Comentario Introductorio
“Psicología y arte: razones teóricas y epistemológicas de un desencuentro”
(Por Catalina Guzmán Rivera, Psicóloga Clínica Universidad de Chile, Colaboradora CEPAC-C)
En este artículo, a partir de la obra de Lev Vigotsky, principalmente de su libro Psicología del Arte
(1965), el autor realiza un análisis teórico y epistemológico que
sustenta el planteamiento del psicólogo ruso respecto al vínculo entre
arte y psicología, desarrollando al menos dos elementos cruciales. Por
una parte distinguiendo los procesos comunes que se encuentran a su
base: emoción, imaginación y fantasía; y por otra, estableciendo la
relevancia psicológica y social del arte, en tanto permite la emergencia
de procesos simbólico-emocionales que traspasan los límites del orden
subjetivo dominante, favoreciendo la superación de los procesos que al
ser institucionalizados, limitan el campo de experiencia subjetiva y de
acción humana.
Los procesos de emoción, imaginación y fantasía, que permiten el despliegue de la creatividad, son también los que dan lugar a todo desarrollo humano que se manifiesta en la cultura.
Es de particular interés de Vigotsky “hacer psicología a partir de las complejas manifestaciones humanas que el arte implica”[1],
y lo hace tomando como elementos centrales estos procesos. Resalta la
cualidad real e inconciente de la base emocional sobre la que acontece
la imaginación y la fantasía, procesos simbólico-emocionales
dependientes de una organización subjetiva, a partir de los que se
articula el mundo humano y desde los cuales se da lugar a las distintas
acciones del hombre: “La imaginación se manifiesta en todos (…) los
aspectos de nuestra vida cultural, haciendo posible la creatividad
artística, científica y técnica”[2].
Se explica el vínculo entre subjetividad y racionalidad considerando
que los desarrollos culturales erigidos a partir de lo emocional, se
vuelven racionales en tanto se naturalizan e institucionalizan,
instalándose de esa manera como principios totalitarios que restringen
la emergencia de nuevas producciones subjetivas. Una de las cualidades
fundamentales del arte entonces, es su facultad de trascender tales
dogmas que regulan la experiencia y que son resguardados por la
racionalidad, presentando una alternativa para nuevos procesos de
subjetivación social”[3] y con ello abriendo camino a posibilidades de desarrollo inconcebibles o inexpresables desde el orden subjetivo dominante.
A partir de estos
planteamientos, el autor desarrolla los elementos que sustentan la
teoría vigotskiana de una psicología que comparte sus procesos
esenciales con el arte, profundizando en ellos y dando cuenta del cambio
epistemológico necesario para dar lugar a una comprensión de la psiquis
desde este modelo, cambio que ha sido resistido por los círculos
intelectuales científicos y sociales oficiales, que han ignorado por
décadas una propuesta con interesantes y novedosos elementos críticos
respecto a los entendimientos tradicionales de la psicología, y que
presenta nuevas relaciones entre ésta, el arte y los fenómenos
socioculturales.
[1] Pág. 142
[2] Vigotsky (1965), citado en pág. 146
[3] Pág. 146
Psychology and art:theoretical and epistemological reasons of a mix-up*
Fernando Luis González Rey
Correo electrónico: gonzalez_rey49@hotmail.com
*Artículo publicado originalmente en Tesis Psicológica, Núm. 3,
noviembre-sin mes, 2008, pp. 140-159 , cedido por el autor para
www.psicologiadelarte.comCorreo electrónico: gonzalez_rey49@hotmail.com
Fernando Luis González Rey es
graduado en Psicología (Facultad de Psicología de la Universidad de la
Habana). Ph. D. en Psicología (Instituto de Psicología General y
Pedagógica de Moscú). Doctor en Ciencias (máxima titulación científica
de la antigua Unión Soviética en nivel de posdoctorado, Instituto de
Psicología de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, Moscú).
Actualmente es profesor titular del Centro Universitario de Brasilia. Es
profesor visitante institucional del doctorado de Psicología de la
Salud de la Universidad Autónoma de Madrid y de la posgraduación en
psicología de la Universidad de San Carlos en Guatemala. Ha escrito
quince libros, cinco de ellos se han publicado en portugués y en
español. Le fue concedido el Premio Interamericano de Psicología en 1991
y ha sido conferencista invitado en múltiples congresos científicos
internacionales.
RESUMEN
Este artículo está orientado a discutir
algunas razones que explican por qué el arte fue excluido por un largo
tiempo por la psicología. Con este objetivo se presenta la forma en que
Vigotsky funda un nuevo modelo teórico de la psicología partiendo del
arte. Este no fue un hecho casual, sino el resultado de una profunda
modificación de las bases teóricas y epistemológicas de la psicología.
La idea deesta propuesta es dar a conocer un conjunto de ideas y
conceptos que fueron particularmente enfatizados en ciertos momentos de
la obra de Vigotsky y que permanecen ocultos hasta el presente en las
interpretaciones sobre su trabajo en la psicología. En la discusión
presentada por este artículo son enfatizadas cuestiones como la emoción,
la fantasía y la imaginación. Es discutido también el concepto de
sentido subjetivo introducido por González Rey, como piedra angular para
el desarrollo de una alternativa para la discusión de la cuestión de la
subjetividad desde una visión histórico-cultural.
Palabras clave: Arte, psicología, sentido subjetivo, epistemología.INTRODUCCIÓN
Este artículo pretende profundizar en
algunas de las razones por las cuales el arte, a pesar de ser una
actividad humana por excelencia que ha acompañado desde sus primeros
momentos la historia de la humanidad, ha estado tan ausente del campo de
la psicología. Ese desencuentro entre arte y psicología ha estado, sin
dudas, marcado por la separación histórica entre ciencia y cultura, la
que solo muy adentrado el siglo XX comienza ser objeto de atención y
desarrollo por filósofos e investigadores de diferentes campos como
Prigogine (2004), Latour (1999), Foucault (1973), Merleau Ponty (1991),
de Souza Santos (1989), entre otros.
Sin embargo, Vigotsky entra al mundo de
la psicología en los primeros años del siglo XX a través de su colosal
y, ciertamente bastante desconsiderada en el análisis de su propio
legado, Psicología del Arte (1965), la cual más que un intento
de estudiar el arte desde la psicología, fue una nueva forma de hacer
psicología a partir de las complejas manifestaciones humanas que el arte
implica. Este obra del autor ruso debate con los principales autores
europeos dedicados al tema del arte, esencialmente alemanes, desde una
perspectiva psicológica diferente que representó un modelo teórico nuevo
para la psicología.
Muchas de las ideas esenciales de su
legado aparecieron en esa obra, algunas de las cuales, por diversas
razones, sólo va a retomar en el último momento de su trabajo.
Aproximarse al arte desde la psicología a comienzos del siglo XX exigía,
sin duda, una particular capacidad teórica, teniendo en cuenta la
hegemonía de las dos tendencias esenciales del pensamiento moderno sobre
la psicología: el racionalismo y el empirismo. Estas tendencias, sobre
las que se apoyó el desarrollo de la ciencia moderna por un largo
periodo de tiempo implicaron una visión de hombre y de conocimiento
desde la cual era muy difícil abordar el tema del arte. Las teorías más
tradicionales de la psicología, algunas de las cuales se han perpetuado
mucho más que otras en los diferentes manuales sobre el tema, de forma
general no han concedido al tema del arte el lugar que se merece. Sin
embargo, como lo demuestra la propia obra de Vigotsky, el tema tuvo un
importante desarrollo en la psicología alemana de la época, el que ha
sido prácticamente desconocido en la psicología occidental
contemporánea. ¿Qué trajo de nuevo al campo de la psicología el
trascendental libro de Vigotsky Psicología del Arte?¿Qué lugar
tuvo en su propia obra este libro, y por qué algunas de las ideas
centrales expuestas en él no continuaron su desarrollo, ni en la
psicología soviética, ni fuera de ella? Estas preguntas nos ocuparán en
las páginas siguientes, donde vamos a analizar las razones teóricas y
epistemológicas que, en mi opinión, han estado en la base de ese
desencuentro entre arte y psicología, y en el desconocimiento de algunas
de las cuestiones centrales desarrolladas por Vigotsky en ese libro.
