La producción de otros conocimientos y sus tensiones: ¿de la antropología
andinista a la interculturalidad?1
MARISOL DE LA CADENA
Universidad de California,
Davis
¿Qué soy? Un hombre civilizado que no ha dejado de
ser, en la médula un indígena del Perú; indígena pero no indio
JOSE MARIA ARGUEDAS
(Entrevista
con Ariel Dorfman, Revista Coral
1970:44)
Si la antropología se fuera a convertir en una
disciplina mundial, en lugar de ser sólo una disciplina occidental,
ésta debe
definir a sus “otros” de una manera distinta, como sujetos que también hablan,
piensan y saben.
ANNE SALMOND (1995: 45)
el antropólogo
y político Carlos Iván
Degregori señaló que n
un volumen reciente, al describir la antropología en el Perú, ésta
había desarrollado una visión analítica interna a la que le faltaba perspectiva
comparativa. Esta situación, explica, contras-
ta con las condiciones de investigación en el hemisferio norte donde el
acceso a bibliografía y fuentes de financiamiento provee a los investigadores
una visión de conjunto que, aún así, tiene la tradición de mirarse hacia sí
misma. Aunque la disponibilidad de
re- __________________
1.
Traducción: Andrés Barragán. Revisión: Pablo Sandoval
y Carlos Iván Degregori.
Marisol de la
Cadena
cursos les permite comparar y contrastar conocimiento
antropológico sobre los países andinos, generalmente hacen esto con información
publicada en inglés, mayormente escrita por investigadores estadounidenses.
Para ilustrar esta característica, Degregori hace referencia al artículo de un
antropólogo estadounidense que presenta un balance de los estudios andinos, en
el cual "de los 62 títulos mencionados en la bibliografía, sólo dos son de
antropólogos peruanos". Degregori describe críticamente esta
situación como un triángulo sin base,2
una imagen de acuerdo a la cual el conocimiento se concentra en la cúspide
y no existe en la base. Pero sugiriendo que hay distintas cúspides para
distintos triángulos sin base, admite
que su propio balance de la antropología perua- na excluye el conocimiento producido por las
universidades de provincias.3
Este artículo discute, genealógicamente,
la compleja trayectoria de un aspecto de la antropología latinoamericana
conocida como andinismo, y sus
conexiones, pasadas y presentes, con el mestizaje
y la interculturalidad respectivamente.
La aseveración de Degregori sobre las desiguales relaciones entre la
antropología andinista del sur y su contraparte del norte —principalmente
estadounidense— me parece relevante y motiva esta reflexión. Sin embargo, me
interesa más explorar las tensiones internas de la formación
intelectual-política de América Latina y el Perú. El principal argumento de
este artículo es que las relaciones nacionales de dominación y subordinación de
diversas formas de conocimientos
locales ―incluyendo formas no
occidentales de _________________
2.
Julio Cotler introdujo la idea de "triangulo sin
base" en los debates latinoamericanos conocidos como teoría de la
dependencia, en los años sesenta. Ésta imagen representaba una situación en la
que la participación política en
asuntos del estado se limitaba Únicamente a los representantes oficiales ―la
cúspide del triangulo-mientras que los grupos subalternos se mante- nían al margen de ella, Julio Cotler, La mecánica de la dominación interna y del
cambio social en el Perú, 1967.
3. Carlos Iván Degregori, No hay país más diverso. Compendio de antropología peruana, 2000, pp. 17-18.
III / La
producción de otros conocimientos y sus tensiones
conocimiento— son parte de las condiciones que hacen
posible la hegemonía intelectual de las formaciones económico-académicas
euroamericanas. Múltiples y cambiantes centros y periferias, así como las
resultantes relaciones de dominación —diversas y estratificadas— contribuyen a
dar forma a lo que con el tiempo se vuelve visible como conocimiento antropológico universal, y lo que se mantiene
invisible como información local,
tanto a nivel mundial como en países específicos.
Articulada por la vocación
universalista de extender la ra- zón y
de "asimilar" lo no histórico en la Historia, la geopolítica del conocimiento moderno estableció un centro (Euro-América) y excedió el mismo, constituyendo
formaciones académicas regionales con sus respectivos centros (donde se
acumularon las instituciones de la razón) y sus periferias (donde la lógica
racio- nal tenía una presencia más
débil). Surcando esta configura- ción,
sucesivas relaciones de poder entre múltiples y estratificadas formaciones de
conocimiento local (occidental y no occidental), organizaron las condiciones
que hicieron posible la hegemonía intelectual de un núcleo académico-económico,
generalmente ubicado en el hemisferio norte y considerado como el centro del
conocimiento universal.
Para ilustrar este proceso, en este
artículo presento una discusión de la trayectoria genealógica y dialógica de lo
que se convertiría en la antropología andinista, y dos de sus secuelas: el multiculturalismo liberal y la interculturalidad radical.4
Relacionada a esta noción racializada de "cultura" que permite a
la elite política discutir el derecho
de las naciones latinoamerica- nas a
existir como tales,5 la antropología en esta región emergió
rodeada de instituciones dedicadas
a la creación
y control de
__________________
4. En este
artículo utilizo la noción de diálogo de M. Bakhtin y la perspectiva
genealógica de Michel Foucault para evitar la narrativa histórica lineal que
naturaliza las actuales geopolíticas de conocimiento.
5. Marisol de la Cadena, Indígenas mestizos: las políticas de raza y cultura en el Cusco, Perú, 1919-1991, 2004.
poblaciones y apoyada por el Estado. Significativamente, la
antropología andina estuvo también marcada por lo que el soció- logo Aníbal Quijano denominó "la
colonialidad del poder", una condición histórica y geopolítica que
deslegitima formas no occidentales de interpretar el mundo como conocimiento, situándo-
las en estadios premodernos para así instaladas como representaciones no
coetáneas.6
Mi relato comienza en los primeros años
del siglo pasado, cuando la antropología no se había consolidado todavía como
disciplina. Entonces, la discusión sobre la "cultura" (la cual aún no
había sido separada de "raza") alimentaba los proyectos nacionalistas
promovidos por una red de intelectuales regionales, que bajo la etiqueta del
mestizaje, contribuyó finalmente a la emergencia y articulación de América
Latina como región geopolítica. Finalizo
la primera sección en los años setenta cuando emerge la noción de
"lo andino" o "andinismo". Institucionalmente vinculado a
los "estudios de área" —y al concepto de "área cultural" de
la antropología norteamericana—, el andinismo ha sido criticado (en los Estados
Unidos y el Perú) por ser una representación orientalista de la cultura
andina, desprovista de historia
y política, que a su
_________________
6. Fabian,
Johannes, Time and the Other: How
Anthropology Makes its Object, 1983. Al formular esta noción, Quijano
(1997) explica que las formas eurocéntricas de conocimiento y las actuales
formas de dominación vigen- tes en el
mundo se encuentran entrelazadas. Las raíces de esa formación de poder pueden
ser seguidas hasta el siglo XVI, cuando las creencias en la superioridad de las
fe cristiana frente al "paganismo" permitieron a Europa constituirse
como el epicentro de la modernidad, presuntamente, el mo- mento Histórico más avanzado de la Humanidad.
Sustentado en la eurocéntrica noción de tiempo lineal, el poder que respaldó la
conquista de América y que conectó a ambos mundos ("nuevo" y
"viejo") condicionó una producción de conocimiento, según la cual
América habitaba en el pasado y carecía de lo que los europeos tenían:
civilización y razón. Instalada en la disciplina de la Historia, esta alquimia
conceptual, que reproducía la imagen de Europa como el futuro de las
poblaciones no europeas, ha sobrevivido a
los movimientos descolonizadores y continúa informando maneras
dominantes de conocimiento.
III / La
producción de otros conocimientos y sus tensiones
vez está plagada de un "profundo pensamiento
estructuralista".7 En
la tercera sección, describo la emergencia de otra red: la de los intelectuales
indígenas. Una identidad oximorónica a comienzos del siglo XX ―cuando los indios no eran
pensados como seres racionales y menos aún como intelectuales― y actuando
nacional e internacionalmente, esta red rebate la narrativa homogeneizante del mestizaje y propone, en su lugar, la interculturalidad, como el medio para
producir una comunidad nacional imaginada en toda su diversidad étnico-cultural, e incluso
ontológica.
La segunda sección interrumpe lo que de
otra forma podría haber sido una secuencia (es decir, desde el mestizaje hasta
el antimestizaje, y desde los tradicionales intelectuales-políticos hasta los de base). En esta sección, empleo la
vida y obra de José María Arguedas para ilustrar los conflictos internos que
controlaron la producción de conocimiento entre los científicos sociales
peruanos. Este controvertido intelectual peruano —e icono del andinismo— se
sitúa en varias encrucijadas inusuales. Arguedas era un intelectual no indígena
y un individuo indígena quechua, así como un etnógrafo y literato, cuyo trabajo
resiste la clasificación binaria de ficción o etnografía. Si bien esto puede
formar ahora parte del sentido común de las sensibilidades poscoloniales, en
los modernizantes años sesenta la experiencia y el trabajo de Arguedas
desafiaron los límites del conocimiento sociológico y antropológico y los proyectos políticos que estos
conocimientos sustentaban. Su voluntad
de combinar civilización con indigenidad (como en la cita introductoria)
representó un desacuerdo ontológico con el poder totalizante de la modernidad
—y su tendencia a la homogeneidad. Políticamente, la propuesta de Arguedas
desafió los programas nacionalistas hegemónicos sustentados en la teleología
del mestizaje: la idea de que los indios
serían incluidos en la
nación __________________
7. Orin Starn, "Missing the
Revolution: Anthropologists and the War in Peru",
1991, pp. 63-91; "Rethinking the Politics of Anthropology. The Case of
the Andes", 1994, pp. 13-38 y Marisol De La Cadena, "Las mujeres son
más indias: Etnicidad y género en una comunidad del Cusco", 1991, pp.
7-29.
peruana como mestizos, sólo una vez que hubieran
completado los requerimientos de la
civilización. Teóricamente, la autoidentificación de Arguedas puede ser
considerada como un rechazo al historicismo,8 una conceptualización del tiempo histórico
como una medida de la distancia "cultural" entre formaciones
occidentales y no occidentales coexistentes, y en el caso de Perú, entre las
poblaciones españolas y andinas.
