POLÍTICAS EDUCATIVAS NEOLIBERALES Y
POSTURAS TEÓRICAS SOCIOPEDAGÓGICAS RURALES.
Aportaciones
al debate actual en América Latina*
Liberio Victorino Ramírez** y Lilia
Lechuga Ortíz***
Introducción.
El
impacto del neoliberalismo en
la educación se manifiesta a través de políticas modernizadoras
tendientes hacia la privatización, la descentralización, la reducción del presupuesto público para el rubro educativo, así como
la modificación curricular al servicio del mercado, bajo el encuadre regulador de sistemas de evaluación
de la función de los centros escolares y del desempeño docente tanto en el medio rural como en el urbano en todo el continente.
A lo largo de esta ponencia se pretende comprender y
explicar, las implicaciones de las teorías
que sustentan las principales líneas orientadoras
de la política educativa actual
para
la educación en nuestro país. Específicamente a la teoría del capital humano
desde una visión
amplia y a la teoría del modelo de
competencias desde una perspectiva cercana al desarrollo
curricular impuesto en los planes y programas de
estudio.
Como contraparte a las teorías mencionadas
anteriormente,
se
hace referencia a varias teorías sociopedagógicas alternativas, surgidas en las últimas décadas del siglo XX, que mantienen vigencia para
* Ponencia
a presentarse en el VII Congreso Latinoamericano
de Sociología Rural, del 20 al 24
de noviembre de 2006 en
Quito, Ecuador. Para el
GT -16 Educación para el
desarrollo en América Latina.
** Profesor-Investigador de la Universidad
Autónoma Chapingo. Investigador
Nacional II por el Sistema
Nacional de
Investigadores del
Consejo Nacional de Ciencia y
Tecnología, México. C.E. liberio_v@hotmail.com y victorinoz05@yahoo.com.mx
*** Estudiante de Doctorado en el Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México
afrontar las condiciones dadas para la
educación en estos momentos. Entre éstas se destacan a la pedagogía
crítica y la corriente de la educación como bien social; posturas que posibilitan una visión humanística de una urgente transformación social, que orienta a los hombres y mujeres hacia la construcción de una sociedad más justa, democrática, racional, alejada
de la injusticia y la explotación.
Teorías que sustentan la política educativa
neoliberal.
Ante el acelerado embate de
transformaciones, relativamente homogéneas; que han experimentado las
tendencias políticas y
administrativas de rasgos neoliberales
para
la
educación en el mundo,
se hace necesario revisar el soporte teórico
que les da forma y los
sustenta.
Al respecto Margarita Noriega, hace
referencia a las teorías dominantes
en los sistemas educativos,
donde indica: “En la actualidad, la mayoría de
los proyectos de reforma
impuestos o propuestos para
los sistemas educativos
tienen su anclaje teórico
en
conceptualizaciones que
circulan de
manera
predominante y
constituyen el fundamento racional sobre el que se edifican. Predomina la teoría del capital humano y las
ideas
derivadas de la concepción
de que
existe un mercado de la educación”
(Noriega, 1996; 33)
Sin embargo
desde una perspectiva más cercana, se hace necesario
analizar también una corriente pedagógica
relativamente nueva, articulada a la teoría
del
capital humano y que generalmente
se ha
aparejado a los cambios
curriculares y
metodológicos de los planes y programas educativos, en
esta reciente oleada modernizadora
de
la educación en
su versión neoliberal, que impacta
a
todos los niveles y modalidades
escolares: la teoría de las competencias.
Teoría del
capital humano
El origen específico del capital humano en el ámbito educativo, data de hace apenas poco más de cuatro décadas, cuando economistas
de la Universidad de Chicago Theodore Schultz y Gary Becker1 en la década de los sesenta, principiaron
un discurso que sentó las bases de la economía de la educación2, donde la teoría del capital humano
destaca
de manera importante.
Inicialmente Schultz,
observó, que el aumento en el trabajo y en el capital,
medidos por horas de trabajo y valor de
capital, sólo explicaban
en parte el crecimiento
de un país. Él atribuyó el
crecimiento residual a la tecnología en un principio, pero posteriormente incluyó la inversión
en recursos
humanos generada por
la educación. Así estableció que el gasto en educación, no
era tal, sino una inversión que
aumentaba
la capacidad productiva del
trabajo.
1 Ambos economistas norteamericanos se hicieron acreedores al Premio Nobel de Economía.
Schultz en 1979 y Becker en 1992.Otros economistas
que también contribuyeron a fortalecer esta teoría son Edward Denison,
Psacharopulus y R Lucas, entre
los más importantes.
2 La economía de la educación concibe al desarrollo
económico de un pueblo, como un proceso generalizado
de acumulación
de capital físico y humano, donde la educación tiene un lugar muy importante, precisamente en
la conformación del
capital humano.
Sin embargo, los antecedentes primigenios
del capital humano, se encuentran
(aunque no con
esa denominación) en la teoría ortodoxa del mercado de trabajo del liberalismo
inglés, del siglo XIX, donde
se estipula el equilibrio natural entre las fuerzas de oferta y demanda del trabajo. Diversos autores clásicos y contemporáneos, abordaron de alguna manera la importancia
de los conocimientos y habilidades, como
factores de crecimiento y rendimiento.
La noción
de capital humano, como se indicó,
fue propuesta por el economista norteamericano T. Schultz.
Las ideas básicas se centran
en concebir a la educación como
una inversión, dado que la
educación no sólo proporciona beneficios y
satisfacciones a los sujetos, sino que incrementa su capacidad y
calidad productiva. Para la
teoría del capital humano,
el hombre, a través del desarrollo de
actividades educativas,
aumenta aquellas
capacidades humanas que mejoran su perspectiva de renta real. Las personas adquieren capacidades tanto de producción, como de consumo, como
producto de una inversión.
Así el proceso educativo favorece la productividad
económica.
La tesis central del capital humano,
apuntó
a que la inversión en educación desarrolla en la
población escolarizada destrezas
cognitivas,
que a su vez generan
mayor productividad en los
centros de empleo. Otra idea
básica, se refiere a las decisiones
personales
de gastar e invertir recursos en educación,
con el objetivo de aumentar el
flujo de futuros ingresos. Para ello
las
personas pueden
escoger entre inversiones
alternativas, en este sentido la educación
genera tasas de retorno mayores a las invertidas en educarse.
Así, para la teoría del capital humano, los sujetos tienen la capacidad y la oportunidad,
de invertir en sí
mismos e ir formando su propio
“capital humano”, si así lo desean, finalmente
esa libertad de elección
es
parte de las ventajas del capitalismo
liberal.