EL ARTE Y SUS CONFLICTOS CON LA HEGEMONÍA TECNOCRÁTICA Y RACIONALISTA DEL ORDEN DOMINANTE EN LA CULTURA OCCIDENTAL
Ya Marx, Nietzsche y Heidegger,
centrados en diferentes aspectos, habían criticado el orden
instrumentalista, tecnocrático y despersonalizado dominante en la
sociedad occidental como resultado de la hegemonía de la producción en
el nuevo orden social, económico y político capitalista, que tenía en su
base el desarrollo de la ciencia y la tecnología. También Weber (2002)
y Simmel (1992) habían sometido a dura crítica a esa sociedad; el
primero a través de una profunda crítica de la racionalidad burocrática,
igualmente tecnocrática y despersonalizada, y el segundo, mediante una
crítica a la exclusión de los mecanismos subjetivos en la sociedad
moderna.
El advenimiento del capitalismo, con los
procesos de instrumentalización acentuada que demandaba la creciente
producción apoyada en el desarrollo tecnológico, generó un orden
político y social que marcó profundamente los modos dominantes de
institucionalización de la subjetividad social, sobre todo por su
tendencia progresiva al consumo y a la naturalización de la exclusión y
la represión sobre los sectores sociales marginados por el sistema, lo
cual fue tomando formas inimaginables en la subjetividad social a partir
del desarrollo acelerado de los medios de comunicación. La sociedad
civil, en esas condiciones, se fue convirtiendo ella misma en una
expresión poderosa de represión sobre aquello negado en el orden
institucional a nivel macrosocial. La exclusión por razones de género,
clase, raza, opción sexual, salud mental y otras muchas, pasaron a ser
parte de un sentido común sobre el que se pautaban las prácticas
sociales de convivencia. La hegemonía de esa subjetividad social que
acompañó el desarrollo del capitalismo, tomó formas insospechables en el
llamado Socialismo Real que apareció en el marco histórico como una
alternativa al capitalismo y que, sin embargo, llevó a niveles de
centralización, exclusión y control sin precedentes sobre los aspectos
subjetivos y sociales. Unido a esto, el llamado Socialismo de Estado
asumió formas políticas que regresaban al centralismo del señor feudal,
omnisciente y todopoderoso. En lugar de erigirse sobre los logros y las
tendencias más progresistas del desarrollo del capitalismo, como incluso
Lenin había sugerido, el socialismo se erigió sobre un proceso de
ideologización dogmático que impidió no solo la apropiación de los
aspectos sobre los que el capitalismo mantenía su desarrollo, sino la
propia participación popular que, según el discurso, debía
caracterizarle.
En lo político y lo social el socialismo
mantuvo la hegemonía de mecanismos burocráticos y tecnocráticos de
poder guiados por dogmas y pesados sistemas de prohibición, que iban
desde la prohibición de la música hasta la negación del más elemental
derecho de información a sus ciudadanos. En ese contexto, en más de una
ocasión, el arte tomó forma oficial, como se expresó en el realismo
socialista.
Las características anteriores
impusieron un modelo de sociedad centrado en fuertes mecanismos de
objetivación y eliminación de las diferencias culturales, frente a cuyo
orden el arte ha representado históricamente una expresión iconoclasta y
subversiva de una subjetividad humana incapaz de ser domesticada en su
totalidad por las condiciones objetivas impuestas por el funcionamiento
social, económico y político. Fue precisamente la represión progresiva
instalada por Stalin en la Unión Soviética, la que marcó el giro
conservador de un proceso revolucionario, uno de los elementos
importantes en la discontinuidad del proyecto psicológico esbozado por
Vigotsky en Psicología del Arte.
El arte es expresión de una de las capacidades más asombrosas del ser humano; la capacidad de trascender todo el conjunto de condiciones objetivas que le rodean, favoreciendo alternativas de acción que conducen a nuevas opciones para el desarrollo humano.
El desarrollo humano no se produce por
las alternativas objetivas que aparentemente lo definen, sino por
opciones de producción subjetivas imposibles de ser reguladas desde
fuera de la propia dinámica en que se engendran, de lo cual el arte es
una excelente expresión. En este sentido, el arte pasa a ser una
excelente vía para el estudio de la subjetividad y del funcionamiento
social de un determinado momento histórico, como lo han demostrado una
infinita cantidad de autores en las diferentes disciplinas artísticas.
En su carácter contestatario y contradictorio representa una fuente
única para interpretar algunas de las tendencias de la sociedad en la
que nace.
Aunque la mayoría de las formas de
expresión humana están sometidas a una racionalidad disciplinar que
genera en su desarrollo una serie de dogmas que se tornan verdaderos
impedimentos para su propio desarrollo, en el arte, sin embargo, los
dogmas sólo sobreviven de las imposiciones externas de tipo político y
religioso, sobre todo en el periodo en que la religión fue la
institución política más poderosa.
Es necesario considerara el arte como la
forma mas indirecta, creativa y subjetiva en que la sociedad aparece de
forma más nítida en dimensiones veladas al sentido común. Quizás en
esto reside su principal expresión subversiva. El arte modela en sus
diferentes formas lo efectos colaterales y las consecuencias que sobre
el hombre tienen determinadas formas de organización político – social.
El arte es una expresión plena de la subjetividad humana en despliegue,
que se apoya en dos procesos excluidos o tratados de forma muy
secundaria por las propias ciencias humanas: la fantasía y la
imaginación. La fantasía y la imaginación no se legitiman por su
correspondencia con ningún sistema de la realidad que aparezca como
referente objetivo de las acciones humanas: la fantasía y la imaginación
se legitiman por los nuevos modelos y opciones que nos permiten
construir nuevas representaciones sobre el hombre y el mundo. El arte es
una forma de generar opciones humanas frente a todos los órdenes y
prácticas socialmente aceptadas. Es por ello que los sistemas políticos,
con gran frecuencia inspirados en una verdad única, rechazan y
pretenden controlar la riqueza del arte.
La cultura humana no es una producción
racional, es una producción subjetiva que expresa las profundas
emociones que el mundo vivido genera en el hombre las que se integran
recursivamente con diferentes procesos simbólicos, cuya unidad, es lo
que hemos definido como subjetividad (González Rey, 1991, 1995, 2000,
2002, 2005).
VIGOTSKY Y LA PSICOLOGIA DEL ARTE: UNA SUBVERSIÓN A LA PSICOLOGIA DOMINANTE
Los trabajos que integran esta obra
fueron escritos entre 1915 y 1922, momento en que Vigotsky no habia
ingresado oficialmente a los círculos de la psicología soviética. A
estos círculos, Vigotsky se integró después del II Congreso de
psiconeurología, en 1924, gracias una invitación de Kornilov, el
entonces nuevo director del Instituto de Psicología de la Universidad de
Moscú, quien se caracterizaba por sus posiciones abiertamente anti
idealistas. Posterior a su unión al grupo de Kornilov, Vigotsky expresa
posiciones más comprometidas con la idea de la psicología como ciencia
de la conducta, así como con la idea de una psicología objetiva,
posiciones que no le habían sido ajenas en Psicología del Arte, pero donde ocupaban un lugar secundario en relación a su comprensión sobre la especificidad de los fenómenos psicológicos.
