Introducción a la teoría de Vygotsky
Tania, de cuatro
años de edad, juega
“Simón dice” con sus amigos;
hace diferen- tes cosas sin importar si Simón las ha dicho o no. Pero cuando repite
en voz alta pa-
ra sí misma lo que “Simón
dice”, es capaz de acoplarse al
juego y hacer
la mímica correcta en
el momento adecuado.
Juan, de seis años
de edad, escucha
el cuento que lee el maestro; sabe
que el se- ñor Sánchez va a pedirle a
alguien del
grupo que lo vuelva a contar. Se concentra lo suficiente y hace un dibujo
mientras escucha.
Más tarde, este
dibujo lo ayuda a re- cordar el
cuento.
Maura, de sexto año, es reflexiva y soluciona con seguridad los problemas. Al res- ponder una pregunta, piensa antes de hablar y sus contestaciones parecen deliberadas. En problemas complejos,
planea su abordaje antes de comenzar y revisa su trabajo.
¿Qué tienen en común estos tres niños? Cada uno
está utilizando “herramien- tas de la mente” para ayudarse a resolver
problemas y a recordar. La idea de las he- rramientas de la
mente fue desarrollada por el psicólogo ruso Lev
Vygotsky
(1896-1934) para explicar cómo adquieren los niños habilidades mentales cada vez más avanzadas.
Las herramientas de la mente
Una herramienta es algo que nos ayuda a resolver
problemas, un instrumento que fa-
cilita la ejecución de una acción. Una palanca nos ayuda a levantar una roca demasia- do pesada como para moverla con los brazos; un serrucho nos ayuda a cortar madera que no podríamos romper con las manos. Estas
herramientas físicas amplían nuestras habilidades y nos capacitan para hacer
cosas que no podríamos hacer con nuestra so- la capacidad natural.
Así como los seres humanos hemos
inventado herramientas
físicas como los mar- tillos y los elevadores
de carga, para incrementar nuestra capacidad física, también he- mos creado herramientas para ampliar
nuestras habilidades mentales. Estas herramientas
ayudan a poner atención,
a recordar y a pensar mejor. Por ejemplo, las herramientas de la mente tales como las estrategias para memorizar, permiten duplicar y triplicar la can- tidad de información que podemos recordar. Pero las herramientas de la mente hacen más que ampliar nuestras
habilidades naturales:
Vygotsky creía que, en realidad, trans- forman la manera misma en que ponemos atención,
recordamos y
pensamos.
Puesto que los seguidores de Vygotsky están convencidos de
que las herramien- tas de la mente
tienen un papel crucial en el desarrollo de la misma, han investiga-
do la forma en que los niños las adquieren, y consideran que el papel del maestro
es “ponerlas a
disposición de los niños”.
Esto suena simple,
pero el proceso implica mu- cho más que la sola enseñanza directa; implica capacitar al niño para
que utilice las herramientas
con independencia y creatividad. Conforme los niños crecen y se de- sarrollan se convierten en activos empleadores y
creadores de herramientas; se hacen diestros.
Con el tiempo, podrán utilizar adecuadamente las herramientas de la men- te e inventar nuevas cuando las necesiten (Paris y Winograd, 1990). El papel del maes- tro es ponerlos en el camino hacia la independencia —meta de todo educador—.
Por qué son importantes las herramientas de la mente
Cuando los niños carecen de
herramientas de
la mente no saben cómo aprender;
son incapaces de dirigir la mente hacia un propósito. Como veremos, los niños de- sarrollan la habilidad de utilizar distintas herramientas
a diferentes edades.
Sus “ca- jas
de herramientas” no
se llenan de una vez por todas sino poco a poco. Enseguida
presentamos algunos ejemplos de niños que no tienen herramientas.
Cuando la maestra
pide que los niños que tengan algo amarillo
en la ropa levan- ten la mano,
Amanda,
de cuatro años
de edad, mira su vestido y ve un enorme gato café; olvida entonces todo lo relativo al color amarillo y levanta la mano.
Juana, de cinco años, sabe que para participar cuando
otro niño está hablando
debe levantar la mano y esperar a que la maestra la llame. Sin embargo, parece que no puede esperar. Si se le pregunta, puede decir la regla. De hecho, se la pasa recor- dándola a los demás niños
aun cuando ella siga dando abruptamente
las respuestas.
Andrés, de segundo grado,
trabaja
en su periódico con un grupo pequeño. Se levanta a sacarle punta al lápiz, pero al pasar por la sección de la biblioteca se detie- ne a ver un libro, y enseguida otro capta su atención. A
la hora de cambiar de activi- dad, se da cuenta de que todavía tiene en la mano el lápiz sin punta y ya no le queda tiempo para terminar su trabajo.
