EL ENFOQUE HISTÓRICO-CULTURAL COMO FUNDAMENTO DE UNA CONCEPCIÓN PEDAGÓGICA
Dra. Otmara González
En la Psicología contemporánea se ha ido desarrollando en el curso de este siglo un enfoque epistemológico con amplias perspectivas de aplicación en aquellos tipos de sociedad que promuevan el desarrollo individual de todos los miembros, a través de su inserción social como sujetos de la historia. Este enfoque, originado a partir de la escuela histórico-cultural de L. S. Vigotski y seguidores, tiene en la actualidad una repercusión que rebasa las fronteras de su país de origen. Si bien los postulados fundamentales de esta escuela abren horizontes en la psicología en diferentes direcciones, a los efectos de este artículo nos centraremos en el análisis de aquellas ideas que sirven de fundamento para una alternativa viable de orientar el proceso pedagógico.
Por su fundamento psicológico, el interés de este enfoque se centra principalmente en el desarrollo integral de la personalidad. Este proyecto que se propone superar aquellas tendencias tradicionales que han dirigido su interés sobre todo a la esfera cognoscitiva del hombre, tiene necesariamente que partir de un determinado referencial teórico sobre la personalidad y su formación, sobre la esencia del hombre, su origen, la naturaleza del conocimiento de su realidad. Como marco teórico-metodológico fue seleccionado el materialismo dialéctico e histórico, aplicado de una forma creadora por Vigotski a la ciencia psicológica, provocando así una verdadera revolución en esta ciencia. L. S. Vigotski fue el primero en concretizar las posiciones fundamentales del materialismo dialéctico e histórico en la concepción de la psique no de manera mecánica, tradicional, sino como guía metodológica, como encuadre epistemológico.
La definición marxista de la personalidad que la identifica como "conjunto dinámico de seres humanos vinculados por lazos mutuos que tienen siempre y donde quiera un carácter sociohistórico" (10,74), en la cual se señala su determinación universal, esencial, tiene una significación fundamental para una teoría de la enseñanza, consecuentemente elaborada a partir de este fundamento. La esencia de cada individuo consiste así en el sistema de individuos interactuantes entre sí, sólo en cuyos marcos es posible que cada uno de estos individuos sea lo que es.
De ello se deduce, que comprender científicamente la personalidad, descubrir las leyes de su origen y desarrollo, es posible sólo en el caso en que se dirija la atención al todo concreto, es decir, a la unidad de fenómenos diversos en cuyo interior existe la personalidad, en un espacio-tiempo en el cual interactúan los hombres como una formación histórica y cultural creada por la propia actividad de producción y transformación de su realidad. De aquí que en el enfoque histórico-cultural de la psicología "...el eje que, como espiral dialéctica organiza y genera todos los demás conceptos, es el historicismo" (22,59).
Una personalidad determinada es la expresión singular, única e irrepetible de ese conjunto de relaciones pero necesariamente limitado, mediante los cuales se vincula a través de contactos directos o de forma mediatizada: a través de una numerosa cantidad de vínculos un individuo se relaciona con los demás, incluso con aquellos con los que nunca ha tenido y posiblemente no tendrá contacto directo. La esencia de cada individualidad, como la de la personalidad, debe por esto buscarse en el conjunto concreto de estas relaciones mediatizadas de forma multilateral por las cosas.
Esta concepción por supuesto no implica desconocer al cuerpo biológico del hombre, portador de esa personalidad; antes bien, la personalidad es la síntesis superior del cuerpo orgánico del hombre, su peculiar relación social consigo mismo mediatizada a través de la relación con otros cuerpos (otros hombres) con la ayuda de los objetos exteriores, naturales o productos de la cultura. Sólo en el interior de este sistema es posible la aparición de la capacidad humana de relacionarse consigo misma como otro, es decir, el surgimiento de la individualidad específicamente humana. Quiere decir, sólo a través del conocimiento del otro, de sus peculiaridades, modos de actuación, de sus formas de interacción, es posible lograr un conocimiento de sí, un desarrollo de las potencialidades propias en las formas culturalmente establecidas. El curso de este proceso, sus momentos de tránsito, han sido ampliamente estudiado por la psicología.
El hecho de que ninguno de los tipos de actividad y formas de relación entre los hombres esté predeterminado morfológicamente representan una gran ventaja, ya que, gracias e ello, todos estos modos de actividad vital pueden funcionar como "órganos funcionales" de la actividad humana, es decir, asumir la realización de cualquier tipo de actividad en el curso de la vida. En esto consiste su extraordinaria capacidad de plasticidad y de recuperación mediante la compensación.
En el momento de su nacimiento el bebé es sólo potencialmente una personalidad en la medida en que las relaciones humanas, en cuyo sistema está incluido, no presenta un carácter mutuo; durante algún tiempo se mantendrá siendo centro de las acciones que sobre él se dirigen. El proceso de su conversión en personalidad, en sujeto, en portador de la actividad social, se produce sólo cuando él mismo comienza a realizar su actividad, primero con la ayuda de los adultos, y después sin ellos; cuando hace suyos los modos humanos de actividad social que existen fuera, tanto las formas establecidas de relación entre los hombres, como sus formas de actuación con los objetos.
El carácter irrepetible de cada individuo se explica así por las particularidades de su status sociohistórico, por sus condiciones sociales de vida, por la especificidad del sistema de interrelaciones de su micromedio en cuyo interior se forma su personalidad, a partir de las funciones elementales contenidas en su biología en el momento de su nacimiento.
La repercusión de esta concepción para la psicología y para la pedagogía es enorme. A partir de ella es posible superar los enfoques dualistas que la psicología empírica hereda del siglo XVIII, basados en un marco referencial cartesiano y post-cartesiano que parte de la separación del individuo y de la sociedad, aunque pretenda luego ver su relación. El individuo y la sociedad están unidos en su génesis y en su desarrollo histórico. Sin embargo, el hecho real de que la concepción dominante en psicología sea la que parte de su separación, incluso desde su definición, para después analizar su interrelación, requiere la contraposición de concepciones sobre su unidad que permita desde un inicio colocar al ser humano en su medio social, político, económico; analizar el origen y desarrollo de esta individualidad en el contexto histórico cultural en que se desenvuelve su vida.
A partir de esta concepción general se ha desarrollado una serie de ideas importantes que constituyen la base para la elaboración de una psicología nueva. Entre ellas se destacan:
- El carácter activo de los proceso psíquicos. El punto nodal del proceso de desarrollo social y humano lo constituye el concepto de actividad, con su atributo esencial: el ser actividad productiva, transformadora.
