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lunes, 27 de agosto de 2012

Teoría y Crítica Feminista


Teoría y Crítica Feminista

Prof.ª Ángeles Jiménez Perona

TEMA I. Teoría Tradicional y Teoría Crítica

La definición de Feminismo en el diccionario de la RAE es la siguiente: i) doctrina social favorable a la mujer y ii) movimiento que exige la igualdad de derecho entre hombres y mujeres.
Nosotros nos centraremos en el feminismo como teoría social. Son teorías sociales, pero no sólo sociales, también son teorías políticas, ontológicas, éticas… El feminismo es abarcable desde múltiples perspectivas, aunque tiene su raíz como teoría social porque implica siempre de una manera indirecta la posición social de la mujer.
Todas las teorías feministas son Teorías Críticas en tanto que siempre tienen consecuencias de orden social, en el sentido de que buscan la reforma parcial o total de la sociedad.
Pero, ¿qué es una teoría crítica de la sociedad? Algunas teorías críticas: teorías abolicionistas de la esclavitud, los marxismos (que fue desde donde se fijó la noción de teoría crítica). El marxismo nos interesa no en tanto que movimiento social, sino que en su denominación teórica trató de definir sus diferencias. Las teorías críticas abordan su objeto de estudio de una manera diferente.
Definición de Teoría Crítica de Marx: aquella que produce la autoclarificación de las luchas y anhelos de su época. Las teorías críticas se conciben como productos históricos, no se presenta como aquellas que van a producir verdades a-históricas. Una teoría en general son las formulaciones humanas que tratan de explicar la realidad, y toda teoría quiere ser verdadera, describir lo que acontece.
Max Horkheimer ataca la idea de la teoría tradicional, en un artículo ya clásico Teoría Tradicional y Teoría Crítica, como la que es posible que produzca verdades a-históricas. Toda verdad surge de las condiciones históricas en las que se presenta, todo conocimiento humano está determinado por sus condiciones materiales. Quien explica y clarifica un problema forma parte del problema, no es ajeno a él. No hay nadie objetivo en sentido absoluto. Lo que es verdadero se establece de otra manera, peor no toda teoría es igualmente válida.
El modo tradicional de concebir la teoría es la positivista.

Teoría Tradicional:
1.      Nos permite conocer el mundo en función de categorías, de un sistema de ordenación del mundo. Describir el campo de objetos.
2.      Explicar mediante relaciones de causalidad los objetos descritos.
3.      Predecir.

La verdad aparece en función siempre de su corroboración en la realidad (en la teoría tradicional). La única manera de obtener tales verdades absolutas es que los científicos se despojen de sus valores, normas, intereses… Toda necesidad o presión contextual es ajeno a la teoría misma.
En la filosofía de cuño aristotélico se concebía la ciencia como aquella que era capaz de describir la esencia de las cosas, pasando de una descripción física a metafísica (a la esencia de las cosas). También en la modernidad se concibió el conocimiento científico como el estudio de las relaciones de causalidad eficiente (sólo de la causa eficiente). A partir de la modernidad se valorará la ciencia como aquel conocimiento que nos permita predecir. Los fines de la investigación en principio quedan fuera de la misma.
“Explicación”: acto de subsunción en la que se trata de demostrar casos particulares a partir de leyes generales.
La modernidad da cuenta de los hechos a partir de la explicación (en oposición a, por ejemplo, la comprensión). La noción clásica de explicación es definida por Hempel y Popper en sentido técnico. Hempel la denominó “teoría de la cobertura legal” y Popper como “teoría de la explicación por subsunción”. Explicar es remitir a acontecimientos particulares subsumiéndolas a leyes generales. Para explicar algo siempre hay que explicar las circunstancias en las que se da el hecho, las condiciones iniciales.
El modelo de conocimiento establecido por Newton y la modernidad se ha extendido a todos los órdenes del conocimiento, al haber sido un modelo riguroso de conocimiento el originado en las ciencias físico-naturales. Horkheimer critica que ese intento de rigurosidad extendido, por ejemplo, a las ciencias sociales, haya dado autoridad a expertos en un campo determinado a extender su autoridad a todos lo campos científicos.
Hay facetas de la realidad que son opacas a ese modelo de conocimiento. No es que sea un modelo erróneo, sino que es incompleto. Los positivistas han cometido el error de presentar este modelo como el único posible. Se presenta como un modelo esencialista, absoluto, a-histórico, externo e inmutable, como “el modelo” (la única manera de acceder a la realidad).
Ninguna teoría está, sin embargo, sustraída de la praxis, por mucho que se presente como neutral, desvinculada de valores.
Frente a esta concepción positivista, Horkheimer sostiene que todas las teorías, por muy bien construidas que estén, están sujetas a la realidad, están determinada por su contexto social. Y a su vez cuando produce conocimiento afecta a la sociedad. La ciencia moderna nació en el seno del capitalismo y su desarrollo ha ayudado al crecimiento de éste. La teoría determina el contexto social y el contexto social determina la teoría. No hay escisión entre hechos y valores. No hay neutralidad, ni objetividad, ni verdad entendida al modo tradicional. Por ejemplo: no se aplicaría de la misma manera un problema laboral explicado por la patronal de trabajadores que por la escuela sociológica de Frankfurt. Pensemos en ello también por su alcance en los estudios sobre mujeres. Hay siempre redes valorativas en cualquier investigación.
Para la concepción filosófica de la teoría crítica hay unidad y conexión entre hecho y valor, teoría y praxis. Esto no significa que no se pueda conocer el mundo, sino que el conocimiento está mediado. Hay un contexto de descubrimiento y un contexto de justificación de las teorías.

Contexto de justificación: referencia a la propia investigación (errores de tipo lógico, matemático, etc.)
Contexto de descubrimiento: referencia a los elementos ajenos a la investigación que la condicionan. La teoría tradicional lo considera irrelevante, pero es reivindicada por las teorías críticas (perfil ideológico, psicológico, metas seleccionadas, el género de los investigadores, etc.)