Antonio, de ocho
años, resuelve un problema: hay varios
pájaros en un
árbol, tres
salen volando y quedan siete; ¿cuántos pájaros había
en el árbol al principio? An- tonio insiste en restar
tres de siete. En vez de sumar, resta
a causa de la palabra “sa- len”; no se autorregula ni revisa su pensamiento. Aun
cuando su maestra acaba de señalar
que podría ayudarles, él no aplica la estrategia al problema.
Los niños pequeños son capaces de pensar, poner atención
y recordar. El proble- ma es que su pensamiento, su atención y su memoria son muy reactivas; el objeto
o la actividad deben retener por
sí solos su atención. Hay que observar cómo apren-
den los niños mientras ven la televisión, especialmente los comerciales. De una ma- nera muy
simple la televisión
explota
la memoria, la
atención y el pensamiento
reactivos; se vale del volumen y de mucho movimiento, cambia de escena en pocos segundos y
rebosa color. Este medio es utilizado
para enseñar habilidades básicas en programas como Plaza Sésamo, pero
muchos
maestros
se quejan de que en algunos niños ese bombardeo a los sentidos
tiende a dificultarles otras formas de aprendiza- je. De hecho, muchos
maestros
de niños pequeños se
quejan de tener que
cantar, bailar o actuar
“como
Abelardo”
para
poder enseñar. Sin la adquisición de herra- mientas de la mente, este abordaje tan intenso de la atención sería la única forma en que los niños podrían adquirir
información, ya
que no podrían dirigir ni enfocar por sí solos su atención, su memoria ni sus habilidades para la solución
de problemas.
Cuando los niños tienen herramientas de la mente pueden aprender
por su cuenta porque el aprendizaje se convierte en una actividad autodirigida. El maestro deja de tener la
responsabilidad de todos los aspectos del proceso de aprendizaje, las
herramientas lo
liberan de esa carga y, lo que es más importante, éstas pueden apli- carse en todo el currículo, desde lectura hasta
matemáticas, actividades de manipu- lación y dramatización.
Una de las virtudes del enfoque de Vygotsky es que los mecanismos para enseñar herramientas de la mente están probados. En vez de esperar simplemente a
que las he-
rramientas sean aprendidas y dejar que los niños se las arreglen por su cuenta, Vygotsky
muestra la forma de facilitar
su adquisición. Los maestros
que han aplicado estas técni- cas en Estados
Unidos y Rusia informan acerca de cambios en la forma de pensar
y de aprender de los niños (Palincsar, Brown y Campione, 1993; Davydov, 1969/1991).
La falta de herramientas tiene consecuencias a
largo plazo en el aprendizaje, por- que influyen
en el nivel de pensamiento abstracto
que puede alcanzar
un niño. Para comprender conceptos abstractos
en ciencia y matemáticas, los menores deben tener herramientas de la mente;
sin ellas podrán recitar
muchos hechos científicos, pero no aplicarán lo que saben a problemas abstractos o ligeramente distintos
de los presenta- dos en la situación original de aprendizaje. Vygotsky atribuye esta imposibilidad a
la fal- ta de herramientas. Si bien los problemas abstractos
constituyen la preocupación de los maestros de los últimos grados de primaria, las herramientas aprendidas
durante la infancia
temprana influyen
directamente en las habilidades ulteriores.
El pensamiento lógico abstracto es necesario no sólo en la escuela sino en la
toma de decisiones en muchos ámbitos de la vida adulta: cómo comprar un
auto, cómo manejar las finanzas
personales, por quién votar, la participación
en un jurado y la crianza
de los hijos. Todo ello
exige herramientas para pensar con
madurez.
Historia de la teoría de Vygotsky
La vida de Vygotsky
El psicólogo
ruso Lev Vygotsky vivió de
1896 a 1934; enfermó muy joven de tubercu-
losis y murió
a los 38 años. Produjo más de 180 artículos,
libros e informes de
inves- tigación. A lo largo
de su vida triunfó sobre la adversidad pues superó obstáculos raciales para estudiar: era judío, oriundo de
Gomel. En la Rusia prerrevolucionaria
pocos judíos podían ingresar a la universidad, pero
Vygotsky se ganó un lugar y fue un estudiante excepcional. Como era psicólogo, enfrentó una intensa presión para modificar su teoría y adaptarla al dogma político prevaleciente. No cedió a la pre- sión, pero varios
años después de su muerte sus
ideas fueron repudiadas y
censura- das. El problema de la censura política
afectó también el
trabajo de sus discípulos,
quienes continuaron desarrollando
valientemente su teoría a pesar de los riesgos;
a ellos debemos que permanecieran vivas las ideas de Vygotsky. Cuando los
tiempos cambiaron a fines de los cincuenta y principios de
los sesenta, estos mismos discípu-
los las revivieron y las aplicaron en diversas áreas educativas.
