ELEMENTOS TEÓRICOS PARA LA
DISCUSIÓN DE UNA PROPUESTA DE RESPONSABILIDAD SOCIAL PARA LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA
DE LA UNIVERSIDAD DE CUENCA.
Si dices que
ya estas practicando la Responsabilidad Social y todavía nada te duele, es que
estás aún lejos de tu deber y muy lejos de tu alegría.
François Vallaeys
PONIÉNDONOS DE ACUERDO
Uno de los retos más importantes
para la Facultad de Psicología de la Universidad de Cuenca en su reciente
proceso de conformación y estructuración es la necesaria articulación de una
propuesta de inserción y participación activa y crítica en el escenario social
local y regional en el que se halla inscrita.
El proceso de estructuración de
su propuesta académica requiere de forma urgente la discusión y debate del
alcance social de sus fines.
Uno de los ejercicios de
identidad institucional constituyó el hecho de poder estructurar una VISIÓN de
lo que pretendemos ser:
“Una Facultad que responda a las necesidades de la
sociedad, con profesionales de alto nivel académico con sentido ético, crítico
y transformador en el campo del comportamiento humano y la salud mental, con
competencias para investigar e intervenir en la dinámica social”
Ello nos sitúa en un escenario de
militancia académica – investigativo y social porque asumimos y entendemos que
ningún estilo de convivencia en este contexto es éticamente neutral, sino, tal
como lo afirma PIEDAD VÁZQUEZ, una acción crítica e interesada, la construcción
de ciudadanía socialmente comprometida con la justicia.
Es la construcción de un ETHOS lo
que nos plantea la necesidad de mirarnos casa adentro para poder crecer con
claridad en nuestras metas y estrategias, nuestra MISIÓN así planteada dice:
“Formar
profesionales investigadores, emprendedores, sensibles a la salud mental individual, relacional y
comunitaria con sólidos conocimientos teóricos-prácticos de la psicología, con
competencias para prevenir, diagnosticar
e intervenir, promoviendo el
ejercicio progresivo de derechos en el campo del comportamiento humano”
La Facultad de Psicología tiene
que jugar un nuevo rol social que va mucho más allá de asegurar la formación
profesional y la investigación, de ello estamos todos de acuerdo, pero, a su
vez en plantear la necesaria pregunta ¿Cómo formar, más allá de lo profesional,
comportamientos ético – críticos de todas las personas inmersas en este
proceso?
¿Cómo insertarnos en dinámicas
sociales, abandonando falsos postulados de neutralidad ideológica?, para ello
es necesario analizar varios elementos conceptuales que los presentamos a continuación.
1. La
superación del modelo de “Extensión Universitaria”
2. Repensar
el concepto de “Vinculación con la Comunidad”
3. La
necesaria discusión de un nuevo paradigma de actuación la RESPONSABILIDAD
SOCIAL con ENFOQUE de DERECHOS.
La
Responsabilidad Social con Enfoque de Derechos.[1]
Dejemos
claro algo:
La Universidad tiene un
impacto directo sobre la formación de los jóvenes y profesionales, su manera de
interpretar e imaginar el mundo, comportarse en él y valorar ciertas cosas más
que otras. Influye asimismo sobre la deontología profesional, orienta (de modo
consciente o no) la definición de la ética profesional de cada disciplina y su
rol social.
¿Pero…?[2]
“Una Universidad que mantiene una cultura organizacional burocrática, no
democrática, neutral ideológicamente, ciega a los problemas sociales y
ambientales que genera, con prácticas educativas tradicionales ¿Qué mensajes
ocultos transmite diariamente a los estudiantes y la sociedad?”
La misma capacidad de
reproducir situaciones tendientes a mantener el estatus quo social, la
capacidad de intervenir en dichos escenarios solo responde al inmediatismo para
aliviar los síntomas de los problemas, pero jamás a cuestionarlos.
La Universidad en este
contexto no quiere plantearse la construcción de su propio Ethos.