En la definición de Horkheimer la teoría crítica tiene su origen en Kant, cuando señaló de qué manera el sujeto de conocimiento constituía el objeto de conocimiento, aunque sólo Marx convirtió la crítica en crítica materialista. Kant es considerado como iniciador del pensamiento crítico, aunque en gran parte por ser el sistematizador de todo lo que la modernidad fue arrastrando. Con el inicio de la modernidad el hombre se situó en el centro de toda la reflexión, en el punto de partida del conocimiento. La idea revolucionaria de Kant es que cualquier contenido básico de nuestro conocimiento está mermado por la racionalidad del hombre como sujeto del conocimiento. Eso no excluye que pudiera haber otra forma de racionalidad que no fuera la humana. Por eso las teorías feministas arguyen que dependiendo del género se percibe y se conoce la realidad de una manera distinta. Las teorías críticas bajan del “mundo ideal” kantiano para añadir pluralidad dentro de la racionalidad humana (la clase social en el caso de Horkheimer, el género en el feminismo). Recordemos que no hay escisión entre teoría y praxis, para quien elabora teorías y también establece el objeto de conocimiento. ¿Quién es entonces el sujeto del conocimiento? No hay individuos aislados, sometidos a las condiciones externas de su vida, su historia. Y desde ahí conoce, determina qué es la evidencia y qué es problemático. Según en qué red social estén los individuos se producirá un determinado tipo de conocimiento. La sociedad va a genera el tipo de individuos que genera (aunque no por ello tenemos que caer en un determinismo histórico), y que necesita para sobrevivir. Este es un frente por donde entroncará el feminismo.
Horkheimer acusa de ideológico al conocimiento tradicional. Para Marx lo ideológico es cuando algo se presenta como universal sin serlo. Marx pone el ejemplo de la ideología burguesa, porque presentan los problemas que les interesan como universales, siendo sólo de su interés, no siendo ideológica una teoría que presentara su propia parcialidad. [Tengamos en cuanta que hay otras acepciones de ideología que no son la de Marx] Habermas dirá que “la ciencia y la técnica son ideología”. Lo que el conocimiento ideológico hará será reproducir el contexto social, aumentando su statu quo. La teoría crítica va a ser teoría crítica de la sociedad, que es la que produce esa manera de conocimiento, querrá modificar el orden social para producir otro tipo de conocimiento. Para Horkheimer la modificación tenía que ser revolucionaria, no reformativa. La gran parte de las teorías feministas buscan un cambio radical, no a través de la revolución, pues las revoluciones al final acaban siendo controladas por un interés minoritario. Esta diferencia entre marxismos y feminismo es fundamental. La revolución se desliga de la violencia física (además de las teorías feministas, también las teorías antirracistas). Esto no quiere decir que el género femenino sea esencialmente pacífico, pues en su mayor parte las teorías feministas son antiesencialistas. Las teorías críticas tienen una función liberadora y emancipatoria, apuestan por una reforma de la sociedad.
La teoría crítica no es sólo teoría crítica hacia fuera, lo es también hacia sí misma, hacia quien elabora la teoría. Esto impide el dogmatismo y el uso de los textos para regimenes totalitarios. Es autocrítica. Hay que tener en cuenta que los universales van en función de la época. Las teorías feministas, en tanto que consideradas como teorías críticas, consideran que ella misma es consciente de su condicionamiento histórico en la construcción del entramado conceptual básico. El concepto que se ha repetido es la idea de que las mujeres han estado siempre en desventaja a causa de una dominación, por el hecho mismo de ser mujeres, en todos los contextos. Aunque la idea de feminismo aparece en 1970, esta idea había sido previa. La denominación de feminismo procede de Keith Millet, quien acuñó el término “patriarcado”, “estratificación de los sexos” o “sistema género-sexo”, como el poder que ha dominado. Este sistema de dominación es esencial, y no contingente, para el establecimiento y mantenimiento del orden social. El sistema patriarcal general las identidades individuales, los símbolos, la organización del poder, etc… De este modo se exige la revolución del sistema completo. El patriarcado es el alma, la estructura misma de la sociedad. Esa realidad incluye todos los productos culturales, todas las instituciones sociales.
El patriarcado es acontecimiento histórico, luego es posible cambiar tal modelo. Si lo calificamos como sistema “fundamental” o “esencial” es debido a que afecta a los individuos de su sistema hasta sus últimas consecuencias.
Las teorías feministas son teorías en el sentido clásico. Theoreia viene de horas, lo que hace ver, explica y predice. Pero como teoría crítica también, además de hacer ver, racionaliza, que aquello del acontecimiento podamos manejarlo. A la vez irracionaliza, presenta como deficientes desde el punto de vista cognitivo otras teorías y sobre sí misma. Luego este proceso de irracionalización tiene sus repercusiones en la praxis, nos lleva al problema de lo legítimo, las condiciones de posibilidad de la teoría.
Por ejemplo, las teorías feministas muestran hechos relevantes que no lo eran para otras teorías, en su caso la acuñación de nuevos términos que antes no se tenían en cuenta. Además muestran hechos en otras teorías que son erróneos, como los servos patriarcales. El conjunto de conocimientos feministas no se limita a describir lo que acontece, sino también al hacer una genealogía del feminismo, de su historia, de la historia. Es habitual también el empleo de un horizonte propositivo (o utópico) como referencia para la enunciación de su crítica, normas y valores alternativos desde la perspectiva feminista. El modelo propositivo no suele tomarse como modelo utópico realizable, sino sólo como referencia. Hay también teorías críticas negativas, en el sentido de que no proponen alternativa. Hasta la 2ª Guerra Mundial hay una serie de valores repetidos: igualdad, autonomía, solidaridad ( que no es lo mismo que caridad), bases racionales comunes, etc… Con la crítica posmoderna se han introducido conceptos como el de diferencia.
Desde un punto de vista histórico, el feminismo contemporáneo se inicia en el siglo XVII. Antes hay una larga tradición reivindicatoria: la literatura femenina de quejas en la Edad Media (por ejemplo los Memoriales de Agravios, de Christine de Pisan). Puede que hubiera, pero no se conservan restos, una teoría feminista durante el periodo de la Ilustración sofística, tal y como se entiende en el siglo XVII. En el mismo instante en el que se discuten los modelos del estado moderno aparecen simultáneamente los primeros textos del feminismo. El nacimiento del feminismo teórico fue posible debido a que estos textos presentan y son modelos teóricos en los que se piensa en la especie humana como un todo, y desde aquí se realizan las críticas. La reflexión sobre la especie se da en un espacio público, en el que el individuo no está solo, los problemas son problemas públicos; por lo que los textos feministas están sometidos a debate público. Hay unas condiciones socio-históricas que permiten la aparición de las teorías feministas: la quiebra de la sociedad medieval, la fragua del capitalismo, el nacimiento del estado moderno… Desde el punto de vista teórico es necesaria la introducción de la igualdad, la consideración de la especie como un todo, la igualdad política. Es interesante estudiar como dentro del paradigma moderno de la igualdad se dejan fueran a los esclavos negros, a las mujeres y a veces a los judíos. La teoría feminista de esa época irracionaliza esa teoría, pone de relieve su contradicción. Los textos feministas de esta época son igualitaristas.
Hay una amplia discusión acerca de las relaciones entre la libertad y la igualdad. Las investigaciones teórico-feministas tienen tres niveles de reflexión conectados unos con otros, tres marcos de referencia:

1. Antropológico (u ontológico). En este ámbito las teorías feministas la mayoría parte y defiende una teoría antiesencialista. La hipótesis es: no hay ni esencia femenina ni masculina, a lo que correspondan una serie de valores, de conductas, etc. No hay razón para sostener tales esencias subsistentes, lo que significa que las identidades individuales de las mujeres pueden ser muchas. La esencia femenina en los pensamientos patriarcales se define partiendo de la diferencia de los cuerpos, en la capacidad procreativa, etc. En función de los genitales se les atribuye una determinada conducta sexual. Las prácticas sexuales son definidas socialmente, aunque tratan de ser remitidos a una definición natural, y son susceptibles de ser un sistema de dominación. Su conducta está condicionada por su capacidad de procrear. A la interpretación social de ese acontecimiento se le denomina “maternidad” (como debe ser una madre). Desde este concepto se define “la mujer”. Se ontologiza la esencia femenina, en un continuo salto del ser al deber ser.
Todo pensamiento patriarcal caracteriza “lo humano” como “lo masculino”. Lo femenino está o por encima o por debajo. Sean las que sean las características de lo masculino, estas se identifican con lo humano. Las teorías feministas ilustradas contemplan la idea de una sociedad perfecta que elimina el mal, las contemporáneas contemplan los males y tratan de erradicarlos, pero contemplan también que puedan surgir otros males.  Este antiesencialismo lleva a que el manido concepto de identidad, no pasa por las políticas que preservan nadas, dejan que brote el pluralismo de lo humano.
2. Social. Tipo de defensa que hay del disfrute de bienes por igual a varones y mujeres, su acceso a todos los puestos, espacios público, serenidad, propiedades (si las hay), etc… Este tipo de temas tienen implicaciones en las teorías de los derechos humanos, ideales de estado, etc.
3. Ético-político. Este frente reivindica la política desde la ética, argumentando que las mujeres son sujetos éticos, que son capaces de conocer el Bien y la Justicia. La mayoría de los feminismos han buscado el Sufragio Universal en todos los poderes e instituciones. Las teorías de la democracia se ven afectadas por estas reflexiones.

Las reflexiones sociales y ético-políticas del feminismo han traído un repensar de lo público y lo privado, y el cuestionamiento del trazado tradicional de estos límites. El espacio privado se divide entre el espacio privado y el espacio doméstico. El espacio público es controlado por el estado. En el espacio doméstico se han establecido unas relaciones pre-modernas (de no igualdad). Las teorías feministas han acusado esta división de ideológica, en el sentido marxiano del término.