La
teoría del Capital Humano pone especial énfasis en la elección
individual de invertir o no invertir en si mismo para explicar la distribución del ingreso y el desempleo,
afirmando que ambos son el resultado de las diferencias individuales en los niveles de educación. De acuerdo a esto, el desempleo de trabajadores no calificados es un problema
de oferta más que de demanda. Al
respecto, en los círculos
neoliberales, ahora se dice; “no hay desempleo, hay gente no empleable” (Victorino,
2003; 100)
En ese sentido, en la
idea
de la posibilidad de elegir y poseer capital, es decir convertirse
en capitalista, la
teoría del capital humano, empezó a conformar
su verdadera fuerza ideológica:
“es el atractivo directo para los sentimientos
ideológicos pro-capitalistas
su insistencia en que
el trabajador es un detentador de capital
corporizado en sus habilidades y conocimientos, y que tiene capacidad de invertir (en sí mismo). Así, en un atrevido golpe conceptual, el asalariado, que no es propietario y que no controla ni el proceso ni el producto de su trabajo, es transformado en un capitalista.” (Karabel J. y A. H. Halsey, 1976;
24)
No debemos
olvidar que la época en que surge esta teoría, se da en el contexto histórico de los 70 y
80 en
un ambiente de luchas guerrilleras y
otros focos de resistencia social sobre todo en Argentina, Bolivia y
México (aunque se aclara que en 1973 en
Chile se da el golpe de Estado y se instaura una dictadura
militar y por su parte en
Argentina en esa misma década se
lo mismo) como contraparte a
la implementación de
la guerra fría, donde en el plano
político
ideológico eran
fundamentales para,
en este caso, el fortalecimiento del capitalismo
ante su corriente ideológica opuesta: el socialismo. Sin embargo, a pesar “del fin” de la guerra fría, el aspecto ideológico del capital humano se perpetuó a tal grado que actualmente conserva su vigencia aún en los países pobres con clases sociales
excluidas de nuestra
América Latina, incluyendo México.
Otro elemento del capital humano que impactó
en décadas pasadas, y que aún
tiene actualidad en el énfasis
en el discurso neoliberal,
es la posibilidad
del
desarrollo
de los pueblos en
función (fórmula casi
mágica)
del incremento de los procesos
educativos.
La teoría del capital humano actúa como articulador en la ideología desarrollista en
la educación. Esta idea se
engancha a la de libertad de
elección del sujeto en sí
mismo, de modo que, según el
capital
humano, el proceso educativo proporciona una
mayor calificación de la
fuerza de trabajo, la cual se refleja en la productividad de
los
individuos y a su vez
en el incremento
de las
tasas de crecimiento de la producción, que finalmente impactan a la economía,
haciéndola eficiente,
y contribuyendo
al efectivo desarrollo de las
naciones.
Schultz, ya había
indicado que, los países subdesarrollados estaban en esa
condición, por su carencia de los
conocimientos y habilidades; que a través de la educación, contribuían a asimilar y usar con eficiencia las
técnicas superiores de producción industrial. Esa es una idea
conveniente para el capital por lo que se retomó
con ahínco.
“El atractivo de la
teoría del capital humano para las instituciones capitalistas, tales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, se encontraba esencialmente
en el reconfortante carácter ideológico de su mensaje.
La teoría
afirmaba que las naciones del
Tercer Mundo
eran pobres, no a causa de
la estructura de las relaciones económicas
internacionales, sino debido a características internas, especialmente a su carencia
de capital humano. […] Así se desviaba la atención de las variables estructurales a las individuales.” (Karabel
J. y
A. H. Halsey. Op..27)
Entonces se desencadena, una
política de institucionalización3 de
la teoría, que impacta en muchas partes del mundo,
Latinoamérica y nuestro país
no son la excepción. Recordemos que la
década de los
sesentas y setentas, representó el periodo
de máximo crecimiento de instituciones y matrícula
de la educación en México,
donde esta idea del crecimiento y desarrollo implícitos y necesariamente articulados a la educación se dio como base
de la política social y educativa
de la nación.
Bajo esa
concepción “el desarrollo
se concibió como una entelequia ahistórica,
sin conflictos de clase ni
de países… llave maestra
para montar una política gradualista.” (Finkel, 1984; 276). A partir de entonces la teoría del capital humano, llegó a infiltrarse en las principales discusiones
sobre política
educativa, particularmente la educación técnica, capacitación y
superior en los ámbitos rurales
y urbanos.
3 “Agencias
gubernamentales, fundaciones privadas,
y organizaciones internacionales como el Banco Mundial
(BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), y la Organización para
la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCED)
participan en forma
activa en la promoción del capital humano. […] la teoría
fue ampliamente difundida a través del patrocinio de publicaciones, conferencias
internacionales y consultas con
destacados responsables de
la planificación educativa”. Idem. P. 24
Sin embargo los
esfuerzos y expectativas respecto
del
ideal redentor
de la educación, fracasan
sobre todo en países en vías de desarrollo, donde las fuentes estructurales de
la riqueza, contribuyen al desempleo, la crisis
y a perpetuar la
desigualdad, como una condición
natural del equilibrio del sistema.
Así el elemento discursivo de
la teoría del capital humano, que fundamenta
la educación,
como un factor esencial para
el
crecimiento
y
desarrollo
de
la
economía, se inserta
de manera proporcional y correspondiente en países altamente desarrollados. Pero en países
como el nuestro,
esto es parte de la falacia o espejismo ideológico que se adhiere a un discurso; lejos de llevarse a cabo en la realidad, sirve para
disfrazar las verdaderas fuentes estructurales de la pobreza y el subdesarrollo de los pueblos4, circunstancias
que bajo los parámetros del neoliberalismo económico, se han agudizado a niveles
preocupantes incluso
para las propias agencias
del
capital mundial.
La actualidad de los preceptos ideológicos del capital humano, conservan una vigencia renovada. En el centro de la economía de la educación
se localiza el concepto del capital
humano,
el cual es adoptado
en esencia por el modelo neoliberal
por
constituirse como una extensión de
sus
supuestos
acerca
del comportamiento humano, según el cual el
sujeto económico toma
sus
decisiones acordes a cálculos
económicos racionales. Así esta teoría, resume la lógica
del pensamiento neoliberal; ambas construcciones teóricas sustentan una visión similar de los propósitos del proceso educativo, ya que éstos fomentan una
orientación de la política educativa
acorde a las necesidades
del
sistema económico (primero
nacional, actualmente global), conforme a los intereses de la empresa y la industria.
El neoliberalismo educativo, por tanto, se afianza a la teoría del capital humano; donde se prioriza a la
educación como un bien de inversión,
que
se ajusta a los procesos de
interacción de
la economía, bajo los esquemas de libre mercado (y libre elección). La educación que adquieren los individuos se asume entonces ideológicamente,
como una norma que posibilita la
mejoría del
precio
relativo de la fuerza de trabajo
de los sujetos en el mercado.
Representación de la fórmula costo beneficio donde los trabajadores
maximizan
su ingreso de renta real, debido a
la inversión realizada
en educarse.
Sin embargo, una diferencia muy importante de las ideas prístinas del capital humano, con respecto a la adopción y
transformación de las mismas, a partir de su inserción en el neoliberalismo educativo, se refiere a el impulso a
la inversión pública, propuesto para fomentar la
educación. Tendencia que
se ha modificado en el discurso
reciente, debido a que
se recomienda
dejar a la educación al
juego del libre
mercado, desincentivando
la participación pública en ésta.
4“En la teoría del premio nobel Teodoro Schultz, que pretende la universalidad de su teoría
de capital humano, cuando
obviamente está vinculada a una realidad concreta determinada, es decir a
determinados parámetros
políticos, económicos y sociales.
Donde no se dan esos parámetros, como es
en América latina, la
teoría se vuelve ideología
e instrumento de dominación. En América latina la educación no va a resolver el
problema, porque de nada sirve que
haya una población con buena educación cuando no existe el capital para invertir, o cuando existe capital para invertir, pero no hay mercado para demandar.” (Dieterich Steffan, 1996;
107)
Lo anterior es sin duda,
un pilar de la transformación de la educación desarrollista por
el modelo de educación
neoliberal, que si
bien
en esencia se sustentan en la teoría del capital humano, aquélla se ha mercantilizado a tal punto que tiende a incorporarse
como tal, al mejor postor.
