La Psicología de la Liberación: Aprendiendo de América Latina1
Mark Burtony
Manchester Learning Disability Partnership; Manchester Metropolitan University, y The University of Northumbria at Newcastle
Resumen
Liberation Social Psychology (psicología social de la liberación, PSL) ha sido desarrollada por un
movimiento de psicólogos en América Latina durante la última década. Este
artículo explora el contexto en el que la PSL
creció desde los trabajos de Ignacio Martín-Baró y su ulterior desarrollo por
Maritza Montero, entre otros. En la PSL
surgen conceptos claves que incluyen conscientización,
realismo crítico, desideologización, marco social, opción preferencial por las
mayorías oprimidas y eclecticismo
metodológico. La aplicación de la PSL
se ha dirigido a tres áreas. En primer lugar, se sugiere que la psicología
comunitaria practicada en algunos lugares de América Latina refleja la PSL en su énfasis por la transformación
social y el uso de métodos participativos. En segundo lugar, el trabajo
psicosocial con víctimas de la represión estatal, enfocado a nivel de la
sociedad, es ejemplo paradigmático de la PSL.
En tercer lugar, los análisis político-psico-sociales de la realidad de los
países latinoamericanos toman en cuenta, de manera diversa, los principios y
conceptos de la PSL. Para concluir se
discuten algunos de los retos que enfrenta la PSL.
Palabras claves: Psicología Social de la Liberación, opresión, transformación.
Abstract
Liberation
Social Psychology (LSP,
psicología social de la liberación) has developed amongst a body of
psychologists in Latin America over the last decade. This article explores the
context in which LSP grew from the work of Ignacio Martín-Baró and was
developed by Maritza Montero, amongst others. Within LSP, key concepts emerge,
including 'conscientization', 'realismo-crítico', 'de-ideologisation', a social
orientation, 'the preferential option for the oppressed majorities' and
methodological eclecticism. The application of LSP is explored with reference
to three domains. First, it is suggested that community social psychology as
practised in some parts of Latin America reflects LSP in its emphasis on social
transformation and participatory methods.
Second, psychosocial work with victims of state oppression, which adopts
a highly social and societal orientation, embodies LSP. Third, social analyses
that explicitly adopt socio-psychological-political analyses of the social
realities confronting countries in Latin America embrace, in different ways,
principles and concepts of LSP. Finally, some of the challenges facing LSP are
discussed.
Key Words: Liberation Social Psychology; oppression; transformation.
La psicología social de la liberación
En la última década del siglo
XX, la Psicología Social de la Liberación
(PSL) ha surgido como un nuevo campo
en América Latina. A pesar de que sus orígenes se ubican en los setenta y
ochenta, hasta hace poco los psicólogos están utilizado tal término para
identificar y orientar su trabajo. Asimismo esta orientación empieza a tener
interés en Europa (Blanco, 1998; Burton, en
prensa; de la Corte Ibáñez, 1998, 2001, s/f) y Estados Unidos (Lykes, 2000;
Watts y Serrano-García, 2003).
La psicología latinoamericana
de la liberación puede entenderse como parte de un proyecto más amplio de
teoría y práctica liberadora que surgió en el contexto del trabajo para y con poblaciones oprimidas en toda América Latina, tal proyecto ha
sido recientemente sintetizado y formalizado por el filósofo Enrique Dussel
(Alcoff y Mendieta, 2000; Dussel, 1997, 1998). Los contextos sociopolíticos
claves para este trabajo han incluido la represión y la guerra civil en El
Salvador (Martín Baró, Gaborit); las repercusiones de las dictaduras en Chile,
Argentina y otros países (Lira, Becker, Langer y otros); la experiencia de comunidades
marginadas y/o migratorias pobres en Venezuela (Montero, Sánchez, Weisenfeld y
otros), Puerto Rico (Serrano García), Costa Rica (Dobles, Cordero) y Brasil
(Maurer, Lane, Quintal de Freitas y otros). También otras contribuciones se han
desarrollado en México (Jiménez, Vázquez, Flores), Estados Unidos (Aron, Corne,
Lykes, Sloan, Prilleltensky y Watts), Cuba (González Rey, Tovar y otros) y
España (a través de comentarios realizados por Blanco y de la Corte Ibáñez). A
parte de estos autores, hay otros que trabajan explícitamente o implícitamente
dentro de una orientación amplia que se puede denominar psicología social de la liberación (p. e., Seedat en África del
Sur; Bishop, Drew, Veno, Thomas y otros en Australia y Nueva Zelandia; Kagan y
otros en Bretaña).
¿Por qué considerar la Psicología Social de la Liberación?