TEAM II. El concepto de patriarcado.

Denominado también como “sistema sexo-género”. El patriarcado es una categoría que señala a un sistema de dominación de poder en un sentido amplio. Con ella se pretende describir las causas y la manera en que las mujeres sufren opresión, desventajas, etc… por el hecho de ser mujeres.
La idea general de texto de K.Millett es que las sociedades están estratificadas por distintas pautas. En la estratificación social hay otro criterio para repartir los roles. Este otro criterio es el sexo y el género. Todas las civilizaciones se dividen simbólicamente entre dos géneros: lo masculino y lo femenino, a lo que les corresponden dos hechos: macho y hembra. En K. Millett el «sexo» sería lo natural, la clarificación natural de un sector. En las sociedades patriarcales se opera con estar dos distinciones que van en paralelo. Existe una diferencia corporal y sobre esa diferencia se realiza la distinción cultural de género. Al tiempo que se hace esa distinción, lo cultural se asigna a los machos de género masculino (entendiendo lo cultural como lo humano por excelencia, lo que distingue a los seres humanos de los animales). Lo femenino acaba caracterizándose por una función que se considera estrictamente natural, que es parir, reduciéndose a lo animal.
De acuerdo con el sistema sexo-género, lo que en principio es una diferencia se convierte en desigualdad; salto categorial que no tiene justificación lógica. La diferencia es una categoría que afecta a ambas partes, que no acepta una jerarquización, una categoría de relación horizontal. Sin embargo en las categorías de igualdad-desigualdad sí que hay. La trampa está en asimilar el paralelismo entre ambos pares de categorías.
Algunas feministas defenderán que este sistema de dominación ha sido desde siempre el que ha subsistido con mayor fuerza, el que hunde más sus raíces en la cultura.
El análisis de Salzman es de tradición hegeliano-marxista, un análisis dialéctico del patriarcado. Pero su análisis sobreentiende una teoría de la legitimación de cualquier sistema de poder o dominación. Se tiene que presentar como justo y verdadero y hay que justificarlo, es decir: legitimarlo. Tradicionalmente se pensaba que la legitimación se auto-presentaba, pero a partir e Maquiavelo se esboza lo que se denominará la “teoría de la legitimación indirecta”.
La explicación de Habermas que tenemos que tener presente. Habermas y C. Offe tratan de hacer una crítica de la explicación sistemática de N. Luhmann, tratar de eliminar el determinismo de la sociedad.


Teoría de la legitimación indirecta

(refiriéndonos al texto de Salzman)

El orden simbólico ha decidido los mecanismos por definición que han reproducido los sistemas de dominación. Definición de definiciones sociales (pag. 431). El orden de lo simbólico es muy importante, y por ser tan intangible es también difícil de erradicar. Se forman a lo largo del tiempo, son producto histórico. La posición de Salzman no es idealista, aunque sí que tiene en cuenta la subjetividad y los diferentes sistemas de concepción del mundo. Los órdenes con los que nos representamos la realidad son creaciones históricas, y pueden ir variando.
Una suposición sin justificar es el elitismo. La permeabilidad de quienes se encuentran esa elite varía de un sistema a otro. Las élites definen el mundo y están además qué posición de imponer sus visiones a los demás como las únicas.
Descarta la necesidad e una teoría conspirativa de la sociedad, el ejercicio de la dominación no siempre es consciente.
Ideología sexual / normas sexuales / estereotipos sexuales, funcionan en relación dialéctica.

Al referirnos ahora a ideología nos referimos a un conjunto de creencias relacionadas unas con otras de manera coherente. Pueden ser seglares o religiosas según el tipo de justificación. Hablan del “deber ser”. Han de dar cuenta de su propia legitimidad. En el caso de ideología sexual, lo definimos como sistemas que explican cómo y en qué se diferencian los hombres de las mujeres. Particularmente la medicina ha sido el campo para desarrollo de las ideologías sexuales. La ideología sexual se presenta en los más variados ámbitos culturales.
Con normas nos referimos a una concreción de las ideologías. Es “lo que esperamos que suceda” en el ámbito de la acción personal. Estas actitudes se presentan como normas, como un “deber ser”. Las normas van a evaluar cuando una conducta es adecuada o inadecuada en función de roles o identidades sociales. Estas normas pueden o no estar escritas. Las normas sexuales son normas que regulan la conducta de las personas atendiendo al sexo, a lo que Millet llama género. El hecho de nacer mujer, dentro del patriarcado, determina que no podrá acceder a determinados status sociales.
Pero estas normas son históricas, varían, y por lo tanto poseen una contingencia. Cambian su contenido porque no tienen una base teórica inamovible. Si tan determinada viniera la conducta social por la biología no podrían tener oscilaciones.
Las normas no controlan sólo las conductas, también controlan las sanciones, en ambos sexos de manera desigual.
Cuando hay un amplio consenso tanto en varones como en mujeres, ambos velan por el cumplimiento de las normas, pues si estas se pusieran en cuestión habría crisis de legitimación.

Hay áreas de la sociedad que siempre se controlan, referentes sobre todo al control de la misma sociedad[1]. Estas constantes son el trabajo, el reparto de poder, y las prácticas sexuales. El control de las sexualidades se debió a que había un interés por parte de las élites de varones de pasar su propiedad privada a sus vástagos. Es decir: la familia.
Se interpreta que el control de la sexualidad femenina ha servido como medio de transmisión de la propiedad. El control de la sexualidad afecta a hombres y mujeres, pero aunque la sexualidad masculina está codificada también, suele haber desventajas mayores en su aplicación sobre las mujeres que sobre los hombres. Estas normas pueden o no estar codificadas.
Creamos lo que creamos respecto a la diferencia de los géneros, nos da igual, pues en todas las sociedades hay diferenciaciones y estereotipos en cuanto al sexo. El tipo de creencias que son estereotipos son percepciones. Las percepciones responden a un tipo de información subjetiva. En virtud del sexo percibimos a cada individuo con una serie de expectativas. Siempre operamos con estereotipos, y no se pueden eliminar a menos que se tome conciencia de ellos. Las ideas son un sistema de creencias en donde se influye sobre los estereotipos, pero también sobre las normas, las concepciones del tiempo y el movimiento. Los estereotipos no son eficaces salvo que sean compartidos, de otro modo no pueden reproducir un sistema de dominación. Normas y estereotipos señalan las mismas cosas. Cuando ambas mandan, la ideología se justifica, se legitima, y es verdadera. Se convierte en explicación verdadera del mundo. Cuantas más rupturas de estereotipos se dan, menos se fortalece la ideología.