El proceso de apropiación de la cultura humana transcurre a través de la actividad como proceso que mediatiza la relación entre el hombre y su realidad objetiva. A través de ella el hombre modifica la realidad y se forma y transforma así mismo.
La particularidad principal de la actividad es su carácter objetal: toda actividad tiene un objeto cuya imagen se forma en la mente humana como producto del proceso activo del conocimiento, en respuesta a una necesidad particular.
La investigación de los elementos constitutivos de la actividad objetal, su estructura sistémica y la unidad estructural entre la actividad externa, práctica y la interna, psíquica fue desarrollado por A. N. Leontiev y sus colaboradores en Jarkov desde la década del 30, entre los que figuraron P. Y. Zinchenko, A. V. Zaporozhets, P. Ya Galperín y otros.
El estudio más detallado de las etapas en la formación de la actividad interna a partir de la externa, el papel de cada uno de los momentos funcionales de la actividad -orientación, ejecución y control-; de las transformaciones que sufre la acción en este proceso -abreviación, generalización, automatización- como resultado de lo cual adquiere un carácter específicamente psíquico, fue elaborado durante los siguiente 30 años por P. Ya Galperín.
Esta concepción constituye la aplicación consecuente de los principios metodológicos originados en la concepción de Vigotski. En particular, el papel de la actividad de orientación-investigación que tiene lugar en el plano de la imagen, de la representación mental, su definición como objeto de la psicología y las transformaciones cualitativas que experimenta la acción en el camino de su conversión en actividad psíquica interna constituyen aportes sustanciales de su concepción.
- La actividad humana transcurre en un medio social, en activa interacción con otras personas, a través de variadas formas de colaboración y comunicación, y por tanto, siempre, de una forma u otra, tiene un carácter social.
En íntima vinculación con la actividad, la comunicación se produce desde el nacimiento del niño a través de formas extraverbales. En sus inicios, también el lenguaje surge como medio de comunicación y acompañante de las acciones objetales, y sólo después, al convertirse en lenguaje interno, contribuye a organizar y dirigir el pensamiento del niño, se convierte en función mental interna.
El acento puesto en el carácter social de la actividad, la importancia que Vigotski otorgó al lenguaje como sistema privilegiado de signos, el carácter inicialmente interpsicológico de los procesos testimonian la importancia dada por este enfoque a la actividad conjunta .
- El concepto de la actividad no puede ser examinado separadamente del concepto de conciencia. La conciencia del hombre se origina en su vida real, como producto no de un conocimiento de la realidad, sino de la relación que establece con su realidad, y constituye una nueva forma de reflejo psíquico cualitativamente distinta. Así, el principio de la unidad de la conciencia (en general, psique) y la actividad es central en la comprensión de la naturaleza de lo psíquico.
Fueron necesarios siglos para liberarnos de identificar lo psíquico con la conciencia. El reconocimiento de esta unidad implica como premisa la existencia de un psiquismo animal anterior a ella. Si bien el hombre es capaz de realizar complejos procesos de adaptación, regulación de su actividad por los objetos de una situación dada, sin tener clara conciencia de sus acciones, requiere, no obstante, el funcionamiento consciente, cuando pretende hacer o cambiar de aspecto las cosas, según un modelo o diseño previamente fijado, cuando se propone lograr una representación de algún aspecto de la realidad.
En esta comprensión, el problema fundamental consiste en entender que en el producto de la actividad del hombre no está implícita la imagen, la representación que luego, al duplicarse, se concientiza, como considera el punto de vista empírico-subjetivo, sino en concebir que en este producto lo que está implícito es la actividad, el contenido objetal que supone en sí y caracteriza esencialmente a la propia actividad.
El primer punto de vista empírico subjetivo destaca, en primer lugar, la circunstancia de que la producción del objeto mediante la actividad tiene como premisa la conciencia, o sea, la existencia en el sujeto de ideas, propósitos, planes, esquemas, modelos -fenómenos psíquicos en los cuales se objetivizan en los productos de la actividad-. Como señala A. N. Leontiev en esta concepción la actividad "...solamente cumple en relación con los contenidos de la misma una función transmisora y una función de refuerzo de sus contenidos". (11,30)
En el segundo, el problema fundamental estriba en entender la conciencia como producto subjetivo "...como una forma transformadora de manifestación de aquellas relaciones, sociales por naturaleza, que se realizan en virtud de la actividad del hombre en el mundo material" (11,30).
Este enfoque de la conciencia varía radicalmente el planteamiento del problema fundamental de la psicología: la correlación de la imagen subjetiva y del objeto externo y la tergiversación creada por el postulado de la inmediatez que parte de admitir que las influencias externas provocan directamente en nosotros una imagen subjetiva.
Para que el producto de la actividad se concientice es necesario no sólo que se produzca en la actividad el tránsito de su contenido objetal a su producto, sino también que a través del lenguaje (producto y medio de comunicación entre los que participan en la producción), él se convierta en medio de comunicación entre los que participan en su elaboración. En sus significados -los conceptos- el lenguaje tiene un contenido objetal, material, pero completamente liberado de sustancialidad. Así, una cosa es un objeto material; sin embargo, la palabra "cosa" no contiene ninguna cantidad de sustancia.
Por supuesto, este proceso de génesis de la conciencia humana la caracteriza solamente en las edades más tempranas. Posteriormente, la conciencia humana se libera de su vínculo directo con la actividad productiva; a través de una serie de cambios deviene forma universal de reflejo psíquico: "La conciencia imagen deviene también conciencia-actividad. Comienza a parecer emancipada de la actividad externa práctico-sensorial, más aún, a dirigirla". (11)
- El carácter mediato de los procesos psíquicos es una de las ideas centrales del enfoque histórico-cultural, elaborado por D. Uznadze en los años 20 que supera el postulado de la inmediatez, al subjetivismo y al atomismo de la psicología empírica tradicional.
El postulado de la inmediatez afirma que la psique es algo dado internamente al sujeto en las estructuras cerebrales o en el alma, y no generado en su existencia real, en el espacio y en el tiempo de sus interrelaciones activas con el mundo.
Un rasgo fundamental de la actividad transformadora del hombre es su carácter mediatizado por el instrumento que se interpone entre el sujeto y el objeto de la actividad. En el proceso de desarrollo histórico de la humanidad entre el hombre y la naturaleza se interponen objetos materiales y espirituales, productos del trabajo humano que constituyen una segunda naturaleza, la naturaleza social, la cual somete a la primera a leyes de orden superior.
