LEV SEMIONOVICH
VYGOTSKY
(1896-1934)
Ivan Ivic1
El texto que sigue se publicó originalmente en Perspectivas: revista trimestral de educación
comparada (París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIV, nos 3-4, 1994, págs. 773-799.
©UNESO: Oficina Internacional de Educación, 1999
Este documento
puede ser reproducido sin cargo alguno siempre que se haga referencia a la fuente
El destino
de la
obra científica de Lev S.
Vygotsky es excepcional. En primer
lugar, Vygotsky, uno de los más
grandes psicólogos del siglo XX,
no recibió
nunca una educación formal en
psicología. Fallecido
a los 37 años, sólo pudo dedicar
un decenio a su labor científica
y no llegó a ver la publicación
de sus
obras más importantes.
Pero, aun
así, Vygotsky, el Mozart de la
psicología (como lo llamara el
filósofo S.Tulmin), fué el autor de una de las teorías más prometedoras en esta disciplina. Más de medio
siglo después de su muerte,
ahora que se han publicado
sus principales
obras, Vygotsky se ha convertido
en un
autor de vanguardia: “Es indudable
que, en múltiples aspectos, Vygotsky se adelantó considerablemente a nuestra propia
época”, afirma uno de sus
mejores intérpretes (Rivière,1984, pág. 120).
Este fenómeno,
harto raro en la historia
de la
ciencia, puede acaso explicarse por dos factores vinculados
extrechamente entre sí: la envergadura
y la originalidad de su producción
científica, elaborada en periodo
relativamente breve, constituyen la prueba
palpable de que Vygotsky era
un genio.
Por otro lado, la actividad
de Vygotsky
se desarrolló
en un
periodo de cambios históricos espectaculares: la Revolución de Octubre en Rusia.
El sistema
psicológico de Vygotsky
se basa en una teoría del desarrollo mental ontogenético que a su vez, por muchos de sus aspectos, constituye una teoría histórica
del desarrollo individual.
Se trata,
por tanto, de una concepción genética de un fenómeno
genético. De ello cabe extraer
seguramente una enseñanza epistemológica: parece ser que las
épocas históricas de cambios revolucionarios
agudizan la sensibilidad del pensamiento humano y la
predisponen hacia todo lo que
atañe a la génesis, la transformación,
la dinámica,
el devenir
y la evolución.
La vida y la obra de Vygotsky
Lev Semionovich
Vygotsky nació
en Orsha,
pequeña ciudad
de Bielorrusia,
el 17
de noviembre de 1896. Tras concluir la enseñanza secundaria en la ciudad de Gomel, a partir de
1912 cursó
estudios universitarios de derecho, filosofía
e historia en Moscú. Durante sus
estudios secundarios y universitarios, Vygotsky
adquirió una excelente formación en
la esfera
de las ciencias humanas (lenguas y lingüística, estética y
literatura, filosofía e historia). Ya a la edad de
20 años
escribió un estudio voluminoso sobre Hamlet. La poesía,
el teatro,
la lengua
y los problemas del signo y del
significado, la teoría literaria, el cine, los problemas
de la
historia y de la filosofía, interesaron vivamente a
Vygotsky mucho antes de que
abordara la investigación en materia de psicología. Es importante señalar que su primer libro, que le
orientó definitivamente hacia la psicología, se titulaba Psicología del arte (1925).
Nos
parece interesante establecer
aquí un paralelo con Jean
Piaget. Nacido el mismo año
que el pensador suizo,
que tampoco había recibido una
formación de psicólogo, Vygotsky será
con el tiempo, al
igual que Piaget, el autor
de una
notable teoría del desarrollo mental. Desde su adolencia
y a lo largo de toda su
vida, Piaget se orientó hacia
las ciencias
biológicas. Esta diferencia de inspiración explica tal vez la que existe entre estos dos importantes exponentes
de la psicología del desarrollo: Piaget pone de relieve
los aspectos
estructurales y las leyes
de carácter
universal (de origen biológico) del desarrollo, mientras que
Vygotsky destaca las contribuciones de la cultura, la interacción social y la dimensión
histórica del desarrollo
mental.
De regreso a Gomel, terminados sus estudios universitarios, Vygotsky se dedica a actividades
intelectuales muy variadas. Enseña psicología,
comienza a preocuparse por los problemas de los niños impedidos
y prosigue sus estudios de teoría
literaria y psicología del arte. Tras
sus primeros éxitos profesionales en psicología (ponencias en congresos nacionales), se instala en Moscú en
1924 y pasa a ser colaborador del Instituto de Psicología.
En Moscú,
durante un prodigioso
decenio (1924-1934), Vygotsky,
rodeado de un
grupo de colaboradores tan apasionados como él por la
elaboración de una verdadera reconstrucción de la psicología, crea su teoría histórico-cultural de los fenómenos psicológicos.
Ignorados
durante largo tiempo, los escritos fundamentales de Vigostski y sus actividades profesionales sólo han sido redescubiertos y reconstituidos recientemente, y poco a
poco. El lector interesado puede ahora encontrarlos en las dos obras de Levitin (1982),
Luria (1979), Mecacci (1983),
Rivière (1984) Schneuwly y Bronckart (1985), Valsiner (1988) y,
por supuesto, en la antología de textos de Vygotsky en seis volúmenes
(Vygotsky, 1982-
1984).
Durante
este breve período de investigación,
Vygotsky redactó aproximadamente 200 textos, de
los cuales
se ha
perdido una parte. La fuente
pricipal sigue siendo la obra
publicada en ruso entre 1982
y 1984, pero, aunque esta antología
se titula Obras completas, no comprende
en realidad todos los textos que se han conservado. En efecto, aún no se han
reeditado varios libros y artículos publicados con anterioridad.
La bibliografía
más completa de los trabajos
de Vygotsky
y, asimismo,
la lista
de traducciones
de sus
obras y de los estudios que
se le
han consagrado figuran en sexto
tomo de las Obras completas
y en la obra de Schncuwly
y Bronckart (1985). Señalemos de paso que algunas ediciones
de obras
de Vygotsky,
especialmente en inglés, no han
sido muy acertadas y que, sobre
todo, han creado gran número
de equívocos;
Tal es, concretamente, el caso
de la
edición gravemente mutilada de las obras
más importantes
de Vygotsky, Pensamiento y lenguaje, publicada en 1982 en inglés con el título de Thought and language. Es de esperar que
las ediciones
de las Obras completas que actualmente se preparan en varias lenguas (español, inglés, italiano, serbocroata, etc.) ayuden a los investigadores
a captar mejor las auténticas ideas de
Vygotsky. Por otro lado, los
datos bibliográficos presentados
en la
versión original de las Obras completas, así como los comentarios que figuran en cada volumen,
facilitan la reconstrucción de la génesis de
las ideas
del psicólogo
bieloruso. Esta reconstrucción, entre otros
efectos, hará posible una interpretación
más fundamentada de su pensamiento,
especialmente en el caso de
formulaciones diferentes de las mismas
ideas que figuran en obras redactadas
en distintas fechas.