Así, en pleno siglo XXI “la doctrina dominante en educación encuentra su centro de gravedad en las teorías del capital humano. Estas últimas por muy ideológicamente
sesgadas que sean,
revelan una tendencia muy
real del capitalismo contemporáneo a utilizar saberes cada
vez más numerosos, bajo
su doble aspecto de factores de producción y de
mercancías”.
(Laval, 2004; 60)
Las premisas básicas
del
capital humano, bajo
el esquema
neoliberal, se
han endurecido,
ya que
se planea dotar
de educación a las personas conforme a las necesidades del sector productivo, y si éste
requiere preferentemente personal con habilidades y competencias básicas y en menor escala personal técnico capacitado, pues
así hay que diseñar la
política educativa, favoreciendo poco a poco a través de
mecanismos eficientes la paulatina mercantilización del servicio
educativo, sobre todo para
el nivel superior.
Teoría de las competencias
Con la consolidación del neoliberalismo como la postura política-económica, que sustenta el capitalismo
global actual en gran parte del mundo;
la educación ha
sufrido transformaciones de fondo y forma
muy importantes, las cuales se han llegado a cristalizar incluso en las propuestas curriculares plasmadas en los
planes y programas de estudios desde la educación básica hasta el nivel superior, en diversos puntos del orbe. En
distintos países
se han sumado a esta
oleada de reformas y
transformaciones a partir de los cambios estructurales generados en la década de los 80 y 90 en los
ámbitos social y educativo, generados desde el gobierno de
Miguel de la
Madrid (1982-1988) y
los
subsiguientes gobiernos
hasta el 2006 en
México, con
Augusto Pinochet desde los 70 en Chile y con Carlos Menen durante los 80 y 90 en
Argentina, tan solo por
señalar algunos casos.
Específicamente, en el campo de las políticas educativas “la repercusión de la
globalización capitalista
flexible fue el modelo educativo por
competencias, desprendido de la
Secretary´s Commission en Archieving
Necessary Skills de la Secretaria del Trabajo de USA en 1991, en cuyos informes se analizaban las capacidades que
la gente necesita en una economía flexible” (Moreno, 2002;
136)
En México, las competencias básicas se insertaron desde 1993, en los nuevos planes y programas de
estudios del nivel
primaria y secundaria,
esencialmente
en el
territorio nacional.
Las competencias
han figurado desde ese momento como herramienta indispensable para acceder a la calidad educativa; de ese modo las competencias básicas a las que se aspira son en relación a la lectura,
expresión oral y escrita, la capacidad para resolver
problemas y trabajar en equipo, entre
las más importantes.
En educación media, sobre todo en la de tipo técnica, se han implementado proyectos basados en modelos
de competencias laborales, siendo punta de lanza de este proyecto el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP), a través
de una propuesta denominada Educación Basada en Normas de
Competencia (EBNC) cuyo objetivo es “responder a las nuevas exigencias del mundo contemporáneo por lo que se
estima que la educación
debe ser más
abierta, flexible y, sobretodo,
permanente, estando al mismo
tiempo, más vinculado con
los sectores productivos”
(Argüelles, 2002; 18).
Por otra parte, las
competencias profesionales
o específicas, van ganando
terreno poco a poco en
la educación superior, donde
se
pretende la construcción de aprendizajes
profesionales en estrecho vínculo
con los centros laborales, a través de la realización de situaciones reales de desempeño en los centros
de trabajo; con lo anterior
se pretende
consolidar la relación de
las escuelas con las empresas y
el sector productivo en general.
Como se denota el llamado
modelo educativo por
competencias (Moreno, 2002),
Pedagogía de las
competencias (Laval, 2004)
o educación basada en competencias (Argüelles, 2002), entre
otras denominaciones que
recibe, son ya una realidad en las propuestas y desarrollo
curricular en los centros
escolares de todos los niveles educativos en nuestro
país y en
varios países de América Latina y
el Caribe.
El auge de la teoría del modelo de competencias, se ha consolidado como la teoría pedagógica de las
políticas educativas neoliberales
en el mundo; hecho que sin
duda ha
sido propiciado por el gran impulso que le han brindado en los últimos años,
organismos internacionales,
tales como: el Banco Mundial
(BM), la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), aunque con diferentes énfasis, ésta última.
A pesar de la expansión vertiginosa del modelo de competencias, existe una gran diversidad conceptual
acerca de la noción de
competencia (término, que antes de aplicarse
al
ámbito educativo, ya poseía de por sí,
diversas connotaciones). No pocos autores brindan
diferentes
concepciones acerca del significado
de competencias, así por ejemplo:
➣ “Borich, considera que una competencia ha venido a denominar una destreza, conducta o actuación
que se espera de un sujeto
que se entrena cuado finaliza su entrenamiento y/o capacitación.
➣ Pelberg y
Kremer, escriben que las competencias
se refieren a actitudes, conocimientos, destrezas y conductas que facilitan
el desarrollo intelectual,
social, emocional y
físico del niño…especifican
que
las competencias a demostrar
por el estudiante, hace explícitos los criterios a aplicar para evaluar las
competencias.
➣ Reyes, define que una competencia es la aptitud de una persona para desempeñar una misma función productiva en diferentes contextos de trabajo con base en los resultados esperados.” (Flores,
2001;
38-39)
Ante el panorama expuesto, se
hace posible concluir que la noción de competencia es de carácter polisémico, dado que responde a diversos parámetros
y modelos del tipo de habilidades y
contextos a los que se refiera. Sin embargo “hay dos características que de una u otra manera se encuentran implícitas en cualquier definición de
competencia: por
un lado,
el centrarse en el desempeño y, por el
otro, el recuperar
condiciones
concretas de la situación
en que dicho desempeño es relevante”.
(Malpica, 2002; 133).
De igual
modo, es posible determinar que la noción de competencia, implica necesariamente desarrollar
una
actividad, hacer
uso de determinados saberes, pero sobretodo de procedimientos, puestos
en práctica en conjunción
con
capacidades, habilidades o destrezas para realizar una
actividad académica o profesional.
Sin embargo lo anterior
no significa soslayar el conocimiento conceptual
o las actitudes axiológicas, por el contrario “desde la óptica de
los
promotores de la educación basada en
competencias, la competencia no
se limita a los aspectos procedimentales del conocimiento, a la mera posesión de habilidades y destrezas, sino
que se ve acompañada necesariamente de elementos teóricos y actitudinales”
(Díaz y Rigo, 2002; 79)
Los aspectos anteriores
parecen filtrarse
con mayor facilidad
en los niveles
básicos, ya que las competencias
se integran a los saberes conceptuales y
actitudinales con cierta naturalidad por los esquemas curriculares y de formación de los educandos. Sin embargo en los niveles superiores, sobretodo en los ámbitos de la
educación tecnológica, parece imponerse una dimensión pragmática de la educación en y para el sector productivo, donde la capacitación más que formación
en
competencias laborales específicas y/o profesionales se imponen en el anclaje
del
vínculo escuela-empresa, dejando
de lado la función social
originaria integral de
esas instituciones.