“Una Universidad que promueve, desde su misma malla curricular, una
educación trunca, desligada de los problemas sociales, con fines meramente
instrumentales (conseguir el “cartón”, el éxito profesional egocéntrico),
basada en una relación pedagógica asimétrica profesor/alumno, sin afán de
formación integral ciudadana ni promoción de la alegría de aprender... ¿Qué
mensajes ocultos transmite diariamente a los estudiantes y la sociedad?”
Institucionalizar las
relaciones asimétricas sin tocar o cuestionar los nudos críticos que el poder
genera y sobre los cuales se afianza.
“La Universidad orienta la producción del saber y las tecnologías,
influye en la definición de lo que se llama socialmente “Verdad, Ciencia,
Objetividad, Racionalidad, Legitimidad, Utilidad, etc.” Participa en la
delimitación de los ámbitos de cada especialidad, así como en la definición de
los problemas en la agenda de las ciencias. Articula la relación entre
tecnociencia y sociedad y maneja en gran medida la gestión del conocimiento.”
“Una Universidad que incentiva la fragmentación y separación de los
saberes, invisibiliza los problemas inter- multi- trans- disciplinarios,
promueve actitudes como el elitismo científico (“expertocracia”), desalienta el
control social democrático de la ciencia, produce conocimientos socialmente
irrelevantes o, al contrario, se somete a pedidos coyunturales (confusión entre
investigación y consultoría)... ¿Qué mensajes ocultos transmite diariamente a
los estudiantes y la sociedad?”
Frente a ello asumimos que la
Universidad tiene un impacto sobre la sociedad y su desarrollo económico,
social y político. No sólo forma a los futuros líderes y profesionales de la
nación, sino que es también un referente, una fuente de legitimación, y un
actor social.
“Una Universidad reducida a la función de colocadora
de jóvenes en el mercado laboral, que se desentiende de los problemas de su
sociedad, o que promueve el elitismo y la segregación social (generando
“capital antisocial”), que desvincula la formación académica de la acción
social, que imposibilita la creación de comunidades de enseñanza aprendizaje
más allá de su claustro, que impide la accesibilidad social al saber, o se
satisface con iniciativas puntuales de voluntariado asistencialista: ¿Qué mensajes ocultos transmite diariamente a los estudiantes
y la sociedad?”
Así
llegamos a la definición de Responsabilidad Social Universitaria (RSU):
Para François
Vallaeys. 2005. “Es una política de calidad ética del
desempeño de la
comunidad universitaria (estudiantes, docentes y personal
administrativo)
a través de la gestión responsable de los impactos educativos,
cognitivos,
laborales y ambientales que la Universidad genera, en un diálogo
participativo
con la sociedad para promover el Desarrollo Humano”
En el plano institucional la RSU nos invita a:
Formar
estudiantes comprometidos del Desarrollo Humano en el país.
Gestionar
adecuadamente los impactos de la Universidad (laboral, ambiental, educativo, cognitivo
y social)
Producir
conocimientos socialmente útiles.
Abrir la
Universidad hacia la Sociedad y la Sociedad hacia la Universidad.
Pero sobre todo a crear
Comunidades de Aprendizajes con todos los miembros de la comunidad
universitaria y actores sociales externos buscando impactos de modo socialmente
responsables.
¿Qué ganamos al impulsar
la creación de Comunidades de Aprendizaje? Resolver tres problemas a la vez.
Imagen
1: Comunidades de Aprendizaje y Responsabilidad Social Universitaria.
Fuente:
Universidad de las Américas. Puebla
“El desafío de
la creación de comunidades de aprendizaje: implica descentrar y des localizar el proceso de
enseñanza-aprendizaje, abriendo la formación a nuevos espacios y actores fuera
de las aulas y del campus. No se trata sólo de “abrir la Universidad hacia la
sociedad”, sino de pensar de otro modo la actividad pedagógica, y tener
confianza en el hecho de que otros actores no universitarios, así como
situaciones no académicas, puedan muy bien constituir genuinas dinámicas de
aprendizaje para todos. Como sea, el aprendizaje basado en proyectos sociales
desplaza el rol del docente: de maestro a facilitador” François
Vallaeys.
2005
Esto
constituiría en una “inversión del polo magnético” de lo que entendemos y
hacemos como producción académica, se requiere de un proceso de re – pensar la
forma de producir y validar conocimiento ahora marcado por una profunda
vocación para generar equidad social.