Estableciendo una analogía con los instrumentos de trabajo que mediatizan la relación del hombre con la naturaleza, Vigotski señaló además, que ciertos "instrumentos" especiales (los signos) se interponen a su vez entre la función natural y su objeto. La función mediatizadora del signo se explica sólo a partir de la esencia social del hombre que condiciona una nueva forma de relación con la naturaleza. Surge así un nuevo principio de relación del comportamiento que supone el sistema de signos y su función de significación que distingue a los hombres de los animales.
De esta forma, los procesos psíquicos tienen únicamente un carácter interpsicológico, es decir, se dan en el marco de las relaciones entre las personas, y sólo más tarde adquieren un carácter intrapsicológico, forman parte de su actividad interna y mediatizan el tránsito hacia las funciones psíquicas superiores.
- La transición del carácter interpsicológico de los procesos psíquicos a su condición de proceso interno, intrapsicológico, fórmula avanzada que, según M. Shuare, implica una revolución en la comprensión de lo psíquico, ocurre a través del proceso de interiorización, ley general del origen y desarrollo de las funciones psíquicas superiores. Al referirse a ella Vigotski señala: "En el desarrollo psíquico del niño toda función aparece en acción dos veces, en dos planos: primero en el social, y luego en el psicológico; primero entre las personas como una categoría interpsíquica, y luego dentro del niño como una categoría intrapsíquica" (citado en 22,6).
Previo a la interiorización es necesario analizar, según Vigotski, el proceso de exteriorización de la operación psíquica natural mediante el signo, más tarde el proceso interpersonal en el cual él opera como un medio para orientar o dirigir el comportamiento ajeno, y finalmente su interiorización, cuando ejerce esta misma función en el sujeto. Este proceso de interiorización, y al mismo tiempo de surgimiento de su función mediatizadora, fue denominado por este autor "implantación del signo".
- El análisis psíquico de la actividad y la conciencia revela sus cualidades sistémicas generales. En consecuencia, en este enfoque no se dirige la atención hacia la determinación de las peculiaridades de los procesos psíquicos aislados (percepción, memoria, pensamiento). Todos ellos existen a uno u otro nivel de las relaciones del sistema; el hombre, como integridad psíquica empírica, manifiesta sus propiedades en todas las formas de interacción en que participa. Por eso, aunque la investigación de estos procesos constituye una tarea especial, su estudio no es independiente de los enfoques y vías de solución de los problemas de la actividad y la conciencia.
El reconocimiento de este carácter integral del psiquismo humano condujo a Vigotski a analizar las relaciones de dos esferas tradicionalmente escindidas en las escuelas psicológicas existentes: la esfera cognoscitiva y la afectiva.
En el primer capítulo de Pensamiento y lenguaje, Vigotski señala: "La primera cuestión que surge cuando hablamos de la relación del pensamiento y el lenguaje con respecto a los restantes aspectos de la conciencia, es el de la vinculación entre la inteligencia y el afecto. Como se sabe, la separación del aspecto intelectual de nuestra conciencia y del aspecto afectivo, volitivo, es uno de los defectos fundamentales y radicales de toda la psicología tradicional" (26,21). Más adelante señala: "El análisis que divide al todo complejo en unidades ...muestra que existe un sistema dinámico de sentido que representa la unidad de los procesos afectivos e intelectuales. Muestra que en toda idea se contiene, reelaborada, una relación afectiva del hombre hacia la realidad representada en esa idea. Permite descubrir el movimiento directo que va de la necesidad de los impulsos del hombre a la determinada dirección de su pensamiento, y el movimiento contrario, desde la dinámica del pensamiento a la dinámica del comportamiento y la actividad concreta de la persona. (26, 21-22)
1. Su concepción del aprendizaje
En las obras de Vigotski se encuentran ideas muy sugerentes relacionadas con su concepción del aprendizaje, los mecanismos de este proceso, la relación entre aprendizaje y desarrollo; entre pensamiento y lenguaje que pueden constituir el fundamento de una nueva teoría y práctica pedagógica capaz de dar respuesta a los retos que enfrenta la sociedad contemporánea.
Para Vigotski el aprendizaje es una actividad social, y no sólo un proceso de realización individual como hasta el momento se había sostenido; una actividad de producción y reproducción del conocimiento mediante la cual el niño asimila los modos sociales de actividad y de interacción, y más tarde en la escuela, además, los fundamentos del conocimiento científico, bajo condiciones de orientación e interacción social.
Este concepto del aprendizaje pone en el centro de atención al sujeto activo, consciente, orientado hacia un objetivo; su interacción con otros sujetos (el profesor y otros estudiantes) sus acciones con el objeto con la utilización de diversos medios en condiciones sociohistóricas determinadas. Su resultado principal lo constituye las transformaciones dentro del sujeto, es decir, las modificaciones psíquicas y físicas del propio estudiante, mientras que las transformaciones en el objeto de la actividad sirven sobre todo como medio para alcanzar el objetivo de aprendizaje y para controlar y evaluar el proceso.
Vigotski le asigna una importancia medular a la revelación de las relaciones existentes entre el desarrollo y el aprendizaje por la repercusión que este problema tiene en el diagnóstico de capacidades intelectuales y en la elaboración de un a teoría de la enseñanza. La concepción de Vigotski supera puntos de vista existentes hasta el momento sobre esta relación y abre una nueva perspectiva. Para él lo que las personas pueden hacer con la ayuda de otros puede ser en cierto sentido más indicativo de su desarrollo mental que lo que pueden hacer por sí solos. De aquí que considere necesario no limitarse a la simple determinación de los niveles evolutivos reales, si se quiere descubrir las relaciones de este proceso evolutivo con las posibilidades de aprendizaje del estudiante. Resulta imprescindible revelar como mínimo dos niveles evolutivos: el de sus capacidades reales y el de sus posibilidades para aprender con ayuda de los demás. La diferencia entre estos dos niveles es lo que denomina "zona de desarrollo próximo" que define como "...la distancia entre el nivel real de desarrollo determinado por la capacidad de resolver un problema y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más capaz" (27,7).
