CLIMA ESCOLAR SOCIAL Y AUTO CONCEPTO EN ESTUDIANTES
Liliana
Gómez Ramos
Clima Escolar Social
El estudio TALIS (Teaching and Learning International Survey) publicada en junio de 2009, es una investigación comparativa
a nivel internacional sobre: Mejorar el clima escolar es el principal desafío del sistema educativo de España. Dicha
investigación ha sido realizada con una muestra de
más
de 90.000 profesores de secundaria de un total de
23 países. Según este estudio
pionero, España se sitúa muy cerca de los peores puestos en absentismo escolar, conductas perturbadoras, insultos,
intimidación o abuso verbal, daño físico y uso o posesión de drogas o alcohol entre los
estudiantes, comparada con
el resto de los países participantes.
Esta es la primera investigación comparativa a nivel internacional
de las condiciones de enseñanza y
aprendizaje que proporciona el proyecto TALIS, apoya más la importancia de invertir
en acciones encaminadas hacia la creación de ambientes positivos de aprendizaje, que además de mejorar la eficacia de la enseñanza, ayuden a aumentar la satisfacción
laboral del profesorado. De los resultados obtenidos de esta investigación, se pone
de manifiesto que se
trata de un importante reto para
los responsables de las políticas
educativas y para los propios docentes.
Tal
como señalan los propios autores del estudio, es bastante probable que los problemas de disciplina en los centros educativos se intensifiquen en
los próximos años, si no se toman medidas urgentes en esta dirección, la educación continuará lejos de convertirse en la deseada
industria del conocimiento.
Estévez, Musitú, Murgui y Moreno (2008), realizaron una investigación “Clima
familiar, clima escolar y satisfacción con la
vida en adolescentes” con 1319 adolescentes de ambos sexos, con edades comprendidas
entre los 11 y
16 años y escolarizados en 7 centros de la comunidad de Valencia. Cuyos resultados obtenidos
indican que el clima familiar positivo se relaciona directa
e indirectamente con la
satisfacción vital del adolescente, pero no se mostró una relación directa entre el clima
escolar y la satisfacción
vital del adolescente, solo se observó únicamente una relación
indirecta sobre el efecto del
clima escolar en el ánimo
depresivo del estudiante.
Ponferrada (2008), en la investigación de “Climas escolares,
malestares y relaciones
entre iguales en escuelas
catalanas de secundaria”, realizó
la aplicación de un cuestionario en una muestra de escolares que cursan ESO de 1° a 4° en 9 diferentes centros escolares
catalanas. Los resultados
respecto a la incidencia del
acoso escolar, social y físico entre los
alumnos, indican en las
relaciones entre iguales: el
tipo
de alumno ideal promovido por la escuela, y por contraste los valores que regían la
popularidad social entre el alumnado, el tipo de expectativas del centro y la percepción
del alumnado, los métodos pedagógicos y las
relaciones entre el profesorado y el
alumnado, los modelos normativos y la aplicación de sanciones y la segregación interna entre los alumnos, y el grado
de reconocimiento de la diversidad
según el origen
muestra un análisis cualitativo que refleja perfiles especialmente vulnerables en
la escuela: los jóvenes académicos y con pocas habilidades
sociales, los jóvenes
homosexuales o de masculinidades no tradicionales, aquellos
que cambian de centros
escolares y deben aprender un nuevo código de relaciones entre iguales, algunos
alumnos considerados como
débiles recaen en venganza de parte de
otros alumnos.
Murillo y Becerra (2007), en su investigación “ Las percepciones del clima escolar
por directores docentes y alumnado mediante el empleo de redes semánticas naturales, concluye que en la interacción del mundo docente se refieren al clima escolar desde dos posiciones: rol profesional (responsabilidad, compromiso y organización)
y su posición de personas (respeto, empatía, tolerancia, comprensión, valores , entre otros). Presenta obstáculos en cuanto a la conducta como: la falta de comunicación, falta de confianza,
prepotencia, falta de respeto; en cuanto a lo afectivo: el individualismo, indiferencia, pesimismo, dándose entre: directivos, docentes
y el
alumnado enfatizándose más en
centros públicos que en centros privados.
Pérez (2007), señala que la idea de numerosos expertos
en el tema, un buen clima
no se asocia de manera exclusiva con la disciplina y la autoridad, sino que se concibe globalmente abarcando las condiciones organizativas
y culturales del aula y del centro.
Es así que llevó a cabo
un programa de intervención en el área
educativa llamado
“Efectos de la aplicación de un
programa de educación para
la convivencia sobre el clima social del aula” en un curso
de 2° de ESO, menciona que el objetivo
es producir una mejora
significativa en el Clima
Social del Aula, mediante
la aplicación de dicho
programa para la convivencia donde
promueve tres tipos de actividades: participación y cooperación, aprendizaje de normas y resolución de conflictos. Los resultados
obtenidos muestran que se ha producido
una mejora significativa.
