La psicología en América Latina: algunos momentos críticos de su desarrollo
Fernando Luis González Rey
Centro Universitario de Brasilia
Summary
Frequently the History of the Psychology is
presented through an extensive – descriptive approach centers on facts,
persons and concrete moments which characterize the evolution of
psychology in nations, regions or in the word as a whole. In this paper
I attempt to approach to the history of psychology in Latin America
following a different way: to made a study in deep of two of the main
movements of Latin American psychology, one, the theoretical
methodological approach developed by Pichon Riviere and Bleger in
Argentina and other, the critical movement in social psychology that
took place from the end of the seventies and the eighties of the XX
century integrating psychologists from different Latin American
countries. In doing such an analysis I want to update the theoretical ,
epistemological and practical relevance of both approaches in an
attempt to rescue the creative and original character of Latin-American
productions in psychology. Besides this, I analyze in the paper the
elements that from my view, influenced on the historical
discontinuity of approaches like these in Latin America, which tried
to create something new instead of mimetically reproducing dominant
theories.
Key words: history of psychology, critical analysis, Latin American psychology
Resumen
Frecuentemente, la Historia de la Psicología es
presentada a tratada a través de un enfoque extensivo – descriptivo
centrado sobre hechos, personas y momentos concretos que han
caracterizado la evolución de la psicología en una nación, una región, o
el mundo como un todo. En este artículo intento una aproximación a la
historia de la psicología en América latina siguiendo una vía
diferente: hacer un estudio en profundidad de dos de los movimientos de
la psicología en América Latina, uno, el abordaje teórico
–metodológico desarrollado por Pichon Riviere y Bleger en la Argentina,
el otro, el movimiento crítico en la psicología social que tuvo lugar
desde finales de los años setenta y los años ochenta del siglo XX,
integrando psicólogos de diferentes países latinoamericanos . Haciendo
este análisis he querido actualizar la relevancia teórica,
epistemológica y práctica de ambos enfoques en un intento por rescatar
el carácter creativo y original de producciones latinoamericanas en
psicología. Unido a eso, analizo en el artículo los elementos que desde
mi punto de vista influyeron en la discontinuidad histórica de
aproximaciones como esas en América Latina, las cuales intentaron crear
algo nuevo en lugar de reproducir miméticamente las teorías dominantes
Palabras claves: Historia de la psicología, análisis crítico, psicología latinoamericana
Resumo
Frequentemente, a Historia da Psicologia é
apresentada através de um enfoque extensivo-descritivo centrado nos
fatos, pessoas e momentos concretos que tem caracterizado a evolução da
psicologia numa nação, região ou no mundo como um todo. Neste artigo
tento uma aproximação à psicologia na América Latina por um caminho
diferente : fazer um estudo em profundidade de dois movimentos da
psicologia neste continente , um, a abordagem teórico –metodológica
desenvolvida por Pichon Riviere e Bleger na Argentina, e o outro, o
movimento crítico da psicologia social que teve lugar desde finais da
década dos anos setenta até os anos oitenta do século XX, e que
integrou psicólogos de diferentes países de América Latina. Com essa
análise pretendo atualizar a relevância teórica , epistemológica e
prática de ambos os enfoques, numa tentativa de resgatar o caráter
criativo e original de produções latino-americanas na psicologia. Junto
com isso , no presente artigo analiso os elementos que desde o meu
ponto de vista influenciaram a descontinuidade histórica de
aproximações como as que aqui se analisam na América Latina, produções
orientadas à criação de algo novo e não da reprodução mimética das
teorias dominantes
Palavras chaves: Historia da psicologia, analise crítica, psicologia latino-americana
Introducción
Una de las cuestiones que activamente se discute en las
ciencias sociales de hoy, es la propia significación de la historia.
¿De que hablamos cuando nos referimos a la historia? La historia, como
toda construcción humana toma significados diferentes en dependencia
del sistema teórico más general que usa el término. Una de las formas
más tradicionales de tratar la historia de la psicología ha sido el
enfoque descriptivo extensivo, que nos presenta a las diferentes
escuelas de psicología como “cosas en si”, como creaciones fuera de
contexto y sin vínculo con la trama de vida en que emergió cada teoría
en una época concreta. Esa historia nos describe las escuelas, sus
pioneros, conceptos principales y formas de organización, pero nos
presentan ese saber de forma descriptiva, sin hipótesis, y sin
problematizar sus relaciones con otros problemas, dominios y saberes.
En la psicología también se han presentado otras formas de
hacer historia, en particular historias orientadas por problemas y por
las formas en que esos problemas se han articulado en el saber
psicológico, analizándose contextos, relaciones y contradicciones en el
curso de esos conocimientos ( Koch.S, Danziger.K, Rose. N entre otros)
Sobre la psicología en América Latina han abundado más los
trabajos de orientación descriptivo – extensiva orientados a destacar
personas, fechas de acontecimientos importantes, descripción de las
diferentes tendencias psicológicas en los países del continente, etc.
Sin embargo, en el caso particular de nuestra psicología
latinoamericana ese esfuerzo ha sido muy importante, entre otras pues
nos ha permitido informarnos de un camino de construcción histórica del
saber psicológico en nuestra región, sin el cual, la identidad de
nuestra psicología y otros tipos de lecturas sobre ella serían
imposibles. Entre los autores que más activamente han contribuido en
este sentido están R.Ardila , R. Alarcón y Diaz Guerrero. R. Ardila ,
unido a esa labor , ha sido un infatigable organizador e inspirador de
la psicología en el continente, siendo el fundador y durante muchos
años director de la Revista Latinoamericana de Psicología, y autor de
innumerables publicaciones sobre la historia y los caminos de la
psicología en nuestro continente.
En el presente trabajo presentaré un análisis de dos
momentos que considero particularmente relevantes en la historia de la
psicología latinoamericana y que, sin embargo, lejos de fortalecerse
con el tiempo e inaugurar líneas consistentes de desarrollo creativo al
interior de nuestra psicología, se han ido debilitando, sin conseguir
la consolidación de núcleos teóricos propios y de campos específicos de
investigación y de práctica.