Vygotsky se interesó en el desarrollo cognitivo y el lenguaje, además del análisis literario y
la educación especial. Enseñó literatura en
una escuela secundaria y
lue- go fue profesor en un instituto de formación docente. Su
interés en la psicología lo llevó a presentar en Leningrado (San Petersburgo) una exposición sobre la concien- cia que le dio gran renombre. Se
mudó con
su familia a Moscú, donde empezó a co- laborar con
Alexander Luria y Alexander Leont’ev, lo que
dio lugar a la fructífera
teoría y al cuerpo de investigaciones que hoy conocemos como “la teoría de Vy- gotsky”. Si usted está interesado en saber
más sobre él y sus colegas y discípulos,
Van der Veer y Valsiner (1991) y Kozulin (1990) ofrecen
detallados pormenores de su vi-
da y
sus ideas tanto en Rusia como en el extranjero. La autobiografía de Alexander
Luria (1979), por su parte, es una lectura fascinante.
La teoría del desarrollo de Vygotsky, también llamada Teoría histórico-cultural, fue una de las más notables en su época, aunque, debido a
la breve vida de su autor, de- jó muchas preguntas sin respuesta y
no siempre se basó en datos empíricos. No obstante, sus discípulos, tanto en Rusia como en Occidente, han estudiado y desarro-
llado muchos de sus conceptos. Hoy en día esta teoría
está cambiando la
óptica de los psicólogos
con respecto al desarrollo y también la
forma en que los educadores trabajan con los niños pequeños.
La teoría de Vygotsky es, en sentido
estricto, un marco teórico para
comprender el aprendizaje y
la enseñanza, útil para que los educadores de la infancia temprana adquieran
una nueva perspectiva y
revelaciones valiosas sobre el crecimiento y
el de- sarrollo infantiles.
Aunque
no definió sus premisas
ni presentó estudios empíricos susceptibles de transformarse en recetas para cualquier situación
que pudiera presen- tarse en el aula, los maestros
pueden confiar
en que la teoría de Vygotsky les servirá
para ver a los niños de otra manera y, por lo tanto, a modificar la forma en que en- señan
e interactúan.
Los contemporáneos de Vygotsky
Entre los principales teóricos
occidentales de la psicología
que
Vygotsky
estudió y
cuestionó están Piaget
(constructivismo), Watson y Skinner
(conductismo), Freud
(psicoanálisis) y Koffka (psicología Gestalt). Tanto en su teoría
como en sus estudios empíricos, Vygotsky planteó explicaciones alternativas a las de los primeros trabajos
de Piaget sobre el desarrollo del lenguaje
en los niños pequeños. Vygotsky también
comentó el trabajo de Montessori. Para entender las semejanzas y diferencias entre el enfoque de Vygotsky y
el de otros psicólogos del desarrollo, véase el capítulo 3.
Sus colegas
y discípulos rusos
Vygotsky colaboró con sus colegas Alexander Luria (1902-1977)
y Alexander Leont’ev
(1903-1979)
en algunos de sus primeros experimentos, y fueron ellos quienes con- tribuyeron al desarrollo de
su enfoque. Tras su muerte, Luria, Leont’ev
y otros segui- dores,
enfrentaron una
creciente presión para suspender sus investigaciones. No obstante, muchos de ellos continuaron desarrollando los principios esenciales y los aplicaron en diversas
áreas de la psicología,
aunque no reconocieron
abiertamente su
vínculo con Vygotsky mientras no cambiaron los vientos políticos.
Luria, uno de los colegas más prolíficos
de Vygotsky, fue pionero en
el estudio de áreas tan variadas como la psicología transcultural, la neuropsicología y
la psico- lingüística. Aplicó
los principios de Vygotsky en estudios
neuropsicológicos
en los que buscó formas de compensar daños
cerebrales. Luria (1976) también investigó, en el marco
de la psicología
transcultural, cómo las influencias culturales moldean
la cognición. Las investigaciones psicolingüísticas de Luria exploran el
papel del ha- bla privada
en la regulación de las acciones motoras, y
examinan las conexiones en-
tre lenguaje y
cognición, tanto desde la perspectiva del desarrollo como
desde
la clínica.
Vocate (1987) ofrece
una excelente síntesis del trabajo
de Luria.
Leont’ev (1977/1978) estudió
la memoria y
la atención deliberadas, y
desarro- lló su propia teoría de la actividad en la que vincula el contexto social (o medio
am- biente) con los logros del desarrollo mediante las acciones propias del niño.