Psicología del Arte representa
la primera obra de Vigotsky y en ella se puede observar su énfasis en
las emociones, la imaginación y la fantasía, procesos que representan
verdaderas producciones subjetivas, con independencia de que Vigotsky no
usara de forma explícita el término subjetividad. Su tendencia a
reconocer la psique como una realidad diferenciada, y no por ello menos
real, queda clara cuando Vigotsky expresa (1965):
“De esa forma, todas
nuestras vivencias fantásticas y no reales, en esencia ocurren sobre
una base emocional completamente real. Así, nosotros vemos que el
sentimiento y la fantasía representan no dos procesos separados uno de
otro, sino, en esencia uno y un mismo proceso, y nosotros correctamente
observamos la fantasía, como la expresión central de una reacción
emocional” (p. 272).
Es interesante como Vigotsky reconoce en
la cita el carácter no menos real de las emociones que están en la
base de la fantasía; son fantásticas pero no por eso menos reales, pues
las emociones son expresiones tan reales de lo humano como la visión,
pero forma parte de un tipo de fenómenos diferentes que no representan
de forma lineal y directa los fenómenos objetivos con los que
directamente nos relacionamos en nuestras experiencias. El sentimiento y
la fantasía son procesos que se caracterizan por su carácter subjetivo,
que expresan una especificidad ontológica en relación a otros procesos
humanos, la cual viene dada por su carácter simbólico emocional Esos
procesos simbólico-emocionales no son una réplica del mundo, sino una
producción, en la cual la organización subjetiva actual de quien los
expresa, es inseparable de los diferentes efectos objetivos que toman
forma en ellos. Esos procesos simbólico-emocionales no son una réplica
del mundo, sino una producción, en la cual la organización subjetiva
actual de quien los expresa, es inseparable de los diferentes efectos
objetivos que toman forma en ellos.
El mismo proceso descrito antes por
Vigotsky en relación a los sentimientos y la fantasía, aquellos que se
apoyan en emociones que constituyen realidades humanas indiscutibles, se
puede generalizar para la mayoría de las acciones humanas realizadas
sobre la base de la cultura; son acciones que se apoyan en una
emocionalidad que no tiene justificación racional aunque se exprese en
formas racionales. El mundo humano sobre el que se organizan las
diferentes prácticas sociales del hombre, es un mundo subjetivo, que
tiene en su base emociones que responden a sistemas simbólico –
emocionales cuyo origen no está en la razón, y que toman forma racional
cuando se naturalizan en un orden institucional, cualquiera que este
sea, como la moral, la política, la religión y otros, sobre los que se
apoya la acción humana en los diferentes campos.
Lo anterior, no significa que seamos
víctimas de ten dencias irracionales que nos subordinan, y frente a las
cuales el ejercicio de la razón no tiene el menor sentido. No, esa fue
la posición sostenida por Freud y que también caracterizó la filosofía
de Nietzsche, solo que en este último, ese principio toma un valor en
prácticas de lenguaje que Freud no distinguió, y es precisamente a
partir de esa raíz nietzscheana, que su filosofía toma sentido en
algunos autores postmodernos para quienes la moral representa una
construcción social definida por prácticas discursivas que no tiene
ningún sustento objetivo. No dejan de estar ciertos en ese punto, y mi
diferencia con ellos no está dada en el reconocimiento de la moral como
producción social, sino en la significación diferente que le atribuyo a
las posibilidades de la razón en la producción de alternativas
subjetivas, que no se reducen a prácticas discursivas, así como por el
valor que otorgo a los subjetivo en la definición de los juegos y
prácticas discursivas, los cuales, a través de las subjetividades están
mucho más anclados en la realidad social de lo que esos autores piensan.
Las formas institucionalizadas humanas
responden a un orden subjetivo dominante de la subjetividad social, que
toma formas singulares diferenciadas en la subjetividad individual. Las
formas iniciales de cualquier transformación social, desde las
políticas, hasta las científicas, representan el momento mas
auténticamente social y racional de todo proceso social, pues es un
momento en que las diferencias de pensamiento se aceptan dentro de un
orden social reconocido por quienes participan en él, y que precisa
legitimarse a través de la participación. Pero una vez que se
institucionalizan un conjunto de principios que, de una forma u otra,
todos deben compartir y se definen las estructuras de poder que serán
las responsables de velar por esos principios, aquellos se convierten en
dogmas y la disensión es ahogada, siempre con pretextos racionales,
pero que tienen en su base una naturaleza subjetiva alimentada por otro
tipo de procesos, que hemos definido en nuestra teoría como sentidos
subjetivos; las unidades simbólico-emocionales que se configuran más
allá de la acción racional de la persona como resultado de los múltiples
efectos colaterales y contradicciones de la experiencia vivida.
Así, en este supuesto orden racional que pasa a vigilar la pureza de
los principios devenidos en dogma dentro de un proceso de
institucionalización, participan sentidos subjetivos asociados a las
ventajas del cargo, al prestigio social, al ejercicio del propio poder,
con sus desdoblamientos en términos de vanidad y soberbia, que nada
tiene que ver con las razones ideológicas racionales sobre las que se
apoyan los argumentos que sustentan esas posiciones.
A partir de lo anterior, me arriesgaría a
afirmar que el espacio de racionalidad en los procesos instituidos
socialmente se observa apenas en la disensión, la cual, a través de su
reflexión crítica, es sensible a las insuficiencias del orden dominante
erigido. Sin embargo, la subordinación de las mayorías al poder
representa el acatamiento de un orden subjetivo más sustentado en la fe y
en otros mecanismos subjetivos, que en un orden realmente racional. La
perdida de la capacidad crítica es el mejor índice de un proceso donde
la racionalidad no tiene participación. Al defender aquí la capacidad de
la razon, la identifico con el ejercicio reflexivo de la crítica, la
cual es siempre una producción subjetiva, pues no hay reflexión crítica
sin sentido subjetivo; sin embargo, en este caso, el de la reflexión
crítica, la subjetividad de forma intencional se alimenta de la
confrontación con la realidad, como ocurre en la subjetividad científica
no dogmatizada.
El dogma produce mecanismos subjetivos
que le cierran a la realidad, la que permanece cristalizada y
naturalizada en los términos del dogma, lo que pudiéramos identificar
con un subjetivismo que he denominado en trabajos anteriores como ideologización.
A diferencia de la ideología, la ideologización es una producción
subjetiva que no tiene movilidad y que se mantiene estática en el
tiempo, estimulando la identificación afectiva de las personas con sus
principios y desestimulando cualquier crítica en torno a ella. Entre las
formas complejas de producción social el arte expresa siempre una
conciencia crítica que tiene su fuerza en el potencial creativo singular
y único del autor.
El artista representa una expresión
nítida de lo que hemos definido en nuestros trabajos como sujeto, el
individuo capaz de mantener un espacio propio de producción subjetiva
dentro de los contextos dominantes de subjetividad social en que actúa.
El sujeto siempre aparece en la tensión de la diferencia, la cual es condición de las producciones alternativas. El arte es siempre una forma de expresión única que representa una alternativa para nuevos procesos de subjetivación social, es por esto que ha sido tan perseguido y controlado en todas las formas de autoritarismo que se han impuesto a lo largo de la historia de la humanidad.
