife  y no  me
 aman  si  no  aman  Recife".1     Ya  no
podemos decir,  como  se dijo  en el pasado, que  nos  interesan
las ideas  y no la vida  de los autores de esas  ideas.   Si queremos ser rigurosos, el pensamiento de un
autor  no puede  ser comprendido sin conocer el contexto histórico-social
en el cual  el autor  vive,  se
forma  y escribe.
La actualidad de Paulo  Freire  radica
 no sólo  por la crítica que  plantea a la educación tradicional, a la cual
 califica como "bancaria"  y  "domesticadora"
 sino 
 por   las   alternativas
 que propone, sobre  la base 
de un razonamiento crítico, dialéctico y emancipatorio.  Esas  alternativas
han tenido  un impacto mundial y que,  por  razones
de  espacio, reduzco a  sólo  tres
 categorías, obviamente, insuficientes para
incorporar un pensamiento tan vasto y profundo como  el de Freire.  Lo que aquí  se dice  es que Freire propone una  pedagogía de  la  liberación,
una  pedagogía de  la participación y una pedagogía popular.
I
          LA PEDAGOGIA DE LA LIBERACION
Freire  propuso sus primeras tesis  después de investigar, por varios  años  (1946-1961),
la  educación primaria y secundaria de Brasil
 y de identificar varios  problemas fundamentales entre  los cuales  se destacan la práctica de una  educación que  manipulaba a los  estudiantes y que  generalmente los  "domesticaba".  Por  eso,
había   resistencia 
de  parte   de  los  estudiantes
 frente 
 a  la educación recibida, los métodos tampoco funcionaban
ni se lograba la  eficiencia esperada.   La  educación debía  corregir, no  era posible avanzar sin  corregir.  En  sus  palabras, "no  es  posible
inventar sin corregir, tampoco es posible servir  sin corregir, ni es  posible ser  sin  corregir".2     La  educación era  "práctica de libertad" y liberación del
 oprimido.  Estas  son
 tesis  defendidas en sus dos primeros ensayos, mundialmente
conocidos, tesis  que se aclaran con  nitidez y profunda argumentación en la medida  en que se 
corroboran y se  dialoga con  los  educadores
y los  pensadores contemporáneos más connotados.
Una  educación
democrática no  debía   concebirse en  sentido vertical, como   si  el  educador
estuviera  por  encima   de  los estudiantes,
sino  en 
horizontalidad, "con"  los  estudiantes.
 La educación debía  provocar colaboración, participación, poder   de decisión y  responsabilidad, virtudes necesariamente sociales
y políticas,  además   de  individuales.  
 Por  eso,   una  "sociedad
cerrada" y conservadora buscaría la "domesticación" y manipulación -educación  "bancaria"-,
 una  
sociedad  abierta  buscaría  una educación de  los  seres
 humanos libres   -el  sueño
 de  todos  los
pueblos- y una  sociedad en  transición como  la  de  Brasil  en  la década
 de los años sesentas -transición entre  una sociedad cerrada y  una  sociedad
libre-   buscaría una  educación problematizadora. Así  como  Brasil,
también América Latina  estaba  en transición y, por eso, su propuesta tiene  repercusiones en todo el continente.
Freire  educa  para
 la comprensión de la situación de opresión
en la cual  se vive  y para  salir
 de ella  (pedagogía de y desde  -no para-  el  oprimido),
educa  para  detectar -en  el  proceso
de  una sociedad  "transitiva"-  "situaciones  límite"  para   superarlas, acción   donde   surge   la  "concientización",  famosa 
 palabra tan tergiversada  y   mal   comprendida,  hasta   
el   punto   
de   ser "mitificada", según  Freire  
mismo.     A  su  criterio,
el  término concientización se había  tansformado en fórmula mágica: como ayuda para
 resolver problemas especialmente emocionales,
como  ideas  que -por  el hecho  de ser  expresadas-
tenían  poder  de transformar las condiciones de opresión, como
 aplicación -tipo  aspirina- que  una vez recibida producía transformación individual
sin que necesaria- mente  cambiara el  mundo  y
la  concientización como  término bien comprendido, y por  eso  "satanizado",
porque  se convierte en una amenaza a  los  intereses
defendidos.   Las  primeras
tres   son equivocaciones en  la  comprensión
del  término; la  última  
es  la comprensión del opresor quien
 comprendiéndolo lo mitifica intencionalmente
para deformarlo, hacerlo ineficaz y destruirlo.