Pero lo más fascinante para la
construcción de antropologías mundiales es
que la declarada subjetividad de Arguedas represen- tó la búsqueda de un tipo
diferente de conocimiento. Este conocimiento definió a "sus otros"
como subjetividades que hablan, piensan y saben; tal como sugiere Anne Salmond
(en la segunda cita introductoria) y como proponen, más de treinta años
des- pués, los movimientos sociales
indígenas dentro de sus demandas de interculturalidad.
El Centro Interamericano de la Antropología
Peruana
Junto con José María Arguedas, el rumano John Murra fue
otro promotor del andinismo. En 1952, mientras todavía era alum- no de doctorado en la Universidad de
Chicago, Murra viajó a Jamaica, contratado por su amigo el antropólogo
estadounidense
Sydney Mintz, y después viajó a Puerto Rico respaldado por
Julian Steward. Desde Jamaica, Murra fue a Cuba donde conoció a Fernando Ortiz,
el autor de Contrapunteo cubano del
tabaco y el azúcar,9 quizás la etnografía histórica más temprana
producida por un intelectual
latinoamericano.10 Sobre Ortiz, Murra escribió "Un viejo
respetable. Nosotros visitamos el palacio en el que vivía.
Escribió muy
buenas cosas. Este hombre, antes de la revolución
_________________
8. Dipesh Chakrabarty, Provincializing Europe. Postcolonial Thought and Historical Difference, 2000.
9.
Fernando
Coronil, "Introduction. Transculturation and the Politics of Theory:
Countering the Center, Cuban Counterpoint", [1947], 1995.
10. Su primera
edición fue prologada por Bronislaw Malinowski.
La
producción de otros conocimientos y sus tensiones
[cubana] —en 1952— tenía ya sesenta años. Pero era un héroe
póstumo de la revolución porque fue el primero en escribir sobre cuestiones
afrocaribeñas. Un muy buen amigo de Herskovitz, de Aguirre Beltrán". Desde
Cuba, Murra tomó un bote a Yucatán y después un avión a Ciudad de México, donde
conoció a otro antropólogo, el español Ángel Palerm, con quien pasó largas
horas conversando sobre "antropología y revolución".11 Más
adelante el grupo incluyó también al mexicano Gonzalo Aguirre Beltrán, quien había estudiado antropología en la
universidad de Northwestern con Melville Herkovitz y, al igual que Ortiz,
estaba interesado en la africanía. Esta
densa red de amistades, oportunidades, intereses académicos y emociones
políticas, y que conectó diversos países (Estados Unidos, Cuba, México, España
e incluso Rumania), dio soporte a la complejidad de los itinerarios
antropológicoconceptuales entre el Norte y Sur de América. Esta red sugiere
también la existencia de una formación intelectual latinoameri- cana que cruzó
fronteras nacionales y que se conectó genealógicamente con una red intelectual
más temprana que antecede a la creación de la antropología en América
Latina.
Articulada por una emoción política
regionalista y nacionalista, la segunda de estas redes agrupó, desde finales
del siglo XIX, a diversos intelectuales
en torno a la idea de Indo-América, una comunidad imaginada de alcance
sub-continental, que emer- gió de un pasado común, moldeada por tradiciones
religiosas precolombinas e hispánicas.12 Ya sea como testigos,
participantes u opositores de ciertos eventos políticos —como la Revolución
Mexi-
__________________
11. Victoria
Castro, Carlos Aldunate y Jorge Hidalgo, Nispa
Ninchis. Conversaciones con John Murra, 2000, p. 43.
12. Influenciados
por La decadencia de Occidente de
Spengler (el cual se popularizó en América Latina a través de la Revista de Occidente de Ortega y
Gasset), los indo-americanistas propusieron que su "liberación ideológica
y filosófica de la dominación transatlántica" debía estar
epistemológicamente inspirada por "una actitud espiritual comprensiva con
el pasado" Uriel García, El nuevo
indio, [1930] 1937, p. 33.
cana o las crecientes aventuras expansionistas de Estados
Unidos en América Latina— los líderes de Indo-América se conocían entre ellos e
incluso algunos trabajaban juntos.13 Generalmente, los
indoamericanistas, comúnmente conocidos como indigenistas, eran intelectuales
provincianos —mayormente abogados— conocedores de sus entornos: restos arqueológicos,
folklore, escritos coloniales, lenguas vernáculas y formas indígenas de vida.
Para cuan- do la antropología se consolidó en los Estados Unidos, los
indigenistas viajaron al norte a compartir sus conocimientos locales, con sus contrapartes de este país, y a
certificar esos conocimientos académicamente. Así, el peruano Julio C. Tello
obtuvo un título honorario de la Universidad de Harvard a comienzos de los años
veinte y el mexicano Manuel Gamio recibió un título de la Universidad de
Columbia, donde fue alumno de Franz Boas. Luis E. Valcárcel, el director del
Museo Nacional de Historia del Perú (creado en 1930), recorrió varias
universidades de los Estados Unidos, sintiéndose "impresionado con el
vigor institucional de la etnología proveniente de las tradiciones boasiana,
smithsoniana y de
Harvard".14
La academia estadounidense, sin
embargo, no agotó
_________________
13. El más
prominente defensor de esta comunidad, regional y nacionalista, fue José
Vasconcelos, reconocido como el creador de la Raza Cósmica —el lema principal
del proyecto de construcción de la nación mexicana, conocido específicamente
como mestizaje. Víctor Raúl Haya de
la Torre fundó el APRA, en 1924, cuando se encontraba en México trabajando
como asistente personal de Vasconcelos, entonces Secretario de Educación. A su
vez, Haya de la Torre fue un notable partidario de de las luchas
antiimperialistas de César Augusto Sandino, en Nicaragua, y ambos suscribieron
la creación intelectual de Vasconselos, Indoamérica.
Del mismo modo, en el otro confín del continente, el Argentino Ricardo
Rojas produjo la imagen de Eurindia, la
cual sugería una identidad regional
construida a partir del encuentro entre tradiciones indígenas americanas y
europeas. Estas últimas llegaron a Argentina en un primer momento a través de
los colonizadores españoles y a comienzos del siglo a través de inmigrantes
italianos, ingleses y españoles.
14.
Frank
Salomon, 'The Historical Development of Andean Ethnology", 1985, p.89.
el interés intelectual indigenista, ya que el
indo-americanismo era una doctrina política, además de anti-imperialista.
México era un importante eje ideológico en la red, el espacio de una revolución
exitosa y una fuente de ideas sobre el mestizaje.
El mestizaje fue una política
demográfica, una herramienta para la creación de poblaciones, que prometió
elevar el nivel de vida de los indígenas a través de la erradicación de su
atraso. Esto representó para América Latina la posibilidad de convertirse, a futuro,
en par del vecino país del norte, pero al mismo tiempo implicaba la aceptación
de la inferioridad de la región dentro de la escala evolutiva. No es difícil de
imaginar, entonces, que al navegar a través de ésta red político-académica, las
creencias nacionalistas del mestizaje influyeran en la conceptualización de la
"aculturación".15 Vinculada a las discusiones más
tempranas sobre la influencia de
"los blancos" en las culturas indígenas de los
Estados Unidos,16 en
1936, la American Anthropological Association (AAA) incluyó
los "estudios de aculturación" como un campo legítimo de la
antropología, al cual definió como "la investigación de las culturas
de los nativos que participan de la
vida civilizada".17 Legitimada
como "aculturación", la noción latinoamericana de mestizaje
abrió entonces su camino hacia la academia norteamericana y sus fondos de
investigación. Del mismo modo, la categoría de "aculturación" entró
en la
red indigenista donde
encontró seguidores y
detrac- __________________
15. De acuerdo a
Ralph Beals, "Acculturation", 1953, Robert Redfield —entonces en la
Universidad de Chicago— acuñó este término después de visitar México en los
años veinte. Del mismo modo, Melville Herkovitz (otro estudiante de Boas
también interesado en la población afroamericana) usó el concepto de
aculturación después de su trabajo de campo en Surinam (donde debió entrar en
contacto con nociones caribeñas de métissage
y negritude). Él estaba
trabajando con Redfield en Chicago en ese tiempo.
16.
Paul Radin,
"The Inf1uence of the Whites on Winnebago Culture" proceedings of the
State Historical Society of Wisconsin, 1913, pp. 137-45.
17. También en
1936, Redfield, Herskavitz y Lintan escribieron "Un Memorandum para el
Estudio de la Aculturación". Ralph Beals, "Acculturation", 1995.
tores.18 Así, en los Estados Unidos la
conceptualización oficial de "aculturación" de la AAA y la creación
de los Estudios Latinoamericanos como campo de especialización académica,
pudieron haberse influido mutuamente, en tanto ambos eventos ocurrieron casi de
manera simultánea. En 1935 el Social Science Research Council (SSRC) estableció
un sub-comité orientado a promover los "estudios de aculturación". 19 Ese mismo año, el American
Council of Learned Societies (ACLS) creó un Committee on Latin American
Studies que años más tarde se convertiría en el ACLS-SSRC
Joint Committee. Estas asociaciones buscaban coordinar sus recursos e
investigaciones con las necesidades políticas del gobierno de los Estados Unidos
como indica la Oficina de Asuntos Interamericanos, cuyo director era Nelson
Rockefeller. Con fondos de esta institución, el norteamericano John Collier
acompañó a los antropólogos mexicanos, en los años 40, en la fundación del Instituto
Indigenista Interamericano. Su misión era "realizar
investigación sobre los 'problemas indios' en países del hemisferio
occidental".20
_________________
18. Fernando
Ortiz estuvo entre los primeros que se opusieron a esta noción. Él opinaba que
la aculturación simplificaba el complejo proceso cultural de dar y recibir que
caracterizaba a las sociedades latinoamericanas desde la llegada de los
españoles. La mezcla era transcultural —ésta
operó en múltiples direcciones cuando los indígenas latinoamericanos, los
españoles y las culturas negras cambiaron interdependientemente, Fernando
Ortiz, Cuban Counterpoint. Tobacco and
Sugar, [1947], 1995; Ángel Rama, Transculturación
Narrativa en América Latina, 1982;
Fernando Coronil, "lntroduction. Transculturation
and the Politics of Theory: Countering the Center, Cuban Counterpoint",
[1947], 1995. Mientras algunos críticos literarios usan la noción de transculturación para conceptual izar la
posición de Arguedas, el concepto de Ortiz mantiene "la noción de niveles
de desarrollo cultural", Fernando Coronil, 1995, p. xix, a la que se
oponen los escritos y la experiencia de Arguedas.