No es casual que algunas de las
reflexiones de Vigotsky, tal vez las más comprometidas política y
socialmente, se hayan expresado en Psicología del Arte. Así,
en relación a la comprensión de la dimensión psicológica de los procesos
ideológicos, sobre lo cual no hubo posteriormente ni un solo trabajo en
el periodo soviético, Vigotsky escribió (1965):
“Nadie de forma tan
clara como Plejanov, explicó la necesidad teórica y metodológica de la
investigación psicológica para la teoría marxista del arte. Según él:
“toda ideología tiene una raíz común: la psicología de una determinada
época” (…) Pero ¿en qué medida esa sociologia (se refiere al
materialismo histórico como sociología del marxsimo) no está orientada a
rechazar o ignorar la psique y la importancia de su estudio como
mecanismo mediador, con ayuda del cual las relaciones económicas y la
estructura socio-política crean una u otra ideología?” (pp. 17-18).
Puede observarse en la cita otro aspecto
muy importante de esta obra: la no reducción del fenómeno psicológico a
ninguno de los procesos que participan en su determinación, con lo cual
se defiende su especificidad ontológica, la cual es esencial para
evitar la transformación de los procesos psíquicos en epifenómenos de
otros procesos con una naturaleza más reconocida, como ha ocurrido en el
sociologismo, y en los reduccionismos linguístico, neurobiológico y
neurocognitivo.
Por otra parte, Vigotsky destaca, a
través de Plejanov, en frase acuñada, sin duda, en el periodo
participativo –revolucionario de la Revolución Rusa, que la ideología
tiene su base en la psicología de una determinada época, solo que unos
años más tarde, la ideología de encargará de suprimir las
manifestaciones de la psicología popular, e impondrá un conjunto de
manifestaciones universales que encarnaban la pureza ideológica. Ese
periodo fue separando los valores ideológicos de la cultura popular,
llegando a vaciar esos valores de su carga subjetiva, lo que contribuyó
muy posteriormente a la desintegración de la Unión Soviética y al
rechazo a todo lo que se relacionara con su pasado socialista.
La sociología a la que Vigotsky hace
referencia en la cita anterior, en que cuestiona su capacidad de aceptar
o no la psique y su importancia como mecanismo mediador de las
relaciones y la estructura socio-política, no es otra que el
Materialismo Histórico, que fue reconocido oficialmente como la
sociología marxista e institucionalizado en la enseñanza universitaria
de todos los países socialistas como la sociología del marxismo. Ese
planteamiento osado de Vigotsky se opone en aquel momento a un principio
que posteriormente irá a ser dominante del escenario soviético: la
determinación de la conciencia social por los aspectos económicos y la
organización sociopolítica de la sociedad. Vigotsky fue uno de los
primeros psicólogos soviéticos en reconocer el aspecto psicológico de
los procesos sociales, si bien esta tendencia va a desaparecer en el
segundo momento de su obra (González Rey, 2008).
En el plano específicamente psicológico,
Vigostsky no solo propone nuevas unidades psicológicas, como la unidad
entre los sentimientos y la fantasía en Psicología del Arte, además,
reconoce el carácter inconsciente y complejo de los procesos psíquicos
asociados a la expresión artística, en relación a lo que expresa (1965):
“Las dos teorías
psicológicas sobre el arte, examinadas antes por nosotros, demostraron
con suficiente claridad, que mientras nos limitemos al análisis de los
procesos que ocurren en la conciencia, no podremos encontrar respuesta a
las cuestiones más esenciales de la psicología del arte” (p. 93).
La sensibilidad de Vigotsky para
destacar los aspectos inconscientes de la vida psíquica, está, sin duda,
influenciado por el psicoanálisis, del cual fue lector y conocedor,
como se expresa con particular claridad en sus trabajos sobre
defectología, los cuales también incluyó en lo que he denominado como
primer período de su obra, así como en el prólogo que escribió
conjuntamente con Luria a la edición en ruso de Más allá del principio
del placer. A pesar de esto, su interpretación sobre los aspectos
psíquicos inconscientes es muy original, siendo coherente con su nueva
forma de mirar la psicología, cuyas bases explicita mejor en Psicología
del Arte que en cualquier otro momento de su obra.
Al enfatizar la naturaleza no consciente
de los procesos comprometidos con la creación, Vigotsky está destacando
la cualidad no consciente de algunos procesos psíquicos implicados de
forma simultánea con procesos afectivos, imaginativos y resultantes de
la fantasía, con lo cual está legitimando una dimensión subjetiva de los
procesos psíquicos irreducible a lo cognitivo y lo intelectual. Estos
últimos, sin embargo, irán a dominar el segundo momento de su obra. Este
reconocimiento a la dimensión inconsciente de los procesos psíquicos
representó, de hecho, un límite a las posibilidades de la conciencia en
la definición de la psique y no una alianza con la visión
psicoanalítica del inconsciente, como el propio autor deja claro cuando
afirma (1965):
“En efecto, lo
inconsciente no está separado de la conciencia por ninguna “pared”
intransitable. Procesos que comienzan a nivel inconsciente, tienen
frecuentemente su continuación en la conciencia y, lo contrario, muchos
procesosconscientes son expulsados por nosotros a la esfera
subconsciente. Existe una dinámica constante y viva, que no se suprime
ni por un minuto entre ambas esferas de nuestra conciencia. Lo
inconsciente influye en nuestros actos exteriorizándose en nuestra
conducta, y por esta vía nosotros aprendemos a definir lo inconsciente y
las leyes que lo dirigen” (p.94).
Vigotsky establece una relación
dialéctica entre el inconsciente y la conciencia como dimensiones del
sistema psíquico, con lo cual destaca la especificidad de la psique en
sus formas de organización, lo que le distancia de la interpretación del
inconsciente dominante en el psicoanálisis, que establece el
inconsciente como objeto de estudio sin una adecuada representación de
la psique como sistema complejo y sin reconocer la dialéctica e
influencia mutua entre los aspectos conscientes e inconscientes de la
psique. A su vez, en la cita anterior también se observa la tendencia a
objetivar el inconsciente en sus formas de exteriorización en la
conducta, a través de las cuales, según él, llegamos al conocimiento de
sus leyes. Vemos como la tendencia a una comprensión objetiva de la
psique coexiste con su comprensión de los aspectos propiamente
subjetivos de ella. Esta contradicción se expresará con mayor énfasis
sobre uno u otro de estos aspectos en los diferentes momentos de su
obra. La idea de sistema, que fue general en la obra de Vigotsky, se
expresa desde Psicología del Arte en su énfasis en el
conocimiento de las relaciones entre los procesos que, como mencionamos
antes en relación a la unidad que establecía entre sentimiento y
fantasía representa una preocupación siempre presente en trascender el
análisis centrado en procesos aislados. En relación a la psicología del
arte expresa (1965):
“La psicología del
arte se relaciona con dos y hasta con tres capítulos de psicología
teórica. Cualquier psicología del arte se encuentra en dependencia de
los puntos de vista establecidos en el estudio de la percepción, los
sentimientos y de la fantasía. Habitualmente el arte se examina en el
curso de la psicología en uno de estos tres capítulos, e incluso en los
tres conjuntamente. Sin embargo, la relación de estos tres problemas, no
es para nada importante en nivel alguno para la psicología del arte”
(p. 255).
El énfasis de Vigotsky en buscar la
comprensiónde los fenómenos que se derivan de la relación entre
diferentes funciones mentales, formando nuevos tipos de realidad mental,
es uno de los aspectos que posteriormente se va a concretizar en su
concepto de unidad de la vida psíquica, concepto que permite
representarse de otra forma las funciones psicológicas en sus vínculos
con los diferentes tipos de actividad humana. Con ese concepto, a pesar
de las limitaciones que tuvieron las unidades que llegó a definir
mediante conceptos psicológicos concretos, se supera la tendencia tan
general en la construcción del pensamiento psicológico, orientada a la
definición de categorías psicológicas universales, capaces de explicar
la motivación y la acción humanas en los más diversos escenarios de su
actividad.