Sea como
fuere, para los lectores que
no puedan
consultar en ruso los textos
del gran psicólogo, existirá siempre
una dificultad
y es que, por el hecho
de haber
creado un sistema teórico original, Vygotsky
elaboró igualmente una terminología capaz de expresar esa
originalidad. De ahí que
toda traducción corra el peligro
de deformar
sus ideas,
al menos
parcialmente.
De la suma de ideas de Vygotsky
trataremos de analizar sucintamente en estas páginas
aquellas que
interesan a la educación, dejando de
lado las que tratan de
la metodología
de la
ciencia, de psicología general, de la psicología
del arte,
de la
defectología, etc. Nuestro estudio versará, por tanto, sobre dos puntos: por un lado, las consecuencias pedagógicas de su teoría de la ontogénesis mental y, por otro, el análisis de sus ideas propias y esplícitamente pedagógicas.
Huelga
decir que las interpretaciones expuestas en el presente artículo son las de su autor.
Por haber estudiado
desde hace largo tiempo los textos de Vygotsky, en vez de reproducir
literalmente sus palabras,
trataré de captar el sentido profundo de sus ideas y de presentarlas en términos comprensibles para el lector que no esté familiarizado con sus obras.
Luego, yendo un poco más allá de la mera presentación de las ideas de Vygotsky que atañen a los problemas
de la educación, intentaré hacer una exposición suscinta de la aplicación
de estas
ideas a la investigación pedagógica
y a la práctica educativa.
Teoría del desarrollo mental y problemas
de la educación
Si hubiese
que definir el carácter específico de la teoría de Vygotsky mediante una serie de palabras
y formulas clave, habría
que mencionar
sin falta
por lo
menos las siguientes: sociabilidad del hombre, interacción social, signo e instrumento, cultura, historia y funciones
mentales superiores. Y si
hubiese que ensamblar esta palabras
y formulas clave en una expresión
única, podría decirse que la
teoría de Vygotsky es una
“teoría socio-histórico-cultural del
desarrollo de las funciones mentales superiores”, aunque esta teoría
suele más bien ser concida
con el
nombre de “teoría
histórico-cultural”.
Para Vygotsky
el ser
humano se caracteriza por una sociabilidad primaria.
Henri Wallon exprea la misma idea de modo más categórico:
“El (individuo) es genéticamente social” (Wallon,
1959).
En la época de Vygotsky este principio no pasaba de ser un postulado, una hipótesis
puramente teórica. Pero, en la actualidad, puede afirmarse que la tesis de una sociabilidad primaria
y, en parte, genéticamente determinada, posee casi el estatuto de un hecho científico establecido
como resultado
de la
convergencia de dos
corrientes de investigación: por un
lado, las investigaciones biológicas, como
las relativas
al papel
que desempeña
la sociabilidad
en la antropogénesis o las que atañen al desarrollo
morfofuncional del niño de pecho (existen, por ejemplo,
pruebas cada vez más abundantes de que las zonas cerebrales que rigen las funciones
sociales, tales como la percepción del rostro o de la voz humana, experimentan una maduración
precoz y acelerada); por otro
lado, las recientes
investigaciones empíricas sobre el desarrollo social de la primera infancia demuestran ampliamente la tesis de una sociabilidad primaria y precoz (Bowlby, 1971;
Schaffer,
1971; Zazzo, 1974 y 1986; Thomas, 1979;
Lambe y Scherrod, 1981; Tronick,
1982; Lewis y Rosenblum, 1974;
Stambak
et al., 1983;
Zaporozetz
y Lissina, 1974; Lissina, 1986; Ignjatovic-Savic et al., en prensa).
Los análisis
teóricos llevaron a Vygotsky a
defender tesis bastantes visionarias sobre la sociabilidad
precoz del niño y a deducir de
ellas las consecuencias respecto de
la teoría
del desarrollo del niño. Vygotsky
(1982-1984, Vol. IV, pág.. 281)
escribía en 1932): “Por mediación
de los demás, por mediación del
adulto, el niño se entrega
a sus actividades. Todo
absolutamente en el comportamiento
del niño
está fundido, arraigado en los
social.” Y prosigue: “De este modo,
las relaciones del niño con
la realidad
son, desde el comienzo, relaciones sociales. En este
sentido, podría decirse
del niño de pecho que es un ser social en el más alto grado.”
La sociabilidad del niño es el punto de partida de sus interacciones sociales
con el medio que lo rodea. Los problemas de la psicología de la interacción social son actualemente harto conocidos
y, por tal motivo, los
limitaremos aquí a mencionar brevemente algunas particularidades
de la
concepción de Vygotsky.
Por origen
y por naturaleza el ser humano
no puede
existir ni experimentar el desarrollo propio de su especie como una mónada aislada; tiene necesariamente su prolongación en los demás; de
modo aislado no es un
ser completo.
Para el desarrollo del niño,
especialmente en su primera infancia, lo que reviste importancia primordial son las interacciones
asimétricas, es
decir las interacciones con los
adultos portadores de todos los
mensajes de la cultura. En este
tipo de interacción el papel
esencial corresponde a los signos, a los
distintos sistemas semióticos, que, desde el punto
de vista
genético, tienen primero una función
de comunicación
y luego una función individual: comienzan a ser utilizados como instrumentos de organización y de control
del comportamiento individual.2 Este es precisamente el elemento
fundamental de la concepción
que Vygotsky tiene de la
interacción social: en el proceso
del desarrollo esta desempeña un papel formador y constructor. Ello significa simplemente que algunas
categorías de funciones mentales superiores (atención voluntaria, memoria lógica, pensamiento
verbal y conceptual, emociones complejas, etc.) no
podrían surgir y constituirse en el
proceso del desarrollo sin la contribución constructora de las interacciones sociales.3
Esta idea indujo
a Vygotsky a formular generalizaciones cuyo valor heurístico dista mucho de estar agotado,
aún en
la actualidad.