Las ideas
de Leont’ev fundamentan muchas de las investigaciones contemporáneas
en Rusia, especialmente en las áreas del juego y el aprendizaje. Algunos de sus estudios y su aplicación durante el
desarrollo de la infancia temprana se
comentan detallada- mente en
los capítulos 5 y 6.
Piotr Gal’perin (1902-1988),
Daniil Elkonin (1904-1985) y Alexander Zaporoz- hets (1905-1981), discípulos de Vygotsky, se concentraron en
la estructura y
el desa- rrollo de los procesos
de aprendizaje y
enseñanza. Zaporozhets fundó el Instituto de
Educación Preescolar, donde él y sus
discípulos aplicaron el
enfoque de Vygotsky en la educación temprana.
Especialistas como Vasili Davydov
(1991) y Vitali Rubtsov (1991)
mantienen hoy en día la tradición vygotskiana en la psicología educativa y del desarrollo en
Rusia; su trabajo con
las ideas originales de
Vygotsky ha dado lugar
a muchas de las innovaciones en la práctica
de la enseñanza que comentamos en este libro.
La investigación contemporánea y sus aplicaciones
Los psicólogos occidentales se interesaron por primera vez en Vygotsky a finales
de los
sesenta con la traducción del libro
Thought and Language
(Pensamiento y
lenguaje)
([1934]1962); en Escandinavia, Alemania y Holanda se
han desarrollado extensa-
mente
los temas filosóficos de esta teoría. Los estadounidenses Michael Cole y Sylvia Scribner (1973), Jerome Bruner (1985)
y Uri Bronfenbrenner (1977) fueron los pri- meros en difundir el trabajo de Vygotsky entre los psicólogos y los educadores de su país. De los setenta
a los noventa otros
investigadores como Wertsch (1991a), Rogoff (1991), Tharp y Gallimore (1988), Cazden (1993), Campione y Brown (1990) y John- Steiner (1990) promovieron el interés en los aspectos socio-cognitivos del enfoque de
Vygotsky. Al
principio, los especialistas estadounidenses se
interesaron en aspec- tos
generales de la teoría de Vygotsky, pero más recientemente han concentrado
sus
investigaciones en la aplicación de
la teoría de Vygotsky a diferentes áreas de la psi- cología y la educación. Por ejemplo, algunos investigadores se han dedicado a com- parar
esta teoría con
otras sobre el juego (Berk, 1994)
y en la solución conjunta de
problemas (Newman, Griffin y Cole, 1989).
La teoría de Vygotsky se
ha utilizado en muchos programas en
Estados Unidos y otros países. La mayor parte
de estos esfuerzos ha implicado a
alumnos de primaria, secundaria y preparatoria (Campione y
Brown, 1990, Feuerstein y
Feuerstein, 1991; Newman, Griffin
y Cole, 1989).
Sin embargo, pocos
programas han
utilizado
esta teoría con alumnos de educación preescolar. La última publicación
de la NAEYC so- bre Vygotsky (Berk y Winsler, 1995) demuestra la creciente popularidad de sus ideas entre los profesores de
niños en edad temprana. Con la inclusión de la teoría
de Vy- gotsky en la versión revisada del libro Prácticas apropiadas para el desarrollo es posible prever una aplicación más amplia de sus ideas en la educación temprana. Este libro sintetiza el trabajo de Vygotsky, el de sus colegas, y las investigaciones contemporá-
neas en Rusia, Estados Unidos y Europa, para
explicar
cómo aplicarlo en las aulas. Las
ideas de Vygotsky constituyen una teoría general útil para examinar el proceso
de desarrollo y para encontrar formas creativas que propicien e impulsen el desarro- llo de los niños.
La teoría de Vygotsky: principios de la psicología y la educación
Las premisas básicas de la teoría de Vygotsky pueden resumirse como sigue:
1. Los niños construyen el
conocimiento.
2. El desarrollo no puede considerarse aparte del contexto social.
3. El aprendizaje puede dirigir el desarrollo.
4. El lenguaje desempeña
un papel central en el desarrollo mental.
La construcción del conocimiento
Al igual que Piaget, Vygotsky creía que los niños construyen su
propio entendimien-
to, que no simplemente reproducen
pasivamente lo que se les presenta. Sin embar- go, para Piaget la construcción cognitiva ocurre sobre todo en la interacción con los objetos físicos
(Ginsberg y Opper, 1988); la gente tiene
tan sólo un papel indirecto,
por ejemplo, al
crear el ambiente o alguna disonancia cognitiva. Para Vygotsky, en cambio, la construcción cognitiva está mediada socialmente, está siempre influida por la interacción social presente y pasada; lo que el maestro
le señala al alumno influye
en lo que éste “construye”. Si un maestro señala
los distintos tamaños de unos dados, el alumno construye un concepto diferente del
que construye el niño
cuyo maestro señala su color. Las ideas del maestro median
o influyen en lo que el niño
aprende y
cómo lo hace.