Esta forma de representación sobre las
categorías psicológicas es responsable por el carácter metafísico de la
mayoría de los sistemas psicológicos modernos, lo que impidió la
comprensión de la génesis de la psique humana en la cultura. Al destacar
el papel de la fantasía y los sentimientos en el arte, Vigotsky
enfatiza la importancia de los procesos afectivos profundamente
desconocidos por la psicología en su nivel subjetivo de expresión.
Precisamente su énfasis en la fantasía, implícitamente, destaca un
aspecto que, en mi opinión, permite comprender un nivel de la psique
humana como subjetividad: la relación inseparable de lo simbólico y lo
emocional en un tipo de proceso donde lo simbólico no aparece ni en el
nivel cognitivo ni en el consciente. En relación al lugar que le
atribuye a la percepción expresa (1965):
“El problema de la percepción es uno de
los más importantes de la psicología del arte, pero no es su problema
central, pues el mismo se encuentra en dependencia de la solución que le
demos a otras cuestiones que se encuentran en el centro mismo de
nuestro problema (…) La psicología del arte tiene que comenzar no con
aquel capítulo que habitualmente se relaciona con las vivencias
estéticas elementales, sino con los otros dos problemas, el de los
sentimientos y la fantasía. Podemos afirmar inclusive que la comprensión
adecuada de la psicología del arte podrá resultar solo de la
intersección de estos dos problemas” (pp. 255-266).
La significación que atribuye a los
sentimientos y la fantasía le separa de la psicología centrada en el
dominio de lo cognitivo y lo intelectual, desarrollada sobre la base del
racionalismo, así como de la psicología que se apoya en la descripción y
medición de rasgos, pasando a una psicología dinámica que tiene en su
base la producción humana sobre la base de las emociones. En aquel
momento el autor sólo disponía de los conceptos de imaginación y
fantasía para dar cuenta de lo que deseaba enfatizar, por ser ambos
procesos de una naturaleza diferente de aquellos más tradicionales,
generalmente cognitivos, que constituían la base de la psicología. Por
su propio carácter, la imaginación y la fantasía representaban procesos
diferentes, en los que la creación es portadora de un fuerte carácter
emocional.
Vigotsky atribuye un papel a la
imaginación que está en la base de todas las actividades humanas en las
que el hombre puede actuar de forma creativa. En su libro Imaginación y creatividad en la edad infantil,
Vigotsky afirma la relacion inseparable entre imaginación y la
creatividad, haciendo de la creatividad una cualidad de ciertos procesos
humanos y no un proceso más de la psicología. Sobre el lugar de la
imaginación en las diferentes actividades humanas, afirma (1965):
“La imaginación se
manifiesta en todos (…) los aspectos de nuestra vida cultural, haciendo
posible la creatividad artistica, científica y técnica (p.13).
La unidada de lo cognitivo y lo afectivo representó una inquietud constante en el pensamiento de Vigotsky; sin embargo, en Psicología del Arte,
el autor intenta penetrar en dimensiones más complejas de la psique,
pero no dispone con claridad de una representación de lo simbólico que
le facilite avanzar en esa dirección, lo cual siempre le devuelve a lo
cognitivo, cuando en realidad, lo mas significativo, tanto de la
imaginación, como de la fantasía, es la relación de lo simbólico y lo
emocional y no de lo cognitivo y lo afectivo. En ambos procesos las
emociones se expresan en procesos simbólicos que no son cognitivos.
Vigotsky (1965) usa como referencia las
teorías estéticas de autores alemanes que defienden la unidad de la
emociones y la fantasía, entre ellos menciona a Maier (1908), Meyer
(1901) y Muller Freienfeld (1922), (referencias de fechas y autores
tomadas de Psicología del Arte, edición en ruso Vigotsky, 1965) entre
otros. En la relación que establece entre sentimientos y fantasías, se
reconoce el aspecto psíquico específico de las emociones, aspecto que,
hasta hoy, permanece subvalorado, incluso entre quienes se han declarado
como sus seguidores, tanto en la psicología rusa como occidental.
Sobre el impacto que tuvieron sobre él
las ideas de los autores alemanes que destacaban la relación de las
emociones y las fantasías en relación al arte, Vigotsky expresa (1965):
“El nuevo enfoque
[se refiere a los autores alemanes citados anteriormente], si no nos
detenemos en las particularidades, puede ser representado
aproximadamente de la siguiente forma. Los psicólogos parten en sus
investigaciones de aquella indudable relación que existe entre las
emociones y la fantasía. Como demostraron estas investigaciones,
cualquiera de nuestras emociones posee no solo una expresión corporal,
sino una expresión espiritual, como dicen los psicólogos de esta
escuela, en otras palabras, cualquier sentimiento se encarna, se fija en
alguna idea, como esto se hace evidente muy bien en el “delirio
persecutorio”, dice Ribot. La emoción se expresa, consecuentemente, no
solo en las mímicas, pantomimas y en las reacciones secretoras y
somáticas de nuestro organismo, sino que ellas necesitan expresarse por
medio de nuestra fantasía. Las así llamadas emociones sin objeto, sirven
como la mejor expresión de esto (p. 271).
Hasta aquí Vigotsky destaca el carácter psíquico, espiritual, como
afirmaban esos autores, término que Vigotsky también usa en su obra
para referirse a procesos propiamente subjetivos. Con el reconocimiento
del carácter propiamente psíquico de las emociones Vigotsky, a partir de
los trabajos de Ribot destaca el carácter generador de las emociones,
las que al fijarse a una idea, toman diferentes formas no regidas por la
razón, como es el caso del delirio persecutorio. El autor al destacar
ese carácter no racional de las emociones, se apoya en un caso extremo
por el alto poder de convencimiento que tiene, sin embargo, esto abre
una nueva opción en la representación de los procesos psicológicos en
general, a la cual Vigotsky solo irá a volver en la tercera y última
etapa de su trabajo a partir de 19321. Seguido al contenido expuesto en la cita anterior, Vigotsky afirma (1965):
“Los casos
patológicos de fobia, de temores obsesivos, etc, se relacionan
directamente con determinadas representaciones, la mayor parte
absolutamente falsas que desfiguran la realidad, y encuentran de esa
forma su expresión “espiritual”. Así, un enfermo que sufre de miedo
obsesivo, es en esencia un enfermo por el sentimiento, él padece de un
miedo sin causa que es suficiente para sugerirle en su fantasía que
todos le persiguen” (p. 271).
Resulta interesante el tema que
Vigotsky introduce aquí al reconocer el carácter subjetivo de las
representaciones, el cual es general a todas las representaciones, pues
las causas a que el autor se refiere, nunca están situadas de
forma objetiva fuera, ya que las representaciones son una producción
mental en la que siempre intervienen los recursos subjetivos de quien la
desarrolla.
En ese sentido no son estrictamente
cognitivas, pues no representan apenas un procesamiento de información
sobre una realidad externa, sino una producción subjetiva, donde la
construcción del sujeto tiene en su base emociones que no están en el
evento externo. Ese tipo de producción psíquica que el autor denominó
“sin objeto”, en realidad representa de forma sobredimensionada una
característica general de la subjetividad humana. Los procesos
psíquicos se presentan en su carácter subjetivo como producciones que
tienen en su base la organización psíquica actual de la persona.