La  concientización
no  es,  entonces, la 
sola  toma  de  con-
ciencia teórica e  individual, tampoco es
 tan  sólo  la
 toma  de conciencia o el cambio  de conciencia, sino "un esfuerzo dialéctico de
comprensión" que "no puede  existir
fuera  de la praxis  humana",
fuera  de  la  acción
 y reflexión sobre  el  mundo
 de  opresión que habrá  de transformarse.  Esa  transformación
no se puede  dar  sólo en  la  conciencia
teórica e  individual sino  que  tiene
 que  ser práctica social.  La concientización es reflexión que  orienta la acción    concreta  para   producir  el   cambio   
de   la   situación deshumanizante.  No cualquier cambio, ni el cambio  por el cambio, sino  aquel  que  se hace  con  los  demás  y
para  beneficio de todos, acción   solidaria  y  capaz   de  transformar 
las  condiciones  de opresión existentes para  vivir  en  mayor  libertad.
 Por  eso,  la
concientización es el proceso que se inicia  en la opresión y busca libertad, va de una  conciencia ingenua a una  conciencia crítica, es acción  de compromiso que implica amor al prójimo y esperanza
de una  vida  plena,  que
 supera  las  condiciones
que  hacen  imposible vivir  en  forma
 humana, es  acción  
crítica, liberadora, amorosa, alegre, humilde y  de  esperanza.   La  concientización no  es  un pasatiempo
ni  una  especulación, tampoco es  un  instrumento
de represión para  el control de los que no
piensan igual,  tampoco es manipulación.  Concientización es praxis, acción  y reflexión para crear  un mundo  más libre  y más humano.  Por eso, Freire  educa  para
la  participación  política, 
la  decisión  en  todo   aquello
que significa la  propia  realización y el  cumplimiento de  la  propia
responsabilidad.
 
 
Cuando
 Freire  se dio  cuenta
 de la incomprensión del  término concientización denunció su  mitificación,3  sus  casas
 editoriales advierteron  su   sentido  original  sustituyendo  el   término
concientización por "concienciación"; sin embargo, en sus últimas obras
 se  incorpora nuevamente el término original.
 Sus obras  más importantes de esta  primera etapa  de su vida 
(1946-1964) fueron Educación y actualidad brasileña, La educación como  práctica de la libertad y  Pedagogía del  oprimido,. 
 Aunque   los  dos  últimos ensayos fueron  publicados en  la  década
 de 
los  años  setentas, y cuando   Freire   ya estaba   en  el  exilio   (en   Chile),
 son  
la sistematización teórica de  la  práctica educativa realizada en Brasil.   Hasta   su  muerte,
Pedagogía del  Oprimido había   sido traducida a 17 idiomas diferentes, había
 tenido  17 ediciones en Portugués, 27 en inglés  y 35 en español.
En el momento en que  se prepara este  artículo, se realizan homenajes a Paulo  Freire  por
su contribución hecha  a la educación. Es
quizá  el momento para  recordar también lo que  Freire  subrayó
con  insistencia, que  la educación no se podía  repetir y que  por eso,  "la manera  de homenajearme y de comprenderme no es seguirme.
Hay que rehacerme".  Su muerte  debería ser una invitación no sólo para  comprender mejor  su pensamiento y práctica educativa sino  la práctica educativa propia  y el sentido que hasta  ahora  ha
tenido.