Ideología
 

Según la dialéctica hegeliana del amo y del esclavo, el reconocimiento de uno mismo y del otro es fundamental para la reproducción de los estereotipos. Aquí es cuando se genera una crisis de la legitimación. Un sistema de dominación puede embarcar que alguien pueda ser crítico consigo mismo. Es cuando el cómo uno se ve a sí mismo y cómo le ven los demás están en desacuerdo, esto se convierte en una crisis de identidad. Las implicaciones del razonamiento hegeliano: “uno es lo que los demás le reconocen”.
El feminismo puede ser manifestado como teoría individual o colectiva. Sin embargo siempre hay un elemento subjetivo, referido al sujeto. Uno de los problemas del feminismo es decidir quién es el agente del feminismo. Los agentes no son homogéneos, pueden pertenecer a toda clase de situaciones. Los sujetos políticos son también producciones sociales. El problema de esta agencia es un problema central, problema que no estaba tan definido en el feminismo clásico. Los sujetos políticos, como fenómenos históricos, varían de una época a otra, y están sujetas a necesidades igualmente históricas.
El sujeto político feminista es un colectivo, pero también son individualidades. Salzman habla de una “necesidad de la toma de conciencia” feminista. Un problema que se genera de esto es el mesianismo que puede derivar, que hay un grupo dominante que “toma conciencia” y que tiene la autoridad de ilustrar al resto del grupo. Habría una élite con conocimiento de causa. Pero, ¿qué ocurre en el momento en el que un grupo niega el poder? Un problema así surgió en el nacimiento del feminismo radical con Keith Millett y Sh. Firestone (destaca de esta su obra “Dialéctica de la sexualidad”). Ambas fueron expulsadas por ejercer una autoridad que generaba una desigualdad. ¿Es posible una autoridad sin opresión?
Hay varias propuestas ante esta cuestión. Jo Freeman (“La tiranía de la falta de estructuras”) propone un Forum de política feminista. Luisa Muraro (“El orden simbólico de la madre”) desde el feminismo de la diferencia aboga que – concibiendo una manera de ser femenina y una masculina – que es posible encontrar en el orden simbólico (que ya había propuesta Irigaray en el nacimiento del feminismo de la diferencia) que pertenecemos al orden simbólico masculino. El concepto de igualdad es igualmente masculino. El orden simbólico femenino estaría reprimido. ¿Cómo llegar a este orden? Parte de la figura de la madre, que parece que no comporta un modelo opresivo. Extender este modelo e autoridad sin opresión es la realización del orden simbólico femenino.
El concepto de identidad no es esencialista, sino que se concibe como producción. Al igual que la reivindicación de los valores del feminismo de la diferencia, esta es concebida desde el feminismo de la igualdad como valores humanos. Para Judith Butler, feminista neofoucaultiana, el feminismo es individual. Esto es para reivindicar el derecho a la interpretación del propio cuerpo. La teoría queer (que significa literalmente “torcido”) concibe que hay tantos géneros y sexos como producciones de los individuos. La identidad es acto preformativo (que se realiza en su decir y hacer). El queer tiene algunas consecuencias negativas como “puedo hacer lo que quiera con el cuerpo con silicona”. Estas teorías tienen el problema del reconocimiento. Boys don’t cry es ejemplo que muestra los límites de la performatividad y de lo límites de la identidad desde el reconocimiento social.
Hay dos vías de imposición del sistema del patriarcado: por el consenso o por la violencia. Salzman lo denomina como voluntariedad y coerción. Ambas vías de imposición suelen estar juntas, aunque a veces sólo haga falta recurrir a una.
La violencia legítima se define como aquella que contribuye al mantenimiento del statu quo. La legitimidad puede o no estar explicitada. Esta violencia no está igualada en relación a los dos grupos de sexos.
El consenso trabaja más en la elaboración de estereotipos. Se presentan desde todas las figuras públicas, tanto reales como ficticias. En el reparto de los estaciones, los hábitos familiares… todos los mecanismos de socializaciones pueden ser controlados. Cuanto más consenso voluntario haya más perfecto es el sistema de dominación.

Tema 3. Las teorías feministas desde un punto de vista histórico. El feminismo ilustrado. El ciudadano como trasunto político del sujeto.