Es importante reconocer que la PSL se
ha desarrollado en un contexto muy diferente al nuestro, al europeo. Las
sociedades de América Latina tienen una identidad específica, que se
caracteriza por una mayor extensión de la pobreza y por una exclusión social
endémica. En muchos casos, esto afecta a la mayoría de la población y es
resultado de la dependencia de sus economías. Por eso, en todos los países, hay
desigualdades severas (Sánchez y Wiesenfeld, 1991). Si bien tienen
relativamente pequeños sectores formales de servicios de salud y bienestar
social, el hecho es que las actividades que realizan los psicólogos a menudo se
centran en las universidades o trabajan en el sector privado. Asimismo, los
intelectuales se integran menos a los sistemas del Estado que en Europa, lo
cual con frecuencia les han permitido una cierta libertad de desarrollar los
enfoques autónomos que no son de interés para el Estado ni para las oligarquías
locales (Jiménez, 1990). Las tradiciones intelectuales en la psicología y las
ciencias sociales son distintas a las de los países anglosajones, siendo en
buena medida más cercanas a las de la Europa continental, pero con sus propios
elementos distintivos. A pesar de las diferencias, por varias razones es
necesario considerar este corpus latinoamericano de trabajos.
Como una respuesta a las críticas de la psicología tradicional
Mucho
del trabajo de la PSL se desarrolló en respuesta a “la crisis de la psicología
social” de los años setenta. Crisis que se experimentó en Gran Bretaña y en
Estados Unidos (Armistead, 1974; Parker, 1989), pero también agudamente en
América Latina. Este período se puede resumir (p. e., de la Corte Ibáñez, s/f)
en función de tres problemas:
1. La falta de relevancia social. La
psicología social no parecía estar produciendo conocimiento dirigido a los
problemas sociales, ni en las sociedades en que se desarrollaba, ni en otros
lugares.
2. Un contexto de descubrimiento localista,
combinado con una pretensión de validez universal. La psicología social
dependía de investigaciones con poblaciones selectivas en escenarios
artificiales (especialmente con estudiantes de licenciatura en experimentos
formales). No obstante intentaba sugerir principios generales de la psicología
social que pudieran aplicarse a cualquier ser humano en todo contexto.
3. La imitación de la neutralidad científica
significó una negación de la dimensión moral:
Los psicólogos sociales comienzan a sentir un intenso malestar en relación
con las condiciones en que realizan su trabajo, en relación con las
orientaciones que lo inspiran y, sobre todo, en relación con su utilidad y
efectos. Comienzan a preguntarse a quién sirve y para qué sirve su quehacer, y
han acumulado ya suficiente experiencia como para haber constatado que ciertas
explicaciones teóricas asumidas como el modo apropiado de comprender
y aprehender la realidad no producen respuestas, o bien las que dan son
irrelevantes, o simplemente no funcionan, no sirven. (Montero, 1994a)
Sin embargo, el camino seguido por la
PSL ha sido distinto al de los países centro, en los cuales el campo académico
se ha asentado en una coexistencia, ampliamente pacífica, entre
construccionistas sociales y empiricistas, con un impacto pequeño en la psicología
aplicada, mucho del esfuerzo crítico ha quedado dentro de la comunidad
académica en un nivel sumamente teórico (Burton, 2004; Burton y Kagan, 2003).
Aunque discutible, la PSL puede actuar como un correctivo a la parálisis y los
juegos intelectuales posmodernistas de la psicología crítica (al menos en la
versión vigente en Bretaña), al asumir una orientación clara de la acción que
no sólo hace las denuncias del uso de la psicología para oprimir sino además
propone una praxis alternativa.
Como un modelo de trabajo con grupos oprimidos
La
PSL se desarrolló específicamente con relación al problema de las
"mayorías populares", las masas oprimidas, marginadas y excluidas en
América Latina. En Europa también existen poblaciones oprimidas y marginadas
entre nosotros, tales sectores de personas son marginadas a causa de la manera
en la que nuestra sociedad discrimina por la discapacidad, la incapacidad, la
vejez, la enfermedad, la nacionalidad, la apariencia, el género y sexualidad, y
por la pobreza. La psicología en su totalidad ha descuidado este hecho de la
exclusión, y apenas hace una entrada en la literatura formal (Burton y Kagan,
2004, en prensa). Las condiciones en
América Latina, especialmente, la experiencia del terror estatal y paramilitar
que ocurre en muchos países, han hecho que la PSL sea un recurso valioso para
nuestro contexto europeo, ya sea en el trabajo con los refugiados que huyen de
la persecución y la tortura, o por el trabajo de ayudar a reunir a las
comunidades fragmentadas.
En el contexto global
Los
psicólogos que trabajan con una orientación liberadora se ven como parte de un
movimiento más amplio para la justicia social y económica. Areas claves que la
PSL problematiza incluyen el compromiso, la ideología, la subjetividad y la
identidad. Estas son fundamentales para cualquier acción colectiva que movilice
a personas, especialmente, la que enfatiza la unidad en la diversidad. La
reciente movilización masiva de personas contra la coalición e intervención de
Bretaña en las guerras de los neoconservadores estadounidenses y la lucha
progresiva por la protección de los servicios públicos, constituyen dos
aspectos de la resistencia a la expansión capitalista en su fase globalizada
neoliberal, donde las herramientas de la PSL puedan ser recursos útiles.