Las competencias
profesionales, centran su
atención en las potencialidades individuales, para
que los estudiantes sean capaces de manejar con maestría las destrezas requeridas en el campo laboral. Este
modelo busca generar
profesionistas competentes, con una
preparación más completa, realista, flexible, imaginativa y abierta a todos los cambios y ajustes
que se vayan presentando.
La flexibilidad y
adaptación al devenir y
transformaciones del futuro, incluso a lo inesperado,
es una característica importante de la teoría del modelo de competencias, ya que
estas mismas también, son
modificables. “Vivimos en una sociedad cambiante. Las competencias de hoy no son las de mañana. Los profesionales competentes no
sólo deben poder sobrellevar
los cambios, sino que
deben ser capaces de participar en ellos activamente.[…] No se trata simplemente de poseer ‘competencias’, sino también de tener
la capacidad para conversar acerca de ellas, para evaluarlas, para adquirir otras nuevas y descartar las
viejas.” (Barnett, 2001; 111)
Sin duda alguna
la teoría del modelo educativo por competencias,
ha replanteado los esquemas
de formación, así como los principales propósitos educativos en el mundo en los últimos
años. Si bien este modelo ha
contribuido a acercar al ámbito escolar (muchas veces demasiado teórico
y aislado) a la realidad cotidiana
de la vida y el mundo productivo, también es cierto que la “competencia está estrechamente conectada con la exigencia de eficacia y de
flexibilidad
exigida a
los trabajadores en la
sociedad de la información”
(Laval, 2004; 95)
La teoría de las competencias, paradójicamente encierra en su
esencia, su principal
virtud y defecto, ya
que
por una parte es loable su pretensión de
incidir fuera de las
escuelas y establecer el anhelado vínculo entre
la escuela y la vida exterior
a las aulas,
desdeñando
el
academicismo
teórico, o mejor aún, las clases magistrales tradicionales centradas en nociones conceptuales, que nada tenían que ver con el mundo y la
vida cotidiana de los estudiantes. De ese modo, la educación basada en competencias “intenta promover un
saber funcional, dinámico, que trascienda la pedagogía esencialmente teorizante y memorísta” (Díaz y Rigo,
2002; 84)
Sin embargo, el principal riesgo
que corre la educación basada
en competencias, donde se han
centrado numerosas críticas,
tiene que ver con que el mundo exterior al que se han enfocado: el mundo empresarial.
En este sentido se prioriza la visión del homo
económicus, que en esencia privilegia una educación
pragmática, con fundamento en una
visión instrumental al servicio de la empresa y el capital, soslayando o
minimizando la función social, pública humanizadora de la educación. Al respecto coincidimos con Latapí
Sarre cuando afirma que la
“educación en este sentido debe
servir para convertir
a los seres humanos no en
medios para el desarrollo, sino en la razón de éste; asimismo, debe superarse la visión reduccionista de que el fin último seria el de promover
recursos para la economía”.
(Latapí, 1996; 41-42).
Posturas sociopedagógicas alternativas
La Pedagogía crítica.
Esta postura teórica, tiene
sus
más profundas raíces en
las aportaciones filosóficas de la Escuela de Frankfurt5, postura que resalta la importancia de construir un discurso de emancipación y transformación social.
Así la pedagogía crítica
prioriza la
importancia pedagógica
del espacio social
concreto que contextualiza a la educación; donde el conocimiento se historisa, produce y socializa, para brindar elementos
que permitan a los sujetos la toma de conciencia de su realidad, con miras a la búsqueda de transformaciones
sociales, políticas y económicas,
que conlleven a una sociedad
más justa y democrática.
“La pedagogía crítica
no sólo contiene propuestas meramente teóricas, sino abre un
fértil campo a la investigación social,
económica y política en cuanto a la descripción de las condiciones concretas en las cuales se ofrece la
educación en nuestros países, entre ellas, las múltiples desigualdades y limitaciones sociales y culturales que impiden o bloquean los intentos por conseguir objetivos pedagógicos de especial
importancia para la formación de los escolares,
con el propósito de actuar en
una sociedad verdaderamente
democrática” (Briones,
2002;
161)
La pedagogía crítica
es una corriente teórica antagónica a la del capital humano, que en
esencia
persigue transformar las desigualdades e injusticias sociales a través del conocimiento y comprensión que la clase dominada realice de las represiones a las que son sometidos. Sin embargo sus diversos representantes6
5 Escuela de pensamiento creada en la década de los veinte en el Instituto para la Investigación Social de Frankfurt Alemania,
cuyos representantes más importantes son: H. Marcuse, Max Horkheimer, E. Fromm, Theodor Adorno y Jürgen Haberlas.De hecho, éste último es el
más conocido por sus análisis sobre la modernidad como época de
cambios y las posturas teóricas sobre
la acción comunicativa, y el conocimiento e interés. Además Habernas
es el filósofo social más retomado en los campos de la filosofía, teoría y campo de
la educación en México y por
buena parte de los científicos
sociales en América Latina (De Alba, 2003).
6 Este mismo autor en la obra referida inserta las aportaciones de Paulo Freire, Peter Mc. Laren y Henry Giroux, dentro de esta postura teórica (Pedagogía Crítica).
También se incluye aquí a Christian Laval, ya que su posición es antagónica a la Teoría del capital humano, donde no sólo no acepta sus premisas, sino que afirma: “la implementación
integral de la escuela neoliberal no es de ningún modo irremediable. Frente a ella, brindan especiales tintes
teóricos individuales
a la misma, ya que la
pedagogía
crítica “no consiste en
un conjunto homogéneo de ideas. Es más exacto decir
que los teóricos críticos
están unidos pos
sus objetivos: habilitar a los desposeídos y transformar las desigualdades e injusticias sociales” ( Mc Laren, 1984; 195) de
ahí que se revise en lo particular algunas aportaciones teóricas
al respecto,
destacando ciertos casos emblemáticos no sólo
en América Latina y Europa sino También
en América del Norte (Torres, 2004). emergen sordas resistencias, luchas
colectivas, y una toma de conciencia de los peligros que conlleva esta
mutación impuesta
por la globalización del capitalismo. Los actores
de la escuela deberán afrontar en adelante un debate
crucial que implicará
también al modelo de civilización
que deseamos” (Laval.
2004)
7 Autores que también han dado importantes aportaciones a la
teoría de la liberación son: Almicar Cabral y Augusto Boal. (Gómez
y Hernández.,1991)
Como principios fundamentales
de la
teoría crítica, destacan conceptos como política,
cultura y economía,
entre los más importantes. De
este modo las
instituciones escolares son vistas como espacios de lucha y
resistencia entre fuerzas
de poder ideológicas y culturales por
la dominación; es decir, desde la
visión
de la
pedagogía crítica, la escuela no es un
espacio neutral, encapsulado y ajeno a conflictos por el poder, por el contrario, “los teóricos de la
educación crítica han comenzado a ver la escuela como
una empresa resueltamente política y
cultural” (Mc Laren, 1984;
196) donde se manifiestan desigualdades, que
favorecen a
la clase dominante en un falso discurso
de igualdad de oportunidades.