19. Andew Sartori "Robert Redfiled's Comparative
Civilizations Project and the Political Imagination of Postwar America",
1998, pp. 33-65; Thomas C. Patterson, A
Social of Anthropology in the United States. 2001; Ralph Beals,
"Acculturation", 1995.
20. Thomas C. Patterson, A Social of Anthropology in the United State. 2001, p.95.
A partir de este periodo los fondos de
investigación —principalmente de los Estados Unidos— se convirtieron en un
componente crucial de la antropología latinoamericanista y de las políticas de
colaboración en la investigación.21 El Handbook of South American Indians (1947-1959) es un icono de esta
relación. Producido bajo el auspicio de la Oficina de Asuntos
Interamericanos (y bajo la dirección del
arqueólogo Wendell Bennet y el ecologistamaterial Julian Steward), la
colaboración entre los investigadores del norte y el sur estuvo marcada por las
jerarquías académicas. "Los creadores norteamericanos del Handbook y los
etnólogos franceses del Instituto Francés de Estudios Andinos consideraron como
aprendices a un gran número de estudiantes peruanos", escribió
Frank Salomon.22 Pero los 'estudiantes peruanos' eran prominentes
indigenistas, participantes destacados en la red del mestizaje y políticos
locales influyentes en el Perú. Así, su condición de aprendices se remitía
exclusivamente a la disciplina de la antropología, que en aquel entonces
emergía de la red indoamericana bajo el liderazgo de Luis E. Valcárcel, un
político indigenista, que al igual que el mexicano Vasconcelos, fue Ministro de
Educación en 1945.
Preocupada por la creación del Perú
como una nación moderna, conectada a la amplia red político-intelectual
latinoamericana y alardeando de su
legado Inca, la antropología peruana escogió
a las pasadas y presentes "culturas indígenas" andinas como su
objeto de estudio y representación política. Patrocinada por el estado peruano,
sus primeras instituciones fueron museos, el Instituto de Etnología y Arqueología de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, y la sección peruana del Instituto Indigenista
Interamericano (creada en
1945). En los
siguientes quince años,
la
__________________
21. También como
una consecuencia del concepto de "área cultural"' (e ilustrativo de
la influencia de dicha noción), el Instituto Francés de Estudios Andinos fue
fundado en 1948, con Alfred Métraux como una importante autoridad.
22.
Frank Salomon,
"The Historical Development of Andean Ethnology", 1985,
p. 90. Enfatizo las palabras
que denotan subordinación para dar cuenta de esta relación.
antropología se convirtió en una disciplina establecida y,
con el estatus de ser epicentro de un "área cultural", se convirtió
en el centro de la antropología andina de los Estados Unidos, rivalizando con
la antropología mexicana y opacando el desarrollo de la disciplina en los países vecinos
(Bolivia, Ecuador, Chile y Colombia). Sin embargo, en notable contraste con
México, el apoyo económico del estado peruano a la antropología se debilitó en
los sesenta. En esa misma década instituciones privadas de los Es- tados Unidos
y Europa comenzaron a financiar importantes gru- pos interdisciplinarios de
expertos e instituciones político-académicas donde la antropología tenía algo
importante que decir. Al igual que en el resto del mundo, la narrativa
histórica lineal propuesta por la teoría de la modernización —tanto en su
versión de derecha como de izquierda— tuvo un peso considerable en el
Perú.
Para la teorización antropológica local,
el predominio de los paradigmas de la modernización significó el
fortalecimiento de la teleología del mestizaje.
Sin embargo, la temprana retórica indigenista, con su énfasis nacionalista,
fue reemplazada por un discurso economicista, fuertemente coloreada por las
polarizadas ideologías políticas que prevalecían entonces. Por un lado, las
propuestas conservadoras imaginaban a los indios convertidos en
"granjeros" o normalizados como mestizos urbanos; y desde el lado
opuesto, los proyectos revolucionarios necesitaban de "campesinos" o
"trabajadores asalariados", en lugar de indios supersticiosos
inmersos en economías de autosubsistencia. La segunda de estas visiones fue compartida por los
partidarios de la "teoría de la
dependencia", la alternativa conceptual izquierdista a las teorías de la
modernización. En el marco de esta conceptualización, América Latina dejaba de
constituir la parte "subdesarrollada" del continente y pasaba a ser
interpretada como una formación económica regional en relación de dependencia
frente a Europa y Norteamérica, la cual era el resultado histórico de la
dominación colonial y la explotación económica capitalista. De esta perspectiva
proviene la propuesta de etiquetar el mestizaje con un peculiar adjetivo local:
cholificación.
Profundamente interdisciplinaria e
inmersa en la política, en la
antropología peruana de los años sesenta florecieron campos discursivos como
los "campesinos" y "el campo", que proliferaron en
discusiones intelectuales conectadas con las movilizaciones sociales rurales
relativamente exitosas. Convenientemente, los científicos sociales evaluaron,
aceptaron o rechazaron, las influencias teóricas extranjeras utilizando escalas
de valores que se ajusta- ban a sus
proyectos políticos en curso. Por ejemplo: los antropólogos que trabajaban con
el Estado le dieron la bienvenida a la "antropología aplicada", los
defensores de la teoría de la dependencia siguieron los trabajos de Eric Wolf y
Maurice Godelier, mientras que Clifford Geertz y Claude Lévi-Strauss sólo
tuvie- ron un impacto marginal. La
"cultura" se convirtió en la preocupación de unos cuantos
antropólogos marginales (entonces considerados conservadores) bajo el liderazgo
de John Murra. En diálogo con José María Arguedas, Murra popularizó el término
"lo andino", una noción que rápidamente se integró a la red
indigenista peruana. En los años siguientes esta noción animó una interesan- te controversia en los Estados Unidos,
estimulada por la acusa- ción de ceguera
política que el antropólogo Orin Starn levantó contra los andinistas, por
"haber perdido de vista la revolución" que organizaban los activistas
de Sendero Luminoso, incluso en las comunidades donde algunos de ellos
realizaban su trabajo de campo.23 Mientras que la discusión sobre el
andinismo de la antropología
norteamericana no fue prominente en el Perú, la controversia en torno al trabajo de Arguedas sobrevivió
largamente a su muer- te en 1968.
Arguedas fue identificado como un incitador de "lo andino", una
noción desacreditada por muchos intelectuales como un simple indigenismo
romántico y culturalista. No obstante, su producción antropológica ha tenido
poca influencia y es actualmente ignorada. Su trabajo literario, sin embargo,
continúa levantando polémica entre científicos sociales y políticos. __________________
23. Orin Starn,
"Missing the Revolution: Anthropologists and the War in Peru", 1991,
pp. 63-9.
Todas las sangres: Arguedas como una
impensable revolución
epistemológica
La controversia que podía provocar el trabajo de Arguedas
finalmente ocurrió después de la publicación de su novela Todas las sangres en 1964.
En un conocido centro de investigación24 en Lima, reunidos en una
Mesa Redonda, un grupo de prominentes científicos sociales y críticos
literarios discutió esta novela durante largas horas. Después de una amarga
discusión —que fue grabada, transcrita y luego publicada—, llegaron a la
conclusión que la novela proponía un proyecto político inviable, el cual
incluso podía ser perjudicial para el país. Esta reunión se ha vuelto
legendaria en la mitología académica peruana, constituyendo a la vez un momento
fundacional y de rechazo científico de "lo andino".
La publicación de la novela coincidió
con un periodo de intenso conflicto entre grandes terratenientes y agricultores
indígenas, conocidos como "campesinos" o "indios".
Inspirados por una combinación de marxismo ortodoxo, teoría de la dependencia y política indígena, los miembros del movimiento
campesino lograron incautar las tierras de las haciendas.25 Todas las sangres, aunque a favor de la
lucha indígena, contradecía el guión de los intelectuales y
políticos de izquierda.
Este guión (común
a las
__________________
24. Éste era el
Instituto de Estudios Peruanos. Creado a comienzos de los sesentas, por un
grupo interdisciplinario de intelectuales de elite (sociólogos, antropólogos,
historiadores, economistas, entre otros), se encontró entre las primeras instituciones que buscaron
activamente y recibieron financiamiento privado. Llama la atención que dicho
instituto combinara el legado del indigenismo con los aportes de la vanguardia
de la teoría de la dependencia. La posición social privilegiada de sus miembros
junto con sus inclinaciones izquierdistas hicieron del instituto una
organización influyente y central para el desarrollo de las ciencias sociales
en el Perú. Luis E. Valcárcel, John Murra, José Matos Mar —todos ellos figuras
relacionadas con el eje de la antropología interamericana— fueron miembros del
instituto.
25. Para
controlar el desorden —y modernizar el campo— el estado respondió con planes de
desarrollo dirigidos a "integrar a la población indígena", donde
III /
insurrecciones marxistas en América Latina de los años
sesenta) indicaba que las enseñanzas de los activistas políticos (la vanguardia
revolucionaria) ―así como el mismo activismo― trasformaría a los indios en
campesinos. Iluminados por la 'conciencia de clase', ellos dejarían atrás la
superstición, formarían parte de la historia moderna y se integrarían
políticamente como 'compañeros'. Todas
las sangres discutía este destino y, por lo tanto, tocaba un punto político
neurálgico altamente sensible para los intelectuales progresistas. Pero aún más
importante (e inaceptable), la novela de Arguedas planteaba un reto
epistemológico a la hegemonía del sujeto moderno singular, que proponían tanto
el proyecto izquierdista como el conservador.