II
         LA PEDAGOGÍA DE LA PARTICIPACIÓN DEMOCRÁTICA
El exilio  de Paulo  Freire  (1964-1980)
no sólo  enriqueció su práctica sino  que  hizo
 más  profundo su análisis sobre  ella.   
De Brasil  salió  a Bolivia donde  estuvo  un
par de meses,  después vivió en  Chile  (1964-1969),
más  tarde  fue  profesor
visitante de  la Universidad de Harvard (1969-1970)
y de Harvard salió  para Ginebra (1970-1980).
 La 
experiencia que  le  dió  la
 América Latina, Los Estados Unidos, Europa,
Africa, Asia y Oceanía -prácticamente todo el mundo-  permitió que Freire  comprobara el acierto de su práctica y la  precisión de 
su  teoría.  Como  asesor
 especial del  Consejo Mundial de  Iglesias (Ginebra), fue  comprobando que  su  ayuda
 a iglesias y gobiernos no podía  trasplantar lo hecho  en Brasil  o en Chile. 
 En ocasión del trabajo realizado en
Guinea-Bissau, Freire decía  que  sus  visitas
habían  sido  planificadas para  pensar  "con
los educadores nacionales, su propia  práctica",
había  una postura radical: el "rechazo
de cualquier tipo de solución `empaquetada` o prefabricada, y de  cualquier tipo  de  invasión
cultural, así  la clara  como  la
mañosamente escondida".  Para  el equipo  asesor  que
Freire  dirigía, había  conciencia de que  "las  experiencias no se trasplantan,  sino   que  se  reinventan",  había   que  dominar
la tentación de "sobreestimar... [la] experiencia en la que anteriormente  habíamos tomado  parte".4
Una educación liberadora debía  evitar  cualquier
expresión de "invasión cultural" y tenía  que  ser,
 necesariamente, la práctica de la participación
democrática. Decía  Freire: "Nos obligamos,
por coherencia, a  generar, a  estimular, a  favorecer, en  la  propia
práctica  educativa,  el  ejercicio
 del  derecho  a  la  participación            por  parte   de  todos   los  que
 están 
 directa o  indirectamente
vinculados con  el  quehacer educativo".5    La  participación es  el "ejercicio de la voz,  de tener  voz,  de
intervenir, de decidir en ciertos niveles de poder,  en cuanto  a derecho de ciudadanía".6
Sería 
 contradictorio  abogar   por   una   práctica  educativa participante si  se  promueve,
simultáneamente, modelos rígidos y verticales de educación; sería  contradictorio si no se admite  la curiosidad, la crítica, la sugerencia, la presencia
activa  en aras de seguir  "paquetes instruccionales"; sería  contradictorio si se promueve una  educación participante y  a  la  vez  se  niega   la
participación social, política, productiva, cultural y religiosa.7 "La  educación 
como   práctica 
de  libertad"  significa práctica democrática  que  va
 más  allá   de  una  democracia 
formal   cuya participación se  limita  al  voto,
 espacio que  por  lo  general se corrompe, o a un sistema jurídico que
no se cumple.
Hay que advertir que la educación participativa freireana no debe   ser  confundida
con  la  "educación participativa" de  los educadores liberales quienes, fascinados con
 las  dinámicas de grupos   abogan   por  un  activismo  -expresión 
freireana-  y  una "metodomanía" -expresión del  filósofo Teodoro Olarte-, dinámicas que no son
parte  de un proceso formativo ni de la construcción
de un conocimiento pertinente para  el momento
que  se vive.    Freire sostiene que  el  acto
 de 
estudiar no  se  debe  considerar
como  un entretenimiento, como  "una  especie de juego  con  reglas
 flojas  o sin reglas".
Una  educación
democrática tiene  su disciplina, dice  Freire, porque  "el  acto  de
estudiar, de aprender, de conocer es difícil, sobre  todo  exigente".