Romero Izarra (2005), citado por Pérez; aplicó un
proyecto concreto
de enseñanza y aprendizaje
basado en la cooperación (Filosofía
para niños y niñas) incide en la mejora del clima
social del aula, en él trabaja
con tres
variables grupales (cohesión, media global del ambiente y nivel
de
conflicto)
y
otras
tres
variables
interpersonales
(empatía, satisfacción y autoestima) aplica la escala CES y concluye que la aplicación del proyecto ha tenido efectos
relevantes.
Son frecuentes los estudios que relacionan el Clima Social del aula y el rendimiento
de los alumnos, y la conexión entre la eficacia y el clima favorable en el aula. Las
clases eficaces favorecerían
el proceso de aprendizaje de todo el alumnado,
y que promueven las relaciones positivas entre el grupo y desarrollan procedimientos
orientados
hacia
el éxito escolar. (Fullan, 2002; Nieto, 2003).
En el 2006,
Alarcón y Romagnoli, elaboraron un ensayo: “El clima escolar
como plataforma de cambio”, mencionan que se destaca la
incidencia de los factores contextuales en el rendimiento académico. El clima escolar integra tanto los factores individuales
y contextuales. Menciona que existe una
serie de estudios
en distintos contextos donde relacionan el clima escolar y el rendimiento académico como las
siguientes:
*El “Center
for the study and prevention of violence” de la Universidad de Colorado Boulder (2000),
demostró una correlación positiva entre el clima escolar y el
éxito académico.
*La investigadora
Marshall (2003),
demuestra que las relaciones interpersonales
positivas y oportunidades
de aprendizaje óptimas para todas las
poblaciones demográficas escolares incrementan los niveles
de éxito y reducen lo desadaptativo de éstas. (Mc Evoy y Welter,
2000). Asimismo una serie de “Programas educativos” que
en EE.UU. son llamados “Educación del carácter”, uno de ellos sería: “Comer School
Development Program” (SDP), se trabajó
con 300 escuelas para promover el desarrollo
físico, cognitivo, social
y ético de los niños.
Otras investigaciones en la que se aplican
pruebas para medir ya sea el rendimiento escolar de los alumnos del
SDP obtenían puntuaciones significativas frente a otros alumnos de otras escuelas. Una investigación desde
1993 hasta 1995 con 5000 alumnos de 15 escuelas
básicas de New York, obtuvo relaciones significativas en la prevención de la violencia a través de la instrucción social y emocional en los alumnos. En conclusión, se plantea:
que se hace necesario cultivar dimensiones que consideren al alumno como sujeto al contexto en el cual aprende y las interacciones en las que se desarrolla, ya que la escuela no es una isla , esta
determinada por contextos de índole económico-social.
Según Sánchez, Rivas y
Trianes (2006), en su investigación “Eficacia
de un programa de intervención para la mejora del clima escolar”, se realizó dicha aplicación durante
4 años en un colegio de Atención Educativa Preferente en Málaga, los niños
comprenden entre las edades de 10
a 12 años, se realizaron 3 módulos: Mejorar el clima de clase, Solucionar problemas con los demás sin pelear y Aprender a ayudar y a
cooperar, teniendo 54 actividades
en
total. Donde el objetivo es mejorar
el
clima del aula
y del centro para la prevención de la violencia escolar.
Concluyendo en resultados
positivos, mostrando una vía preventiva para reducir tensiones, mejorar las relaciones interpersonales y el bienestar y motivación del alumnado.
Blanco (2005),
en su investigación: “La Relación
entre el Clima Escolar y
los Aprendizajes en México” menciona: los efectos de las escuelas en los aprendizajes, la noción de clima escolar tiene un
lugar destacado, en países anglosajones, en
investigaciones pioneras como Edmonds (1979) e investigaciones posteriores como Lee
y Byrk (1989), Lee et al. (1997), se han encargado
de mostrar que el clima escolar
afecta la calidad y la equidad de los resultados educativos. Existen estudios de casos
múltiples basados en comparar escuelas con resultados extremos que concluyen que el
clima escolar es un factor
de gran peso en la calidad educativa
(Loera et al 2005). El
clima escolar es un factor importante, pero no determinante.