Se
crea un círculo virtuoso que parte de definir estrategias de aprendizaje
basadas en la implementación de metodológica de Proyectos Sociales:
Imagen
2: Comunidades de Aprendizaje y Responsabilidad Social Universitaria.
Fuente:
Universidad de las Américas. Puebla.
Según la Dirección de Investigación y Desarrollo
Educativo Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (2005):
“El método de
proyectos emerge de una visión de la educación en la cual los estudiantes toman
una mayor responsabilidad de su propio aprendizaje y en donde aplican, en
proyectos reales, las habilidades y conocimientos adquiridos en el salón de clase.
El método de
proyectos busca enfrentar a los alumnos a situaciones que los lleven a
rescatar, comprender y aplicar aquello que aprenden como una herramienta para
resolver problemas o proponer mejoras en las comunidades en donde se
desenvuelven”.
Es
la noción de retorno o retro alimentación lo que permite mejorar continuamente la
calidad educativa ofertada a partir de conocimientos socialmente validados,
dicho así, la investigación deja de ser emprendimientos voluntarios y aislados
y se convierte en procesos continuos implementados institucionalizados y
desarrollados por docentes y estudiantes, entonces toma clara importancia la
definición de líneas de investigación.
"Los proyectos de trabajo suponen una manera de
entender el sentido de la escolaridad basado en la enseñanza para la
comprensión, lo que implica que los alumnos participen en un proceso de
investigación, que tiene sentido para ellos y ellas (no porque sea fácil o les
gusta) y en el que utilizan diferentes estrategias de estudio; pueden participar
en el proceso de planificación del propio aprendizaje, y les ayuda a ser
flexibles, reconocer al "otro" y comprender su propio entorno
personal y cultural. Esta actitud favorece la interpretación de la realidad y
el antidogmatismo. Los proyectos así entendidos, apuntan hacia otra manera de
representar el conocimiento escolar basado en el aprendizaje de la
interpretación de la realidad, orientada hacia el establecimiento de relaciones
entre la vida de los alumnos y profesores y el conocimiento que las disciplinas
y otros saberes no disciplinares, van elaborando. Todo ello para favorecer el
desarrollo de estrategias de indagación, interpretación y presentación del
proceso seguido al estudiar un tema o un problema, que por su complejidad
favorece el mejor conocimiento de los alumnos y los docentes de sí mismo y del
mundo en el que viven". (Hernández,
1998).
En
nuestro caso, ¿cuál es el punto de partida para implementar estos elementos
categoriales?
La
estructuración de un espacio – coordinación de Responsabilidad Social
Universitaria de la Facultad de Psicología (para apartarnos el concepto de
vinculación con la sociedad) generando varias fuentes de rupturas[3]:
|
Proyección Social Voluntaria
|
Responsabilidad Social Universitaria
|
La
Concepción
|
Se concibe la Proyección social a partir
de la voluntad institucional de expresar valores de solidaridad con los más
necesitados y motivar los estudiantes a encarnar estos valores en su persona.
|
Se concibe la Formación y la
Investigación académica a partir de las “intersolidaridades” diagnosticadas
en el mundo actual, que los estudiantes necesitan aprender profesional y
humanamente para su carrera y vida ciudadana, a través de participar en proyectos de desarrollo
social.
|
Los
actores
|
Un grupo voluntario (docentes y/o
estudiantes) decide emprender un proyecto social fuera de la Universidad, con
pleno o parcial respaldo institucional. Se crean lazos entre la comunidad
beneficiaria y los voluntarios del proyecto.
|
La Universidad pasa convenios con
actores externos (Gobiernos Locales, Organizaciones Sociales, etc.) para
crear programas solidarios mutuamente beneficiosos en el marco de Comunidades de Aprendizaje para el
Desarrollo: La comunidad se desarrolla y la Universidad mejora su
formación académica (estudiantil y docente) y produce nuevos conocimientos
(investigación aplicada).