Sin duda en Psicología del Arte Vigotsky
nos presenta con audacia y creatividad un nuevo camino de la psicología
que no se corresponde con las formas que expresaba la psicología
dominante de su tiempo. En esta obra, el autor reconoce la especificidad
de la dimensión psíquica de los procesos humanos, destacando el arte,
pero a través de el, se refiere a la dimensión psíquica de los procesos
ideológicos. En la obra, el autor destaca el carácter generador de los
procesos psíquicos, en especial el aspecto generador de las emociones
que están en la base de los procesos de fantasía, los que en opinión del
autor resultan centrales a la creación artística. Se destaca una
dimensión de la psique que el autor define como espiritual, siguiendo el
uso que autores alemanes dedicados a este tema hacían del término, pero
que en realidad representa una expresión del aspecto subjetivo de los
procesos psíquicos. Por tanto, Vigotsky en esta obra destaca la
necesidad de comprender de qué forma la psique está presente en el arte
y, mediante ello, introduce elementos esenciales para una dimensiónn
ontológica diferenciada de la psique humana, cuyos principales elementos
serían simbólicos y emocionales, aunque Vigotsky no use, como ya
dijimos antes, lo simbólico en sus análisis sobre la movilidad de las
emociones en los procesos psíquicos.
¿Cómo es posible que una obra de tal
significación, haya pasado inadvertida en sus consecuencias para el
desarrollo de la psicología, tanto la soviética como en la occidental?
La respuesta está en que las dimensiones teóricas que el autor introduce
obligan a un replanteamiento de los principios mismos que han apoyado
la historia de la psicología, tanto de la hegemonía empírica y
metafísica que caracterizó sus diferentes tendencias en el periodo
moderno, como del énfasis pragmático y linguístico que ha caracterizado
la etapa más reciente de crítica postmoderna en la psicología.
Tanto una como otra tendencia
absolutizan dimensiones que dificultan expresar los complejos procesos
de creación a través de la fantasía a la que tanta importancia había
atribuido Vigotsky en la creación artística. Por otra parte, el arte
obliga a la psicología a un análisis que no puede omitir las dimensiones
sociales, culturales e históricas del tema, lo cual es totalmente ajeno
a una psicología que ha tenido al individuo como centro, o a una
psicología que lo desconoce y lo ve simplemente como la expresión de las
prácticas discursivas en que está inmerso, retirando de él cualquier
proceso creativo, incluso el propio pensamiento. El estudio de la
realización artística exige una psicología que trascienda la idea de
funciones psíquicas aisladas, como lo demuestra Vigotsky al hacer su
análisis sobre el significado de la percepción, y trascender ese tipo de
psicología requiere, como Vigotsky también analiza, nuevas opciones
metodológicas que no se pueden apoyar en las discriminaciones
cuantitativas de dimensiones aisladas, susceptibles de integración
apenas por correlaciones estadísticas. Vigotsky intenta comprender la
forma en que se organizan las producciones artísticas y para eso trae un
proceso que resultó excluido del carácter aséptico de la metodología en
psicología: la fantasía.
Vigotsky nos aboca a una psicología
diferente orientada al estudio de la subjetividad, tema al que no se
refiere de forma explícita en ningún momento, pues representa la
antítesis de la psicología objetiva que el mismo propone, aunque en su
desarrollo apele a problemas y temas que no le permiten escapar de ese
aspecto espiritual que él destaca vía los autores alemanes, que fueron
en aquel momento su referente para la aproximación a la relación entre
la emoción y la fantasía. Más tarde desde su posición más madura va a
volver con nuevos aportes al tema.
LAS RAZONES TEÓRICAS Y EPISTEMOLÓGICAS DEL DESENCUENTRO ENTRE PSICOLOGÍA Y ARTE
El énfasis en la imaginación y la
fantasía, y el peso que Vigotsky atribuye a las emociones en sus
trabajos relacionados con el arte y la creatividad, no representan
apenas nuevos elementos a considerar por la psicología, sino una nueva
forma de pensar la psicología que enfatiza la comprensión de relaciones
entre procesos que definen nuevos tipos de relaciones teóricas, las
cuales se configuran en la acción del hombre en sus diferentes espacios
culturales. Si bien, Vigotsky no consigue esos niveles dinámicos de
integración de las diferentes unidades concretas que propuso a lo largo
de su obra para comprender cuestiones y procesos generales como la
conciencia y el desarrollo, sin embargo, si abrió las puertas para una
nueva representación teórica de la psique como sistema específicamente
humano. La imaginación y la fantasía representan la expresión de la
unidad de procesos emocionales que toman vida propia y están en la base
de las nuevas representaciones que el ser humano logra en los diferentes
campos de su actividad.
Sin embargo, estos procesos no pueden
ser analizados como reflejos de la realidad, a pesar del esfuerzo que
hace Vigotsky, hasta en los último momentos de su obra, específicamente
en sus “Conferencias sobre la imaginación”, para ajustar ese a un tipo
particular de reflejo de la realidad. La tensión entre la comprensión de
la psique como reflejo y como creación, es permanente en su obra.
Al no asumir el objetivo de superar la
representación de la psique como reflejo, la que constituyó un principio
de la psicología soviética orientado a preservar su carácter
materialista, Vigotsky no avanza en el desarrollo de un sistema teórico
que le permita asumir en todas sus consecuencias la significación que le
atribuyó a la fantasía y la imaginación en la producción artística, así
como en el desarrollo de los niños y de la creatividad.
Esa significación, nos obliga pensar
¿qué tipo de procesos son la creatividad y la imaginación? ¿Cuál es su
naturaleza psicológica? Cuando nos preguntamos esto de una forma teórica
más general, podemos concluir varias cosas, entre ellas las siguientes:
1. Estos son procesos que no se
pueden reducir ni a la cognición ni al afecto tomados separadamente. A
su vez, no representan tampoco una unidad de lo afectivo y lo cognitivo,
pues no están orientados en su curso por una realidad externa cuya
información los regula, sino por una creatividad del sujeto que desde
una perspectiva racional puede parecer un absurdo. Sin embargo, ese
absurdo, puede anticipar mejor que la ciencia formas futuras del
desarrollo humano, como ha ocurrido tantas veces en la literatura de
ficción.
2. Al no ser procesos regulados
por la información inmediata de una realidad exterior, no se ajustan a
la definición de reflejo dominante en la psicología soviética. Al no ser
reflejos debemos aceptarlos como una producción humana que se
desarrolla sobre una materia prima psicológica no reconocida por la
psicología anterior, pues no se corresponde con las categorías usadas
por aquella psicología.
3. La imaginación y la fantasía
son procesos que integran en una unidad inseparable procesos simbólicos y
emocionales que son producidos sobre la base de un repertorio de
efectos colaterales, contradicciones y desdoblamientos de la experiencia
vivida y que se expresan en diferentes formas de organización psíquica.
A esa unidad de procesos simbólicos y emocionales que se articulan en
el desarrollo de una actividad alrededor de una definición cultural, le
he denominado sentidos subjetivos (González Rey, 2000, 2001,
2002, 2005, 2006). Los sentidos subjetivos son procesales (González Rey
& Mitjans Martínez, 2007), se expresan en el curso de una actividad
en la que representan la forma psicológica que esta toma. La imaginación
y la fantasía son procesos de sentido subjetivo y no procesos
cognitivos.
La categoría de sentido subjetivo
permite introducir el tema de la subjetividad en una perspectiva
histórico – cultural (González Rey, 1991, 1997, 1998, 2005), toda vez
que no se puede hablar de subjetividad, sin considerar la especificidad
de la producción psicológica humana en las condiciones de la cultura. La
subjetividad la integran procesos y formas psíquicas de organización
portadoras de sentido subjetivo, con lo cual lo subjetivo se define por
su especificidad ontológica, es decir por la diferencia de su naturaleza
en relación con otros procesos humanos2, y no por ser un atributo íntimo o interno de las personas.