Algunos
estudios han demostrado
que la salud es fundamental en
el desempeño escolar; cuando se presentan alteraciones tanto
en su integridad física
como emocional
pueden generar ausentismo y deserción
escolar, disminución en la capacidad de
concentración y por tanto, influir en su nivel
de autoestima y en la imagen que
proyecta. Al hacer mención a la Educación, necesariamente hay que
referirse a la entidad educativa y a los diferentes elementos que están involucrados en el proceso enseñanza-aprendizaje como los estudiantes,
la familia y el ambiente social que lo rodea. Es así que la
escuela según Levinger, brinda al
estudiante
la oportunidad de adquirir técnicas, conocimientos, actitudes y hábitos que promueven el máximo aprovechamiento de sus capacidades y contribuye a neutralizar los efectos nocivos
de un ambiente familiar y social desfavorable. El nivel socioeconómico
y cultural del hogar y de la comunidad
de donde proviene el escolar, determinan en parte
su nivel de información, experiencia y rendimiento. Quien
crece en un hogar donde se discuten las
situaciones, se permiten expresar
sentimientos, se intercambian opiniones e informaciones, tienden a desarrollar un lenguaje más rico y fluido, a ganar seguridad y confianza frente a su grupo de iguales.
Ascorra (2003), en: “La escuela
como contexto de contención social y
afectivo” indica que la
adquisición de valores, motivaciones y metas, favorecen
la mejor
utilización de las capacidades del adolescente y la satisfacción por el estudio y la
escuela. La satisfacción del estudiante hacia el colegio y la actividad escolar, el interés del
profesor por el aprendizaje de sus discípulos y las relaciones del estudiante con sus
compañeros y educadores.
Para ello se toma en consideración
la noción de zona de desarrollo próximo de
Vygotsky (en Marchesi y Martín, 1998; Coll, 1990) y
por otra parte, el concepto de andamiaje de Bruner
(Wood, Bruner y Ross, en Marchesi y Martín, 1998; Coll, 1990). En
ambos casos se entiende el aprendizaje como resultado de la interacción del alumno con
un agente social más competente,
en este caso el profesor, que aporta al alumno; en
el marco de la actividad conjunta, la ayuda
que éste necesita.
El clima de aula es una dimensión emergente de
las relaciones que los alumnos y
profesor/res establecen
entre sí. Éste se constituiría
en un proceso cursivo de
interacciones entre
los
actores educacionales; en
donde el actuar del alumno y el del
profesor se despliega conforme a una serie de normas, hábitos comportamentales, rituales, prácticas sociales existentes en el contexto del aula; los cuales
-a su vez- son constituyentes de nuevos patrones
socioafectivos de acción.
Es decir, las interacciones entre los alumnos y entre éstos y el profesor son determinadas por y determinantes del clima
de aula.
Es
así que el ambiente escolar agradable, amplio, comprensivo
y estimulante, facilita al estudiante satisfacer
ciertas necesidades básicas relacionadas con la edad, la
habilidad y sus responsabilidades;
favorece la motivación, la cultura y la socialización. De acuerdo a un reciente
estudio realizado por la UNESCO (2002), en el cual se busca identificar aquellos
factores que podrían influir en el aprendizaje
de los alumnos, se
encontró que el clima que se generaba en el aula era
fundamental. Según lo señalado
por Cassasus en UNESCO (2002),
se demostró que si se suman todos los
factores extraescuela, con los materiales, con los recursos humanos y los factores
psicológicos, esta suma es inferior a la importancia que tiene el clima emocional lograda en el aula.
El docente, los padres y cualquier agente que participe
de la formación del educando, puede establecer
climas de aprendizaje ya sea
con orientación interna o
externa que mejoren los logros y el aprendizaje simultáneamente, se ha demostrado
categóricamente que el aprendizaje de los alumnos es afectado
no sólo por sus motivaciones o autoconcepto sino que también por las expectativas de los profesores, padres y medio familiar que rodea al niño. Lo fundamental de las preocupaciones respecto de las representaciones
de sí mismo, radica en que ellas se organizan de modo que mediatizan
los procesos interpersonales
y personales.
Rodríguez
(2004), en su investigación de: “El clima escolar”, indica
que las personas tienen que basar sus relaciones en la cooperación, participación, democracia, tolerancia, flexibilidad, se tiene que establecer
buenas relaciones sociales, para conseguir un
clima positivo que favorezca a la propia institución. Concluye: Los efectos del clima en el rendimiento de un centro educativo, se considera importante. El
perfeccionamiento y mejora del clima exigirá modificar elementos en la institución
educativa estos pueden afectar a la organización como las relaciones
entre el personal (directivos, profesores, alumnos).
Burgos (2002), en su investigación: “Percepción del clima escolar por alumnos de séptimos y octavos
años básicos de escuelas municipales con alto
índice de vulnerabilidad de la Comuna de Cerro de Navia”, indica que es importante el mejoramiento
de los aprendizajes y el clima
de violencia que se percibe en torno
a la comunidad escolar, se concluye que los alumnos perciben lo siguiente: en su contexto
instruccional con un 66.4%, contexto regulativo con un 59.8%, con un contexto imaginativo con un
57.3% y con un contexto interpersonal con
un 50.5%.