Esta zona define funciones que aún no han madurado, que se hallan en proceso de maduración, en estado embrionario, a diferencia de las que define el nivel de desarrollo real: funciones ya maduras, productos finales del desarrollo. En esta concepción, la maduración no se refiere a un proceso estrictamente biológico, sino a los modos de actividad ya internalizados. A las primeras, Vigotski las denominaba "capullos" o "flores" del desarrollo, en lugar de "frutos" como podrían denominarse las segundas. La determinación de esta zona permite caracterizar el desarrollo de forma prospectiva (lo que está en curso de maduración) lo cual permite trazar el futuro inmediato del estudiante, su estado evolutivo dinámico, reconstruir las líneas de su pasado y proyectarlas hacia el futuro.
La repercusión que esta concepción tiene en una teoría de la enseñanza es trascendental. En las concepciones tradicionales, la influencia del medio y de los diferentes contextos socio-culturales, dentro de los cuales es posible incluir la propia enseñanza y la institución escolar en que se desarrolla, juega en algunos casos el papel de marco, de escenario en el cual se expresan las capacidades individuales producto de la maduración, o en el mejor de los casos, de condiciones que pueden favorecer en mayor o menor medida el curso de ese desarrollo individual.
La zona de desarrollo próximo ayuda a presentar una nueva fórmula para la teoría y la práctica pedagógica. A partir de la afirmación "...que el 'buen aprendizaje' es sólo aquel que precede al desarrollo", las instituciones escolares y la pedagogía deben esforzarse en ayudar a los estudiantes a expresar lo que por sí solos no pueden hacer" ...en desarrollar en su interior aquello de lo que carecen intrínsicamente en su desarrollo" (Idem,9).
A partir de las interacciones que se producen en el micromedio institucional y de la clase, de los tipos de actividad que en ella se desarrollan, es que se puede explicar el proceso de formación de la personalidad del educando, "...el aprendizaje despierta una serie de procesos evolutivos internos capaces de operar sólo cuando el niño está en interacción con las personas de su entorno y en cooperación con algún semejante. Una vez que se han internalizado estos procesos se convierten en parte de los logros evolutivos independientes del niño" (Idem 10).
Desde este punto de vista, el aprendizaje organizado que se produce en condiciones pedagógicas no equivale a desarrollo, aunque si desencadena una serie de procesos evolutivos que no podrían darse al margen del aprendizaje. Por esto, el proceso evolutivo, el desarrollo "va a la zaga del proceso de aprendizaje".
Este análisis, como subraya Vigotski, altera la tradicional opinión que supone que una vez que el estudiante efectúa una operación o muestra alguna adquisición en el proceso de su aprendizaje, ha logrado un desarrollo de sus funciones correspondientes. De hecho, tan sólo ha comenzado ese desarrollo. Por tanto, la principal consecuencia que se desprende de este análisis del proceso pedagógico es demostrar que el dominio inicial de cualesquiera de las acciones de aprendizaje sólo proporciona la base para el subsiguiente desarrollo de procesos internos sumamente complejos. El análisis psicológico y el descubrimiento de esta red subterránea, interna de procesos en desarrollo es una tarea de suma importancia.
Una segunda consecuencia, no menos importante, es que a pesar de este vínculo entre aprendizaje y desarrollo, ninguno de los dos se realiza en igual medida, de forma paralela y biunívoca; existen por el contrario, relaciones dinámicas muy complejas entre estos dos procesos que no pueden quedar atrapados en fórmulas invariables. "En los niños, ha afirmado Vigotski, el desarrollo no sigue nunca al aprendizaje escolar del mismo modo que una sombra sigue al objeto que la proyecta" (27,11).
Por eso, toda disciplina escolar, cada actividad específica que se realiza, posee una relación particular con el curso del desarrollo del estudiante que incluso varía de acuerdo no sólo con los estadios por lo que pasa en su vida, sino con sus propias particularidades individuales. Ello justifica con creces el estudio pormenorizado de cada aspecto, de cada tema en particular, desde el punto de vista de la función que desempeña en el desarrollo de la personalidad del estudiante.
¿Qué implica para la pedagogía seguir una concepción del enfoque histórico-cultural?
Ante todo supone desde nuestro punto de vista, partir del carácter rector de la enseñanza para el desarrollo psíquico, considerándolo como fuente de ese desarrollo. Lo central en el proceso de enseñanza consiste en estudiar la posibilidad y asegurar las condiciones (sistema de relaciones, tipos de actividad) para que el estudiante se eleve mediante la colaboración, la actividad conjunta, a un nivel superior. Partiendo de lo que aún no puede hacer solo, llegar a lograr un dominio independiente de sus funciones.
Desde un punto de vista social general, implica tener clara conciencia de las ideas y valores que mueven el desarrollo social perspectivo de la humanidad en función de las condiciones sociohistóricas del presente, la historia de las ideas y valores sociales en sus hitos fundamentales, las características del sistema de relaciones y vínculos de la institución y del grupo en los que se inserta el estudiante, los recursos de que dispone para movilizar a sus miembros.
En lo que concierne al proceso de aprendizaje, significa colocarlo como centro de atención a partir del cual se debe proyectar el proceso pedagógico. Supone utilizar todo lo que está disponible en el sistema de relaciones más cercano al estudiante para propiciar su interés y un mayor grado de participación e implicación personal en las tareas de aprendizaje.
Aunque Vigotski, al tratar el tema de la interacción entre enseñanza y desarrollo, limitó el concepto de zona de desarrollo próximo al aprendizaje escolar, este concepto tiene una trascendencia que desborda los marcos de esta institución. La creación de condiciones favorables de interacción y colaboración que se pueden dar desde que el niño nace, en el marco de su familia y las que pueden ocurrir en los marcos más amplios de los diferentes contextos institucionales, de la comunidad y otros, pueden sin dudas ser interpretados y reorganizados con el objetivo preciso de favorecer el desarrollo del hombre, creando condiciones sociales adecuadas para el despliegue máximo de sus posibilidades. Sólo así se podrá conocer todo lo que es capaz el ser humano cuando se le brindan las condiciones propicias para su desarrollo.
En lo relativo al estudiante, implica utilizar todos los resortes de que dispone en su personalidad (su historia académica, sus intereses cognoscitivos, sus motivos para el estudio, su emocionalidad) en relación con los que aporta el grupo de clase, involucrando a los propios estudiantes en la construcción de las condiciones más favorables para el aprendizaje.
Desde el punto de vista del profesor, supone extraer de sí mismo, de su preparación científica y pedagógica todos los elementos que permitan el despliegue del proceso el redescubrimiento y reconstrucción del conocimiento por parte del estudiante; de sus particularidades personales, la relación de comunicación en sus distintos tipos de función (informativa, afectiva y reguladora) que permita un ambiente de cooperación y de colaboración, de actividad conjunta dentro del aula.