Como N.Rose (1996) ha destacado:
“Contra la idea de crítica , yo he querido proponer la noción de una
historia crítica ( énfasis del autor. N.R) Tal propósito será crítico
no en el sentido de pronunciar veredictos de culpabilidad, sino en el
sentido de abrir un espacio para juicios críticos cuidadosos ” (Pp .
105)
El sentido del presente artículo va en la dirección
señalada por el autor. En ese sentido pretendo realizar una reflexión
teórico-epistemológica y política, en tanto siento que esas son las
mayores repercusiones que tuvieron, de la crítica al psicoanálisis y el
camino emprendido desde esa perspectiva de Bleger y Pichon Riviere en
Argentina, y la crítica a la psicología social y el desarrollo de una
psicología social crítica , que integró autores de diferentes países de
América Latina en la década de los años ochenta del siglo pasado, las
que en mi opinión representaron importantes núcleos generadores de
pensamiento que, sin embargo, no han encontrado un desarrollo
consecuente posteriormente . No pretendo, pues no tendría competencia
para ello, agotar las tendencias que en la psicología latinoamericana
reunirían las condiciones para ser consideradas dentro de estos núcleos
creativos y generadores de producción teórica en el continente. Solo
aspiro a que el análisis histórico en esta dirección pueda ser ampliado
en trabajos futuros, y seamos capaces de rescatar un patrimonio que
mantiene toda su vigencia en el momento actual de la psicología.
La psicología en América Latina y algunas de sus características dominantes.
La psicología en nuestro continente tiene comienzos
diferentes en cada país, sin embargo, de forma general se podría ubicar
la institucionalización de su enseñanza entre la segunda mitad de la
década del cincuenta y la primera de los años sesenta del siglo XX. La
psicología en América Latina se desarrolló a partir de los modelos
hegemónicos dominantes en los países más desarrollados del mundo, con
lo cual, desde sus comienzos, sus figuras más destacadas se formaron
dentro de las líneas hegemónicas del saber psicológica, llevando a sus
países de origen esas posiciones. Al igual que ha ocurrido en el mundo
todo con el desarrollo de las grandes teorías de la psicología, la
América Latina se caracterizó mucho más por el desarrollo de posiciones
miméticas en relación a teorías reconocidas, que por la producción de
núcleos de pensamiento original, incluso al interior de esas teorías
hegemónicas.
R.Alarcón ( 1988), en una caracterización sobre la psicología en nuestro continente ha afirmado :
“ La psicología latinoamericana es ciertamente una psicología que se
funda en los hallazgos obtenidos en Europa y Angloamérica , como ejes
de influencia cultural. Esto ha dado lugar a una psicología típicamente
etnocentrista. Sus genralizaciones y principios se basan en el modo de
reaccionar y comportarse de sujetos de culturas distintas a la
cultura latinoamericana. En suma : doctrinas, conocimientos, conceptos
, instrumentos y técnicas son importados del extranjero. Todo ello
contribuye a que nuestra psicología sea una psicología dependiente. De
esta dependencia cultural obviamente debemos salir “ ( pp. 56)
En el párrafo anterior Alarcón resume una característica
que ha marcado no solo a la psicología, sino a muchas de las formas de
institucionalización de la sociedad y la cultura en nuestros países ;
la dependencia. En el caso de la psicología, como muy bien analiza el
autor en otro de sus trabajos ( 2002), esa dependencia se asoció a una
idea de ciencia esencialmente empírica, apoyada en los modelos de las
ciencias naturales dominantes en el siglo XIX, así como a un rechazo de
la filosofía y a una escasa originalidad, características dominantes
de la psicología de orientación empírica que dominó las primeras décadas
del siglo XX en los Estados Unidos (Danzinger, 1990).
Una de los peores efectos de esa dependencia ha sido su
institucionalización en la enseñanza de la psicología. Hasta hoy las
universidades en América Latina se caracterizan por la presencia de
grupos hegemónicos que dificultan el acceso de profesores con un
pensamiento diferente y, que de hecho, obligan a los alumnos a la
perpetuación de esas posiciones dominantes, pues fuera de ellas no se
realizan orientaciones de postgrado, ni se enseña nada en la formación
de los psicólogos. Muchas de las universidades más importantes de
América Latina no enseñan nada sobre las discusiones actuales en el
campo de la psicología, no presentando siquiera los nuevos enfoques que
han aparecido en los últimos treinta años en nuestra ciencia.
Las universidades de nuestro continente, aunque al parecer
no solo en él, lejos de ser centros de estimulación del pensamiento y
la reflexión, han representado, la mayoría de ellas, vías de
perpetuación de posiciones dominantes. Esto no ha sido muy diferente a
lo ocurrido en otros países, por ejemplo, en Francia, donde muchos de
sus núcleos de desarrollo teórico , desde Levi-Strauss hasta Morin,
pasando por Foucault, se desarrollaron fuera del ambiente universitario,
y donde esos intelectuales resultaron “protegidos” y estimulados por
una institución de un carácter tan diferente como el Colegio de
Francia. En los Estados Unidos, país que ha promovido históricamente el
desarrollo del pensamiento humano, las universidades, han gozado, sin
embargo, de una flexibilidad que les ha permitido contratar personas
productivas fuera de las burocracias de la institución universitaria,
como lo evidencia la contratación en masa de investigadores europeos
que emigraron durante la segunda guerra mundial, como Horkheimer,
Lewin, Levi- Strauss y el propio Einstein. En América Latina
posiblemente habrían tenido que esperar por un concurso al que no
hubieran podido acceder por falta de documentos autenticados, o por no
tener el título idóneo para ser profesores de psicología, lo que
hubiera impedido a investigadores como Piaget o Vygotsky entrar en
facultades de psicología.
El exceso de burocracia, legitimada por grupos de poder
académico esencialmente conservadores y asociados de forma dogmática a
posiciones teóricas cerradas, hacen de la institución universitaria
latinoamericana un espacio más orientado a la reproducción que a la
producción. Sin embargo, este cuadro no es universal, ni resulta
suficiente para imponerse a los esfuerzos creativos y a la originalidad
de grupos y sujetos que hacen la historia en su capacidad de oposición
y de emprendimiento de nuevos caminos, lo cual también se ha cumplido
en América Latina.