Su contexto
Debe entenderse entonces a la PSL como
parte de un movimiento más amplio intelectual y político, que empezó en América
Latina en los años sesenta y setenta, pero que continúa con vigor renovado
hasta hoy día. Todas las corrientes han estado enfocadas a repensar y
reconstruir sus propias disciplinas (educación, teología, psicología,
sociología, filosofía) desde la perspectiva de los pobres, los excluidos, los
marginados, los oprimidos, por y desde el compromiso y la solidaridad con ellos.
Han enfatizado a las mayorías populares de América Latina y en general “al
mundo de los dos terceros”. Los elementos claves han incluido la teoría
económica de la dependencia (Cardoso y Faletto, 1979), la pedagogía popular de
Paulo Freire (Véase, Freire, 1972),
“la sociología militante” y la Investigación Acción Participativa de Orlando
Fals Borda y del grupo de La Rosca (Fals Borda, 1988; Fals Borda y Rahman,
1991), la teología de la liberación de Gutiérrez, Ellacuría, Romero, Boff,
Sobrino, Betto y otros (Véase,
Batstone, Mendieta, Lorentzen, y Hopkins, 1997; Gutiérrez, 1973), y la
filosofía de la liberación de Franz Hinkelammert y Enrique Dussel (Dussel,
1997, 1998).
Ideas centrales
Es bastante difícil caracterizar todo
el trabajo psicológico que tiene una orientación libertaria en América Latina.
No todos los que trabajan más o menos dentro de esta tradición están
interesados en emplear dicho título, incluso, es poco probable que alguien
reclame ser un “psicólogo de la liberación”, tal denominación sonaría pomposa e
implicaría una forma de auto evaluación antes de los resultados e implicaciones
de un trabajo. Un problema adicional (Comunicación
personal, Flores, 2003) es que mucho de lo realizado en esta área es
inédito, más aún, donde no hay una articulación fuerte con las Universidades.
Por consiguiente, en el trabajo publicado hay una tendencia hacia las
contribuciones más teóricas y una falta de documentación de mucho de la
práctica innovadora en el campo. Además, no es fácil obtener la literatura publicada
en América Latina, por ejemplo, mucha aparece en libros de poca circulación y
no en revistas (Gastaldo, Mercado-Martínez, Ramasco-Gutiérrez, Lizardi-Gómez y
Gil-Nebot, 2002). Sin embargo, varios temas unen el trabajo que realizan
quienes se han organizado bajo esta bandera (hasta ahora los seis congresos internacionales de psicología
social de la liberación que se han organizado anualmente desde 1998 al
2003, son un ejemplo), o algunos trabajos que pueden ubicarse en este
paradigma.
Por otra parte, parece que el término psicología de la liberación fue
utilizado por primera vez por Caparrós y Caparrós (1976), aunque en un sentido
más cercano al trabajo de Lucien Sevé (1972) de construir una metateoría de la
psicología no individualista. No obstante el término fue formulado y difundido
por dos autores primordiales, Ignacio Martín-Baró y Maritza Montero.
Martín-Baró, sacerdote jesuita y académico sobresaliente en la Universidad Centroamericana José Simeón
Cañas en San Salvador, fue un autor y pensador clave para la PSL: utilizó
el término psicología de la liberación
por primera vez en 1986 (Martín-Baró, 1986), aunque sus escritos y prácticas,
antes y después de esta fecha, constituyen una aportación de la Psicología Social desde la realidad
latinoamericana (concretamente de la
centroamericana), con un énfasis explícitamente libertario. Martín-Baró fue
uno de los seis jesuitas asesinado en 1989, por una brigada élite del ejército
salvadoreño financiada y entrenada por los Estados Unidos (Galeano, 1998; Toomey,
2001), en gran parte debido a su compromiso con la realidad que sufría la
sociedad salvadoreña en el contexto del levantamiento y la guerra civil
revolucionarias (de la Corte Ibáñez, 1998; Sobrino, 1990). Por su parte,
Maritza Montero, psicóloga social venezolana, utilizó el término a partir de
1991, aunque había trabajado con una perspectiva explícitamente libertaria
desde antes, principalmente, en el ámbito de la psicología política. En un
texto publicado en inglés, Hollander (1997) utilizó el término formulado por
Martín-Baró para caracterizar el trabajo, en gran parte psicoanalítico,
realizado con las víctimas de las dictaduras militares de los países del Cono
Sur, aunque es necesario señalar que éste no es el uso generalmente aceptado.
En el 2003 fue publicada una edición especial de la revista estadounidense American Journal of Community Psychology,
en ella se incluyeron principalmente trabajos realizados fuera de América
Latina que tenían una intención liberadora (Watts y Serrano-García, 2003).
La Praxis Liberadora de América Latina
Un tema clave en el
pensamiento de la liberación consiste en que la liberación no es una cosa, y no
puede ser localizada en un momento determinado. Tampoco se trata de una
concesión sino es un movimiento y una serie de procesos (Montero, 2000). Tiene
sus orígenes en la interacción entre dos tipos de agentes o activistas:
- Los agentes catalíticos externos (que puede incluir a psicólogos comunitarios) y
- Los propios grupos oprimidos.