Los fundamentos de esta concepción encontraron una rápida resonancia en los científicos e investigadores del campo de la educación. Aparte de los clásicos estudios de V. Davidov, y D. Elkonin en escuelas experimentales en las cuales se demostró el logro de niveles superiores de desarrollo de formaciones psicológicas tan complejas como el pensamiento teórico en niños de edad escolar (1,2); son conocidas también experiencias, el desarrollo de importantes categorías y la reformulación de los principios de enseñanza existentes, por P. Galperín, N. Talizina y colaboradores (3,4,5,23).En Alemania sobresalen en esta dirección los trabajos de J. Lompscher y colaboradores (15) sobre la estrategia de enseñanza de ascenso de lo abstracto a lo concreto (16). Estos trabajos, realizados durante más de treinta años de experimentación con muestras de diferentes edades y procedencias han permitido lograr un nivel de sistematización de una concepción del proceso pedagógico fundamentada en este enfoque.
2. Su concepción de la enseñanza
En las situaciones socioeconómicas en las cuales se posibilita la igualdad de condiciones para la plena realización de todos los miembros de la sociedad, y en la cual se priorizan los recursos y se promueven las condiciones para el desarrollo de todas las potencialidades individuales, necesariamente tiene que concebirse un sistema de enseñanza que coadyuve al proceso de transformación social y personal.
Partiendo de la finalidad sociopolítica de las instituciones escolares, éstas se consideran parte integrante del todo social y por tanto, como elemento fundamental en el proceso de transformación de la sociedad en función de los intereses populares. Para lograr este propósito deben garantizar para todos una buena enseñanza, entendiéndose esto como la difusión del acervo de conocimientos, métodos, procedimientos y valores acumulados por la humanidad con resonancia en la vida personal del estudiante. En estas condiciones, la tarea fundamental de las instituciones escolares es garantizar el pleno desarrollo de la personalidad del hombre, preparar al alumno para el mundo adulto, proveyéndolo de instrumentos, de condiciones propicias para todos, de medios de orientación en su realidad para una participación organizada y activa en el proceso eternamente cambiante de transformación social. De esta forma, el proyecto escolar responde a las exigencias y necesidades del desarrollo de la sociedad en cada período histórico.
En este nuevo tipo de instituciones escolares la enseñanza se fundamenta en una serie de principios, que aunque existen algunos en la enseñanza tradicional, adquieren en ésta un nuevo significado.
Ante todo, el principio del carácter educativo de la enseñanza. La necesidad de que el ser humano se desarrolle integralmente de forma plena supone que la enseñanza brinde las condiciones requeridas, no sólo para la formación de la actividad cognoscitiva del estudiante, para el desarrollo de su pensamiento, de sus capacidades y habilidades, sino también para los distintos aspectos de su personalidad.
En correspondencia con este propósito, en la pedagogía se formula el principio de la unidad de la instrucción y la educación. Sin embargo, la propia denominación de este problema ocasiona interpretaciones falsas. El hacer referencia por separado a la institución y la educación encierra ya una dicotomía que conduce a pensar que no hay educación durante la instrucción, o que al menos, ambas tienen una existencia independiente que se trata luego de unir, aunque en realidad resulta muy dificil unir lo que de antemano se ha separado.
Esta comprensión inicial ha ocasionado que, aun cuando se formule la unidad de educación e instrucción como un principio de la enseñanza, éste quede como "letra muerta" ya que la separación de la cual se parte conduce a que se formulen objetivos estrictamente educativos sin aparente relación con los instructivos, se organicen actividades específicas y se desarrollen procedimientos de análisis y valoración de diferentes aspectos de la personalidad, sin vínculo alguno con los cognoscitivos. Es decir, que se planifique y organice un sistema pedagógico que pretende lograr esta formación de forma paralela a la instrucción.
Por otra parte, la dicotomía entre instruir y educar, hace seguir la idea de que la formación de la actividad cognoscitiva del hombre, que la apropiación de conocimientos, el desarrollo del pensamiento teórico, de capacidades y habilidades intelectuales y profesionales, que tradicionalmente se consideran como resultado de la instrucción, no constituyen un producto fundamental de la educación. De esta forma, no se toma en consideración el papel de este componente (la instrucción) como condición básica fundamental de la relación del hombre con la naturaleza y con los demás hombres, de su actividad transformadora de la realidad que a su vez contiene, de forma indisoluble, aspectos éticos y emotivos. Por otra parte, estos últimos aspectos de la personalidad, considerados como objeto de estudio e influencia de la educación, no pueden formarse ni expresarse haciendo abstracción de los componentes cognoscitivos, como expresión de la unidad que en el plano psicológico se da entre lo afectivo y lo cognoscitivo.
La verdadera unidad no se logra por la separación y ulterior yuxtaposición de estos dos aspectos, con la organización de actividades especialmente concebidas con la intención de "educar", sino por su tratamiento diferenciado, a la vez que unido, en la propia realización de la instrucción. De lo que se trata es de utilizar al máximo las posibilidades educativas que brinda cualquier situación de instrucción que al ser concebida íntimamente vinculada con la vida de la sociedad y de la profesión, en el contexto sociohistórico en que vive el estudiante, ha de encerrar necesariamente facetas que pueden ser analizadas y valoradas con una perspectiva axiológica, ante la cual se puede adoptar una determinada actitud.
Esto no supone que lo educativo se diluya, o que pierda su especificidad. Antes bien, de lo que se trata es de que, partiendo de actividades o situaciones únicas, se analicen las potencialidades formativas, tanto en el orden cognoscitivo, como el afectivo-valorativo y comportamental, de las diferentes actividades que ha de realizar el estudiante y de las variadas situaciones docentes en que ha de participar.
Otros principios que adoptan un nuevo contenido (2) o que surgen de esta nueva concepción en la enseñanza, son:
El principio del carácter científico del proceso de enseñanza, entendido no de forma estrecha, sino en su dimensión dialéctica como procedimiento especial de reflejo mental de la realidad por medio de la ascensión de lo abstracto a lo concreto en el pensamiento, ligado con la formación de abstracciones y generalizaciones de tipo no sólo empírico sino, sobre todo, de carácter teórico.
Uno de los objetivos centrales del aprendizaje escolar es la asimilación por el estudiante de los conocimientos científicos de su época y la formación en su personalidad de una concepción y una actitud científica hacia los fenómenos de la realidad natural y social, de un pensamiento científico.