Kornblit (2001), en
el Informe “Caracterización del clima social escolar y
su relación con expresiones
de violencia”, analiza las
vinculaciones entre las diversas
dimensiones del clima social en las escuelas
medias y los niveles
de violencia presente en las mismas, con el fin de realizar un aporte al mejoramiento de los instrumentos de medición de estas
dimensiones de las instituciones educativas
y formular estrategias para
revertir sus efectos sobre la fragmentación del sistema educativo. Se tomaron cuestionarios a los
estudiantes
de 5to y 6to año del nivel medio y 3ro de nivel polimodal, incluyó colegios estatales y privados. Las
variables fueron: relación docente-alumno, sentimiento de pertenencia, clima social en la escuela, nivel de violencia
y conflictividad.
Las variables relación docente-alumno y sentimiento de pertenencia
se integran a la variable llamada
“clima
social escolar” y se comprueba
una
efectiva asociación entre
ésta y los niveles de violencia
que experimenta los
dos distintos grupos.
A medida que empeora el clima social se
incrementan significativamente
los episodios de violencia y lo inverso sucede cuando el clima social mejora. Dicha
investigación concluye: La variable relación docente-alumnos es el factor más importante vinculado a las manifestaciones de violencia en la escuela.
Las escuelas privadas
tienen un nivel de conflictividad más bajo que las estatales, pero no hay diferencias según el nivel de violencia. La diferencia se explica por la tendencia a una mejor relación
docente alumno en las escuelas privadas. El sentido de pertenencia a la
escuela es mayor entre los jóvenes
de los sectores sociales medios y
altos.
Autoconcepto
Rodríguez (2008), en su estudio: “Autoconcepto físico y bienestar/malestar psicológico en la adolescencia”, en una muestra de 1959 estudiantes que cursan desde
el 1°
de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) hasta 5° curso de estudios
universitarios, indica que el autoconcepto físico guarda relación positiva con el bienestar psicológico, también se ha analizado con las variables: edad, género o actividad físico-deportiva, encontrándose puntuaciones elevadas a medida que avanzan
con el tiempo y la práctica
de la actividad deportiva.
Reyes (2008), en su investigación: “El comportamiento suicida y su relación con el
autoconcepto y la depresión en los adolescentes”. Según datos de la Organización
Mundial de la Salud (OMS), 2001; en algunos países el suicidio constituye la segunda
o tercera causa de defunción
entre la población
de jóvenes entre 15 y
24 años, los estudios respaldan
la idea de que el suicidio es
una variable afectada multidimensionalmente y que existen relaciones significativas entre ideación suicida, depresión y autoestima, ésta es una
variable compleja que involucra otras, también
reportada en los estudios, tales como: la autoculpa, la autocrítica y la desesperanza; asimismo,
tiene dos facetas, ya que
por una parte desorganiza
el autoconcepto promoviendo la depresión
y esto a su vez se relaciona con la
ideación suicida y el intento suicida. Se puede afirmar que se encontró
un alto grado de significación entre la
ideación e intento suicida y su relación con el autoconcepto y depresión entre los
estudiantes de nivel medio
superior de la Universidad de Guanajuato, México.
De la Torre, Cruz, Carpio y Casanova
(2008), en: “Relaciones entre violencia
escolar y autoconcepto multidimensional en adolescentes de Educación Secundaria Obligatoria”, se planteo como objetivo conocer las diferencias de autoconcepto desde
una perspectiva multidimensional entre
adolescentes implicados en la participación u observación de actos intimidatorios
dentro del medio escolar. La muestra consta de
345 adolescentes con edades entre
14 y
los 18 años. Concluyen
que los agresores muestran una mejor auto percepción en las dimensiones: emocional
y social, el grupo
de víctimas puntúa más alto
en las dimensiones familiar
y escolar, el grupo de
agresores-víctima presenta puntuaciones más bajas en las
dimensiones: familiar y escolar
y ligeramente superior
a las víctimas en las dimensiones: social y emocional, y los observadores son los que mejor se perciben así mismos en las dimensiones: familiar
y académica y por debajo los agresores en las dimensiones: emocional
y social.
Asimismo se señala en esta investigación, la existencia de relaciones contradictorias
entre autoconcepto y violencia
escolar. Autores como Webster y Kirkpatrick (2006),
destacan la ausencia de
relación entre un autoconcepto negativo
y la implicación en
actos violentos, otras
investigaciones han revelado que los jóvenes que exhiben
acciones violentas en el contexto escolar, presentan
un autoconcepto académico
desfavorable (Andreou, 2000; Borders, Earleywine Yhuery, 2004; Donnelland, Trzesniewski, Robins, Moffitt y
Capsi, 2005; O’Moore y Kickham,
2001), y un autoconcepto social más negativo, pone de relieve de un rechazo sufrido de parte del grupo de iguales.(Hay,
Payne y Chadwick, 2004; Werner,
2004). Adicionalmente se constata que los alumnos considerados como agresores tienen
niveles aceptables
en la dimensión social del autoconcepto (Baumeister, Smart y boden, 1996). La controversia existe
en el caso de alumnos agresores, no sucede en alumnos catalogados como
víctimas, en los que consistentemente se observa un pobre autoconcepto en sus distintos
dominios (Boulton y Smith, 1994; Rigby y Slee, 1993).