 Por eso,  "un profesor que no toma  en serio su práctica docente, que por eso mismo
 no estudia y enseña  mal lo que  mal  sabe,   que  no
 lucha  
por  disponer de  las  condiciones
materiales indispensables..., no  coadyuva
la  formación de  la imprescindible disciplina intelectual de  los  estudiantes.   Por consiguiente, se  anula   como
 profesor".8      Pero
 esa  disciplina académica, que  no  debe   ser  confundida
con  el  "academicismo" retrógrado que  muchos  
todavía defienden, no  debe  anular   a  los estudiantes,
 no 
 debe   ser   instrumento
 de 
 represión  o   de manipulación.   La  orientación, el  estímulo y  la  autoridad
del profesor radica  en su capacidad de crear
 condiciones para  que esa disciplina sea "construida y asumida
por los alumnos".9
La  práctica
docente debe   ser  coherente con  el  discurso
democrático.  Una educación seria  debe  tomar
 en cuenta  el conoci- miento  con el cual llegan  los estudiantes de la educación formal  o los  participantes
de un proceso de educación no formal; pero  en ambos  
casos,   esa  educación
tampoco es  seria   si  no
 pasa  del conocimiento tenido  al "conocimiento resultante de procedimientos
más  rigurosos de  aproximación a los  objetos cognoscibles".  La educación es un proceso de construcción de conocimiento,
pero esta construcción no se debe confundir con el "constructivismo" también
liberal donde  el  individuo construye y  olvida  
la  construcción social, que  cuando  
incorpora la  construcción social   ignora  
la política y que cuando  incorpora
la política la usa para domesticar y manipular, olvidándose de la libertad.  Freire  insiste:
"Lo que no  es  lícito  
hacer  es  esconder verdades, negar  informaciones, imponer principios, castrar la libertad
del educando o castigarlo, no  importa cómo,
 si 
no  acepta  mi  discurso,
por  las  razones que sea; si rechaza mi utopía".10
Se recuerda que, cuando  Freire  visitó
 la Universidad de Costa Rica   (1971),
 protestó  porque   en  Los   Estados  Unidos   se  le consideraba
como  un educador liberal.  Freire  insistió
que no era un  educador liberal, que  lo  que  pretendía ser  era  un  educador revolucionario, lo que no significa que
fuera  un educador violento o manipulador,
como el norteamericano comprende el término revolucionario.
Noam Chomski (1987)  recuerda que el problema de la democracia liberal
es que se trata  de "un sistema de gobierno
en el cual  la élite  de la comunidad empresarial controla al Estado
 en virtud  de su dominio de la sociedad privada, mientras
la población observa en silencio".  La
democracia liberal es un sistema en el cual "las decisiones son tomadas por
una élite  y ratificadas por el pueblo"
a  través 
 del  voto.   
 Cualquier otra   forma 
 de  iniciativa de participación  democrática  es   considerada  subversiva.    
La democracia liberal promueve una participación limitada y el resto de la
vida  es democracia políticamente silente.
 La participación política fuera  de  este
 esquema es  vista  como
 una  amenaza, dice Chomski, y no  se  entiende
como  avance  hacia  la
 democracia sino como  crisis  
de  ella  "que  debe  ser
 superada".11        Por
 eso  se comprenden las repetidas insistencias de Freire
 para 
que no se le confundiera con  los  educadores liberales y  que  abogara
tanto porque  el ser humano, dentro  del sistema educativo y fuera  de él, rompiera con la "cultura del silencio"
y dijera  su palabra.
Freire  aboga  permanentemente por la participación en el aula
y en  la  vida  social
 y política, la  participación como  modo  de
vida,  su método  es dialógico -no antidialógico cuya característica
es  la 
manipulación y el  control-, su  práctica educativa es  una Pedagogía de la pregunta, título  de una de sus obras.   De la época
universal de  su  pensamiento se  recuerdan sus  ensayos Cartas a Guinea-Bissau, apuntes de una
experiencia pedagógica en proceso y Alfabetización, lectura de la palabra y lectura
de la realidad.