Situada en las alturas andinas, la
novela describe una encarnizada disputa entre dos hermanos —Don Fermín y Don
Bruno Aragón de Peralta— dueños de extensos latifundios en la región sur andina. Fermín encarna el capitalismo, el
progreso y la razón. Este personaje aspira a la modernización del Perú, y su
proyecto regional es desarrollar una mina. Bruno, por su parte, es un
tradicional hacendado feudal imbuido de misticismo y opuesto a las
inclinaciones modernizantes de su hermano, principalmente a su proyecto minero.
Él quiere que el Perú se mantenga tradicional porque —en palabras de Arguedas—
"lo moderno es un peligro para la santidad del alma".26
Cercado por los dos hermanos se encuentra Demetrio Rendón Willka, capataz de
los trabajadores indígenas en la novela y el centro de la controversia en la
Mesa Redonda. Willka es un indio que recientemente ha retornado al lugar
después de varios años de vivir en Lima. Siguiendo el guión dominante del
mestizaje-aculturación, este personaje debía encontrarse purgado de creencias supersticiosas y
convertido en un ex-
__________________
antropólogos, extranjeros y
locales, participaron profusamente. Los esfuer-
zos más conocidos son el proyecto Cornell- Vicos y el Plan de Integración de la Población
Aborigen, los cuales estuvieron vigentes entre los años cincuenta y
sesenta.
26. José María
Arguedas, "Voy a hacerles una confesión ... ", [1965], 1996, p.
52.
indio, un cholo urbanizado,
desdeñoso de las cuestiones indígenas. Pero Willka defraudó este guión. La
educación formal y la vida urbana no lo habían transformado (como proponían los
proyectos nacionalistas y las políticas estatales), ya que alternaba atuendos
urbanos y rurales, y se autoidentificaba con facilidad como "comunero
leído; siempre pues, comunero".27 Su experiencia urbana le
había enseñado que la tecnología moderna podía ayudar a domi- nar la
naturaleza, pero como un individuo indígena le podía comunicar sus convicciones
a un caballo, en una conversación en la que también agradecía el poder del sol.28
En lugar del típico híbrido encaminado hacia la modernidad, Willka personificó
una hibridez oximorónica que rechazaba la consistencia y, así, era capaz de
pensar-actuar en términos modernos y no modernos. Hacia el final de la novela,
la inconsistencia de Willka había cruzado el umbral de lo tolerable, al entrar
a la esfera de la política para organizar a un grupo precursor de líderes
indígenas, quienes, al igual que él, creían en el poder de los cerros y fueron
capaces de dirigir una exitosa insurrección motivada a la vez por la magia y la
razón —al igual que la rebelión Santal (1885) de la India analizada por Guha
(1988). Al final, Todas las sangres propone
un movimiento social indígena alternativo, un aliado crítico de la izquierda
moderna, pero él mismo con una lógica híbrida a-moderna. Aunque la alfabetización y las políticas modernas son
importantes, ellas tienen que ser selectivamente usadas y traducidas a las
formas indígenas (en vez de erradicadas), como en la siguiente cita:
En la cárcel se aprende mucho. Allí hay escuela. Hay
que oír a los [presos] políticos. El mundo es muy grande. Pero tú no tienes que
seguir lo que dicen los políticos; según nuestra conciencia hay que
aprender
__________________
27. José María
Arguedas, Todas las sangres, 1964, p.
55.
28. En una conversación
con el caballo de su jefe, 'Lucero', Rendón declara: "¡'Lucero'! (…) el
camión te va a enterrar, ¡caray! 'Lucero'. Puede más que tú y el hombre, pues
lo ha hecho. El hombre pues, está ganando 'Lucero'. Despídete. El sol te
prefiere, te hace grande, por gusto." José María Arguedas, Todas las sangres, 1964, p. 120.
lo que
enseñan. Ellos son diferentes. Nadie nos conoce. ¡Ya verás!
[...] A ti te van a llevar preso. […] Ya sabes firmar. En la cárcel vas a
aprender a leer. ¡Déjalos que te lleven a Lima!29
En su análisis de la revolución
haitiana, el historiador Michel Rolph Trouillot explicó que al momento de
ocurrido los hechos, la idea de que esclavos negros lucharan por la
independencia de Haití era impensable, puesto
que, identificados como prerracionales, la sola idea de individuos negros
desafiando el poder, y además en sus propios
términos, excedía las categorías conceptuales y políticas, históricamente
definidas.so Del mismo modo, en las mentes de los principales
intelectuales limeños de los sesentas —muchos de ellos sinceros socialistas y
prominentes defensores de la teoría de
la dependencia— no había lugar político o conceptual para Rendon Willka.
La elocuencia de Aníbal Quijano a este respecto se ha vuelto legendaria en los
círculos de las ciencias sociales peruanas. Sobre Rendón Willka dijo:
[…] el
personaje Rendón Willka es sumamente equívoco: yo tuve
[…] la impresión […] de que Rendón Willka regresaba
totalmente cholificado de la ciudad,
y que iba a proceder con suma astucia y maquiavelismo en la conducción política del proceso de insurrección
campesina, y entonces aparecía un poco disfrazado dentro de su propia
población. Pero la impresión siguiente, sobre todo al final de la nove- la, es que Rendón Willka […] se reintegra
—no muy conscientemente, no totalmente,
pero en algún sentido se reintegra— al
marco del mun- do indígena tradicional.31
El mundo indígena y su paisaje animado no eran la arena
secular que las
organizaciones políticas modernas
necesitaban. __________________
29. José María
Arguedas, 1964, p. 307.
30. Michel-Rolph Trouillot, Silencing the Pasto Power and the Production of History, 1995.
31. En Rochabrún, La Mesa Redonda sobre "Todas las sangres" del 23 de junio de 1965, [1968] 2000, p. 59.
Entonces, en aparente paradoja, el análisis que proponía
Quijano (y muchos otros socialistas)
operó como una "prosa de la contrainsurgencia".32 Así,
cuando tenían lugar agitaciones rurales bajo
el liderazgo de políticos indígenas (probablemente como Rendón Willka),
éstas no eran consideradas movimientos políticos
indígenas sino para bien o para mal —sólo un aspecto de la lucha
revolucionaría liderada por políticos urbanos. Incluso Eric Hobsbawn —la
autoridad extranjera en "rebeliones" por aquellos años— había considerado a los campesinos como
actores pre-políticos, en un análisis que incluía como parte de su muestra a
los movimientos rurales peruanos.33 La noción de "cambio"
promovida por premisas modernizantes, incluyendo aquellas de la teoría de la
dependencia y el análisis de clase, estaba llena de historicismo: el cambio se
movía del "pasado hacia el futuro", y en consecuencia los líderes
indígenas "cambiaban" cuando dejaban atrás las supersticiones y
adquirían "conciencia histórica".34 Indómito a esta
narrativa, Willka era retrogrado y ello representaba la "indianización de
la política", un imposible histórico para los sociólogos que imaginaban un
tipo diferente de líder:
Yo estoy trabajando en este momento sobre el liderazgo
del movi- miento campesino y he
recorrido durante el año pasado algunas de las zonas más afectadas por el
movimiento campesino: no he encontrado
sino un líder indio dentro de todos los sindicatos campesinos que
yo he conocido. De manera que no existe liderazgo indio en el
movimiento
__________________
32. Ranajit Guha, An Indian Historiography of India: a Nineteenth-century Agenda and its Implications, 1988.
33. Hobsbawn, Eric J., Social Bandits and Primitive Rebels: Studies in Archaic Forms of Social Movement in the 19th and 20th century, 1960.
34. La
instrucción política buscaba erradicar la indianidad. Arguedas estaba
familiarizado con esta narrativa. En su novela, Don Fermín —el hermano a favor
de la modernización— explica el irracional comportamiento de Willka del
siguiente modo: "Ese en Lima, no ha recibido instrucción política. Es un
supersticioso, un indio todavía", José María Arguedas, Todas las sangres, 1964, p. 100.
campesino en
ese momento, aparece sólo por excepción y sólo de manera totalmente
aislada, y el líder indio está ya en el mismo proceso de cholificación. No creo
por ello que sea viable una solución indígena al problema campesino."
Estas palabras de Quijano fueron las
últimas en ser trans- critas de la grabación de aquella amarga sesión. Aunque
de manera simplificada debido a las
tensiones de la sesión, los participantes se refieren a una tesis más compleja,
publicada el mis- mo año que Todas las
sangres, la cual poco después se volvería famosa como cholificación. Ésta describe la transformación de los indios en
'cholos', su des-indianización e incompleta integración a las maneras occidentales de ser y saber.36
No obstante, los cho- los representaban la esperanza nacional del futuro. Ellos
indica- ban, según Quijano, la "emergencia
[de] una cultura mestiza incipiente,
embrión de la futura nación
peruana si la tendencia se
mantiene".37
Incluso una rápida contextualización
del debate revela que Quijano no era el único que tenía esta posición, aunque
debió haber sido el oponente más
elocuente de Arguedas. Era también su
amigo y, aunque no resulta obvio para el lector de las transcripciones, la
discusión estaba embebida de irresueltas conversaciones previas.38
Ello no anula, sin embargo, el notable vocabulario historicista
que Quijano usó
para definir a
los "cholos" __________________
35. En Rochabrún, La Mesa Redonda sobre "Todas las sangres" del 23 de junio de 1965 [1968], 2000, p. 99.
36. En 1964,
Aníbal Quijano publicó La emergencia del
grupo cholo y sus implicaciones en la sociedad peruana (Esquema de enfoque
aproximativo). Este libro volvió a ser publicado, en 1980, como "Lo cholo
y el conflicto cultural en el Perú", en Dominación y cultura. Mosca Azul, Lima 1980.
37. En "El
movimiento campesino del Perú y sus líderes" (1965: 61). En 1979, este
ensayo fue incluido en A. Quijano: Problema
agrario y movimientos campesinos (citado por Guillermo Rochabrún (ed.), La Mesa Redonda sobre "Todas las
sangres" del 23 de junio de 1965,
2000, pp. 101-103).
38. Aníbal
Quijano, conversación personal, agosto 2003.