El feminismo moderno comienza con los textos de Poulain de la Barre y termina con las guerras mundiales. Sin embargo las obras de Poulain tienen unas condiciones históricas y culturales de aparición. Estas condiciones comienzan en el renacimiento, donde se inaugura una nueva ciencia y una nueva filosofía. Figuras como Galileo o Maquiavelo denominan a estos cambios renovatio. Surgió el ideal del hombre renacentista, un nuevo modelo de lo humano. Siempre que se producen este tipo de crisis hay cambios, y se abren nuevos caminos. En la cuestión de la redefinición del sujeto las mujeres salieron incluso peor paradas de lo que estaban. El hombre nuevo moderno es sujeto autónomo, un ideal que estaba ya presente en el renacimiento. El hombre pasa a ser el centro del universo, aunque no es necesario negar a Dios para ello. El hombre nuevo no es mujer.
Va a cobrar mucha importancia la educación, pues es necesario establecer una guía para acercarse al conocimiento.
Es también importante señalar el papel de la reforma protestante. Max Weber pone en relación la reforma luterana con la aparición del capitalismo. Ciertamente produjo grandes cambios en la concepción del mundo. Las reformas fueron las siguientes.
Por un lado la idea de sacerdocio de todos los verdaderos creyentes. Cualquier verdadero creyente puede conectar con Dio a partir de la Biblia, quebrando así la autoridad eclesial.
Por otro lado la importancia del concepto de Beruf (trabajo, profesión por vocación). Proporciona subsistencia y realización personal. Se persigue el éxito no por el bien material, sino porque son signos de la gracia divina.
En el momento de la publicación de los textos de Lutero empezaron a brotar interpretaciones de estos de corte igualitarista: campesinos, sectas milenaristas (que consideraban que la Segunda Venida de Cristo iba a salvar a Eva, El milenio de Eva). Ernst Bloch habla sobre Thomas Müntzer, que afirmaba que si todos los cristianos son iguales, eso significa que las tierras deben de estar repartidas igualmente. A estas reacciones Lutero respondió que la igualdad sólo está en el otro mundo y en las almas, y con ello se quiebran las interpretaciones igualitaristas.
Hay una serie de ideas no queridas: la idea de una cierta autonomía de los seres humanos para alcanzar la verdad y la idea de que os seres humanos eran iguales por naturaleza. Esto supuso una revolución en la concepción del mundo, instauró el paradigma de la igualdad en la cultura europea. Según se iba perfilando esta nueva sociedad, la reflexión de esa autonomía empezó a llenarse de características. Una de esas características es la Razón. El concepto de Razón no es unívoco.
La respuesta a la posible igualdad de las mujeres fue un “no”. La mujer nace con una Beruf predeterminada, que es la de ser esposas idóneas, mientras que los hombres cristianos encuentran su autorrealización a través del trabajo. Esto en el plano de la cristiandad.
En el plano filosófico, el sujeto moderno se perfila desde su racionalidad. Su prescindir de la trascendencia no es necesariamente ateo. En el sujeto autónomo cartesiano tiene cabida Dios, la Razón tiene un sentido amplio. El sujeto alcanza la verdad por el camino de la reflexión por las percepciones intelectuales, las percepciones empíricas, etc… (Es diferente proporción en cada autor).
Refiriéndonos concretamente a Descartes, pues Poulain es un cartesiano, el sujeto por tener capacidad racional es autónomo. La racionalidad se centra en la noción de causalidad eficiente. Esta capacidad racional puede incurrir en el error. Los seres humanos son seres limitados Para poner coto a ese error es necesaria una educación, no en conocimientos, sino en un método, un camino en la investigación. Descartes ofrece unas reglas para este método. Lo elabora tomando en cuenta la matemática como su modelo seguro de conocimientos. Hay un todo continuo que es la realidad, todos los conocimientos están conectados. Monismo ontológico, monismo metodológico, monismo teórico y racionalidad humana única (hay una realidad, un solo método, una única doctrina verdadera y una racionalidad universal). En su momento esto fue revolucionario, pues fue una ruptura con la antropología cristiana y aristotélica. En la modernidad surge una concepción unitaria de la humanidad, de la Razón. La unificación de la especie opera del siguiente modo: la duda se convierte en método filosófico, también como una herramienta contra los escépticos. Es un sujeto que pone en cuestión las verdades heredadas, que cuestiona las verdades de la autoridad, los prejuicios desde fuera, de lo común. La crítica al prejuicio es importantísima en el feminismo clásico. Descartes argumenta la necesidad de un análisis de los prejuicios. Pone en duda todo lo que tiene que ver con el mundo externo. El sujeto cartesiano no tiene cuerpo, es una cosa que piensa (res cogitans), un sujeto pensante. El cuerpo no es relevante desde el punto de vista metafísico. Para Descartes, la racionalidad del hombre es la misma que la de Dios – en su caso infinita, en el caso del hombre finita. La fuente de la diferencia de capacidades es el cuerpo, lo que iguala es la capacidad racional. El espíritu otorga razón al mundo. El conocimiento es un instrumento de los seres humanos, les hace alcanzar la verdad, le hace más libre, les permite enfrentarse al mundo. Surgen las ideas abstractas de libertad e igualdad. En el siglo XVIII la libertad no es sólo capacidad de nombrar, sino de establecer la acción, de libertad en el sentido político.
Poulain desarrolla las implicaciones éticas de los presupuestos cartesianos. Todo el feminismo ilustrado elaboraría su teoría desde la crítica al prejuicio, el vínculo de la desigualdad con el prejuicio. Esto va a suponer que quien no es capaz de presentar razones sobre la desigualdad como prejuicio no lo puede sostener. Quien tiene que demostrar que no somos iguales es quien aboga por la desigualdad. La carga de la prueba se desplaza al contrario, aunque no sea este el único argumento.
En su obra “Sobre la desigualdad de los sexos”, Poulain ataca a los prejuicios y a los argumentos de autoridad en general. Se apoya en la distinción abismática entre mente y cuerpo para poner de manifiesto que la desigualdad depende de la diferencia de los cuerpos. La igualdad aparece en términos universales, pues la Razón es común a toda la especie humana.
Fenómeno del Movimiento preciosista. Fue un movimiento cultural y literario femenino. Se realizaban análisis psicológicos del amor, en género epistolar, las definiciones de los usos de la lengua francesa… Este es el contexto de aparición de los textos de Poulain. Disputas sobre si las mujeres tenían alma llegaron a ser tema público. Estos salones eran urbanos, laicos y con un carácter igualitario elitista. De aquí surgió la idea de una aristocracia del espíritu, aunque sin criterios de sexualidad o económicos. Se forma en virtud del mérito propio y el esfuerzo, y no por la pertenencia a un linaje. En Poulain es una concepción universalista, no hay élites.
La obra de Poulain se inserta en el ámbito de la filosofía práctica. Pragmatiza el cógito cartesiano. «Existimos porque lo que duda actúa.» Lo que actúa existe, la duda forma parte del ámbito de la acción. Por lo tanto tiene que darse reflexión en el ámbito de la acción antes que en el ámbito epistemológico y metafísico. Las costumbres son el ámbito de reflexión de lo moral y lo político. Propugnar una reforma de las costumbres es propugnar una reforma social. La reforma de las costumbres es fuente de virtud cívica. La educación se convierte en un arma y un tema fundamental. En esta época la filosofía de la historia hace aparición, y la historia tiene un sentido; y es que transcurre hacia mejor, hacia un progreso. La historia es el lugar del perfeccionamiento humano a título colectivo. Eran optimistas en este sentido. Es una interpretación de la historia muy mediada por el cristianismo.
La desigualdad de las mujeres está vinculada al nivel de progreso de una civilización. Es el indicador de la perfección. El feminismo aparece como ideal civilizatorio y universal. En el feminismo de la igualdad este feminismo prevalece.
Realizará también un análisis crítico de su sociedad. Sigue para ello las pautas del método cartesiano (p.7): no reconoce como autoridad más que la razón y el buen sentido, no reconoce la autoridad de las escrituras. Se encuentra con que tiene que argumentar que el libre examen pertenece a todos los miembros de la especie. Tiene un argumento iusnaturalista, doctrina jurídica que aboga por una serie de principios y derechos que todos lo seres humanos tendrían por naturaleza. La idea es que hay un derecho natural, la igualdad se sustenta en la mera naturaleza. Trata de pensar un estado social en el que no hubiera desigualdad. Es lo que se llamará en Europa a partir de ahora como “estado de naturaleza”, reconocida como hipótesis no necesariamente histórica. Poulain trata de concebir esa sociedad sin los conflictos que quiere eliminar. Su modelo es extraordinariamente similar al de Rousseau. En ese estado hipotético de naturaleza el ser humano es bueno. El origen del mal está en la forma de organización de la especie. La noción de naturaleza siempre será utilizada como instancia crítica, independientemente de la caracterización que se le dé. El estado de Poulain es el del buen salvaje. Son buenos, lo que significa que el mal es mal social. No hay un mal metafísico, por lo que el mal se naturaliza. La mayoría constataba el mal en las relaciones humanas. El mal no está en la naturaleza humana, sino en las formas de organizar la sociedad. Entre las causas de mal está la desigualdad.
La desigualdad entre hombres y mujeres es sobre todo desigualdad física, pero esto en el estado de naturaleza es irrelevante. También lo es el hecho de que la mujer es la que se quede embarazada. Pero estas diferencias de tipo fisiológicas no son desigualdades en el sentido propio del término. La desigualdad surge con la extensión de la familia, del parentesco. Con esto comenzó la división sexual del trabajo. Esta división provocó guerras, empezando por dentro de la familia, de los grupos emparentados. Esto es porque los varones pequeños se rebelan contra la autoridad del hijo primogénito, que hereda los bienes de la familia. En esto resulta que las mujeres pasan a ser parte de las propiedades que se desean arrebatar. También es porque en la guerra la fuerza física es la determinante. La desigualdad de las mujeres tendría que ver con el reparto desigual de los bienes. Lo que habría que conseguir entonces es resolver la desigualdad de las mujeres. Su propuesta es modificar las costumbres mediante la educación, principal arma política.
El Rousseau de “El contrato social” afirma que la autoridad debe ser de todos, porque es el único modo de obtener la igualdad/libertad. No están siempre en la misma relación, aunque sí a la par. El Liberalismo sería una corriente que diera prioridad a la libertad (Kant, Hobbes, Condorcet), mientras que el Socialismo sería dar una prioridad a la igualdad (Rousseau, Wollstonecraft, de Gouges). La Voluntad general no es la Voluntad de la Mayoría. La libertad se trata en sentido positivo, como autonomía. Uno es libre si se rige por pautas propias. La autonomía se liga al reparto de igualitario de la propiedad, pues quien depende de otros en lo material depende también de las ideas.
“Libertad, igualdad y fraternidad”. “Fraternidad” equivale más o menos a “Solidaridad”. “Ser hermanos” es ser iguales. Tradicionalmente el padre considera por igual a todos los hijos. En el caso de Rousseau los hermanos son iguales, pero no hay Padre, no hay una voluntad por encima. Pasa por el reconocimiento del otro como hermano.
Poulain reivindica la igualdad en la educación de hombres y mujeres, porque ambos tienen ‘buen sentido’. La ignorancia de las mujeres es efecto de una mala educación, no la causa, es un efecto que hay que subsanar. Lo que hay que hacer es educarlos/las en el método cartesiano, el que permite el desarrollo de las capacidades racionales. Se busca una educación para la autonomía racional, y se considera que la racionalidad está ligada a la virtud ética y política. En el concepto de educación hay un aspecto informativo (de contenidos) y otro aspecto formativo (formar la mente en un método). El maestro no determina las verdades, sino cómo tratar los contenidos.
Todo se traduce en una mejora de las relaciones en general, entre hombres y mujeres y entre las mismas mujeres. Es otro concepto de autoridad, del de quien sabe. Es un concepto de igualdad que no homogeneiza hacia una identidad total.
Posteriormente se considerará necesaria una revolución, no bastará con una reforma de las costumbres.