La contradicción en
los
resultados puede ser atribuida de cómo se evaluó el
autoconcepto como valoración unitaria o multidimensional. Salmivalli (1998), obtuvo
que los agresores revelan
una imagen positiva de sí mismo en la dimensión física y social, sin embargo sus propias consideraciones son menos en las
dimensiones:
familiar, académico y emocional. O’Moore y Kirkham (2001), encontraron diferencias en el autoconcepto global, al comparar
agresores puros y víctimas puras,
lo que no ocurre en un
grupo híbrido
de agresor-víctima.
Denegri, Opazo y Martínez (2007), en “Aprendizaje colaborativo
y desarrollo del
autoconcepto en estudiantes
chilenos”, un estudio cuasiexperimental, con una muestra de 181 estudiantes de primer año de secundaria
por edades comprendidas entre
14 y 18 años, por un lapso de 10 meses. Concluyen que el trabajo
cooperativo tiene efecto sobre
el autoconcepto general y específicamente sobre las dimensiones: físico,
personal, familiar y social, pero
no en lo moral-ético.
Sánchez, Manzana y Mallen, (2006), en: “Autoconcepto y conducta social en los jóvenes que inician
la ESO”, en su investigación
en cinco institutos de la Ciudad de Castellón, con la participación 457 estudiantes, busca conocer
como es el autoconcepto que presentan los jóvenes que inician este periodo
de escolaridad y cual es la
percepción que tienen acerca de su conducta social. Se concluye que las conductas sociales se correlacionan de forma positiva con el autoconcepto total, los jóvenes que tienen
un autoconcepto emocional bajo se muestran
retraídos socialmente.
Alarcón y Romagnoli
(2006), en el ensayo: “El clima escolar
como plataforma de
cambio”, mencionan que las investigaciones referidas al autoconcepto son las siguientes: La investigación española
realizada por Peralta y Sánchez (2003), demostró en un grupo de 245 alumnos de educación
primaria, encontraron una estrecha relación entre rendimiento
académico y autoconcepto.
En otro estudio realizado por Núñez, González-Pineda,
García - Rodríguez, Roces, González y González –Pumariega (1998), en “Autoconcepto, Estrategias de
Aprendizaje y Rendimiento Académico” con 371 alumnos de escuelas primarias y secundarias, se comprobó que el autoconcepto positivo favorece la
utilización del
procedimiento estratégico de
aprendizaje, en el sentido
de que cuanto mayor sea el
autoconcepto del alumno más estrategias de aprendizaje utiliza.
Garaigordobil, Dura y Pérez (2005) en “Síntomas psicopatológicos,
problemas de conducta y autoconcepto autoestima con adolescentes
de 14 a 17 años”, con una muestra de 322 adolescente, se encontró que en los ANOVAS, muestran puntuaciones
superiores los varones en autoestima, sin embargo no se encuentra diferencias de género en autoconcepto global, los coeficientes de Pearson sugieren que los adolescentes con alto autoconcepto y alta autoestima tienen bajo nivel
de síntomas psicopatológicos y de problemas de conducta,
se plantea que el papel de los programas
de
intervención es fomentar el autoconcepto y la autoestima en la prevención de
problemas psicopatológicos
y de conducta.
Matalinares y otros (2005) en: “Inteligencia emocional
y autoconcepto en colegiales de Lima Metropolitana”, indican que en una muestra inicial de 601 alumnos de edades entre 15 y 18 años del 5to de secundaria,
se aplicaron
las pruebas de las cuales la muestra final fue de 203 alumnos. Los resultados indican una correlación positiva entre
ambas variables, también se encontró
relación entre la
inteligencia emocional y los
componentes: social y emocional del autoconcepto. En el autoconcepto
se comparó
entre varones y mujeres, encontrándose diferencias
significativas en lo académico a
favor de las mujeres y lo emocional
a favor de los varones.
Amezcúa
y Pichardo (2000), en: “Diferencias de género
en autoconcepto en sujetos
adolescentes”, en una muestra de 235 alumnos de edades entre once y catorce años de
escolaridad de sexto grado
de primaria y primer ciclo de ESO. Se indica que existen
diferencias significativas entre sexos, los varones obtienen mayores niveles de
autoconcepto global y emocional mientras que las mujeres destacan en
autoconcepto familiar, pero no existen diferencias significativas de género en autoconcepto total,
social
y académico.