Martín Baró, que además de ser pionero de una psicología
social implicada en la realidad de nuestro continente y orientada a
acciones que contribuyan a la transformación social de nuestra
realidad, psicología que definió como Psicología de la Liberación, fue
un profundo estudioso de la psicología en América Latina, de la que
hizo un análisis crítico en lo teórico, lo epistemológico y lo
histórico. Sobre este último aspecto escribió ( 2006) :
“ A la psicología latinoamericana le ha ocurrido algo parecido
a lo que le ocurrió a la psicología norteamericana a comienzos de
siglo : su deseo de adquirir un reconocimiento científico y un status
social les ha hecho dar un serio traspiés. La psicología norteamericana
volvió su mirada a las ciencias naturales a fin de adquirir un método y
unos conceptos que la consagraran como científica mientras negociaba
su aporte a las necesidades del poder establecido a fin de recibir un
puesto y un rango sociales. La psicología latinoamericana lo que hizo
fue volver su mirada al big brother, quien ya era respetado científica y
socialmente , y a él le pidió prestado su bagaje conceptual,
metodológico y práctico, a la espera de poder negociar con las
instancias sociales en cada país un estatus social equivalente al
adquirido por los norteamericanos ” ( pp.8)
En artículo anterior ( González Rey, 2004), dedicado a
estudiar como el impacto de la crítica en la Psicología Social
Latinoamericana había influido sobre diferentes campos de la psicología,
ya hacía explícito el mismo interés que apoya el presente trabajo :
conocer y explicar el alcance de determinados momentos de ruptura
creativa al interior de la psicología en América Latina, que me
permitiera explorar más a fondo esas posiciones, así como los
posibles factores relacionados con su discontinuidad en momentos
posteriores del desarrollo de la psicología en el continente.
En este trabajo retomaré algunos de los temas que
caracterizaron mi artículo anterior, pero me orientaré esencialmente al
análisis de dos de las contribuciones teóricas y epistemológicas que
considero más relevantes en la psicología latinoamericana. Deseo
aclarar que el objetivo no es presentar un cuadro general de autores o
enfoques que han tenido una relevancia en relación a estas cuestiones,
sino definir un eje para el análisis histórico de nuestra psicología,
que me permita profundizar aquellos enfoques que se separaron de la
“ciencia normal”, como la definió Kuhn, en la psicología de América
Latina. Este tipo de trabajo es difícil de agotar en un artículo y
considero que también resulta imposible de agotarse en la visión de un
investigador.
En primer lugar quiero presentar el análisis de un núcleo teórico
que se desarrolló en el psicoanálisis argentino, y que fue sepultado en
la historia de su propio país por la importación mimética del
pensamiento lacaniano, por su institucionalización hegemónica y por las
propias rivalidades y celos que despierta la disposición al desarrollo
de un pensamiento propio, sobre todos en los países dependientes. Me
refiero a los trabajos de José Bleger y Enrique Pichón Riviere. A ambos
los he citado en varios trabajos anteriores, pero en ningún caso he
profundizado en la relevancia de sus posiciones como núcleo del
desarrollo teórico del propio psicoanálisis.
Ambos autores tuvieron una formación en psicoanálisis,
pero también en Marxismo, cosa que resultaba muy original en un período
donde ya el Marxismo, desde la interpretación de los núcleos de poder
asociados a su institucionalización política, había execrado al
psicoanálisis como saber burgués. Por otra parte el psicoanálisis
también se había instituido más como dogma que como sistema de
pensamiento en desarrollo. El intento de esos autores de pensar de forma
reflexiva ambos sistemas y de pensar alternativas diferentes para su
desarrollo, aprovechando lo que el marxismo podría traer a la
contribución de Freud, dejó a ambos entre dos fuegos, lo que tuvo un
costo en términos de sus vidas, tanto en lo profesional, como en lo
político y lo personal.
Las ideas de Pichon y sus propuestas novedosas sobre
prácticas grupales fueron muy importantes, y creo que tuvieron una
importancia para el desarrollo del pensamiento de Bleger, sin embargo,
Bleger tuvo un nivel de producción teórica mayor y se centró en un
profundo análisis teórico-epistemológico de la matriz psicoanalítica,
como resultado del cual dejó explícita una propuesta de desarrollo no
retomada después de su muerte. Bleger comparte con Pichon la
preocupación con el desarrollo de la vida psíquica como resultado de
las experiencias sociales diferentes y convergentes que caracterizan el
desarrollo de la persona, tema sobre el cual Pichon escribió (1987) :
“La psicología social que postulamos tiene como objeto el estudio y
transformación de una realidad dialéctica entre formación y estructura
social y la fantasía inconsciente del sujeto, asentada sobre sus
relaciones de necesidad. Dicho de otra manera , la relación entre
estructura social y configuración del mundo interno del sujeto,
relación que es abordada a través de la noción de vínculo.. El sujeto
no es solo un sujeto relacionado, es un sujeto producido.” ( pp.107)
Esa preocupación con la configuración del mundo interno
del sujeto como resultado de su vida social fue también central en la
obra de Bleger y representa un aspecto importante para la psicología
hasta nuestros días. En el psicoanálisis esa preocupación ha tomado
diferentes formas de expresión en autores como Castoriadis, Elliot y
Guattari y, en la psicología histórico-cultural, de fuerte influencia
marxista, continúa en debate hasta hoy a través de la tensión entre la
representación del carácter activo y generador de la psique y su
carácter reflejo ( González Rey, 2007, 2008).
Bleger avanza en profundidad en una propuesta teórica que rescató
la relevancia de lo social para la representación de la génesis del
inconsciente propuesta por Freud a partir de la idea de drama, la que
defiende por la forma en que Freud comprendió la etiología de los
trastornos neuróticos en el primer momento de su obra. Retomando la
idea de drama de la propuesta de Politzer sobre una psicología
concreta, Bleger critica la metafísica asociada al planteamiento
dinámico de Freud.