Es precisamente ese carácter de la
definición el que nos ha permitido hablar de subjetividad individual y
social (González Rey, 1991). El arte es, sin duda, una producción de
sentidos subjetivos, donde la singularidad del artista representa el
valor supremo de su creación. Claro que en esta creación es inseparable
de la sociedad y la historia, tan es así, que toda obra de arte es un
medio importante para el estudio de la época histórica en que fue
producida. La sociedad y la historia, por su parte, aparecen en
producciones únicas de sentido subjetivo a las que tenemos acceso solo a
través de la interpretación y de evidencias fácticas susceptibles a la
simple observación. Es precisamente aquí donde aparece el aspecto
epistemológico de una nueva representación de la psique como
subjetividad, la cual solo se puede estudiar a partir de una
aproximación constructivo – interpretativa.
La psicología dejó el arte de lado pues
sus categorías no permitían explicarlo ni comprenderlo. Un perfil de
rasgos creativos, puede ser común a Mozart y Einstein, pero ¿cómo se
explica que Mozart componga música de un impacto tan alto, que sea
significativa en forma tan diferente a las emociones de los otros? A
diferencia de Einstein cuyas producciones de sentido subjetivo aparecen
en construcciones teóricas compartidas con una comunidad científica en
la que las ideas deben ser demostradas, Mozart expresa de forma
organizada una música cargada de un simbolismo propio, cuya base se
asienta en una multiplicidad de emociones que no tienen que ser
racionalmente defendidas. Lo que ocurre con Mozart caracteriza muchas de
las expresiones humanas más complejas, como el amor, la simpatía y la
amistad entre otras.
Los sentidos subjetivos se alimentan de
emociones y procesos simbólicos procedentes de una compleja red de
elementos psíquicos, dentro de la cual un comportamiento ocurre. Ninguna
relación o comportamiento humanos representan un hecho aislado. Toda
expresión particular de un ser humano ocurre en un ambiente cargado de
subjetividad y en ella se expresan de múltiples formas, a nivel
simbólico emocional, experiencias vividas antes. Los sentidos subjetivos
se organizan sobre las reminiscencias y consecuencias psicológicas de
experiencias vividas, y a su vez, esos sentidos subjetivos producidos en
la actividad, se organizan en configuraciones subjetivas que
representan la forma dinámica de organización de la subjetividad como
sistema psíquico.
He definido, el concepto de las configuraciones subjetivas(González Rey, 1995) como la unidad de un conjunto de elementos psicológicos que se agrupan en torno a sentidos subjetivos estables que la persona experimenta en relación a ciertas áreas de su experiencia. En cada configuración subjetiva de una persona, participan sentidos subjetivos y elementos psíquicos de procedencias diferentes.
En la configuración subjetiva del padre,
no aparecen apenas los procesos psíquicos que ocurrieron en la relación
directa con ese padre, sino el conjunto de efectos colaterales,
consecuencias y contradicciones, que la figura paterna implicó para la
persona en distintos contextos de su vida. Las configuraciones
subjetivas integran sentidos subjetivos y elementos psíquicos que pueden
ser contradictorios entre sí, por eso, ellas no son un determinante del
comportamiento, sino una fuente de sentidos subjetivos múltiples y
estables que acompaña el comportamiento de la persona. Son los sentidos
subjetivos los responsables por nuestras diferentes fantasías, muchas de
las cuales la persona no acepta por la presencia de códigos morales que
no las legitiman. Fue precisamente este uno de temas centrales
desarrollados por Freud, solo que él pensó una sexualidad universal como
la base dinámica de todas las tendencias que se expresaban en el mundo
subjetivo de las personas. Sin embargo, las tendencias de nuestra
subjetividad pueden estar alimentadas por hechos aparentemente
insignificantes, que en la historia de la persona van, evolucionando
hacia configuraciones subjetivas altamente complejas.
La organización de la subjetividad no es
isomórfica, con ninguna experiencia objetiva concreta, ella es
resultante de los procesos inherentes a la autoorganización del propio
sistema subjetivo, del cual las acciones emprendidas por el sujeto y sus
consecuencias constituyen un aspecto importante. Como afirma en uno de
sus últimos trabajos, el famoso filósofo ruso F. Mikhailov (2006), quien
estuvo muy implicado con el desarrollo del enfoque histórico – cultural
en la psicología soviética:
“El rol del “medio”
es el de ser un soporte que alimenta los actos internos de reproducción
(…) Pero cuando el medio pasa, se transforma en interno, ellos, son
transformados en un medio de la autodefinición subjetivamente reflexiva
de la vida (…)Aquí nosotros hablamos de auto desarrollo de la vida y no
de reacción a estímulos externos” (p. 41).
La atención al tema de la subjetividad
cobró muchafuerza en la década de los años ochenta en la psicología
soviética, cuando la liberalización de los dogmas políticos y los
cambios de las estructuras de poder en su interior, facilitaron una
reflexión autocrítica que comenzó de forma institucionalizada en el V Congreso de Psicólogos de la Unión Soviética en 1977, que tenía como tema central “El problema de la actividad en la psicología soviética”.
No es posible comprender el arte como
manifestación humana sin reconocer una instancia de producción subjetiva
que no está mediada ni por el lenguaje, ni por ninguna forma de
racionalidad, a pesar de que pueda organizarse en formas racionales de
expresión. Los sentidos subjetivos permiten la emergencia de figuras
simbólicas de naturaleza diferente, que solo son visibles a través de la
fuerte emocionalidad asociada a ellas procedente de las configuraciones
subjetivas del autor. Es esta la verdadera materia prima psicológica
del arte.
El arte es una vía de reivindicación y
legitimidad de la subjetividad humana que está más allá de los cánones
dominantes en la subjetividad social, a través de los cuales se
organizan las diferentes prácticas institucionalizadas en la sociedad.
En este sentido, el respeto al arte es el respeto a las formas de
subjetividad que un sistema social engendra más allá de la
intencionalidad de sus gestores. El arte es un canto a lo posible dentro
de determinadas situaciones de vida, y ese posible es un
indicador sobre las consecuencias que una sociedad tiene para quienes
viven en ella. Es inútil negar eso desde valores externos a esa
subjetividad. Las producciones del arte se legitiman en lo que ellas
son, y en lo que los otros aprecian en ella, no hay ningún criterio
institucional que las pueda legitimar desde afuera.
Una psicología que desconoce el carácter
productivo de los procesos psíquicos y su naturaleza simbólica
emocional en las condiciones de la cultura, es incapaz de penetrar en
los procesos que toman forma en la obra artística. Sin embargo la
psicología, en su rechazo a la filosofía y en su culto al metódo,
aspectos criticados por algunos de los autores contemporáneos más
relevantes en esta área, como Koch (1981) y Danziger (1990), el primero a
través de su denuncia sobre el conocimiento a-ontológico que ha
dominado en la psicología como consecuencia de su fetichismo
metodológico, y el segundo a través de su crítica a lo que ha llamado la
“metodolatría de la psicología”, se ha movido entre un nivel metafísico
de producción teórica y un nivel empírico de desconocimiento total de
lo teórico.
Las teorías son modelos intelectuales
producidos para generar visibilidad sobre una determinada cuestión o
conjunto de cuestiones, y ese modelo es una producción tan subjetiva
como cualquier obra de arte, con la diferencia de que un modelo teórico
en la ciencia es responsable por la generación de vías de construcción
de información que permitan el desarrollo de nuevas formas de
inteligibilidad sobre lo empírico. Sin embargo, en dirección opuesta a
lo establecido desde el concepto de ciencia empírica, no es la
información empírica en abstracto la que permite el desarrollo de un
modelo teórico, sino que son los modelos teóricos los responsables por
la visibilidad de los nuevos significados a nivel empírico (Cfr.
