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lunes, 22 de agosto de 2011

PEDAGOGÍA CRÍTICA


PEDAGOGÍA CRÍTICA

Jorge William Guerra Montoya
Documento de trabajo

Los fundamentos de la pedagogía crítica hay que buscarlos en los conceptos centrales de la teoría crítica. Para dar cuenta de dichos conceptos utilizaré los aportes de Christoph Wulf del capítulo 11 del texto: Introducción a la ciencia de la educación[1]. Sin embargo, este autor al pensar la relación anterior advierte que “abordar los conceptos centrales de la teoría crítica en la ciencia de la educación no supone que la teoría crítica sea, de antemano, una teoría de la formación o de la educación, aunque tenga elementos coadyuvantes”.

Los conceptos al respecto son:

1 EL CONCEPTO DE ILUSTRACIÓN

 Este concepto viene desde el Siglo XVIII al que se le llamó “Siglo de la Ilustración”. La ilustración fue un movimiento filosófico, social y político que nace en Francia y se extiende por toda Europa y los demás continentes. Filósofos tales como: Rousseau, Voltaire, Montesquiu, Diderot, entre otros, se propusieron dar luces, ilustrar al pueblo, sobre las desigualdades sociales, la corrupción religiosa y el despotismo de los Reyes para gobernar. Su lema fue “Todo por la razón, la libertad y el progreso”. 

Para Kant, “la ilustración es el esfuerzo del hombre para salir de la incapacidad de la que el mismo es responsable”. A tal incapacidad la reconoce como “minoría de edad” y la entiende como “la imposibilidad del hombre de servirse por sí mismo, de su propia razón”. La emancipación de la razón tiene un doble sentido: filosófico y social. Filosófico, en cuanto se refiere a la autonomía del hombre, a la búsqueda de la libertad a través de la autodeterminación.  Social, en cuanto capacidad del hombre para servirse de su propia razón y ser capaz,  a partir de una concepción y actuación política, de comprender, poner en cuestión y transformar las estructuras sociales que limitan su libertad. Lo cual implica que la emancipación social debe partir del individuo mismo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que ésta no se limita a las condiciones sociales del momento, ya que la libertad y la autodeterminación de cada ser humano, están haciéndose, permanentemente, en relación con el desarrollo histórico y cultural de la humanidad. 

Si aceptamos que la educación tiene como uno de sus propósitos: la emancipación de los seres humanos, a partir de la razón. La pedagogía crítica tendría que explicar cómo se concibe ésta y cómo se relaciona con la búsqueda de la autonomía y la libertad, en la medida que éstos son objetivos que permiten obtener aquella en el proceso del desarrollo humano. La teoría crítica acepta este propósito de la educación: la emancipación de la razón, pero advierte que la concepción de la misma y las relaciones que establece con la autonomía y la libertad, va más allá de la buena utilización de la misma razón, la emancipación se refiere también a las condiciones sociales y económicas contra las cuales hay que luchar en una sociedad en el campo político. Por ejemplo, el cuestionamiento de la autoridad y la dominación no se justifica, solamente, desde la emancipación de la razón.

Posterior al trabajo de Kant, durante la primera mitad del Siglo XX, surge la primera y segunda generación de la escuela de Frankfurt, autores como Horkheimer, Adorno, Marcuse, Habermas, entre otros, dicen que: “Después de todo la emancipación de la razón, en el sentido de una comprensión del pensamiento evolucionado, persigue el fin de liberar a los hombres del miedo haciéndose seres soberanos, pero el mundo, enteramente esclarecido por la razón, resplandece con el signo de desastre triunfante”. Lo que equivale a decir que la emancipación no se logra sólo desde la razón, ella no puede lograrlo todo, quienes así piensan caen rápidamente en el desencanto o en el racionalismo absoluto.