Vygotsky creía
que
tanto
la manipulación física como la interacción social son necesarias para el desarrollo del niño.
Patricia
tiene que tocar, comparar físicamente, acomodar y reacomodar los dados para adquirir el concepto de “grande y pequeño” e incorporarlo a su propio repertorio cognitivo. Sin la manipulación y
la experiencia, Patricia no puede construir su propio entendimiento; si cuenta solamente con las ideas o las palabras
de su maestro, lo
más probable es que no sea capaz de aplicar ese concepto a un material
ligeramente diferente, o
de utilizarlo cuando el maestro no esté presente. Por otra parte, sin la presencia del maestro, su aprendizaje no
sería el mismo. En la interacción social, la niña
aprende qué características son
las más im- portantes, qué debe distinguir y
sobre qué debe actuar.
En una actividad comparti-
da, el maestro influye directamente en
el aprendizaje de Patricia.
Debido al énfasis
que pone en la construcción del conocimiento, Vygotsky subra- ya la importancia de identificar lo que el niño entiende realmente. En la interacción sensible y adecuada con el niño,
el maestro puede distinguir
cuál es exactamente su concepto. En la tradición vygotskiana es común considerar el aprendizaje como la apropiación del conocimiento, con lo que se subraya el papel activo del alumno en
es- te proceso.
La importancia del contexto social
Para Vygotsky, el contexto social influye en el aprendizaje más que las actitudes y las
creencias;
tiene una profunda influencia en cómo se piensa y en lo que se piensa.
El contexto social forma parte
del proceso de desarrollo y, en tanto
tal, moldea los pro- cesos
cognitivos. Por contexto social entendemos el entorno social íntegro, es
decir, todo lo que haya sido afectado directa o indirectamente por la cultura en el medio ambiente del niño. El contexto social debe ser
considerado en diversos niveles:
1.
El nivel interactivo inmediato,
constituido por el(los)
individuo(s) con quien(es) el niño interactúa en
ese momento.
2.
El nivel estructural,
constituido por las estructuras sociales que influyen en el niño tales
como la familia y la escuela.
3.
El nivel cultural o
social general, constituido por elementos de la sociedad en
general, como el lenguaje, el sistema numérico y el uso de la tecnología.
Todos estos contextos influyen en la forma de pensar
de las personas. Por ejem- plo, el niño
cuya madre propicie el aprendizaje del nombre de los objetos
va a pen- sar de una
forma distinta a la de aquél cuya
madre exprese órdenes escuetas
y
no platique con su hijo. El primer niño no sólo va a tener un vocabulario más extenso sino que va a pensar
con otras
categorías y va a usar el lenguaje de una forma distin- ta
(Luria, 1979; Rogoff, Malkin y Gilbride,
1984).
Las estructuras sociales también influyen en los procesos cognitivos del niño. In- vestigadores
rusos han
descubierto que
los niños criados
en orfanatos no tienen el nivel de habilidades de planeación y
autorregulación que
los niños criados
en una
familia (Sloutsky, 1991).
Investigadores estadounidenses han
descubierto, a
su vez, que la escuela, una de las muchas
estructuras sociales al margen de la familia, influ- ye directamente en los procesos cognitivos considerados
como indicadores del coe- ficiente intelectual (Ceci, 1991).
Características de la cognición:
contenido y procesos. Algunos teóricos han anali- zado la suposición de que el desarrollo exige la adquisición de conocimiento gene- rado culturalmente. Vygotsky amplió esta
idea para
incluir tanto
el contenido como la forma del conocimiento, es decir, la naturaleza misma de los procesos mentales. Por ejemplo, los
niños de Papúa, Nueva
Guinea, no sólo conocen más ti- pos de animales que los niños de Estados Unidos, sino
que además utilizan
diferen- tes estrategias
para recordarlos. Los niños a quienes les enseñan en la escuela categorías científicas
para
clasificar los animales,
los agrupan de una manera dife- rente a los niños
que
no asisten
a la escuela. Luria
(1979) descubrió que los adul- tos analfabetos de una comunidad de
pastores
de
Asia Central usaban categorías basadas en situaciones, por lo que ubicaban el
martillo, el serrucho, el
tronco y el hacha en la misma categoría, puesto
que
todos
esos elementos les eran necesarios
para trabajar. Los
adultos con experiencia escolar de diversos niveles
agrupaban los objetos en dos categorías: herramientas
(martillo, serrucho y hacha) y
objetos so- bre los que se trabaja
(tronco).