—nótese las palabras orientadas hacia el futuro en el
párrafo antes citado: incipiente, embrión, futuro, la tendencia, un
léxico que predominaba en la lógica académica y política de ese periodo.39
Ésta saturó la imaginación y llegó a seducir a brillantes intelectuales al
punto de llevarlos a cometer irracionales olvidos históricos: por ejemplo, no
tomaban en consideración que, aunque
bajo diferentes etiquetas, los "cholos" habían existido
históricamente "entre", en vez de "moviéndose hacía", por
casi quinientos años, desde la invasión española de los Andes hasta los años
sesenta del s. XX. Desde la perspectiva historicista, Demetrio Rendón Willka no
era sólo una contradicción: no era posible.
Visto así, Willka emergió de la genealogía del mestizaje para
contradecir su teleología, al proponer que las formas de ser indígenas, en
lugar de asumir el movimiento progresivo de la histo- ria de la modernidad, tenían su propia
historicidad, a pesar del innegable poder del capitalismo industrial.
Más significativamente, el liderazgo
político de Willka implicó la inclusión de formas conocimiento indígenas en los
proyectos nacionales y desafió así la premisa conocimiento/poder del
socialismo, la cual, en tanto colectivismo secular, requería de la
"cooperación de seres racionales, emancipados de los dioses y la
magia".40 Las políticas liberadoras socialistas necesitaban la
supremacía de la razón y Todas las
sangres, tal vez prematuramente, se opuso a este fundamentalismo. Arguedas
explicó que "la teoría socialista no sólo dio un cauce a todo el porvenir
sino a lo que había en mí de
energía, le dio un destino y lo
cargó aún más de __________________
39. Desde
similares estructuras mentales evolutivas, algunos historiadores y sociólogos
niegan la conciencia "nacionalista de los campesinos". Ver, por
ejemplo, Heraclio Bonilla, ''The War of the Pacific and the National and
Colonial Problem in Peru," 1978, pp. 92-118, Y Henri Favre,
"Remarques sur la lutte des classes pendant la Guerre du Pacifique",
1975, pp. 55-81.
40. Las palabras
pertenecen a Enrique Bravo Bresani, un ingeniero que participó en la Mesa
Redonda y poco después se convirtió en uno de los ideólogos del Gobierno
Militar Revolucionario (1968-75), el cuál implementó a partir de 1969 una
reforma agraria dirigida a neutralizar las revueltas rurales.
fuerza por el mismo hecho de encauzarlo. ¿Hasta dónde
entendí el socialismo? No lo sé bien. Pero
no mató en mí lo mágico…"41
Desde mi punto de vista, el esfuerzo de
Arguedas coincide largamente —aunque treinta años antes— con el proyecto de
"provincializar Europa" de Dipesh Chakrabarty (2000). Aludien- do que el pensamiento europeo es indispensable pero inadecuado para explorar las preguntas sobre la modernidad política
en el Tercer Mundo, Chakrabarty examina las posibilidades de renovar y
transformar las actuales formas hegemónicas de conocimiento desde los márgenes de la modernidad. Del mismo
modo, Arguedas, como lo indican su trabajo y su testimonio de vida, propuso una
alternativa política de conocimiento, que reconoció la necesidad de la razón occidental y su simultánea incapacidad para traducir, me- nos aún
capturar o reemplazar maneras de ser andinas. Más que promotor de un
multiculturalismo tolerante de "todas las sangres"42 —como
han sido interpretadas sus propuestas— quiero
leer a Arguedas como promotor de un multi-ontologismo y un nacionalismo
capaz de ser universal y singular, articulado por la razón y la magia en
igualdad de condiciones, y además socialis- ta.43 Más allá de las
explicaciones economicistas predominantes, Arguedas puso en evidencia que el
capitalismo derivaba su poder de la voluntad de las epistemologías modernas de
reemplazar ontologías no occidentales por formas modernas de conciencia. __________________
41. José María, Arguedas, El zorro de arriba y el zorro de abajo, 1971, p. 283.
42. Entre los
críticos que han comentado esta frase se encuentran: Rowe, Escajadillo, Cornejo
Polar, Escobar, Lienhard, Spitta, Rama, Larsen, Lambright, Moreiras, Devine,
entre otros.
43. Por ejemplo,
el uruguayo Ángel Rama ha comparado el rechazo de Arguedas a la aculturación
con la "transculturación" de Ortiz —noción que he presentado en la
primera sección. Pero las sugerencias testimoniales de Arguedas trascienden la
mezcla cultural bi-direccional que Ortiz define como transculturación. Aunque
esta noción alteró la linealidad de la aculturación y sostuvo la especificidad
cultural de Cuba, también produjo la superioridad de la civilización
occidental. Además, esta fue concebida a partir de una manera occidental de ser
y conocer.
Así, develó lo que Quijano, tal vez inspirado por este
desencuentro y casi treinta años después de que ocurriera, ha teorizado
como "la colonialidad del
poder".44 A fines de los sesentas, sin embargo, salvo la honrosa excepción
del lingüista Alberto Escobar, todos
los participantes de la Mesa de Redonda ridiculizaron el proyecto de
Arguedas. Preso de la depresión desde su juventud, Arguedas se suicidó pocos años después del episodio
de la mesa redonda. Algunos expertos identificaron esta discusión como una de
las causas del suicidio de este escritor.
El autor de Todas las sangres era complejo como los personajes que había
creado,45 e impensable en términos de Trouillot, para sus
interlocutores intelectuales de los sesentas y setentas. Hijo de un abogado
provinciano y víctima de una madrastra malvada, Arguedas fue criado por mujeres
y hombres indígenas.46 En una entrevista, le dijo al escritor Ariel
Dorfman: "Nada hay, para quien aprendió [primero] a hablar en quechua, que
no forme parte de uno mismo".47
Y esta ontología lo equipaba con una manera de saber, continuó diciendo en la
misma entrevista:
Fui quechua casi puro hasta la adolescencia. No me
podré despojar quizás nunca [. . .] de
la pervivencia de mi inicial concepción del universo. Para un hombre quechua
monolingüe el mundo está vivo; no hay
mucha diferencia entre una montaña, un insecto, una piedra in- mensa y el ser humano. No hay, por tanto,
fronteras entre lo 'maravi- lloso' y lo 'real' [. . .] Tampoco hay mucha
diferencia entre lo religioso, lo
mágico y el mundo objetivo. Una montaña es dios, un río es dios, el ciempiés
tiene virtudes sobrenaturales.48
__________________
44. Concepto que
he explicado al inicio de este artículo.
45. Él era como
Rendón Willka según le reveló a uno de sus colegas. Entrevista con Tomás
Escajadillo en Cultura y pueblo, año
II, n° 7-8, 1965. Lima (citado por Tomás
Escajadillo en Revista peruana de
cultura, 113-14, 1970, pp. 93-94).
46. Ariel
Dorfman, "Conversación con José María Arguedas", 1965 [1970].
47.
Ariel Dorfman, 1965 [1970], p. 45. 48. Ariel
Dorfman, 1965 [1970], p. 45.
Del mismo modo, aunque en una ocasión
diferente, desaprobando enfáticamente la direccionalidad del mestizaje,
declaró: "Yo no soy un
aculturado". Y reiteró su placer de ser simultáneamen- te indígena y no indígena: "yo soy un
peruano que orgullosamente, como un demonio feliz, habla en cristiano y en
indio, en español y en quechua"49
Estas palabras se han vuelto famosas entre los críticos literarios
latinoamericanistas, quienes ven en ellas una confesión de la dramática
trayectoria de vida del autor, e incluso una explicación de su suicidio como
evidencia de la imposibilidad de su forma de ser.
Los científicos sociales ortodoxos no
hubieran tolerado la afirmación de Arguedas, salvo, según señalaron algunos de
ellos, como objeto de estudio antropológico. Limitadas epistemológicamente al plano puramente literario50
—al menos hasta Todas las san- gres— las descripciones del autor pueden
considerarse "real maravillosas", como parte del género literario
donde lo "extraordinario" deja de ser tal, para convertirse en
cotidiano. Y en la vida de Arguedas lo extraordinario era cotidiano, no sólo un
objeto de estudio sino parte de su subjetividad. Poco antes de su muerte, y
refiriéndose a la controversia de Todas
las sangres, explica sus razones para escribir esta novela: "Conozco el Perú a través de la vida y
entonces intenté escribir una novela que mostrara todas estas jerarquías con
todo lo que tienen de promesa y todo lo que tienen de lastre".51
Con la vida como fuente de
conocimiento, la literatura le permitía borrar las distinciones entre
"realidad" y "ficción", y
así describe su trabajo como: Absolutamente cierto y absolutamente
imaginado. Carne y hueso y pura ilusión".52 La antropolo- gía
estaría en desacuerdo: el paisaje animado y
los insectos "má- __________________
49. José María
Arguedas, El zorro de arriba y el zorro
de abajo, ([1968] 1971, p.282).
50. En esto —y
probablemente otras características— el trabajo de Arguedas es comparable a la producción de Zora
Hurston.
51. José María
Arguedas, "Voy a hacerles una confesión…", [1965], 1996, p.52.
52. José María
Arguedas, ([mayo, 1968] 1971: 22).
gicos" pertenecían al dominio de las creencias
indígenas y como tales eran sólo distantes objetos de estudio, que además se
desvanecían. La disciplina era políticamente inconsistente con la visión de
Arguedas.
"Los planes de desarrollo de la
integración del aborigen —le escribió en una carta a su mentor, John Murra, el
3 de noviembre de 1967— constituyen
instrumentos encaminados a desarraigar definitivamente al indio de sus propias
tradiciones […], antropólogos famosos […] predican con terminología científica
que la cultura quechua no existe, que el Perú no es dual culturalmente, que las comunidades de indios participan de
una subcultura a la que será difícil
elevar a cultura nacional".55 Para contrarrestar la inclinación
anti-culturalista dominante entre los intelectuales socialistas, Arguedas se
comprometió activamente a propagar en Lima la música indígena andina y la
artesanía, a cuyo estudio y colección se dedicó bajo el nombre de
"folklore" desde los años cuarentas, cuando trabajaba como maestro en
las provincias andinas. Su último proyecto antropológico fue compilar una
enciclopedia de "folklore andino" en colaboración con Alejandro Ortiz
y John Murra.