Lucas y Carbonero (1999), en: “Desarrollo del autoconcepto
y autoeficacia a través de
un programa de orientación profesional en educación secundaria”, en estudiantes del
tercer y cuarto curso de ESO y primer curso de Bachillerato.
Concluyen que la igualdad de las puntuaciones en autoconocimiento y eficacia de parte de los dos grupos
participantes, el grupo experimental que participó en el Programa de la mejora de la
madurez
vocacional, han desarrollado mayor
autoconocimiento y sentido
de autoeficacia.
Valdez (1994), realizó una investigación con sujetos de
ambos sexos, de nivel preparatoria, de diferentes partes
del país como Chihuahua, Distrito federal de México y Yucatán, encuentra que las estructuras factoriales de autoconcepto cambia de un lugar a otro, asimismo se encontró que el autoconcepto se va adecuando a lo largo
de la vida, es decir, con la edad,
puede decirse que esta estructura
, puede tener un cambio, a partir
de las características subculturales de cada lugar, así como los elementos
contraculturales con los que se tiene
contacto con la vida cotidiana (Citado en Lucas y Carbonero, 1999).
Clima escolar
social y autoconcepto
En
esta sección se indica una investigación que relaciona las variables como: Clima
Escolar Social y Autoconcepto.
Cornejo y Redondo (2001), en “Clima escolar
percibido por los alumnos
de enseñanza media. Una investigación en algunos liceos de la
Región metropolitana- Chile”, concluyen que
los jóvenes dan una mayor valoración al contexto “interpersonal” donde
la cercanía y
preocupación del profesor hacia el
alumno es importante mientras que en España
es hacia el contexto “instruccional”. De ahí la
necesidad de los jóvenes en valorar
sus opiniones, sus
vivencias y su autoconcepto, tener una relación más íntima
y cercana con sus profesores y mejorar los contextos normativos (tipos y
formas de aplicar sanciones) en los
liceos, más que
mejorar el
nivel instruccional de
parte de sus profesores.
Existen antecedentes de investigación que muestran que el clima de aula
afecta
significativamente la autoconcepción de los estudiantes y su nivel de aprendizaje (Link y Ratledge 1975,
Alexander et al 1987). Esto indica que el
aula además de ser un
espacio de instrucción, es un espacio de construcción de relaciones
sociales, las cuales afectan
a los resultados
del proceso educativo.
Bases Teóricas
Clima escolar social
Los supuestos que fundamentan el estudio del “clima” o ambiente
social en las organizaciones
e instituciones humanas proceden de teorías psicosociales que
asocian las necesidades y motivaciones de los sujetos con variables estructurales de
tipo social. En específico, muchos estudios sobre clima se basan en el modelo
“interaccionista” desarrollado por Kurt Lewin y posteriormente por Murray en la
década del 30 en Estados Unidos ( Nielsen y Kirk 1974). Lewin introduce el
concepto de “atmósfera psicológica”, definiéndolo como “...una
propiedad de la situación como un todo”
(Lewin, 1965) que determinará la actitud y conducta de
las personas. Es este mismo autor quien destaca la importancia de la subjetividad de la persona en la comprensión de su
espacio vital.
Pérez (2007),
señala que el clima social de aula tiene mucha importancia en
el nivel educativo, se ha demostrado que la conducta del alumno varía en función
de su percepción del clima social
en la situación concreta en el que se desenvuelve. Son numerosos los autores que
han realizado estudios y aportaciones sobre el tema: Asensio y Díaz (1991), Villar y Villar (1992), Lorenzo (1995), Gairin (1996), Martín Bris (1999, 2000);
Cid (2003); Trianes y
otros (2006), intervienen tantas variables en dicho tema.
Anderson (1982) en el trabajo titulado “La búsqueda del clima escolar:
una revisión de la investigación" analiza y clasifica los conceptos más ampliamente utilizados
en las investigaciones entre clima escolar, llegando a identificar
4 planteamientos teóricos:
- Clima entendido
como agente de presión ambiental percibido por los alumnos
o los estudiantes.
- Clima
en función de las características típicas de
los participantes.
- Clima
en función de las percepciones y actitudes de los profesores.
- Clima
entendido como calidad de vida dentro del centro.
Bris (1999) presenta la idea de Clima escolar
como integradora frente a los planteamientos existentes, manifestando
lo siguiente:
- Clima escolar, es una cualidad relativamente persistente del ambiente
escolar.
- Clima escolar se ve afectado
por elementos diversos
de la estructura y el funcionamiento
de la organización.
- Clima
escolar está basado en concepciones colectivas.
- Clima
escolar
influye
en
la
conducta de los miembros
de
la
organización.