Otra dimensión del pensamiento de Bleger que no tiene
antecedentes en la psicología es su crítica epistemológica al
psicoanálisis, en una época en que la epistemología había sido
totalmente excluida de la producción de la psicología, lo que se
evidencia en la ausencia de textos originales de sus propios clásicos
orientados a ese tema. Bleger magistralmente hace un análisis de Freud
situado en su tiempo, discriminando sus categorías y principios
concretos, desarrollados a partir de los recursos de una época, del
valor heurístico de sus representaciones más generales. En ese esfuerzo
epistemológico Bleger, en la década de los años cincuenta, ya
transitaba por autores que en los textos de psicología raramente
aparecen, como Bachelard, Foucault, Heisenberg, Max Planck y Ribot, este
último inspirador de muchas de las reflexiones de Vygotsky. También
aparecen citados importantes filósofos y psicólogos soviéticos que,
hasta hoy han permanecido casi desconocidos para la mayor parte de la
psicología en América Latina, como Leontiev, Rubinstein, Kornilov y
Kedrov entre otros.
Lo anterior se vio facilitado por algo que llamó
poderosamente mi atención durante mi lectura de los textos de este
autor ; el nivel de publicaciones en filosofía, epistemología y
ciencias que tenía la Argentina en las décadas de los años cuarenta y
cincuenta del siglo pasado, hecho que no se puede divorciar de la
extraordinaria cultura y capacidad teórica del autor que analizamos.
La propuesta de drama de Politzer como base de una lectura diferente de la obra de Freud.
Es curioso que el drama, categoría destacada para el
análisis de la obra de Vygorsky por autores como Van deer Veer , del
Rio. P y Alvarez .A, estos últimos a partir de una lectura novedosa de
Psicología del Arte, haya sido desarrollada por Bleger a partir de la
propuesta de Politzer en su crítica al psicoanálisis. Cierto que el
énfasis en la definición de drama es diferente, en tanto para Vygotsky y
los autores citados antes, el drama coloca en un lugar central el
espacio del otro y de la expresión existencial de una vida, tanto
Politzer como Bleger lo definen a partir de la relación de toda
conducta con los hechos vividos, en el contexto de lo vivido en toda su
diversidad.
Para Bleger la dramática constituye el mayor aporte de
Freud, a pesar de aquel nunca haberla usado de forma específica entre
sus categorías, sin embargo Bleger la abstrae de algunos de los
estudios de caso iniciales de Freud, como “ Un caso de curación
hipnótica” ( 1892), donde lo que más llama su atención fue la forma en
que Freud toma la conducta en su totalidad y descubre el carácter
contradictorio de la misma ( Bleger, 1988)
La dramática implica el reconocimiento de que la
configuración psíquica es el resultado de todos los eventos vividos por
la persona, solo que esa posición se niega por el propio Freud al
atribuir a la dinámica la fuente universal del comportamiento humano.
Desarrollando esta interpretación en los términos del psicoanálisis,
Bleger escribe ( 1988) :
“ En otros términos, para explicar la diferencia entre dramática y
su transposición dinámica, se puede decir que en la primera los
impulsos derivan de las relaciones objetales, mientras que Freud
desarrollo en las teorías dinámicas que las relaciones objetales
derivan del juego de los impulsos “ ( pp.94)
Bleger intenta contraponer el Freud metafísico de la
teoría dinámica, que se apoya en una noción de aparato psíquico como
juego de fuerzas, al Freud del drama, aquel que destaca la forma de
organización psíquica de la multiplicidad de conductas y relaciones de
la persona. Esta contraposición, desde mi punto de vista, representó
mucho más la construcción de una alternativa teórica del autor,
partiendo de su lectura de Freud, que una tensión real de la obra de
Freud.
En su análisis Bleger se aproxima mucho a los principios
que desarrollo en mis trabajos sobre la subjetividad en una perspectiva
histórico-cultural. En ese sentido Bleger afirma :
“ Otro hecho importante en la historia del psicoanálisis es la
inclusión del estudio de las fantasías del paciente: (tema
desarrollado por Vygotsky en Psicología del Arte) con ello se
circunscribió mejor, se delimitó el campo psicológico, porque en vez de
considerar el acontecer en la vida del paciente “ objetivamente”,
“desde fuera”, se pasó a ver los sucesos tal cual el paciente los había
vivenciado. La psicología pasó a delimitarse como el estudio del
acontecer subjetivo de las experiencias ( mundo interior) “
(pp.110-111)
En realidad lo que Bleger esta defendiendo en Freud es una
alternativa desarrollada por él a partir del concepto de drama y que
tiene una profunda inspiración marxista . Posiblemente es esa
inspiración lo que aproxima a Bleger de Vygotsky, no solo en la idea de
drama, como en la idea del carácter social de la experiencia psíquica.
Al afirmar ese proceso Bleger defiende un tema que Vygotsky nunca
desarrollo ; el carácter subjetivo de las experiencias vividas. La
psique no es un reflejo, es una verdadera producción sobre las
experiencias vividas a través de los recursos subjetivos del sujeto , y
de los espacios sociales dentro de los cuales esa experiencia ocurre,
pues en realidad, toda experiencia tiene lugar en un espacio social que
expresa también una organización subjetiva ( González Rey, 1991 )
La idea de drama fue muy provechosa para la reinserción
del hombre en el tejido de experiencias vividas. Partiendo de esa
representación Bleger escribió : “… a esto es lo que llamamos
dramática, que es, en última instancia, la descripción, comprensión y
explicación de la conducta en función de la vida del paciente, en
función de toda su conducta ” ( pp. 90)
Rescatando la idea de drama Bleger desarrolla el valor
heurístico de la conducta para el estudio de la subjetividad humana,
mientras que para Freud, apoyado en su representación de la dinámica,
la conducta pasó a ser un resultado, un efecto. En relación al “giro
metafísico” freudiano, Bleger escribe (1988):
“ La teoría a la que acudió Freud para generalizar y abstraer los
hechos de la dramática, constituye la teoría dinámica, es decir, la
reducción de la conducta a vectores de fuerza en permanente interjuego ;
pero los vectores de fuerza sufrieron en manos de Freud la misma
metamorfosis que en otros campos científicos : de vectores,
reemplazando descriptivamente y en forma resumida una compleja
interacción de distintos hechos, se pasó a considerarlos elementos o
factores causales que de por si eran suficientes y última explicación de
la conducta humana ” ( pp. 91)
Al traer la idea de fuerza como categoría central del
aparato psíquico, Freud desarrolla una metafísica orientada a la
causalidad intrapsíquica del comportamiento lo que le aparta del valor
de la experiencia y, con ello, le lleva a universalizar una visión
determinista intrapsíquica como explicación del comportamiento.