Se trata
de la
célebre tésis sobre la “transformación
de los
fenómenos interpsíquicos en fenómenos intrapsíquicos”. Véamos una de las
formulaciones de esta
idea: “La más importante y fundamental de las leyes que explican la génesis y a la cual nos conduce
el estudio de las funciones
mentales superiores podría expresarse del modo siguiente:
cada comportamiento semiótico del
niño constituía exteriormente
una forma
de colaboración
social, y ésa es la razón
de que
preserve, incluso en las etapas
más avanzadas
del desarrollo,
el modo
de funcionamiento
social. La historia del desarrollo
de las
funciones mentales superiores aparece así
como la historia de la
transformación de los
instrumentos del comportamiento social en
instrumentos de la organización psicológica individual” (Vygotsky, 1982-1984, Vol. VI, p. 56).
La
ejemplar investigación que Vygotsky lleva
a cabo partiendo de esta idea
versa sobre las
relaciones entre el pensamiento y el lenguaje
en el proceso de la ontogénesis (que es, por otro lado, el tema
fundamental de su obra Pensamiento y lenguaje). Como hoy sabemos,
la capacidad de adquisición del lenguaje en el niño está determinada en gran medida por la herencia.
La
investigación de Vygotsky demuestra que,
aún en
este caso, la herencia no
es una
condición suficiente, sino que es también necesaria la contribución del medio social en forma de un tipo de
aprendizaje muy concreto. Según Vygotsky,
esta forma de aprendisaje no es sino una
construcción en común en
el proceso
de las
actividades compartidas por el niño
y el adulto, es decir, en el marco de la colaboración social. Durante esta etapa de colaboración preverbal el adulto
introduce el lenguaje que,
apoyado en la comunicación preverbal, aparece desde un
comienzo como un instrumento de comunicación y de interacción
social. En el mencionado libro Vygotsky describe
las sutilezas del proceso genético
mediante el cual el lenguaje,
en calidad
de instrumento
de las relaciones sociales, se transforma en un instrumento de la organización psiquica interior del niño
(la aparición del lenguaje privado, del lenguaje interior, del pensamiento verbal).
En lo que concierne a nuestro
tema, a saber, las repercusiones de la teoría del desarrollo en la
educación, se desprenden varias conclusiones importantes. En primer lugar, nos
encontramos ante una solución original del problema de la relación entre el desarrollo y el aprendizaje: incluso cuando
se trata de una función
determinada en gran medida por la herencia (como ocurre con el lenguaje)
la contribución del entorno
social (es decir del aprendizaje)
sigue teniendo de todos modos
un carácter
constructor y, por tanto, no
se reduce
únicamente al papel de activador,
como en el caso del instinto, ni tampoco al de estímulo del desarrollo que se limita a acelerar
o a retrasar las formas
de comportamiento que aparecen sin
él. La
contribución del aprendizaje consiste en
que pone
a disposición del individuo un poderoso
instrumento: la lengua. En el
proceso de adquisición, este instrumento se convierte en parte integrante de las estructuras psíquicas del individuo (la evolución
del lenguaje). Pero hay algo más: las nuevas adquisiciones (el lenguaje), de origen social, operan en interacción con otras funciones mentales,
por ejemplo,
el pensamiento.
De este
encuentro nacen funciones nuevas,
como el pensamiento verbal. En
este punto nos encontramos con una tesis de
Vygotsky que no
ha sido
todavía suficientemente asimilada
y utilizada en la investigación, ni siquiera en la
psicología actual. Lo fundamental en el desarrollo no estriba en el
progreso de cada función
considerada por separado sino en el cambio de las relaciones entre las distintas funciones,
tales como
la memoria
lógica, el pensamiento verbal, etc.,es
decir, el desarrollo consiste en
la formación de funciones compuestas, de sistemas de funciones,
de funciones
sistemáticas y de sistemas funcionales.
El
análisis de Vygotsky sobre las
relaciones entre desarrollo
y aprendizaje en lo relativo a la adquisición del lenguaje nos lleva a definir
el primer modelo del desarrollo en estos términos: en un proceso
natural de desarrollo, el aprendizaje se presenta como un medio que fortalece este proceso
natural, pone a su disposición los instrumentos creados por la cultura que amplían las posibilidades
naturales del individuo
y reestructuran sus funciones
mentales.
El papel
de los
adultos, en cuanto representantes de la cultura en
el proceso
de adquisición
del lenguaje por el niño y de apropiación por éste de una parte de la cultura (la lengua), nos lleva a describir
un nuevo
tipo de interacción que desempeña
un papel
determinante en la teoría de
Vygotsky. En efecto, además
de la
interacción social, hay en esta
teoría una interacción con los
productos de la cultura.
Huelga decir que no se
puede separar ni distinguir a las claras estos dos
tipos de interacción que suelen manisfestarse en forma de interacción sociocultural.
Para
esclarecer estas ideas de Vygotsky,
citaremos la obra de Meyerson,
de tan significativo
título Las funciones psicológicas y las obras (1948). La idea fundamental de Meyerson es la siguiente:
“Lo humano en su totalidad tiende a objetivarse y a proyectarse en las obras” (p.69). Y la tarea
de la
psicología consiste en “buscar los
contenidos mentales en los fenómenos
de civilización
descritos” (p. 14) o en “considerar el carácter de las operaciones mentales implicadas” (p.138).
Al analizar el
papel que desempeña la cultura
en el
desarrollo individual, Vygotsky
expone ideas
análogas. En el conjunto de
las adquisiciones de la cultura,
centra su
análisis en aquellas que tienen
por objeto
controlar los procesos mentales y el comportamiento del hombre.