El concepto de ciudadanía

Es el concepto clave en el feminismo del siglo XVIII, y en general en la teoría política de la Ilustración.
Hubo una crisis económica brutal previa a la Revolución Francesa. Se formó una alianza entre el pueblo y la burguesía contra la nobleza. Damos algunas precisiones históricas.
Durante el Siglo XVII y gran parte del XVIII la desigualdad de derechos de las mujeres no se percibía claramente debido a que algunas mujeres tuvieron un gran protagonismo político, y esas desigualdades aparecían mezcladas al estamento social.
En 1789 se hace la Declaración de los Derecho del Hombre y cae la cabeza del Rey. Pero las mujeres quedan excluidas de estos derechos, y se pone de manifiesto la discriminación sexual. Se percibe todavía más cuando se revisan los reglamentos entre 1789 y 1792, cuando las leyes electorales definen los sujetos políticos. Estos sujetos políticos están ordenados según i) los que están habilitados para votar y ii) los que no lo están. Dentro de los que pueden votar están quienes pueden ser elegibles para la Asamblea Nacional, y estos son quienes pueden pagar una determinada cantidad de impuesto, y lo mismo ocurre para la elección de departamentos. Respecto a los ciudadanos activos incluyen criterios económicos y de sexo. Los ciudadanos pasivos (los que no pueden votar) son las mujeres, incluidas las damas con propiedades.
Cuando se habla de ciudadanía, ésta se dice en distintos sentidos, afecta a diferentes campos de bienes: para referirse a la ciudadanía política (el derecho a elegir y ser elegido como representante), para referirse a la gestión de la educación, para referirse a la gestión de la propiedad, para referirse a la libertad de movimiento, para referirse a la libertad de hablar en público o a la autoridad para justificar en un juicio. Nancy Fraser y Linda Gordon resumen todos estos sentidos de ciudadanía en 3 nociones fundamentales:

1.      Ciudadanía política. Ejercicio electoral en los y a los cargos de representación.
2.      Ciudadanía civil. Libertades de los individuos (derecho a uno mismo, derecho a bienes propios, libertad de expresión…)
3.      Ciudadanía social. Bienes de tipo colectivo (derecho a la educación, etc)

Las prioridades de buscar cada uno de los sentidos de ciudadanía varían según épocas y teorías, aunque la ciudadanía política ha sido generalmente la primera, junto con el derecho a bienes individuales.
En todo el contexto de la Revolución Francesa el poder y los partidos políticos estaban muy fragmentados. La actividad política social se daba en los clubs (que podían ser masculinos, femeninos o mixtos), casi todos partidarios del nuevo régimen (fuera el que fuera a constituirse). Dentro de los partidarios del nuevo régimen – que se conocían como Ilustrados – había dos posiciones fundamentales: los que hablaban de desigualdad dentro de la igualdad y los que no, en lo referente a las mujeres. El apoyo teórico fundamental para el primero fue la Teoría médica de los temperamentos, que afirmaba que todos los seres humanos son iguales, pero se distinguen por los temperamentos, lo que distingue tajantemente a hombres y mujeres por sus órganos sexuales. Las mujeres tendrían una capacidad distinta de razonar. Los que abogaban por la igualdad entre hombres y mujeres también apelaban a la naturaleza, pero positivamente para las mujeres. Está contemplada a la luz del derecho natural (O. de Gouges, Condorcet), noción jurídica y política. La Teoría de los temperamentos buscaba justificar la situación de las mujeres del momento, para gestionar la desigualdad.

Condorcet fue un Ilustrado partidario de la revolución, un aristócrata revolucionario e igualitarista extremo. Formaba parte de un grupo filosófico que se denominaron los Fisiócratas, que fueron los receptores franceses del liberalismo inglés. En éstos, el concepto de igualdad es un derecho natural. Considera que hay además tres principios, otros tres derechos naturales: libertad, seguridad y propiedad. Según Condorcet va ajustando el concepto de igualdad los otros tres van perdiendo protagonismo[2].
Hay una desigualdad natural (que es lo que nosotros entenderíamos como diferencia) y una desigualdad institucional, que es la realmente nociva para alcanzar la sociedad perfecta. Hay desigualdad de riqueza, entres quienes heredan medio de subsistencia y los que necesitan trabajo, y en la instrucción. Como no se puede evitar la causa puesto que es natural, sólo podemos disminuir los efectos. Soluciones: en cuanto a las riquezas se tenderá al equilibrio de riquezas; sobre el problema de la herencia propone crear seguros sociales, subsidios y pensiones para quienes no tienen medio de subsistencia; y la intervención del estado para establecer las instituciones educativas, gratuitas para todos los miembros de la sociedad. Esta cuestión era clave para la eliminación del prejuicio entre los individuos, pues las instituciones las manejan los individuos. Ataca a los Ilustrados desigualitaristas como tiránicos, asimilándolos al Antiguo Régimen.
En el debate de la Teoría de los Temperamentos da los siguientes argumentos en contra:

1.      Sobre la supuesta superioridad intelectual de los hombres. Los argumentos están en relación con la exclusividad de la educación sobre una minoría de varones. El absurdo en este argumento es que como conclusión también sólo habría una minoría de hombre gobernantes.
2.      Habría que estudiar si la inferioridad real de las mujeres es un efecto histórico o su causa.
3.      Argumentos relacionados con el cuerpo. Condorcet tiene formación fisiócrata, y el ser humano es cuerpo (a diferencia de Poulain). Los varones tampoco son res cogitans pura, ambos sexos son cuerpos con funciones racionales.
4.      Sobre el argumento de los cuerpos de las mujeres como cuerpos con indisposiciones pasajeras, entonces todos esos cuerpos (como los que padecen de gota) tendrían que desvincularse de la política.
5.      P. 102: Hay quien dice que las mujeres no se conducen por la razón. Sí, pero resulta que a las mujeres se les inculca unos intereses distintos a los de los varones. Se les inculca perseguir la idea de lo honesto, no de lo justo. Todo este argumento señala el ser de las mujeres de su época como un efecto de las instituciones que generan desigualdad, no una causa.

Hay otra serie de argumentos contra la desigualdad, como la falacia naturalista (“ser” es “deber ser”). También otros de corte político, como el “miedo al poder de las mujeres”, se arguye que quien no tiene el poder influye sobre otros; y al no ser esto controlable, es más perjudicial que si no se le da poder político a las mujeres. También sobre la posibilidad de que el trabajo en los ámbitos domésticos quedase sin tratar, se argumenta que en realidad habría muy pocas mujeres que trabajasen en el orden público, como no todos los hombres están insertos tampoco en tal orden.
Algunos han señalado una laguna en Condorcet. Referente a la definición de “familia”, pare que ésta asume de una manera completamente acrítica que el espacio propio de las mujeres es el doméstico. Ha habido varias interpretaciones acerca de esta laguna. La más plausible es que Condorcet tratase de convencer a los no igualitaristas, aun a costa de inconsecuencia teórica, que fuera este argumento una estrategia política.

Comentario al epílogo del texto de Olimpia de Gouges. La institución familiar debe estar bajo el derecho de igualdad, concepto utilizado al modo rousseauniano. Con Rousseau el modelo de familia es el pequeño-burgués: marido, mujer e hijos. Es considerado como la célula generadora de ciudadanos. Lo que O. de Gouges hace es simular un contrato social en el que la mujer también es ciudadana, no simplemente generadora de ciudadanos. Hace notar que la familia es también fuente de desigualdad. Aborda la cuestión de las madres solteras y las solteras. Reivindica una voz pública para las mujeres a través de su autoridad para señala quien es el padre del ciudadano. Si esto se lleva a cabo entonces se llegará a una purificación de las costumbres.





El movimiento sufragista

Cronología del Movimiento Sufragista (1848, Seneca Falls – Gran Guerra, 1914)
1ª Fase. 1848-1871. Sufragismo Norteamericano. Biblia de las mujeres.
2ª Fase. 1871-1900. Florecimiento en el Reino Unido. Publicaciones de J.S. Mill y H.T. Mill
3ª Fase. 1900-1914. Radicalización política.