Esta noción latinoamericana de
la liberación propone una alianza estratégica entre estos dos sectores. Una
idea central es el concepto de la conscientización
utilizado por Freire (1972). En la que tal vez es la explicación más clara
hecha por Martín-Baró (Martín-Baró, 1985), identifica tres aspectos:
- El ser humano se transforma al ir cambiando su realidad…por…un proceso activo….el diálogo.
- Mediante la paulatina decodificación de su mundo, la persona capta los mecanismos que le oprimen y deshumanizan…se abre el horizonte a nuevas posibilidades de acción.
- El nuevo saber de la persona sobre su realidad circundante le lleva a un nuevo saber sobre sí misma y sobre su identidad social...le permite no sólo descubrir las raíces de lo que es, sino el horizonte de lo que puede llegar a ser. Así, la recuperación de su memoria histórica ofrece la base para una determinación más autónoma de su futuro.
Freire tenía cuidado de no
proporcionar recetas para este proceso, porque cada situación es diferente, y
el riesgo es que el trabajador cometa el error de utilizar un modelo concreto
desde un contexto a otro, mientras que las particularidades son diferentes en
cada caso.
Dussel (1998) en un trabajo
panorámico, citado con frecuencia por los que trabajan en la perspectiva de la
PSL, ha resumido lo anterior, así como los modelos y experiencias relacionados
en términos más generales. Dussel postula “una llamada” (o interpelación) por
parte de las víctimas (que conscientes de su opresión dentro de un sistema o
excluidas de éste), hacen a los otros, quienes dentro del sistema mismo, tienen
una conciencia ética (los intelectuales orgánicos en el sentido gramsciano).
Ambos sectores trabajan juntos denunciando lo que es injusto y construyendo una
realidad social alternativa -es decir, colaboran en un proyecto compartido de
liberación. Como Martín-Baró y Montero han enfatizado, esto finalmente
implicaría la liberación de los opresores.
Realismo Crítico
Martín-Baró estableció un
planteamiento distinto sobre el rol de la teoría, el cual han seguido quienes
trabajan dentro de este paradigma:
(...)
no sean los conceptos los que convoquen a la realidad, sino la realidad la que
busque a los conceptos; que no sean las teorías que definan los problemas de
nuestra situación sino que sean esos problemas los que reclamen y, por así
decirlo, elijan su propia teorización. Se trata de cambiar nuestro tradicional
idealismo metodológico en un realismo crítico (Martín-Baró, 1998: 314).
Por lo tanto, la teoría tiene
un papel más de soporte (que objetivo), como una especie de andamiaje para
guiar la acción. Su realismo no es un realismo simplista: de qué índole sea la
realidad social puede ser difícil de comprender, no sólo por la gente, sino
para la propia psicología. Por eso es necesario desideologizar la realidad, quitando capas de la ideología (para
Martín-Baró constituye el ejercicio disfrazado del poder) que hacen individual
y “naturalizan” fenómenos como el fatalismo en las sociedades latinoamericanas
(Martín-Baró, 1987).
Esta dirección de viaje se
parece a los enfoques de Grounded Theory
(teoría fundamentada), forma de investigación cualitativa (Strauss y Corbin,
1990), donde la teoría se construye meticulosamente desde el suelo de
información por parte del investigador. Las diferencias radican en una relación
dialéctica entre la realidad y la teoría, en este sentido, de acuerdo a
Martín-Baró hay ciertas meta-suposiciones teóricas que anteceden la elaboración
de la teoría, además de que idealmente la teoría actúa recíprocamente por la
acción con la realidad. En segundo lugar, la teoría tiene un papel desideologizador de la realidad, tal
empuje crítico generalmente se pierde en orientaciones fenomenológicas tipos grounded theory o Fourth Generation Evaluation (Guba y Lincoln, 1989) (Véase, Montero, 2000). Hay algunas
diferencias de enfoque entre quienes se adscriben a la PSL. Algunos trabajan,
por ejemplo, con una orientación más fenomenológica de construccionismo social
(Véase, Serrano-García y López
Sánchez, 1994). Sin embargo, aún cuando se reivindique una aproximación
construccionista, por lo general éste se enfoca a la realidad vivida por las
personas en estrecha relación a las ideologías que la estructuran (Estrada y
Botero, 2000; Varas-Díaz y Serrano García, 2003).