Los representantes de la escuela de Frankfurt presentan tres lineamientos para dar cuenta del concepto de emancipación en el marco de la teoría crítica. “Primero, evitar el peligro de la reificación[2] del proceso de emancipación, esto se debe a Adorno en su dialéctica negativa. Segundo, los procesos de emancipación deben orientarse hacia la liberación en contra del goce que procura la reificación en la clase burguesa, por ello el propósito desde la crítica es la supresión de la represión social. Marcuse dice que “la liberación de la incapacidad de la que no se es responsable debe sobrevenir no solamente con la ayuda del individuo, sino también gracias a la sensualidad comunicativa que no se basa en la dominación y donde las condiciones sociales y las estructuras de dominación pueden ser vivenciadas como las cadenas de las que no se puede uno deshacer”. Tercero, la autorreflexión frente a la ilustración se comprende como interiorización de un discurso terapéutico. El sujeto pensante debe jugar al menos dos roles en tanto sujeto reflexionante, roles que Habermas los expresa así: primero, “la posición de los participantes en el discurso es igualitaria e intercambiable, es por ello que la división interna de roles en el diálogo no plantea ningún problema para el pensamiento”. Y segundo, “la autorreflexión del sujeto en solitario exige una actuación totalmente paradójica: una parte de sí se debe separar de la otra de manera que el sujeto se pueda ayudar a sí mismo”. 

De ahí que el concepto de ilustración desembocó en la propuesta de la emancipación de la razón como superación de la minoría de edad. Pero, desde la teoría crítica, veamos el complemento del anterior concepto con el de la emancipación.   

2.  EL CONCEPTO DE EMANCIPACIÓN.

Este concepto es empleado de diversas maneras en el marco de la teoría crítica y de las ciencias sociales que ésta influencia. Precisamente la crítica debe explorar de qué tipo de emancipación se trata y qué condiciones existen en la naturaleza de la emancipación investigada.

Según Habermas, “la enseñanza adquiere en la actualidad una importancia central para la realización de los procesos de emancipación”. A partir de ellos se vuelven posibles la lucha política, la selección de estrategias adecuadas y la resolución de cuestiones tácticas. Según Carlos Marx se dan dos formas de emancipación por realizar en diferentes fases del desarrollo humano: La emancipación política y la emancipación humana. A través de la emancipación política se logra liberar al estado de la tutela de la religión y luchar contra el derecho de propiedad burgués, lo que quiere decir que la emancipación política hace aportes a la emancipación humana. Marx explica que “la supresión de la propiedad no constituye más que una condición de la emancipación humana”. Luego complementa que “la emancipación política en relación con la religión no es la emancipación realizada y sin contradicción contra la religión, porque la emancipación política no es la forma realizada y sin contradicción de la  emancipación humana”.

Lo anterior permite comprender que el fin de la emancipación política y humana es hacer del hombre un ser humano universal, un ser humano integral y en relación que se define tanto como individuo y como sociedad. Lo cual implica que el concepto de emancipación humana demanda tanto el aspecto subjetivo, es decir, las condiciones dadas en la personalidad, como el aspecto social de pertenencia a una clase social. De ahí que la autorreflexión esté ligada al interés de los seres humanos por obtener capacidad plena para la acción social, y con ella la emancipación.

En educación la emancipación tiene por principio un sentido negativo. El concepto sirve para identificar las situaciones en las que hay opresión y violencia, en la medida en que la emancipación tiende hacia la superación de la situación descrita como negativa, pero posteriormente exige que se convierta en un sentido positivo, en la medida que la emancipación es finalidad de la situación deseada, es decir, un compromiso de los individuos y grupos sociales oprimidos para la defensa de sus intereses y una ayuda para sus movimientos de liberación y transformación. Sin embargo, no podemos olvidar que dicha liberación y transformación, como resultados de la emancipación, en sentido positivo, se da en contextos sociales y culturales determinados.