Una característica más de la pedagogía
crítica, como un proceso
dialéctico, es la
imposibilidad de
constituirse como un producto acabado, cerrado
o finito; al contrario, la pedagogía crítica
se distingue por ser un proceso en construcción,
en permanente
lucha y esfuerzo por alcanzar la igualdad, democracia y por tanto la justicia
social. “La pedagogía
crítica es en última instancia un sueño, pero uno que
se sueña en
la vigilia de la praxis. Dado
que un
individuo no puede decir que él
o ella
ha alcanzado la
pedagogía
crítica si deja de luchar para
lograrla” (Mc Laren, 1999; 203).
De este modo se
presentan a continuación las
ideas centrales de las teorías
que se insertan como pilares, de
la construcción de la pedagogía crítica,
destacando la teoría de la liberación y la
teoría de la reproducción-
resistencia.
El principal representante
de la
teoría o pedagogía de la
liberación es Paulo Freire.7 Educador
brasileño que
desarrolla su importante labor pedagógica
durante
la segunda mitad
del siglo XX, inicialmente trabaja en su
país natal, hasta 1964, cuando es exiliado por alfabetizar a centenares de campesinos, a quienes
les
hace ver la realidad de su mundo social y político, lo cual significaba un riesgo y puesta en peligro para el sistema
político hegemónico imperante en Brasil en ese momento. A partir de entonces el autor
se traslada a desarrollar su trabajo teórico pedagógico a algunos países de Latinoamérica,
especialmente en Chile y después a otros continentes para desplegar su trascendente influencia en
varios puntos y plataformas del
orbe.
La teoría de la liberación es una
clara manifestación de la
preocupación por
la educación, que se genera
desde las trincheras del tercer mundo, pero también en países desarrollados (Torres, 2004) donde las vivencias empíricas
dan tela suficiente
para diseñar valiosas aportaciones
al respecto.
La acción educativa
debe buscar, según las bases
de la teoría de la liberación,
dignificar, democratizar, pero sobre todo humanizar
las
relaciones
sociales; en este sentido educar no
es una mera transmisión de conocimientos
verticales y estáticos, sino la creación de una situación pedagógica en la que los seres
humanos se descubran a sí mismos y aprendan
a tomar conciencia del mundo
en el que viven e interactúan.
Educar es ante todo
concienciar, de este modo: “toda acción
educativa debe ir
necesariamente precedida de una reflexión sobre el hombre y de un análisis del medio de vida concreto de los hombres a educar; sin esa
reflexión el sujeto
quedaría convertido en objeto;
el hombre quedaría
en el vacío. La tarea de la educación
es, precisamente, ayudar al
hombre a que partiendo de lo que constituye su vida,
se convierta en sujeto”. (Palacios, 1984;
525)
Lo anterior es un punto
clave en la divergencia con
la corriente del capital humano,
donde el ser humano
se cosifica al formar parte de las relaciones económicas para generar productividad y riqueza. La visión de Freire es profundamente humanizadora,
donde el hombre, su contexto,
historia,
reflexiones y acciones
buscan que
el sujeto se construya
como
persona, para transformar el mundo y
sus relaciones económicas,
políticas y sociales. De este modo
la concepción de
concientización, rebasa a la
simple toma de conciencia, ya que con aquélla se adquiere
también un compromiso para actuar a favor del cambio de las estructuras sociales.
Bajo este esquema
teórico metodológico, la
juventud estudiantil adscrita al nivel educativo
superior, tendría posibilidades y finalidades de transformación de la función social de la educación, orientándola hacia la
resolución de necesidades sociales
sobre todo de los grupos humanos menos desfavorecidos económicamente, porque obviamente es en
estos sectores donde la
justicia social
es una necesidad
prioritaria. Postura que se
opone
a la visión funcionalista y
pragmática que las
políticas neoliberales
le imprimen a este aspecto donde
lo que importa
es la producción de recursos
humanos eficientes y de calidad aptos para contribuir a los
procesos de globalización económica.
Las aportaciones de Freire también adquieren relevancia en cuanto a la relación pedagógica del educador y los educandos, especialmente en el desarrollo de las nociones
de educación bancaria versus
educación liberadora.
La educación bancaria recibe esta denominación, debido a que se concibe a los educandos como a objetos
en los cuales hay
que
depositar (como en una institución bancaria) archivos o bonos de conocimientos al ser educados, algo
así, como insertar información a un disco duro para almacenarla, y en el mejor de los casos ocuparla
cuando
sea necesario.
En el texto de Paulo Freire “Pedagogía del oprimido” el pedagogo explicita
la concepción de la
educación
bancaria:
“El educador es siempre quien
educa; el educando el que es
educado;
-el educador es quien
sabe;
los educandos, quienes no saben;
-el educador es quien
piensa, el sujeto del proceso;
los educandos son los objetos
pensados;
-el educador es quien
habla; los educandos,
quienes escuchan dócilmente;
-el educador es quien
disciplina; los educandos los disciplinados;
- el educador es quien
opta y prescribe su opción;
los educandos, quienes siguen la prescripción;…
- finalmente,
el educador es el sujeto del
proceso; los educandos
meros objetos.” (Freire, 1980;
78).
En contraposición la educación liberadora, el educador fomenta
la creatividad y la conciencia crítica en el
educando, donde éstos van desarrollando aptitudes para
la comprensión del mundo
a través de la reflexión y
acción sobre la realidad. Ambos actores del proceso educativo se enfrentan al proceso de conocer a través
del dialogo ya que nadie
educa a nadie,
sino mediatizado por la sociedad,
favoreciendo así la construcción de una práctica
educativa histórica.
De esa manera el trabajo de Freire y su decisiva contribución a la teoría de la liberación “constituye una
contribución importante
para la pedagogía
crítica, no sólo por su refinamiento teorético, sino por el éxito de Freire al llevar la teoría a la práctica”
(Mc
Laren, 2004; 115)
Las ideas de la teoría de
la liberación hoy en día adquieren una vigencia
extraordinaria, puesto
que sus ideas, se insertaron inicialmente
en contextos latinoamericanos, con altos índices de marginación, explotación e injusticia social, que desgraciadamente
también siguen
vigentes.
Aunque sus ideas
se originaron en actividades
para el proceso de alfabetización, el prolífico
desarrollo teórico del autor,
ha continuado en función de los actuales
embates de la política educativa mundial para los países
subdesarrollados, así sus ideas se ajustan perfectamente al análisis de las políticas educativas oficiales, que direccionan a los diversos niveles educativos hacia
la conveniencia de intereses económicos y
funcionalistas,
en momentos en que la explotación y la injusticia
social se han agudizado, bajo
la
opresión de fuerzas económicas no
solo
nacionales, sino incluso internacionales.
De esa manera las ideas de
la teoría
de
la liberación, insertas en
la
pedagogía crítica conservan vigencia para el análisis de
situaciones sociales y educativas
contemporáneas.
Las ideas
de
Freire fueron influencia para el
trabajo de otros educadores del
primer mundo dentro
de la
vertiente de la pedagogía
crítica con base también
en el sustento teórico de las aportaciones críticas de la escuela de Frankfurt,
cuyas ideas más
importantes
comparten la contraposición a una educación de y
para
los
intereses de los opresores.
Así se empieza a conformar una
teoría crítica de la educación (llamada también radical) enfocada
hacia una teoría de la resistencia.
Dentro de los principales representantes de la teoría de la
reproducción- resistencia se encuentran Henry
Giroux, Stanley Aronowitz, Michael Apple, Paul Willis y
Peter
Mc. Laren; éstos dos
últimos desarrollan
también
una aportación metodológica
inserta
en la denominada etnografía
crítica.