Ferraroti, 2003; Bourdieu, 2003). Todo modelo teórico es responsable por
la producción de nuevos espacios de inteligibilidad en lo empírico. A
esos espacios de inteligibilidad los he denominado en trabajos
anteriores zonas de sentido (González Rey, 1997).
El arte desafía a la psicología a través
de la necesidad de nuevas formas de representación de la psique
susceptibles de movilidad y capaces de expresar, en formas muy
diferentes, la multiplicidad de condiciones objetivas en que se
desarrolla a través de los sentidos subjetivos del artista que orientan
su creación. El arte legitima la creatividad individual como producción
subjetiva y no como práctica discursiva contextual, tendencia tan de
moda a partir de la emergencia del construccionismo social en nuestra
disciplina.
La comprensión del arte como producción
subjetiva le convierte, a su vez, en una producción histórica y social,
pero donde estos niveles se expresan por sus efectos y consecuencias
sobre el hombre, y no por ninguna referencia objetiva en que lo social
se presente como externo al sentido subjetivo de la propia práctica del
artista. Las sociedades no se pueden evaluar apenas por el conjunto de
sus aspectos visibles, sino por las producciones subjetivas que expresan
sus invisibles consecuencias sobre la psique de las personas, y es aquí
donde el arte se convierte, por su carácter subjetivo, en una vía
esencial del estudio de la sociedad.
Los procesos de sentido subjetivo no son
sólo la imaginación y la fantasía, mas ellos, por trascender la
cognición, que puede aparecer solo de forma indirecta y mediada, fueron
los procesos que significaron por excelencia una nueva cualidad de la
psique que no había sido atendida por las representaciones dominantes de
la psicología. En realidad todos los procesos humanos son producciones
de sentido subjetivo, incluso los cognitivos. Es precisamente ésta una
de las razones que explican las formas recientes de interrelación entre
ciencia y arte, que habían representado hasta poco tiempo atrás formas
totalmente incompatibles de producción humana.
El científico, como el artista, está
presente con la riqueza de su autobiografía en las representaciones que
construye, con independencia del tipo de recursos que usa para demostrar
su pertinencia sobre la realidad que estudia. Como afirmó Vigotsky, no
existe la creatividad sin la imaginación y, ésta, se alimenta del
conjunto de sentidos subjetivos que caracterizan la forma en que los
procesos vividos se configuran en la subjetividad. La persona con sus
recursos subjetivos es parte inseparable de cada experiencia vivida, de
ahí la imposibilidad de controlar o excluir lo subjetivo en una
producción humana, cualquiera que sea su carácter.
Hasta hoy lo subjetivo se mantiene
excluido del discurso médico, jurídico, político e institucional, por
solo mencionar algunas de las áreas de institucionalización hegemónicas
de la sociedad occidental. Paradójicamente, en la economía, por su
carácter más pragmático y por la importancia e imprevisibilidad de sus
rumbos, el reconocimiento de su dimensión subjetiva ha sido punto
destacado en los últimos años.
A MODO DE CONCLUSIÓN
- El arte representa una de las expresiones más claras del carácter generador y creativo de la mente humana, especialmente por la relación indirecta que mantiene con el mundo que en él se expresa. El arte constituye la mejor evidencia de la importancia de usar vías indirectas para el estudio del hombre y de la sociedad. En el arte el mundo aparece a través de sus consecuencias y efectos colaterales sobre una subjetividad individual capaz de expresar indirectamente aspectos esenciales sobre una época y una forma de vida social.
- La psicología, apoyada durante la mayor parte de su historia en la idea de una objetividad de base empírica, sobre la que apoyó sus diferentes posturas metodológicas en el periodo moderno, dejó al arte fuera del círculo de sus problemas principales. Sus fundamentos epistemológicos imposibilitaron el reconocimiento de lo teórico en su carácter dinámico y productivo, impidiendo reconocer la especificidad ontológica de la psique humana en las condiciones de la cultura; la subjetividad. Esta siempre fue rechazas de una parte por tendencias que desconocían la significación cultural y los social en la génesis de la psique y, por otra, por la imposibilidad de estudiarla sobre la base de los cánones impuestos por la ciencia empírica dominante.
- Vigotsky introduce la cuestión de la cultura al aproximarse de un modo diferente a la comprensión de la psique, rompiendo tanto con la comprensión metafísica como con la empírica, las que eran hegemónicas en la psicología de la época. Los fundamentos de su nuevo modelo teórico se presentaran por primera vez en una obra dedicada al arte. El arte fue el tipo de actividad humana escogida por Vigotsky para debatir los complejos temas de los sentimientos, la imaginación y la fantasía, temas que, por su carácter subjetivo, han sido objeto de poca atención por las teorías mas significativas del pensamiento psicológico hasta hoy.
- La introducción explícita del tema de la subjetividad en una perspectiva histórico cultural a partir de la categoría de sentido subjetivo (González Rey, 1991, 1995, 2000), permite enfatizar la unidad inseparable de lo emocional y lo simbólico, no solo en los procesos asociados a la fantasía y la imaginación, sino en todos los procesos psíquicos, creando las bases para una representación diferente de la relación del hombre con la realidad: los sentidos subjetivos son la forma en que la realidad y las experiencia humanas aparecen a nivel psicológico. Por tanto, los efectos de una experiencia no estarán dados en su carácter objetivo, sino en los sentidos subjetivos que aparecerán en el proceso de vivirla, en los cuales tendrán un papel decisivo el contexto en que se vive la experiencia, así como las configuraciones subjetivas de quienes las comparten.
- Partiendo del reconocimiento del carácter simbólico emocional de la subjetividad, podemos comprender el arte como una producción subjetiva, una producción única de sentido subjetivo que es inseparable de la biografía y la época del artista. Desde una perspectiva epistemológica, el estudio del arte implica tanto el reconocimiento de la singularidad, como el desarrollo de modelos teóricos que permitan la visibilidad de operaciones que solo pueden ser empíricamente reconocidas a través de significados teóricos capaces de integrarlas en espacios de inteligibilidad, sin lo cual, dichas operaciones pasarían desapercibidas.
- El arte está llamado a ser un nuevo escenario de investigación psicológica partiendo de las transformaciones teóricas y epistemológicas que implica el reconocimiento de la subjetividad, tema emergente dentro de una perspectiva histórico – cultural.
Notas:
1.- En el presente trabajo me he
referido de forma frecuente a los momentos de la obra de Vigotsky
definidos por mí, pues, aunque otros autores anteriormente, tanto en la
psicología soviética, como en la occidental ya se habían referido a esos
momentos diferentes de la obra del autor, como Leontiev, A.A. (2001) y
Minck, N. (1987). Entendí oportuno fundamentar una opción diferente,
parecida con Leontiev en sus consideraciones sobre la última etapa del
trabajo de Vigotsky. Aunque esas etapas las ubico cronológicamente, lo
hago no de una forma absoluta, sino a partir de los énfasis teóricos en
cada uno de esos momentos, pues en realidad en cada una de las etapas
coexisten trabajos con ideas que fueron dominantes en otros momentos.
2.- Entiendo como especificidad
ontológica, el carácter diferenciado de un tipo de fenómenos definidos
por el conocimiento. El saber humano diferencia campos de según la
cualidad de los conocimientos específicos que demandan cuestiones
diferentes. Una de esas cuestiones diferentes es la subjetividad, la
cual, si no se específica por la naturaleza de los procesos que la
distinguen en la producción del conocimiento, corre el riesgo de ser
permanentemente sustituida por algo diferente. Por esta razón es que
considero importante mantener el término ontológico, que pasó a desuso
por la forma en que la ontología fue definida metafísicamente como la
esencia universal del ser.
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