III
        LA PEDAGOGÍA DE LA EDUCACIÓN POPULAR
La  última
 etapa  de  la  vida  de  Paulo  Freire
 (1980-1997) se inició  cuando  volvió
 a Brasil  -según  dijo-
 para  "re-aprender mi país".    Su retorno
fue  salpicado por  importantes acontecimientos que  lo hicieron re-pensar el trabajo realizado: la
muerte  de su esposa  Elsa,  su
nuevo  matrimonio con Ana María  Araújo  y
el llamado para  ser Secretario de Educación
de la ciudad  de Sao Paulo  (1989-1991),  una de las ciudades más grandes de la América Latina.
Sus  últimos
diecisiete años  fueron  de  crítica
a su  propio pensamiento,  crítica  que   deja   constancia
 de  su  honestidad,
consecuencia y transparencia: la corrección de errores cometidos, la  profundización de  conceptos mal  comprendidos, la  re conceptualización de  ideas  vagamente
expresadas y  la  insistencia en conceptos pasados por  alto.    A  la  vez,  fueron   años  de  pensar
nuevas        dimensiones            de una educación alternativa y visionaria
abordando           temas contemporáneos tales
como la mujer, la posmodernidad y la ecología.
Después de haberse desempeñado como  Secretario de Educación, según  dijo,  fue  "devuelto al mundo", a su pueblo.  Su vida  como educador se había  iniciado en la educación formal  y desde  ahí se había  proyectado hacia  la educación popular sin perder  de vista  la educación formal; la última  etapa  de
su vida  fue un retorno a la educación formal
 sin perder  de vista  la educación popular.
Se recuerda que  antes  de
realizar sus  primeros experimentos entre
 los  campesinos de  Pernambuco, Freire   había  estudiado la educación brasileña.  Los resultados de esos  primeros estudios se
recogen en sus
 primeros cinco  libros, anteriores a su ensayo  La
educación
como  práctica de  la  libertad, mundialmente conocido.
Treinta y dos  años  más  tarde,
 su  Pedagogía de  la  ciudad
(1992) vuelve  a los "déficits de la
educación brasileña" y a la necesidad de "cambiar el rostro  de la escuela".12   De hecho,
 tanto  la "educación   bancaria"
 como 
 "la   educación  problematizadora"  de  sus primeros
años tenían  en mente  la educación formal.
Tanto  la  educación
formal  como  la  no-formal
mantenían una cultura del silencio y se limitaban a sólo  "adquirir destrezas" y recibir información
sin  ocuparse de la formación para  la participación cultural y política.  Por eso,  era relevante que en Sao
Tomé   y  Príncipe
 (Africa),  la   educación
 popular  adquiriera "relación dinámica entre  la lectura de la palabra y la `lectura` de  la  realidad".13     La  alfabetización no  era  un  acto  aislado,
proceso  sólo   linguístico
 para 
 leer   textos   sino   que  implica aprender a leer  y escribir contextos que  explicaban esos  textos. Por  eso  se  explicaba que  hubieran analfabetas "letrados" en el
sentido político, pero  también era cierto
 que hubieran "letrados" -inclusive
con  doctorados universitarios- que  eran  "iletrados"
políticamente.14
La educación formal  tampoco podía  separarse de la dinámica de la realidad del pueblo
 en el cual  tenía  lugar.   La realidad
local y el saber  popular, el conocimiento
de lo propio, era el punto  de partida para
estudiar otras  realidades, para conocer lo
universal. Decía  Freire, "el respecto
al saber  popular implica necesariamente el
respeto al contexto cultural".