Haciendo un brillante análisis de cómo ese proceso se
gesta en el pensamiento de Freud, Bleger estudia las implicaciones
epistemológicas asociadas al sentido de las categorías para la
construcción del conocimiento. Las categorías de forma general han sido
usadas como saberes dados, naturalizados, lo que en psicología ha
llevado con frecuencia a identificarlas como realidades y no como
momentos de significación que, en el juego con la reflexión, llevan a la
formación de los significados. Por la fuerte exclusión del pensamiento
teórico en la construcción del conocimiento psicológico, las
categorías han sido usadas como entidades causales; de herramientas
para construir significados, ellas han sido usadas como significados en
sí mismas.
Sobre el uso de las categorías por Freud , Bleger escribe( 1988) :
“ Lo que ocurre es que como falta el pensamiento
dialéctico sistematizado, al captar Freud el decurso dialéctico de la
vida del hombre, trata- con un esfuerzo enorme- de reflejar el
movimiento dialéctico utilizando para ello el mecanismo formalista. Una
de las consecuencias de ello es el procedimiento viciado que consiste
en “cosificar” o “substancializar” el fenómeno: la muerte y la vida
se convierten en entidades concretas de por sí: el instinto de vida y
el instinto de muerte.” ( pp. 62)
La crítica de Bleger al psicoanálisis parte de sus
consideraciones del aporte freudiano, el que usa como fuente de
inspiración y como espacio de inteligibilidad para producir un
pensamiento que va más allá de Freud, pensamiento que fundamenta no
solo como una alternativa teórica, sino como alternativa epistemológica
: Bleger estudia en profundidad los procesos de construcción del
conocimiento en el psicoanálisis, recorriendo de forma critica y
altamente sugerente sus diferentes posiciones epistemológicas. Fueron
precisamente las limitaciones epistemológicas de Freud las que no le
permitieron el desarrollo de la dramática que Bleger atribuye a sus
posiciones iniciales.
Describiendo más en profundidad los recursos
epistemológicos sobre los cuales Freud construyó sus ideas, Bleger
expresó ( 1988) :
“ Cuando Freud realiza la sistematización teórica , no conociendo la
dialéctica de forma explícita, tuvo que realizar un esfuerzo muy
grande , no apreciado aún en la valoración de su obra : exponer el
complejo decurso dialéctico de la dramática utilizando instrumentos
inadecuados: la lógica formal, el mecanicismo y la metafísica” ( pp
126)
Las construcciones de Freud permitieron el desarrollo de nuevas zonas de sentido (1)
para la psicología, y su teoría se ha mantenido viva en las nuevas
producciones teóricas que, directa o indirectamente se han beneficiado
de ella. El trabajo de Bleger, partiendo y reconociendo el legado de
Freud, representó el único intento de desarrollo del psicoanálisis en
América Latina, orientado a abrir un tema que Freud no desarrolló.
Pero como nos comenta Martín Baró refiriéndose a Pichon Riviere (
2006):“ …los trabajos de Pichon Riviere es triste afirmar que todavía
son insuficientemente conocidos fuera de Argentina” (pp.7). Tanto uno
como otro autor continúan hoy inexplorados en las posibilidades de su
obra.
Ser original siempre ha sido un problema en la historia de la
ciencia , lo que se ha manifestado en todas las ciencias, en todos los
países del mundo y en todos los periodos históricos. Sin embargo, en
América Latina, y creo que en toda la ciencia no perteneciente a los
países que centran el poder institucional en el desarrollo científico,
la originalidad tiene un costo todavía mayor, pues en los países
rectores del desarrollo de la ciencia, muchas de sus figuras
trascendentes fueron discípulos de otros que ya lo habían sido y que,
con su prestigio y poder representaron el primer momento de apertura y
reconocimiento de sus discípulos. Sin embargo, en América Latina,
además de que eso no ocurre, las personas al parecer se sienten
inferiorizados al citar a su colega, o a un grupo productivo local,
prefiriendo siempre citar al autor foráneo, tendencia que en ocasiones
identifico con la búsqueda de aceptación y seguridad que rige la
adscripción a posiciones ortodoxas. Es como si muchos colegas de
nuestro continente todavía no se atrevieran a pensar.
El desarrollo de una crítica a la psicología social y de una psicología social crítica en América Latina.
A este núcleo creativo y generador de la psicología en América
Latina ya le dedique un trabajo anterior, como dije antes , que fue el
resultado del simposio “ 50 años de Psicología Interamericana :
Evaluación y Perspectivas” que fue organizado por Reynaldo Alarcón en
el 29 Congreso Interamericano de Psicología celebrado en Lima, Perú en
el 2004. En ese trabajo, lo que no es casual, también me había referido a
Pichon Riviere y Bleger en sus contribuciones para el desarrollo de
una psicología social crítica en el continente.
Ese movimiento de crítica a la psicología social y de desarrollo de
una alternativa latinoamericana, que se fue identificando con la
propuesta de una Psicología de la Liberación, término inicialmente
usado por Ignació Martín Baró, quien hizo de esa idea el hilo conductor
de todo su trabajo, integró a psicólogos de países diversos y con
posiciones teóricas y metodológicas también diferentes, sin mebargo, los
que nos unía a todos era el interés por una psicología que respondiera
a las situaciones que se vivían en América Latina en aquel momento, y
que sirviera como herramienta de crítica y transformación en nuestros
países. Ese movimiento crítico de la psicología social en el continente
fue el resultado de una interesante convergencia de factores. Entre
los psicólogos que participaron de aquel núcleo generador estuvieron :
I. Martín Baró ( Salvador); M.Montero , J.M.Salazar y M.A.Banchs(
Venezuela); B.Jiménez ( México) ; S.Lane y W.Codo ( Brasil); M.Fuentes
Avila y F. González Rey ( Cuba) , I.Dobles ( Costa Rica); T.Sloan
(Estados Unidos), entre otros. Este grupo de psicólogos formó parte de
diferentes foros de discusión y participó de un conjunto de
publicaciones que marcaron este campo de reflexión crítica que, sin
dudas, tuvo una expresión institucional y un impacto académico que
perduran hasta hoy.