La idea de que la cultura influye en la cognición es
crucial porque el mundo so-
cial íntegro del niño moldea no sólo lo que sabe sino su forma de pensar. El tipo de lógica
y los métodos utilizados
para
solucionar los problemas están influidos por nuestra experiencia cultural. A diferencia de muchos teóricos occidentales, Vygotsky
no
creía que hay muchos procesos lógicos universales o ajenos a la cultura. Un niño no solamente se convierte en un pensador y se hace capaz de solucionar problemas; se convierte en un tipo especial
de pensador, de comunicador, con una memoria y una forma de escuchar peculiares, todo lo cual refleja el contexto social.
El contexto social es un concepto histórico. Para Vygotsky, la
mente
humana es producto, tanto de la historia
humana o filogenia, como de la historia
individual u on- togenia. Si bien la mente humana
moderna ha evolucionado con la historia
de la es-
pecie, la mente de cada individuo es también producto
de experiencias personales
únicas.
Antes de producir herramientas y
desarrollar
un sistema social
de cooperación, los seres humanos evolucionaron como otros animales. Cuando los seres humanos comenzaron
a utilizar el lenguaje y a desarrollar
herramientas, la
evolución cultural se convirtió en el mecanismo que le dio forma al desarrollo ulterior. El
conocimiento y las habilidades se transmiten de generación en generación mediante la cultura; cada una le añade cosas nuevas, de modo que la experiencia acumulada y la información
de la cultura se transmiten a la siguiente generación. Vygotsky supuso que los niños no inventan su conocimiento y su
entendimiento, sino que se apropian del rico cuer- po de conocimiento acumulado en su cultura;
el niño en desarrollo adquiere
esta in- formación y
la utiliza al pensar. Así, la cultura de
nuestros antepasados influye no solamente en el conocimiento sino en los procesos de pensamiento.
Vygotsky creía que la mente del individuo está formada también por
la historia individual. Aunque existen aspectos
comunes a los procesos
mentales, la mente de
un niño es resultado de
su interacción con los demás en un contexto social determi- nado. Los intentos del niño por aprender y
los de la sociedad por enseñarle por me- dio de los padres, maestros e iguales, todo ello influye en la forma en que funciona
la mente infantil.
El desarrollo de los procesos mentales. El contexto social desempeña un papel cen- tral en el desarrollo porque es esencial
para la adquisición de los procesos mentales. La contribución particular de Vygotsky fue advertir que los procesos
mentales superio- res pueden compartirse. Los procesos mentales no suceden solamente en el interior de un individuo;
también pueden ocurrir en los intercambios entre varias personas. Los niños aprenden o
adquieren un proceso mental
compartiéndolo o utilizándolo al interactuar con
los demás; solamente después
de este periodo de experiencia com- partida puede el niño hacerlo suyo y usarlo de manera independiente.
Esta noción de
la cognición compartida socialmente es muy distinta
de la noción
aceptada comúnmente en la psicología
occidental. La tradición occidental ha
consi- derado la cognición como un conjunto de procesos
mentales interiores accesibles só- lo
para el individuo. Sin embargo, conforme los investigadores han estudiado el enfoque de Vygotsky, un
creciente número de ellos ha comenzado a
considerar la idea de que la cognición es un proceso compartido y
a reconocer la importancia del
contexto social en su adquisición (Solomon,
1994; Resnick, 1991).
Para comprender la idea de los procesos mentales compartidos, revisaremos las des- cripciones occidentales y la de Vygotsky del desarrollo de la memoria. En la tradición occidental atribuiríamos la habilidad de recordar de Isabel
al hecho de que posee un conjunto de estrategias para memorizar la información y codificarla en la memoria. La memoria es algo interior. Isabel tiene cuatro
años de edad, de ahí que probablemente no recuerde ciertas cosas, puesto que sus estrategias todavía son inmaduras. ¿Cómo ob- tendrá estrategias maduras? Con la edad, su mente madurará
y entonces las tendrá.
Vygotsky creía, contrariamente a esta visión de la memoria como un proceso exclu- sivamente
interior, que la memoria puede compartirse entre dos personas. Isabel y su maestro comparten la memoria: su interacción contiene
el proceso
mental de la memo- ria. Por ejemplo, Isabel olvidó las instrucciones de un juego;
la información está alma- cenada en algún lugar de su memoria, pero
ella no puede recuperarla por sí sola. Su maestro, por otra parte,
conoce algunas estrategias
para recordar la información, pero no conoce este juego en particular, de aquí que recordar las instrucciones del juego exi- ja la participación de ambos: la niña no puede hacerlo sola ni tampoco su maestro. Es
mediante su intercambio social,
su diálogo o su interacción como pueden recordar. El maestro
le pregunta: “¿qué haces con los dados?”,
a lo que la niña responde: “los tiras para saber cuántos puedes mover”. Por ahora
la memoria está en el intercambio. Con- forme Isabel
crezca, se irá apropiando de la estrategia que ahora comparte. Pronto se preguntará a sí misma por las reglas del juego; en este momento de su desarrollo, sin embargo, no puede plantearse preguntas de manera independiente.