Las escuelas, los colegios y las universidades
deben  comenzar por  ubicarse, contextualizarse y comprender su propio
 mundo,  las condiciones económicas, sociales, políticas
y culturales donde  se realiza la  práctica educativa.    Por  eso,  una
 de 
las  primeras preocupaciones  de   las   escuelas,
 especialmente  públicas,  es responder a las  necesidades de  su  propio
 pueblo  y producir una educación popular.  Toda  educación,
sea  formal  o no formal, toda institución pública o privada,
todo  espacio donde  hay  conciencia
de  que  la  planificación
curricular y todo  lo  que  sucede
 en  las instituciones educativas debe  responder a las  necesidades de 
su propio  pueblo, se inscribe en esa
educación popular.  El proyecto educativo
concreto debe  estar  al servicio del proyecto histórico- social   de  su  pueblo,
debe  estar   marcada por  las  necesidades
locales.  Por esta  razón,  no
se podía  pensar  en recetas hechas  en otras  latitudes, en esquemas absolutos, fueran  traídas de Recife, Ginebra, Londres, París  o Washington, porque  la educación era  un acto  de re-creación del conocimiento ya descubierto
y de creación de conocimiento nuevo.   Lo que se dice es que el punto  de referencia  de  la  educación es 
la  necesidad del  pueblo  en  el  cual
 se trabaja, pues  hacer  lo
contrario es alimentar una educación colonial.15
Sin  embargo,
esto  no significa que  la educación se quede  a nivel  local,  pues
 ella  debe  estar
 abierta a los  adelantos cien- tíficos y tecnológicos actuales.
 La práctica educativa es parte de un sólo
 sistema de relaciones que  va más  allá
 de la particu- laridad. Tanto  la alfabetización como la educación que se practica
en cualquier escuela plantean la relación entre  proceso educativo y sistema educativo en  general, sistema de  producción, proyecto global  de sociedad y decisiones políticas del país.   Por eso,
 la discusión pedagógica no se limita  sólo  a métodos
y técnicas, pues ella  es,  sobre  todo,
 discusión ideológica y política.  Entre  sus
libros  de esta  última  etapa
 se pueden  mencionar Pedagogía de la Esperanza, Política
y Educación, Cartas  a Cristina y Pedagogía
de la Contradicción.
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Acercarse al pensamiento de Paulo  Freire  es
una tarea  enorme, pues  su  pensamiento
se  encuentra no  sólo  en
 sus  libros  
más conocidos,  sino    también  en   cientos  de   pronunciamientos, comunicaciones,   conversatorios,   entrevistas,   conferencias, preámbulos de  libros, etc.  
 Según  una  de  las  publicaciones
más completas hecha  sobre  este  autor,   hasta  abril  del
 año  pasado, Freire 
 había   hecho   411   publicaciones  entre   libros   propios, escritos con otros  autores, artículos y entrevistas.16
Por  otra
 parte,  se  han  creado  cátedras
e Institutos Paulo Freire  a lo largo  y ancho  de la América Latina, dentro  y fuera  de las   instituciones  formales  de   educación.    Además,
 se  
han identificado más  de 60 centros
de investigación, documentación y experimentación sobre  su  método   y  su  pensamiento, centros que trabajan en América Latina,
Europa, Asia,  Africa  y Estados Unidos. Freire  ha sido  uno de los más claros  inspiradores de la Pedagogía Crítica de los Estados
Unidos que actualmente representan pedagogos como Henry Giroux,             Donaldo Macedo, Ira Shor, Peter McLaren,
Carlos  Torres  y Michael Apple.
Moacir  
Gadotti, uno  de  los  colaboradores
más  cercanos de Freire, en  sus  últimos
17  años,  ha  dicho
 que  el  pensamiento
de Freire  se  ha  comparado
con  pedagogos contemporáneos tales  como Pichon-Revière,   Theodoro   Brameld,  
Jamuz    Korczak,  
Edouard Claparède,  Pierre    Bovet,   
Lev   Vygotsky,  Anton   Semiónovitch Makarenko y Célestin Freinet.17   Además
 de sus permanentes diálogos con  los  educadores
norteamericanos mencionados, también mantuvo dinámico intercambio con pensadores
como  Bogdan  Suchodolski, Ivan Illich, Myles   Horton, Everet   Reimer,
Anísio   Teixeira, Pierre Furter, Frei  Betto,   Hugo  Assmann,
Francisco Gutiérrez, Martin Carnoy  y Leonardo
Boff,  entre  otros.