Ese grupo realmente se va desarrollando de forma progresiva en
diferentes encuentros , congresos y cursos, entre los que podemos
mencionar los Encuentros de psicología Cuba –México, donde los
psicólogos cubanos entramos en contacto con psicólogos mexicanos que
habían desarrollado posiciones críticas en diferentes áreas de la
psicología, como Germán Gómez , Jorge Molina, Bernardo Jiménez y
Gilberto Limón, entre otros ; fue allí donde conocí a Bernardo
Jiménez, que fue muy activo en ese movimiento crítico de la psicología
social latinoamericana. S.Lane ( 1986), refiere que en el Congreso
Interamericano de Psicología de 1976 , en Miami, la crisis de la
psicología social ya había sido denunciada en discusiones donde ella
participó de una forma activa, sin embargo, aquellas discusiones no
implicaron acciones posteriores orientadas a la superación de la
situación denunciada. Según la misma Lane, el Congreso Interamericano de
Lima de 1978, tuvo mayor repercusión, y después de su celebración se
organizaron en Brasil una serie de seminarios y conferencias que
llevaron a la creación de la Asociación Brasilera de Psicología Social (
ABRAPSO), en cuya fundación Silvia Lane tuvo un papel fundamental.
En el Congreso Interamericano de Quito en 1983, siendo José Miguel
Salazar vicepresidente de la SIP, fue un momento de encuentro y
discusión, donde de forma personal profundicé muchos los lazos con José
Miguel con Alba Nidia Rivera, y otros psicólogos muy orientados a la
crítica de la psicología dominante en el continente. Sin embargo, todo
este movimiento toma una fuerza particular en el Congreso
Interamericano de Psicología de Caracas en 1985, donde tuvimos talleres
pre congresso Ignacio Martín Baró, Paulo Freyre, Silvia Lane y yo ,
talleres que fueron propuestos tanto por el Comité Organizador local,
donde tenían particular fuerza José Miguel Salazar, quien ya estaba en
la Junta de la SIP, pero que mantenía una posición muy activa en el
Comité Nacional de Vnezuela , Maritza Montero, Alfonso y María Rosa
Orantes, entre otros. En aquel congreso conocí tanto a Martín Baró,
como a Silvia Lane, y fue un momento de reuniones, propuestas y planes
futuros, que llevaron a la organización de varios libros de fuerte
impacto académico en muchos de nuestros países en aquel momento. (2)
En 1987, y como resultado de esa “giro hacia latinoamericana” de la
dirección de la Sociedad Interamericana de Psicología, se organizó el
XXI Congreso Interamericano de Psicología en la Habana, siendo Cuba sede
por primera vez de estos congresos. En esa decisión fueron esenciales
las posiciones de José Miguel Salazar, Guillermo Bernal, Ana Isabel
Alvarez , Gerardo Marín , Martin Fishbein y Lourdes García Averasturi
entre otros.
A partir de 1985 comenzó un intercambio creciente a través de
publicaciones conjuntas, encuentros, seminarios y cursos, donde la
Universidad Central de Venezuela, a través de José Miguel Salazar,
Maritza Montero y José María Cadenas , tuvo un importante papel. El
valor del petróleo y el valor del Bolivar , todavía daban ventajas a la
Universidad Central de Venezuela sobre el resto de las universidades
públicas del continente, y el carácter activo de los psicólogos
mencionados hizo de esa universidad el centro de múltiples encuentros e
intercambios que reforzaron el desarrollo de ese grupo.
Entre otros factores que influyeron en el desarrollo de ese
movimiento en aquella época, además de los aspectos mencionados antes
al interior de la psicología, estaba el panorama de luchas políticas
que convulsionaron al continente desde los años sesenta hasta los
ochenta del siglo XX. El derrocamiento del dictador Pérez Jiménez a
finales de los años cincuenta del siglo pasado, el triunfo de la
Revolución Cubana en 1959, el posterior desarrollo de los movimientos
guerrilleros en varios países de América Latina, la caída de Somoza
como resultado del movimiento guerrillero en Nicaragua, la llegada al
poder de Allende en Chile por vía de las urnas y su posterior
derrocamiento y muerte por un golpe de estado, fueron algunos de los
eventos de impacto social y político que estremecían la región en la
época.
El grupo implicado en esa propuesta crítica tenía militancia
política, implicación con los problemas de sus países y del continente
en general, y los efectos de esos procesos políticos fueron generando
nuevos grupos que también se integraron a ese movimiento crítico , como
las psicólogas chilenas E.Lira y J.Kovalski quienes lideraron, junto a
un grupo de psicólogos de aquel país, interesantes trabajos con las
víctimas de la tortura en Chile. Otra área que se integró a ese cuerpo
crítico que comenzaba a desarrollarse en la psicología social, fue la
psicología comunitaria, con una fuerte participación de psicólogos de
todo el continente, en cuya organización se destacaron I.Serrano de
Puerto Rico, así como M. Montero, E.Sánchez y E. Wiesenfield de
Venezuela. Ha sido esta una de las áreas que ha mantenido su desarrollo
después de la desintegración de este fecundo movimiento que
analizamos.
Ese movimiento de la psicología social crítica consiguió una seria
de importantes conquistas, entre las que me gustaría destacar las
siguientes :
- El desarrollo de una psicología social orientada por la investigación y discusión de los problemas de la región, lo cual, a su vez, entraba en contradicción con la multiplicidad de modelos teóricos y metodológicos desde los cuales desarrollábamos nuestros trabajos en la época. El vínculo con la práctica y la apertura a la discusión caracterizaron el desarrollo del grupo
- El desarrollo de una capacidad de crítica a las posiciones hegemónicas de la psicología, y la definición de nuevos caminos de construcción teórica, epistemológica y metodológica. El profundo compromiso de nuestro grupo no representó un practicismo animado por un discurso político grandilocuente y estéril, sino un compromiso político que se alimentaba por la seriedad de desarrollar nuevos recursos para una psicología que se planteaba una acción práctica transformadora. Entre esos recursos estuvo también una proyección interdisciplinar, que se evidencia en la cantidad de filósofos , educadores y sociólogos que comienzan a aparecer en los textos producidos por el grupo en la época.
- La introducción de los textos elaborados en una parte importante de universidades del continente, en las cuales el referente se mantiene vivo como opción para el desarrollo de una psicología social diferente y creativa.