3.  EL CONCEPTO DE REIFICACIÓN.

Desde el punto de vista de la sociedad burguesa su función es la de mantener el orden social. Ella se entiende a partir del análisis de los procesos de comunicación. En el ámbito de la educación este concepto ha sido estudiado, particularmente,  por Klaus Mollenhauer, quién plantea que la reificación toca los procesos de comunicación y de formación y por tanto la conciencia del hombre. Ella tiene por efecto un empobrecimiento de las relaciones humanas debido a la racionalización reductora de la acción instrumental que limita la capacidad de autodefinición del hombre, así como su campo de acción y reflexión.

La tendencia desarrollista que se desprende y que invade la vida social lleva a la intensificación de la violencia contenida en la estructura del sistema social y cuando la crítica no alcanza a evitar la hipostasía de estas nociones y conceptos surge el peligro de que sea vencida por las tendencias reificantes más poderosas.

Por ello, es necesario que en los procesos de formación de un ser humano exista la posibilidad de liberarse de la reificación, y una de las formas de obtenerla es mediante procesos eficaces de comunicación e interacción humana.

4.  EL CONCEPTO DE CRÍTICA.

Tal concepto ha servido para marcar una orientación específica que se distingue del concepto tradicional de las ciencias. La crítica para la escuela de Frankfurt se convierte en el elemento constitutivo de la teoría crítica, en la medida que posibilita una crítica de la sociedad. Horkheimer sitúa la crítica al capital en el centro de la crítica social ya que con el capital se definen las estructuras de la sociedad, por ello dice que es necesario modificar la estructura económica para poder modificar la estructura social. Lo anterior significa que el pensamiento crítico y su teoría buscan poner en práctica dos métodos: formación individual y formación social. Cada ser humano tiene mayor conciencia de individuo si esta definido desde sus relaciones afectivas y racionales con otros individuos y grupos a partir de las preocupaciones que poseen como clase definida y, finalmente, de acuerdo con el cúmulo de relaciones sociales que establece con otras clases sociales, todas en interdependencia en el todo social, en las relaciones con la naturaleza y con la cultura.

La crítica en los procesos educativos, como ya se dijo antes, tiene como elemento central la crítica social. Por ello la crítica en los procesos educativos se convierte en una crítica sistemática del saber y de la ciencia, del positivismo e igualmente a la hermenéutica y la teoría de los sistemas, cuando de ellas se piensa que son teorías absolutas. También, al lado de la crítica de la sociedad y de la ciencia absoluta, se da otro sentido de la crítica, la crítica en relación con la intención de mejorar el Status Quo de la sociedad y de la ciencia sólo a partir de las llamadas “condiciones razonables”.

Toda sociedad y todo sistema educativo se debe preocupar por mejorar las condiciones de vida social que critica. Es ese sentido es necesario pasar del método negativo de la crítica al método positivo o constructivo. La crítica se debe convertir en algo práctico para que pueda contribuir al mejoramiento de la práctica social.

Concebida así la crítica, se convierte en una condición central de la emancipación. Por ello en el análisis crítico de las estructuras sociales, científicas, racionales y de los mismos sistemas educativos, es necesario combinar el sentido negativo y positivo de la crítica. Con el sentido negativo se puede lograr un distanciamiento y comprensión de las estructuras de dominación y con el sentido positivo se puede lograr una liberación parcial con respecto a las coacciones y un compromiso con la transformación. Por eso si la crítica se centra sobre las estructuras sociales no es una simple crítica social, necesita ser una crítica integral por las relaciones que la estructura social establece con las demás estructuras de una sociedad. Sin embargo, la crítica no es un fin en sí misma, ella esta basada en la dialéctica permanente lo que le permite evitar dar alternativas de solución a las crisis sociales de una manera dogmática, lo que quiere decir que la crítica necesita permanecer siempre reflexiva y transformadora.