Se trata
de los
diferentes instrumentos y técnicas (incluso tecnologías) que el hombre asimila
y orienta hacia sí mismo para influir
en sus
propias funciones mentales. Se crea
así un sistema gigantesco de “estímulos artificiales
y exteriores” mediante los
cuales el hombre domina sus
propios estados interiores. Una vez
más, pero de modo diferente,
encontramos en Vygotsky el fenómeno
del interpsiquismo. Desde el
punto de vista psicológico, el individuo tiene su
prolongación, por un lado, en
el otro
y, por
otro lado, en sus obras
y en su cultura, que constituye
segun Marx su “cuerpo no
orgánico”. Esta expresión es muy
justa: la cultura forma parte
integrante del individuo y, no obstante,
es exterior
a él. Considerado de esta manera,
el desarrollo
del hombre
no se
reduce únicamente a los cambios que
acontecen en el interior del
individuo, sino que se manisfiesta
como un desarrollo
alomorfo que podría adoptar dos formas distintas: producción de auxiliares exteriores
en cuanto tales y creación
de instrumentos
exteriores que pueden utilizarse para producir cambios interiores (psicológicos). De esta manera,
aparte de los instrumentos que el hombre ha
creado a lo largo de toda su
historia y que sirven para dominar
los objetivos
(la realidad
exterior), existe toda una serie de instrumentos que, orientados hacia el hombre
mismo, se pueden
utilizar para controlar, dominar y desarrollar las capacidades del individuo.
Estos
instrumentos comprenden, por mencionar solo
algunos: la lengua, la lengua,
escrita y hablada (y toda la
Galaxia Gutenberg, por emplear la
expresión de M. McLuhan), los rituales, los modelos de comportamiento en las obras de arte, los sistemas de conceptos científicos, las técnicas
que ayudan a la memoria o al pensamiento, los instrumentos
que fortalecen la movilidad o la percepción humana, etc.
Todos estos instrumentos culturales son “extensiones del hombre”
(McLuhan 1964), es decir factores de prolongación y de amplificación de las capacidades humanas.
Para la
antropología cultural, descripciones
como ésta pueden parecer triviales,
pero en el orden conceptual que rige en psicología, tradicionalmente marcado por la subjetividad, es muy raro que se tomen en
cuenta tales factores
culturales. Incluso la
antropología cultural se
limita a menudo al
solo aspecto de la objetivación de las capacidades del hombre en los productos de la cultura.
Para
McLuhan, más aún y mucho antes
que él,
para Vygotsky, lo que importa
son las
consecuencias psicológicas, las repercusiones que la
existencia de estos instrumentos tiene en el desarrollo del individuo, la interacción del individuo con esos instrumentos.
Al analizar esas consecuencias el punto de partida de Vygotsky es el célebre enunciado de F. Bacon (que
él cita
repetidamente) “Necnanus, nisi intellectus, sibi permissus, multa
valent:instrumentis et auxilibus
res perficitur” [la mano
y la inteligencia humanas, privadas de
los instrumentos
necesarios y de los auxiliares, resultan bastante impotentes, al contrario, lo que
fortalece su potencia
son los instrumentos y los auxiliares
que ofrece la cultura].
En primer
lugar, la cultura crea un número cada vez más elevado de poderosos
auxiliares externos (instrumentos,
aparatos, tecnologías) que prestan apoyo
a los procesos psicológicos. Desde los
nudos con que se ata
un pañuelo
o las marcas que se practican
en un
trozo de madera con objeto de
conservar la memoria de determinados
acontecimientos hasta los
poderosos bancos de datos
informatizados o las tecnologías
modernas de la información, el progreso ha sido constante
en la esfera de la “tecnología psicológica”. Junto a la memoria
o la inteligencia individual y natural, existen una memoria y una inteligencia exteriores y artificiales. ¿Cuál podría ser la eficacia
de un europeo moderno que careciera de esta tecnologías, que dependiera únicamente de sí mismo,
“desnudas la mano
y la inteligencia”? ¿Acaso
podría la psicología elaborar un
orden serio de conceptos relativos
a los procesos mentales superiores sin tomar en consideración
esos auxiliares exteriores?
En efecto,
la existencia
misma de estos auxiliares modifica el carácter del
proceso interior del individuo.
Para convencerse de ello basta
con observar qué cambios experimentan
las operaciones aritméticas más sencillas en quienes
se han
acostumbrado a utilizar las
calculadoras de bolsillo. Los verdaderos problemas de la investigación
residen en analizar las reestructuraciones
de los procesos interiores en función
de la
existencia de estos auxiliares y de la interacción de las partes exteriores e interiores de tales procesos.
Pero, además
de los
auxiliares externos, existen los instrumentos psicológicos contenidos
en las obras culturales que podemos interiorizar. Se trata de todos los sistemas semióticos, práctiocas,
procedimientos y técnicas conceptuales de los medios de
comunicación, operaciones y estructuras de carácter intelectual que se dan en todas las adquisiciones de la cultura.
En
sus análisis no se detenía
Vygotsky - como tampoco McLuhan - en el nivel superficial
de estas
adquisiciones. Su objetivo
era captar
las significaciones
ocultas y profundas. Esta tendencia del
análisis se exresa en la
célebre máxima de McLuhan: “el
medio es el mensaje”. El
medio de comunicación es, pues,
portador de las significaciones profundas. Se podría explicar
este enfoque mediante el ejmplo
de un
instrumento tal como la lengua
escrita (el ejemplo analizado por los dos autores
mencionados). El individuo (o el
grupo cultural) que ha hecho
suya la lengua escrita no
es el
mismo individuo que posee, por
añadidura, un saber técnico. La
lengua escrita y la cultura libresca cambian profundamente
los modos de funcionamiento de la percepción, de la memoria y del pensamiento. La razón de ello radica en que este medio lleva en sí mismo un modelo de análisis
de las realidades (análisis en
unidades diferenciadas, carácter
lineal y temporal
de la organización de los pensamientos, pérdida del
sentido de la
totalidad, etc.) y las técnicas
psicológicas, en especial
la amplificación del poder de
la memoria
que, por consiguiente, trae consigo
el cambio
de las
relaciones entre la memoria
y el pensamiento, etc. Así pues,
al acceder
a la lengua escrita, el individuo
se apropia
las técnicas
psicológicas que le ofrece su
cultura, y que, a partir de ese momento, se
vuelven “técnicas interiores”
(Vygotsky utiliza aquí la expresión
de Claparède).
De este modo, un instrumento cultural se arraiga en
el individuo
y se convierte en un instrumento
individual privado. Cuando se
piensa en los cambios tecnológicos
modernos, se podría plantear un
problema de considerable importancia: ¿cuales son las consecuencias de la utilización de las
modernas tecnologías intelectuales (término, a mi juicio, más
pertinente que la palabre “informática”), a saber, las computadoras, los bancos informatizados de datos, etc., en los procesos
cognoscitivos del individuo?
La investigación
ejemplar de Vygotsky
sobre la apropiación de los instrumentos culturales
que se convierten
en técnicas interiores atañe a la formación
de los conceptos: estudios comparados
sobre los conceptos experimentales,
los conceptos
espontáneos y los conceptos científicos. Los resultados de esta investigación figuran en su obra Pensamiento y lenguaje.