La profundización en la realidad que exige este nivel de desarrollo, no alcanzable por vía empírica, a través de una confrontación directa con ellos, plantea el problema de la vía o el método que, trascendiendo lo aparente, lo fenoménico, permita llegar a un conocimiento de la naturaleza interna de los objetos y fenómenos de la realidad, elevarse al nivel de un conocimiento teórico del mundo. La solución de este problema tiene una significación fundamental para todo sistema de enseñanza.
En la dialéctica marxista la vía que permite al pensamiento resolver el problema específico del conocimiento teórico del mundo consiste en "elevarse de lo abstracto a lo concreto". Este método que consiste en moverse de las determinaciones abstractas a la reproducción de lo concreto en el pensamiento, es definido por Marx como "el método científico correcto". Aunque Hegel fue el primero en concebir el desarrollo del conocimiento como un proceso histórico sometido a leyes y describir la ley del paso de lo abstracto a lo concreto, lo hace en calidad de simple constatación empírica.
Como materialista que es, Marx parte del hecho de que todas las abstracciones y las síntesis que se alcanzan a partir de ellas en el proceso de reconstrucción del mundo por el pensamiento teórico representan imágenes mentales de los momentos particulares de la realidad objetiva evidenciadas por el análisis.
Por esto, el camino histórico recorrido por las ciencias tiene su punto de partida en lo real y lo concreto sobre cuya base se llega a "abstracciones descarnadas" y de ellas a un sistema, a una síntesis que forma una teoría. Esta relación de la totalidad concreta de la realidad a su expresión abstracta en la conciencia es una condición, una premisa, un momento orgánico del proceso de elaboración de teorías científicas, de la actividad de síntesis de la mente. Cuando el teórico organiza las abstracciones ya existentes en su ciencia, incluso aún cuando ellas ya hayan sido elaboradas con anterioridad, siempre realiza un análisis crítico de ellas, las verifica en confrontación con los hechos, y en consecuencia "...recorre, en cierta forma de nuevo, el proceso que va de lo concreto en la realidad, a lo abstracto en el pensamiento" (9,3).
El principio de la enseñanza que desarrolla que, a diferencia del principio del carácter accesible de los conocimientos, parte no de las características psicológicas logradas por el estudiante en un determinado período de la vida, sino de la esfera de sus posibilidades de desarrollo -de la zona de desarrollo próximo.
El proceso se estructura de forma de orientar el contenido y los ritmos de desarrollo de formaciones psicológicas a través de la promoción de las acciones que la facilitan, tal como ya ha sido expuesto en el acápite sobre el aprendizaje.
El principio del carácter consciente, no limitado como en la pedagogía tradicional a la sucesiva expresión de abstracciones verbales en relación con su imagen sensorial, que en esencia constituyen los mecanismos internos del pensamiento empírico y clasificador, sino como consecuencia de la asimilación de los procedimientos de la actividad del sujeto cognoscente "...para quien la transformación de los objetos, la fijación de los medios de tales transformaciones constituye un componente tan indispensable de los conocimientos como su cobertura verbal" (2,178).
Sólo es posible llegar a un verdadero nivel de conciencia de los conocimientos cuando los estudiantes no los reciben ya preparados, sino cuando ellos mismos en su actividad revelan las condiciones de su origen y transformación.
El principio del carácter objetal señala precisamente aquellas acciones específicas que son necesarias para revelar el contenido del concepto a formar y para representar este contenido primario en forma de modelos conocidos de tipo material, gráfico o verbal. Este principio permite que los alumnos descubran el contenido general de un determinado concepto como fundamento de la posterior identificación de sus manifestaciones particulares, entendiéndose lo general como la conexión genéticamente inicial que permite explicar el desarrollo del sistema.
La aplicación de estos principios y de la teoría de enseñanza que de ellos se deriva impone la transformación de la forma actual en que se trabajan las categorías pedagógicas fundamentales para la organización y desarrollo de los programas docentes. De manera sintética pueden resumirse dichas transformaciones en las siguientes:
- Partiendo de que todo conocimiento surge y se expresa en la actividad, los fines de la formación profesional han de estar estrechamente ligados a las exigencias e intereses del desarrollo social, y en particular del desarrollo de la profesión, y ser definidos en términos de las acciones generales, típicas de la profesión, según la lógica de su realización.
Estos objetivos deben concretarse en las acciones a realizar en las distintas actividades o situaciones docentes, con independencia de la forma de organización que adopten (por disciplina, módulo u otro).
- La definición de los fines u objetivos a lograr determina la inclusión de aquellos contenidos necesarios para garantizar la apropiación de conocimientos y las nuevas formaciones de la personalidad necesarias para la realización de los diferentes tipos de actividad. A su vez la inclusión de determinados conocimientos, más estrechamente ligados con la realización exitosa de una actividad, supone el conocimiento de otros que están en su base, según la lógica de la interrelación que se produce entre los conocimientos científicos. Finalmente, debe considerarse la inclusión de aquellos contenidos que funcionan como instrumentos o medios de realización de la actividad cognoscitiva y profesional en nuestras actuales condiciones sociohistóricas (dominio de idiomas extranjeros, computación, técnicas de dirección y otros).
- El diagnóstico del nivel inicial del estudiante, para determinar, si posee el grado de desarrollo necesario en su actividad cognoscitiva, lográndose así un perfil inicial del alumno. Cuando los alumnos no dominan estos conocimientos o acciones previas es necesario con antelación asegurar su formación, o en algunos casos, planificar su formación durante el propio proceso de aprendizaje.
- En los programas y en el proceso de orientación de contenido, éstos deben organizarse de forma sistemática, revelando las condiciones de su origen y su desarrollo y los contenidos más generales, esenciales que permiten luego que el estudiante deduzca su forma de expresión en los casos particulares.
De esta manera, la apropiación de los conocimientos de carácter general precede a la familiarización con conocimientos más particulares y concretos, en correspondencia con el principio de ascensión de lo abstracto a lo concreto. Al estudiar la fuente objetal-material de unos u otros conceptos, los alumnos deben, ante todo, descubrir la conexión genéticamente inicial, general, que determina el contenido y la estructura del campo de conceptos dados. Es necesario reproducir esta conexión en modelos objetables, gráficos o simbólicos especiales, que permitan estudiar sus propiedades en "forma pura".