Si la ciencia de la educación quiere cumplir su misión con cada estudiante debe definirse desde una “teoría crítica constructiva” y distanciarse de los objetivos que se han pensado por fuera de la historia y que no son dialécticos. Lo que implica que la educación se dirige al educando tanto en su situación social como en la personal.

5.  EL CONCEPTO DE SOCIEDAD.

Por sociedad se entiende, en principio, el contexto global de vida, acción y comportamiento de los seres humanos en un momento histórico y un espacio determinado. El comportamiento en dicha sociedad se constituye a partir del intercambio y concurso de actividades en la división social del trabajo. Ahora bien, en la medida que la teoría crítica se define como teoría de la sociedad, apunta el análisis y explicación de las estructuras y los sistemas de organización social. Una teoría de la sociedad es crítica en cuanto pone en cuestión y perspectiva el desarrollo posible de una determinada sociedad para dar cuenta de su desarrollo real.               
 
Adorno escribe que la irracionalidad de la estructura social contemporánea impide la expansión racional de la teoría, él plantea que “la sociedad contemporánea no se puede definir de un modo conveniente, en tanto no se reconozca que ella está organizada, en gran parte, según las leyes con arreglo al valor del capital”. Los estudiantes necesitan reconocer y comprender la sociedad en la cual viven para poder aportar a su transformación y ello sólo lo pueden hacer sí la abordan desde una posición crítica (negativa y positiva a la vez) que de cuenta de todas sus estructuras y posibilidades de transformación.

6.  EL CONCEPTO DE COMUNICACIÓN Y DISCURSO.

La teoría de la acción comunicativa propuesta por Habermas tiene una importancia central para la ciencia de la educación. Se trata de superar la razón instrumental para dar cabida a la acción consciente racional y crítica que permita un mayor compromiso con la emancipación social. Al igual que se reconoce la importancia de la teoría del lenguaje en los procesos educativos, se debe reconocer la importancia de los procesos comunicativos y de construcción de discursos, en la tarea de dar forma a las disposiciones y capacidades naturales de los seres humanos en contextos socioculturales determinados.

Al mismo tiempo hay que reconocer que no se puede acordar la veracidad y legitimidad de las teorías más que a través de un consenso entre los seres humanos que constituyen una comunidad y esto sólo lo pueden hacer a partir de la intersubjetividad y el discurso argumentado. Por ello en una sociedad los diferentes miembros que la componen deben estar comprometidos en la construcción de procesos comunicativos y de discursos con sentido que hagan posible el consenso y con él las transformaciones necesarias.

7.  LA RELACIÓN TEORÍA-PRÁCTICA.

La postura crítica necesita orientarse hacia la práctica social, porque es en ella que se constituye y reconstituye la relación teoría-práctica, lo cual significa que ambas son momentos de un mismo proceso: el proceso social. Horkeimer plantea que “la actividad de pensar se caracteriza fuertemente por la autodeterminación de aquello que se debe realizar y de aquello a lo que debe servir, no solamente en pequeños detalles sino en la totalidad”. Por tanto no podemos hablar de teoría separada de la práctica o viceversa, la una y la otra se auto-constituyen y se re-construyen permanentemente.   

El pensamiento crítico, en el sentido de la teoría crítica, no se debe orientar exclusivamente hacia la producción de conocimiento. La teoría debe tener un interés mediato e inmediato por el mejoramiento de las situaciones sociales. La teoría debe cuestionarse sobre sus fundamentos ideológicos, sobre su función social y sobre todo sobre sus posibilidades de influenciar la práctica social. Además, la práctica social tiene el deber de dar cuenta del valor de las teorías en la medida en que éstas deben mostrar su validez precisamente en ella misma. Actualmente, la teoría en lugar de permitir el desarrollo racional, puede producir fragmentación e irracionalidad y en lugar de ayudar a la práctica se puede convertir en técnica de manipulación.