Prolífero en 
sus  publicaciones, dialógico en  su  método,
persona amorosa y humilde, la  mayor  contribución de  la  América
Latina   a  la  educación 
mundial de  este   siglo,   generador  de pensamiento crítico, esperanza para  la educación que  los  pueblos
del  mundo  sueñan  
-educación para  la  libertad, educación de  la participación democrática, educación popular
porque  es del pueblo-, educación que supere
 su crisis.         Por eso, su muerte  ha provocado
homenajes de maestros y pedagogos en todo  el mundo,  de aquellos que  lo conocieron como  "el  intelectual de las  masas  populares",
que lo tuvieron como  el maestro de los seres
 humanos libres  o que se mantuvo a la par de aquellos que por vocación
son, como se dice en Costa  Rica,  el "ejército" de maestros, aquellos que
recogen su legado   y  que  se  unen
 a 
las  palabras que  el  poeta
 dedicó  
al maestro:  "Paulo  Freire, está  aquí,  en
nuestra lucha,  caminando paso  a paso  la
faena.    Gracias amigo,  gracias compañero... Este pueblo  aguerrido en la batalla... te saluda".18 Costa
 Rica,  agosto  de
1997
NOTAS
1.    Paulo  Freire,
Ponencia en la Jornada Internacional de Educación Ambiental, s.l.,  1993 (?).
2.  Cf. Ibid.
3.         Paulo
 Freire  La desmitificación de la concientización.
Bogotá: Editorial América Latina, 1975. p.7-29.
4.    Cf.    Paulo
 Freire.  Cartas  a Guinea  Bissau. Apuntes de  una experiencia pedagógica en  proceso.  
México: Siglo  XXI  Editores, S.A.,  1979.   pp. 15-17.
5.         Paulo      Freire.
             Política y  educación.                         México:       Siglo
      XXI Editores, S.A.,  de C.V.,  1993.  p.
73.
6.  Ibid.  p. 74.
7.  Cf. Ibid.  p. 82.
8.    Paulo  Freire.
 Pedagogía de la Esperanza, un reencuentro
con la Pedagogía del  Oprimido.  México: Siglo  XXI  Editores,
S.A.  de C.V., 1993.   p. 79.
9.  Ibid.
10.  Ibid.  p. 80.
11.   Cita  hecha
 por  Paulo  Freire
 de  Noam  Chomsky
en  su  libro  On
Power  and  Ideology.  (1987).  En  Paulo
 Freire  y Donaldo Macedo. Alfabetización, lectura de
 la  palabra y 
lectura de  la  realidad. Barcelona: Ediciones Paidós  Ibérica, S.A.,  1987.   pp. 9 y 10.
12.   Paulo  Freire.
 Pedagogy of the City.   New York:
 The Continuum Publishing Company, 1993.   pp. 15-35.
13.
     Expresión      que    se    toma    como
  el     nombre
   de    uno
  de    sus
   libros: Alfabetización, lectura de la
palabra y lectura de la realidad.  
14.   Cf.  Paulo
 Freire.  Cartas  a Guinea-Bissau.  Op.Cit. pp.  17 y 195-206.
15.   Cf. Ibid.  pp. 22-25.
16.   Cf.  Moacir
 Gadotti.  Paulo  Freire, uma  Biobibligrafía.  Sao Paulo:  Instituto Paulo  Freire, 1996. 
 pp. 667-692.
17.   Cf.  Moacir
 Gadotti.  Convita à leitura de Paulo  Freire.  Sao Paulo:  Editora Scipione Ltda.,  1989.  pp.105-125.
18.   Poema  de
Marden  Nóchez.
 
 
 
 