Asimismo se ha ido complejizando los planteamientos sobre el tema como: satisfacción del profesor-alumno, los contenidos curriculares, los conflictos, las formas de agrupamiento de los alumnos o la interacción del profesor – alumno y
entre los propios alumnos
(citado por Pérez, 2007)
Blanco (2005), la unidad de análisis
es “la escuela” dentro del concepto clima escolar,
sin embargo en el proceso
educativo tiene lugar dentro de las aulas
las interacciones entre un maestro y sus estudiantes, y estos están aislados
de los demás salones restantes, es así que propone el concepto de clima de aula, siendo un factor que podría estar vinculado a los aprendizajes en forma más directa.
Autoconcepto
Villa (2005), en: “El
análisis del autoconcepto desde la Psicología
Cognitiva”, proporciona un estatus científico dentro de la Psicología
Social. Los antecedentes de este enfoque
se pueden situar en Epstein (1973), con su propuesta
de que el concepto de sí mismo es una teoría de
sí mismo y por tanto su estudio
tiene carácter científico. Desde el enfoque cognitivo, se reconoce el papel del
autoconcepto como núcleo de la personalidad, su influencia
en el
afecto y en la
regulación de la conducta, su importancia en
el ajuste y bienestar personal, su
origen social, las conexiones entre el sí mismo real e ideal, la
importancia de las aspiraciones e ideales
en su formación. Y en su intento de captar cómo la
información acerca de sí mismo se estructura en la memoria,
cómo
influye en la memoria, cómo influye en la atención, y en la organización,
selección
y
procesamiento de nueva información relativa a sí mismo y que mecanismos
permiten el engranaje del autoconcepto
con la conducta
(González y Tourón, 1992).
Menciona
también, que el estudio
del autoconcepto desde el
modelo cognitivo de procesamiento de la información es visto como un proceso en constante construcción fruto de la relación
recíproca entre sujeto y medio. La
conducta se ve influida por el autoconcepto, el afecto y
la motivación. Anteriormente el autoconcepto
era considerado como una variable afectiva, estática
y unidimensional, pero estudios recientes indican que tiene su carácter de estructura cognitiva multidimensional. Para Markus (1977) es una estructura
activa de procesamiento de información,
es un sistema de estructuras interconectadas
de conocimiento acerca
de sí mismo. Es un esquema, donde se estructura y organiza la información adquirida de la experiencia y
sirve
para asimilar nueva información (Neisser, 1976).
El Autoconcepto es un
conjunto de esquemas cognitivos
de sí mismos específicos que se extienden a los campos importantes de la vida y que son
importantes para la persona. Al ser definido
como SELF (esquema) o esquema del
sí mismo es una estructura cognitiva-afectiva que contiene la información personal
(creencias, emociones, evaluaciones), pero
también un proceso que
juega un rol activo en cada etapa de
procesamiento de información (atención, codificación, interpretación,
etc.).
García (2004), señala que: “El Autoconcepto
ha adolecido de imprecisiones conceptuales y terminológicas de ahí que los términos de Autoconcepto y
Autoestima se utilizan
de
modo intercambiable
por unos autores y en otros se diferencian para restringir el término Autoconcepto a los aspectos cognitivos y descriptivos y la Autoestima a los aspectos
evaluativos y afectivos, sin embargo
Shavelson y cols. (1976) Wylie (1979), Rosemberg(1979) fundamentan que tanto
desde el punto de vista teórico como
empírico la dimensión evaluativa es inseparable del Autoconcepto.
Se indican algunos
antecedentes, según García (2004),
menciona: “
Williams James como el padre de
la investigación sobre Autoconcepto, él considera que el SELF (la persona
es simultáneamente un YO como un agente de conocimiento, un sujeto de actividad dotado
de atributos como continuidad en el
tiempo individualidad o voluntad personal y un MI como objeto de conocimiento
para sí mismo y para los otros
y comprende
aspectos cognitivos y
afectivos además es el ámbito que debe ocupar la investigación psicológica, porque el yo es terreno de la Filosofía.
Señala que
existe:
-Mi material.
-Mi social.
-Mi espiritual.
Otro de los antecedentes es el
interaccionismo simbólico que
toma como unidad de análisis
al sujeto en interacción con los otros, las propuestas de Mead han
dado origen a un conjunto de investigaciones orientadas a responder que es lo que determina el Autoconcepto ¿Es la influencia social únicamente o es la interacción de la influencia social en la
actividad del sujeto?.
Las evidencias empíricas cuestionan el papel unidireccional de la influencia social en el desarrollo
del Autoconcepto, inclinándose más bien
por
la consideración de un sujeto que no sólo se autoevalúa sino que evalúa a los otros y su influencia se puede distinguir
de lo que es la evaluación real de los otros y la
evaluación percibida por el sujeto acerca de lo que los
otros piensan.