En medio de la voluntad modernizante y
las rígidas posiciones de la economía política que colorearon la controversial
Mesa Redonda (y que continuaron caracterizando el pensamiento académico en las
siguientes décadas), la preocupación por los aspectos de la cultura andina
finalmente encajó bajo la etiqueta de lo
andino, que la comunidad académica confinó desdeñosamente a la antropología
y etnohistoria, las ciencias del pasado; mientras que sociólogos y economistas
se dedicaron al estudio del presente. Cuando lo andino circuló en Estados Unidos y se convirtió en andinismo, desaparecieron las
sugerencias políticas de Arguedas por una forma alternativa de conocimiento, es
decir, su demanda porque lo "mágico" sea considerado como par de la
razón y porque los informantes se
conviertan en sujetos de conocimiento. A
través de una combi-
__________________
53. John Murra y Mercedes López-Baralt, Las cartas de Arguedas, 1996, p.
162.
nación de estructuralismo francés, funcionalismo británico
y etnohistoria norteamericana, el conocimiento indígena se convirtió al final
en "pensamiento andino", el objeto de atención de las explicaciones
teóricas que traducían las singularidades de las formas andinas en lenguajes
universales de "estructuras" y "sistemas".
Esta etiqueta describe un tipo de
antropología interesada en las
especificidades de la región, una genealogía que se conecta con la noción de área
cultural de Kroeber y las visiones políticas de los indigenistas. Controversial
desde sus inicios, lo andino también
se conectó con la preexistente red de mestizaje interamericano en la medida que
ésta respaldaba la idea de Indoamérica como una peculiar entidad
político-cultural.54 Adicionalmente, esto promovió una formación
regional específica que entrelazó las antropologías de Ecuador, Colombia,
Bolivia, Argentina y el norte de Chile.
Políticas indígenas y fin del mestizaje:
interculturalidad o conocimiento como relación dialógica
[ ... ] los dioses y otros agentes que habitan las
prácticas de las llama- das
supersticiones no han muerto en ninguna parte. Considero que los dioses y
espíritus son existencialmente coetáneos de los humanos, y pienso desde el
supuesto que ser humano incluye la cuestión de exis- tir con dioses y espíritus.55
Un shaman bendice la toma [indígena]
del Congreso, espan- ta a los malos
espíritus, brinda ayahuasca y al terminar la ceremonia vuela con su mente para
recordar que unos meses atrás, cinco shamanes de la región amazónica se fueron
a Estados Unidos para pedir al gobierno de ese país que revoque la patente del
uso de ese producto".56 __________________
54. Ángel Rama, Transculturación narrativa en América Latina, 1982.
55. Dipesh Chakrabarty, Provincializing Europe. Postcolonial Thought and Historical Difference, 2000, p. 16.
56. Kintto
Lucas, La rebelión de los indios, 2000,
p. 114.
Me han comentado que la discusión que
se llevó a cabo en la Mesa Redonda no tuvo repercusiones inmediatas; los
casetes anduvieron perdidos y fueron desenterrados varios años después como
consecuencia de una limpieza general en el Instituto de Estudios Peruanos.57
Pero éste no fue un efímero y aislado incidente entre dos intelectuales. Una
vez que la trascripción fue publicada como libro (el cual ha tenido varias
ediciones), el evento se convirtió en materia de conversación en círculos
académicos perua- nos e internacionales. Desde mi punto de vista esta
controversia caracterizó un doble simbolismo entrelazado.58
Epistemológicamente, la discusión expresó la tensión entre una generalizada
tradición analítica que "tiende a evacuar lo local al asimilarlo a algún
universal abstracto y una tradición hermenéutica de pensamiento que se
encuentra íntimamente atada a lugares y a particulares formas de vida".59
Políticamente, las discusiones de la Mesa Redonda fueron preludio a las
intensas disputas que opusieron a líderes políticos "campesinistas"
(o "clasistas") y a sus contrapartes "indianistas", las
cuales tuvieron lugar a lo largo de América Latina en las últimas décadas del siglo XX.60
Ellas fueron parte de un proceso
__________________
57. David
Sobrevilla, comunicación personal, agosto, 2003.
58. Según Carmen
María Pinilla, los asistentes asumieron una posición rígidamen- te
"cientificista" que les impidió tener una visión y actitud "más
comprensiva". Pinilla señala que los trabajos de los dos principales
críticos de Arguedas (Aníbal Quijano y Henri Favre) eran considerados como los
primeros estudios "serios" dentro de las nacientes ciencias sociales
peruanas. En éstos, "sobre todo en el de Quijano sobre cholificación, se
apreciaba el uso creativo y ejemplar de la teoría sociológica para explicar
proceses de cambio en el Perú, anotando regularidades y haciendo
generalizaciones." Carmen Pinilla, Arguedas.
Conocimiento y Vida, 1994, p. 107.
59. Dipesh Chakrabarty, Provincializing Europe. Postcolonial Thought and Historical Difference, 2000, p. 18.
60. Charles
Hale, "Between Che Guevara and the Pachamama. Mestizos: Indians and
Identity Politics in the Anti- Quincentenary Campaign", 1994; Deborah J Yashar, Demanding Democracy: Reform and Reaction in Costa Rica and Guatemala,
1870s-1950s, 1997.
que algunos han denominado "el retorno del
indio",61 en referencia a la creciente importancia política de
los movimientos sociales que articulan sus demandas en torno a asuntos
indígenas y reivindicaciones étnicas; y que de una forma u otra, desafían los
simplistas puntos de vista analíticos universalizantes.
Surgidas a comienzos de los años
setenta, organizaciones como el CRIC62 (Colombia), ECUARUNARI63
(Ecuador), AIDESEP64 (Perú) y el Movimiento Revolucionario Tupac Katari
(Bolivia), emergen en el panorama político de sus países, demandando y
representando ciudadanía indígena. Desde sus inicios, estos movimientos
propusieron proyectos que contradecían la teleología del mestiza- je.
Consecuentemente, hacia los años ochenta (aún si atravesadas por conflictos
ideológicos internos como cualquier organización política), lograron desplegar
un nuevo vocabulario nacionalista (pero altamente heteroglósico): palabras como
"pluri-étnico", "pluri-cultural", "pluri-nacional"
reflejaron sus demandas por respeto a sus singularidades étnicas. De manera más
significativa, la nueva terminología —en su heteroglosia— desafió la
homogenei- dad que sustentaba los
ideales nacionalistas y la formación esta-
tal a cargo de su implementación. Las organizaciones políticas indígenas
adquirieron estabilidad e irrumpieron en el centro de la escena en los años
noventa, coincidiendo con la conmemoración
de los quinientos años de la llegada de Colón a las Américas como hito
simbólico. Tal vez el evento más inesperado y espectacular fue el Levantamiento Indígena ecuatoriano, que
sacudió al país y ocupó su capital
en junio de 1990. De acuerdo al historiador ecuatoriano __________________
61. Xavier Albó, "El retorno del indio", 1991; Galo Ramón, El Regreso de los Runas. La potencialidad del Proyecto Indio en el Ecuador Contemporáneo, 1993 y Phillip Wearne, Return of the Indian: Conquest and Revival in the Ameritas, 1996.
62. Consejo
Regional Indígena del Cauca
63. Ecuador
Runacuanpac Hiccharimui, Confederación de los Pueblos de Nacionalidad Kichua
del Ecuador.
64. Asociación
Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana.
Marisol de la
Cadena
Galo Ramón, el levantamiento "rompió el dique que un
proyecto dominante de estado nacional había construido desde 1830".65
En palabras de uno de sus principales actores, Luis Macas, antiguo presidente
de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE),66
la más fuerte del país:
Una de las cosas que logró el movimiento indígena fue
el reconocimiento de que el Ecuador no estaba habitado solamente por
blancos como se había dicho, el resto de
la población no existíamos simple- mente, o no contábamos para nada. El
movimiento indígena del 90 cambió toda la correlación social que había en el
país, transformó la percepción que tenía la sociedad sobre lo indígena y se
impulsó el reconocimiento de la identidad de los diferentes grupos sociales, los
mestizos, los indios, los negros.67
Como era predecible (aunque
sorprendente y aún inadmisible para algunos) la movilización política —el
retorno del indio— también significó el "levantamiento de
conocimientos",68 la insurrección de maneras de conocer
definidas por la ciencia como locales, ilegitimas y descalificadas. Al igual
que el personaje de Arguedas, Rendón Willka, los líderes originales del
movimiento eran individuos indígenas que combinaban experiencias urbanas y rurales, y así también hizo el movimiento
cuando se apropió hábilmente de prácticas modernas transformando su lógica.
Ilustra- tivo de esto, y desde sus inicios, las demostraciones políticas del
movimiento ostentaron una variada iconografía ritual y múlti- ples
representaciones andinas. De hecho,
la cita anterior describe
__________________
65. Galo Ramón, El regreso de los runas. La potencialidad del Proyecto Indio en el Ecuador contemporáneo, 1993, p. 6.
66. CONAIE
reemplazó ECUARUNARI en los años ochenta.
67. Luis Macas,
¿Cómo se forjó la Universidad Intercultural?, Publicación mensual del Instituto
Científico de Culturas Indígenas, año 2, n° 19, octubre del 2000 (edición
especial) http://icci.nativeweb.org/boletin/ 19/macas.html
68. Michel Foucault, Power/Knowledge. Selected Interviews and Other Writings 1972-1977, 1980, pp. 81-87.
una ceremonia que tuvo lugar en enero del 2000 en Quito, y
que confrontó a la clase política tradicional con la idea de que las políticas
modernas y los dioses podían ir de la mano, como en la cita de Chakrabarty
ubicada al inicio de esta sección, así como en la novela de Arguedas. Pensados
como "actos de memoria",69 los desecularizados rituales
políticos también desafiaron las historias nacionalistas oficiales,
reintroduciendo en el panteón político las ideas y la presencia de los
activistas indígenas. En Bolivia, por ejemplo, cuando la memoria de Tupac
Katari fue revitalizada y politizada, su
frase "regresaré y seré millones" se volvió central en el movimiento
social indígena.