Esta organización del contenido conjuga la aplicación del enfoque sistémico en su dimensión estructural-funcional y genética, propiciando así la elevación del nivel teórico y de sistematización de los contenidos. De esta forma, contribuye también a elevar el grado de generalización del estudiante, y de forma más mediatizada facilita la formación de su pensamiento teórico.
- Es necesario organizar el proceso de asimilación del estudiante garantizando los tres componentes funcionales en toda actividad; la parte orientadora, la ejecutora y la de control.
La parte orientadora es la que permite al individuo realizar y regular su actividad según su representación de la situación y del objeto de su transformación, de las condiciones en que se produce y de las exigencias que se le presentan. Es lo que el sujeto sabe de la acción y el objeto con el que interactúa, de las condiciones en las cuales debe realizarse. Para asegurar que la orientación del estudiante se adecúe a las características y exigencias de la situación, la orientación del profesor debe ser general, completa y propiciar que ella regule la actividad del alumno de forma independiente, sin la intervención del profesor, quien no debe nunca sustituir la actividad del alumno.
La parte ejecutora exige que el profesor seleccione o elabore las tareas o problemas docentes de acuerdo con el contenido y las habilidades (acciones) que pretende formar y que proyecte los indicadores para su valoración, de modo que se creen las condiciones para su formación correspondiente, así como para la formación del autocontrol y la autoevaluación por parte del estudiante.
En general, ha que garantizar en los estudiantes el despliegue de aquellas acciones objetables que le permitan revelar el contenido del material de estudio, del objeto de transformación, y reproducir en los modelos su conexión esencial para poder estudiar sus propiedades, sus tipos y niveles de desarrollo, los procedimientos para su transformación. Todo esto exige de forma correspondiente un sistema de tareas docentes especialmente diseñadas con variaciones en el contenido y en su estructura lógica.
- Los estudiantes deben tener la posibilidad de actuar en los distintos momentos o fases que propician un aprendizaje eficaz, desde las acciones objetables en un plano práctico a su realización en el plano mental, conceptual, atendiendo a los cambios que se operan en las características cualitativas de la acción, que luego funcionan como indicadores de calidad del aprendizaje del estudiante: grado de generalización, de reflexión, de automatización, independencia, de solidez. En especial, es necesario tener en cuenta los momentos de tránsito y de traducción de una lógica de la acción -momento material o materializado del proceso- a una lógica de los conceptos -momento de verbalización, de comunicación en el proceso.
- El control, como componente fundamental del aprendizaje, es un proceso sistemático que se dirige a la acción específica que se realiza y se debe efectuar en gran medida por los estudiantes a partir del modelo o alternativas de modelos que se propongan, y de los indicadores cualitativos más adecuados. Debe incluir siempre que sea posible los procedimientos de comprobación de las operaciones de solución del estudiante. Para facilitar la formación del autocontrol pueden utilizarse variantes de control mutuo entre dos o más estudiantes que deben favorecer la autovaloración y autorregulación de su actividad.
En su función de retroalimentación para el profesor, el control debe estar dirigido sobre todo a rectificar los errores en el proceso de aprendizaje, y no tanto a ubicar a los estudiantes en una escala o gradiente, con lo que contribuye a eliminar las tensiones y la ansiedad por la nota durante el aprendizaje.
- La evaluación final, al término de una unidad temática o unidad de aprendizaje es un resultado natural de todo este proceso dirigido a valorar en qué medida en el estudiante se han formado los objetivos inicialmente proyectados.
- De los postulados del enfoque histórico-cultural y de su concepción del aprendizaje se desprende la importancia que se adjudica a la actividad conjunta, a la relación de cooperación entre los alumnos y entre éstos y el profesor. Esta concepción cambia la tradicional relación de autoridad y distancia existente entre ambos participantes del proceso, señala como función fundamental del profesor la orientación y guía del estudiante, con el fin de potenciar sus posibilidades, convertir en realidad las potencialidades de su zona próxima de desarrollo.
La definición del aprendizaje como actividad social conjunta supone asegurar las condiciones -sistema de relaciones entre el alumno y el profesor, tipo de actividad con el objeto de estudio o transformación- para hacer realidad la elevación del estudiante a un nivel superior, como una vía para lograr un dominio independiente de sus funciones. Con esta perspectiva todos los logros de las técnicas de comunicación pedagógica y de entrenamiento sociopsicológico pueden ser procedimientos efectivos para el logro de estos propósitos.
Para ejercer su labor como guía u orientador del proceso de aprendizaje del estudiante, el profesor debe poseer competencia profesional y edificante calidad humana (18), capacidad para lograr una estrecha y cálida relación con los estudiantes.
Cuando se organiza la enseñanza como actividad conjunta donde interactúan profesor y alumno o alumnos entre sí se fomenta en los jóvenes el desarrollo de una serie de cualidades de su personalidad, de formas de relación en las situaciones grupales, de intereses relacionados con el estudio. Además, se genera un clima emocional favorable muy eficaz para el aprendizaje. Para ello es imprescindible el fomento de una comunicación pedagógica que atienda de forma equilibrada a las distintas funciones: informativa, reguladora, y afectiva.
Todas estas concepciones del proceso pedagógico, muy novedosas en su momento, tienen aún hoy plena vigencia. Aparte de su importancia y congruencia teórica con el enfoque histórico-cultural, poseen una enorme significación práctica por su trascendencia en el desarrollo pleno del hombre. Implican la reestructuración completa del proceso de enseñanza sobre la base de una concepción muy progresista del desarrollo social y humano. Por esto, los fundamentos del enfoque histórico-cultural en su proyección en el proceso pedagógico han encontrado eco en diversos países del mundo.
En los Estados Unidos se ha creado, desde hace ya algunos, años la escuela Barbara Taylor en Harlem, influida por las ideas de Vigotski para el desarrollo de una educación socioterapéutica con niños procedentes de minorías nacionales y raciales. El trabajo central de esta escuela consiste en "crear una zona colectiva de desarrollo próximo", construir ambientes no abusivos y no represivos que ayuden a las personas a relacionarse y a conceptualizarse como agentes productores de cambio social, a partir de crear condiciones donde los problemas de la comunidad puedan ser debatidos abiertamente. Los objetivos y concepciones de trabajo de la escuela se traslucen de lo afirmado por C. La Cerva, su directora, cuando refiriéndose a su afiliación a las ideas de Vigotski, señala: "La escuela completa es una aplicación de su trabajo. El enfoque sociohistórico de Vigotski es una forma de ayudar a los niños a ser transformadores del mundo y a hacer avanzar su habilidad de pensar críticamente, comprender los orígenes sociales de los "ismos", y estar así mejor equipados para poder imaginarse lo que quieren hacer con ellos. Estamos utilizando a Vigotski para hacer algo decente y progresista en la comunidad, no como una teoría de la cognición" (7,18).