Una orientación social
En
el trabajo de quienes utilizan la PSL, como una perspectiva que los guía, hay
una crítica total al individualismo que predomina en casi toda la psicología
estadounidense (ciertamente también en la psicología inglesa). Los dos libros
con el subtítulo Psicología Social Desde
Centroamérica de Martín-Baró publicados el primero en 1983 y el segundo en
1989, pueden ser la crítica más sostenida, completa y comprometida. Esta
orientación social (o mejor societal) también es histórica, con un sentido
constante de cómo las cosas llegaron a ser lo que son, y cómo lo histórico está
siempre presente en la subjetividad de las personas. También se han utilizado
varios recursos en este análisis desde el psicoanálisis, especialmente la
tradición argentina de la teoría psicoanalítica marxista (Hollander, 1997), al
trabajo cultural histórico de Vygotsky (González Rey, 2002; Tovar, 2001). Pero
la orientación social no es sólo un asunto de la teoría. La PSL es un proyecto
moral, lo que la distingue de los enfoques del nuevo paradigma de los ochenta,
al igual que de “la psicología crítica” de los noventa. El compromiso es a fin
de cuentas con la liberación. Esta versión completamente social de la
psicología tiene varios aspectos. Antes que nada, el reconocimiento de la
naturaleza conflictiva de la sociedad y la omnipresencia del poder es
fundamental. Martín-Baró (desde una perspectiva sociológica estructural que
debe mucho tanto a Marx como a Weber) reconoce que hay intereses sociales
claros que conducen al conflicto. El
poder debe ser entendido no sólo en el sentido interpersonal sino en términos
de su organización en la sociedad. El conflicto y el poder tienen dimensiones
tanto económicas como ideológicas (Blanco, 1993). La ideología no es
complementaria al poder sino una manifestación de ello: la mediación psíquica
del ejercicio disfrazado del poder (de la Corte Ibáñez, s/f). En segundo lugar,
la dimensión social de la liberación generalmente tiene la prioridad sobre la
dimensión individual. La psicología en el molde norteamericano y europeo ha
privilegiado la emancipación individual, por el contrario en el contexto
latinoamericano, la liberación se asume como una dimensión primordialmente
social, se trata de una liberación colectiva antes que liberación individual
(Martín-Baró, 1986). En tercer lugar, reflejando el realismo crítico, la verdad
práctica tiene una prioridad sobre la verdad teórica. Martín-Baró pone una
pregunta epistemológica: ¿cuáles deben
ser los criterios que nos permiten determinar la verdad histórica de nuestros
conocimientos psicológicos sobre las realidades que vivimos en Latinoamérica?
(Martín-Baró, 1998: 325). Retomada directamente de la teología de la
liberación, se trata de la opción preferente por las mayorías oprimidas
(originalmente la opción preferente por
los pobres). La psicología tiene que renunciar a su obsesión (idolatría)
con sus problemas internos para centrarse en la atención a las necesidades de
las mayorías populares. Son auténticos sus problemas, y no aquellos que
preocupan a otras personas en otras partes del mundo que deben ser el objeto primario
de la atención de los psicólogos
latinoamericanos. Puesto que de la atención a estas necesidades depende su
liberación de las estructuras sociales que los mantienen oprimidos, por tanto,
a esto se tiene que enfocar el interés y los esfuerzos de la psicología
(Martín-Baró, 1986).
Eclecticismo metodológico
Los
psicólogos que trabajan con una orientación derivada de la PSL combinan las
técnicas tradicionales (las encuestas, el uso de métodos estadísticos, etc.)
con enfoques del nuevo paradigma (p. e., las representaciones sociales,
investigación cualitativa, la fotografía cooperativa y el drama), la crítica de la ideología (que utiliza
enfoques foucaultianos) u otros enfoques relacionados. No obstante, hay un
énfasis en el compromiso freireano con el método de reflexión-acción-reflexión y la investigación-
acción participativa. Esto implica otro contraste con mucha de la
psicología crítica de Europa.
¿Cómo se aplica la perspectiva de la
liberación en la práctica de la psicología?
Se podría decir que la PSL se
aplica a tres campos principales. Estos, sin embargo, se superponen
considerablemente, por ejemplo un trabajo reconocible como psicología
comunitaria quizás también puede tener implicaciones concernientes con la
violencia del Estado, la impunidad y/o con un análisis sociopolítico más amplio
(Cordero, 1997; Dobles, 1994).
Psicología Social Comunitaria
La psicología comunitaria en
América Latina ha sido distinta de la que se hace en la otra América (Martín,
1998; Montero, 1996, 1998, 1994b; Quintal de Freitas, 2000; Riviera Medina y
Serrano-García, 1990; Sánchez y Wiesenfeld, 1991; Tovar, 2001). Sus raíces
están en la psicología social, con un énfasis menor en la tradición clínica y
de la salud mental (precisamente una de las raíces estadounidenses de la disciplina).
Hay una orientación para trabajar con comunidades marginadas en escenarios tan
diversos como los barrios pobres de Caracas, San Juan o Sao Paulo, o en los
asentamientos rurales en Costa Rica o México. El énfasis varía pero, en
general, el psicólogo es visto como un recurso para la comunidad al ofrecer su
experiencia en la investigación, la comprensión del liderazgo, la organización,
la dinámica del grupo y el conocimiento del sistema (por ejemplo, cuando se
trata de la obtención de los recursos). El interés por los procesos de conscientización (Freire) y el uso de los métodos
investigativos de la ciencia social (Véase,
Fals Borda, 1988; Fals Borda y Rahman, 1991) son típicos, como lo es también el
esfuerzo por entender lo local y particular de la lucha y la auto-liberación
dentro de una perspectiva más amplia, esto es, social y global.
Montero (1991) sugiere que
esta psicología social comunitaria proporciona una base metodológica y empírica
para la psicología de la liberación, mientras que la investigación acción
participativa, la teoría de la dependencia y la educación popular junto con la
revisión crítica de la psicología tradicional, proporcionan el soporte teórico.