|
Los
Impactos
|
Las rutinas de enseñanza e investigación
de la Universidad no están afectadas por las iniciativas de proyección
social. La Participación social no tiene impacto sobre la Formación académica
ni sobre la Producción de conocimientos, que siguen concibiéndose como
actividades intramuros sin vínculo necesario con la sociedad. La
Proyección social no ingresa realmente en la malla curricular ni en la agenda
de la investigación académica.
|
Cada iniciativa social significa
creación de una comunidad de aprendizaje que enriquece la enseñanza en
las diversas Facultades y posibilita nuevas investigaciones gracias a los
proyectos emprendidos. Se multiplican los cursos dictados según el método del aprendizaje basado en
proyectos sociales. Se crea una sinergia entre Formación, Investigación y
Participación social.
|
Así
pensando, los espacios de Práctica Profesional y 60 horas dejan ser acciones
descoordinadas de la producción académica, requieren por sí mismo la permanente
integración de inter aprendizajes de cada asignatura en sus procesos y por
tanto, la revisión, análisis crítico de los impactos pensados con las mallas
curriculares propuestas.
El
componente de reflexión – investigación
– acción – reflexión encuentra su anclaje y validación social no por la
confiabilidad académica, sino por la utilidad e impactos sociales que generan
sus aprendizajes ahora sí, significativos y propositivos.
La
determinación de este espacio pretende ir más allá de la simple vinculación
burocrática con redes, actores e instituciones sociales (no es que dejen se ser
importantes, sino cual va ser el impacto que podamos y debemos generar en
ellas), pretende revisar un modelo de “supervisión académica” por el de la reflexión – investigación – acción –
reflexión.
De
esta forma ganamos legitimidad social y la oportunidad de incidir en la
determinación de políticas públicas en dichos ámbitos, ganamos un espacio
inconmensurable para nuestras líneas de investigación y que estas permeen hacia
el mejoramiento del pensum de la Facultad.
No
pretendemos desvalorizar lo “andado y gestado” por la Universidad, buscamos
nuevas formas, más efectivas de concebir esa relación con lo social y generar
mutuas sinergias.
Definiendo
un modelo educativo de desarrollo académico – social.
De acuerdo a François
Vallaeys. (2005):
“La Comunidad de Aprendizaje para
el Desarrollo: un espacio paradójico
La Comunidad de
Aprendizaje para el Desarrollo es el corazón de nuestro enfoque de
Responsabilidad Social Universitaria, porque es ella que articula la doble
apertura de la Universidad hacia la sociedad y de la Sociedad hacia la
Universidad. Es ella que tiene que permitir que la “proyección social” de la
Universidad hacia la Sociedad se vea equilibrada por una “inyección social”
hacia la Universidad.
La
Comunidad de Aprendizaje es un lugar en el cual diferentes actores pueden
encontrarse y ayudarse juntos a satisfacer sus necesidades de aprendizaje. Este
lugar puede ser físico, virtual, interpersonal. Lo importante es que se pueda
dar en él las dinámicas necesarias, a partir de lo que sus interlocutores
decidan entre sí. Como tal, sería contradictorio querer presentar una “teoría”
acabada de la Comunidad de Aprendizaje para el Desarrollo, definiendo
precisamente cómo conformarla y qué tiene que ocurrir en ella, porque son sus
actores universitarios y de la sociedad civil que, en cada caso, deben de
inventar por qué y para qué de su asociación”.
Creemos que la respuesta tiene que ver con el hecho
de descentralizar en parte el proceso de aprendizaje desde el “claustro
universitario” (aprendizaje endógeno) hacia la sociedad, promoviendo que
docentes y estudiantes participen en proyectos sociales con actores externos
(Aprendizaje Basado en Proyectos Sociales) dentro del tiempo y la currícula
normal de la formación académica, es decir (visto desde el otro ángulo) invitar
actores externos a participar en la formación académica de los estudiantes y la
investigación, gracias a la realización de iniciativas en pro del Desarrollo
Humano Sostenible.
Si una comunidad puede ser definida como la reunión de personas
que comparten una visión, una Comunidad de Aprendizaje será la reunión de
personas que tienen una visión e interés común para el aprendizaje.