Los teóricos de la reproducción-resistencia, valoran
a
las escuelas como espacios histórico-culturales, en los que pueden emerger conflictos de poder y resistencia a través de la participación de los actores
sociales que
protagonizan la dinámica escolar, dominados y
dominadores, ambos participando en la determinación de la historia
cotidiana.
Otro elemento que se toma como base en la conformación de
la teoría de la resistencia, son los estudios
pedagógicos y sociológicos acerca del currículo oculto. En esta perspectiva se concluye que el sistema
educativo sirve pasivamente a la reproducción y sostenimiento de las relaciones de explotación y dominación
de las clases sociales.8
En esta corriente teórica se manifiesta el antagonismo frente a las políticas neoliberales, que buscan silenciar
a las teorías críticas, debido
a que como ya se mencionó anteriormente, el principio fundamental de la pedagogía crítica es la búsqueda permanente de la igualdad y la justicia social, principio opuesto a los intereses del capitalismo neoliberal. Así “Frente al recorte
financiero, la recesión
económica, y el retraimiento
del mercado de trabajo, las críticas
radicales y progresistas
de la escuela han
sido
reducidas a susurros, siendo remplazadas por la retórica de
los expertos del costo-eficiencia”.
(Giroux, 1992; 67)
Henry Giroux es uno de los principales exponentes de esta teoría. Este profesor norteamericano (docente de
Miami University en Ohio, EU.), exponente de la pedagogía crítica
o radical, ha desarrollado la base más
importante a los estudios acerca de la teoría
de la reproducción-resistencia en la nueva
Sociología de la Educación.
Actualmente es considerado uno de los mejores exponentes de la pedagogía crítica,
a lo largo de los últimos veinte años, al lado de Peter Mc. Laren ha desarrollado una
línea de investigación
de sociología
del
currículo y sociología del discurso escolar, que ha
contribuido a fortalecer el sustento
teórico-analítico de la corriente
que representa.
A partir
de la lectura del texto “Teorías de la reproducción y la
resistencia en la
nueva
Sociología de la Educación:
un
análisis crítico” se puede percibir
que
a partir de la revisión de los
fundamentos y elementos que caracterizan
a la teoría de la reproducción,
reconoce fortalezas,
pero
también debilidades sobre las que aporta interesantes postulados.
En el texto mencionado, se explicita que los teóricos
de
la reproducción
(como Bowlws,
Gintis, Althusser, Baudelot y Establet) brindan explicaciones acerca del papel de las escuelas como agentes legitimadores de valores, conocimientos y habilidades que la cultura
capitalista, requiere para la conformación estratificada de las relaciones de producción de la
sociedad, donde las escuelas reproducen (de forma alienada, impuesta y
mecánica) los imperativos ideológicos y económicos de la sociedad dominante. Giroux no comparte del todo esta posición hegemónica. Por que su trabajo trasciende a la función pasiva, de sometimiento y resignación
que la teoría de la reproducción
otorga a los actores sociales de la educación.
8 Bowles y Gintis, “argumentan que la forma de socialización, más que el contenido formal del curriculum, suministra el vehículo
más importante para
inculcar en las
diferentes clases de estudiantes las disposiciones y
habilidades que necesitarán
para tomar sus lugares correspondientes en la fuerza de trabajo. En el centro de
esos supuestos se encuentra el “principio de correspondencia”. En esencia este principio argumenta que las relaciones sociales en la escuela y en el salón de clases burdamente reflejan las relaciones sociales del lugar de trabajo, siendo el resultado final la reproducción de la
división social y de clases necesarias
para la producción y legitimación del capital
y de sus instituciones”. (Giroux, 1992; 84)
El propósito de la teoría de la reproducción-resistencia se centra en brindar explicaciones teóricas
respecto a cómo diversos mecanismos
sociales y escolares, contradicen a la reproducción, a través de conflictos, lucha y
resistencia, que se hacen manifiestos en las escuelas como espacios de relaciones de poder asimétricas, y
por lo tanto contradictorias, que otorgan a las escuelas la oportunidad de ser
ámbito de resistencia y respuesta a las políticas sociales, económicas, educativas, culturales, etc. verticales de dominación.
La teoría
de la reproducción-resistencia, se niega a asumir que los estudiantes y la escuela
puedan ser
analizados sólo mediante mecanismos reproductores, para ésta “el poder y el discurso son investigados ahora
no meramente como el único eco de la lógica del capital, sino como una polifonía de voces mediadas dentro de
diferentes estratos
de realidad conformados mediante una interacción de formas de poder dominantes y de
subordinación” (Gómez y Hernández,
1991; 409)
En la concepción de teoría
de la resistencia, se
explica que el poder no
es unidimensional, sino que tiene
implícito un espíritu de emancipación, que hace que el poder se ejerza como acto de dominio, pero también de resistencia.
Los principales postulados de la
teoría de la reproducción-resistencia,
de manera sintética y clara
pueden
ilustrarse a continuación:
• “Las escuelas son espacios para la reproducción, resistencia y
creatividad. En ella se reflejan no solo
los valores de los grupos hegemónicos
sino también las prácticas de los grupos
subordinados./..
• Las escuelas gozan de una
autonomía
relativa, que les permite dejar de
ser
fieles aparatos de la clase
dominante tanto para la reproducción como para el consenso social.[…]
• La cultura deja de
ser
una
noción monolítica propiedad de
los
grupos hegemónicos.
La cultura
está constituida tanto por los grupos dominantes
como por los grupos subordinados,{...]
• Las teorías de la reproducción-resistencia ponen
especial cuidado, en lo
que se denomina microfísica del poder en la escuela y que la existencia de su lógica se debe en cierta forma a la resistencia.” (Victorino,
2003;. 220 y 221
Así, la teoría de la reproducción-resistencia
se pronuncia por una
posición teórica que confirma que los mecanismos
de dominación
no son absolutos
ni totalizadores,
sino que
se enfrentan
a elementos de oposición.
Otro profesor de origen canadiense, que hace relevantes aportaciones a la
teoría de la resistencia y a la
pedagogía
crítica, es Peter Mc. Laren, él a través
de sus experiencias y reflexiones busca la explicación y
comprensión de la educación en términos culturales,
políticos y éticos.
El trabajo de Mc. Laren, es muy
interesante, ya que al igual que Freire,
parte de la reflexión que le brinda la
práctica (plasmada en un diario),
con grupos de niños en un barrio pobre en la ciudad de Toronto, en la
década de los ochentas del siglo pasado, donde la similitud en cuanto a problemas de conducta, académicos, de relaciones humanas y
agudos conflictos cotidianos, no distan mucho de
los que
diariamente se suscitan actualmente
en las escuelas urbanas marginales
de nuestro país.
El trabajo de Mc. Laren no se estanca sólo en la
recopilación anecdótica de situaciones al interior de la escuela, su trabajo trasciende
en una reflexión analítica, que se inserta en la pedagogía crítica. Sus escritos
desentrañan la compleja
red
de coincidencias entre la
sociedad y las estructuras que generan desigualdad e
injusticia. Él analiza
la situación escolar
como
un espacio histórico, politizado subyugado a la sociedad dominante,
coincide con
teóricos
críticos (como Freire y Giroux) en los objetivos que persiguen al procurar
habilitar a los desposeídos (pobres) y transformar las desigualdades e injusticias sociales.