La psicología social
comunitaria se imparte y/o se practica en algunas universidades de Venezuela,
México, Colombia, Puerto Rico, Cuba, Costa Rica, Brasil, Chile, Perú y
Argentina. Abordando una variedad de asuntos sociales que incluyen por ejemplo,
la promoción de la salud, el desarrollo económico y los programas contra la
pobreza, vivienda, desarrollo del liderazgo en el nivel de la comunidad,
desarrollo comunitario, los derechos humanos y el desarrollo del apoyo y de la
intervención comunitaria en los campos de la discapacidad, la salud mental y el
uso de la droga (Martín, 1998; Montero, 1997).
En general se aspira a un
enfoque transformativo. Muchas veces hay el riesgo de perder la especificidad
psicológica, aún cuando sí se ha examinado esta cuestión del campo
disciplinario (Véase, Quintal de
Freitas, 1994).
Trabajo con víctimas de la represión del Estado (desapariciones, tortura,
genocidio)
América Latina ha estado marcada por
regímenes opresivos, conflictos armados y la represión a movimientos de
liberación. Hoy siguen habiendo noticias de asesinatos de activistas (p. e., en
México, Guatemala, Brasil y especialmente Colombia), de desalojos de campesinos
de sus tierras (Colombia), y otros abusos. La experiencia ha sido diversa en
escala e intensidad, pero las experiencias psicosociales en países tan
diferentes como los del Cono Sur, los países andinos, y los de Centroamérica
han sido en muchos aspectos semejantes. Para tener alguna idea de la escala del
trauma, veamos los siguientes ejemplos: unos 20,000 asesinatos por la junta
militar argentina; 2,000 en Chile, y alrededor de 200,000 en Guatemala. Se han
desarrollado varias líneas de trabajo con sobrevivientes y con personas
relacionadas con las víctimas de la tortura, la desaparición y el asesinato. El
Instituto Latinoamericano de Salud Mental
y Derechos Humanos (Agger y Buus Jensen, 1996; ILAS, 2003) es una
organización no gubernamental (ONG) que trabaja por la salud mental de personas
afectadas directamente, por violencias sistemáticas a los derechos humanos
durante el régimen militar en Chile, en el período 1973-1990 (ILAS, 2003). Ha
realizado una investigación extensa para informar acerca de este trabajo,
documentando las violaciones a los derechos humanos, sus efectos en las
personas afectadas así como también en la sociedad en general. El ILAS es una
organización que además se ha mantenido activa a nivel nacional e
internacionalmente en la generación y supervisión de otros equipos de salud
mental que trabajan con personas que han experimentado las situaciones de la
violencia política (p. e., en Angola). Asimismo, el ILAS ha desarrollado
múltiples actividades de investigación tanto en la dimensión clínica como en la
psicosocial, tratando de relacionar los problemas individuales con la realidad
macrosocial, es decir articulando los dos aspectos. Mientras tanto, en Chile,
las discusiones sobre las implicaciones sociales, subjetivas y políticas de los
diecisiete años de gobierno autoritario todavía continúan. La reparación social
a las víctimas sigue siendo un tema importante, como la cuestión de la unidad y
la reconstrucción nacional es un tema en la salud mental chilena, con una
dimensión política y pública. Desde los primeros señalamientos acerca de los
efectos psicológicos, familiares y sociales, el trabajo del ILAS ha incluido la
denuncia pública de los agentes del régimen militar y se convirtieron en el
testimonio de lo que el país ha vivido. Al mismo tiempo, se han desarrollado
modelos de tratamiento dirigidos especialmente para aliviar el sufrimiento de
los directamente afectados por la represión política. A pesar de la urgencia de
tal desafío, la reflexión sociopolítica siempre ha formado parte del trabajo y
ha sido el sustento de la acción, sin el cual no hubiera sido capaz de entender
todas las dimensiones del sufrimiento experimentado por las personas con
quiénes ha trabajado el ILAS, asumiendo al mismo tiempo el compromiso de
publicar, desarrollar y mantener los vínculos con colegas chilenos e
internacionales (ILAS, 2003).
En el trabajo del ILAS y otros como el
equipo de apoyo psicosocial de las Madres
de la Plaza de Mayo en Buenos Aires (Hollander, 1997) o por la organización
AVRE en Colombia (Castaño y López, 1994), el énfasis es convertir el
sufrimiento (anteriormente un dolor secreto), en algo social, compartido, a fin
de volver a jugar los papeles sociales activos. En el curso de su trabajo, el
grupo de Buenos Aires ha producido la evidencia del poder curativo a través del
activismo político (Véase, Hollander,
1997).
Lira y Weinstein (1990)
definen su modelo terapéutico en términos de nueve objetivos:
- Catarsis y reconstitución de la experiencia traumática;
- Alivio de lo sintomático;
- Elaboración emocional de la experiencia traumática;
4.
Vinculación
de la experiencia traumática en los significados existenciales en la vida del
sujeto;
- Recuperación de su rol como ser social;
6.