Aportando elementos de su experiencia profesional, C. La Cerva se refiere al proceso de implicación en la tarea, creando condiciones para que todos aprendan. Este cambio en la forma de producir el aprendizaje en el aula reorganiza en su totalidad lo que ocurre en ella. Los temores a la pérdida de la individualidad que algunos señalan, se refutan, según la experiencia de esta investigadora, con la realidad vivenciada de que "...mientras más atención se presta a la construcción del grupo más capaz se hace el profesor de utilizar las fuerzas de los estudiantes como individuos en lugar de responder a sus debilidades" (7,12).
De forma semejante se ha desarrollado desde hace ya 15 años la terapia social, fundada por Fred Newman, modalidad de tratamiento que ayuda a las personas a relacionarse con sus problemas emocionales específicos, implicándolos en la actividad de crear las herramientas necesarias para reorganizar su "aparato emotivo" en una forma tal que ayude a las personas a expresar su rol histórico en el mundo como productores de las propias condiciones de su desarrollo (7).
Mención aparte merecen los cursos sobre cognición humana comparada, brindados en la Universidad Rockefeller de Nueva York por M. Cole, y el trabajo desarrollado en el laboratorio que dirige este investigador en San Diego, California, en donde se realizan estudios, sobre esta temática y se profundiza en la comprensión del aserto de Vigotski de que el aprendizaje es una actividad social, y las implicaciones de esta afirmación para el paradigma psicológico dominante en su país que sostiene que el aprendizaje (y todo lo que los seres humanos hacen) es individual (7). En estos últimos cinco años se ha producido, en consecuencia, un incremento cualitativo del interés por este enfoque.
Ha aumentado el número de libros sobre Vigotski1. Algunas de sus obras se han traducido al Inglés (Pensamiento y lenguaje, Psicología del arte, La mente en sociedad: el desarrollo de las funciones psíquicas superiores). Su nombre aparece en revistas profesionales o semipopulares (de la Federación americana de maestros, de la Asociación Montessori y otras).
En 1984, G. Blanch,, psiquiatra argentino, defendió el sistema de Vigotski como el marco teórico más valioso de la psicología. En ese año publicó un libro que abarcó los diferentes aspectos de su teoría. En la primavera de 1990 se produjo un encuentro de ocho investigadores de diferentes países del mundo para debatir temas relacionados con las concepciones de este autor. Más recientemente, la revista, Practice, dedicó un número al análisis de vida y obra de Vigotski a través de las apreciaciones y valoraciones de ocho profesionales que siguen sus ideas, procedentes ellos de EE.UU., Argentina, Canadá, Dinamarca, los Países Bajos y entrevistados por L. Holzman.
No es ajeno a este proceso de descubrimiento de la personalidad científica de Vigotski y de difusión de las ideas de esta escuela, los congresos organizados por la Asociación Internacional para la Investigación de la teoría de la actividad, celebrados, el primero en Alemania y el segundo en Finlandia, en 1986 y 1990 respectivamente, con la participación en este último
1 Vigotski y la educación, editado por L.Moll donde aparecen artículos de profesionales de diferentes países; Vigotski y la formación social de la mente de J.Wertsch, y más recientemente, L.Vigotski,científico revolucionario de L.Holzman, todos norteamericanos.
país de 24 países (casi todos los de Europa, EE.UU., Canadá, Japón, Viet-Nam y Cuba) y la presentación de centenares de trabajo sobre el enfoque. Ambos revelan el amplio interés que suscitan estas ideas en muchos países, el grado de actualidad de estas concepciones que lograron superar barreras ideológicas e imponerse como un enfoque viable para el desarrollo de las potencialidades humanas.
En Cuba, por su carácter de país donde se promueven las condiciones sociales para asegurar el desarrollo pleno del hombre, y donde se aspira a que cada ser humano sea un protagonista activo de su historia, algunas de las ideas más generales de este enfoque, por su fundamento filosófico, constituyen principios instrumentados en el sistema.
En lo que se refiere al proceso pedagógico, sin embargo, es necesario señalar que mucha de las transformaciones que él requiere no se realizan aún en la práctica educativa de forma sistemática y generalizada. Resulta esto comprensible si se tiene en cuenta el carácter integral, novedoso y revolucionario de sus ideas que supone, como hemos ya analizado, profundas transformaciones en la organización y realización del proceso. Pero sobre todo supone profundos cambios en la preparación psicopedagógica del profesor.
En el campo de la psicología del desarrollo y de la psicología pedagógica, se ha venido trabajando en su aplicación, tanto al diagnóstico como a la formación de aspectos específicos de la personalidad del niño en condiciones experimentales.
En particular, en la educación superior, durante aproximadamente 10 años se ha venido aplicando sus postulados fundamentales al perfeccionamiento del proceso pedagógico, en la creación de condiciones de aprendizaje más favorables en distintas asignaturas y disciplinas en diversas carreras universitarias.
Comoquiera que no existen precedentes de la utilización consecuente de estas ideas el perfeccionamiento del proceso pedagógico en la educación superior en condiciones que aunque experimentales, se aproximan a las naturales, el trabajo que en esta dirección se realiza ha implicado y ha de seguir exigiendo la búsqueda creadora de las formas, vías, procedimientos de su utilización concreta según las características y exigencias de este nivel, en la medida que estas ideas no constituyan fórmulas hechas de rápida aplicación, con independencia de las características del sistema en que se insertan y el contexto socio histórico en que se producen.
Los resultados logrados en el perfeccionamiento del proceso pedagógico, en la calificación psicopedagógica del profesor, en la calidad del aprendizaje y en la formación de la personalidad del estudiante han demostrado hasta el momento la efectividad y las perspectivas de este nuevo enfoque del proceso pedagógico. El esfuerzo realizado en esta dirección ha sido además, fructífero en la medida en que ha demostrado su condición de enfoque viable para asegurar el desarrollo de las potencialidades humanas.
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Muy bien por la autora, un análisis profundo y con una lógica que permite al lector hacer las interpretaciones que correspondan
ResponderEliminarMuy bien por la autora, un análisis profundo y con una lógica que permite al lector hacer las interpretaciones que correspondan
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