Tupac Katari fue un indígena insurgente
que lideró una lu- cha anticolonial a
finales del siglo XVIII; su sola memoria demandó la restauración de acciones y
conocimientos indígenas en la historia: la descolonización de la historia.
Animados por esta necesidad, los movimientos sociales produjeron sus propios
intelectuales orgánicos, estudiantes y profesores universitarios indígenas, que
decidieron "recuperar y reelaborar el conocimiento histórico del pasado
indio".70 También establecieron Organizaciones no
Gubernamentales de Desarrollo como el Taller de Historia Oral Andina (THOA),
el cual funciona en La Paz (Bolivia) desde 1983-84 y cuyos objetivos son
"investigar, diseminar y revitalizar la cultura, historia e identidad del
pueblo indígena".71
Política e ideológicamente fragmentado
en tendencias divergentes, el proceso de re-escribir las historias indígenas no
ha sido una panacea. Como cualquier proceso político ha desatado luchas por el
poder, expresadas en esencialismos, fraccionalismos y producción de
meta-narrativas universalizantes.72 Sin
embargo, el __________________
69. Micke Bal, Acts of Memory: Cultural Recall in the Present, 1999.
70. Esteban Ticona, Organización y liderazgo de aymara 1979-1996, 2000.
72. Kay Warren, Indigenous Movements and their Critics: Pan-Maya Activism in
Guatemala, 1998; Esteban Ticona, Organización y liderazgo de aymara 19791996, 2000;
Albó, Xavier, "And from Kataristas to MNRistas? The surprising
Marisol de la
Cadena
proceso ha hecho estallar imágenes universales de
indigenidad y ha puesto al descubierto
formas locales de ser indígena. No sólo
las categorías específicas de identidad (como maya, aymara, mapuche,
ashaninka, quichua, shuar y kayapó, entre otras) reemplazan gradualmente a las
genéricas etiquetas indígenas, sino que también las historias individuales
develan múltiples maneras de ser, por
ejemplo, la Asháninka o Maya. Al interior de esta novedosa narrativa, el
historiador maya-guatemalteco Edgar Esquit explica que la: "Mayanidad […]
es lo que hacen los mayas siempre y cuando otros mayas lo reconozcan como
tal" (manuscrito no publicado).
La imagen de los intelectuales
indígenas —oximorónica a la teleología del mestizaje— se vuelve frecuente en
los círculos nacionales e internacionales y cambia además el significado de las
palabras "indígena" e "intelectual", incluso más allá del
sentido gramsciano de que "cada persona es un intelectual". Aunque de
manera aún no muy obvia (y tal vez difícil de aceptar), la noción de "intelectuales indígenas" ha
desafiado las ideas de oposición natural entre ciencia y magia, razón y no
razón, tradición y modernidad, y todas aquellas otras que han sostenido los
proyectos convencionales de modernización. Al igual que Arguedas, los
"intelectuales indígenas" encarnan los márgenes epistémicos75
don- de, con facilidad o incomodidad, el
conocimiento racional cohabita con el conocimiento no racional. Organizada en
movimientos sociales, esta mezcla sustenta proyectos políticos que tienen como
uno de sus principales objetivos la transformación del Estado moderno y la
homogenizante Historia Universal que lo produce. La expresión más difundida de este intento
por producir un Estado diferente es conocida actualmente bajo el nombre de inter-
culturalidad, un
proyecto a través
del cual el movimiento
social
__________________
and bold alliance between
Aymaras and Neo-liberals in Bolivia", 1994 y Donna
Lee Van Cott, The Friendly Liquidation of the Pasto the Politics of Diversity in Latin
America, 2000.
73. Walter
Mignolo, Local Histories/Global
Designs: Coloniality, Subaltern Knowledges and Border Thinking, 2000.
indígena, como el de Ecuador, propone crear "un Estado
plurinacional que reconozca la diversidad de sus pueblos".74
Sustentada y producida por
organizaciones sociales opues- tas a
las políticas neoliberales que el Estado intenta implementar desde los
ochentas,75 la interculturalidad pertenece a la genealo- gía del mestizaje, aunque trabaja en contra
de la colonialidad del conocimiento/poder y la narrativa teatralizada de la
historia que la sostiene. Al igual que
el mestizaje, la interculturalidad produce
y es producida por una red intelectual dialógica y académicopolítica en
América Latina; pero la actual red (ampliada por la World Wide Web) incluye a
intelectuales/políticos indígenas e instituciones globales, que van desde
agencias financieras (como OXFAM América o GTZ), hasta organizaciones
multilaterales como el Banco Mundial. La interculturalidad surgió en los años
setenta a partir de discusiones sobre
los programas de educación bilin- güe
en Perú, Ecuador y Bolivia, y al igual que el mestizaje, es una noción
altamente heteroglósica. La versión peruana más difundi- da se refiere a un "diálogo entre
culturas",76 la cual continua con la función, como un intento
biopolítico, de "mejorar a los indios" sobre la base de la noción de
la educación bilingüe (quechua y español) que enfatiza las técnicas alfabetizadoras
occidentales. En Cochabamba, Bolivia, el Programa de Formación en Educación
Intercultural y Bilingüe, PROEIB-Andes, dirigido a docentes de nivel
escolar, abraza esta misión desde su fundación en 1996. En ambos países, las
principales actividades son financiadas y administradas por el Estado a través
del Ministerio de Educación, y la participación de las organizaciones indígenas
es marginal. Pero la interculturalidad tiene
también una versión más ambiciosa que
__________________
74. Arturo
Yumbay, CONAIE. En: Foro
indígena. El movimiento indígena como actor político. Lima: COPPIP-CONACAMI. Sin fecha, p. 14.
75. Melina Selverston-Scher, Ethnopolitics in Ecuador: Indigenous Rights and the Strengthening of Democracy, 2001.
76. Juan Carlos Godenzzi (comp.), Educación e interculturalidad en los Andes y la Amazonía, 1996.
Marisol de la
Cadena
aspira a forjar naciones —y en última instancia un
"mundo"— caracterizadas por "la convivencia pacífica entre
pueblos y culturas en términos de igualdad y justicia".77 Su
mayor reto es llegar más allá del entendimiento tradicional de la
"educación" —una tecnología de gobierno creadora de población dirigida a "elevar y sacar del atraso a
los grupos indígenas"— y convertirse en una interculturalidad para todos.78 Hacia este objetivo, en Ecuador, "construir la interculturalidad ha sido, desde inicios
de los noventa, un principio político e ideológico del movimiento indígena
ecuatoriano, principio que articula las demandas que plantean a un Estado
monocultural, para transformar las políticas públicas y la misma concepción de
Estado".79 Entonces, el gran reto de la interculturalidad es
convertirse en una nueva relación social,
que junto con los feminismos, ambientalismos y movimientos indígenas, pueda
confrontar las antiguas jerarquías sociales de la razón, la propiedad, el género y la sexualidad, para producir así
un Estado democráti- co donde "la
enajenación cultural no deb[a] ser más la condición de posibilidad del ejercicio de la
ciudadanía".80
Aparentemente, entonces, en una de sus
más versiones más consecuentes, la interculturalidad es tanto una nueva
tecnología (yo diría, profundamente
subversiva) de formación del Estado, y un lugar epistemológico para la
producción de un tipo diferente de conocimiento. Reestructurar el antiguo
Estado implica reevaluar el consenso liberal que lo sustentó y el orden social,
basado en jerarquías coloniales y generizadas
de civilización, que éste mantuvo.
Finalmente, la versión más
ambiciosa de la
interculturali-
__________________
77. Rigoberto
Menchú, "La interculturalidad como utopía", 1998, p. 15.
78. Luis López,
"No más danzas de ratones grises. Sobre interculturalidad, democracia y
educación", 1996.
79. Catherine
Walsh, "(De) Construir la interculturalidad. Consideraciones críticas
desde la política, la colonialidad y los movimientos indígenas y negros del
Ecuador", 2002, p. 115.
80. Fidel
Tubino, "Entre el multiculturalismo y la interculturalidad: más allá de la
discriminación positiva", 2002, p. 54.
dad necesita reinventar las instituciones de conocimiento
que crearon y sustentaron el consenso liberal moderno. Por tanto, la temprana
urgencia de re-escribir la historia nacional ha sido la preocupación central de
los movimientos sociales indígenas, lo cual
ha llevado a la creación de centros alternativos de conocimiento. En Ecuador, la Universidad Intercultural
representa la materialización de dicho esfuerzo. Un documento, que expone los
objetivos de esta universidad, la describe como un espacio plural (es decir, no
exclusivamente indígena o sólo para la producción de "conocimiento
indígena"), sino para "la construcción de nuevos marcos conceptuales,
analíticos, teóricos, en los cuales se vayan generando nuevos conceptos, nuevas
categorías, nuevas nociones, bajo el marco de la interculturalidad".81
El mismo documento critica a la ciencia moderna por haber emergido de un
monólogo y haber construido categorías auto-referenciales "que no
permiten la inclusión de 'lo extraño' y
'diferente' dentro de los márgenes del conocimiento". De manera
fascinante, este documento concluye con una serie de preguntas:
Si la ciencia moderna ha sido monológica y si las
propias condiciones de saber siempre
están implicadas en las condiciones de poder, enton- ces ¿cómo generar las condiciones para un
diálogo? ¿Cómo articular la interculturalidad dentro de los límites de la epistemología y de la producción del
conocimiento? ¿Cómo aportar a la aventura
del conocimiento desde nuevas fuentes?82
Me gustaría traer estas estimulantes
preguntas a la arena de la antropología
—a la cual la Universidad Intercultural ha criti- cado acertadamente por haber
construido, creado y mantenido a los
pueblos indígenas como "otros", negando y excluyendo las
posibilidades de su autoentendimiento. Así, para finalizar esta sección quisiera utilizar estas
preguntas como un llamado
a una __________________
81. Instituto
Científico de Culturas Indígenas, Editorial, 2000.
82. Instituto
Científico de Culturas Indígenas, Editorial, 2000.
Marisol de la
Cadena
antropología (más específicamente a una producción
etnográfica) articulada a lo que llamo "epistemologías relacionales".