Reubicación
de la experiencia traumática en el contexto de la experiencia vital del sujeto;
7.
Reestructuración
del proyecto existencial: continuidad entre pasado, presente y futuro;
- Recuperación de vínculos colectivos;
9.
Enfrentamiento
de los problemas de parejas o familiares producidos por la experiencia de la
tortura. Nuestro enfoque terapéutico
otorga importancia decisiva a la reestructuración del proyecto existencial que
se halla asociada directamente a la recuperación, por parte del individuo, de
un rol activo como ser social. La psicoterapia debe ir acompañada, entonces, de
condiciones que ayudan a que el sujeto recupere el sentido de su vida anterior
a la experiencia, o que permitan que éste, en paradójica contradicción con las
intenciones del torturador, favorezca el crecimiento y el desarrollo personal
de quien fue su víctima. (Lira y Weinstein, 1990: 387)
Lira y Weinstein también enfatizan la
necesidad de que el terapeuta sea capaz de interpretar las experiencias de
manera sociopolítica, para que la persona afectada pueda contestar las
preguntas: ¿por qué torturan? y ¿por qué
a mí?, para descubrir así la racionalidad en una situación tan
caracterizada por la arbitrariedad y la confusión.
El tema de recuperar la memoria de lo
que sucedió, así como de los que han sido detenidos o desaparecidos, es una
clave común en estos trabajos. Esto es importante en términos del énfasis
general en la praxis libertaria del
papel de la memoria colectiva, en tanto recurso político y social, pero además
a causa de la negación oficialmente asumida (o sancionada) de lo que pasó. En
Guatemala, desenterrar a los asesinados, identificarlos y conmemorar lo que
sucedió, a través de ceremonias tradicionales mayas, tiene una importancia
clave y existen varios proyectos interdisciplinarios en desarrollo (Flores, et. al., 2002).
Una dimensión adicional a todo lo
anterior, lo constituye el trabajo para procesar y terminar con la impunidad de
los responsables. Los psicólogos están recurriendo como recurso, con abogados,
arqueólogos forenses y miembros de las propias comunidades afectadas (Flores, et. al., 2002; Reza, s/f). Los congresos
internacionales de PSL han sido lugares importantes para intercambiar las
experiencias (por ejemplo, entre los que trabajan en El Salvador y Guatemala).
El enfoque terapéutico se encuentra con la psicología comunitaria en trabajos
que entregan la intervención efectiva a las comunidades que la mayoría de las
veces, no tienen acceso a profesionales de la salud mental (Sveaass, 2000).
Análisis Social
Dado
el énfasis en un punto de vista macrosocial íntimamente ligado a la
subjetividad humana, no es una sorpresa que los psicólogos que trabajan desde
el enfoque de la PSL hayan explorado el análisis social más ampliamente.
El trabajo sobre la opinión pública de Martín-Baró y el IUDOP
Una parte importante del trabajo de
Martín-Baró se centraba en la opinión pública Salvadoreña (Martín-Baró, 1989a). Aunque empleaban métodos
convencionales, el propósito claro consistía en hacer explícito lo que las
personas piensan, tanto para ellos mismos como para aquellos que están fuera
del país. En este sentido, este trabajo era una forma de contra-propaganda, que
socava muchos de los argumentos utilizados para justificar un respaldo continuo
para el gobierno salvadoreño en los años de conflicto armado. También
constituye una fuente independiente de información para activistas a favor de
la paz fuera del país, especialmente, en los Estados Unidos. El Instituto Universitario de la Opinión
Pública (IUDOP) establecido por Martín Baró, hoy día sigue funcionando y
continúa su trabajo: (...) para que los ciudadanos se vean a sí mismos
y generen los cambios que siguen siendo necesarios en una sociedad dividida por
la pobreza y la violencia (IUDOP, 2003).
El trabajo sociopsicológico sobre la realidad social de los países latinoamericanos
Los
psicólogos que trabajan con la perspectiva de la PSL han realizado varios
análisis psicológicos y sociopolíticos de las realidades sociales que enfrentan
sus países. En el Congreso Internacional de
Psicología Social de la Liberación realizado en el 2002, por ejemplo, se
presentaron análisis sobre el uso del terror por parte de los paramilitares
colombianos y sus efectos en la vida de la familia y la subjetividad (Estrada,
2002); la guerra psicológica por parte de la contra-insurgencia y el genocidio
guatemalteco (Flores, 2002) y el uso del régimen de Bush de la propaganda
después del atentado contra las torres gemelas (Sánchez, 2002). Otros trabajos
se han centrado en asuntos como el desarrollo de la niñez bajo condiciones de
violencia institucionalizada (Gaborit, s/f), el proceso de urbanización
(Jiménez, 2002), los asuntos rurales (Cordero, 1997) y los nuevos movimientos
sociales en la región (Vázquez, 2000). Hay acontecimientos nuevos en la región
como la disminución de la impunidad (p. e., Argentina, Chile), la elección de
gobiernos progresivos (p. e., Venezuela, Brasil) o al menos de un aumento de
parlamentos progresistas (p. e., en Ecuador, Bolivia, Chile, El Salvador,
Uruguay), junto con la intensificación de la intervención económica y militar
de Washington (p. e., el Plan Puebla-Panamá en México y Centroamérica, el Plan
Colombia, la Comisión de Ayuda a una Cuba Libre). Todo ello quizá conduzca a un
interés cada vez mayor para construir comentarios y análisis, así como a la
búsqueda de nuevos medios para intervenir en la esfera pública (Dobles, 2003).