En otro ejemplo, Andrés,
de segundo grado, trata de resolver
un problema de ajedrez. Su padre identifica el problema y le sugiere varias jugadas
alternativas; el ni-
ño elige una y captura exitosamente el peón. El problema se soluciona entre ambos
participantes. Después de jugar durante
varios días, Andrés utiliza los movimientos de su padre de manera independiente.
Para Vygotsky, todos los procesos mentales suceden primero
en un espacio
com- partido y de ahí pasan
al plano individual. El
contexto social es, en realidad, parte del proceso
de desarrollo y aprendizaje. La actividad compartida es
el medio que le facilita al niño
la interiorización de
los procesos mentales. Vygotsky no niega el pa- pel de la
maduración
en el desarrollo cognitivo, pero pone
el acento
en la importan- cia de la experiencia compartida.
Relación entre aprendizaje
y desarrollo
El aprendizaje y el desarrollo son
procesos distintos, relacionados de manera com-
pleja. A diferencia de los conductistas, que creen que aprendizaje y desarrollo son la misma cosa, Vygotsky sostenía que existen cambios
cualitativos en el pensamiento de los que no se puede uno dar cuenta por la mera acumulación de
datos o habilidades. Él creía que el pensamiento del niño se estructura gradualmente y se hace cada vez más deliberado.
Si bien Vygotsky reconocía que hay requisitos de maduración necesarios para de- terminados logros cognitivos, no creía que la maduración determine totalmente el desarrollo. La maduración influye en que el niño pueda hacer ciertas cosas o no; por ejemplo, los niños no podrían aprender
a pensar lógicamente sin dominar el lengua- je.
Sin embargo, los teóricos que consideran la maduración como el principal proce-
so del desarrollo creen que debe haber un determinado nivel de desarrollo antes
de que el niño pueda aprender
información nueva; por ejemplo, el
trabajo de Piaget (Inhelder y
Piaget, 1958) sugiere
que el niño debe llegar
a la etapa de las operacio- nes concretas antes de pensar
lógicamente. De acuerdo con esto, la reorganización interior del pensamiento precede a la habilidad de aprender
cosas nuevas; de aquí que cuando se le presenta información de un nivel de desarrollo superior, el
niño no pueda aprenderla sino hasta
alcanzar ese nivel.
Según Vygotsky, no sólo el desarrollo puede afectar el aprendizaje; también
el aprendizaje puede afectar el desarrollo. La compleja relación entre aprendizaje y de-
sarrollo no es lineal.
Si bien Vygotsky no puso en duda
que existan
requisitos de desa- rrollo condicionantes de la habilidad del niño para aprender información nueva en cualquier momento, creía que el aprendizaje acelera, e incluso motiva,
el desarrollo. Por ejemplo, Cecilia —de tres años de edad—
debe clasificar objetos
pero no puede
mantener las categorías en orden. Su maestro le da dos cajas, una con la palabra gran-
de en letras grandes y el dibujo
de un oso grande; la otra con la palabra
chico impre- sa en letras
pequeñas y el dibujo de un oso más chico.
El maestro ayuda a Cecilia a aprender dándole las cajas que le facilitan mantener
las categorías en orden; pron- to Cecilia clasifica otros objetos por categorías sin la ayuda de las cajas. El aprendiza-
je de grande y chico acelerará el desarrollo del pensamiento por categorías.
Vygotsky insiste en que debe considerarse el nivel de avance del niño pero tam- bién presentársele información que
siga propiciando su desarrollo. En algunas áreas, un niño debe
acumular una gran cantidad de aprendizaje antes de desarro- llar alguno o de que ocurra un cambio
cualitativo. En otras áreas,
un paso
en
el aprendizaje puede dar lugar a dos pasos en el desarrollo. Si se insiste
en que el de- sarrollo
debe suceder primero, la enseñanza se reduce a
la presentación de mate- rial que el niño
ya conoce. Los maestros experimentados saben
que los niños
se aburren rápidamente cuando se les quiere
enseñar una habilidad que
ya tienen.
Aunque también, si se pasa por alto el nivel alcanzado, se podría confundir
el mo- mento en que los niños están listos para aprender algo en particular y presentarles, por lo tanto, un material que los frustraría debido a su
grado de dificultad. Un ejem- plo de este tipo de error sería presentar la suma antes de que el niño pueda contar con fluidez.