“Así la
Comunidad de Aprendizaje para el Desarrollo se transforma en un espacio de
intercambio en el cual cada quien puede aportar al otro parte de lo que
necesita, recibir parte de lo que le faltaba, y generar juntos provechos
compartidos. La Universidad forma sus estudiantes, la comunidad se forma con
ellos y los forma a ellos también. La comunidad brinda a los universitarios
espacio para la investigación, los universitarios realizando su
investigación-acción ayudan a la comunidad en entender la fuente de sus
problemas y cómo solucionarlos. Todos participan del proyecto de desarrollo que
debe mejorar las condiciones de vida de la comunidad y las condiciones de
educación de la comunidad universitaria”. (Op. Cit.)
En ese sentido, la teoría de la Comunidad de
Aprendizaje para el Desarrollo debe de ser complementada por una reflexión
sobre el Desarrollo participativo, sus retos y dificultades propios, porque
sólo una participación plena de los socios exteriores en el mismo diagnóstico,
diseño, ejecución y evaluación de los proyectos puede garantizar que estos sean
a la vez proyectos de desarrollo y de aprendizaje.
Entonces se hace necesario diseñar un sistema
didáctico que de salida operativa a la conformación misma de las comunidades de
aprendizaje.
El Aprendizaje Basado en
Proyectos Sociales como pedagogía de la libertad:
“El Aprendizaje Basado en Proyectos Sociales es un tipo de
aprendizaje que utiliza el “método de proyectos” para la conducción didáctica
de un proyecto social con diferentes actores, con el fin de participar en la
promoción del Desarrollo Humano. Consiste en un conjunto de experiencias de
aprendizaje que involucran a los estudiantes, sus profesores y personas de la
comunidad en la solución de algún problema de orden social” François Vallaeys. (2005). Pontificia Universidad Católica de Perú.
La pedagogía basada en la participación en proyectos
de Desarrollo hace entender al estudiante que la creatividad no tiene nada que
ver con la adaptación al mundo, que el éxito está en la transformación, y no el
ajuste, y que el único mundo habitable, soportable a fin de cuentas, es un
mundo que hayamos inventado juntos como “mejor” que el mundo heredado. Lo que
implica reconocer la necesidad de nuestro asombro frente a la injusticia, y la
bondad de nuestra “cólera justa”[4]
cuando se pone a cambiar al mundo sin ira, junto con los demás. Actitud opuesta
a la de la adaptación “exitosa” al mundo determinista que no puede ser sino
individual, puesto que se supone que no hay nada que podamos hacer juntos para
cambiar nada, desde esta perspectiva.
Dicho de otro modo, el Aprendizaje Basado en
Proyectos Sociales es ante todo una pedagogía
de la libertad, destinada a desarrollar las habilidades ciudadanas de la
humanidad considerada fundamentalmente como praxis común autónoma que inventa
siempre el mundo en cual quiere vivir, y por eso, y sólo por eso, es
responsable por y ante él.
Modelos
políticos de aprendizaje: la Información y la Transformación. (François Vallaeys. (2005). Pontificia Universidad Católica de Perú)
“Esta declaración acerca de la libertad y creatividad no es mera
filosofía, sino pedagogía, o incluso política pedagógica. El Aprendizaje Basado
en Proyectos Sociales es un modo de practicar la enseñanza que afirma la mayor
legitimidad del aprendizaje trans - formativo sobre el aprendizaje
in-formativo, sin querer excluir este segundo de la enseñanza, pero sí
disminuir su hegemonía. Veamos:
El aprendizaje informativo
se dedica meramente a informar al estudiante con nuevos datos, llenarlo de algo
que no tenía, y que el profesor le transmite. El alumno adquiere, pero no
cambia fundamentalmente de “forma”,
no se des- y trans-
forma, sólo se informa.
Mientras que el aprendizaje
transformativo opera un cambio en la persona, que se desprende de una antigua
forma de ser (lo que supone una fase de destrucción, asombro, desprendimiento,
de algo que ya no quiere ser) para formarse en una nueva, y esto sólo la propia
persona lo puede hacer y nadie más por ella. Sólo podemos facilitar procesos de
transformación educativa, no operarlos desde el exterior.