En el meollo de estas investigaciones se encuentra la adquisición de los sistemas de conceptos
científicos, la más
importante durante el periodo escolar.
Según la concepción de Vygotsky
el sistema de conceptos científicos constituye un instrumento cultural portador, a su vez, de mensajes profundos y, al asimilarlo, el niño modifica a fondo su modo de pensar.
La propiedad esencial
de los
conceptos científicos consiste en su
estructura, en el hecho de que se organizan en sistemas jerarquizados (otras estructuras posible son las “redes”, los “grupos”,
los “árboles genealógicos”
, etc.). Al interiorizar esa estructura,
el niño
amplía considerablemente las posibilidades
de su
pensamiento porque aquélla pone a su
disposición un conjunto de operaciones
intelectuales (diferentes tipos de definición,
operaciones de cuantificación lógica, etc.).
Son evidentes las ventajas
de esta
estructura cuando se la compara
con estructuras
de “prácticas”,
tales como las categorías
de “mueble”,
“ropa”, etc. Si tratamos, por
ejemplo, de dar una definición
lógica al término
“mueble”, veremos muy pronto lo
que pueden ser los límites
de las
categorías prácticas o de las categorías
fundadas en ellas que no
tienen la estructura formal de
los conceptos
científicos. Son, pues,
evidentes las ventajas que obtienen
todos los individuos al apropiarse
instrumentos intelectuales tan potentes.
El proceso de adquirir
los sistemas de conceptos científicos es posible a través de
la educación sistemática de tipo escolar. La contribución de la educación organizada y sistemática es, en este
punto, fundamental en comparación con la adquisición del lenguaje oral, en
el que
el aprendizaje
desempeña un papel constructor pero que sólo requiere
la presencia
de adultos
que posean la lengua en calidad de partícipes en las actividades comunes.
Nos hallamos
así ante
el segundo
modelo del desarrolo. Vygotsky lo
denomina “desarrolo artificial”: “Se puede definir la educación como el desarrollo artificial del niño [...] La educación no se
limita únicamente al hecho de
ejercer una influencia en los
procesos del desarrollo, ya que
reestructura de modo fundamental todas las funciones del comportamiento” (Vygotsky, 1982-
1984, vol. I, pág.107).
Lo
esencial estriba aquí en que
la educación
se convierte
en el
desarrollo, mientras que en el primer modelo
no era
más que
el medio
de fortalecer
el proceso
natural; aquí, la educación constituye una
fuente relativamente independiente
del desarrollo.
Conforme a la teoría de Vygotsky,
se podrían
identificar diveros modelos de desarrollo
(cosa que él mismo explicó
en varias
ocasiones) si se tiene en
cuenta el periodo del desarrollo
de que
se trate,
la índole
de los
instrumentos culturales, el grado de determinación hereditaria de las funciones, etc.
Si
se toma
en consideración
la multiplicidad
y la diversidad de los instrumentos
y de las técnicas culturales que es o no posible
adquirir en las diferentes culturas o en las diferente
épocas históricas, muy fácilmente podrían conceptuarse las diferencias
interculturales o históricas en el desarrolo
cognoscitivo, tanto de los grupos
como de los individuos. A la luz de esta
concepción del desarrollo de la inteligencia humana, parece paradójico hablar de culture-freetests of intelligence
(que se convierte,
según la fórmula de Bruner,
en
intelligence-free tests) o pensar que el único concepto
científico posible de la inteligencia
es el
que reduce la inteligencia a indicadores tales como el
tiempo de
reacción, el potencial eléctrico suscitado,
etc. (como lo hace Eysenck
en un
artículo reciente, 1988).
El
análisis de
este segundo modelo del desarrollo,
denominado “desarrollo artificial”,
cuyo ejemplo característico es el proceso de la adquisición de sistemas de conceptos, llevó a Vygotsky
a descubrir la dimensión
metacognoscitiva del desarrollo.
En efecto,
la adquisición
de sistemas
de conocimientos
basados en tal grado de
generalización, la interdependencia
de los
conceptos dentro de una red tal
de conceptos
que permite
pasar fácilmente de uno a otro,
las operaciones
intelectuales que pueden
ejecutarse con bastante facilidad y la existencia de modelos
exteriores (en los textos o demostrados por los educadores) de la aplicación de esas operaciones facilitan la toma de conciencia
(en ruso ossoznanie) y el control
(ovladanie) del individuo en lo
que atañe a sus propios
procesos cognoscitivos. Este proceso de autorregulación voluntaria resulta más fácil
gracias al tipo de proceso de aprendizaje (aprendizaje verbal, explicación de todas las operaciones
intelectuales, exteriorización de la anatomía del proceso de construcción de conceptos, elaboración
de conceptos en común, vigilancia
del proceso de aprendizaje por el adulto experto. etc.).
En estas
condiciones el individuo podría adquirir un conocimiento bastante preciso de sus
propios procesos cognoscitivos y el control voluntario de los mismos, en
lo cual
reside la esencia mísma de
la operaciones
metacognoscitivas. Hay que
afirmar de manera explícita que la obra de
Vygotsky constituye la fuente
histórica y teórica más importante para la conceptualización y el estudio empírico de
los procesos
metacognoscitivos. Son palmarios los hallazgos
científicos de Vygotsky en esta esfera: en vez de considerar
los procesos metacognoscitivos como meras técnicas prácticas
de dominio
de sí
mismo (como en el caso
de la
mnemotécnica) o como problemas aislados (según suele ocurrir con los problemas de la metamemoria), Vygotsky propone
por su parte un marco teórico
dentro del cual los problemas
que planean
los procesos
metacognoscitivos se integran
en una
teoría general del desarrollo de las funciones mentales superiores. En dicha
teoría tales procesos aparecen como
una etapa
necesaria en condiciones perfectamente definidas, y desempeñan
de rechazo
un papel
considerable en la reestructuración de la cognición en
general, papel que
ilustra del modo
más preciso la
concepción de Vygotsky
sobre el desarrollo como proceso de transformación
de las
relaciones entre las funciones mentales
particulares. En este sentido, por ejemplo, hasta el término de “metamemoria” (Flavell y Wellman,
1977) es
inadecuado, ya que no se
trata aquí de la intervención
de medios
mnemónicos en las actividades mnemónicas, sino de la intervención
de procesos
del pensamiento (que se han
vuelto conscientes y voluntarios) en las actividades mnemónicas. Se trata simplemente de nuevas relaciones
que se establecen entre dos funciones distintas.