Habermas, en su libro “Teoría y Praxis" aborda la relación teoría-práctica de una nueva forma que dice que: “Más allá del terreno de lo teórico se concibe la práctica como aplicación de la teoría y que más allá de la misma práctica se concibe la teoría como reconfiguración de la práctica”.

Para explicar dichas relaciones habla de tres aspectos:

El aspecto empírico. “La teoría debe ocuparse de aclarar aspectos prácticos”. Por ejemplo, la relación entre ciencia, política y opinión pública en el sistema capitalista avanzado, reclama de éstas teorías la posibilidad de explicar los problemas prácticos que se presentan en el contexto político.

El aspecto epistemológico. “Una ciencia crítica tiene como propósito la clarificación de la ciencia misma”. Lo anterior puede ser explicado a partir de la relación entre el conocimiento y el interés con el que se construye: Interés técnico como objetivación de la realidad, Interés práctico como comprensión intersubjetiva e interés crítico como emancipación individual y social. De los intereses técnicos y prácticos se puede derivar la preocupación por la emancipación social como dimensión particular y constitutiva de la teoría crítica. Es decir como fuerza emancipadora de la reflexión que experimenta el  sujeto en la medida que allí descubre su propia génesis en tanto individuo y en tanto sociedad.

Desde el interés crítico se puede decir que la experiencia de reflexión se articula con los contenidos de la educación, lo cual permite hablar del sentido del proceso de formación y del desarrollo de los seres humanos, guiados metódicamente por la razón dialéctica y por la voluntad de ser razonable. De ahí que un interés crítico demande, en primera instancia, esclarecimiento de las condiciones de producción y utilización del conocimiento, con el propósito de alcanzar, a partir de la autorreflexión, un conocimiento más acorde con los procesos de emancipación social.

El aspecto metodológico. “Una teoría de la sociedad organizada en una perspectiva práctica debe tener en cuenta que el sujeto que indaga sobre el conocimiento tiene una relación particular con el mundo de los objetos”. De ahí que una teoría de las sociedades, debe estar lista a asumir el papel de crítica social: reflexionando sobre su contexto de producción y su utilización. Una teoría tal desemboca en una concepción metodológica de la relación entre teoría y práctica.

“En la educación se trata de evitar la reducción de la acción intencional del sujeto a un simple comportamiento. La teoría crítica desconfía del sentido de las situaciones manifiestas en el sistema social y educativo que se basa en las tradiciones culturales”. Ella necesita analizar, dentro de la crítica ideológica, los fundamentos sobre los cuales reposan las tradiciones culturales particulares, así como las estructuras de poder tal y como se expresan en el lenguaje y la acción. Lo cual significa que toma distancia frente los recorridos que reducen todos los conflictos a problemas sociales, a las conductas de los sistemas autorregulados y, finalmente, se encarga de un desdoblamiento de los conceptos filosóficos.

8.    CONCEPTO DE MODERNIDAD.

La modernidad se concibió en un principio como concepto de época en la que se presenta la sociedad bajo las relaciones de producción capitalista. Socioeconómicamente se relaciona con la idea burguesa de elogio al progreso continuo, la ciencia y la tecnología. Políticamente se centra en los ideales de la ilustración e intenta llevar a la práctica un proyecto de democracia formal fundamentado en el liberalismo económico. Axiológicamente se puede decir que defiende una serie de valores entre los que se encuentran: la razón como poder unificador; los mitos y relatos como universalmente válidos en nombre de la verdad absoluta; el amor al pragmatismo, la acción y el éxito de las empresas; un humanismo abstracto basado en la concepción de un hombre amante y defensor de la libertad, la igualdad y la fraternidad; la idea de una identidad individual y colectiva en la que la historia es un proceso lineal,…

Desde el proyecto político de la modernidad se centra en los principios de igualdad, libertad y justicia con los cuales se esperaba que los seres humanos fueran capaces de desarrollar capacidades para vencer las formas ideológicas y materiales que legitimaban y formaban parte de las relaciones de dominación.