Lo que ocurre es que si los procesos de
enseñanza son vistos solamente como procesos de in-formación (procesos de
transmisión/adquisición de conocimientos y habilidades), sin querer este patrón
mental nos invita a aceptar la idea de que la realidad no se puede cambiar, y
que nosotros sólo podemos adaptarnos a ella, pero jamás ella a nosotros. Esto
es así porque en el proceso de transmisión/adquisición de conocimientos
informativos, cual sea mi protagonismo en este proceso[5], termino recibiendo un
saber predeterminado, que existía antes de mí, y que ahora adquiero, aceptando
su validez o legitimidad, al aceptar la legitimidad de la fuente.
Paradigma pedagógico de la
información:
(Planteamientos realizados a partir de los postulados de François Vallaeys. (2005). Pontificia Universidad Católica de Perú)
El docente tiene una pericia
particular que busca transmitir a los alumnos. Esto les permite a ellos ganar
tiempo (en el recojo de información y el esfuerzo de capacitación) y ganar en
calidad de su saber (la calidad del saber que transmite el profesor complejiza
los paradigmas mentales de los alumnos).
El aprendizaje se entiende
en términos de adquisición de conocimientos y/o habilidades por parte del
estudiante. Se trata de saber y saber hacer. Memorizar, recopilar, aplicar,
entrenar, repetir, proseguir, etc. son los verbos que describen este proceso de
aprendizaje.
Se puede controlar,
verificar lo adquirido por el estudiante de modo objetivo (evaluando si ya sabe
o no lo que hay que saber). Este paradigma afirma la objetividad del
conocimiento y su transmisión. Prefiere y legitima todos los métodos de
enseñanza que concuerdan con esta afirmación.
La clase magistral es el
arquetipo de este proceso de enseñanza, aunque no el único: existen también las
prácticas guiadas en las cuales el estudiante debe solucionar problemas cuya
solución preexiste y es de conocimiento del docente.
La objetividad de este tipo
de proceso pedagógico permite administrar fácilmente su implementación
institucional a través de la asignación de contenidos a cursos específicos
dentro de una malla curricular y designación de profesores especializados en
dichos contenidos. La totalidad del proceso es controlable intra muros.
He aquí la razón epistemológica fundamental de la gran resistencia
de las instituciones académicas a la apertura social: la separación del entorno
social es una condición de posibilidad de la objetividad del conocimiento y
proceso de enseñanza-aprendizaje.
La relación pedagógica
profesor/estudiante puede ser calificada de “económica”: se trata de adquirir
lo que no tengo todavía (si soy estudiante) o de transmitir lo que tengo ya a
quien no lo tiene (si soy profesor). Implica que lo que hay que transmitir sea
objetivable (por lo menos en gran medida) para que los agentes de la
transacción puedan reconocer el éxito o fracaso de ésta. El mercado en el cual
se lleva a cabo este intercambio es en general una institución formal de
enseñanza (Colegio, Universidad, Instituto) porque le permite al estudiante
hacer reconocer legalmente su “adquisición”. Por supuesto, el profesor no
aprende cuando enseña, la relación no es simétrica.
El ethos oculto de este
proceso de enseñanza-aprendizaje es doble:
I.
La aceptación de las relaciones
asimétricas entre profesor y alumnos a partir de las oposiciones entre
Saber/Ignorancia, Poder/Debilidad, Autoridad/Obediencia en cuanto al universo
del conocimiento y aprendizaje. Tales asimetrías van en contra de la idea
democrática de que el conocimiento es un bien público, puesto que alguien puede
apropiárselo para dominar. La enseñanza concebida como transmisión/adquisición
identifica solapadamente el ejercicio del Saber al ejercicio de un Poder, luego
niega la posibilidad de una relación simétrica y horizontal entre el educando y
el educador.
II.