Así
pues, aun en la actualidad,
la teoría
de Vygotsky
es la
única que ofrece, al menos en principio, la posibilidad de conceptuar científicamente los procesos metacognoscitivos, que permite
vincular esta dimensión del desarrollo cognoscitivo con el desarrollo cognoscitivo en general y explicar el origen de
esta capacidad del indiviuo para
controlar sus propios porcesos interiores,
mediante el ya
mencionado exquema de Vygotsky que
describe el paso del control
exterior e interindividual al control intrapsíquico individual.
Concluiremos esta parte
de nuestro
estudio esbozando las posibles aplicaciones de la teoría
de Vygotsky sobre el
desarrollo mental a la investigación y la práctica pedagógicas. He aquí, a nuestro juicio, los puntos fundamentales de ese esbozo:
En primer lugar, ninguna otra teoría psicológica del desarrollo concede tanta importancia a la educación como la de Vygotsky.
Según esta teoría, la
educación no es en modo
alguno exterior al desarrollo:
“La escuela es, por consiguiente,
el lugar
mismo de la psicología, ya que es el
lugar mismo de los aprendizajes y de la génesis de
las funciones psíquicas”,
escribe acertadamente J.P.Bronckart (subrayado en el original, Schneuwly y Bronckart,
1985).
Esta teoría
podría, pues, utilizarse con eficacia
para comprender mejor los fenómenos
educativos, y sobre todo el
papel que desempeñan en el
desarrollo para elaborar investigaciones pedagógicas y tratar de encontrar
aplicaciones prácticas.
En segundo
lugar, gracias a la teoría de
Vygotsky se han introducido en la psicología contemporánea, de modo directo
o indirecto, todo un conjunto de
nuevos problemas de imvestigación empírica que revisten la mayor importancia para la educación.
Las investigaciones sobre la sociabilidad precoz del niño (véanse
las ya
citadas fuentes), que constituyen un campo de estudio en pleno desarrollo, han contribuido a una mejor comprensión de la primera
infancia. A este respecto, se han
aplicado ya medidas prácticas en la educación de los niños de corta edad.4
La relación entre
las interacciones sociales
y el desarrollo cognoscitivo
constituye un tema predilecto
de Vygotsky que ha sido muy estudiado en la psicología contemporánea, en la intersección entre la psicología social y la
psicología cognoscitiva, siendo
evidentes sus aplicaciones prácticas en materia de
educación (por ejemplo, Perret-Clermont (1979); Doise y Mugny (1981);
Cresas (1987);
Hinde, Perret-Clermont
y
Stevenson-Hinde (1988); Rubcov
(1987); Wertsch
(1985a y 1985b).
Las
actuales investigaciones sobre
la mediación
semiótica, el papel que desempeñan
los sistemas semióticos en el desarrollo
mental y el desarrollo de lenguaje
están a todas luces fuertemente influidas por las tesis de Vygotsky (Ivic,1978; Wertsch,1983).
En
tercer lugar, la teoría de
Vygotsky constituye, histórica
y científicamente, la única
fuente importante de las imvestigaciones
sobre los procesos metacognoscitivos en la psicología contemporánea. El papel que desempeñan estos procesos en la educación y el desarrollo
reviste una importancia que nunca podrá sobreestimarse.
La falta
de investigaciones
teóricas y empíricas, que podrían
no obstante concebirse, y con excelente
rendimiento, en el marco de la teoría de Vygotsky,
es la única razón de que
todavía no se hayan tenido
en cuenta
esos procesos en el ámbito
de la
educación. Sin embargo, es
cierto que dichos proceos están
ya a la orden del día,
tanto en psicología como en pedagogía.
En
cuarto lugar, se podría fácilmente
elaborar un sistema de análisis
y un conjunto de instrumentos de investigación y de diagnóstico a partir de las tesis de Vygotsky
sobre el “desarrollo artificial”, es decir sobre
el desarrollo
sociocultural de las
funciones cognoscitivas. Para comenzar bastaría con hacer el inventario
de los
auxiliares exteriores, de los instrumentos
y de las “técnicas interiores”
de que
disponen los individuos y los grupos
sociales y culturales para elaborar los
parámetros mediante los
cuales unos y otros podrían compararse
entre sí. Es evidente que
esos instrumentos, elaborados de acuerdo con este
marco teórico, eliminarían el peligro
de interpretaciones racistas y patrioteras.
En quinto lugar, a partir de los dos modelos de los que hemos hablado en este artículo, se ha
conceptualizado toda una gama
de formas
de aprendizaje
a partir de las ideas de
Vygotsky o próximas a las suyas. Mencionemos
algunas: aprendizaje cooperativo,
aprendizaje orientado, aprendizaje fundado
en el
conflicto sociocognoscitivo, elaboración
de conocimientos
en común,
etc. (Doise y Mugny, 1981;
Perret-Clermont, 1989; Stambak es al., 1983; Cresas, 1987; Rubcov,1987; Brown y Palincsar,1986).
Para terminar, la
reciente aparición de los medios modernos de comunicación visual y de las tecnologías de la información, sus aplicaciones a la enseñanza
y el papel que desempeñan a corto y
largo plazo en la vida
de los
niños plantean nuevos y graves problemas.
¿Qué instrumento podría ser más adecuado
y útil para investigar
las repercusiones de estos nuevos instrumentos culturales en el
hombre que una teoría como
la de
Vygotsky, que coloca precisamente en el centro de
sus preocupaciones la función
de los
instrumentos de la cultura en
el desarrollo
psicológico histórico y ontogenético?
Esta teoría proporciona un marco
conceptual ideal para tal tipo
de investigaciones,
pero queda por realizar una ardua labor de aplicación y de investigación empírica.5
Si pasamos ahora
a la crítica de las ideas de Vygotsky,
lo primero que salta a la vista es que su
teoría no ha salido en
muchos de sus aspectos del
estado de bosquejo y no ha
sido suficientemente elaborada ni
aplicada. Concretamente, a menudo
sus tesis
teóricas no han sido ilustradas ni completadas mediante la
elaboración de metodologías idóneas. Pero
no se
pueden imputar estas lagunas
a Vygotsky, ya que sus discípulos
se han
contentado a menudo con repetir sus tesis en vez de
elaborarlas. Por otro lado, no
es culpa
suya que la psicología contemporánea haya desperdiciado sus esfuerzos y sus recursos
llevando a cabo investigaciones inspiradas en paradigmas mucho menos fructuosos que los suyos.