Hay una conexión y un desarrollo del discurso ético vinculado al discurso político, frente a las reflexiones de tipo natural-político del feminismo de época Ilustrada. El giro es hacia la ética. Hay incluso una elaboración muy desarrollada en los textos de J.S. Mill y H.T. Mill.
Tras la Revolución Francesa se erradicaron todos los feminismos, e incluso apareció algún que otro anti-feminismo muy fuerte. En el código de Napoleón se fijó la necesidad de la obediencia de las mujeres a los maridos. Culturalmente después vino el romanticismo, que no era ya un anti-feminismo, sino un movimiento completamente misógino.
El feminismo resurgió al abrigo de los socialismos y los anarquismos de la segunda mitad del siglo XIX. Estos movimientos sociales feministas siguieron la línea de argumentación desde el concepto de igualdad. Todos tienen que ver con la noción de propiedad, algo que no se había cuestionado anteriormente. El texto de referencia de la cuestión femenina es el de Engels. Al mismo tiempo surge el sufragismo, que no es socialista ni anarquista, sino burgués. Fue fundado por mujeres, de lo que llegaría a ser EEUU, que pertenecían a la burguesía. No defendían sólo los derechos de las mujeres, sino también los mismos motivos que el movimiento antiesclavista.
Hasta entonces las burguesas habían manifestado el éxito laboral del marido. Eran un símbolo de estatus social, menores de edad permanente a todos lo efectos y dependían económicamente de los maridos. Aparecen las solteronas, además de cómo figura histórica como símbolo de completo empobrecimiento. Las sufragistas norteamericanas surgieron como parte de los grupos antiesclavistas. Eran grupos protestantes igualitaristas. El fondo teórico es teológico y de corte protestante, además de antirracista. Son también individualistas y reformistas, también por ello se les presenta como ejemplo de feminismo liberal.
La declaración de Séneca Falls se considera el inicio del sufragismo. Es un manifiesto político más que un texto teórico. Stanton publica por la misma época una edición de la Biblia comentada por mujeres. Eran sobre todo un grupo de mujeres activistas tremendamente culto, que recuperaba argumentos iusnaturalistas y divinas. Lo que igualaba a la especie es la razón (en la estela del feminismo clásico) a través de la lucha contra el prejuicio y la reforma de las costumbres. Igualdad como ideal civilizatorio para la mejora moral y universal.

En el caso del feminismo inglés, éste tiene como sustrato el utilitarismo, teoría ética. Fue mucho más radical que el feminismo norteamericano.
John Stuart Mill es considerado fundador de un liberalismo con cierta conciencia social (algo así como una social-democracia). Fue importante además como pensador político en su época, defendió al bando abolicionista norteamericano, la reforma agraria irlandesa, es fundador del sufragismo femenino en Inglaterra, miembro del radicalismo filosófico del momento – un grupo de activismo social que abogaba por la reforma social – etc… En esto J.S. Mill muestra los rasgos de su liberalismo, que constituye ejemplo de un feminismo liberal. Pero debajo de los argumentos políticos están los éticos.
El utilitarismo es una doctrina ética que tiene como fin deseable la felicidad. Además aboga por un individualismo en todos los territorios. El sujeto político es el individuo, no una clase social. El feminismo tiene beneficios no sólo sobre el colectivo, sino también sobre los individuos. Un problema que hay que explicar es porqué hay que perseguir un bien social para conseguir felicidad individual. No cabe felicidad individual sin bien colectivo. Se defiende la propiedad privada. El origen de la desigualdad no está en las leyes de producción, pues son naturales y no generan desigualdad; están en las leyes de la distribución de la riqueza social. Una distribución de los bienes justa resolvería los conflictos y traería la felicidad a todos.
La felicidad es el fin último del utilitarismo. El utilitarismo tiene la idea de que todos lo seres humanos tienden a su propio perfeccionamiento por naturaleza. Este perfeccionamiento se consigue siendo máximamente felices. Lo convierte en una teoría ética eudomonista, además de hedonista, porque busca el placer. Es también ética material, frente a una ética formal como la kantiana. La felicidad es siempre un fin individual, nunca colectivo. Por eso es necesario un sistema social que ofrezca igualdad de oportunidades. La felicidad es estructuralmente la misma en todos los seres humanos, y tiene por lo tanto una concepción unitaria de la especie. El objeto de la felicidad puede ser el mismo o no, pero consiste sobre todo, y es común a todos, en lo siguiente: el rechazo al dolor y la búsqueda del placer. Todas las decisiones morales dependen de uno mismo, sin embargo no estamos confrontados únicamente con nosotros mismos. La búsqueda de la felicidad es origen de conflicto. La cuestión es cómo armonizar interés individual y colectivo. La solución es un Principio Altruista, que afirma que para uno mismo es bueno perseguir la felicidad ajena. Sólo se obtiene la felicidad propia si se procura la felicidad de los demás.
La fundamentación de todo esto no es apriorística, no hay un deber de por medio (al menos en un principio). No hay nada que deba ser al margen de los hechos dados. Lo único real es el placer y el dolor. Se hace un análisis exhaustivo del placer y se realizan unas jerarquías. Los placeres en J.S. Mill se ordenan de acuerdo con términos cualitativos. Los placeres del espíritu proporcionan más felicidad – en el sentido individual y colectivo – que los placeres sensibles, aunque no descarta la necesidad de los placeres sensibles.
El placer brota del deseo humano. Esto podría indicar un determinismo naturalista, sin embargo Mill argumenta que es posible educar los deseos. Tiene que ver con la concepción de un sujeto que se perfecciona, que se autoconstruye desde su nacimiento. El ser humano puede aprender a desear aquellos placeres que son más elevados, se puede educar en el logro de los placeres. La educación va a ser por tanto un arma de perfeccionamiento social. Vemos que se engarzan muchos de los temas del feminismo clásico (perfeccionamiento humano, ideal de educación, etc…). Los placeres que son más genuinos nacen del principio altruista, los que persiguen la felicidad de los semejantes; junto por supuesto con los placeres intelectuales. A través de esta vía nos convertimos en mejores, aunque exige esfuerzos y sacrificios, un disciplinamiento de las facultades racionales. Esta es la manera más eficaz a su juicio para conseguir la felicidad individual.
Será eficaz esto si se tiene presente que todos los seres humanos nacen libres. Para conseguir la felicidad se tiene que dejar paso a la libertad de los demás, supone que los demás puedan ejercer su libertad evitando el sufrimiento propio y ajeno. Parte de la felicidad es la libertad. Entonces la libertad ha de realizarse en un contexto igualitarista.
Hasta ahora tenemos lo siguiente. El fundamento es de tipo ético, de una naturalización de la igualdad. El bien básico es la felicidad. No hay bien ético sin bien político, no se puede alcanzar la felicidad propia si no hay felicidad ajena. El modelo político es liberal. Curiosamente es un modelo ético-político que se puede conectar directamente con cuestiones de los derechos de los animales, pues lo que caracteriza a los seres humanos es su sensibilidad, sus sentidos, por mucho que luego se racionalice sobre ellos.
La felicidad pasa por el hecho de que los individuos  puedan desempeñar sus capacidades y facultades. Para eso lo que habría que hacer (p.175) es permitir que todos los miembros de la sociedad pudieran participar en el ámbito público en libre competencia. Por lo tanto hay que conseguir objetivos de tipo político, como reivindicar el acceso de las mujeres al ámbito de trabajo. Todo esto ayuda a romper con los prejuicios del destino de nacimiento, como que el fuerte tiene más derechos que el débil por naturaleza. En una sociedad evolucionada y en progreso (idea procedente del feminismo Ilustrado), desde un ideal asintótico (relativo) y mediante el uso autónomo de la Razón, se tenderá a la igualdad. La desigualdad de las mujeres es algo que impide el progreso de la historia y se detiene por tanto en el progreso individual. Este tipo de prejuicios se les denomina «los vestigios del viejo mundo pre-moderno», que se presentan en la costumbre y hacen que se reproduzcan en la noción de naturaleza (p.167). La igualdad de las mujeres es de interés universal y no particular. Lo que se denomina como «natural» en una mujer es (también) artificial. Es fundamental incidir en el ambiente para que cada cual pueda llegar al máximo de sus posibilidades. Es necesaria una reforma de las instituciones, porque están regidas por el prejuicio y son fuente de degradación moral, y afecta tanto a las mujeres como al resto de la sociedad. La familia – entendida como primera institución – puede ser fuente de igualdad, pero también de desigualdad; puede instruir o corromper moralmente. Hay presente algo de la dialéctica del amo y el esclavo hegeliano, que la degradación moral se ejerce entre todos. La igualdad no es algo que trascienda, sino que se ejerce. Las instituciones que hay que reformar son la familia, la educación, el sufragio y el acceso al trabajo. Las mujeres dejarán de ser objetos de 2º orden, relegados desde siempre al orden familiar, y sus intereses cambiarán. Mill es el primero que además introduce distinciones entre la desigualdad de las mujeres y la de los esclavos, y es que las mujeres consienten su dominación. Autonomiza la lucha de las mujeres como independiente, porque el tipo de dominación es distinto; se separan el abolicionismo y el feminismo. Esta es una aportación importante, nunca antes presentada, así como su intento de explicar la posibilidad del consentimiento y de cómo romperlo. Para romperlo se apela a los efectos del poder que procuran sufrimiento, y no al poder en sí mismo como ente abstracto. El sufrimiento es la fuente de deslegitimación, y es una idea sumamente potente.
Hay que convertir a la familia en una educadora de los placeres instintivos. Las causas del consentimiento son la atracción natural entre los sexos y la entera dependencia de la mujer de su marido. ¿Cómo van a acabar las mujeres con su fuente de placeres? Lo que hay que hacer es una reforma de la institución familiar para que se eliminen los prejuicios y la corrupción moral.