La aceptación de dicotomías entre
Adquirir y Aplicar, Saber y Hacer, Teoría y Práctica, Tiempo de Formación y
Tiempo de Vida activa, Universidad y Mundo laboral, Academia y Sociedad, etc. Primero,
adquiero la habilidad o conocimiento que me falta en la institución académica,
y después aplico esto a mi vida social y laboral. Hay un lugar para
adquirir el saber y un lugar para usarlo. Estas dicotomías Dificultan la
apertura de las instituciones académicas al mundo “exterior”, dificultan la
apertura de las disciplinas teóricas al mundo complejo de las prácticas no
“disciplinarizables”. “
Y ahora
¿cómo describir el paradigma pedagógico que le corresponde al Aprendizaje
Basado en Proyectos Sociales? Pensamos que se trata de un paradigma que tiene
las siguientes características:
Está basado en el autoaprendizaje del
alumno,
Implica muchos procesos heurísticos e
intersubjetivos (a través de los diálogos y negociaciones colectivas que van a
dar a luz al proyecto social),
Implica la investigación-acción para
inventar conocimientos nuevos
Implica el asombro, la autocrítica, el
autoconocimiento de sus fuerzas y debilidades personales, el desaprender
patrones de comportamiento anteriores, el aprender nuevos.
Implica involucrarse emocionalmente:
pasión por el proceso.
Implica una trans-formación personal.
Por
estas razones, nos parece importante reflexionar un poco acerca de lo que sería
un paradigma pedagógico de la Transformación, opuesto al de la Información.
Paradigma
pedagógico de la transformación:
Principios
congruentes con el Aprendizaje Basado en Proyectos Sociales.
El docente (u otros actores) es ante
todo un facilitador. Y facilita un contexto de búsqueda en el cual los estudiantes
puedan explorar, participando en experiencias significativas vividas,
utilizando de modo complejo todas sus capacidades, incluyendo las emociones, la
curiosidad, la comunicación, la expresión creativa, el diálogo crítico, la
capacidad de escucha.
Los verbos que ilustran este tipo de
proceso pedagógico son: inventar, investigar, curiosear, escuchar, dialogar,
iniciar, responsabilizarse, liderar, consensuar, experimentar, explorar, etc.
El proceso de aprendizaje es básicamente
heurístico. Ni la formulación de los problemas concretos, ni las soluciones
elegidas para resolverlos preexisten totalmente al proceso de investigación
exploratoria: “El camino se hace al andar”. Si no fuera así, el Aprendizaje
Basado en Proyectos Sociales no podría pretender, en el marco de una Comunidad
de Aprendizaje, ser un proceso participativo poniendo en pie de igualdad todos
los actores, universitarios o no, en la definición y ejecución de las
actividades sociales.
El docente facilita, acompaña, pero
difícilmente puede anticipar lo que va a suceder. El proceso de aprendizaje es
un asunto personal del estudiante, y más aún, es un asunto colectivo. El
proceso de aprendizaje es autoaprendizaje.
Como tal, los conocimientos adquiridos
no preexisten a la iniciativa de los sujetos para crearlos y descubrirlos. Si
hubiesen emprendido otro camino, los conocimientos producidos serían otros. Los
conocimientos son, en ese sentido, subjetivos, y el proceso de aprendizaje es
personal, interpersonal e irrepetible.
Todos los actores van creando los
conocimientos que integran, y se dan a sí mismos las lecciones que se quieren
dar: se trata de un proceso de autoenseñanza en el cual si no quiero ser
generoso conmigo mismo, pues voy a aprender poco. La experiencia nos inclina a
pensar que la generosidad del estudiante en su autoaprendizaje depende en gran
parte de su grado de resistencia al hecho de tener que desaprender, su
capacidad de atreverse a desaprender y desprenderse de ciertos hábitos o
certezas.
Sólo parte de lo vivido y experimentado
durante el proceso de aprendizaje es objetivable. Se trata de SER, ser su
propio hacer, vivir y transformarse, formarse. La relación entre las personas
es ética, en el sentido de que privilegia la intersubjetividad, la formulación
consensuada de las reglas de coexistencia y colaboración, a lo largo del diseño
y ejecución del proyecto. El profesor facilitador
La reflexión crítica en el aula es uno
de los modos de enseñanza-aprendizaje heurística. La participación en proyectos
y acciones colectivas es otro. La investigación exploratoria es un tercero. El
Aprendizaje Basado en Proyectos Sociales es pues sólo una manera de vivir y
hacer vivir esta pedagogía de la transformación.