Es claro que no hay un enfoque
unificado que se pueda llamar psicología
social de la liberación, pero hay una familia de enfoques que caen bajo ese
título y denotan suficientemente un uso y desarrollo de tales ideas para que se
adscriban a esta perspectiva.
Desafíos
A pesar de su
amplia aplicabilidad al trabajo para y con poblaciones marginadas, y al grado
de compromiso de sus autores, la psicología
social de la liberación se conoce muy poco fuera de América Latina, donde
incluso, es una tendencia minoritaria. Se insiste de nuevo en exponer su
enfoque distintivo en lugar de generar un desarrollo adicional. Al mismo
tiempo, persiste lo qué Montero (Comunicación
personal, 2002) ha identificado como el riesgo continúo de caer en un mero
activismo, o también al uso del discurso libertario para encubrir prácticas
repetitivas poco críticas donde el abuso y la explotación regresan o se
justifican. Finalmente, como cualquier movimiento social progresista, en
realidad enfrenta tareas enormes como contribuir a la oposición, al imperio de
la explotación y la dominación capitalistas, construir sistemas viables de
apoyo para la propia PSL con y para los marginados y oprimidos. La PSL,
entonces, representa un interés minoritario con credibilidad sólo en ciertos
lugares. Los Congresos Internacionales de
Psicología Social de la Liberación -hasta ahora realizados- han convocado
sólo a unos cientos de interesados, siendo en su mayoría de los propios países
donde se han llevado a cabo, debido a que los costos del viaje son prohibitivos
para que asistan de otros países. Hay poca
continuidad de la red entre cada uno de los encuentros, no obstante que se ha
tomado en cuenta este problema. Hay una red pequeña de entusiastas y algunos
tienen una posición respetada en la disciplina. La calidad del debate es alta,
aunque no hay mucho trabajo original. El psicólogo crítico norteamericano Tod
Sloan expresa una comparación con la psicología crítica europea:
En
general, los académicos latinoamericanos tienen pocos recursos y tiempo para
actualizarse como sí ocurre con los británicos progresistas. En el Reino Unido,
a menudo parece haber demasiada teoría mientras que en América Latina en cambio
parece que no hay suficiente. (Comunicación personal, 2002)
Aunque hay aperturas esperanzadoras en
la región, también hay enormes fuerzas en contra de iniciativas como éstas. Los
constantes problemas económicos de la región (casi todas las economías se han
caído a partir del 2002) y la dominación e interferencia continúas por parte de
un imperio que neutraliza cualquier amenaza a sus intereses económicos (por
ende, políticos), constituyen un límite real para la liberación de los
excluidos de la fiesta del capitalismo.
Los intereses de los académicos y
profesionales no son siempre iguales a los de los sectores oprimidos y la
vinculación entre los psicólogos sociales progresistas y otros movimientos
alternativos no es muy fuerte. En cuanto al Congreso
Internacional de Psicología Social de la Liberación realizado en Guatemala
(2001), hubo un intento excelente de involucrar a los movimientos sociales
populares, tanto los de Guatemala como los de otros lugares, proporcionándole
una crítica urgente al encuentro. Hubo un discurso impresionante por parte de
Horacio Martins de Carvalho, asesor del Movimiento
de los Trabajadores Sin Tierra (MST) de Brasil, que abordó la naturaleza de
la lucha para la justicia social, las ocupaciones de la tierra y las comunidades
democráticas nuevas que han surgido, junto con las prácticas culturales que han
evolucionado para sostener la lucha. Esto encuadró efectivamente el congreso la
problemática de ¿en qué puede contribuir
la psicología? y ¿de qué tipo de
conocimiento psicológico es apropiado? Pero las diferencias objetivas entre
la clase media profesionista y los excluidos son un desafío nada fácil de
superar -algo que no es exclusivo de América Latina (Stewart, 2000).
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1) Traducido por Joel Vázquez
Ortega y Mark Burton.
y Para la realización del
presente artículo les agradezco a Maritza Montero, Jorge Mario Flores, Bernardo
Jiménez, Ignacio Dobles, Joel Vázquez, Tod Sloan y Ian Parker por sus
sugerencias y materiales. Asimismo, a Bernardo Jiménez, Carolyn Kagan y Joel
Vázquez por sus comentarios críticos al texto. La versión original fue escrita
para una audiencia angloparlante ya que no había mucha discusión de este
movimiento en la literatura en inglés. Como se trata de una síntesis general
del campo a los lectores hispanoparlantes les hago la advertencia de que el
presente artículo se realizó fuera de América Latina y su realidad,
inevitablemente, a través de un lente determinado.