Se ha criticado
con frecuencia la distinción establecida por Vygotsky entre
dos líneas del desarrollo
mental (por otro lado muy vinculadas entre sí en su obra): el desarrollo natural
(espontáneo, biológico) y el desarrollo
artificial (social, cultural). Estamos de
acuerdo con Liders6 en que es necesario
mantener esta oposición que sigue siendo provechosa en el campo de las
ciencias, en vez de afirmar
gratuitamente que todo desarrollo del ser humano es cultural.
Pensamos que cualquier
reflexión crítica que pudiera formularse
sobre la teoría de Vygotsky
debería hacer referencia a la falta de una
crítica de las instituciones (o de los “instrumentos”)
sociales y culturales. El psicólogo bielorruso, fascinado por las contribuciones constructivas de la
sociedad y de la cultura, no
pudo en verdad elaborar un
análisis crítico, en el sentido
moderno del término, de estas instituciones.
Y
es que
las relaciones
sociales, cuando han sido perturbadas
(en el
grupo social, el entorno inmediato o la familia),
pueden dar origen a patogenias graves, gracias justamente a los mecanismos de acción descubiertos por Vygotsky. A su vez,
los “instrumentos”
culturales, nuevamente gracias a los mecanismos
señalados por Vygotsky, no sólo
pueden ser agentes de formación
mental, sino también de formación
del desarrollo (por ejemplo, en
el caso
de la
formación de las mentes dogmáticas, estériles y de corto alcance),
y ello precisamente porque los individuos
han mantenido interacciones
con los
productos de la cultura que
eran portadores de esos instrumentos
y mensajes profundos.
El análisis crítico de las instituciones y de los agentes socioculturales, incluida la crítica de las
instituciones escolares, podría contribuir
a la determinación de las condiciones
en las
cuales los “instrumentos y dispositivos” socioculturales se convierten en los factores formadores
del desarrollo.
Las teorías pedagógicas de Vygotsky
En la
primera parte de este texto
hemos analizado las repercusiones de la teoría del
desarrollo de Vygotsky en la
pedagogía. A continuación, vamos a
exponer sucintamente las ideas más
explícitas de Vygotsky en torno
a la educación. No obstante, a nuestro juicio, el análisis
que acabamos
de hacer en la parte anterior reviste mayor importancia para la educación.
El propio Vygotsky
participó muy activamente en una
serie de actividades pedagógicas. Fue educador y, según se
dice, poseía grandes dotes para
esta profesión. En calidad de
miembro de los órganos dirigentes de la educación nacional,
participó en la solución de
los problemas
prácticos de la educación que se planteaban en su época, como
cuando la enseñanza soviética enfrentaba las dificultades propias del paso de la enseñanza “compleja” a la enseñanza
por disciplinas escolares en la escuela
primaria. Por lo demás, a lo
largo de toda su vida,
Vygotsky se interesó en la
educación de los niños impedidos.
Vamos
a dar aquí algunas indicaciones sobre los problemas pedagógicos vinculados a las relaciones entre el desarrollo y el aprendizaje, sobre el concepto
de “zona de
desarrollo” y sobre
los caracteres específicos de la educación escolar formal.
Para Vygotsky el problema de la relación entre el desarrollo y el aprendizaje constituía antes que nada un
problema teórico. Pero
como en su teoría la
educación no era en modo
alguno ajena al desarrollo
y que éste, para Vygotsky, tenía lugar en el
medio sociocultural real, sus análisis
versaban directamente sobre la educación de tipo escolar.
Ya hemos visto
que uno
de los
modelos del desarrollo (modelo II,
“Desarrollo artificial”) es posible gracias
precisamente a la educación
escolar, con la adquisición de sistemas de conceptos
científicos como núcleo de este tipo de educación.
Para Vygotsky,
pro lo
tanto, la educación no se
reduce a la adquisición de un
conjunto de informaciones, sino que constituye una de las fuentes del desarrollo, y la educación
misma se define
como el desarrollo artificial del niño. La
esencia de la educación consistiría, por consiguiente, en garantizar el desarrollo
proporcionando al niño
intrumentos, técnicas interiores y operaciones intelectuales. Vygotsky
habla incluso en repetidas ocasiones de la adquisición
(del aprendizaje) de diferentes
tipos de actividad. Tomando como ejemplo las taxonomías botánicas, podría decirse que para el psicólogo soviético lo fundamental no reside en conocer las categorías taxonómicas sino en dominar el
procedimiento de clasificación (definición y aplicación de los criterios
de clasificación,
clasificación de los
casos extremos o ambiguos, producción de nuevos elementos de una clase y,
ante todo, aprendizaje de la ejecución de operaciones lógicas que
vinculan entre sí a las diferentes
clases, etc.).
Todo ello significa que Vygotsky atribuía la mayor importacia a los contenidos de los
programas educativos,
pero haciendo hincapié en los
aspectos estructurales e instrumentales
de dichos
contenidos (a cuya significación hemos hecho alusión al
analizar las consecuencias de la
fórmula de McLuhan,
“el medio es el mensaje”).
En este sentido,
es preciso
decir que Vygotsky no fue
bastante lejos en el desarrollo
de estas
fructíferas ideas. Desde este
punto de vista, cabría considerar
al propio
establecimiento escolar como un mensaje, es decir un factor fundamental de la educación. Porque la institución escolar, aun haciendo abstracción
se los
contenidos que en ella se
enseñan, implica cierta estructuración del tiempo y del
espacio y se
basa en un
sistema de relaciones sociales (entre alumnos
y docentes, entre los alumnos entre sí, entre
el establecimiento
de enseñanza
y el medio ambiente, etc.). Los
efectos de la escolarización se deben, en gran parte, a estos aspectos
del “medio escolar”.
Por
otro lado, hemos visto que
Vygotsky apenas desarrolló una crítica
de la
educación escolar que habría encajado
a la perfección en su sistema
de pensamiento:
la escuela
no enseña
siempre sistemas de conocimientos
sino que, con frecuencia, abruma a los alumnos con
hechos aislados y carentes de
sentido; los contenidos escolares no llevan en sí
mismos los instrumentos y las técnicas
intelectuales y, muy
a menudo, no existen en la
escuela interacciones sociales
capaces de construir
los distintos saberes, etc. Finalmente, Elkonin tiene razón cuando reprocha a Vygotsky que no presta la necesaria atención a los métodos pedagógicos (Elkonin y Davidov,
1966).