La pedagogía moderna trabajaba por el perfeccionamiento de un sujeto de élite, económicamente favorecido, para conseguir la libertad como premio merecido.

La pedagogía socialista apoyada en las ideas del Marxismo es la primera en oponerse a la concepción de la pedagogía moderna. Luego surgieron las ideas de la primera y segunda generación de la escuela de Frankfurt y las posteriores filosofías basadas en los fundamentos de la economía política, la filosofía moderna de la historia, la sociología, la sicología, la lingüística, la antropología cultural y las teorías de la comunicación que asociadas a las teorías de la complejidad, dan cuenta de una nueva modernidad que supera las ideas de la ilustración y el entronamiento de la razón para reclamar las posibilidades de la intersubjetividad, los consensos, la participación consciente y de compromiso con las decisiones comunes, el respeto por el Otro, el reconocimiento de la diferencia, la interculturalidad, el caos, la incertidumbre, la relatividad, los contextos socioculturales específicos,… que provean a los seres humanos de las estrategias necesarias para la búsqueda de la verdadera emancipación humana, social y cultural.        

Vistos los anteriores conceptos es necesario concluir que el punto de partida para una teoría crítica de la educación es la evaluación crítica del carácter histórico social de la educación. En dicho análisis es necesario dar cuenta de la interdependencia entre el sistema educativo en sí mismo y la estructura de la sociedad. En la dinámica social es necesario analizar el proceso que lleva a las estructuras políticas y económicas a cumplir su papel sobre la educación. Se sitúa así la pregunta por la función del sistema educativo en relación con la sociedad. Es decir, el análisis del problema de dependencia de una determinada comunidad a un sistema educativo y con ello al conjunto del sistema social, y aunque éste no puede vencer fácilmente, es necesario estudiarlo, al menos para comprenderlo o para reducir su impacto en el proceso educativo. Se trata de hacer un develamiento de las condiciones sociales de producción y de las racionalizaciones y efectos de las interpretaciones, normas y teorías, que resultan del interés de las clases en el poder o de una mala comprensión de la situación por parte de los organismos encargados de aplicar dichas interpretaciones, negando muchas veces las posibilidades de intervenir sobre dicha situación.

Por ello en una teoría crítica de la educación se encuentra en el centro de la reflexión, el develamiento de la opresión, de la injusticia social, del exceso de poder, de la reificación y de la autoalienación. No se puede limitar a la crítica ideológica, ella debe desarrollar también perspectivas de intervención que puedan servir como puntos de referencia para la elaboración de una teoría de la educación. La teoría crítica de la educación así construida supera la pedagogía de las ciencias del espíritu y la ciencia empírica de la educación, ya que puede proponer y se compromete con objetivos constructivos para la educación.

De ahí que la importancia de la teoría crítica de la educación no es solamente la crítica ideológica, aplicada al campo de la educación, al desarrollo de objetivos legitimados socialmente, e inclusive al desarrollo de una investigación intervencionista en el campo de la educación, sino que asume, en principio, el  hecho de poder influencias numerosos ámbitos y poder introducir nuevas orientaciones para el mejoramiento de la práctica educativa.

9. TENTATIVAS DE UNA TEORÍA CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN.

Si la educación es un fenómeno social, entonces la teoría de la educación tiene como objeto central de su interés la búsqueda de la autonomía y la emancipación, condiciones que pueden hacer posible una vida verdaderamente humana. Una teoría que ayuda a la autorrealización de los seres humanos  mejora la práctica de la educación.