Las ideas de Mc
Laren denotan una clara tendencia hacia la procuración de una sociedad más igualitaria, a la formación de estudiantes críticos y reflexivos, que aprendan a reconocer su propia autorrepresión y las
represiones a las que son sometidos, originadas por la sociedad capitalista dominante, que impone sus
intereses, modelos, educación, valores,
etc.
En el libro
de
Mc. Laren “La vida en
las
escuelas” se reconoce que
los programas educativos son
diseñados para
formar sujetos que se desempeñen dentro de los intereses del Estado, así mismo explica como
la acción docente es deliberadamente despojada de su potencial para analizar y
remediar necesidades sociales existentes. Los maestros
“a menudo son silenciados para remover
cualquier distracción o desviación que
pudiera darse con respecto a las
demandas que la industria hace
a la
escuela para que esta genere un
modo de pensar más empresarial entre
los
futuros trabajadores y una fuerza de trabajo más sumisa, devota
y eficiente” . (Mc Laren, 1984; 15)
Como se observa,
el autor reconoce la fuerza
del Estado para moldear
conductas,
normas y habilidades
que requiere del estudiantado (a través
de
la política educativa
oficial), así mismo por
la
contemporaneidad del trabajo
manifiesta claramente como los intereses empresariales capitalistas (neoliberales) están
presentes, brindando
orientaciones a la
educación
para el logro de sus fines. Al respecto, en otro apartado
de su texto Mc. Laren reconoce que los neoconservadores han
definido a la
escuela como una entidad anexa al mercado
laboral,
articulando su análisis al
lenguaje
tecnocrático de la teoría
del capital humano. Ante lo cual Mc. Laren reitera la necesidad de una nueva visión de lo que debería significar la educación, enfoque
que se concretiza en sus aportaciones teóricas.
Otra relevante
aportación del autor, inserta en la pedagogía crítica,
es la que se refiere a la trascendencia de
la función social de la educación. Él indica que los intereses económicos dominantes son valorados por encima
de los intereses
colectivos de
la humanidad, así en los discursos
oficiales no
se reconoce que
la escuela sea una institución para la
transformación social, sin
embargo esa debería ser su preocupación principal.
“Cualquier práctica pedagógica genuina exige
un compromiso con la transformación social
en
solidaridad con los
grupos subordinados y marginados”
(Mc Laren, 1984; 198)
Tales aseveraciones brindaron nuevas
alternativas para el enriquecimiento
de la pedagogía radical, que
finalmente contribuye a promover
proyectos de transformación social de los
grupos subordinados.
Por otra parte, el actual trabajo analítico
de Christian Laval, se considera un estudio
que contribuye al
enriquecimiento de las
posturas teóricas alternativas ante la
educación neoliberal.
Este investigador educativo francés, profesor de ciencias sociales,
ha escrito diversos textos y
artículos sobre sociología y educación, acercándose a los postulados que
enfatizan los terribles resultados del neoliberalismo educativo para los pueblos y su historia.
Ante las transformaciones de los sistemas educativos en el mundo, a través de pormenorizadas
investigaciones, analiza cómo la escuela está siendo sometida a presiones, en torno a un proceso que persigue
su adaptación a los requerimientos del neoliberalismo económico de nuestros
días.
La decisión de retomar las aportaciones de C.
Laval responde
precisamente a la actualidad y
especificidad, que el autor
realiza al abordar
el análisis de las transformaciones que la
educación está teniendo en casi todo
el mundo, producto de las influencias
internacionales insertas
en la doctrina neoliberal.
Recientemente, Christian Laval escribió el libro “La escuela no es una empresa” donde analiza lo que él
denomina el ataque
neoliberal a la
enseñanza pública.
La vigencia de
las aportaciones del autor
es relevante, ya que no sólo retoma las experiencias de las transformaciones en los sistemas educativos europeos, sino
que dada la globalidad del proceso, realiza explicaciones del fenómeno en Estados Unidos de América y
algunos países del tercer mundo.
Laval parte de explicar que la educación europea está en crisis. Al igual que otros teóricos que ven a la educación en crisis (Coom, 1989;
Latapí, 2000, Guevara, 1992)
ante
ese panorama, “el
neoliberalismo
se presenta en la escuela, y
en el resto de la sociedad, como la solución ideal y universal para todas las contradicciones y
disfunciones, cuando verdaderamente este remedio alimenta el mal que se supone debe
curar” (Laval, 2004; 23)
El autor
expone que la institución escolar está sufriendo una mutación que se puede asociar con tres tendencias
principales: la desinstitucionalización, desvalorización y desintegración. La
primera tendencia tiene
que ver con que la
escuela se empieza a concebir como instancia suministradora
de servicios de organización
flexible, que aspira a
un modelo de empresa educadora, administrada según
los principios de la gestión
empresarial, bajo presiones que
le obligarán
a brindar resultados e innovaciones
concretas.
En cuanto a la tendencia de la desvalorización, Laval afirma: “Los objetivos que se pueden llamar ‘’clásicos’’
de emancipación política y de realización personal que se habían asignado a la institución escolar, se sustituyen por los imperativos prioritarios
de la
eficacia productiva y de
la inserción laboral” (Laval, 2004;
26).
El autor indica que aun
cuando
en los discursos oficiales a
nivel mundial, se reconoce a la educación como factor social indispensable para el progreso, sus finalidades y
fundamentos culturales y
sociales, han sido
erosionados, ya que se
está dando una transmutación progresiva de
sus valores hacia el
valor prioritario del neoliberalismo: el económico. Así, Laval muestra su preocupación por que
se soslaye la
función social de la
educación en aras de los intereses
económicos de los capitalistas.
Para Laval,
la
desintegración del funcionamiento de la escuela, se genera
a partir
de
la introducción de los mecanismos
de mercado al ámbito escolar,
debido a que el nuevo
modelo comercial de escuela funciona
con base a la diversidad y diferenciación,
a partir de las demandas
del público usuario.
Las anteriores tendencias son ya una realidad en Europa, Norteamérica y
América Latina, sin embargo la
influencia global
hace que
otros países como el México,
se adhieran a través
de diversas políticas
a las orientaciones neoliberales dominantes
en educación. Tales
como:
El uso estratégico de la
pedagogía
de las
competencias. La escuela bajo
el dogma del mercado.
Una privatización
indirecta de la educación
pública. La descentralización de la
educación
Reiteradas
políticas de austeridad hacia
el subsidio.
Promoción
de una filosofía de la gestión
empresarial educativa, entre otras.
Corriente de la educación como bien social. Corriente
teórica que parte de la convicción de que el conocimiento y
la investigación pueden brindar alternativas para transformar nuestra sociedad injusta y polarizada, hacia
esquemas capaces de generar
la construcción de una sociedad más justa y democrática.
El exponente más importante y por lo mismo, representativo de esta postura teórica significativa en América
Latina,
es el investigador mexicano Carlos
Muñoz Izquierdo, cuyas ideas centrales
se presentan en seguida.
A través de los resultados de varias investigaciones realizadas principalmente a lo largo de la década de los
70s y 80s, acerca del impacto de la educación en la jerarquización de la sociedad en diferentes estratos, el autor analiza la necesidad de
reorientar el funcionamiento del
sistema educativo para
favorecer a los sectores sociales menos favorecidos, que por desgracia, también son
los mayoritarios en nuestro país.