La otra vertiente en el
estudio del Autoconcepto es la del
Humanismo representado por Carl Rogers quien al enfocar el autoconcepto distingue entre el sí
mismo real y el sí mismo ideal, el equilibrio se alcanza cuando
se establece una
correspondencia entre ambos en caso de
conflicto emergen los Mecanismos de defensa para protegerse
de las amenazas de integridad
del YO.
Desde la Psicología Cognitiva de
Epstein ubica el Autoconcepto en el campo de las teorías implícitas que el sujeto construye buscando una explicación
de sí mismo, éstas
teorías le ayudan a valorar sus
capacidades, recursos para enfrentar la realidad a su vez le permite organizar sus conocimientos para operar
con mayor frecuencia.
El modelo Multidimensional y
jerárquico (Shavelson) parte del cuestionamiento a la unidimensionalidad
del Autoconcepto, considera
que el sujeto al estar expuesto
a diferentes experiencias en los múltiples ámbitos en los
que se socializa, desarrolla percepciones diferenciadas de sí mismo, por ello es posible que tenga mejores percepciones en unos dominios que en otros, lo que va
a configurar el Autoconcepto especifico y un Autoconcepto general.
Las siguientes
características son rasgos distintivos del
Autoconcepto:
-Es organizado.
-Es multifacético.
-Es jerárquico.
-Es estable.
-Tiene carácter evaluativo.
Desarrollo del Autoconcepto:
Desde el punto de vista evolutivo
el Autoconcepto se va complejizando transitando
desde la conciencia de sí y del otro en los primeros años de vida,
pasando por la diversificación de percepciones de sí mismo hasta la inclusión de
elementos internos en la definición personal. Indudablemente el acceso a la escuela amplia la
presencia de los otros
significativos como son los maestros y
compañeros de estudios
y a
su vez lo va etiquetando en función de sus logros académicos.
Palacios (1999), basándose en Harter (1982), establece etapas del Desarrollo del Autoconcepto cuya
emergencia la sitúa con
la conciencia del “YO” y del
“OTRO”; alrededor de los 2 años y tiene como antecedente del Yo existencial y el Yo
categorial. El Yo
existencial está referido
a la
conciencia de que uno es diferente a los demás expresados en el reconocimiento de sí mismo en fotografías
o videos y el Yo categorial
referido a las capacidades, actitudes y valores que se van
conformando alrededor de la conciencia de sí mismo, lo cual se expresa con la
satisfacción o frustración cuando consiguen lo que se había propuesto o cuando no
lo logran, también se expresa
conductualmente cuando hacen algo correcto o
incorrecto.
-Autoconcepto en el escolar secundario: En esta
etapa a nivel del desarrollo psicológico integral, los cambios puberales traen consigo modificaciones en su imagen corporal,
de ahí el retorno a las descripciones centradas
en aspectos físicos, pero que
a diferencia del niño no se agotan en lo físico,
sino que se combina con
elementos internos que conjugan
perspectivas temporales de
presente y futuro, de ahí que emerjan
las aspiraciones como elementos descriptivos de lo que quisieran
ser.
Trianes (2005), el autoconcepto es la definición que el adolescente hace de
sí mismo a partir de cómo se autopercibe. Suele estar relacionado con la condición física y aunque ésta cambia considerablemente de los 11 a los 20 años,
los diversos estudios sobre cambios en el autoconcepto asociados al cambio de
edad concluyen que entre la adolescencia temprana y la adolescencia
tardía, el autoconcepto se va estabilizando de
forma gradual
hasta el extremo de afirmar
que hay muy pocos cambios en él. Sin embargo, los adolescentes son hipersensibles a cualquier acontecimiento de gran implicación emocional como
por ejemplo, el cambio de instituto. La consecuencia de ello es la alteración del
autoconcepto, lo que genera una inseguridad en esta etapa evolutiva. Los cambios
físicos tienen gran impacto en el autoconcepto
totalmente perfilado y puesto que el
adolescente desempeña roles distintos en contextos
también diferentes, lo habitual es que genere tantos autoconceptos como roles desempeña. Durante
la adolescencia temprana (11-14 años) se describen a sí mismos mediante
una serie de atributos abstractos
y aparentemente inconexos, con dificultad para compararlos o integrarlos y mostrándose preocupados por la disonancia por
ejemplo: simpático con los amigos y antipático en casa. Es interpretado por ellos como falsedad
o hipocresía. Durante la adolescencia intermedia (14-16 años) son
conscientes de la disonancia y sienten confusión
respecto de la autenticidad
de esos comportamientos.
En la adolescencia tardía
(16-18 años) ya son capaces de la
integración cognitiva de las aparentes contradicciones y llegan a comprender,
por tanto, que las
actuaciones pueden ser distintas según diferentes contextos. (Palacios,
1999).
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