Guía para el texto «Contrato versus caridad» de Nancy Fraser y Linda Gordon

El texto de Nancy Fraser, neopragmatista del siglo XX, se sitúa en el contexto de EEUU durante el gobierno de Ronald Reagan. Es también aplicable al contexto global occidental en la actualidad.
Hay una distinción entre ciudadanía social y ciudadanía civil.
Con ciudadanía social nos referimos a los ideales de participación en la vida pública a través de instituciones reguladas por el estado. El bien común es la noción prioritaria para alcanzar bienes individuales. Hay que situar la recuperación de la noción de ciudadanía social dentro del debate del Comunitarismo político, una doctrina filosófico-política que hace crítica a la tradición liberal más dura. En relación con la crítica a la modernidad ilustrada, se ataca la interpretación liberal, que definió el egoísmo como la característica principal del individuo. El liberalismo legitimaba y reproducía la desigualdad social. Los neocomunitaristas como Taylor, o una neocomunitarista feminista como Nussbaum, son al mismo tiempo neoaristotélicos. Vienen a rescatar la idea de que el ser humano es ser social. Nadie «es» independientemente de su contexto social. Necesidad de rescatar el análisis de la sociedad y de la identidad social. Se rescata la idea de «fraternidad» rousseauniana bajo la noción de «solidaridad». «Solidaridad» es un concepto político, la idea de que prima el bien común.
¿Qué ocurre con la noción de ciudadanía civil? Ésta es una idea liberal, individualista, referente a todas las propiedades y derechos individuales. Si nos fijamos en cómo funcionan los estados en la actualidad, éstos se atienen más a la ciudadanía civil. Lo que está ocurriendo es que los valores de la ciudadanía social han dejado de ser entendidos como derechos para asociarse a la caridad. Es una reivindicación del cristianismo como fuente de ideología política.
El punto de partida teórico es un texto de Marshall. Se le critica que no tuvo en cuenta la división por género. Se puede rastrear una mitología cultural acerca de la ciudadanía civil, y que afectó a los programas del estado de bienestar. Pero también tal programa afectó al propio concepto de ciudadanía civil. El concepto de ciudadanía moderno partió de la distinción entre ciudadano activo y ciudadano pasivo bajo un criterio económico (pp. 71-73). La propiedad fue fundamental para la fijación de este concepto, al igual que el concepto asimiló la propiedad como parte de su definición. No sólo la propiedad de los medios de producción (los co-protegidos). Los ciudadanos son propietarios, «cabezas de familia». Este tipo de contrato está extraído de un modelo «mercantilista». Será el modelo de relación igualitaria, como la equivalencia que se establece entre propiedades. En cuanto a los co-protegidos (mujeres y esclavos), para el cabeza de familia, tener co-protegidos se introdujo en la definición de ciudadanía civil. Para ser ciudadanos había que tener co-protegidos. El ciudadano se define por la dialéctica del amo y el esclavo. La noción de co-protegido es la que sustenta la desigualdad según criterios de «naturaleza».
Las reclamaciones feministas desbarataban por esto el concepto de ciudadanía civil. Al introducir a los co-protegidos en la ciudadanía no se produce simplemente una ampliación del concepto, sino una redefinición radical. Estas reclamaciones se hacía de acuerdo con los principio de la ciudadanía social.
El modelo de contrato en el espacio privado es otro del público. Los recursos más abundantes en el primero parecían ser los sentimientos, haciendo de las relaciones privadas un intercambio no contractual basado en lo natural. El concepto de caridad aparece en un ámbito que no es el de la esfera pública, pero que no está limitado al la esfera doméstica. La esfera doméstica es todo lo que queda fuera de la esfera ciudadana. La construcción de estas dos esferas prestigia el trabajo asalariado y devalúa el trabajo en el ámbito doméstico, los intercambios que no tienen valor monetario. No sólo no se tiene en cuenta su valor, sino que además se desprecia.
El reconocimiento formal de los co-protegidos no ha generado igualdad material. Las políticas que redistribuían los bienes igualitariamente se apoyaban en la noción de solidaridad y justicia. Solidaridad como incremento de la justicia. Lo que ha ocurrido en las sociedades tardo-capitalistas a partir de los años 80 es que desaparecieron los movimientos de redistribución. Los movimientos sólo se recubrieron ideológicamente bajo el favorecimiento de las ONG’s y de la voluntariedad, trasladándose al ámbito del interés individual.
En el espacio público hay una serie de formas públicas de reciprocidad no contractuales. Pero estas formas se tornaron irrelevantes desde el punto de vista político, por ejemplo: las relaciones de parentesco en cuanto a la familia extensa. También las relaciones de «buena vecindad» y las relaciones comunitarias en general. Estas formas de reciprocidad desaparecen o se reducen al formato contractual. Estas formas han encontrado su componente ideológico al considerarse actos unilaterales completamente voluntarios. La cuestión de la moral se vuelve unilateral. Todo ha quedado ideológicamente calificado y reducido a la «caridad» (p.76). Pero estas formas de reciprocidad resultan ser necesarias para el modelo de ciudadano basado en la igualdad.
Resulta además que quien recibe caridad queda minusvalorado, menospreciado. El donante adquiere buena reputación moral, y el receptor estigmatizado (“su desventaja” está producida por “su error”). Esto dominó en la organización de las políticas de estados del bienestar (p.77), en la organización de qué era considerado intercambio contractual y qué era caridad. Para evitar esta división discriminatoria sería necesario redistribuir económicamente o reconsiderar la división público/privado en el espacio doméstico. La ideología sigue vigente en la actualidad en varios niveles.
Una tarea que señalan las autoras es el cómo combinar los derechos de ciudadanía social y civiles, el ya viejo problema de cómo combinar igualdad y libertad, y también por lo tanto el problema entre donación e intercambio. Cómo articular la interdependencia (no la dependencia o la independencia) de los términos.
Además la cuestión no es sólo pensar qué es la ciudadanía, sino también quién es el sujeto político, el interlocutor (sobre todo si prescindimos del título de identidad colectiva); que se plantea en el texto de Chantal Mouffe, y que es determinante para el feminismo como teoría crítica de la sociedad.


[1] Salzman deja abierta la posibilidad de que hubiera un pasado en el que no hubiera desigualdad, también que estas sociedad igualitarias hubieran realmente existido históricamente. Deja la posibilidad de sociedad con diferencias sexuales que no implicaran dominación, una estratificación sin dominación.
[2] Es una red inserta en el liberalismo, al contrario que Olimpia de Gouges, que es rousseauniana, y cambia por lo tanto la red conceptual.

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