Inspirada por Arturo Yumbay, un político ecuatoriano que describe el papel del
los antropólogos que trabajan con los movimientos indígenas como de acompañantes (compañeros en un sentido
dialógico), veo a las epistemologías relacionales como una posición de
conocimiento situado.83 Esta posición asume la contingencia de las
catego- rías universales y las utiliza
en un proceso dialógico con el pensamiento local, a la vez que le presta
incesante atención crítica a los procesos de traducción entre ambos, volviendo
así visible el conocimiento loca1.84 De este modo, las
epistemologías relacionales cancelan las posiciones sujeto-objeto, y al in ter
actuar con sus otros como sujetos que hablan, piensan y saben,85
tienen el potencial de crear las condiciones para el surgimiento de una
antropología en plural, suficientemente calificada para superar su singularidad
occidental y convertirse, colectivamente, en una disciplina mundial múltiple.
Finalmente, y más allá de las fronteras disciplina- rias, las antropologías
mundiales podrían establecer la comunicación entre los conocimientos
occidentales y otros conocimientos considerados
como tales por derecho propio.
Reflexiones finales
Al comienzo de este artículo dije que tomaría a José María
Arguedas para ilustrar las políticas de producción de conocimiento tal cual
emergieron dentro de la comunidad intelectual-política peruana. Pero mi
intención no era presentar una
situación polari-
__________________
83. Donna Haraway, Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature, 1991.
84. Para un
ejemplo de epistemologías relacionales ver Galo Ramón El Regreso de los Runas (Quito COMUNIDEC-Fundación
Inter Americana, 1993). El libro consiste en una serie de artículos que el
autor produjo en un complejo diálogo con integrantes de los movimientos
sociales indígenas en Ecuador.
85. Anne
Salmond, "Selfand Other in Contemporary Anthropology", 1995.
zada con Arguedas de un lado, y los racionalistas
recalcitrantes por el otro. No es así
como trabaja la hegemonía, y la hegemonía
de las prácticas del pensamiento occidental están también presentes en
el trabajo de Arguedas, pues a pesar del desafío epistemo- lógico que representó su literatura, el
proceso a través del cual Arguedas escritor produjo su antropología estuvo
llena de intrigantes tensiones que revelan su conformidad con la razón, la
ciencia y las jerarquías académicas que estructuraron la sociedad
latinoamericana en los años sesenta y que persisten hasta la actualidad. En su
correspondencia con otros antropólogos. Arguedas lamentó repetidas veces su
"ignorancia de teoría" y subordinó la antropología local a los
centros metropolitanos de conocimiento: "sólo quienes han recibido
perfeccionamiento serio en el extranjero son capaces de enseñar aquí, pueden
conducir las instituciones de enseñanza […]. Los otros, como yo, podremos hacer
alguito en arte, pero no en ciencias, somos unos pobres muertos que admitimos,
algunos, permanecer en el puesto sólo porque no hay mejo- res todavía",
escribió en una carta en 1966.86
Este comentario pertenece a la
genealogía del conocimiento contra la cual se han rebelado los proponentes de
la interculturalidad. Pero la dinámica y las jerarquías del conocimiento
hegemónico continúan impregnando su producción. En este sentido, Pamela Calla,
una antropóloga boliviana, señala que en el PROEIBAndes donde enseña,
los estudiantes han acuñado diversos calificativos, los cuales no sólo reflejan
las diferentes formas de ser indígena sino las tensiones implícitas de ser
"inferior" en términos modernos (esto es, menos educado o menos
masculino). Por ejemplo, en una ocasión los estudiantes se clasificaron como "académicos"
y "fundamentalistas". No es sorprendente, que la posición de
superioridad en que se habían situado los "académicos" fuera
desafiada por los
"fundamentalistas", autoidentificados como
"más __________________
86. La carta
estaba dirigida a su apreciado amigo, Alejandro Ortiz Rescaniere, quien estaba
estudiando en París bajo la dirección de Claude Lévi-Strauss. Alejandro Ortiz, José María Arguedas, recuerdos de una
amistad, 1996, p. 209
indígenas", y por tanto, como más masculinos. Aunque
esta últi- ma interpretación desafía estereotipos dominantes, como el que "las mujeres son más indias",87
continúa siendo sustentada por jerarquías modernas de género. Del mismo modo,
las presiones para ser moderno e indígena son complejas —como en el siguien- te
testimonio de un líder indígena cuyo nombre prefiero mante- ner en el anonimato:
A veces siento que enloquezco porque ¡ya no logro
pensar más como indio! Lucho por los indios entre los blancos, entonces tengo
que pen- sar como blanco. Represento los
intereses indígenas en organismos del
estado, pero hace tres años que no vuelvo a mi aldea. Viajo por todos lados, y yo sé que soy indio. ¿Pero
qué tipo de indio? 88
Como es evidente a través de estas
citas, la interculturalidad no es un proceso de fácil desarrollo. No ha
eliminado las imágenes de un indígena estancado en el tiempo que el andinismo académico creó en la región.
Un ejemplo que ilustra la forma en que tales imágenes aun perviven y tiene
vigencia en el Perú, es el episodio intelectual que siguió a la muerte de ocho
periodistas en Uchuraccay. Como recordamos, en 1983, cercados por la guerra
entre Sendero Luminoso y el Ejercito peruano, los campesinos indíge- nas de
esta comunidad ayacuchana mataron colectivamente a ocho periodistas que estaban
investigando otra masacre que había te- nido lugar días antes en las
inmediaciones. Las reacciones a este evento incluyeron desde los coloniales
temores anti-indígenas así como también las actitudes paternalistas
pro-indígenas. El gobierno respondió nombrando una comisión para investigar la
masacre. Ya que los asesinos fueron indígenas, es decir ciudadanos peruanos
no modernos, los miembros claves del grupo oficial __________________
87. Marisol De
La Cadena, "Las mujeres son más indias: etnicidad y género en una
comunidad del Cusco", 1991.
88. Patricia
Oliart, "Identidad indígena e historia del contacto en América Latina:
las personas, los pueblos y
el movimiento transnacional", 2002.
—liderados por el internacionalmente famoso Mario Vargas
Llosa— fueron dos antropólogos, en lugar de abogados como hubiese correspondido
en una investigación criminal. Sacándolos de la historia, los antropólogos
explicaron que los indios habían asesinado a los periodistas por una
combinación de miedos ancestrales y principios culturales.89 Dos
décadas después, los antropólogos a cargo de ese informe, se encontraban
asesorando al gobierno del presidente Alejandro Toledo (2001-2006) en los
esfuerzos gubernamentales dirigidos a transformar el Perú en una nación
multicultural compatible con la misión económica del neo-liberalismo. El ex
presidente Toledo representó esa posibilidad, ya que es un "ex-indio sin
complejos, con la mente fría y calculadora de un académico de Stanford y
Harvard" con la habilidad de "entender la vida desde un punto de
vista enraizado en el rigor analítico y la información científica". Puede
que sea sólo una coincidencia, pero el autor de esta cita es Álvaro Vargas
Llosa, hijo de Mario Vargas Llosa, el escritor a cargo del informe
anteriormente mencionado. Mario Vargas Llosa es también el autor de un libro
titulado La utopía arcaica, en el
cual discute el trabajo de Arguedas como un deseo anacrónico, una inversión de
la historia, no sólo como una utopía, sino además arcaica.
En los sesentas y setentas el análisis
historicista de clase trabajó como una "prosa de la
contrainsurgencia", que excluyó a los levantamientos indígenas del campo
de la política académicamente definido. A comienzos del siglo XXI, el
multiculturalismo liberal puede trabajar como una "maquina
antipolítica"90 al incluir dentro __________________
89. Que estos
indios "in temporales" fueran trabajadores estacionales en
plantaciones de café; que se dirigieran en viajes semanales a los pueblos
vecinos a comprar arroz, azúcar, kerosene y cigarros; que sus hijos fueran
empleados en la ciudad, y que ellos
fueran infortunados actores en la guerra entre el Estado y Sendero Luminoso no
se encuentra presente en el informe. (Véase: Comisión de la Verdad y
Reconciliación, Informe Final, tomo V, cap. 3).
90. James Ferguson, The Anti-Politics Machine. "Development," Depoliticization and Bureaucratic Power in Lesotho, 1990.
de la hegemonía del liberalismo —o del neo liberalismo en
este caso— circunstancias que pudieran revelar y entonces politizar las
narrativas cotidianas de lo "cultural" o la exclusión
"étnica". El inclusivo —aunque despolitizante— trabajo del
multiculturalismo opera normalizando la educación. En el Perú, por ejemplo, el
escándalo que de otra forma hubiera representado la imagen de un cholo como presidente del país, fue
neutralizado, o al menos aplacado, a través de las referencias al entrenamiento
de Toledo en los centros de la razón, una señal de su aptitud como un político
moderno. Arguedas, a través de la intrincada complejidad de su ficticio Rendón
Willka —y a través de su propia vida— cuestionó la normalización a través de la
educación. Así, él rechazo los hábitos cotidianos de pensamiento de sus pares y
provocó un escándalo político-intelectual que la contrainsurgente prosa de la
modernidad no pudo controlar.
Igual de escandalosas son las
discusiones sobre la interculturalidad y la presencia de intelectuales
indígenas en países como Guatemala o Ecuador —y en menor medida en el Perú.
Situándome del lado del escándalo (ya que desafía la simplicidad de la
modernidad) e inspirada por Arguedas, quiero proponer que en la medida que los movimientos sociales
indígenas articulan una alternativa a la política moderna —y a los
estados-nación que la sostienen— estos movimientos tienen el potencial de
transformar la noción empírica liberal
de "diversidad" (actualmente tolerada en los multi-culturalismos liberales) en
demandas políticas por la ciudadanía de ontologías plurales y sus formas de
conocimiento. Como una ciencia social occidental posibilitada por su
ubicación en lugares no occidentales, la
antropología está en condiciones de contribuir a la visibilidad de otras formas
de conocimiento. Para lograrlo, es necesaria una conciencia del conocimiento
antropológico como un proceso dialógico de traducción, entre lo local y lo
universal, entre historias e Historia, entre lo singular y lo general.
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