Este tipo de proceso de aprendizaje es
más difícil de evaluar porque muchas dimensiones del proceso no son
objetivables (se tratan de magmas y no de conjuntos como diría Castoriadis).
Pero, si se logra asegurar la participación y el entusiasmo de los estudiantes
en el proceso, hay una casi garantía de auto-aprendizaje. El docente
facilitador deberá sobre todo cuidar la auto reflexión del estudiante para que
pueda él mismo darse cuenta y reconocer su propio autoaprendizaje
transformador, y sus propios límites y resistencias.
Este proceso de enseñanza-aprendizaje sí
crea explícitamente un “ethos” (no se cree objetivo y neutral): Configura
nuevos hábitos de residencia común, puesto que estimula el trabajo en equipo.
Crea solidaridades entre las personas. Es por definición un tipo de “formación
integral”, y no sólo especializada, puesto que propone experiencias vivenciales
significativas y transformadoras de la persona. Por lo tanto, se trata de un
método pedagógico socialmente responsable, a la altura de las pretensiones de
nuestras Universidades que declaran a menudo hacer “formación integral”.
Su currículo oculto podría estar
referido al activismo y la autocomplacencia en las buenas acciones comunes
emprendidas, por lo que la auto reflexión crítica es una necesidad para
asegurar la capacidad transformadora (formativa) del proceso contra la
reafirmación de los prejuicios (el auto cerciorarse de estar en lo correcto).
En lo que concierne el Aprendizaje Basado en Proyectos Sociales, el riesgo de
asistencialismo y paternalismo será siempre un motor útil para tal autocrítica.
El Aprendizaje
Basado en Proyectos Sociales necesita de dos precisiones más en relación con la
pedagogía de la transformación.
Primero, es fundamental
la relación cara a cara con los interlocutores externos en un proyecto de
desarrollo social emprendido desde la Universidad. Sobre todo cuando el otro es
una persona víctima de la marginación económica o cultural.
Hay que
ponerle un rostro a la pobreza y no quedarse en una relación meramente
conceptual con ella. Está claro que se puede hacer mucho desde el aula, pero,
al final, hay que ir a ver en el terreno, hay que sentarse y convivir con la
gente, para que los problemas se hagan carne, y también puedan caer las
ilusiones e idealizaciones que no dejan de operar en la mente de los
estudiantes.
Sin esta
relación cara a cara, y la insistencia de los docentes en ella, será difícil
hacer del método de proyectos un real método pedagógico de transformación de
los participantes. Queremos decir que sólo el contacto directo interpersonal es
realmente capaz de transformar rápidamente las personas y les asegura toda la
riqueza y complejidad de la que el Aprendizaje Basado en Proyectos Sociales es
capaz.
Segundo, el
Aprendizaje Basado en Proyectos Sociales, es por excelencia un tipo de
aprendizaje “significativo” como se dice, justamente porque pone a diferentes
actores cara a cara para hacer cosas útiles juntos. Se reconoce que un
aprendizaje es significativo cuando:
ü
Significa algo para la propia persona
(el alumno aprecia y reconoce a su aprendizaje como tal).
ü
Se relaciona con lo que la persona es,
sus intereses, necesidades y aspiraciones.
ü
Motiva a la persona a seguir
aprendiendo.
ü
Se relaciona con sus conocimientos
previos y los transforma y enriquece.
ü
Provoca emociones intensas relacionadas
con el proceso de buscar aprender: el asombro, el entusiasmo, la curiosidad, la
pasión, la desesperación, etc.
ü
Es inolvidable. Impregna la vida futura
de la persona.
[1] Basado en los planteamientos del documento “Marco Teórico de la
Responsabilidad Social Universitaria”. Universidad de las Américas. Puebla.
[2] Ídem.
[3] APPLE, M. W. (1986): Ideología y currículo. Madrid. Akal.
[4] La expresión es de Paulo Freire: Pedagogía de la autonomía: saberes
necesarios para la práctica educativa,: Siglo Veintiuno Editores, México,
D.F., 1997.
[5] El proceso de adquisición puede ser todo lo lúdico, activo,
participativo que se quiere, no cambia el patrón fundamental de
enseñanza-aprendizaje
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