- Por último, una virtud particular de aquel movimiento fue la búsqueda de nuevos referenciales, de nuevas construcciones teóricas y epistemológicas sin ceder al facilismo de adecuarnos a las tendencias hegemónicas de la psicología, sin caer tampoco en la miopía de una psicología sectaria latinoamericana.
Sin embargo, a pesar de los logros anteriores, el eclecticismo que caracterizó
el desarrollo de ese movimiento , fue un fardo que no se pudo
superar, pues a pesar del crecimiento recíproco que todos tuvimos como
resultado de nuestras contradicciones y del esfuerzo realizado,
esfuerzo que Martín Baro siempre reclamó para el desarrollo de nuevos
referentes que cubrieran todos los aspectos de esa nueva psicología en
desarrollo, no se pudo avanzar con la misma fuerza en una propuesta
teórico- epistemológica y metodológica, capaz de generar un núcleo en
desarrollo que pudiera crecer y perpetuarse .
Esa conciencia crítica de Martín Baró se expresa
claramente a lo largo de toda su obra. En una de sus reflexiones sobre
esta cuestión afirma ( 2006) :
“ El problema no radica tanto en las virtudes o defectos que pueden
tener el conductismo o las teorías cognoscitivas cuanto en el mimetismo
que nos lleva a aceptar los sucesivos modelos vigentes en los Estados
Unidos, como si el aprendiz se volviera médico al colgarse del cuello
el estetoscopio o como si el niño se hiciera adulto por el hecho de
ponerse las ropas de papá. La aceptación acrítica de las teorías y
modelos es precisamente la negación de los fundamentos de la misma
ciencia. Y la importación ahistórica de esquemas conduce a la
ideologización de los planteamientos cuyo sentido y validez , remiten a
unas circunstancias sociales y a unos cuestionamientos concretos “ (
pp. 9)
Este agudo párrafo de Martín Baró es, de hecho, un
reclamo a la necesidad de la creación científica. La ciencia no
significa solo investigar usando las categorías de otros, sino la
creación de nuevos núcleos teóricos como consecuencia del tipo de
cuestiones estudiadas , de las exigencias metodológicas que
desarrollamos ante ellas y de las ideas que necesariamente irán
apareciendo en ese proceso, las cuales llega un momento que no caben en
el marco teórico que inicialmente usamos. Precisamente ha sido la
aceptación acrítica de modelos externos una de las cuestiones que estuvo
en la base de la desintegración de ese grupo de la psicología social
crítica, que nunca llegó a organizarse de forma bien estructurada
alrededor del concepto de Psicología de la Liberación.
M.Burton , uno de los psicólogos anglosajones más
interesados por el desarrollo de la psicología en América Latina afirma
( 2004) :
“ Los psicólogos con una orientación derivada de la
Psicología Social de la Liberación combinan las técnicas tradicionales
( las encuestas, el uso de métodos estadísticos, entre otros) con
enfoques del nuevo paradigma (p.e., las representaciones sociales,
investigación cualitativa, la fotografía cooperativa y el drama) o
diversas concepciones relacionadas. No obstante hay un énfasis en el
compromiso freiriano con el método de reflexión –acción – reflexión y la
investigación acción participativa. Esto implica otro contraste con
una buena parte de la psicología crítica europea “ (pp.110)
La observación de Burton revela bien una característica
de la psicología social crítica, agrupada alrededor de la definición de
Psicología de la Liberación pero que después de la muerte de Martín
Baró, no consiguió avanzar más en el camino original, integrador,
complejo y fecundo que el término estaba tomando en sus trabajos. La
diversidad de los enfoques y prácticas de psicólogos autotitulados como
representantes de la Psicología de la Liberación en momentos
posteriores al trabajo de aquel grupo inicial, muchos de ellos sin
ninguna participación en el momento en que ese grupo realizó se
organizó y realizó sus principales contribuciones, ha llevado a que la
Psicología de la Liberación represente hoy más un espacio de identidad
de psicólogos que siguen interesados en el cambio y el compromiso
social, como J.M.Flores, I.Dobles, M.Montero, B.Jiménez, E.Cajas entre
muchos otros, y de otros que han usado el término para promoción
personal y búsqueda de una identidad de izquierda para la cual no
tuvieron ningún otro mérito. El oportunismo, el modismo, y la seducción
por lo diferente, también han estado en la base de muchas
aproximaciones a esa identidad.
Sin embargo, lo que realmente queda de la Psicología de
la Liberación es una indiscutible herencia teórica y epistemológica que
no ha sido explorada en profundidad, el modelo de una psicología
comprometida con los problemas y desafíos reales de los pueblos de la
región que, en su multiplicidad cultural , su especificidad social y
las múltiples secuencias que los conflictos armados y la represión
dejaron en el continente, evidencian problemas concretos que exigen
nuevos marcos teórico-epistemológicos capaces de sustentar nuevas
prácticas que tensen de forma diversa esos referentes de partida. Uno
de los legados importantes de Martín Baró que marca los tópicos de
muchas de sus obras, fue la necesidad de no olvidar ninguno de esos
momentos importantes en la creación de las bases de una psicología
orientada a la liberación.
¿Que elementos contribuyeron en la desintegración de
ese importante movimiento? Considero hoy que la muerte de Martín Baró
tuvo un fuerte impacto, pues sin dudas él expresaba el liderazgo
teórico y el alma realizadora principal de aquel esfuerzo orientado a
una psicología de la liberación. Creo que el eclecticismo que he
referido antes fue llevando a la creación de múltiples aproximaciones a
cuestiones concretas que se fueron convirtiendo en fines particulares
de grupos específicos de trabajo, y que influyeron en el debilitamiento
del trabajo colectivo orientado a cuestiones fundamentales que
pudieran sustentar el desarrollo ulterior de esta línea de trabajo.
También tuvo un papel en ese proceso desintegrador el impacto
seductor del construccionismo social que, monopolizando la novedad y la
crítica , se las arreglo para desestimar como obsoleto todo lo
anterior, como resultado de lo cual el propio pensamiento de Martín
Baró sufrió, pues de hecho se le citaba más de lo que se le usaba. Ante
el precario eclecticismo que dominaba y la necesidad de una base
teórica que estaba en desarrollo, la fuerza y capacidad de sugestión
del construccionismo social llevaron a una adhesión que “olvido” los
desafíos de una Psicología de la Liberación, y vio en el
construccionismo la herramienta que faltaba, lo que creo que hoy, ya es
pensado de otra manera por los propios autores que se orientaron en su
momento por esa opción.