El concepto
de Vygotsky
sobre la “zona de desarrollo
próximo” tiene, en primer lugar,
un alcance teórico. En la concepción sociocultural del desarrollo, no se puede considerar al niño como un ser
aislado de su medio sociocultural,
según el modelo de un
Robinson Crusoe infantil. Los vínculos con los demás forman parte de su propia naturaleza. De este modo, no se puede analizar el desarrollo del niño ni el
diagnóstico de sus aptitudes ni su educación si se hace caso
omiso de sus vínculos sociales.
El concepto
de zona
de desarrollo
próximo ilustra precisamente este punto
de vista. Tal zona se define como la diferencia (expresada en unidades de tiempo) entre las actividades
del niño limitado a sus propias fuerzas y las actividades del mismo
niño cuando actúa en colaboración
y con la asistencia del adulto.
Por ejemplo,
dos niños
logran pasar las pruebas correspondientes a la edad
de ocho
años de una escala psicométrica,
pero, con una ayuda normalizada,
el primero
sólo llega al nivel de
nueve años, mientras que el
segundo alcanza el nivel de doce años, de modo que la zona proximal del primero es de un año y la del segundo de cuatro.
En esta concepción
de zona
de desarrollo
la tesis
del niño
social se presenta según un
planteamiento metodológico de gran
envergadura, ya que considera el
desarrollo en su aspecto dinámico y dialéctico. Aplicado a la esfera de la pedagogía,
este concepto permite soslayar el eterno
dilema de la
educación: ¿es necesario alcanzar un
determinado nivel de desarrollo para iniciar la educación o bien hay que someter
al niño
a una determinada educación
para que alcance tal nivel?
En esta visión dialéctica
de las
relaciones entre aprendizaje y desarrollo que hemos analizado, Vygotsky añade que éste último sería más productivo si se sometiera al niño a nuevos aprendizajes precisamente en la zona
de desarrollo
próximo. En esta zona, y en
colaboración con el adulto, el
niño podría adquirir con mayor
facilidad lo que sería incapaz
de conseguir
si se
limitara a sus propias fuerzas.
Son
múltiples las modalidades de la
asistencia adulta en la zona
de desarrollo
próximo; entre ellas figuran
la imitación de las actitudes, los ejemplos presentados al niño, las preguntas de carácter
mayéutico, el efecto de
la vigilancia
por parte del adulto y también,
en primerísimo
lugar, la colaboración en actividades compartidas como factor constructor del desarrollo
El valor heurístico
de este concepto de zona de desarrollo próximo no ha sido
suficientemente aprovechado.7 La concepción teórica del niño en tanto que ser social traduce la
naturaleza del concepto en
términos operacionales. En cambio, su
aplicación requiere ser profundizada
y, de
hecho, se desarrolla actualmente un nuevo enfoque de
la construcción
teórica y de los instrumentos de diagnóstico basado en
esta noción. Se trata de
obtener, gracias al diagnóstico del proceso de desarrollo (ya no basado en los logros obtenidos) y al diagnóstico de las capacidades de los niños (normales o impedidos), el máximo proveho de la colaboración y del
aprendizaje ofrecidos.
La segunda pista
que podría
seguirse en la aplicación de este concepto es
la educación
en el
seno de la familia y en
la escuela.
Según los datos empíricos disponibles,
muchos padres de familia orientan espontáneamente sus intervenciones pedagógicas precisamente hacia la zona de desarrollo
(Ignjatovic-Savic et al., en prensa). Partiendo
de la tesis de Vygotsky, repetida por él en diversas
ocasiones, de que
la educación
debe orientarse más bien hacia
la zona
de dsarrollo
próximo en la que tienen
lugar los encuentros del niño
con la
cultura, apoyado por un adulto
que desempeña,
primero, un papel de
partícipe en las construcciones comunes y, luego, de
organizador del aprendizaje, podría
considerarse la educación escolar como
el lugar
donde el aprendizaje desempeña
el papel
de poderoso
medio de fortalecimiento del desarrollo
natural (modelo I) o como una
fuente relativamente independiente
(modelo II). Sin embargo, las
referencias a la educación
escolar que figuran en la
obra de Vygotsky deben considerarse
no como
descripciones de las realidades educativas sino más bien
como un proyecto de renovación
de la
educación. La teoría del psicólogo soviético, formulada hace más de medio siglo, podría perfectamente constituir,
gracias a su potencial heurístico, uno de los instrumento de tal renovación para la escuela actual.
NOTAS
1. Ivan Ivich. Profesor de pedagogìa genética. Universidad de Belgrado (Yugoslavia)
2. Hemos desarrolado esta idea en una monografía dedicada al origen y al desarrollo de la función semiótica en el niño (Ivic, 1978).
3. En
un texto
reciente hemos analizado una de
las posibles interpretaciones
de esta
función constructora de las interacciones sociales (Ivic, en Cresas, 1987).
4. Personalmente hemos intentado integrar esta ideas de sociabilidad precoz en un programa educatico destinado
a los niños en las guarderías
infantiles que actualmente está aplicándose
en la
República de Serbia (Ivic et al.,
1984). En una investigación empírica, mis colegas Ignjatovie, Kovac y Plut han obtenido
brillantes resultados
aplicando esta idea general
de Vygotsky.
5.
En
una tesis presentada en la
Universidad de Belgrado (“Los medios
de comunicación
visual y el desarrollo cognoscitivo”), N.Korac ha demostrado de manera emírica cómo pueden utilizarse los caracteres peculiares del
medio de comunicación que es el video para ejercer una influencia en el desarrollo cognoscitivo de niño.
6.
En un texto presentado en forma de tesis, Liders ha dado un nuevo y enérgico
impulso a la idea fundamental
de Vygotsky sobre las dos líneas
de desarrollo (natural y artificial), en un volumen en que se recogen las actas
de una conferencia dedicada a Vygotsky.
Véase Nauino tvorchestvo Vygotskovo i sovremenaya psihologia [La
obra científica de Vygotsky y la psicología
contemporánea], Moscú, APN SSR).
7. Por desgracia, para preparar el presente artículo no hemos podido utilizar el volumen de Rogoff y Wertsch
(1984), consagrado al concepto de zona de desarrollo próximo.
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