En el texto “La contribución de
la educación al cambio social”
Muñoz Izquierdo define el desarrollo como “un proceso que favorece la aparición de
las condiciones sociales que permiten a los países pasar de condiciones menos humanas, a condiciones más humanas;” (Muñoz, 1994; 270)
En ese sentido
el desarrollo se manifiesta en diversos ámbitos como:
• Económico: al encauzar
a la población hacia el acceso
de mejores niveles de vida.
• Social: al avanzar en la conformación de grupos integrados y organizados, que constituyan una sociedad
comunicada y solidaria.
• Cultural: al generar principios y valores que
dé la posibilidad a
los pueblos de decidir metas.
• Político: al lograr un avance significativo
en
la
participación de
los
mecanismos de toma de
decisiones, legitimando la voluntad
e intereses
de la mayoría.
Con ese marco,
el autor
explica
cómo
ha sido la función tradicional de
la educación con
el desarrollo, para
después conformar un modelo alternativo
de desarrollo que
permite la transformación de
la sociedad.
Muñoz Izquierdo, expone que
el modelo tradicional de desarrollo, partió
de la premisa de: mayor expansión escolar mejor
redistribución
de las
oportunidades educativas,
donde
estas últimas modificarían económicamente las características
de la fuerza de trabajo de los sectores populares que hubiesen tenido acceso
a la educación y de
ese modo se lograría una mejor distribución del ingreso para
alcanzar la justicia
social, (como vemos este modelo tradicional se desprende
de los postulados ideológicos
fundamentales de la teoría del capital humano).
Sin embargo el modelo tradicional se enfrentó a varios cuellos de botella que impidieron el
logro de sus objetivos, como por ejemplo:
que la expansión escolar no
significa ni garantiza,
distribución equitativa
de oportunidades escolares, o que la distribución de oportunidades educativas, no necesariamente contribuye a modificar las características de la fuerza de trabajo9.
Para tratar de brindar alternativas que transformasen efectivamente
las estructuras sociales, Muñoz Izquierdo
parte de una revisión de las teorías
sociológicas que
conciben a la
educación
como
factor de transformación social. Así a partir de su investigación agrupa las aportaciones sociológicas en
tres tipos de hipótesis:
1.- Evolución
valoral
(axiológica)
2.- Reformismo
populista (funcionalista)
3.- Cambio
en las
relaciones de producción
(crítica).
La primer conjetura de la evolución valoral, apuesta por la transformación de los valores sociales a través de
la educación, tanto de las élites
como de las clases populares
para alcanzar un desarrollo
social más justo.
El reformismo
populista, propone una serie de reformas suaves y
superficiales tendientes a mantener el equilibrio de
la
funcionalidad de la educación para el empleo, no busca transformar sino
ofrecer ajustes sutiles que contribuyan
a continuar con el estado existente de
la situación social.
La tercera hipótesis, se identifica con los
pedagogos críticos populares, quienes pretenden
lograr la concientización de las
clases
desposeídas, para que éstas se
lancen a la búsqueda de alternativas que transformen su realidad social,
después de haber descubierto las causas de la misma.
Sin embargo, las conclusiones de los estudios de Muñoz Izquierdo, es que cada hipótesis (axiológica,
funcionalista o crítica)
por sí sola no es suficiente para la transformación social,
de ahí que para potencializar
los cambios, él propone otra hipótesis a la que denomina “reconstruccionista” que se deriva de la conjunción de las conjeturas valoral y de la del cambio en las relaciones de producción.
Esquemáticamente
el autor lo representa
de la
siguiente manera:
Evolución
valoral
|
Sociedad más
justa, más libre y más humana.
9 Muñoz Izquierdo al realizar una investigación sobre la
economía política de la educación de adultos: el caso de
México, concluye que “los resultados de los estudios
reseñados arrojan serias dudas acerca de la capacidad
que potencialmente puede tener la educación para contribuir a reducir las desigualdades que
secularmente han
caracterizado a este país
–mientras no sean
instrumentadas diversas
políticas macroeconómicas
que favorezcan el
desarrollo de las microempresas”
(Muñoz, 1994; 268)
FUENTE: Muñoz,1994; 292.
La tesis reconstruccionista retoma lo valioso de las conjeturas precedentes (cambio en los valores y cambio en las
relaciones de producción) a
fin
de lograr la anhelada trasformación
social con fundamento el
la educación para el auténtico desarrollo de la sociedad, situación planteada como viable para México y
los
distintos países de América Latina.
Reflexiones finales.
La política educativa
a nivel internacional
se ha redefinido en
virtud de las necesidades del capitalismo en
su versión neoliberal. En muchos
países incluyendo el nuestro, la política educativa
oficial se ha modificado en atención
de responder a la
sociedad de
mercado; la axiología
de la empresa ha empezado
a suplantar los antiguos ideales humanistas y
una
versión de educación pragmática y competente, ha cobrado vigor en distintos países latinoamericanos y el la mayoría de las instituciones de diferentes noveles y modalidades
educativas.
La política
educativa vigente, encierra como sustento
teórico principal a la teoría del capital
humano y la teoría del modelo de
competencias, las cuales priorizan las necesidades
del sector productivo como agente
generador de condiciones que
configura las transformaciones de
forma y de fondo
para implantar en la
organización del
sistema educativo y sus lineamientos oficiales.
Sin embargo
la
posición de las posturas mencionadas anteriormente, no son únicas o exclusivas ni acabadas, más
allá de la visión empresarial,
existe luz al final del túnel, posturas sociopegagógicas alternativas que posibilitan otros enfoques y miradas hacia la educación como entramado político-cultural dialéctico, que crece
y se
fortalece a partir del compromiso democrático de hombres y mujeres, que buscan la humanización,
conciencia crítica y acción de los profesores y educandos como actores sociales, participativos y
corresponsales de la transformación
de la sociedad hacia
la igualdad y
justicia.
Queremos dejar constancia que las implicaciones teóricas de muchas formas abstraen realidades empíricas
de las sociedades latinoamericanas. En ese sendero, como se pudo apreciar en este ensayo, la realidad
social educativa en América Latina está impregnada de profundas
desigualdades sociales, por
lo que el uso crítico de la teoría (Zemelman, 1994) y el consecuente debate de las posturas teóricas, permiten percibir
distintas realidades y en función de ello, promover sus respectivas alternativas de cambio y transformación. En esta apuesta al cambio, el tempo (tiempo-temporalidades) en
la primera década del siglo XXI es muy importante, por lo que, varios países de América Latina (Venezuela, Chile, Brasil, Argentina, Uruguay
y Bolivia) están reorientando sus tendencias de desarrollo y su propio proyecto
de nación, para los cuales, el fantasma del neoliberalismo parece no
arraigarse más.
En el continente,
el enfrentamiento a las políticas
neoliberales
ha unificado al
sector de intelectuales
por la defensa de la universidad pública como un bien social y ha llevada a más de 200 rectores de las macro y
micro universidades de América Latina a firmar una carta de intención, en donde los rectores propusieron a los Jefes de Estados en la
pasada reunión en España, 2005, a que consideren como de gran prioridad el financiamiento a la educación pública y poner límites al crecimiento caótico y desmedido de la matrícula universitaria privada (Virtual educa 2005, UNAM). Ese tipo de medidas, deben fortalecerse al interior de todas las naciones
latinoamericanas.
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