Finalmente, no podemos de perder de vista el deterioro económico,
social y político que fue dominando el panorama de los países del
continente , donde el dogma, la corrupción, así como la dilución y
perversión de muchas de las fuerzas revolucionarias que emergieron en
los años sesenta y setenta del siglo pasado, pasaron a caracterizar una
realidad donde las contradicciones entre la izquierda y la derecha
representaron, en muchos casos, aparecían más como acciones de cara al
poder político, que como alternativas reales de programas diferentes
orientados a la realidad social de nuestros países. No obstante, la
situación actual en el continente presenta también novedades
interesantes, como la integración de los países del Caribe , el
Mercosur, el desarrollo de gobiernos de izquierda que, a pesar de los
problemas señalados han representado avances en sus países, como Lula,
Bachelet, y Evo Morales, el peso creciente de Brasil en el escenario
internacional, y otros que podrían tener una relevancia para nuevos
proyectos de la psicología a nivel continental.
Sin embargo, hoy tenemos una psicología fuertemente
institucionalizada , cuya expresión fundamental son universidades
cerradas en sus propios espacios. Las instituciones públicas del
continente se empobrecen, lo que dificulta el desarrollo de proyectos
de cooperación entre nuestros países, y los núcleos académico –
burocráticos de poder se sienten mejor con los intercambios con países
desarrollados que participando en proyectos de escala continental. Hoy
en los países donde la organización científica ha alcanzado un nivel
mayor en América Latina, publicar en una revista local de Guatemala,
Ecuador o Cartagena, no da puntos para mantenerse en las categorías de
excelencia científica.
Se pudieran hacer otros análisis de núcleos generadores
en la psicología latinoamericana con capacidad de creación y
producción propia en diferentes líneas de trabajo y en diferentes
tendencias teóricas, sin embargo, esa no es una tarea fácil, como
expresé al comienzo de este trabajo. Las contribuciones al conductismo
de Emilio Ribes, de autores como Héctor Fernández y Juan Balbi al
constructivismo en la psicoterapia, los trabajos de M. J Spink en el
campo de la salud y de B.Sawaia en psicología social, los trabajos en
psicología comunitaria de M.Montero, I.Serrano y E.Wiesenfield, área
donde hay creaciones importantes en casi todos los países de América
Latina, representan otro importante núcleo generador de la psicología
en América Latina, los trabajos de Sluzki y S.Bleichmar sobre las
catástrofes sociales y el psicoanálisis, los trabajos sobre la
subjetividad en una perspectiva histórico cultural que hemos venido
realizando en los últimos veinte años en cooperación con A.Mitjans, así
como las contribuciones en la perspectiva histórico-cultural realizada
por otros psicólogos cubanos ( Fariñas.G, Lavarrere. A, Calviño.M,
López.J, entre otros, los trabajos de I.Dobles sobre psicología
política, y muchos otros imposibles de describir aquí, creo que
representan candidatos fuertes a ser analizados .
Sin embargo, no basta la originalidad, la viabilidad de
las propuestas, las publicaciones ni el número de citas que las avalen,
todos ellos elementos importantes para juzgar la relevancia de una
dirección de trabajo, pero es necesario analizar los mecanismos
institucionales y las características de una subjetividad social que,
más que reconocer lo propio y estimularlo, llevan a la sobrevaloración
de lo externo, lo que representa un rasgo dominante de una psicología
dependiente y colonizada.
Se hace necesario revisar los mecanismos
institucionalizados de promoción y desarrollo de la ciencia en el
continente. Es preciso estimular los intercambios universitarios y
entre centro de investigación en América Latina y luchar por
presupuestos para proyectos en la región.
Algunas reflexiones finales:
- He tenido como objetivo en el presente trabajo continuar una visión de historia que nos permita aprovechar de forma crítica contribuciones desarrolladas en América Latina que mantienen vigencia, que representaron aportes originales a sus campos del saber, y que considero tienen todavía hoy un potencial de desarrollo que debería ser continuado
- En América Latina se da hoy una contradicción entre los procesos de desarrollo de la institucionalidad científica y la necesidad de mayor intercambio entre los países del continente, que nos permita la integración de grupos interdisciplinarios orientados al desarrollo de temas cruciales para América Latina hoy. La mayoría de los proyectos que integran universidades latinoamericanas responden más a intereses de organizaciones internacionales de los países desarrollados y a universidades de esos países que , a pesar de las buenas intenciones de muchos de sus protagonistas, los proyectos responden a los intereses de quienes los financian y desarrollan.
- La proyección científica y política de la psicología latinoamericana no se alcanzará con una proyección local estrecha, sino como resultado de la inserción y confrontación de nuestros psicólogos en los escenarios más avanzados de la producción psicológica mundial, que nos permita nuevos espacios y proyectos orientados hacía nuestras realidades. Los grupos generadores de teoría no se improvisan, se forman en la discusión, la investigación , la publicación y el intefcambio .
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Gaumann.C & Gergen.K pp. 103-124. New York ; Cambridge University
Press
Notas
1. He definido zona de sentido ( Gonzalez Rey, 1997), como aquellos
nuevos espacios de inteligibilidad que una teoría abre en relación a
lo que estudia, considerando que esos espacios representan en realidad
el mayor aporte de las teorías , cuyas categorías concretas tienen
necesariamente un carácter histórico y, por tanto parcial y limitado.
Sin embargo, los seguidores de las teorías de forma empecinada buscan
perpetuar sus categorías, lo que lleva al dogma. Bleger nos da una
lección de cómo mantener una teoría viva y en desarrollo
2. Entre esos libros estaban “Psicologia Política en América Latina”
( 1987). Editorial Panapo,. Caracas, organizado por Maritza Montero..
“Aportes críticos a la psicología en América Latina” ( 1990)
Universidad de Guadalajara, organizado por Bernardo Jiménez y
“Construcción y Critica de la Psicología Social”, Antrophos, Barcelona,
organizado por Maritza Montero, donde presentan capítulos todos los
autores que mencione asociados al momento de gestión del grupo de ese
grupo crítico
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