Las ideas de Vygotsky sobre la relación entre aprendizaje y
desarrollo permiten explicar
por qué es tan difícil
la enseñanza. Dadas las diferencias individuales, no es posible ofrecer
recetas exactas para producir cambios en cada niño;
no se le puede decir a un maestro:
“si haces esto seis veces, todos y cada uno de los niños van a desa- rrollar esta habilidad en particular”. La relación exacta entre aprendizaje y desarro- llo puede ser diferente en cada niño y en las distintas
áreas del mismo. Los maestros deben ajustar sus métodos constantemente para adecuar el proceso
de aprendizaje y
enseñanza a cada niño.
Esto representa un gran reto para los educadores.
El papel del lenguaje
en el desarrollo
Se tiende a pensar que
el lenguaje afecta, sobre todo,
el contenido del conocimien-
to de las personas; sin embargo, lo que pensamos y lo que sabemos
está influido por los símbolos y los conceptos
que conocemos. Vygotsky creía que el lenguaje desem- peña un papel aún más importante en la cognición. El lenguaje es
un verdadero me- canismo para pensar, una
herramienta mental; el lenguaje hace al pensamiento más
abstracto, flexible e independiente de los estímulos inmediatos. Los recuerdos y
las previsiones son convocados por el lenguaje para enfrentar nuevas situaciones, por lo que éste influye en el resultado. Cuando
los niños usan símbolos y conceptos, ya no necesitan tener delante un objeto para
pensar en él. El lenguaje permite imaginar, manipular, crear ideas nuevas y compartirlas con otros;
es una de las formas median- te
las cuales intercambiamos información; de
aquí que el lenguaje desempeñe dos papeles: es instrumental en el desarrollo de
la cognición, pero también forma parte
del proceso cognitivo.
Puesto que el aprendizaje ocurre en situaciones compartidas, el
lenguaje es una herramienta
importante para la apropiación de otras herramientas de
la mente. Pa- ra compartir una actividad, debemos hablar de ella; a no ser que hablemos, jamás sa- bremos si los significados atribuidos al lenguaje son
los mismos para nosotros que para los demás.
José y su maestra trabajan con un juego didáctico de barras de colores que representan las unidades; a
no ser que hablen sobre la relación entre las
barras, la maestra no sabrá si José construyó la cantidad “cinco” a partir de las unidades, por-
que ya comprendió la relación entre los segmentos cortos y los más grandes. Quizá
José está concentrado en el color de las varillas
más chicas y ni siquiera
nota que cin- co varillas
chicas forman una varilla del tamaño de la correspondiente al
cinco. So- lamente con el lenguaje oral puede el
maestro distinguir los atributos relevantes de los irrelevantes; solamente así José puede comunicar
cómo comprende la actividad;
y solamente hablando José y el maestro pueden compartir la actividad.
El lenguaje facilita las experiencias compartidas, necesarias
para
construir los procesos cognitivos. Lucía,
de seis años de edad, y su maestro, observan cómo
unas mariposas salen de su capullo y se
secan las alas. Lucía comenta: “Mira, no se ven bri- llantes al principio”. El maestro dice:
“¿Cuándo se vuelven brillantes?, mira ésa que apenas está
saliendo. ¿Por
qué serán sus alas de un color diferente al
de las alas de
una mariposa que ya estuvo volando un rato?”. Lucía y el maestro
hablan de las ma- riposas
que están viendo.
Mediante muchos diálogos como éste, Lucía no solamen-
te aprenderá sobre las mariposas y las orugas sino que también asimilará los procesos cognitivos implicados en
los descubrimientos científicos.
Para leer más
Berk, L.E., & Winsler,
A. (1995). “Scaffolding
children’s learning: Vygotsky and early
childhood education”, en NAEYC Research and Practice Series, 7, Washington, National
Association for the Education of Young Children.
Crain, W.C. (1991). Theories of development: Concepts and applications. Englewood Cliffs, N.J., Prentice-Hall.
Kozulin, A. (1990). Vygotsky’s psychology: A biography of ideas. Cambridge, Cambridge
University Press.
Sutherland,
P. (1992).
Cognitive
development today: Piaget and his critics. Londres, Paul Chapman.
Van der
Veer, R., y J. Valsiner
(1991) Understanding Vygotsky: A quest
for synthesis.
Cambridge, Blackwell.
Wertsch,
J. V. (1991a) Voices of the mind: A sociocultural approach to mediated
action.
Cambridge, Harvard University Press.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
ÁNIMO: TODAS Y TODOS TIENEN LA PALABRA...COMENTEN...