Paulo Freire parte de “la vocación ontológica del hombre de ser más para plantear que la llamada Pedagogía Crítica o ciencia de la educación liberadora o problematizadora de la relación hombre-mundo, es una praxis: reflexión y acción del ser humano para transformar la realidad”, por ello busca la liberación no sólo de las conciencias sino también de las estructuras sociales. W Carr, plantea que la aspiración de la ciencia de la educación crítica consiste en “contribuir al cultivo de aquellas cualidades  de mente que fomentan el desarrollo de individuos racionales y el crecimiento de sociedades democráticas”. De ahí que la propuesta de una ciencia de la educación crítica consista en establecer las condiciones que fomenten un dialogo y un debate racional compartido y permanente entre los seres humanos que la conforman, que les permita clarificar y reforzar sus lazos de unión, los propósitos de la educación y los procesos de transformación que reclama la sociedad.

 Carr y Kemmis. Afirman que “para la teoría educativa el problema estiba en articular una concepción de la investigación educativa que pudiese realizar las metas y los propósitos emancipadores característicos de una ciencia social crítica”. Así mismo Giroux plantea que es necesario abandonar la concepción de la escuela como institución reproductora de los valores imperantes en la sociedad y exige una actitud reivindicadora a favor de dicha institución académica. Por ello dice que “es necesario plantear un discurso a las escuelas con cuestiones, por una parte, como encarnaciones ideológicas y materiales de una compleja red de relaciones de cultura y poder, y por otra parte, como lugares socialmente construidos de contestación, comprometidos activamente en la producción de experiencias vividas”.

De ahí que los postulados de la pedagogía crítica, con respecto a los contenidos de los procesos educativos, están centrados básicamente en la recuperación de los contenidos significativos de la cultura para los procesos educativos, como instrumentos para la transformación social. El objetivo primordial de la educación no será ya transmitir cultura, sino recrear la cultura. Se necesita una práctica educativa y una teoría pedagógica que establezcan relaciones dialógicas, de comunicación, de respeto por el Otro y de  corresponsabilidad con los procesos de formación y desarrollo humano integral.

Martín Rodríguez Rojo plantea que “la pedagogía crítica se presenta en literatura de los teóricos críticos como una disciplina que se preocupa de la educación liberadora, como el desarrollo de un debate racional compartido hasta alcanzar el progreso de los individuos y de la sociedad, como un instrumento de investigación que descubre los valores emancipadores del hombre y de la humanidad y como un discurso que potencie a la escuela hasta elevarla a rango de agencia contradictoria que aborda formas específicas de contestación política, moral y cultural”[3], y luego complementa que “la pedagogía crítica podría considerarse como la ciencia que trata del desarrollo de la racionalidad humana, mediante un proceso de análisis de la realidad educativa y una reflexión crítica sobre ella, en orden a liberar a la persona y a la sociedad de las distorsiones que las ideologías imperantes pueden introducir en la organización de las estructuras socioculturales”[4]

Hoy en día se está poniendo en cuestión la existencia de pedagogos empíricos, la pedagogía como “la ciencia de la educación”, la pedagogía como disertación ideológico-política, la pedagogía como ciencia o arte, la pedagogía como filosofía de la educación, psicologismo o sociologismo, o como conocimiento sobre la enseñanza de un saber específico, entre otras muchas perspectivas ya presentadas en la segunda unidad. Se trata de que usted señor estudiante, como ya se dijo antes, incursione en problemáticas que le devengan en un interés por hacer un recorrido histórico sobre objetos de conocimiento puntuales sobre el saber pedagógico y de allí devele su propio proceso de formación pedagógica.


[1] WULF, Christoph. “Los conceptos centrales de la Teoría Crítica”. En: Introducción a la Ciencia de la Educación. Medellín: U. De A.  S.f. Traducido por: Andrés Klaus Runge.
[2] Entendida como mantenimiento del status quo por parte de las clases en el poder.
[3] RODRÍGUEZ ROJO, Martin. Pedagogía Crítica.: Valladolid: Revista AULA DE INNOVACIÓN EDUCATIVA. Universidad de Valladolid. Nos 7,  1992 Paginas 68.
[4] Ibid, p 68

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